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¡Resistencia frente a la apropiación corporativa de la alimentación!

La apropiación de la alimentación por parte de las corporaciones se basa en la creencia de que las empresas transnacionales son esenciales para el suministro de alimentos y de que sus intereses están alineados con el interés público. Sus defensores consideran que las corporaciones están mejor equipadas que los gobiernos y la sociedad civil para elaborar normas y políticas que den forma a nuestros sistemas alimentarios. Se trata de una peligrosa visión del mundo que permite a las empresas controlar una parte cada vez mayor de la tierra, el agua y la pesca, y casi monopolizar las semillas comerciales y el uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes químicos. No reconoce ni aborda los daños que están provocando las empresas transnacionales. Si esta apropiación corporativa llega a dominar espacios como la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios (FSS), el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS) de la ONU o la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura (FAO), socavará aún más la democracia, la autodeterminación y la soberanía de los pueblos.

La organización de la FSS persigue asegurar el control corporativo de los sistemas alimentarios en un contexto de creciente presión para tratar los fallos de los sistemas alimentarios industrializados. La FSS puede propiciar que la ONU ayude a consolidar un nuevo ecosistema de actores poderosos cuyo fin es privatizar la gobernanza en aras de un régimen alimentario corporativo-medioambiental. Estos actores son los gobiernos del Norte, en particular la Unión Europea, plataformas empresariales como el Foro Económico Mundial (FEM) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD); organizaciones filantrópicas como las fundaciones Gates, Rockefeller, Stordalen y EAT y la Alianza Global para el Futuro de la Alimentación; iniciativas de múltiples partes interesadas como la Alianza Global para la Mejora de la Nutrición (GAIN) y la Scaling Up Nutrition (SUN); ONG internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Care, así como científicos favorables a las empresas.

Nuestro boicot puso en tela de juicio la legitimidad de la FSS e impidió, por el momento, la creación de nuevas estructuras institucionales alineadas con las corporaciones. Nuestra preocupación en el futuro inmediato será resistir la apropiación del CSA -incluido el Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición- y de las agencias de la ONU con sede en Roma, especialmente la FAO. Como movimiento de soberanía alimentaria, hemos presionado para que estas instituciones se democraticen de modo que sean más sensibles a las reivindicaciones de los pequeños productores de alimentos. En los últimos 25 años, hemos conseguido victorias parciales. Sin embargo, todo esto está en peligro ahora. La coalición de múltiples partes interesadas mencionada anteriormente está presionando para que el CSA y la FAO den curso a los resultados de la Cumbre. Quieren importar del FSS los métodos de trabajo de la gobernanza de las múltiples partes interesadas, es decir, ignorar las reglas de procedimiento existentes; favorecer las coaliciones de acción ad hoc sin reglas conocidas. Estas coaliciones seguramente carecerán de transparencia, inclusión multilateral, mecanismos claros de toma de decisiones y de rendición de cuentas, y desviarán recursos de los programas públicos de las agencias de la ONU a estas iniciativas ad hoc, semiprivatizadas. Debemos rechazar este intento y seguir luchando por el fortalecimiento de nuestras instituciones comunales y públicas, desde lo local hasta lo global, para que la soberanía alimentaria pueda florecer.

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Corporaciones y sistemas alimentarios

En las últimas décadas, la presencia corporativa en los sistemas alimentarios ha crecido considerablemente en todo el mundo, gracias a la promoción y adopción agresiva de políticas económicas y financieras neoliberales por parte de las instituciones financieras internacionales (IFI) y de la mayoría de los gobiernos. Las corporaciones se han convertido en figuras sobresalientes en casi todos los campos relacionados con los sistemas alimentarios: producción, almacenamiento, procesamiento, envasado y etiquetado, distribución y venta al por menor, normas de seguridad y calidad, financiación, preferencias de los consumidores, investigación, marcos normativos, etc.

A través de fusiones y adquisiciones, unas pocas empresas transnacionales agroquímicas y agroalimentarias han formado mega-empresas y han aumentado enormemente su poder económico para determinar qué cultivan/crían los ganaderos; qué equipos, semillas y razas utilizan los agricultores; las tecnologías de producción, las instalaciones y las condiciones de trabajo; los precios de aprovisionamiento y precios al por menor; y dominan diversos aspectos de la cadena de suministro y los mercados nacionales e internacionales de alimentos. Gracias a su facilidad de acceso al capital financiero, las corporaciones pueden invertir en las tecnologías digitales más modernas y utilizarlas para obtener información sobre los precios, el comportamiento de los consumidores, la disponibilidad de tierras y agua, las propiedades genéticas, etc., y ejercer el control sobre los distintos componentes de los sistemas alimentarios.

Resulta especialmente preocupante la expansión del poder de las corporaciones en el marco de las políticas, la normativa y la gobernanza nacionales, regionales e internacionales. Las corporaciones utilizan su influencia financiera y su gran presencia en el mercado para diseñar políticas, leyes, normas, programas socioambientales, incentivos económicos y subsidios para asegurar sus operaciones, sus beneficios económicos y su poder de mercado. Los grupos de presión y los expertos de las empresas trabajan directamente con los funcionarios de los gobiernos y de los organismos multilaterales para formular acuerdos de comercio e inversión, normas de protección de la propiedad intelectual y fiscalidad, normas de seguridad alimentaria y medioambiental, y mecanismos de inmunidad frente a la responsabilidad social, medioambiental y financiera. Las corporaciones financian la investigación y la divulgación para apoyar sus intereses en los debates políticos e impulsar la aceptación popular de sus operaciones.

A través de una compleja y extensa red de consejos empresariales y plataformas y procesos de múltiples partes interesadas, las corporaciones se presentan como una fuerza necesaria y positiva para abordar el cambio climático, el hambre, la destrucción del medio ambiente, las pandemias y otras crisis, ocultando su propio papel en la creación y profundización de estas crisis. La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU está dominada por una red de este tipo dentro del Foro Económico Mundial, y legitima las asociaciones entre agencias multilaterales, empresas y ONG y grupos de reflexión internacionales, menoscabando por completo a los cientos de millones de pequeños productores de alimentos y trabajadores que alimentan a gran parte del mundo a través de sistemas alimentarios diversos y arraigados en el territorio.

La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios ofrece supuestas soluciones a los problemas urgentes a los que se enfrenta el mundo que son básicamente sistemas caros controlados por las corporaciones, y tecnologías y productos protegidos por patentes que ampliarán aún más el poder de las empresas sobre nuestros sistemas alimentarios. Desviarán los recursos financieros que tanta falta hacen para los bienes, servicios y programas públicos, y perpetuarán un sistema económico injusto y desigual en el que los derechos de las personas y las comunidades serán secundarios frente a los beneficios corporativos. Para desmantelar el poder de las corporaciones, debemos impugnar y transformar las estructuras de gobernanza que les hacen ganar terreno.