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Declaración de Marabá

Conferencia Internacional de la Reforma Agraria
Marabá, Pará, Brasil, 13 al 17 de Abril 2016 [Versión completa disponible aquí.]

Hay un creciente acaparamiento de tierras, bosques y agua, golpes contra la democracia y la voluntad  popular, presos políticos, etc., no solo en América Latina, Asia y África, sino también en Europa y Norteamérica. En la actualidad somos testigos de una emergente alianza entre el capital financiero, las empresas trasnacionales, el imperialismo, sectores de los Estados Nacionales (casi sin importar su aparente ‘ideología’), en particular pero no solamente, los poderes judiciarios y policiales, el sector privado del sistema agro-pesca-alimentario (agro-negocio), de la minería, la construcción, la explotación forestal, etc., o sea, del extractivismo, y con los medios de comunicación. En su conjunto esta nueva alianza impulsa una avalancha de privatizaciones, acaparamiento y concentración de bienes comunes y públicos, como la tierra, el agua, los bosques, las semillas, las áreas de pastoreo y de pesca, los glaciares, entre otros. Utilizan la financierización y mercantilización de todo, los tratados de libre comercio e inversión, la corrupción de los políticos y élites gobernantes, su control de los medios de comunicación y del sistema financiero, y la concentración empresarial para lograr sus fines.

Las consecuencias de esta ofensiva del capital ponen en peligro la salud, la naturaleza, el clima, la biodiversidad, la vida rural, la Madre Tierra, y a nuestros pueblos y culturas. La destrucción del tejido social de nuestras comunidades, la migración masiva, el crecimiento desenfrenado de las periferias urbanas, la inseguridad, los agro-tóxicos, los transgénicos, la mala alimentación y la homogenización de los hábitos de consumo, el calentamiento global, la destrucción de los manglares, la acidificación del mar, el agotamiento de la pesca, son -entre muchos otros- síntomas de lo que está sucediendo.

Cualquier resistencia que oponemos los pueblos es respondida con demonización mediática, persecución y criminalización de organizaciones, líderes/esas y luchadores/as sociales, represión, asesinato, desaparición forzada, encarcelamiento ilegítimo, detención administrativa, acoso sexual y violación. Hay una modificación de leyes para permitir cada vez más criminalización y, en muchos casos, una impunidad creciente y casi total.

Preguntamos: ¿Es mejor un campo sin campesinos, sin árboles, sin biodiversidad, de monocultivo y producción confinada de animales, de agro-tóxicos y transgénicos, que produce y exporta alimentos no saludables, que genera cambio climático y mina la capacidad de las comunidades para adaptarse a ello, con contaminación, enfermedades, y migración masiva a las ciudades?¿o un campo compuesto por los territorios agroalimentarios de campesinos y campesinas, de pueblos indígenas, de agricultores familiares, pescadores artesanales y otros pueblos rurales, con vida digna, cosmovisiones y saberes diversos, árboles, biodiversidad, producción agroecológica de alimentos saludables, que enfría el planeta, que produce soberanía alimentaria y que cuida la Madre Tierra?

En este sentido, los compañeros y compañeras de Brasil nos ha enseñado su propuesta de una Reforma Agraria Popular, una reforma agraria no sólo para los campesinos sin tierra, sino para la clase trabajadora y toda la sociedad. Un concepto de reforma agraria con agroecología, con un enfoque territorial, que solo será conquistada a través de la lucha de clases y del enfrentamiento directo al proyecto del capital, a sus ganancias, a sus medios de comunicación concentrados y otros agentes nacionales e internacionales. Una reforma agraria para potenciar la agricultura, economía y territorios campesinos.

En el mismo sentido, en toda América, Asia, África, Europa y Medio Oriente, nuestras organizaciones, movimientos y convergencias están en la disputa territorial directa con el capital, con propuestas similares, basados en enfoques territoriales, en la convergencia entre nuestra diversidad, cosmovisiones, saberes populares y tradicionales, en la agroecología, pesca artesanal y pastoralismo tradicional, y en nuestros diversos modos y estrategias de vida. Las propuestas aunque similares, también son distintas según la naturaleza de nuestras diferentes realidades.

