¿Se debería hablar de sobrepesca?
Durante los últimos 20/30 años, la mayoría de los debates acerca de la pesca marítima han girado en torno a la sobrepesca y se ha debatido especialmente en el hemisferio norte. El Banco Mundial y la FAO destacaron en su informe Sunken Billions (Los miles de millones hundidos) de 2008 la sobreexplotación de los océanos a nivel mundial para justificar una mayor adopción de Sistemas de Gestión de Pesca dirigidos por los Estados a nivel internacional, regional y nacional, como parte de las reformas pesqueras a favor de la sostenibilidad. El Objetivo 14 de Desarrollo Sostenible de la ONU exige acabar con la sobrepesca por la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada con una gestión pesquera basada en datos científicos y pide también reducir los subsidios a la pesca. La Organización Mundial del Comercio ha ido más allá en las negociaciones pesqueras para limitar los subsidios a la pesca, con la utilización más flagrante de argumentos medioambientales para asegurar los mercados de las empresas pesqueras occidentales. Así, el concepto de Sobrepesca y la necesidad de una Reforma Pesquera constituyen un concepto dominante a nivel mundial al que deben hacer frente las comunidades pesqueras tradicionales.
El problema no recae en la pesca tradicional a pequeña escala, sino en la pesca industrial y en la mercantilización del pescado. El gran capital creó grandes cadenas de suministro y de valor de productos pesqueros en los países occidentales, que alimentaron la intensificación tecnológica y se centraron en la explotación de una sola especie como los buques atuneros palangreros, arrastreros camaroneros, etc. Los argumentos en contra de la sobrepesca se basan en gran medida en las evaluaciones de stocks de peces y en los modelos de rendimiento máximo sostenible (RMS) que históricamente han evolucionado en la gestión de los recursos hídricos y forestales[1], con una relevancia cuestionable para la pesca. El uso de RMS para restringir la actividad pesquera también se originó en EE. UU. para asegurar el control de las pesquerías en el océano Pacífico en contra de las flotas[2] japonesas durante la era posterior a la Segunda Guerra Mundial. Esto sirve para mostrar el trasfondo geopolítico histórico del discurso solapado de la sobrepesca y las reformas pesqueras.
En India la tendencia histórica de las políticas pesqueras desde los años 70 ha sido ampliar y explotar los recursos pesqueros más allá de las 12 millas náuticas (denominada pesca de altura) en la Zona Económica Exclusiva (ZEE)[3], para obtener ingresos por exportación y divisas, lo que se promovió como Desarrollo y Modernización de las Pesquerías. Se importaron barcos pesqueros, se fomentaron las empresas conjuntas de empresas indias y multinacionales en los años 70 y se concedieron licencias de pesca directas a los barcos extranjeros para faenar en la ZEE de India en los años 80, que se desregularon todavía más tras las reformas económicas neoliberales de 1991. India fue testigo de las protestas masivas de las comunidades pesqueras en contra de estas políticas encabezadas por el Foro Nacional de Pescadores (National Fishworkers Forum, NFF por sus siglas en inglés), y el gobierno tuvo que retirar la política de concesión de licencias en 1994. A partir del 2004 las políticas de India empezaron a un lenguaje sobre medioambiente explícito, invocando la necesidad de conservar los recursos pesqueros y reanudando la promoción de la tecnología de la pesquería de altura como “desarrollo sostenible”, y abogando a la vez por las reformas pesqueras. El documento del Banco Mundial del 2011 titulado Transiciones por un Desarrollo Sostenible en la Pesca Marítima India estableció un calendario claro para la implementación de las “reformas pesqueras” por fases. En la última década, el Gobierno indio ha argumentado que existe sobrepesca en los mares hasta las 12 millas náuticas, donde se producen demasiados conflictos entre pescadores y promueve las pesquerías de altura intensivas con mucho capital (más allá de las 12 millas náuticas) como una vía de escape. Ha puesto en marcha planes de pesquerías de altura que incluyen a los palangreros y a los buques de red de enmalle de fondo mecanizados y con subsidios que se centran especialmente en las especies de atún y cuyo coste supera los 140.000 $. El gobierno anima al capital privado a invertir en buques nodriza de alta mar, plantas de procesado de productos pesqueros en tierra, así como a la venta online con envíos a domicilio a través de empresas de nueva creación financiadas por capitalistas de riesgo. Se han invertido fondos públicos en infraestructuras de apoyo, como una red de puertos de pesca de altura, seafood parks, etc. en todos los estados costeros. Las iniciativas políticas basadas en la producción, que India emprendió a partir de la década de 1950 con el camarón marino como materia prima principal, se repiten con el atún en esta era de la Economía Azul. Se trata de un caso donde la historia se repite como una tragedia y una farsa.
