Voces desde el campo

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Los campesinos y campesinas de Sri Lanka contra los plaguicidas

Chintaka Rajapakse, MONLAR (Movement for Land and Agricultural Reform), Sri Lanka

En las últimas décadas, el uso de productos agroquímicos ha tenido consecuencias desastrosas. El uso generalizado de estos productos químicos ha contaminado el suelo y el agua, lo que ha conducido directamente al aumento de cánceres y enfermedades renales. Esto no sólo ha afectado negativamente a la salud pública, sino que el uso excesivo de agroquímicos también ha socavado la soberanía alimentaria, ha desbaratado el equilibrio ecológico y ha provocado la extinción de muchas especies animales y vegetales. El hecho de que casi todos los insumos agrícolas utilizados por los agricultores de Sri Lanka sean importados ha permitido a ciertas empresas crear oligopolios.

En este contexto, nosotros, como Movimiento por la Reforma Agraria y de la Tierra (MONLAR) hemos apoyado la decisión del gobierno de prohibir, con efecto inmediato, la importación de todos los productos agroquímicos. El Ministerio de Agricultura declaró que iba a convertir la empresa estatal Ceylon Fertiliser Company Ltd. en una institución para la producción, suministro y distribución de fertilizantes ecológicos en asociación con las autoridades gubernamentales locales. Se trata de un paso adelante que vemos con buenos ojos. Ahora debemos asegurarnos de que también se aplique en la práctica.

El gobierno anterior también había decidido promover la agricultura ecológica en 2016. Por desgracia esa iniciativa fracasó por completo en 2018, y la Agencia de Gestión Estratégica de Empresas (SEMA), encargada de implantar el programa, también cerró. Debemos aprender de la experiencia internacional y asegurarnos de que la nueva iniciativa se aplique con éxito. Hay agricultores que también están preocupados por las implicaciones a corto plazo de esta decisión. El gobierno debe reconocer sus inquietudes y asegurarse de que sus preocupaciones se abordan inmediatamente, y establecer una hoja de ruta clara para la aplicación de esta política.

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Movilización para el acceso a alimentos sanos

Miriam Nobre, Sempreviva Organização Feminista, Marcha Mundial de las Mujeres, Brasil

En Brasil, la pandemia de la Covid-19 ha hecho más evidentes no sólo las desigualdades sociales, sino también las actividades económicas esenciales para el mantenimiento de la vida, tales como la alimentación. La agricultura familiar se ha visto muy perjudicada por la suspensión de los mercados y las contrataciones públicas ya afectadas por el mal gobierno de Bolsonaro. Las redes de comercialización directa, especialmente con grupos de consumo responsable, se han impuesto como alternativa. Gracias a esta alianza, las agricultoras y quilombolas de Vale do Ribeira, en el estado de São Paulo, tienen más integrantes y más áreas de cultivo, y han afirmado la defensa de sus territorios y formas de vida frente a las amenazas de las empresas mineras, las presas y los monocultivos con uso intensivo de pesticidas. Al mismo tiempo, los grupos y colectivos aliados de la región metropolitana de São Paulo también han crecido y aumentado su presencia en las periferias, y han garantizado a los indígenas guaraníes, a los estudiantes privados de la alimentación escolar, a los trabajadores y a las madres solteras el acceso a comida de calidad.

Estas iniciativas se oponen a la financiarización de la alimentación escolar. El ayuntamiento de São Paulo, por ejemplo, al no haber clases presenciales, interrumpió la alimentación escolar y las compras a los agricultores, y facilitó una tarjeta de alimentación por un valor de 10 a 20 euros mensuales por niño. Junto con el aumento del precio de los alimentos y del gas para cocinar, esta solución es buena para la administración de la tarjeta Alelo y para los supermercados.

Los colectivos que se organizan en torno a formas múltiples y descentralizadas de donación, venta y producción en huertos agroecológicos de la periferia (re)crean una cultura alimentaria en el marco de relaciones respetuosas entre las personas, y entre estas y la naturaleza. Cada vez somos más y más diversas. El movimiento negro lleva mucho tiempo protestando contra las humillaciones y los asesinatos del pueblo negro y de la periferia por parte de cadenas de supermercados como Carrefour. Ahora se unen a este movimiento para que tengamos acceso a una comida de calidad por nosotras mismas. Recuperamos nuestra salud y los sabores perdidos, y liberamos los territorios, en la ciudad también, de las empresas alimentarias transnacionales.

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Los hombres y mujeres de África se hacen oír frente a la hegemonía corporativa sobre las semillas y los sistemas alimentarios: ¡derechos para los agricultores ya!

