Agroecología en acción

Agroecología en acción 1

Reproducción e intercambio de semillas    

Las prácticas históricas de reproducción de semillas en los predios y de intercambio con los vecinos y vecinas constituyen estrategias clave para la soberanía alimentaria y la agroecología, que hacen posible la construcción, el desarrollo y el mantenimiento de sistemas alimentarios diversificados, complejos, autónomos y más resistentes.

La reproducción de semillas permite contar con las cantidades que cada familia o predio necesita, así como plantar en el momento que consideren más apropiado, lo que posibilita integrar en el sistema productivo la dinámica familiar y las condiciones del tiempo. Además, como dice Blanca, integrante de la Red de Semillas Nativas y Criollas de Uruguay: “Cuando producís tu propia semilla, la semilla viene «garantida», porque sabes lo que estás plantando y cuál va a ser su comportamiento.” Como la semilla se ha desarrollado en los predios en un diálogo constante con los/as productores/as y el ambiente, su manejo resulta más sencillo y está mejor adaptada a las condiciones locales, lo que la vuelve más resistente y menos dependiente de insumos.  Las semillas así producidas se pueden plantar con diversos fines: se pueden utilizar para producir alimentos para la familia y la comunidad, para los animales y como abono verde.

Como dice Pablo, también integrante de la Red en el departamento de Tacuarembó, Uruguay: “El intercambio es fundamental porque si un año la pierdes sabes que el vecino o vecina la tiene. De esa forma, la comunidad nunca la pierde del todo. Por eso el trabajo en grupo y en red es fundamental.” En el caso de la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas, la existencia de 24 grupos locales ha posibilitado recuperar, reproducir e intercambiar semillas en condiciones diversas, enriqueciendo los sistemas productivos agroecológicos.

La autonomía no se construye a nivel individual, sino a nivel grupal-comunitario y en el intercambio con otros grupos y comunidades. La práctica del intercambio alimenta además las relaciones entre vecinos y vecinas y el tejido social tanto comunitario, como regional y nacional. Por eso para la Red es tan importante la organización de diversas formas de encuentro a lo largo del año: encuentros de grupos, de referentes grupales a nivel nacional, encuentros regionales; y cada dos años un encuentro nacional de todos y todas los integrantes. Estos encuentros siempre van acompañados de una fiesta o celebración donde se intercambian semillas y saberes.

Lo más importante para dar continuidad a este proceso de co-evolución con las semillas es la permanencia de la gente en el campo. Por ello es fundamental la lucha y la resistencia para que la gente pueda vivir y producir en el campo, en su territorio.

Agroecología en acción 2

Agroecología como modelo de producción

Ramrati Devi es una pequeña agricultora de Gorakhpur, Uttar Pradesh. Su marido fue agricultor, pero como muchos otros agricultores de la India, abandonó su trabajo debido a los bajos rendimientos que generaron pérdidas cosecha tras cosecha. Entonces, Ramrati decidió tomar las riendas. Se convirtió en miembro del Frente de Pequeños Agricultores y Agricultores Marginales, o Laghu Seemant Krishak Morcha, de Uttar Pradesh. Allí aprendió las prácticas de la agroecología. Con las técnicas de la agricultura ecológica ha conseguido cambiar las cosas para su familia. Unas prácticas sencillas, como realizar cultivos múltiples en su explotación de un acre, han producido grandes rendimientos y una gran variedad de alimentos. Cultiva hasta treinta y dos variedades distintas de cultivos, como trigo, mostaza, caña de azúcar, ajo, cilantro, espinacas y patatas, para el consumo diario de su familia.  Los doce miembros de su familia dependen de los alimentos de su explotación.  Ramrati es ahora un modelo a seguir y predica los beneficios de las prácticas agroecológicas.

Además de hacer hincapié en la sostenibilidad del entorno y la inclusión social mediante marcos participativos, los modelos agroecológicos han producido unos resultados económicos impresionantes en cuanto a rendimiento, productividad, nutrición y eficiencia. También contribuyen de forma considerable a la soberanía y la seguridad alimentaria. Los modelos agroecológicos están redefiniendo la relación entre agricultores, agricultura y naturaleza, donde en lugar de máquinas, las familias campesinas trabajan con alegría; en lugar de insumos externos muy costosos, sólo se utilizan insumos de la propia explotación como biopesticidas y biofertilizantes; donde el monocultivo es sustituido por la biodiversidad; y donde las agricultoras tienen un estatus igual al de sus compañeros agricultores, para quienes la siembra, el desherbado, las escardas y las cosechas son sus fortalezas.

