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Los nuevos acaparadores mundiales de tierras: Wall Street

Desde la crisis financiera de 2007-2008 las tierras agrícolas se han convertido progresivamente en un activo financiero importante para los inversores empresariales, desatando no sólo protestas masivas de las organizaciones de agricultores sino una atención significativa de las instituciones internacionales. Pero, mientras que los esfuerzos de mercantilización de las tierras agrícolas no son nuevos, el último capítulo de la historia del acaparamiento de tierras plantea algunas diferencias notables, que suscitan nuevos desafíos, repercuten sobre geografías diferentes, y ofrecen oportunidades a la solidaridad internacional intersectorial.

Nuevas geografías, diferentes tácticas, las mismas empresas

El acaparamiento de tierras, tanto en el Norte como en el Sur Global, está acelerándose y extendiéndose, a menudo con vínculos financieros con inversores institucionales procedentes del Norte Global. Los fondos de pensiones norteamericanos y europeos y los fondos de dotación universitarios están invirtiendo sumas ingentes en proyectos agrícolas a gran escala, en regiones como el Cerrado brasileño, con desplazamientos de comunidades, asesinatos de defensores del derecho a la tierra, y quemas de bosques para la agricultura industrial [“El acaparamiento de tierras agrícolas de Harvard y TIAA en Brasil se hace humo“]. Mientras tanto, los y las agricultores a pequeña escala siguen luchando en Europa y Norteamérica con precios bajísimos y recortes en las redes sociales de seguridad, que les vuelven vulnerables frente al acaparamiento de tierras por parte de muchos de esos mismos inversores institucionales.

Mientras que en lugares como el Cerrado brasileño los factores clave del acaparamiento violento de tierras son la explotación de la debilidad de las instituciones y la corrupción, el acaparamiento de tierras en el Norte Global utiliza el buen funcionamiento de las instituciones para cubrir tácticas de inversión depredadoras. Grupos financieros como el fondo de pensiones americano TIAA y el Fondo de Dotación de la Universidad de Harvard, han gastado decenas de miles de millones de dólares, en su mayoría procedentes de fondos de pensiones de empleados del sector público, como maestros, para adquirir millones de hectáreas de tierras agrícolas en lugares como Illinois y Mississippi en Estados Unidos. Aunque el Fondo TIAA se ha convertido en el mayor propietario institucional de tierras agrícolas del mundo, su negocio no se centra en la producción de alimentos, sino más bien en especular con las tierras y otros insumos agrícolas esenciales. Aunque probablemente no sea explícitamente ilegal, la focalización de las empresas en agricultores con problemas financieros es una táctica predatoria que conduce a la venta por parte de los y las agricultores de su único medio de vida: sus tierras.

Es posible que el acaparamiento de tierras en Norteamérica aumente drásticamente en los próximos años. Tras décadas de discriminación institucional continuada, muchos agricultores negros han quedado con títulos de propiedad oficiosos y condiciones inseguras de propiedad de la tierra, que los hacen especialmente vulnerables frente a los que especulan con la tierra y los inversores [En inglés, Atlantic]. Las tierras indígenas siguen estando bajo amenaza constante. En general, los campesinos y las campesinas están en apuros en Norteamérica, conforme las empresas del agronegocio crecen y se hacen más poderosas, y se espera que la mitad de todas las tierras agrícolas de Estados Unidos y Canadá va a cambiar de manos en los 15 próximos años, tras la jubilación de los agricultores. Si no se actúa, la mayoría de estas tierras puede terminar en manos de inversores y grandes empresas.

Líneas de trabajo futuras

Durante décadas, las organizaciones de agricultores y los aliados han abogado por reformas políticas clave para afrontar el acaparamiento de tierras en el Norte y Sur Global, entre ellas: promoción del derecho a la tierra de las comunidades marginalizadas (como la propiedad de herederos en Estados Unidos, junto con el derecho a la tierra de las comunidades indígenas y los y las trabajadores rurales sin tierra); restricción de la propiedad empresarial de tierras; e implantación de políticas para garantizar que los pequeños agricultores reciban precios justos para que se mantengan en sus tierras. Los trabajadores que tengan fondos de pensiones, particularmente en Norteamérica y Europa, pueden actuar solidariamente con los agricultores y campesinos y campesinas a escala mundial asegurándose de que su dinero no está alimentando el acaparamiento de tierras y la especulación de riesgo. Esos esfuerzos reunidos reforzarán las comunidades rurales y protegerán la estabilidad financiera de los trabajadores.

Más información sobre el acaparamiento de tierras por parte de los inversores institucionales (en inglés).