Según la Constitución de India, la pesca está catalogada como materia estatal, que depende del gobierno provincial. En la última década, varios estados costeros han modificado sus respectivas leyes estatales de regulación de la pesca marítima. El gobierno indio también ha intentado legislar para regular la pesca marítima en la ZEE de India, la última vez con el proyecto de ley de pesca marítima de India del 2021 durante el confinamiento por la COVID. A esto se opusieron el NFF y la comunidad pesquera en general. Este ha introducido un sistema de gobernanza de registros de embarcaciones, licencias de pesca con normas estrictas y amplios poderes para los funcionarios encargados de aplicar las normas. En general, supone un ataque a las instituciones de gobernanza consuetudinarias no reconocidas, así como a la separación constitucional de poderes entre los gobiernos de la Unión y de los estados, promoviendo a la vez las instituciones de seguridad y defensa marítimas. La «reforma pesquera» en India representa la centralización y la militarización de la gobernanza pesquera, que aleja aún más el poder de la población.
En el contexto de la Economía Azul, el capital terrestre está expandiendo e intensificando cada vez más sus tentáculos sobre los recursos costeros y marinos con diferentes componentes industriales que incluyen los puertos, el transporte marítimo, las zonas económicas costeras, los hidrocarburos en alta mar, el turismo, la desalinización, las energías renovables, etc. En el marco de la gran narrativa de la Economía Azul, la pesca marítima se contempla como un sector industrializado de aguas profundas. Las consecuencias inevitables son la criminalización y la desposesión constante de los pescadores tradicionales de los bienes comunes costeros y oceánicos. El objetivo de la economía azul es, en última instancia, vaciar los mares de los pescadores de captura marina y dejar paso a estos sectores.
En conclusión, el debate sobre la sobrepesca se ha centrado en los recursos pesqueros. Considera los recursos pesqueros como meras mercancías que hay que explotar y regular a través de herramientas tecno-gerenciales dirigidas por el Estado. En cambio, la relación de las comunidades pesqueras tradicionales con la costa y el mar es de hogar y de la pesca como un medio de vida. La lucha contra el debate de la sobrepesca no se limita a reclamar una parte de los recursos pesqueros mundiales para los pescadores. Va más allá del «derecho a pescar», puesto que se trata de reclamar nuestra condición de administradores de las costas y los océanos. Los pescadores no reclaman los mares como un bien suyo, sino que pertenecen al mar. El lema del Foro Mundial de los Pueblos Pescadores, «Nosotros somos el océano», surge de este espíritu de pertenencia. Los pescadores no pueden permitir que se les arrebate esta pertenencia mediante mitologías intelectuales como la sobrepesca.
[1] Naveen Namboothri and Madhuri Ramesh. «Maximum sustainable yield: a myth and its manifold effects.» Economic and Political Weekly 53, no. 41 (2018): 58-63.
[2] Liam and Alejandro Colas.» Capitalism and the sea: the maritime factor in the making of the modern world». Verso Books, 2021.
[3] La zona económica exclusiva (ZEE) es un área donde los Estados soberanos tienen jurisdicción sobre los recursos.