Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

La lucha continua

Luciana Ghiotto,  ATTAC Argentina

En América Latina hay vigentes numerosos tratados de libre comercio desde hace más de veinte años. También se desarrolló una vasta experiencia de lucha contra la liberalización, construyendo proyectos alternativos de integración. Quizás el punto más fuerte de lucha fue la Campaña Continental contra el ALCA, que en Argentina fue una consulta popular contra el ALCA en 2003, y la Cumbre de los Pueblos en Mar del Plata en 2005, que puso fin al ALCA.

Frenar el ALCA no significó el fin de la liberalización. De otras formas, con otros nombres, hemos visto la ampliación de los privilegios corporativos. Varias potencias avanzan en la agenda regional del libre comercio: muy evidente fue el Tratado Trans Pacífico (TPP), reuniendo a doce países de la cuenca.

La Unión Europea, China y países del sudeste asiático como Corea del Sur están a la conquista de los recursos naturales de las Américas. Existen campañas para denunciar estas negociaciones, promovidas a espaldas de los pueblos. En Argentina, la asamblea “Argentina mejor sin Tratados de Libre Comercio”, que coordina movimientos  sociales, sindicales, políticos, ambientalistas, trabajamos en este sentido.

Nuestra experiencia contra el ALCA fue esencial y hoy renovamos esa lucha para frenar la agenda corporativa y privilegiar los derechos humanos y ambientales.

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Solidaridad entre los movimientos

Lucile Falgueyrac de la Red de Seattle a Bruselas (S2B), Francia

Durante los últimos cuatro años en Europa hemos construido un movimiento real en contra de los tratados de libre comercio transatlánticos. Lejos de limitarse a un par de ONGs, con esta lucha se han acercado los movimientos sociales, los sindicatos, los y las campesinas y activistas tanto locales como internacionales de todos los horizontes y sectores. Desde Bulgaria hasta Finlandia, las campañas en contra de los tratados entre la Unión Europea y Estados Unidos y entre la Unión Europea y Canadá enfatizan la solidaridad entre movimientos que suelen estar lejos del alcance el uno del otro.

La elección de Donald Trump como líder de los Estados Unidos y sus primeras medidas a favor del racismo, la discriminación, los ataques que sucumben los derechos de las mujeres y el replanteamiento de ciertos acuerdos libres de intercambio son un auge para aquellas personas que desean desacreditar a nuestros movimientos.

La ratificación del Acuerdo Económico y Comercial Global (mas conocido por sus siglas en ingles CETA) esta siendo actualmente presentado por los y las partidarias del acuerdo como un acto político en contra de Trump, lo que también indica que Europa y Canadá se encuentran ahora en la cabecera de un mundo abierto y libre, dos baluartes en contra de la locura del nuevo presidente estadunidense.

Pero es solo una trampa. Los tratados de intercambio de comercio libres (TLC) traen consigo inequidades incrementadas, productivismo, extractivismo, crean nuevos derechos para las multinacionales y hacen que las soluciones a las crisis sociales y climáticas se vuelvan ilegales. Estos acuerdos no son un antídoto a la extrema derecha, sino que crean todas las condiciones para que esta prospere.

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El TPP está muerto: El terreno de la lucha se ha desplazado

Eric Holt-Giménez, Food First, Estados Unidos

Donald Trump acabó con el Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP), que ya estaba moribundo, gracias a la oposición incesante de los movimientos populares. El abordaje bilateral preferido por la administración de Trump no es novedad alguna.

Después de haber ganado control sobre casi toda la economía en el planeta, el proteccionismo – bajo las nuevas condiciones implantadas por las corporaciones – va a ser mucho mas importante para los monopolios que controlan nuestros sistemas de energía y de alimentos que el comercio libre desenfrenado. Con esta movida, Trump tan solo sella el primer acuerdo en una tendencia que luego fortalecerá el poder de las empresas.

Nos debe preocupar que el populismo de derecha que tiene profundas raíces retóricas, fundadas en la supremacía de la raza blanca y la xenofobia, haya capturado el estandarte de la anti-globalización. Este no es nuestro aliado. Como tampoco lo son los “progresistas” neoliberales que tumbaron el mundo bajo el hueco del conejo del comercio libre.

