Voces desde el campo
Voces desde el campo 1
Bangladesh un ejemplo de Migración Climática
Golam Sorowor, secretario de Finanzas de BAFLF
Bangladesh es un país densamente poblado, el cual es una clara víctima de la explotación global respecto a los impactos de cambio climático. Estos impactos ya incluyen la rápida expansión de salinidad en el suelo debido a la elevación de los niveles del mar, inundaciones por mareas, mareas de tormenta, incremento de temperaturas, lluvias fuertes, inundaciones repentinas, sequías, deslizamientos de tierra y erosión de ríos.
Las consecuencias del cambio climático son que agricultores y comunidades rurales están experimentando un aumento de la inseguridad de sustento, desnutrición, desempleo, pobreza, tráfico de personas, migración forzada, como también crisis respecto a la tierra, agua y alimento. Más de la mitad del área de Bangladesh está apenas 5 m sobre el nivel del mar. Una suba de 1 m en el nivel del mar sumergiría una quinta parte del país y transformaría a unos 30 millones de personas en “refugiados climáticos”.
El tema refugiados climáticos será uno problema principal en las décadas por venir en Bangladesh.
Muchas de las principales ciudades ya están bajo presión, particularmente la capital Dhaka. En 1974 la población de Dhaka era 177.000; en 2017 llegó a 1.8 millones. En 2035 será 3,5 millones (informe del Banco mundial). Dos mil personas vienen cada día de diferentes partes del país en búsqueda de trabajo y albergue.
Las 10 ciudades más peligrosas del mundo debido al cambio climático incluyen a Dhaka. Los refugiados del clima global enfrentarán fronteras cada vez más protegidas, como es el caso de la India, que está militarizando su frontera con Bangladesh por lo que hoy en día ya se reportan muertes cada mes.
La agricultura en Bangladesh es altamente dependiente de factores climáticos. Un ciclón puede destruir un volumen significativo de la cosecha de estación.
El ciclón Sidr destruyó casi el 95% de los cultivos en distritos costeros cuando se estrelló contra Bangladesh en 2007 (ABD, 2013). El ciclón Aila inundó casi 200.000 acres de tierra de agricultura con agua salada (97.000 acres en Aman están totalmente arruinados y 300.000 personas fueron desplazadas (243.000 hogares han sido completamente devastados.)
Aumento en la salinidad del suelo y temperaturas máximas llevarán a un descenso en el rendimiento del arroz.
Un cambio en la temperatura podría también reducir la producción de papas en más de un 60%,
La inundación repentina de 2017 en Haar rebajó la producción de arroz en más de 15.8 millones de toneladas.
La investigación ha mostrado un 69% de descenso en la producción de arroz en un pueblo costero en 18 años. Alrededor de 1/3 del área de Bangladesh es influenciada por mareas en la Bahía de Bengal.
Para abordar las crisis ambiental y de alimentos, el gobierno promueve agronegocios privados, mayor inversión en semillas, fertilizantes y maquinarias, adoptando semillas híbridas e imponiendo OGM en nombre de la seguridad alimentaria. Bangladesh ya ha liberado el primer cultivo OGM btBrinjal en 2014,: Una papa OGM está en camino y el gobierno anunció planes para la comercialización del primer arroz de ingeniería genética Golden Rice en 2018. Todo esto en lugar de proteger campesinos y apoyar la agricultura agroecológica de pequeña escala.
La estrategia del Banco Mundial y otros donantes internacionales para la “seguridad alimentaria” corporativa es una estrategia riesgosa para la agricultura en el contexto del cambio climático. El verdadero interés detrás de esta política es permitir a las compañías transnacionales de semillas y químicos acceder a mercados agrícolas en Bangladesh. Por lo tanto, es importante promocionar el derecho de los agricultores a las semillas y empoderar comunidades rurales para que puedan proteger sus propios sustentos.
Asegurar la soberanía alimentaria es la mejor alternativa a la política agrícola actual en Bangladesh.