La agroecología se está convirtiendo con rapidez en un paradigma agrícola dominante para los pequeños agricultores sin recursos de todo el mundo. Los agricultores están adoptando esta técnica no sólo para su supervivencia, sino también para resistir al modelo agrícola corporativo impulsado mediante la revolución verde, y después, mediante la revolución genética. En esta época de aumento de costes de producción, de adeudamiento y de suicidios a gran escala, los agricultores tienen que decidirse por cambiar sus prácticas agrícolas hacia un modelo holístico y ecológico.  La diversidad de los modelos agroecológicos que se están realizando en la India les ofrece esta opción en forma de Agricultura Natural, Agricultura de Presupuesto Cero, Permacultura, Agricultura Ecológica, Rishi Kheti. No obstante, la agricultura ecológica basada en la agroecología es distinta del modelo agrícola ecológico neoliberal que están fomentando las mismas corporaciones que prosperaron con las tecnologías de la revolución verde, haciendo que el agricultor sea dependiente de insumos externos no sostenibles y costosos.

Es necesario que muchos más agricultores como Ramrati Devi difundan el paradigma agroecológico para vencer a la agricultura neoliberal capitalista y centrada en la exportación, que ha puesto en peligro la supervivencia de millones de agricultores pequeños y marginales en la India y en todo el mundo.

Cuadros

Cuadro 1

Agricultura climáticamente inteligente: el principal eje impulsor de la Economía Verde[1]

Una iniciativa original de la FAO y apoyada por el Banco Mundial, la agricultura climáticamente inteligente (ACI) afirma que “alcanzar la seguridad alimentaria y responder a los retos del cambio climático son dos objetivos que deben alcanzarse juntos” y “es por eso que la agricultura, la pesca y la silvicultura en los países en vías de desarrollo deben someterse a una considerable transformación[2]”.

A nivel superficial, la ACI puede parecer una iniciativa positiva. Pero si observamos los detalles de lo que se considera como ACI, nos damos cuenta de que es, en esencia, un proyecto para cambiar de nombre la agricultura industrial, denominándola “climáticamente inteligente”. La ACI intenta borrar de forma deliberada los límites entre la soberanía alimentaria agroecológica controlada  por campesinos y la agricultura controlada por corporaciones. Por ejemplo, no reconoce que es el sistema alimentario corporativo el que crea las emisiones de dióxido de carbono, ni reconoce la necesidad urgente de separarse por completo de este sistema para orientarse hacia una agroecología basada en el campesinado para resolver la crisis climática.

La ACI pone la agricultura en manos del agronegocio, e incluso le premia por ello. Varios de los principales agronegocios como Monsanto (OGM), Yara (fertilizante) y Walmart (gigante minorista) están todos apoyando la ACI. Monsanto está afirmando que la agricultura genéticamente modificada es climáticamente inteligente porque ayuda a la agricultura de no laboreo y a la tolerancia a la sequía. Sin embargo, como ya sabemos por experiencia desde hace décadas, los OGM aumentan el uso de agrotóxicos, promueven una agricultura corporativa y, además, no ha producido ni una sola característica útil para la adaptación al cambio climático.

Asimismo, la ACI apoya a que la agricultura forme parte de los programas de compensación de carbono, que supondrá otro factor más para la expropiación de terrenos a los pequeños productores de alimentos, sobre todo en el Sur Global. Además, carga injustamente a quienes son más vulnerables a la crisis climática[3], pero que menos han contribuido a ella, con su mitigación, ampliando también el mercado del carbono y su uso para especulación financiera[4].

La ACI intenta enmascarar y ocultar la necesidad de una reforma agraria auténtica. También oculta y miente sobre el problema de la escasez de tierras y de recursos naturales.  La tierra y los recursos naturales son muy escasos únicamente para los campesinos y los pequeños agricultores a causa de los acaparamientos que llevan a cabo las corporaciones[5].  Muchos gobiernos consideran interesante la ACI y están tomando parte en sus iniciativas. Movilicémonos para detenerles.


