Justicia climática desde abajo
Durante la Cumbre del clima de las Naciones Unidas de 2015 (también conocida como COP21), se reunieron en París movimientos de todo el mundo para exigir a los gobiernos que llegasen a algún acuerdo vinculante para revertir la crisis climática que se vive a nivel mundial. Los movimientos se reunieron para exigir justicia climática puesto que, a menos que se tomen medidas serias, continuarán produciéndose fenómenos climáticos imprevisibles y extremos que seguirán amenazando la vida de cientos de millones de personas, en especial de campesinos y campesinas, pueblos indígenas, pueblos pescadores, agricultores y agricultoras de pequeña y mediana escala, mujeres y jóvenes.
Con la firma del Acuerdo de París, los gobiernos dieron la máxima prioridad a una serie de antídotos que, según ellos, reducirán las peligrosas emisiones de gases de efecto invernadero (GEF). Algunos de ellos incluso llegaban a afirmar que deseaban aumentar la resiliencia de los campesinos y campesinas frente a los efectos del calentamiento global. Estas falsas soluciones, entre las que se encuentran la geoingeniería, los mercados de carbono, la denominada agricultura «climáticamente inteligente[1]«, la reducción de las emisiones derivadas de la deforestación y la degradación de los bosques (REDD) y otros mecanismos que no hacen sino degradar aún más la vida en la Madre Tierra. El sector empresarial, respaldado por las instituciones financieras internacionales, recibió luz verde para continuar acaparando más tierras, aguas, semillas y medios de vida de los pueblos de la Tierra, a través de las lucrativas reformas de la economía verde y azul, y para continuar extrayendo y quemando combustibles fósiles como si nada pasara. No obstante, en París y en otros lugares del mundo, La Vía Campesina (LVC) ha estado trabajando con nuestros aliados para desafiar las falsas soluciones del capitalismo y promover la soberanía alimentaria como una solución fundamental y «verdadera» a las múltiples crisis generadas por el sistema alimentario corporativo.
Un año después de la COP21, y tan solo unos días después de la entrada en vigor oficial del Acuerdo de París, La Vía Campesina se reunió a las afueras de Marrakech (Marruecos) para celebrar un Seminario de formación sobre justicia climática liderado por movimientos sociales, paralelo a la COP22. Los objetivos del seminario fueron conocer la crisis climática en profundidad y alcanzar un mutuo entendimiento sobre ella, así como mejorar nuestras capacidades para construir y fortalecer soluciones al capitalismo y sus crisis. Acudieron delegados y delegadas de LVC y aliados de Zimbabue, Ghana, Palestina, Marruecos, Túnez, Guatemala, Venezuela, Brasil, Indonesia, India, Francia, Alemania, Canadá y los Estados Unidos.
Los y las participantes en la formación, manteniendo un diálogo común y partiendo de experiencias de primera mano en las luchas populares, elaboraron un marco para alcanzar la justicia climática basado en la soberanía alimentaria, denominado «Justicia climática desde abajo». Esta supone un compromiso radical con la construcción de movimientos que busquen fortalecer una sociedad fundamentalmente distinta que defienda la vida, y una economía política que esté en manos de las comunidades de base, que engloben a campesinos y campesinas, pueblos indígenas, pueblos pescadores, trabajadores y trabajadoras rurales sin tierra, trabajadores y trabajadoras del sector informal y, sobre todo, mujeres y jóvenes de estos colectivos.
En el seminario de Marrakech, los y las participantes debatieron y desarrollaron cuatro ejes de lucha, que sirvieron para orientar el compromiso con la justicia climática desde abajo:
1. Falsas soluciones a la crisis climática: Los gobiernos y las corporaciones que participan en las COP de la ONU están tomando decisiones que van contra los intereses de la Tierra y de su ciudadanía. Desde la perspectiva de los capitalistas y de quienes les apoyan, los mercados de carbono, la agricultura climáticamente inteligente y otras soluciones falsas son algo necesario, puesto que fomentan el beneficio económico empresarial. Desde la perspectiva de los pueblos, sin embargo, estos mecanismos no son soluciones en absoluto, ya que solo sirven para empeorar el calentamiento global y para continuar privatizando la Madre Tierra y la vida humana. En palabras de Dena Hoff (National Family Farm Coalition, coalición de granjas familiares de EE. UU.), «la agricultura climáticamente inteligente no es sino otro mecanismo más para que las corporaciones puedan tener mayor control sobre el sistema alimentario, subordinar las cadenas alimentarias locales y extraer riqueza de los suelos».
