GRUPO DE TRABAJO TEMÁTICO 3 – Apuntes para guiar las discusiones
CONTEXTO
La soberanía alimentaria tiene sus raíces en las vidas y las luchas de los campesinos/as y los agricultores/as familiares, los pescadores/as, los pastores/as y pastoralistas, los pueblos indígenas, otros productores/as de comida de escala pequeña y los trabajadores del campo. Es así cómo se produce, se conserva, se comparte, se consume y se intercambia la comida. Un asunto clave de la soberanía alimentaria es el acceso, el control y la gestión de los recursos naturales que los agricultores, los pastores, los pescadores, sus comunidades, y las comunidades indígenas necesitan para trabajar y alimentarse, por ejemplo la tierra, la selva, el agua, las semillas, las razas del ganado y las especies de peces.
Hace generaciones, las comunidades locales han preservado la riqueza y la diversidad de los recursos naturales con la agricultura, la ganadería, el pastoralismo y la pesca en forma ecológicamente sostenible y biodiversa; preservando y refinando las variedades de semillas, las razas del ganado y una biodiversidad agrícola más amplia; y protegiendo las tierras, los territorios, las selvas y las extensiones de agua de un uso en excesivo, del agotamiento y de la contaminación.
Los campesinos/as, los pastores/as/pastoralistas, los pescadores/as y los Pueblos Indígenas son los verdaderos innovadores, criadores y conservacionistas, usando una plétora de recursos naturales, experimentando y adaptando las especies de plantas y animales a las condiciones de producción natural, y desarrollando una riqueza del conocimiento colectivo sobre la biodiversidad agrícola, la tierra, el agua y la gestión de los recursos para el uso de las otras comunidades y las generaciones venideras. La biodiversidad agrícola y el conocimiento indígena se enlazan porque las personas que tienen el conocimiento indígena de la comunidad son los que usan y preservan esta diversidad. Es necesario que ellos controlen la tierra, el territorio, el agua y los recursos acuáticos para usarlos de una manera productiva.
Comparado a la devastación ecológica de la agricultura, acuacultura y ganadería industrial hecha para la exportación, los paisajes de producción basada en las comunidades tienen una biodiversidad amplia. La producción basada en las comunidades reduce la degradación de la tierra y el medioambiente, y preserva los ecosistemas, las especies de cultivos silvestres y cultivados, los recursos genéticos de los peces y el ganado, los espacios abiertos y los bosques que son precisos para preservar las cuencas y los recursos de agua. Todo eso es esencial para asegurar una verdadera seguridad alimentaria para la humanidad – la soberanía alimentaria.
El acceso y el control sobre el uso de estos recursos naturales es un asunto complicado y relacionado con varios factores que son críticos para la soberanía alimentaria. Implica controlar el acceso físico y seguro a los recursos y también la organización de la producción, el recojo, el almacenaje y el intercambio de estas actividades. Las comunidades que ocupan las mismas áreas locales a menudo tienen reglas bien desarrolladas para el cuándo y cómo cultivar la tierra, recoger los productos de la selva, y pescar en las extensiones de agua. También tienen reglas para compartir, intercambiar y vender lo que ellos cosechan y producen, y tienen sistemas para resolver los conflictos sobre el uso de los recursos naturales. Las semillas guardadas en las fincas son el pilar principal que sostiene a los campesinos por todo el mundo así como las razas del ganado local sostienen a los pastores. Para los Pueblos Indígenas, el territorio es la base de su organización social, económica y su identificación cultural, y lo ven como parte de un territorio más amplio que incluye no sólo la función productiva de la tierra, sino también el medioambiente, el agua, las selvas, las mineras subterráneas, el aire y otros recursos productivos. Para los pescadores, es esencial el control de la pesca artesanal, las zonas de desembarco para sus barcos en la playa y las actividades terrestres para eliminar el impacto de contaminación de las aguas.
El modelo dominante del desarrollo merma el acceso y el control que tenían las comunidades de los recursos que necesitan para sobrevivir y desarticulan los sistemas locales de producción y de gobierno. La tierra, las selvas, el agua, las plantas, los animales y otros recursos naturales son cada día más convertidos en mercancías comercializadas y privatizadas. El estado, los negocios agropecuarios, la industria extractiva, el turismo a gran escala y los proyectos de infraestructura invaden las tierras, las extensiones de agua, y los territorios de los pueblos indígenas que antes eran públicos y comunales. Los negocios agropecuarios privados y las empresas de la biotecnología patentan las semillas y las razas del ganado.
El agua – esencial para sostener la vida misma – la tratan como un bien económico que lo destinan a los “usuarios de alto valor” (es decir, a los que pueden pagar los precios comerciales). La pesca de aguas comunales, las selvas, los pantanos, los pastos y los bosques se subastan a los ricos empresarios y las empresas de acuacultura comercial, las plantaciones industriales, y a las concesiones mineras y madereras, también a las empresas farmacéuticas y cosméticas las cuales piratean y roban el conocimiento indígena y local que era desarrollado por las comunidades desde hace generaciones.