[1] Ver el Boletín Nyéléni número 10, de junio de 2012, sobre la Economía verde.

[2] http://www.fao.org/climate-smart-agriculture/72610/en

[3] Carta abierta de la sociedad civil sobre la alianza global por la agricultura climaticamente inteligente, septiembre 2014

[4] y [5] Via Campesina (septiembre 2014) Desenmascarando la Agricultura Climáticamente Inteligente

Destacados

Destacados 1

De la identidad histórica de la agroecología y la apropiación indebida

En un mundo que pretende privatizar y patentar todo, la agroecología ha sido puesta en la tapete de la gobernanza agroalimentaria mundial, donde la ciencia, las agencias multilaterales y hasta el sector privado piden cancha para reconocer su papel en el diseño de sistemas agrarios sustentables.
En un mundo que se asoma a reconocer la importancia de los y las productores de alimentos a pequeña escala, la agroecología parece ser apropiable y enajenable de sus protagonistas históricos.

Eduardo Sevilla Guzmán[[Eduardo Sevilla Guzmán, Agroecología y agricultura ecológica: hacia una «re» construcción de la soberanía alimentaria, Revista Agroecológica, Universidad de Murcia, Volumen 1, 2006.]] dice «Una de las características de las sociedades capitalistas industriales lo constituye el papel que juega la ciencia, la institución a través de la cual se pretende el control social del cambio, anticipando el futuro con el fin de planificarlo. Los procesos de privatización, mercantilización y cientifización de los bienes ecológicos comunales (aire, tierra, agua y biodiversidad) desarrollados a lo largo de la dinámica de la modernización, han supuesto una intensificación en la artificialización de los ciclos y proceso físico-químicos y biológicos de la naturaleza para obtener alimentos».

Por esto, urge más que nunca saber como nace la agroecología para usar lentes adecuados al pensar políticas públicas. Desde el origen de la humanidad, el conocimiento ha sido esencial para la vida, por eso la agroecología se ha desarrollado desde los saberes tradicionales acumulados históricamente por los campesinos y campesinas, a los que se han ido sumando los conocimientos científicos de los últimos siglos.

Son las y los campesinos y los pueblos indígenas los que han identificado, adaptado e incorporado nuevos elementos para mejorar la producción de alimentos, manteniendo sus identidades culturales sin dañar a la naturaleza. Ésta, es la única forma de desarrollar diseños creativos de producción y circulación de alimentos. Los saberes y experiencias campesinas, acorraladas por el capitalismo en sus distintas expresiones, renacen desde sus orígenes y se refrescan, mostrando, con creatividad y legitimidad, resultados visibles y la certeza, en el contexto actual, de que es posible vivir dignamente en el campo manteniendo la identidad campesina e indígena.

La agroecología es el modelo productivo, social, económico, organizativo y político de vivir en el campo de los y las productores de alimentos a pequeña escala, que devuelve a los alimentos su papel social, en oposición al sistema capitalista que los reduce a una simple mercancía. Tiene la particularidad única de no ser un modelo homogéneo, sino que acoge todas las agro e hidro culturas locales protagonizadas por mujeres y hombres campesinos, agricultores familiares, pastores, de pueblos indígenas, pescadores artesanales y extractivistas de bosques y manglares, que defienden el territorio y la tierra, las semillas, todos los bienes de la naturaleza, la soberanía alimentaria y el buen vivir.

Pero la agroecología también implica un cambio de paradigma en las relaciones sociales, políticas, económicas y entre sociedad y naturaleza, transformando los patrones de producción y consumo para construir la soberanía alimentaria de los pueblos del campo y la ciudad. Sabemos que la agroecología es el único modelo capaz de alimentar a los pueblos del mundo, pero solo a través de sus protagonistas: las campesinas y campesinos y pueblos indigenas.

La agroecología está en el tapete y va camino a ser protagonista en muchos espacios que han olvidado a las y los verdaderos protagonistas de esta revolución agroalimentaria. Por eso, las recomendaciones de los gobiernos deben asumir y promover que serán los productores de alimentos a pequeña escala los que implementarán estos cambios políticos, económicos y agroalimentarios, transformadores de, y desde, los territorios.