Cambio Climático, Soberanía Alimentaria y Agricultura abarcan cuestiones multidimensionales de política de bienestar humano, manejo ambiental y buena gestión.
Por consiguiente, cualquier estrategia para abordar la Soberanía Alimentaria y Agricultura Sostenible integrando el cambio climático debería considerar medios de subsistencia como componente integral.
Voces desde el campo 2
La esclavitud moderna de las recolectoras de fresas
Mohammed Hakach, Fédération Nationale du Secteur Agricole, Marruecos
Han sido necesarios más de 10 años para que saliera a la luz la realidad de miles de trabajadoras agrícolas marroquíes. Una realidad marcada por el sufrimiento, el aislamiento, la explotación y los diferentes tipos de acoso. Las mujeres rurales marroquíes son explotadas «legalmente» en el marco de la inmigración llamada «circular», a través de la agencia ANAPEC y bajo la tutela del Ministerio de Trabajo, para trabajar temporalmente en las freseras del sur de España. El calvario de estas mujeres, condenadas a las fresas, comienza con la contratación y termina con las condicionesinclementes de trabajo y estancia. Para ser contratadas, la patronal agraria española exige condiciones que recuerdan al comercio de esclavos de la Isla de Gorea en Senegal. La candidata debe ser joven, madre de hijos menores de 13 años, tener las manos agrietadas, un aspecto rural y una talla adecuada para el tamaño del invernadero. En cuanto a las condiciones de trabajo, de alojamiento y de salario, tanto los relatos de las víctimas, como los reportajes delos medios de comunicación, cuentan lo mismo: se trata de esclavitud moderna. La Fédération Nationale du Secteur Agricole a través de su Organización de las Mujeres del Sector Agrícola no ha cesado de denunciar los abusos que sufren las trabajadoras agrícolas inmigrantes. La Fédération considera insostenible la situación actual, siendo los primeros responsables el Estado marroquí y el Estado español.
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Una carta de una madre
Las cartas escritas por migrantes son una fuente valiosa de información sobre su situación, viajes y el abuso que soportan. También son un aspecto importante de literatura de migración. Varias cartas de despedida se han encontrado en los bolsillos de migrantes ahogados en el Mediterráneo o de migrantes angustiados mientras en prisión. Elegimos esta carta enviada por una madre a una asociación de ayuda a migrantes luego de ser separada de su hijo en la frontera de los EEUU.
Soy Claudia. Mi historia inició cuando crucé el rio el 21 de mayo de 2018, este día me agarró migración. Yo venía con mi hijo Kevin, nos tomaron los datos y nos llevaron a la Helera y allí pasamos tres horas y luego nos trasladaron a otro lugar que le dicen a la Perrera. Ahí estuve con mi hijo, él estaba muy preocupado, me decía que no quería esta comida, y que estamos presos. Y el 23 del ese mismo mes me separaron de él con mentiras y esto me dolió mucho porque no me despedí de mi hijo. Solo le dije que me llevaban a hacer unos exámenes, pero en realidad iba a la corte criminal y supuestamente al regreso de la corte volvíamos a reunirnos con ellos y no fue así. Yo lloraba mucho, sentía que me volvía loca y que faltaba algo en mi vida, no estaba completa. Me trasladaron a Laredo, allí pase 12 días; y luego a Taylor ya tengo 24 días, me negaron mi creíble y voy a ver al juez. Pero no es justo, tanto tiempo mi hijo sigue detenido. Uno viene a este país a pedir asilo, no que lo metan preso como criminal y que te quiten a tu hijo todo este tiempo. Solo hemos hablado tres veces y la última vez me dijo que está triste y que cuando vamos a estar juntos y eso me parte el alma. Queremos justicia y que nos reúnan con nuestros hijos pronto. Somos seres humanos y hay muchas madres sufriendo.
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El Nakba Palestino; un proceso en marcha de desplazamiento y exilio.
