Nyeleni 2007 es sin duda el mayor encuentro de movimientos campesinos en lo que va de año. Este foro dedicado a las cuestiones campesinas relacionadas con la soberanía alimentaria, se celebró con una amplia participación de los movimientos campesinos, sociales y ciudadanos de todo el mundo. No
obstante, los países del Magreb están en una situación especial, por falta de representatividad. Es verdad que a menudo las ONGs apoyan a las reivindicaciones campesinas, pero de lo que aquí se trata es de que surja una verdadera coalición campesina en la región, a imagen de las de Africa subsahariana, de América latina y de Asia. Si bien existe una Unión de los agricultores árabes con sede en Libia, y de la que los países magrebíes son miembros, pero por falta de representatividad, no dispone mas que de un status de observador en el seno de Via Campesina. Por lo cual su influencia en las políticas agrícolas nacionales y regionales sigue por definirse. Esto muestra también la necesidad de realizar un exámen detallado de los movimientos campesinos, en las sociedades magrebíes y árabes, que tome en cuenta el contexto social, económico y político donde se desenvuelven.
La Unión de los agricultores árabes es la única organización campesina de la región presente en el Foro de Nyeleni sobre Soberanía Alimentaria. Según su secretario general, Mansour Hussein Atbika, esta organización participa regularmente en los encuentros campesinos y sociales y ambiciona convertirse
en el portavoz de las organizaciones campesinas del Magreb et del Mundo árabe. Según M. Atbika, la Unión comparte las reivindicaciones planteadas por el foro, no obstante, su acción se concentra en un trabajo de información, de sensibilización, de intercambio de experiencias y de formación. Por lo que, no parece nada fácil integrar las dimensiones políticas de las luchas campesinas en la región; esto es aún más cierto cuando se trata de políticas nacionales y regionales de orientación y desarrollo agrícolas.
El enfoque de Jõao Pedro Stedile
Jõao Pedro Stedile es el principal líder del Movimiento de los trabajadores Sin Tierra (MST). Este movimiento campesino tiene una historia particular, y tuvo un auge considerable un año después de su creación en 1985. MST es unmovimiento social, popular y político, que tiene como principal actividad la reivindicación y la ocupación de tierras improductivas, para mejorar las condiciones de vida de los excluidos. 22 años después de su creación, el MST está presente en 23 de los 26 Estados del Brasil. Según el Sr. Stedile, la sociedad brasileña es de las más desiguales. Esta situación es aun mas cruenta en el mundo campesino donde el 1% de los propietarios concentran la inmensa mayoría de las tierras agrícolas. Hoy en día se estima que más de 100,000 familias (o sea aproximadamente 500,000 personas) participan en el movimiento de ocupación de tierras.
«Al principio hicimos que se encontraran las organizaciones campesinas a nivel local. Pudimos así analizar los problemas a los que se enfrentaban unas y otras, y empezar a reflexionar sobre acciones concretas. En el Magreb y en el mundo árabe, las organizaciones campesinas tienen mucha dificultad para existir independientemente de los Estados, de los que dependen
directamente o indirectamente para su financiación. A menudo, las
organizaciones que defienden las causas campesinas, acaban siendo conscientemente o a pesar suyo, los vectores de las autoridades políticas en el poder». Esta situación dificulta la construcción de un movimiento ciudadano más allá de los cambios políticos, y tiene como resultado una gran disparidad entre los movimientos campesinos de la región.
Aun así, existen iniciativas, tales como la creación en enero del 2006 de la red *Magreb Bioseguridad*, una plataforma de organizaciones de la sociedad civil de la región, que lleva una acción de vigilancia ciudadana, de información y de sensibilización sobre las cuestiones de Bioseguridad.
«Existe en la región intentos de acercamiento de los diferentes movimientos campesinos, como es el caso de la Unión de agricultores árabes. Pero es difícil conducir una iniciativa ciudadana, independiente de los poderes y de las consideraciones políticas, para hacer que se encuentren organizaciones campesinas. Para nosotros (MST), es difícil llegar a las organizaciones campesinas de la región, para intercambiar con ellas semillas, técnicas agrícolas y experiencias de lucha».
En una región donde las producciones agrícolas son similares, uno se pregunta si las leyes de la competencia no estarían obstaculizando la formacion de las coaliciones. Para el líder del MST, la respuesta es clara: «No es un problema para los campesinos, sino un problema para los gobiernos.
Los campesinos primero se preocupan por producir los alimentos que necesita la población, y su producción la destinan al mercado local. La idea que la producción agrícola ha de servir para el mercado internacional está difundida por las multinacionales del agrobusiness, para poder controlarla justamente. Aquí está justamente la relación con la soberanía alimentaria, puesto que los campesinos tienen la ilusión de que deben producir para el mercado mundial, cuando han de producir para el mercado nacional local». Esa cultura de la globalización y de la estandardización, provoca la deriva de los Estados de la región hacia la economía de mercado, y se traduce por la expansión del sector privado y la privatización de numerosos sectores antes a cargo del Estado.
«El mercado internacional existe por y para los excedentes de producción, y está controlado por las grandes multinacionales, los grandes grupos y los grandes propietarios. En esta relación de poder, estos últimos están favorecidos en detrimento de la economía local, de los pequeños productores y de los campesinos». Esta situación distorsiona la visión del mercado y de los intercambios que tienen los agricultores. Stedile cita el ejemplo de
Libia que importa pollo para carne del Brasil, cuando los campesinos libios podrían perfectamente producirlos localmente. Así es que el mercado local existe, pero no puede ser valorado por culpa de la relación de fuerza desigual en el mercado internacional, y del dictado de las subvenciones agrícolas de los países ricos.
Para actuar, primero hay que identificar los problemas locales, y es
justamente allí que interviene «el arte político» de juntar a la gente en torno a una causa común. «Aquí se trata de juntar a los campesinos en torno a las problemáticas fundamentales para su supervivencia, como el acceso a la tierra y al agua, y la conservación de las semillas». Luego hay que identificar las causas y «los responsables» para poder luchar en contra. Y por fin hay que encontrar las buenas respuestas, porque «el pueblo no va a apoyar métodos de lucha que no den resultados y que no resuelvan nada.»
*Traducción Cathy Arnaud e Ivonne Dos Santos*