La presidencia de Trump reflecta una crisis en el modelo político del capitalismo, lo que significa un cambio a venir en las estrategias de las empresas por destituir y acumular. En lo que incumbe a los movimientos populares, el terreno de la lucha se muda de lo global a lo local de nuevas e importantes maneras. Este nuevo movimiento se esta desenvolviendo. Ahora mas que antes es imperativo exaltar los principios de la soberanía alimentaria: la justicia social, la solidaridad, el pluralismo, y el derecho a determinar nuestros propios sistemas alimentarios.

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Nuestra lucha como un modelo económico alternativo

Guy Marius Sagna, Coordinador de la Coalición Nacional ‘No al AAE’, Senegal

Los Tratados entre la Unión Europea y África, el Caribe y el Pacifico (AAE) hacen que la población Senegalense tema lo peor, ya que las grandes capitales europeas arrasarán con nuestras iniciativas de agricultura a pequeña escala y con los pequeños negocios. Estos acuerdos reforzarán la división internacional del trabajo que lleva a nuestros países ‘sub-desarrollados’ a mantenerse como consumidores de bienes que vienen de otros países, que en este sistema neo-colonial juegan el papel como productores.

Es una pena que en Senegal la lucha en contra de los AAE se haya vuelto tan complicada. Anteriormente, algunas personas líderes de negocios encabezaron la lucha, pero ahora, por temor a las represalias, ninguna levanta su voz. Sin embargo, todavía existen activistas, miembros de la política y sindicatos que organizan la movilización en contra de AAE. Y a pesar del contexto tan difícil en el que trabajan, hemos notado que muchas personas quieren mantenerse informadas al respecto. Un gran número de intelectuales y figuras políticas han firmado las peticiones en contra de estos acuerdos, cosa que ha conllevado a que mas ciudadanos y ciudadanas, tanto en pueblos como en ciudades, pidan que se organicen conferencias sobre los AAE para tener un mejor entendimiento de ellos y así poder organizarse en contra. A través de nuestra lucha ponemos en marcha un modelo económico alternativo basado en la interdependencia y la solidaridad, opuesto a los AAE y a sus valores de mercado libre de competencia.

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Un estado lucha en contra de los TLC

Sridhar R, Director de Programas en Thanal, India

Los campesinos y campesinas en Kerala, un estado en India, encaran otro ataque a causa de un pacto de comercio, esta vez del PECR, que es una asociación regional augurando bienestar para las presiones que mas interesan, pero que también se conoce como una ‘sentencia de muerte’ para el campesinado local.

El tratado de comercio entre India y la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático por sus siglas en ingles) fue sometido a ellos por el gobierno de India, por lo cual los y las campesinas – e incluso el gobierno estatal – protestaron en contra de este en el 2009. Las organizaciones de campesinos y campesinas y de la sociedad civil advirtieron sobre la caída del acuerdo. Las barreras tarifarias de los principales productos agrícolas de Kerala, como lo son el te, el café, el aceite comestible, la pimienta, el caucho, la copra, el coco, la fibra de coco, el anacardo, el cardamomo, y el aceite de coco fueron removidas o reducidas, poniendo en peligro la supervivencia de la gran mayoría del campesinado local.

La gente respondió en protesta de la decisión del gobierno central con una enorme cadena humana a lo largo del estado. El gobierno estatal de Kerala apoyó esto, lo que lo convirtió en un conflicto federación-estado. Cientos de miles de personas se unieron para tomar sus manos en lo que tal vez sea la cadena humana de protesta mas grande de los tiempos. Pero el gobierno central, junto con el Doctor Manmohan Singh, un fuerte promovedor de los pactos mundiales de comercio y del liberalismo como primer ministro, nos mintió: prometiendo que el tratado no seria firmado sin antes considerar las partes interesadas de Kerala, el alentó a una delegación que venia del estado, pero después fue simplemente a firmar el acuerdo. Campesinos y campesinas de otros estados (incluyendo Karnataka, Tamil Nadu y otros estados del noreste) también sufrieron el impacto del tratado India-ASEAN, pero poco se ha hecho para compensar sus pérdidas. De igual forma, ningún estudio se hizo antes de firmar el tratado de libre comercio para predecir sus impactos o mitigar sus efectos posteriores.