Aghsan Albarghouti Unión de Comisiones de Trabajo en Agricultura, Palestina
Setenta largos años han pasado desde la Nakba Palestina de 1948 donde más de 700,000 palestinos fueron forzados a dejar sus tierras, granjas y hogares y buscar refugio en campamentos diseminados a través del West Bank, La Franja de Gaza y países árabes vecinos.
Hoy se cuentan por millones la población de refugiados palestinos y están dispersos en numerosas ciudades alrededor del mundo.
Pasaron 70 años y el Nakba continúa. Continúa mientras miles de palestinos son desplazados por la fuerza de sus tierras y hogares, no solamente en Palestina sino en países vecinos.
Continúa mientras refugiados palestinos en Irak y Siria han sido forzados a dejar sus hogares muchas veces a través de los años. Continúa como un reflejo de las dificultades y duras condiciones bajo las cuales los refugiados viven en el Líbano.
La Nakba continúa con la ocupación en desarrollo del West Bank y la Franja de Gaza, con la política Israelí de despojo y demolición de casas, con las guerras que Israel ha estado librando contra los Palestinos que viven en La Franja de Gaza; con los asentamientos que continúan siendo construidos en tierras Palestinas; con agresión de colonos sancionado por el Estado de ocupación y con el intento de atrincherar el control Israelí sobre la ciudad ocupada de Jerusalén y expulsar los habitantes palestinos de la ciudad.
La recientemente promulgada ley estatal de nación de Israel es otro reflejo de la continuación de la violencia original contra la población Palestina indígena. Esta ley sanciona las siempre existentes políticas de Israel de apartheid y busca deshacerse más la tierra de su población palestina original como continúa realizando el Estado Israel de ocupación.
Claramente, la continuación del Nakba contra el pueblo Palestino dentro y fuera de Palestina necesita acción colectiva y verdadera solidaridad hacia el logro de justicia que incluye el retorno de refugiados a sus hogares, y la libertad de nuestra tierra.
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Crisis y luchas como sobrevivir al muérdago
Foro de pescadores de Pakistán, miembro de WFFP
La palabra “Migrante» es una señal de tragedia, y la lucha de los migrantes por respirar puede compararse a la de un árbol que lucha por sobreponerse al muérdago (Amarbail). Ser un migrante no es un crimen, pero ellos se ven forzados a vivir peor que los reclusos en todo el mundo.
En Karachi hay un número importante de migrantes (especialmente bengalíes y birmanos) que viven cerca del mar en las proximidades de la zona industrial. La mayoría trabajan como obreros en profesiones relacionadas con la pesca. Su crisis comienza por la lucha por obtener una Tarjeta Nacional de Identidad (TNI), un requisito previo para tener acceso oficial a derechos humanos básicos, como la educación, la atención sanitaria y mejores empleos.
La escasez de oportunidades de obtención de ingresos para los pescadores migrantes hace que vivan muy por debajo del umbral de la pobreza en Pakistán. El motivo principal es no tener TNI. No se les permite optar a empleos públicos, ni salir a navegar para pescar. El único medio que les queda de ganarse el pan es trabajar como obreros en los barcos o pelando gambas en sus casas sin ninguna cobertura legal. Su situación el legal les impide obtener salarios dignos.
La única atención sanitaria a la que tienen acceso es un servicio externo en los hospitales. Sin tarjeta de identidad los hospitales no admiten a los pacientes graves ni pueden recibir sangre de los bancos de sangre. Los hijos de los migrantes se ven obligados a abandonar la escuela después de la primaria, y en pleno siglo XX son empujados al analfabetismo. Con la introducción de nuevas restricciones en la admisión a las escuelas primarias, incluso sus esperanzas de educación primaria se están desvaneciendo. Esta ley viola radicalmente las obligaciones del estado: «El estado proporcionará educación gratuita y obligatoria a todos los niños «.
