Cuadro 1
Digitalización de los sistemas alimentarios: los Grandes Datos («Big Data») no nos van a alimentar
Durante su 51ª sesión, el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA), realizó recomendaciones con respecto a la recopilación de datos para la seguridad alimentaria. Desde 2021, el Mecanismo de la Sociedad Civil y los Pueblos Indígenas (CSIPM por sus siglas en inglés) insistió en que la recopilación de datos no va a resolver los problemas históricos y estructurales que están en la base del hambre y la malnutrición. El CSIPM introdujo en las negociaciones aspectos como la gobernanza de la digitalización, los conflictos de intereses (ya que los principales promotores de la «recolección de datos» son los tecno-titanes del mundo), la importancia de otros sistemas de conocimiento, los impactos medioambientales de las herramientas digitales y la necesidad de evaluar la digitalización de los sistemas alimentarios. Durante la sesión plenaria del 24 de octubre[1] Patti Naylor, miembro de la National Family Farm Coalition y co-coordinadora del Grupo de Trabajo de Datos del CSIPM, dijo:
Estas recomendaciones políticas se quedan cortas en muchos aspectos. No se abordan los peligros para la seguridad alimentaria y el medio ambiente en el futuro, ni tampoco la vigilancia y las violaciones de la privacidad o el control monopolístico de los procesos digitales que permiten el control empresarial del sistema alimentario mundial. El documento insiste en que los «datos» son la herramienta para lograr la seguridad alimentaria, mientras que ya se están recopilando enormes cantidades de datos que no impulsan las políticas necesarias. La extracción de datos se une a la explotación del trabajo humano y a la extracción de recursos naturales. A medida que la gravedad de los riesgos se hace más evidente, deben continuar estos debates en torno a los datos y las tecnologías digitales.
Cuadro 2
Financiación para el desarrollo: una perspectiva sistémica[2]
Las luchas por la soberanía alimentaria están totalmente vinculadas a las normas que rigen la economía mundial. No solo por el modo en que la especulación financiera y la inestabilidad afectan a los precios de los alimentos, los combustibles y los fertilizantes; cómo el endeudamiento insostenible y los acuerdos comerciales injustos, arraigados en la dinámica colonial, han hecho a tantos países dependientes de las importaciones de alimentos y la exportación de productos básicos; o cómo la desregulación de las finanzas mundiales ha ido expulsando a los agricultores y las comunidades rurales de sus tierras a medida que eran adquiridas por actores financieros en busca de inversiones rentables.
Aquí es donde entra en juego el proceso de Financiación para el Desarrollo (FpD) de la ONU como espacio para avanzar en los cambios sistémicos que necesitamos ver con urgencia. Ese proceso es único, ya que es el único espacio democrático en el que se aborda la gobernanza económica mundial, al tiempo que siguen siendo centrales las cuestiones del cambio climático, las desigualdades y los derechos humanos.
Las raíces históricas de la Financiación para el Desarrollo se encuentran en el descontento activo de los países del Sur por los defectos estructurales del diseño de la arquitectura financiera internacional y las desigualdades que la definen.
Está cobrando impulso la cooperación internacional para hacer frente a múltiples crisis. En los últimos meses, el proceso de Financiación para el Desarrollo de la ONU ha recobrado impulso gracias a dos importantes avances: La aprobación por consenso de una resolución presentada por el Grupo Africano para un proceso intergubernamental sobre cooperación fiscal en las Naciones Unidas, y el impulso que está cobrando la cuarta Conferencia sobre Financiación para el Desarrollo, que tendrá lugar previsiblemente en 2025.
Los problemas de la evasión fiscal y los flujos financieros ilícitos, planteados por los países en desarrollo desde el inicio del proceso de la FpD, suponen un coste anual de cientos de miles de millones de dólares en ingresos fiscales perdidos para los gobiernos de todo el mundo. Décadas de desregulación económica, recortes del impuesto de sociedades y vacaciones fiscales para atraer a inversores extranjeros han propiciado una fiebre mundial por la tierra y la concentración del poder empresarial en los sistemas alimentarios. Estos son recursos que podrían invertirse, por ejemplo, en compras públicas a productores agroecológicos, o en infraestructuras rurales resilientes al clima y descentralizadas para apoyar los sistemas alimentarios locales.