Aprendiendo de esta lección, los y las campesinas de Kerala y los grupos de la sociedad civil ahora lideran una lucha individual en contra del recientemente propuesto Partenariado Económico Comprehensivo Regional (PECR). Reaccionando a este problema, el gobierno estatal ha escrito dos veces al gobierno central para exigir una discusión transparente que incluya a todas las partes interesadas antes de proceder con las negociaciones del PECR, señalando los posibles impactos del mismo.

Nos oponemos al PECR y a otros TLC firmados directamente con varias naciones de la ASEAN. India se encuentra en un período miserable, y ningún gobierno con cualquier sentido de responsabilidad a su población campesina masiva llevaría una nación a otro acuerdo con beneficios negativos como lo es el PECR.

Los y las campesinas en Kerala han protestado, pero muchas de ellas en otros estados también sufren o mueren en medio de la crisis. Se le pide a los gobiernos estatales para que aborden las deudas y suicidios de los agricultores a través de la renuncia del cobro de los préstamos. Pero esta no puede ser la salida al problema. Es hora que los gobiernos asuman que protegiendo a sus campesinos y campesinas de las presiones del mercado y del comercio global es una tarea fundamental y no debe comprometerse en aras de las crecientes demandas de comercio.

Cuadros

Cuadro 1

Chile VS Tratado Trans Pacífico

Cuando Trump anunció la retirada estadounidense del TPP, mucha gente pensó que el acuerdo terminaría. Pero la gente en Chile lucha contra el TPP, con la seguridad de que alguna versión prevalecerá. Estos puntos son parte de una síntesis de riesgos con que la CLOC-Vía Campesina y GRAIN informan a la población[1].

1. El TPP es un acuerdo siempre cambiante, que otorga más margen de maniobra a las corporaciones mientras cierra los canales para que la gente alcance la justicia.

2. La soberanía nacional se volverá ambigua; los países perderán libertad para legislar, desarrollar políticas o planear fuera del TPP.

3. Los países se someten a tribunales privados paralelos mediante mecanismos de solución de disputas (ISDS) que imponen compensaciones si las corporaciones no obtienen las ganancias que suponen, debido a acciones gubernamentales.

4. El TPP promueve “cadenas de abastecimiento transnacionales” vinculando agricultores con grandes corporaciones para producir según estándares agrícolas industriales con bajos sueldos, condiciones deplorables y sin seguridad ni salud. Se imponen pagos demorados, bajos precios y normas productivas estrictas. Los países se comprometen incluso a armonizar sus leyes laborales, lo que daña los derechos de los trabajadores.

5. El TPP promueve propiedad intelectual (DPI) restrictiva y expansiva sobre medicamentos en beneficio de las farmacéuticas. Pueden privatizarse plantas, materiales vegetativos  y la vida misma. Usar, guardar e intercambiar libremente semillas sería criminalizado incluso con cárcel. Aun fotocopiar para uso propio es penalizado si la corporación se queja. Los sistemas de saberes locales y tradicionales terminarán en algún esquema de DPI, erosionando las relaciones comunitarias y su cultura.

6. El TPP prohíbe cualquier protección estatal a las empresas nacionales si afecta las ganancias corporativas.

7. Hay tendencia a privatizar muchas funciones del gobierno.

8. El TPP mandata aceptar cultivos transgénicos, eliminando barreras al comercio de los mismos.

Estas advertencias son parte de la campaña educativa para enfrentar en Chile al TPP.

Cuadro 2

Atar productores a las corporaciones

Un proyecto importante del Foro Económico Mundial es Nueva Visión en Agricultura (apodado Grow o VIDA en Latinoamérica) encabezado por 17 agronegocios alimentarios. Pretende establecer lazos entre los productores agrícolas de Asia, África, y Latinoamérica con corporaciones que lucrarán de este vínculo. Esta nueva visión la promueven mediante las herramientas de varios tratados de libre comercio (FTA) que promueven la lógica de “asociaciones público-privadas± y “soluciones de mercado”. Gigantes como Pepsico, Nestlé y Monsanto, y gobiernos implicados, prometen “aumentos en la producción alimentaria, sustentabilidad ambiental y oportunidades económicas globales”.