Destacados 2

La agroecología como solución al cambio climático

El problema del cambio climático ya lleva mucho tiempo sonando en nuestros oídos. Abundan los estudios científicos y los debates, y el sector medioambiental aúna muchos esfuerzos cuando se debe acordar una convención. Antes y después de los eventos, se someten informes a discusión, se registran resistencias y desacuerdos, y los informes de objetivos de reducción de las emisiones comienzan a llegar a raudales. Es realmente fundamental que los países se unan a los tratados internacionales, para participar y decidir de forma cooperativa qué se puede hacer para limitar las emisiones, así como para gestionar la temperatura global y sus efectos sobre el planeta en que vivimos. Es fundamental porque, al reforzar un compromiso global, necesitamos revertir los efectos inevitables del cambio climático. Y no solo es factible, sino que resulta viable e incluso rentable económicamente.

El cambio climático es un problema complejo, que, aunque sea de naturaleza medioambiental, afecta todos los ámbitos de la existencia de los pueblos: la alimentación, el comercio, la pobreza, el desarrollo económico, el aumento de la población y la gestión de recursos. Estabilizar el clima es, un reto enorme que requiere planificación y dar pasos en las direcciones correctas. Sin embargo, las grandes preguntas radican en entender no ya solo el «cuánto», sino también el «cómo»: cómo reducir estas emisiones, cómo producir suficientes alimentos sanos, y cómo obtener energías limpias.

Las soluciones para mitigar el cambio climático vienen de todos los sectores, a través de la creación de nuevas tecnologías, energías renovables limpias, e incluso a través del cambio en las prácticas de gestión. La agroecología es una práctica que trabaja con el «cómo» de la mitigación, al mismo tiempo que con la adaptación al cambio climático. La incertidumbre sobre el aumento de las temperaturas, los patrones erráticos de precipitaciones, las sequías y la aparición de plagas y enfermedades desconocidas, exigen una forma de agricultura que sea resiliente, así como un sistema de producción de alimentos que apoye la transferencia de conocimiento local y la experimentación en explotaciones que permita aumentar la capacidad adaptativa de los agricultores. La mayoría de las actividades de mitigación del cambio climático son las bases fundamentales de las prácticas ecológicas. Los sistemas de producción ecológicos son el mejor ejemplo (y el más extendido) de una agricultura con un nivel bajo de emisiones. Los sistemas ecológicos son más resilientes que los industriales en cuanto a su capacidad para superar choques y estrés medioambientales como sequías e inundaciones.

La agricultura convencional produce un alto nivel de emisiones de dióxido de carbono, debido al uso excesivo de combustibles fósiles, y destruye la biodiversidad. En la agricultura, el reto es enfocarla hacia modelos de producción agroecológica, la cual reduce de forma drástica el uso de combustibles fósiles, presenta un enorme potencial de mitigación a través del rejuvenecimiento del suelo, la flora y la fauna, y tiene la flexibilidad y la diversidad necesarias para poder adaptarse a las condiciones cambiantes. En la práctica, la agricultura puede contribuir a enfriar el planeta de tres formas: reduciendo el uso de combustibles fósiles (minimizando o eliminando la producción de fertilizantes y pesticidas sintéticos y químicos), así como de los combustibles fósiles utilizados para transportes y maquinaria; ejerciendo un efecto positivo sobre la biodiversidad; y ralentizando la liberación de dióxido de carbono biótico.

La agroecología puede tener un impacto positivo muy significativo sobre el cambio climático, aumentando:
la resiliencia de los agroecosistemas, que permitiría una consistencia y una sostenibilidad de los rendimientos incluso, y especialmente, con el clima en proceso de cambio;
la resiliencia de los medios de vida, que ayudaría a conseguir la diversificación de las opciones de subsistencia mediante avicultura, ganadería, piscicultura, etc.
Esto también permite mantener las prácticas agrícolas alejadas de la inestabilidad y de los cambios en otros mercados, conservando los activos en la explotación, y reduciendo o eliminando la dependencia de insumos externos.