La violación de los derechos de los campesinos, los pastores, los pescadores y los Pueblos Indígenas para acceder y controlar sus recursos es un asalto a sus derechos de la comida, el trabajo, y la seguridad económica y cultural. La comercialización de la agricultura y las pesquerías ha resultado en la consolidación de las tierras de agricultura, las selvas, las semillas, las razas de ganado y otros recursos genéticos en las manos de las empresas agropecuarias y otros negocios comerciales, desplazando a comunidades enteras de sus tierras y sustentos tradicionales para buscar empleo inseguro, peligroso y mal pagado en otras partes. Los resultados son la emigración general de las familias de agricultores, pastorales y pesqueras, la creación de nuevas bolsas de pobreza y desigualdad en las regiones rurales y urbanas, así como la destrucción de comunidades rurales enteras. Las mujeres y los jóvenes experimentan la mayor marginación. Las mujeres, porque son ellas que muchas veces guardan las semillas y el conocimiento local sobre el ganado y los productos de la selva, las yerbas medicinales, las plantas y las fuentes silvestres de comida. Los jóvenes, debido a que la destrucción de sus familias y sus comunidades quedan con pocas oportunidades para el desarrollo personal o para un empleo.
¿En pos de qué luchamos?
La soberanía alimentaria se basa en la autonomía local, la administración, la organización y la defensa del campo comunal. Asegura los derechos de las comunidades a acceder y controlar la tierra, los territorios, el agua, y la biodiversidad y les ayuda a resolver los conflictos sobre el uso de los mismos recursos por otras comunidades diferentes. No niega a los mercados, sino trata de preservar el control comunitario/social de los mercados. Lo “local” es un espacio económico tanto como político, que ayuda a las comunidades de todo el mundo y de varios grupos de presión a identificarse con los asuntos y luchas de los otros y a formar estrategias unidas. Pero, mientras privatizan el campo común y las fuerzas del mercado ocupan los espacios locales, la necesidad de sobrevivir empuja a las comunidades en conflictos los uno contra los otros.
Preguntas:
·¿Cómo podemos reconocer y hacer cumplir los derechos legales y las tradicionales de los pueblos y las comunidades para tomar decisiones sobre el uso de recursos locales y comunales, aún cuando tales derechos legales no se han reconocido anteriormente?
¿Cómo se puede proteger los derechos de los pueblos y las comunidades al acceso y control equitativo de las tierras, semillas, animales, aguas y otros recursos renovables.
¿Cómo podemos construir una visión integral de reformas agrarias y de aguas que incluye los derechos y las prioridades de todas las comunidades, que sean agriculturas, pastorales, pescadoras, pueblos indígenas, trabajadores agrícolas o migrantes?
¿En contra de qué luchamos?
El asalto en contra los bienes comunes y los derechos de las comunidades al acceso y al control es implementado por los estados/gobiernos, las instituciones financieras internacionales (IFIs) como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco Asiático de Desarrollo (ADB), y la Organización Mundial de Comercio (OMC), que actúan todos a instancias de las corporaciones nacionales e internacionales. Con el financiamiento de los países donantes ricos del norte, las IFIs controlan más o menos el modelo dominante del desarrollo, en que el único “acceso” que se defiende es el acceso de mercado para las corporaciones a los recursos y el conocimiento de las comunidades locales. La liberalización del comercio y de la inversión, la privatización del campo común y los servicio públicos, los regimenes de los derechos de propiedad intelectual (DPI) que facilitan a la bio-piratería, las tecnologías que niegan el control local, las “reformas agrarias” dirigidas por el mercado y la privatización del agua son todos marcas de este modelo de desarrollo destructivo. Este modelo también obliga a las comunidades locales y otros grupos a competir entre sí para el acceso y el control de una cantidad cada vez menor de recursos, así creando conflictos y divisiones sociales.
Preguntas:
¿Cómo podemos contrarrestar regimenes de propiedad intelectual (DPI) que no desean que haya patentamiento de ninguna forma de vida?
¿Cómo podemos desarticular los poderes de las empresas transnacionales para que sean materialmente y legalmente responsables delante de la sociedad?
¿Cómo podemos quitarles los poderes de los IFIs, como la OMC y las instituciones asociadas?
¿Cómo podemos parar o debilitar los procesos de privatización y liberalización?
¿Qué podemos hacer?
En el modelo neoliberal del desarrollo, las corporaciones internacionales –con el apoyo activo de las elites del gobierno –controlan la cadena alimenticia desde los insumos, los recursos y la producción, hasta la distribución, el procesamiento y el comercio internacional. La clave a todo esto es la restricción y muchas veces la negación completa del acceso y el control de las comunidades a los recursos naturales y productivos, tanto como la toma de decisiones sobre el cómo organizar y administrar los recursos, la producción y la distribución. La soberanía alimentaría resiste a este régimen corporativo de alimentos y también crea el espacio para reclamar el acceso y el control para desarrollar unos principios de sistemas alimenticios, agrícolas y ecológicos sostenibles.
Preguntas:
¿Cómo podemos desarrollar principios y estrategias colectivas comunes para reclamar control sobre los recursos de las comunidades? ¿Cómo podemos globalizar nuestras respectivas luchas y prácticas para crear un movimiento mundial para lograr el control de los pueblos sobre los recursos a los cuales tienen derecho?
¿Cómo podemos desarrollar principios conjuntos entre comunidades con diferentes prioridades y necesidades para el uso responsable de los recursos naturales?
¿Cómo podemos colectivamente conceptualizar e implementar un sistema agrícola y alimenticio basado en la autonomía y la organización local, los mercados locales y las acciones comunitarias?