Esta iniciativa incrementará el control corporativo sobre mercados y cadenas de abastecimiento. Aunque argumentan promover seguridad alimentaria y beneficiar a los pequeños productores, Grow/VIDA expande la producción de un puñado de mercancías de exportación que benefician a unas cuantas corporaciones.

Grow/VIDA fue lanzado en 2009 implicando compañías agrícolas, alimentarias y de comercialización que promueven sus intereses comunes en “foros políticos clave”. El núcleo del proyecto es armar cadenas de abastecimiento de mercancías de exportación integradas verticalmente a mercados particulares, privilegiando una agricultura por contrato.

Esto crea dependencia de los agricultores a las corporaciones. Profundiza la segregación de los campesinos locales que producen sus propios alimentos con sus medios y sus semillas, y argumenta beneficiar a la gente atada a agricultura por contrato (con “alta tecnología” e insumos químicos), mientras los obliga a aceptar pagos demorados y los precios bajos que pagan los gigantes minoristas.

El esquema funciona en doce países africanos, cinco asiáticos y cuatro latinoamericanos que expanden el modelo de enormes monocultivos mecanizados, invernaderos con cultivos híbridos o transgénicos, y exigencias sinfín para quienes estén atados a las corporaciones, estándares estrictos y trabajadores que laboran en las peores condiciones posibles.

Cuadro 3

Luchando en contra del PECR

El Partenariado Económico Comprehensivo Regional (abreviado PECR) es un mega-acuerdo regional de comercio e inversión negociado por los países miembros de la ASEAN[2] y seis países asiáticos del Pacifico con los que el ASEAN tiene TLC bilaterales: Australia, China, India, Japón, Nueva Zelanda y Corea del Sur.

Ellos armonizan las reglas de comercio entre ellos para formar un régimen común. Mas aún, existe un alto riesgo que esto traiga una agenda corporativa fuerte de los estados que firmaron el TPP con India, China y el sureste de Asia. El espacio político para que los gobiernos actúen estaría perdido. Las demandas críticas de los movimientos sociales en la región por el mejoramiento de los servicios públicos, una reforma agraria genuina, la protección de los y las productoras y vendedores de alimentos a escala pequeña y la revisión de los actuales tratados bilaterales de inversión pueden volverse imposible.

Desde el 2014, los grupos de la sociedad civil obtuvieron textos de negociación filtrados que fueron analizados. En el 2015, una gran reunión de activistas de los movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil se llevó a cabo en Kuala Lumpur dando paso para la organización de acciones coordinadas. Hoy organizamos días regionales de acción, comunicados colectivos, talleres, páginas web y trabajo de cabildeo para poner presión sobre los gobiernos. Las principales preocupaciones son: el acceso a medicamentos, la privatización de semillas, el acaparamiento de tierras, el impacto sobre los y las campesinas, los servicios públicos, la presión sobre los salarios y el incrementado control corporativo impuesto a través de los mecanismos de la solución de controversias entre inversores y Estados (SCIE). El llamado común es detener el PECR y no obtener otro mejor!

Con el futuro del Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica (TPP) puesto en duda, PECR puede cambiar de dirección y ganar fuerza. Debemos continuar trabajando para ponerle fin.


[1] Ver www.grain.org (Qué es el TPP y por qué es tan importante impedir que se apruebe).

[2] La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático.

Destacados

Destacados 1

Quién impulsa los TLC

Los tratados de libre comercio (TLC) son acuerdos de dos o más gobiernos fuera de la organización Mundial de Comercio (OMC). Muchas élites políticas y económicas en países como EUA, o de la UE, Japón y Australia fueron más allá de la OMC alegando que no fijaba reglas globales que beneficiaran a sus corporaciones y sus objetivos geopolíticos, y que las negociaciones eran lentas. Desde iniciado el siglo, estas élites buscan acuerdos más aguerridos y vinculantes a nivel regional o bilateral. Que los países se comprometan a niveles más integrales de libertad corporativa mediante estos acuerdos paulatinos que uniforman el mercado global para que se le permita someter con más rango de acción.