La agroecología a pequeña escala no solo es una solución efectiva a los desafíos agrícolas, sino que es también un modo de aumentar los rendimientos sin necesidad de insumos externos a la explotación. Además, genera unos insumos bajos, un bajo nivel de emisiones y permite el control local de las decisiones de producción, ofreciendo una soberanía alimentaria alternativa a los monocultivos agrícolas insostenibles. Determinadas características existentes en variedades locales o autóctonas van a cobrar cada vez más importancia, a medida que el cambio climático altera el entorno y afecta a la producción. Las semillas y los cultivos locales tienen muchas más posibilidades de sobrevivir en su entorno local frente a los cambios en las condiciones climáticas. La protección de estas semillas y cultivos, junto con los conocimientos locales asociados a ellos, es fundamental para gestionarlos y cultivarlos, y es extremadamente crucial para alimentarnos en el futuro.

Destacados 3

La agroecología como solución al cambio climático

El problema del cambio climático ya lleva mucho tiempo sonando en nuestros oídos. Abundan los estudios científicos y los debates, y el sector medioambiental aúna muchos esfuerzos cuando se debe acordar una convención. Antes y después de los eventos, se someten informes a discusión, se registran resistencias y desacuerdos, y los informes de objetivos de reducción de las emisiones comienzan a llegar a raudales. Es realmente fundamental que los países se unan a los tratados internacionales, para participar y decidir de forma cooperativa qué se puede hacer para limitar las emisiones, así como para gestionar la temperatura global y sus efectos sobre el planeta en que vivimos. Es fundamental porque, al reforzar un compromiso global, necesitamos revertir los efectos inevitables del cambio climático. Y no solo es factible, sino que resulta viable e incluso rentable económicamente.

El cambio climático es un problema complejo, que, aunque sea de naturaleza medioambiental, afecta todos los ámbitos de la existencia de los pueblos: la alimentación, el comercio, la pobreza, el desarrollo económico, el aumento de la población y la gestión de recursos. Estabilizar el clima es, un reto enorme que requiere planificación y dar pasos en las direcciones correctas. Sin embargo, las grandes preguntas radican en entender no ya solo el «cuánto», sino también el «cómo»: cómo reducir estas emisiones, cómo producir suficientes alimentos sanos, y cómo obtener energías limpias.

Las soluciones para mitigar el cambio climático vienen de todos los sectores, a través de la creación de nuevas tecnologías, energías renovables limpias, e incluso a través del cambio en las prácticas de gestión. La agroecología es una práctica que trabaja con el «cómo» de la mitigación, al mismo tiempo que con la adaptación al cambio climático. La incertidumbre sobre el aumento de las temperaturas, los patrones erráticos de precipitaciones, las sequías y la aparición de plagas y enfermedades desconocidas, exigen una forma de agricultura que sea resiliente, así como un sistema de producción de alimentos que apoye la transferencia de conocimiento local y la experimentación en explotaciones que permita aumentar la capacidad adaptativa de los agricultores. La mayoría de las actividades de mitigación del cambio climático son las bases fundamentales de las prácticas ecológicas. Los sistemas de producción ecológicos son el mejor ejemplo (y el más extendido) de una agricultura con un nivel bajo de emisiones. Los sistemas ecológicos son más resilientes que los industriales en cuanto a su capacidad para superar choques y estrés medioambientales como sequías e inundaciones.

La agricultura convencional produce un alto nivel de emisiones de dióxido de carbono, debido al uso excesivo de combustibles fósiles, y destruye la biodiversidad. En la agricultura, el reto es enfocarla hacia modelos de producción agroecológica, la cual reduce de forma drástica el uso de combustibles fósiles, presenta un enorme potencial de mitigación a través del rejuvenecimiento del suelo, la flora y la fauna, y tiene la flexibilidad y la diversidad necesarias para poder adaptarse a las condiciones cambiantes. En la práctica, la agricultura puede contribuir a enfriar el planeta de tres formas: reduciendo el uso de combustibles fósiles (minimizando o eliminando la producción de fertilizantes y pesticidas sintéticos y químicos), así como de los combustibles fósiles utilizados para transportes y maquinaria; ejerciendo un efecto positivo sobre la biodiversidad; y ralentizando la liberación de dióxido de carbono biótico.

La agroecología puede tener un impacto positivo muy significativo sobre el cambio climático, aumentando:
la resiliencia de los agroecosistemas, que permitiría una consistencia y una sostenibilidad de los rendimientos incluso, y especialmente, con el clima en proceso de cambio;
la resiliencia de los medios de vida, que ayudaría a conseguir la diversificación de las opciones de subsistencia mediante avicultura, ganadería, piscicultura, etc.
Esto también permite mantener las prácticas agrícolas alejadas de la inestabilidad y de los cambios en otros mercados, conservando los activos en la explotación, y reduciendo o eliminando la dependencia de insumos externos.