La cuarta Conferencia Internacional sobre Financiación para el Desarrollo, que se celebrará en 2025, podría ser un momento clave para la movilización mundial y la presión pública en favor de la justicia de la deuda. Apoyar las demandas de cancelación de la deuda y la reforma de la arquitectura de la deuda mundial también sería relevante para los movimientos de soberanía alimentaria, ya que muchos países atrapados en la deuda se han visto obligados a configurar sus economías en torno a exportaciones agroindustriales a gran escala destructivas, con el fin de ganar los dólares necesarios para el pago de la deuda.
En línea con el nuevo proceso Nyéléni y el próximo Foro Global Nyéléni, las estrategias para crear sistemas alimentarios justos y ecológicos sólo pueden reforzarse mediante alianzas con organizaciones de la sociedad civil y movimientos sociales que exijan una transformación sistémica de la arquitectura financiera internacional.
Cuadro 3
Proceso de Nyéléni: hacia un Foro Mundial sobre la Soberanía Alimentaria 2025
Voces de nuestros aliados
Dražen Šimleša, RIPESS Int. www.ripess.org
La Red Intercontinental para la Promoción de la Economía Social y Solidaria (RIPESS Int.) no concibe una economía social y solidaria (ESS) real y viva sin soberanía alimentaria y viceversa: nuestros destinatarios son inseparables y se apoyan mutuamente. Partimos de la posición de que hoy en día las poli-crisis están arraigadas en las reglas y el diseño del sistema económico actual. Por eso apoyamos el potencial transformador en la lucha global por un mundo mejor. El ámbito en el que es más visible este sistema económico y político obsesionado por el crecimiento y destructivo, es nuestro sector alimentario. Podemos verlo desde la posición de los pequeños agricultores y las mujeres en las zonas rurales, pasando por la situación del suelo y la biodiversidad, hasta la salud pública y la monopolización del sector alimentario. Por eso es importante trabajar en torno a la soberanía alimentaria y la agroecología en aras de una economía social y solidaria. Nuestros movimientos son para nosotros como corrientes de un mismo río, como partes de un mismo ecosistema.
En la circunscripción de la economía social y solidaria ya estamos trabajando en muchos puntos de cruce y áreas que se solapan. Nuestros miembros están activos en la promoción y puesta en marcha de sistemas alimentarios territoriales, granjas/tiendas agrícolas colectivas (pequeñas cooperativas locales), producción y procesamiento de alimentos colectivos/compartidos, compras públicas territoriales, salvaguarda de los bienes comunes (tierra, agua, semillas, etc.), solidaridad entre productor y consumidor con riesgos y beneficios compartidos, y mejora general de la salud. En estos campos, entre otros, podemos ver la conexión entre la economía social y solidaria y la soberanía alimentaria.
Nuestra aportación puede apreciarse destacando los programas, proyectos y actividades estrechamente relacionados mencionados más arriba.
Seguiremos trabajando en torno a la solidaridad en el seno de nuestras sociedades y en la necesaria transformación de la economía capitalista neoliberal que está poniendo en peligro al planeta, a los pequeños productores de alimentos, a las mujeres, a las minorías y a todos los demás grupos que no se rigen por el programa del beneficio-por-encima-de-todo. RIPESS Int. también puede proporcionar apoyo para la creación de capacidad y conocimiento con actividades educativas y formaciones sobre economía social y solidaria y soberanía alimentaria.
[1] https://www.csm4cfs.org/es/declaracion-del-grupo-de-trabajo-de-datos-del-mscpi-en-la-plenaria-cfs51/
[2] Para más información, consulte el artículo de Flora Sonkin e Iolanda Fresnillo.