En donde está concentrada la tierra, luchamos por su redistribución, y en algunos países se habla de hacer una “revolución agraria.”En donde nuestros pueblos aún controlan sus tierras y territorios, luchamos por su defensa; en donde la tierra fue nacionalizada, y ahora es concesionada por los gobiernos a entes extranjeros, luchamos por su retorno a nuestras comunidades y derechos consuetudinarios. Los y las pescadores/as entre nosotros/as hablan de la lucha por los territorios de pesca artesanal. En Europa hemos retomado las ocupaciones de tierras y organizado luchas contra los cambios en el uso de la tierra, logrando visibilizar los problemas de acaparamiento y concentración. En Palestina luchamos contra la ocupación brutal de nuestro territorio y llamamos al boicot de los productos israelíes. Y en todos lados arde la lucha de la juventud por el acceso a la tierra y otros recursos.

Tenemos grandes victorias como la reforma agraria masiva -con recuperaciones populares de tierra- en Zimbabue, la ‘Educación del Campo’ en Brasil, las cancelaciones de concesiones mineras y para plantaciones masivas en algunos lugares de África, la permanencia de la reforma agraria cubana y su éxito agroecológico con el movimiento “de campesino a campesino,” etc.  También tenemos victorias parciales, pero alentadoras, como la promesa de una importante reforma agraria en Indonesia, para lo cual debemos movilizarnos y hacer cumplir sus promesas a nuestros gobiernos.

Nuestros Desafíos

Transformar la lucha por la tierra en la lucha por el territorio, junto con la construcción de un nuevo modelo productivo, para la soberanía alimentaria, profundizando una agroecología más “autónoma,” en base al rescate de saberes ancestrales y nuestros propios recursos e insumos locales.

Organizar la lucha por las políticas públicas, tanto a favor de la producción campesina como por la salud, la educación, la cultura y el deporte en nuestras comunidades.

Masificaremos la formación política e ideológica, mejoraremos el trabajo con nuestras bases, a fin de mejorar la organicidad interna y funcionamiento de nuestras organizaciones, fortaleciendo de manera creciente la participación y el liderazgo de mujeres y jóvenes.

Enfrentaremos la demonización mediática, y la manera como los medios masivos promueven una cultura de consumo y un vaciamiento de contenido de los sistemas “democráticos”. Trabajaremos arduamente por construir nuestros propios medios de comunicación, que dialoguen tanto con nuestras bases como con la sociedad en su conjunto.

Haremos frente de manera más efectiva a la criminalización, la represión, la militarización, y organizaremos la lucha internacional a favor de nuestros/as presos/as políticos/as. Organizaremos una jornada permanente de solidaridad, basado en el lema: “no damos lo que nos sobra, sino que compartimos lo que tenemos”.

Continuaremos con nuestra tarea de construir alianzas de clase, sin dependencias, entre campo y ciudad, y entre productores y consumidores.

Denunciamos y combatiremos a las leyes “anti-terroristas” y su aplicación contra nuestras luchas legítimas.

Confrontaremos la tendencia institucional (Banco Mundial, FAO, academia, ONGs, etc.) de vaciar de contenido a conceptos como “reforma agraria” y “agroecología,” lanzando versiones “light” como “acceso a la tierra” y “alimento orgánico industrial” del monocultivo del “agro-negocio verde,” y la “responsabilidad social de las corporaciones”.

Lucharemos para lograr mecanismos internacionales no solo “voluntarios,” sino vinculantes y sancionables.

Fortaleceremos la participación de las mujeres y jóvenes en todos los movimientos sociales. Implementaremos mecanismos para incrementar la permanencia de la juventud en el campo. Lucharemos contra el modelo patriarcal que impera bajo el sistema capitalista, y exigiremos  el pleno derecho de las mujeres campesinas e indígenas a  la tierra, agua y territorio.