Debido a la falta de educación, empleos y otras necesidades básicas, para satisfacer sus necesidades económicas sus jóvenes se involucran en el tráfico de drogas y la delincuencia callejera.
La generación actual de pescadores en Pakistán no está formada por migrantes. Están aquí por la migración de sus antepasados. Al negarse a emitir las tarjetas de identidad, la NADRA (la autoridad nacional responsable de las bases de datos y las inscripciones) parece ir en contra de la ley 1951 de ciudadanía paquistaní, que declara que «toda persona nacida en Pakistán después de la entrada en vigor de esta ley será un ciudadano de Pakistán por nacimiento».
Las comunidades bengalíes consideran que sus vecinos son acogedores y les dan apoyo para resolver problemas cotidianos. La sociedad pakistaní es muy hospitalaria, pero los poderes públicos están negando a los migrantes la posibilidad de integrarse en la sociedad.
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Trabajadores temporeros migrantes en el sur de Italia
Unione Sindicale di Base, Italia
El sindicato italiano Unione Sindicale di Base(USB) tiene como objetivo representar, defender y promover los derechos de los hombres y mujeres trabajadores/as y oponerse a la fragmentación de las luchas de los trabajadores poniendo en contacto y sindicando a los trabajadores en sur territorios.
En Italia, los trabajadores agrícolas temporeros (muchos de los cuales son migrantes procedentes de África y Oriente Medio) se enfrentan a condiciones extremas de explotación, represión y discriminación racial. Esto es instigado por un modelo industrial de producción que depende de la explotación de los trabajadores agrícolas y de los campesinos. En Italia la situación se agrava aún más por una ley de inmigración derechista que obliga a los migrantes a tener un contrato de trabajo para poder obtener un permiso de residencia temporal. Esto crea un mercado negro en el cual los trabajadores migrantes se ven obligados a aceptar condiciones de trabajo inhumanas con la esperanza de no ser deportados.
En el sur de Italia, especialmente en las regiones de Puglia, Basilicata y Calabria, los trabajadores temporeros migrantes se dedican principalmente a la recogida de cítricos, tomates y aceitunas, dependiendo de la temporada. Viven hacinados en condiciones inhumanas, hacinados en campamentos, fábricas abandonadas y cobertizos. Trabajan por dos euros por hora en condiciones extremas y están sujetos a violencia e intimidación. Una de las últimas víctimas fue un sindicalista y trabajador maliense de 29 años de edad, Soumalia Sacko, asesinado en la llanura de Gioia Tauro cerca de Reggio Calabria. Soumalia estaba buscando tejas para las chozas con dos compatriotas cuando le dispararon en la cabeza.
Este trágico acontecimiento llevó ala USB a organizar múltiples movilizaciones en varias ciudades italianas para exigir justicia y reivindicar los derechos de los trabajadores. Los medios de comunicación nacionales dieron cobertura a esta historia, que propició el inicio de conversaciones entre la USB y los Ministerios de Agricultura y de Trabajo.
Los trabajadores, al igual que los campesinos, son el último eslabón de la cadena de producción y a menudo los agricultores se ven obligados a explotar a los trabajadores porque están atrapados en el engranaje de producción.
La posición innovadora presentada por USB y la vía Campesina, apoyados por Crocevia, no toma partido ni por los campesinos ni por los trabajadores, sino que reúne a ambos grupos y los une en la lucha contra un modelo de producción que, al explotar a los campesinos y negarles unos ingresos dignos, conduce a la explotación de los trabajadores temporeros migrantes.
Soumahoro Aboubakar dice: «Reclamamos que se reconozcan y respeten los derechos de los trabajadores, hombres y mujeres, sin importar el color de la piel. En esta llanura en Calabria, como en muchos otros territorios, los hombres y mujeres trabajadores han decidido romper las cadenas de la explotación, porque creen que todos juntos podremos hacer valer nuestros derechos, y divididos no iremos a ninguna parte, especialmente en un contexto de «campaña del odio» permanente y sistemática.