No sorprende que estos acuerdos los redacten en secreto: los parlamentos solamente fijan los objetivos amplios y al público se le niegan los textos de negociación. Los cabilderos profesionales son consultados todo el proceso: que obtengan lo que quieran. Las corporaciones transnacionales y las coaliciones industriales son los grandes protagonistas en la formulación de los textos. En las etapas iniciales entre EUA y la UE para la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (ATCI o TTIP), las corporaciones como Cargill o Cocacola eran los interesados que le decían a los negociadores qué esperaban del acuerdo[1].

Los TLC cubren una vasto rango de asuntos —de derechos de propiedad intelectual (DPI), telecomunicaciones, energía  a sanidad alimentaria— diciendo exactamente qué pueden hacer o  no los países en vastas áreas que abren a la inversión extranjera. Los gobiernos signatarios son forzados a reformar sus leyes, con compromisos  vinculantes para no dar marcha atrás. Mediante tales acuerdos, las compañías pueden vigilar la redacción de políticas y regulaciones que puedan afectar a sus países asociados.

Los movimientos sociales luchan contra nuevos TLC:

–CETA entre Canadá y la Unión Europea (aprobado por el Parlamento Europeo el 15 de febrero de 2017)

–TTIP entre EUA y la UE

–TPP entre EUS, Japón y otros 10 países (EUA se retiro pero no significa que el acuerdo esté muerto).

–AERI (RCEP) entre ASEAN, China, India, Japón, Australia, Corea y Nueva Zelanda

-TISA de servicios, entre EUA, la UE, Japón y 20 países

-EPA impuesto por la UE en África

– Acuerdos bilaterales impulsados por la UE con India, Vietnam, México, Japón, Mercosur, Chile.

Además de su poder regulatorio, todos estos tratados brindan a las corporaciones acceso a recursos naturales, mano de obra y nuevos mercados.

Aunque algunos acuerdos estén en duda desde que los nuevos gobiernos de derecha en Reino Unido o EUS prometieron reemplazarlos por nuevos acuerdos, esto no significa que desaparecerán. Se transformarán o asumirán nuevas membresías o se alentarán. Sería un error pensar que nuevos acuerdos comerciales o de inversión beneficien a campesinos, consumidores, compañías pequeñas o al ambiente. Nada cambia en la agenda de promover al uno % superior de los grandes negocios, incluidas las agroindustrias.

Destacados 2

ISDS, ¿qué hay en juego?

Uno de los elementos más dañinos de los tratados de libre comercio e inversión es el Arbitraje de Disputas Inversionistas-Estado (ADIE), mejor conocido como ISDS. Este mecanismo surge de tiempos coloniales, cuando los imperios poderosos querían proteger sus compañías para extraer minerales o cultivos comerciales, para lo cual crearon textos legales que evolucionaron a los tratados de inversión actuales, buscando proteger a los inversionistas de la discriminación y expropiación por parte de Estados extranjeros.

Los tratados confieren a las transnacionales (TNCs) derechos especiales para someter a los gobiernos extranjeros a un arbitraje vinculante toda vez que se sientan maltratadas. Las TNCs pueden «demandar» gobiernos cuando adopten políticas como la ley anti-tabaco o regulaciones para disminuir la polución que restringirán sus inversiones y beneficios. A compañías locales no se les confieren estos derechos: la mera amenaza de una demanda puede conducir a cambios en políticas.

Las disputas internacionales de inversión se llevan a paneles especiales de arbitraje: el Banco Mundial en Washington DC o cortes de arbitraje como La Haya. Esto les permite evadir los juzgados nacionales, invocando posibles sentencias sesgadas. Los procesos los llevan abogados privados, por lo común en secreto, y sin derecho de apelación.
Durante los últimos 15 años, las disputas ISDS se han acrecentado. En casi todos los casos, las demandas de los inversionistas son plena o parcialmente satisfechas. Los gobiernos han pagado compensaciones millonarias, o multimillonarias, en dólares: dinero de los contribuyentes que podría usarse en beneficios públicos. Es tan grande la amenaza que algunos gobiernos congelan su aceptación de los tratados mientras repiensan estrategias.