Sabrina Masinjila, African Centre of Biodiversity (ACB)

Como parte del movimiento global que se opone a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, el evento en línea Semilla es poder: Reivindicando la Soberanía Africana sobre las Semillas, reunió a la sociedad civil junto a los movimientos campesinos para expresar su rechazo a las leyes actuales de la protección de la propiedad intelectual. Estas leyes sirven como instrumentos que continúan afianzando la agricultura industrial mientras se expanden los intereses corporativos a costa de los derechos de los campesinos y campesinas, como por ejemplo a través de los sistemas de semillas gestionados por los campesinos, que se encuentran cada vez más marginalizados e incluso son criminalizados. Esto está vinculado con sistemas que refuerzan el endeudamiento, la desigualdad, la exclusión social y las crisis ecológicas.

En lugar de adoptar leyes de protección de las semillas y variedades vegetales basados en la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) de 1991, los gobiernos deberían establecer medidas jurídicamente vinculantes y discretas que reconozcan y apoyen los derechos de los campesinos y campesinas de guardar, intercambiar y vender semillas, sin restricción alguna por los imperativos comerciales de las empresas transnacionales. La clave para esto es la autonomía – un prerrequisito y componente esencial del ejercicio de los derechos por parte de las familias y comunidades de los productores de alimentos.

Para ello, es imperativo instalar protecciones que sean jurídicamente vinculantes y ejecutables en contra de las patentes, de las leyes de protección de las variedades vegetales, de las leyes de semillas comerciales y de la información secuencial digital, ya que todas estas erosionan el ejercicio de los derechos de los campesinos. Pero sobre todo, la concepción de estas leyes debe estar anclada en una visión más amplia de la soberanía alimentaria que incluya los derechos de los residentes de las zonas urbanas y rurales a adquirir alimentos nutritivos y culturalmente apropiados, especialmente para los grupos más desfavorecidos, y en especial para las mujeres, que son las mayores guardianas de las semillas y de la vida, pero que muchas veces viven en circunstancias precarias bajo el yugo del patriarcado y de la subordinación económica. Estos contextos dejan claro que la semilla es mucho más que el simple hecho de plantar, es una relación social de cuidado y solidaridad, que también son ingredientes esenciales para una acción progresista de mayor envergadura. Por ello, los sistemas draconianos de semillas son también un ataque directo a la comunidad y a nuestra capacidad de trabajar juntos en solidaridad en aras de un futuro mejor.

Para afrontar el reto de nuestras crisis ecológica y social, no sólo deben defenderse los derechos de los campesinos, sino que también deben ser profundizados y ampliados activamente, como un principio organizador central de nuestros sistemas alimentarios.

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Los campesinos y campesinas en India protestan en contra de las leyes agrarias

Chukki Nanjudaswamy, Karnataka Rajya Raitha Sangha (KRRS), India

Estamos siendo testigos de los avances de las colaboraciones público-privadas en los espacios políticos en todo el mundo. Un ejemplo reciente es la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, que surge de una alianza estratégica entre el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas. La Cumbre representa la captura hostil de la gobernanza mundial por parte de los intereses corporativos. Sin embargo, estas tendencias también ocurren a nivel nacional. En medio de la pandemia del 2020, el gobierno de India adoptó precipitadamente tres leyes relacionadas con la agricultura, imponiendo su mayoría en el parlamento y con escasa consulta a los campesinos y campesinas, para apaciguar a las empresas. Aparentando que se trataba de una reforma, estas leyes se traducirán en un sistema agrario basado en el mercado libre y orientado a la exportación en India, similar a los de Europa y los Estados Unidos.

Estas leyes agrarias marginalizarán a los pequeños productores y destruirán su autonomía en decidir qué alimentos cultivan, cuándo y cómo. Los sistemas de contratación pública en India necesitan una reforma, pero no una que los deje bajo el control del sistema de libre mercado. Los alimentos son esenciales para todas las personas.

La privatización de la agricultura ha arruinado la autonomía de los productores y consumidores en el mundo entero, convirtiendo el alimento en objeto de especulación y llevando a la pérdida de la biodiversidad y de la nutrición. También ha tenido impactos graves sobre la naturaleza, debido al uso modificado de la tierra, a los sistemas industriales de almacenamiento y transformación, y al transporte industrial que despacha alimentos a cada esquina del planeta.

Los campesinos en India son ahora más conscientes de los peligros que antes, ya que han visto cómo han desaparecido los pequeños productores de Estados Unidos, Europa y Canadá para ser sustituidos por grandes explotaciones industriales. En India, millones dependen de la agricultura, los bosques y la pesca. Por eso ha habido protestas enfurecidas durante más de un año en todo el país. Nuestras exigencias son claras: deroguen las leyes agrícolas, realicen consultas públicas e incorporen las reformas que los pequeños productores requieren urgentemente.