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Alerta roja: ¡Las «SbN” y la «nature tech” (tecnología de la naturaleza) son trampas tecnológicas!
La idea de «soluciones basadas en la naturaleza» (SbN) suena positiva e inocua, pero en realidad no es ni lo uno ni lo otro. Se trata de un término muy ambiguo que se utiliza cada vez más para maquillar de verde la especulación empresarial mediante ámbitos políticos que supuestamente abordan las crisis mundiales del clima, la biodiversidad y la alimentación.
Debido a esta ambigüedad, las soluciones basadas en la naturaleza se están utilizando para promover una variedad ingente de propuestas, desde plantaciones y conservación de humedales hasta ingeniería genética de plantas y microbios del suelo.[1] Están a la orden del día los enfoques técnicos y basados en el mercado, así como el énfasis en «mejorar» la naturaleza (incluso excluyendo a los pueblos de sus tierras).
En 2022, las soluciones basadas en la naturaleza se incorporaron a una serie de acuerdos intergubernamentales, entre ellos catorce resoluciones de la quinta Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente; el Plan de Aplicación de Sharm el-Sheikh de la COP 27 de la CMNUCC; el Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica del Convenio de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica; y una resolución de la COP 14 de la Convención de Ramsar sobre los Humedales.[2] Todo ello ha ido acompañado de un aluvión de propuestas empresariales de NBS:
«El número de “compromisos SbN” empresariales se ha disparado. Pero básicamente, no hay suficiente naturaleza para todos. De modo que las empresas están impulsando medios tecnológicos para «mejorar» la naturaleza, como los proyectos de bioenergía con captura y almacenamiento de carbono (BECCS por sus siglas en inglés) y otras tecnologías de geoingeniería.» [3]
El Foro Económico Mundial (FEM) también está consolidando insidiosamente el enfoque de soluciones tecnológicas como algo fundamental para las NBS, argumentando que «las soluciones basadas en la naturaleza pueden transformarse a través de la tecnología de la naturaleza en soluciones ampliables, transparentes y fiables».[4] Aquí el FEM está hilando una narrativa cuidadosamente redactada sobre la «tecnología de la naturaleza», que suena positiva, para promover las soluciones tecnológicas como el único camino a seguir. Esto no sólo es falso, sino que es una peligrosa distracción de las soluciones reales.
El término inglés «technofix» se entiende popularmente como una solución técnica a un problema urgente. Sin embargo, no suele ser más que un «parche» que aborda los síntomas pero no las causas profundas de un problema (porque los promotores del technofix se quedarían sin negocio).
Las soluciones tecnológicas también pueden aumentar el riesgo de impactos negativos. Por ejemplo, se han propuesto tecnologías de gestión de la radiación solar (SRM por sus siglas en inglés) para reflejar la luz solar hacia el espacio.[5] Esto podría tener repercusiones incalculables en los patrones climáticos y la producción de alimentos, pero una vez puesto en marcha podría ser difícil de detener, debido al riesgo de «frente de choque de terminación» con una rápida aceleración del cambio climático que dificultaría enormemente la adaptación,[6] incluso para los productores de alimentos.
Es alarmante que el programa de soluciones tecnológicas esté ganando terreno tan rápidamente, dada la gravedad de sus posibles consecuencias. Esto puede ser porque se considera al desarrollo tecnológico como políticamente neutral y siempre progresista -aunque no sea así[7] – y en parte porque se confía imprudentemente en que los actores empresariales van a proporcionar tecnologías para el bien público. Estos desequilibrios de poder rara vez se revelan o se contrarrestan.
Los miembros de la sociedad civil debemos cuestionar y desacreditar colectivamente el uso de soluciones tecnológicas en todos los foros políticos.
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El sistema mundial de comercio e inversión: formalizar el robo y la destrucción
El sistema mundial de comercio e inversión se basa en una historia de extractivismo y explotación de la naturaleza, la mano de obra y la riqueza por parte de empresas procedentes en gran medida del Norte, aunque cada vez más también del Sur. Con raíces en la era colonial, este sistema es una poderosa fuerza política y económica que amenaza la soberanía alimentaria de los pueblos, subvierte el multilateralismo democrático y pone en peligro el planeta. La creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 1995 marcó un antes y un después en la arquitectura del comercio mundial, y muchos gobiernos la elogiaron por establecer un sistema de comercio multilateral basado en normas. Sin embargo, las normas de la OMC han favorecido los intereses económicos de los países ricos, y el acceso al mercado se situó con firmeza en el centro de todas las negociaciones. Sus numerosos acuerdos sobre agricultura (AoA), derechos de propiedad intelectual (Acuerdo sobre los ADPIC), industria (negociaciones sobre el acceso a los mercados para los productos no agrícolas – NAMA), normas sanitarias y de seguridad (Medidas Sanitarias y Fitosanitarias – MSF), servicios (Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios – AGCS), inversión, contratación pública, facilitación del comercio, pesca, comercio electrónico y servicios medioambientales, están diseñados para garantizar el control de las empresas sobre los bienes y servicios necesarios para la vida cotidiana mediante la liberalización progresiva del comercio.
En las dos últimas décadas, ha acompañado a la OMC un nuevo género de Acuerdos de Libre Comercio (ALC) y asociaciones económicas que pueden ser bilaterales, plurilaterales, regionales y transregionales, por ejemplo, el acuerdo de Asociación Económica Integral Regional (RCEP por sus siglas en inglés), el Acuerdo Amplio y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP por sus siglas en inglés) y, más recientemente, el Marco Económico del Indo-Pacífico para la Prosperidad (IPEF por sus siglas en inglés). Estos acuerdos son más ambiciosos que la OMC en la medida en que permiten a las empresas extranjeras operar en los mercados nacionales, protegen la propiedad intelectual, a los inversores y modelan la normativa nacional. Las disposiciones ADPIC plus de los ALC permiten a las empresas farmacéuticas ser propietarias de los datos sobre la seguridad y la eficacia de los medicamentos, ampliar de facto los periodos de sus patentes y crear monopolios farmacéuticos, y retrasar considerablemente la producción y comercialización de medicamentos genéricos. También exigen a los países participantes que se adhieran y sigan las normas de la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV), que favorecen a las empresas agroalimentarias y biotecnológicas.
Una de las disposiciones más peligrosas de estos acuerdos es la protección de los derechos de los inversores a través de los mecanismos de solución de diferencias entre inversores y Estados (ISDS, por sus siglas en inglés), mediante los cuales los inversores pueden demandar a los gobiernos por las políticas públicas, las leyes y las normativas que limitan sus operaciones y beneficios, incluida, por ejemplo, la legislación fiscal, laboral, medioambiental y contra la contaminación. Los arbitrajes ISDS suponen enormes costes para los contribuyentes en concepto de honorarios de abogados, comparecencias ante los tribunales y pagos por daños, y disuaden a los gobiernos de regular en defensa del interés público.
La OMC y los TLC son facetas de la globalización impulsada por las empresas, y ponen las oportunidades de lucro de las empresas por delante de los derechos y capacidades de los pequeños productores de alimentos, los trabajadores, los pueblos indígenas y las personas. Sustituyen a los convenios multilaterales sobre derechos humanos, medio ambiente y biodiversidad, y distorsionan los conceptos de sostenibilidad, inclusión y rendición de cuentas. Los fallos estructurales de este modelo y su régimen de gobernanza son evidentes en las crisis alimentarias, financieras y de salud pública recurrentes, el colapso de las cadenas de suministro, la desposesión de los pequeños productores de alimentos y la aceleración del cambio climático. Las negociaciones se caracterizan por las asimetrías de poder entre los países, los acuerdos opacos entre bastidores y la coacción disfrazada de consenso. Hay que desmantelar este sistema e integrar la gobernanza del comercio y la inversión en los principios de soberanía alimentaria, derechos de los pueblos, dignidad, solidaridad y respeto por la naturaleza.
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La hidra de las mil cabezas: Cómo las empresas privatizan la toma de decisiones internacional
El poder empresarial, la industrialización de la agricultura, la ganadería, la pesca y la acuicultura, y la concentración del mercado en los sistemas alimentarios, siguen aumentando. Para mantener y aumentar el poder empresarialha sido fundamentalla usurpación de puestos en la mesa de toma de decisiones de diversas instituciones públicas internacionales. ¿Cómo aumentan las empresas su influencia en los organismos de la ONU responsables de cuestiones importantes relacionadas con la soberanía alimentaria?
– El 70% del presupuesto de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) procede de contribuciones voluntarias, incluidas las de organizaciones filantrópicas y empresariales. La FAO no revela cuánto dinero recibe del sector empresarial.