Los ISDS afectan la soberanía alimentaria de muchas formas. Le brindan a las compañías gran apalancamiento legal para derribar políticas locales que apoyen a los campesinos, los mercados locales o el ambiente. Iniciativas que combatan el cambio climático en el sector alimentario —como promover circuitos cortos al subsidiar o preferir a productores locales— pueden ser impugnados por las TNCs si sienten que les afectarán.

Canadá frenó a una empresa estadounidense de abrir una mina en Nueva Escocia por el gran daño potencial a los pescadores. La compañía demandó a Canadá en un tribunal ISDS y le ganó 100 millones de dólares de los contribuyentes.

México pagó 90 millones a Cargill por un impuesto a bebidas con alta fructuosa de maíz —edulzante vinculado a la obesidad. El impuesto ayudaría a proteger a la industria cañera nacional, que mueve cientos de miles de empleos, del flujo del jarabe subsidiado.

Los ISDS otorgan a los inversionistas extranjeros más derechos que a los locales en beneficio de sus intereses agrícolas o pesqueros. Los tratados comerciales aseguran generalmente que los inversionistas tengan acceso semejante a tierras agrícolas o sitios de pesca que los locales («trato de nacionales»). Los ISDS otorgan a estas corporaciones instrumentos extra para garantizarse derechos que las compañías nacionales, ni los campesinos o pescadores, tienen. Algunos inversionistas nacionales establecen empresas fuera para luego invertir en casa y gozar de estas protecciones extraordinarias.

La clave para fortalecer la soberanía alimentaria en el contexto comercial nacional o regional, es que los Estados den preferencia a los productores locales y nacionales mediante subsidios y adquisiciones. Esto está generalmente prohibido por los compromisos de libre comercio (aunque lo ejerzan ampliamente los grandes actores estadounidenses y europeos). Los ISDS otorgan a corporaciones extranjeras instrumentos para garantizar que la competencia con los naciones se apoye en estas políticas y no amenace sus intereses.

[1] Corporate Europe Observatory, “TTIP: a corporate lobbying paradise”, 14 julio de 2015.

Boletín núm. 29 – Editorial

TLC y agricultura

Ilustración: Anthony Freda | www.AnthonyFreda.com

Crece la desconfianza y la movilización contra los tratados de libre comercio (TLC.) Éstos afectan la soberanía alimentaria:

– Erosionan las políticas públicas que apoyan mercados locales.
– Quitan o disminuyen aranceles en bienes importados, lastimando a los productores locales pequeños que no pueden competir con importaciones corporativas subsidiadas.
– Armonizan estándares en sanidad alimentaria, plaguicidas, OGM y bienestar animal, beneficiando a las corporaciones con sus bajos criterios en aras de sus márgenes de ganancia.
– Modifican leyes de patentes, para privatizar plantas y animales; criminalizan la custodia y el intercambio de semillas, dañan los sistemas agroalimentarios locales.
– Privilegian a inversionistas extranjeros que obtienen mayor acceso a agua y tierras, con derechos que los defienden mediante antidemocráticos mecanismos de solución de disputa Estado-inversionistas.

Los TLC son más que comercio. Son acuerdos integrales que impiden librarnos de las reformas estructurales, fortaleciendo corporaciones, finanzas y gobiernos; promoviendo sus objetivos globales.

Existe una relación directa entre TLC, cambio climático, devastación ambiental, y el atropello a los derechos de pueblos originarios, jornaleros y campesinos. La elección de Trump y el Brexit reflejan parcialmente la ira pública por el «libre comercio», pero impulsan un nacionalismo racista, excluyente y fragmentario. Debemos luchar por un cambio sistémico real defendiendo nuestros territorios y diciendo NO a los TLC y al capitalismo global y a la política racista.

Ningún TLC puede ser popular. Debemos erradicarlos. No reformarlos.

bilaterals.org y GRAIN