2. El capitalismo, una de las causas fundamentales de la crisis climática: Aunque todas las economías basadas en la extracción de carbón y otros combustibles fósiles contribuyen al cambio climático, los y las participantes del seminario acordaron que las relaciones capitalistas son la causa fundamental de las crisis económicas, sociales y ecológicas a nivel mundial. Se entiende por capitalismo un sistema de explotación y desposesión que se basa en la propiedad privada por encima de la naturaleza y de los medios de producción, que al mismo tiempo impone una jerarquía de poder laboral que impide que los trabajadores, campesinos y pueblos indígenas puedan unirse contra el capital. En esta jerarquía, los trabajadores[[Hombres desposeídos de sus recursos, trabajadores con o sin salario.]], principalmente blancos, ocupan los niveles superiores y obtienen privilegios: un salario. Las mujeres, sobre todo las indígenas y las de color, se encuentran en los niveles más bajos de esta jerarquía: en gran medida, no reciben salarios y son las más explotadas y amenazadas por el capitalismo. A medida que las crisis y el neoliberalismo se hacen más y más acusados, las generaciones más jóvenes se ven forzadas a aceptar condiciones de explotación en la parte más baja de la jerarquía. A pesar de ello, estos grupos no solamente son víctimas de la explotación, sino que también son agentes de cambio, ya que están empleando su poder dentro de sus comunidades para construir movimientos que cambien el sistema desde abajo. Isabel Soc Carrillo (Coordinadora Nacional de Viudas de Guatemala) destaca el papel central que desempeñan las mujeres indígenas y sus acciones y perspectivas dentro de los movimientos por la justicia climática: «Las mujeres que han liderado nuestras luchas han sido muy claras al definir nuestra postura, contraria a los acuerdos comerciales con el gobierno, porque no queremos que las empresas nos impongan su forma de vida. Continuaremos con nuestra lucha, y no nos detendremos hasta que el gobierno nos escuche. En Guatemala tenemos nuestra propia cosmovisión, y luchamos para que llegue el día en que se respete. La Madre Tierra no es un negocio, no es una mercancía, no se le puede poner precio… Debemos llegar a un entendimiento entre la tierra y nosotros, porque nosotros somos la tierra. Somos uno; todos somos uno con la Tierra. Quizá la Tierra pueda sobrevivir sin nosotros, pero nosotros no podemos sobrevivir sin ella».
3. Convergencia de movimientos para fortalecer la justicia global desde la base: Los delegados y delegadas del seminario sobre el clima de Marrakech acordaron que la convergencia y la construcción de alianzas eran fundamentales para alcanzar la justicia climática desde abajo. La convergencia es un proceso de formación de alianzas y de solidaridad entre los movimientos. A menudo ocurre que los grupos que luchan por la soberanía energética, los derechos humanos, la deconstrucción del patriarcado, la soberanía indígena y la soberanía alimentaria trabajan por separado, cada uno «en lo suyo». Esta separación dificulta que los movimientos puedan armonizar sus visiones y puedan desarrollar acciones conjuntas. De forma colectiva, las coaliciones de base, los movimientos sociales, los campesinos y campesinas, los agricultores y agricultoras que trabajan por la justicia climática encabezan la lucha. Al formar alianzas, estamos dando pasos concretos para reforzar nuestra lucha. Las alianzas nos ayudan a lograr éxitos y, por tanto, a llenar de esperanza los corazones de los pueblos, para continuar luchando contra el capitalismo y defender la vida en la Madre Tierra.
4. Historias de lucha por la justicia climática desde abajo: Los delegados y delegadas del seminario compartieron historias sobre el trabajo que están haciendo en sus territorios para fortalecer la justicia climática desde abajo y hacer resistencia al agronegocio «verde» y a las grandes energéticas. Por ejemplo, los delegados de Brasil hablaron de su lucha contra megaproyectos energéticos y del trabajo que están haciendo para fomentar sistemas alimentarios y energéticos controlados por la comunidad; participantes de Palestina nos contaron que están trabajando para que los agricultores y agricultoras tengan acceso a la tierra, al agua y a las semillas locales; en Túnez están defendiendo las ocupaciones de tierras por parte de campesinos que desean construir comunidades agroecológicas y autónomas; en Indonesia están defendiendo y reclamando tierras para poner en marcha proyectos agroecológicos; en India están desafiando el control corporativo de las semillas y están fomentando que los campesinos y campesinas tengan el control sobre la producción alimentaria; en Marruecos se están organizando numerosos frentes para recuperar el control democrático sobre las tierras y lograr la justicia social; y por último, en los Estados Unidos están enfrentando el racismo y el colonialismo medioambiental a través de acciones directas e iniciativas contrarias a los combustibles fósiles y a favor de la soberanía alimentaria. A través de nuestras redes, globalizamos estas soluciones locales para crear un movimiento global de movimientos, con las mujeres y los jóvenes en cabeza.
Resultados: Las perspectivas y apreciaciones de los y las participantes del seminario de Marrakech resultan especialmente útiles, ya que cada vez más personas, organizaciones y movimientos (con las mujeres y los jóvenes en cabeza) se están levantando contra las múltiples crisis del capitalismo. En un momento en que el cambio climático está dando pruebas más que suficientes de su existencia en todo el mundo, movilizarse por la justicia climática desde abajo es más urgente que nunca. A medida que nuestros movimientos se expandan y se multipliquen, mejoraremos nuestra capacidad de combatir con éxito el capitalismo y de luchar por una sociedad realmente justa que beneficie a todos los pueblos y a la Madre Tierra.
[1] Para conocer la definición del término «agricultura climáticamente inteligente», tal como aparece en este boletín, consultar aqui.