La agroecología a pequeña escala no solo es una solución efectiva a los desafíos agrícolas, sino que es también un modo de aumentar los rendimientos sin necesidad de insumos externos a la explotación. Además, genera unos insumos bajos, un bajo nivel de emisiones y permite el control local de las decisiones de producción, ofreciendo una soberanía alimentaria alternativa a los monocultivos agrícolas insostenibles. Determinadas características existentes en variedades locales o autóctonas van a cobrar cada vez más importancia, a medida que el cambio climático altera el entorno y afecta a la producción. Las semillas y los cultivos locales tienen muchas más posibilidades de sobrevivir en su entorno local frente a los cambios en las condiciones climáticas. La protección de estas semillas y cultivos, junto con los conocimientos locales asociados a ellos, es fundamental para gestionarlos y cultivarlos, y es extremadamente crucial para alimentarnos en el futuro.

Boletín núm. 20 – Editorial

Agroecología y clima

La agroecología campesina, clave para la humanidad y para el planeta

Ilustración de Erin Dunn, www.cargocollective.com/erndnn

La agroecología existe desde hace décadas y se ha escrito mucho sobre ella. Su enfoque es multidisciplinar, se basa en el conocimiento, las técnicas y los modos de vida de los campesinos y campesinas, está enraizada en su medio natural, social y cultural. Durante muchos años se ha considerado arcaica y poco adaptada al «progreso moderno». La agroecología estuvo desterrada, aunque resurge con fuerza.
Pero, ¿quién va a beneficiarse de este resurgir?

La agricultura agroecológica garantiza que el suelo, las semillas campesinas y los conocimientos de los agricultores sean apreciados y mantenidos. Es el símbolo de la diversidad de producciones y de prácticas existentes, de la diversidad de alimentos y de identidades culturales alimentarias adaptadas a cada entorno social y natural. Con todo, actualmente es acaparada por la agricultura industrial. La agricultura industrial está en las antípodas de la agroecología, ya que se basa en el beneficio, la uniformidad, la especialización, y la concentración, con todas las consecuencias mortíferas que esto implica.

La agricultura industrial necesita limpiar su imagen, para ello tratará de engañar a la gente hablando de agricultura verde y sostenible que respeta la naturaleza y a la gente , usurpando el nombre de agro-ecología[[Agroecología: agroecología campesina.
Agro-ecología: agroecología acaparada y promovida por la agricultura industria.]]. Suena bien, pero no es más que un nuevo modo de usurpar el conocimiento y de patentar lo vivo.
Así es como están hablando los gobiernos y las compañías de todo el mundo. Todos quieren subirse a este carro. Monsanto, asociado con Arvalis, ha formado a sus asesores en agro-ecología. Para ellos, agro-ecología significa presumir de recortar los insumos químicos, en volumen, que no en concentración, persistiendo en la promoción de semillas híbridas, GMO y otras plantas y animales transgénicos, del monocultivo, los cultivos hidropónicos, el acaparamiento de tierras, de agua y de recursos naturales, etc.

Aparte de estas prácticas contrarias a la agroecología, todo esto se basa en aspectos técnicos, dejando de lado su dimensión social, medioambiental y espiritual.

Por eso es tan urgente que las comunidades y organizaciones campesinas se organicen y promuevan la agroecología campesina, conectada con el planeta, y pongan en práctica las formas mútiples y diversas de agricultura familiar que se adaptan a su entorno, a los medios, la biodiversidad y el conocimiento, como garantía de una alimentación sana, nutritiva y el respeto de los sistemas agrarios y de la diversidad, al igual que el desarrollo socioeconómico de sus territorios, incluyendo una cohesión social armoniosa, el respeto de la identidad comunitaria, el apoyo a la autonomía de los campesinos como corolario de un aumento de sus rentas y de su bienestar.

En el marco de la soberanía alimentaria, la agroecología campesina que practican millones de personas y sus comunidades constituye la clave para salvaguardar a la humanidad y el planeta, no solo hoy sino en el futuro.

Grupo de trabajo por la Agroecología del CIP