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¡Haciendo frente a la acuicultura industrial!
La producción acuícola mundial se ha triplicado desde principios de este siglo y en la actualidad se consumen más productos alimentarios marinos procedentes de piscifactorías que de pesquerías. Pero estas impresionantes cifras incluyen dos tipos distintos de acuicultura, con resultados muy diferentes para la seguridad alimentaria.
El primer tipo, a pequeña escala, suele consistir en la cría de carpas de agua dulce en el interior o la cría litoral de moluscos en semilibertad. Se trata de especies robustas que exigen poco o ningún alimento u otros insumos, y a menudo se integran con otros cultivos y animales. El rápido crecimiento de este tipo de acuicultura ha sido fundamental para la seguridad alimentaria mundial, con pocos impactos negativos.
El otro tipo es la acuicultura industrial. Se centra en variedades de gambas, salmón y otras especies de «alto valor» que exigen grandes cantidades de piensos comerciales y enormes cantidades de antibióticos, plaguicidas y otros productos químicos contra los brotes de enfermedades. Produce para la exportación y los supermercados, no para los mercados locales, y depende de una mano de obra muy explotada. Asimismo, lo controlan poderosas élites locales y empresas que poseen explotaciones en diferentes zonas geográficas y sus propios molinos de piensos y fábricas de procesado.
Estas grandes empresas destruyen más alimento del que producen. Anualmente, el 15 % de las capturas totales de peces salvajes se trituran y se utilizan como alimento para peces y camarones en granjas industriales. Las explotaciones de acuicultura industrial utilizan hasta 6 kilogramos de pescado salvaje para producir un kilogramo de salmón y 1,5 kilogramos de pescado salvaje para producir un kilogramo de camarones. Los peces salvajes se capturan principalmente en zonas de pesca tradicionales del Sur Global, donde de otro modo proporcionarían alimentos baratos y nutritivos a la población local, mientras que el salmón y el camarón de piscifactoría van destinados principalmente a consumidores pudientes del Norte. Lo que es peor, las grandes empresas construyen sus piscifactorías en zonas tradicionalmente utilizadas por los pescadores y agricultores locales, arrebatándoles las aguas y las tierras que utilizan para la pesca y la agricultura y destruyéndolas rápidamente con contaminación y enfermedades.
Las explotaciones de acuicultura industrial se multiplican y crecen en tamaño, pero también lo hacen los movimientos para detenerlas. Los pescadores y pescadoras artesanales y los trabajadores y trabajadoras de la pesca están liderando acciones en todo el mundo para evitar que las empresas destruyan sus caladeros. El año pasado hubo una reunión de comunidades en Poros, Grecia, para lanzar una campaña internacional, #FishFarmsOut, y unos meses más tarde, el Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP por sus siglas en inglés) lanzó una campaña mundial contra la acuicultura industrial en su VIII Asamblea General, declarando: «La acuicultura industrial NO es pesca; está privatizando, cercando y destruyendo nuestros territorios; desposeyendo a los pueblos pescadores de las tierras y las aguas; contaminando el agua y los ecosistemas costeros con productos químicos peligrosos; impulsando el acaparamiento de océanos y el cambio climático; y contribuyendo a la criminalización y la violencia contra los pueblos pescadores».
La lucha para poner fin a la acuicultura industrial y reconstruir la pesca local y la acuicultura a pequeña escala es fundamental para el movimiento más amplio en favor de la soberanía alimentaria, las condiciones de trabajo dignas y la justicia climática.
Para saber más, ver el informe de GRAIN La resistencia contra la acuicultura industrial
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Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores
Los Tribunales de los Pueblos surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, con los tribunales contra los crímenes de guerra en Vietnam como caso emblemático. Desde entonces, estos tribunales se han convertido en herramientas importantes para que la sociedad civil denuncie las injusticias y ejerza presión moral al margen de los sistemas jurídicos oficiales. Suelen iniciarse cuando los tribunales oficiales no protegen los derechos humanos o se niegan a actuar.
Cuando la Society for Nutrition, Education & Health Action (SNEHA) y el Foro de Delhi decidieron planificar una serie de Tribunales de los Pueblos para los pueblos pescadores de India en 2018, no preveían que otros países seguirían el mismo camino. Reconociendo la insuficiencia de los métodos tradicionales, planificaron una serie de Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores, que se iniciaron en India, Sri Lanka, Tailandia, Indonesia y Bangladesh en 2020. Desde entonces, el Movimento de Pescadores e Pescadoras Artesanais do Brasil (MPP) en Brasil (2022) y Masifundise en Sudáfrica (2024) han celebrado tribunales en sus países, y otras organizaciones están planeando procesos similares.
Como tribunales judiciales no gubernamentales, los Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores abordan cuestiones críticas, como las violaciones de los derechos humanos, los delitos medioambientales y las injusticias sociales. Son el altavoz de las voces de las comunidades oprimidas y reconocen sus conocimientos y experiencias. Aunque sus veredictos no son legalmente vinculantes, sirven como poderosos foros de justicia y construcción de la solidaridad y cuando fracasa el sistema judicial permiten a los grupos afectados anteponer la verdad al poder.
Michael Fakhri, Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, reconoció la importancia de los tribunales al escribir:
Hay dos formas diferentes de imaginar nuestros océanos, ríos y lagos. Por un lado están los que tratan a las masas de agua como oportunidades económicas, como una «economía azul», algo que se puede explotar pero que de alguna manera se equilibra con las políticas de sostenibilidad. Prevén administrar las masas de agua a través de mercados e instrumentos financieros. Pensar en estos términos impulsados por el mercado garantizará un mundo plagado de desigualdad y violencia.
Por otro lado, están los que tienen sus vidas entrelazadas con las masas de agua. Los océanos, el agua y los pueblos pescadores son esenciales para los ecosistemas acuáticos y la vida. Ellos entienden los océanos, los ríos y los lagos como elementos clave de lo que son y de su forma de vida. La plena realización de los derechos humanos de los pueblos de los océanos, el agua y los pescadores artesanales es la forma más poderosa de garantizar la buena marcha de las masas de agua del mundo.
El proceso y el veredicto de los Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores constituyen una de las expresiones más importantes de solidaridad internacional en relación con la vida acuática. Proporcionan una comprensión crucial de lo que está en juego y de lo que debe hacerse para garantizar que nuestras masas de agua sigan siendo fuente de vida.
Aunque los tribunales han aportado profundas pruebas empíricas de los incumplimientos de los Estados en la protección de los derechos humanos de los pueblos pescadores y han tejido redes de solidaridad, las comunidades pesqueras siguen sin haber logrado mejoras materiales para sus vidas. Los veredictos de los jurados contienen el potencial para hacer que los gobiernos se sienten a la mesa en un momento en el que otras estrategias políticas por sí solas parecen insuficientes.
Para saber más: TNI, Tribunales de los Pueblos de los Océanos, de las Aguas y de la Pesca, Cortando las redes del capital y tejiendo redes de solidaridad, y sitio web Tribunales de la Economía Azul en Asia (en inglés)