Boletín núm. 6 – Editorial

Mujeres y soberanía alimentaria

Ilustración, Anna Loveday-Brown

¿Cuál es la estrategia necesaria para cambiar la situación de las mujeres en todo el mundo?
Algunas feministas piensan que se tiene que reconocer lo que es propio de las mujeres y que es invisibilizado y/o considerado inferior por una sociedad machista y patriarcal. Otras dicen que hay que luchar por la redistribución de la riqueza entre mujeres y hombres, superando las bases de su desigualdad, que resulta de una división sexual del trabajo y del poder. Pero muchas ya se han dado cuenta de que este es un falso dilema; para seguir adelante es necesario articular acciones aparentemente contradictorias de reconocimiento y al mismo tiempo de redistribución. El principio de la Soberanía Alimentaria cada vez más reconoce la contribución de las mujeres en la producción de alimentos, desde la agricultura hasta la elaboración de comidas para su familia, o en las cantinas escolares y otros locales comunitarios. Contempla asimismo la necesidad de redistribución de tierras y condiciones de producción de manera igualitaria entre mujeres y hombres. Es necesario dar un paso adelante en el reconocimiento de la necesidad de redistribuir el trabajo realizado por las mujeres en el cuidado de toda la familia – incluso en la preparación de los alimentos – entre todos los que conviven. En todo el mundo, sea en el campo o en la ciudad, las mujeres y las niñas realizan jornadas de trabajo más extensas que los hombres, cuando se toma en cuenta la suma de las horas dedicadas por ellas al trabajo remunerado y a las tareas domésticas. Ellas son las primeras en levantarse y las últimas en acostarse. Tener Soberanía Alimentaria implica cambiar no sólo el modelo de producción de alimentos, sino también el de consumo. Eso implica tener tiempo para preparar, comer, compartir y también tener tiempo para sí mismas. Este cambio no puede tener como base el aumento del trabajo de las mujeres. Para tener más tiempo, no necesitamos ni fast-food, ni enlatados, necesitamos sí de políticas públicas de apoyo a la reproducción, como alimentación en las escuelas y restaurantes populares, y… ¡compartir el trabajo entre todas y todos!

Miriam Nobre, Coordinadora del Secretariado Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres