Cuadros

Cuadro 1

Multiparticipación: la nueva arma corporativa

El modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas es un modelo evolutivo de gobernanza que reúne a diversos actores que tienen un «interés» potencial en un asunto, con el fin de que lleguen a un acuerdo o solución formulada en colaboración. Por ejemplo, las partes interesadas en un proyecto de mina de carbón podrían incluir a las comunidades afectadas por el proyecto, los funcionarios del gobierno responsables de las autorizaciones, las empresas inversoras, los financiadores del proyecto, las ONG medioambientales, etc. Una premisa totalmente errónea en este caso es que todas las partes interesadas son iguales en cuanto a derechos, obligaciones, responsabilidades, poder y capacidades. Pero a pesar de que los derechos que los pueblos afectados tienen a sus tierras superan con creces los derechos de los inversores externos a adquirirlas, su capacidad para evitar el acaparamiento de tierras se ve a menudo socavada por el poder financiero/político de los inversores. A nivel mundial, la multiparticipación se contradice con el multilateralismo, en el que los gobiernos (titulares de obligaciones) toman decisiones sobre cuestiones globales en nombre de sus ciudadanos (titulares de derechos) que se traducen en obligaciones y compromisos que los Estados y las organizaciones internacionales deben cumplir. Esto incluye la regulación de las actividades empresariales y la exigencia de responsabilidades a las corporaciones cuando causan daños.

El auge de la multiparticipación coincide con la generalización del neoliberalismo a partir de los años 80, el aumento de la implicación de las corporaciones en diversos sectores a través de asociaciones público-privadas, la erosión de la legitimidad del sistema multilateral, la reducción de la financiación del desarrollo a nivel nacional e internacional y el auge de la filantropía de empresa, en la que los inversores empresariales financian objetivos sociales-ambientales. En los últimos 20 años, el modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas se ha extendido a los enfoques para tratar la industria extractiva, la agricultura industrial, el cambio climático, la gobernanza de la tierra y el medio ambiente, la alimentación y la nutrición, Internet y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y se ha impulsado a través de la Iniciativa Mundial de Reforma (Global Redesign Initiative) y otras plataformas del Foro Económico Mundial (FEM).

La multiparticipación desdibuja las diferencias entre el interés público y el beneficio privado, y entre los derechos humanos y los intereses de las corporaciones. Permite a las corporaciones dominar la toma de decisiones sobre cuestiones críticas de desarrollo y evadir la responsabilidad jurídico-material de sus operaciones. Representa una amenaza directa para la democracia participativa y la gobernanza justa basada en los derechos humanos.

Cuadro 2

El fraude de lo natural

Impulsar los alimentos positivos para la naturaleza» es una de las vertientes de acción de la Cumbre UNFSS y el término positivo para la naturaleza se ha convertido casi en sinónimo de las «soluciones basadas en la naturaleza» para la producción de alimentos que promueve la FAO entre otros. Los análisis de las propuestas que se están haciendo en la Cumbre UNFSS, la FAO y otros espacios muestran que la expresión «nature positive» es el último concepto que se está utilizando para cooptar y socavar la agroecología. Promueve firmemente como solución la intensificación sostenible, en lugar de una transformación real, y da prioridad al rendimiento y la estabilidad, pero no aborda las dimensiones sociales, culturales y políticas de las transiciones hacia la sostenibilidad, incluyendo las dinámicas de poder y la gobernanza. Según esta métrica, los sistemas de producción más intensivos que producen menos emisiones de carbono en términos de rendimiento por unidad, se consideran mejores que los sistemas diversos y de bajos insumos. Nature positive reformula varias soluciones falsas, como la agricultura de conservación, la optimización de los nutrientes y la mejora de la gestión de las plantaciones, sin abordar los propulsores empresariales del modelo industrial ni sus impactos sociales y medioambientales.

Un aspecto aún más peligroso del enfoque nature positive en la Cumbre UNFSS es su vinculación con el impulso de las «soluciones basadas en la naturaleza» para el cambio climático, en las que la agricultura y las técnicas de intensificación sostenible pueden ser introducidas en los esquemas de compensación de carbono y de mercados de carbono por parte de sectores empresariales altamente contaminantes como el de los combustibles fósiles y el agronegocio. Las técnicas de intensificación sostenible se prestan bien a los sistemas de compensación de emisiones, ya que pueden centrarse en prácticas únicas diseñadas principalmente para generar créditos de carbono. El marco nature positive amenaza con cooptar y corromper soluciones genuinas como la agroecología y la gestión forestal comunitaria, al agruparlas con prácticas dudosas y destructivas y vincularlas a esquemas opacos basados en el mercado. «Las soluciones basadas en la naturaleza» para el cambio climático ya están siendo cooptadas por las corporaciones de combustibles fósiles y el agronegocio. Ellos afirman que están invirtiendo en la intensificación sostenible como una solución basada en la naturaleza, mientras que amplían su acaparamiento masivo de tierras y no reducen las emisiones reales de carbono.

Cuadro 3

Por otro modelo alimentario sin trucos ni chisteras

El diseño de los sistemas alimentarios se ha convertido en pocos años en un espacio en el que los atributos premiados son la gran escala, la globalidad, el emprendimiento, el monocultivo, la innovación, la tecnología… Atributos significados desde una perspectiva capitalista, que miran solamente hacia un modelo de producción y consumo que busca realizarse en una fantasía que no considera a las personas ni como seres interdependientes ni ecodependientes. Ese modelo premia a fórmulas extractivistas que destrozan territorios sin ni siquiera lograr el que debería ser su principal objetivo: alimentar y nutrir a todas las personas. Es claramente un modelo fallido, pero mantenido porque es capaz de sostener y alimentar múltiples intereses. Un modelo que ha transformado un derecho, la alimentación y nutrición adecuada, en una mercancía con la que especular y que cuenta con la complicidad en sus múltiples escalas de distintos agentes y políticas públicas. Es un modelo fallido, pero además es un modelo que se sostiene en un truco de ilusionismo que hace invisibles a quienes realmente sostienen y alimentan al mundo. Esas políticas y narrativas que pretenden definir un modelo alimentario desde los intereses de unos pocos y desde desigualdades de poder, son las chisteras y los trucos de ilusionistas que mueven una mano mostrando un modelo de desarrollo totalmente desigual como única posibilidad, mientras con la otra mano esconden las múltiples desigualdades que generan en los territorios, las realidades precarias de muchas trabajadoras y trabajadores agrícolas sin las que ese modelo no podría funcionar, así como las realidades que hoy sí son capaces de alimentar al mundo de una manera sostenible y justa.

En esa realidad invisible está la producción a pequeña escala, la mirada comunitaria, las iniciativas agroecológicas, los trabajos de cuidados desigualmente repartidos, que recaen sobre las mujeres y que sostienen al mundo, así como las manos de las trabajadoras y trabajadores agrícolas. Este año la pandemia ha cambiado la iluminación de este escenario, lo ha hecho temblar y ha enseñado algunos de los entresijos de los trucos, ha demostrado que esa parte que se pretende hacer invisible cuenta con fuerza y capacidad para adaptarse y que no hay trucos que sean capaces de predecir ni esquivar las respuestas de la naturaleza. Por eso quienes más cerca están de la madre tierra, quienes la conocen, la cuidan, la respetan y dialogan con ella, son quienes tienen capacidad de entender sus reacciones y de poder adaptarse, aunque no sin pagar costes muy altos, ya que a pesar de ser quienes enfrían el planeta, son las personas más afectadas cuando este se rebela.

La transformación necesaria en el sistema alimentario pasa por ser conscientes de los juegos de ilusión, mirar hacia las realidades que se pretenden invisibilizar, cuidar el escenario para que no tiemble y no nos haga perder el equilibrio. La lucha para esto pasa por la siembra de semillas y de articulaciones, por permanecer en los territorios, por mantener las comunidades y sus saberes, por cada cosecha, por sabernos seres interdependientes y ecodependientes, por cada mercado campesino que permanece, por cada grupo de mujeres campesinas que se visibiliza y por cada espacio donde incidimos para que las políticas públicas dejen de sostener juegos de ilusión y sostengan realidades campesinas y con futuro.

Cuadro 4

La Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios: ¿nos encaminamos hacia un sistema alimentario corporativo-medioambiental?

Ya hemos oído todos esos cuentos de cómo podemos convertir la naturaleza en un activo financiero para salvar el planeta de una mayor destrucción medioambiental. Pero no se trata de ofrecer los incentivos financieros adecuados. Necesitamos enfoques radicales que sanen los ecosistemas y no compensar a las corporaciones por seguir con sus prácticas sucias mientras participan en el «lavado verde».

Secuestrados por los intereses de las grandes empresas, los organizadores de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU (UNFSS) asumieron alegremente estas trilladas historias de los mercados de carbono y REDD+, a pesar de haberse demostrado su fracaso. Ahora, los sistemas alimentarios deberían financiarizarse y convertirse en objetivos de inversiones especulativas, porque parece ser la única manera de financiar la «costosa» transformación hacia sistemas alimentarios sostenibles. Con el término genérico de «producción positiva para la naturaleza», se ha añadido una etiqueta más a las numerosas propuestas de solución de la Cumbre promovidas por las corporaciones, basadas en la innovación digital, las soluciones tecnológicas y los enfoques bioeconómicos y orientados al mercado, como la agricultura climáticamente inteligente y la intensificación sostenible. Ya existen soluciones centradas en las personas, rentables y social y ecológicamente justas, como la agroecología. Pero estas ideas se ahogan en el gran bote de soluciones corporativas sin tener en cuenta las diferencias reales.

El Pacto Verde europeo ya está lleno de esta narrativa «climáticamente inteligente». Con la «iniciativa de agricultura de carbono», por ejemplo, se creó un nuevo modelo de negocio para recompensar a los agricultores que secuestran y almacenan carbono. La Cumbre UNFSS se subió a este carro del «capitalismo verde» de la UE, promoviendo enfoques de captura de carbono para crear sistemas alimentarios «sostenibles» mediante la mejora de la salud del suelo. Esta vía, que se expresa en la naturaleza del capitalismo neoliberal, probablemente permita una transición hacia un «sistema alimentario corporativo-ambiental» (Friedmann, 2005). Este nuevo tercer sistema alimentario se refleja en el marco de las múltiples partes interesadas de la Cumbre UNFSS, que proporciona a las corporaciones legitimidad para dar forma a la gobernanza alimentaria mundial. Friedmann (2005: 259) sostiene que este régimen induce una lucha por el «peso de las instituciones privadas, públicas y autoorganizadas». En este proceso, los alimentos ya no son una preocupación pública sino una inversión privada.

La trayectoria actual de la Cumbre UNFSS permite a las corporaciones de inversión financiera comprar acciones de las grandes empresas agroalimentarias que controlan los modelos de «solución positiva para la naturaleza» propuestos. Pero no podemos permitir que el sector financiero juegue con el sustento de las personas. En nombre de la sostenibilidad medioambiental se modifica todo el significado de los alimentos, pasando de ser un bien comestible a un producto financiero. Recordando las devastadoras consecuencias de la crisis alimentaria de 2008, que hizo pasar hambre a millones de personas, debería quedar claro que los alimentos deben quedar excluidos de la especulación financiera. Ciertamente, si este sistema alimentario corporativo-ambiental se consolida, «profundizará los procesos de larga tradición de desposesión y marginación de los campesinos y las comunidades agrarias» (Friedmann, 2005: 257). Al final, los pequeños productores podrían quedar incluso excluidos de todo el proceso de producción agrícola de alimentos, mientras en el mundo se empieza a «cultivar sin agricultores».

Referencia:
Friedmann, H. (2005): From Colonialism to Green Capitalism: Social Movements and Emergence of Food Regimes. (Del colonialismo al capitaismo verde: movimientos sociales y emergencia de sistemas alimentarios) En: Buttel, F.H. y McMichael, P. (eds.): New directions in the sociology of global development. Research in rural sociology and development, Vol. 11. Oxford: Elsvier, 229-67.

Cuadro 5

La digitalización de la agricultura en India

La agricultura en India está plagada de precariedad, dejando a las poblaciones vulnerables y marginadas, como lo son las mujeres y los trabajadores sin tierra, históricamente excluidos de la posesión de tierras. La digitalización a larga escala en las cadenas de valor agrícolas igualmente profundizará el endeudamiento y las asimetrías de poder [1].

En términos generales, la digitalización en la agricultura incluye tres categorías: la robótica, la supervisión de los cultivos y del suelo, y el análisis predictivo, los cuales dependen de un ingrediente clave: datos.

El valor económico de los datos radica en su capacidad de mostrar patrones en grandes datos agregados y en suministrar publicidad individualizada y dirigida, la cual es utilizada por las grandes empresas como fuente de rentabilidad.

Los usos de los datos en la agricultura son de gran alcance. Por ejemplo, la información sobre las ventas y los precios de las materias primas pueden ayudar en el mercado agrícola. Las condiciones también son adecuadas para la automatización y la Inteligencia Artificial (IA) en las operaciones de almacén. Más peligroso aún es que los datos de los campesinos pueden ser usados en algoritmos de puntuación de crédito que definen su acceso a los servicios financieros y excluyen a los grupos históricamente vulnerables.

La digitalización antecede al COVID-19 con la participación del sector privado arraigado en enfoques políticos como lo son el “Duplicar la Renta de los Campesinos en 2022” y “La Estrategia Nacional de IA de NITI Aayog”. Sin embargo, la reducción de las cadenas de suministro agrícola durante los primeros meses de la pandemia aceleró el ritmo y alcance de la digitalización. Las plataformas de comercio electrónico, por ejemplo, se aprovecharon del momento: la demanda de Ninjacart’s B2B alcanzó hasta un 300% durante los primeros meses de la pandemia.

La pandemia también estimuló avances políticos y legislativos. Las leyes de reforma agraria fueron aprobadas en medio de la pandemia con poco debate parlamentario y promoviendo la digitalización en un modelo financiarizado y liderado por el sector privado a costa de productores y pequeños campesinos [5]. Esto ya se visualiza en las colaboraciones firmadas entre el gobierno y las compañías de alta tecnología, como lo es el protocolo de acuerdo para la construcción de la plataforma “Agristack”, que fue firmada por el Ministerio de Agricultura y Microsoft en abril de 2021.

Estas tendencias pueden llevar a la consolidación completa de las cadenas de valor agrícolas por plataforma y por empresas agrícolas. Si se impulsa la digitalización en ausencia de datos adecuados, IA, y la gobernanza de las plataformas, se dejará este sector preparado para la cosecha corporativa, lo que desembocará en la consolidación del mercado en las manos de unos pocos grandes actores.

Al contrario, el papel del sector privado debe negociarse cuidadosamente para asegurar que las fuentes de datos se orienten hacia las necesidades básicas de los productores y su empoderamiento autónomo. La digitalización en la agricultura también requiere de arquitecturas descentralizadas y federadas que conserven la autoridad constitucional de los gobiernos de los Estados para que regulen este sector con el fin de garantizar el interés público.

Por último, el compromiso con los problemas heredados en la agricultura india, como lo son las asimetrías en materia de prácticas prestamistas deshonestas y de poder, dando prioridad a los intereses de los productores y de las poblaciones marginadas es un pilar central de la digitalización responsable y orientada al desarrollo.


[1] Carta de ASHA (Asociación por el Desarrollo Social y de Salud) al Ministerio de Agricultura, en archivo.