– La FAO ha intensificado su colaboración con el sector empresarial en su marco estratégico para 2022-2031. Además de con Crop-Life International, ha firmado acuerdos con la Asociación Internacional de Fertilizantes, Google y Unilever, entre otros. Fuente.
– Coca-Cola fue uno de los patrocinadores de la COP 28 sobre el clima celebrada en Sharm El Sheikh (Egipto). El director ejecutivo de Abu Dhabi National Oil Company (ADNOC), es el responsable de supervisar la última ronda de negociaciones mundiales sobre el clima como presidente de la COP28, organizada por los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Fuente: aquí y aquí.
– Crop-Life International participa en grupos de expertos técnicos del Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB). Asociaciones empresariales como el Consejo Empresarial Mundial de Desarrollo Sostenible y el Foro Económico Mundial, que agrupan a las principales empresas agroalimentarias, han establecido coaliciones para promover soluciones sostenibles que protegen los intereses de las empresas pero no hacen nada por el medio ambiente. Entre los ejemplos están los mecanismos de compensación (como «Sin pérdida neta», «Ganancia neta», «Naturaleza positiva» y «Soluciones basadas en la naturaleza»), la autoinformación, la autorregulación y la autocertificación. Fuente.
Otra forma de aumentar la influencia empresarial en las instituciones de la ONU es cambiar la forma de elaborar las políticas. En lugar de basarse en procesos intergubernamentales de negociación con reglas del juego claras, están proliferando iniciativas multilaterales de múltiples formas y con resultados políticos informales y una fuerte presencia de redes favorables a las empresas.
La Cumbre sobre Sistemas Alimentarios de 2021, convocada por el Secretario General de la ONU, ha sido la mayor de estas iniciativas hasta la fecha. A pesar de no contar con un plan de acción acordado por los gobiernos, se creó una estructura paralela a las instituciones existentes, (como el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de la ONU): el Centro de Coordinación de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, con sede en la FAO y liderado conjuntamente por: el Secretario General Adjunto de la ONU; los directores de las agencias con sede en Roma (la FAO, el Programa Mundial de Alimentos, PMA y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola, FIDA); la OMS; el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
Este centro tiene asignado más del doble del presupuesto del CSA, mientras que este último sigue con dificultades de financiación. Los gobiernos nacionales no forman parte de la estructura de gobierno de este Centro. En otras palabras, quien decide de facto qué políticas promover es una burocracia de la ONU favorable a las empresas.
El Foro Mundial de la Alimentación(WFF por sus siglas en inglés) de la FAOes un evento de envergadura cuyo fin es poner en contacto a inversores y países. Se organiza en torno a tres pilares principales: el Foro Mundial de la Juventud, el Foro de la Ciencia y la Innovación y el Foro de Inversión Mano de la Mano. Proporciona una gran plataforma para que los agentes empresariales promuevan sus soluciones empresariales. (Véase el recuadro de lecturas complementarias).
Democratizar la toma de decisiones en torno a los sistemas alimentarios es la esencia del movimiento por la soberanía alimentaria. Debemos contrarrestar la apropiación empresarial de las Naciones Unidas. Partiendo de nuestra visión sobre la soberanía alimentaria y popular y los derechos humanos, debemos seguir desarrollando nuestras propuestas y estrategias para una gobernanza alimentaria mundial inclusiva y la democratización de las Naciones Unidas en un sentido más amplio.
[1] https://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/files/geoingenieria_en_las_negociaciones_sobre_el_clima.pdf
[2] https://research-and-innovation.ec.europa.eu/research-area/environment/nature-based-solutions_en
[3] Cita de la declaración colectiva ¡No a las soluciones los despojos basados en la naturaleza!
[4] https://www.weforum.org/agenda/2022/12/nature-based-solutions-are-essential-for-tackling-the-climate-and-biodiversity-crises/
[5] https://es.geoengineeringmonitor.org/cat/radiacion-solar/
[6] https://www.geoengineeringmonitor.org/2022/03/high-risk-geoengineering-technologies-wont-reverse-climate-breakdown/
[7] https://etcgroup.org/es/content/la-politica-de-la-tecnologia
[8] https://www.csm4cfs.org/es/declaracion-del-grupo-de-trabajo-de-datos-del-mscpi-en-la-plenaria-cfs51/
[9] https://focusweb.org/press-release-indo-pacific-economic-framework-ipef-under-scrutiny-civil-society-raise-alarms-on-its-potential-consequences/