Cuadros

Cuadro 1

Múltiples facetas de los acaparamientos de tierras

El acaparamiento de tierras no es nada nuevo. Lo que sí es nuevo es la escala masiva a la que se ha producido recientemente desde la crisis financiera y alimentaria de 2008.  

“El acaparamiento de tierras adopta formas distintas. Puede tratarse de la expulsión de la mujer de sus tierras después del fallecimiento de su marido, la expulsión de campesinos y campesinas por parte de las empresas mineras, así como de plantaciones, bases militares, y proyectos de ecoturismo. Los inversores no solo son empresas multinacionales o instituciones financieras, sino que pueden ser también locales y domésticos.”[1]

El acaparamiento de tierras ocurre tanto en el Sur y Norte Global, impulsado por las élites locales, nacionales, y transnacionales, así como por inversores financieros y gobiernos. En su busca de beneficios nuevos y crecientes, grandes extensiones de terreno se usurpan por la fuerza o se compran a bajo precio con la ayuda de los gobiernos y élites locales y nacionales.

Lo que está en juego es un cambio fundamental en cuanto a quién tiene “el poder de decidir cómo puede utilizarse la tierra y el agua, ahora y en el futuro.”[2] El deseo de remodelar las tierras para obtener beneficios está conduciendo a una expansión mundial de la agricultura industrial, de plantaciones de diversos tipos, minería, proyectos de infraestructuras, y muchos otros tipos de usos. La agricultura campesina y la soberanía alimentaria están siendo continuamente amenazadas por riesgos a medida que se pierde la tierra y los campesinos y campesinas quedan inmersos en las cadenas mundiales de suministro.

Con todo, los agricultores a pequeña escala, los pueblos indígenas y sus comunidades siguen organizándose y movilizándose para defender sus derechos a la tierra y defender una agricultura que antepone los alimentos, las personas y el medio ambiente, sobre los precios.

Cuadro 2

Garantizar los derechos a la tierra de las comunidades de África

En un continente donde el 70% de la población depende de la agricultura, garantizar el acceso a la tierra y a los recursos naturales debería ser un derecho inalienable para todos y todas. Pero esto no es así en absoluto.

La gobernanza tradicional de las tierras agrícolas, bosques y pastos por parte de los líderes comunitarios, ha sido revestida de leyes del suelo coloniales y postcoloniales, creando incertidumbre entre las comunidades rurales con respecto a sus derechos a la tierra de la que dependen para su alimentación, medios de vida e integridad cultural.

Las tendencias recientes de urbanización, crecimiento económico y políticas neoliberales han mercantilizado los recursos naturales, creando mercados para la tierra como activo comercializable. La crisis financiera de 2007/08 y el repentino aumento de precios de los alimentos y del petróleo, produjeron un flujo masivo de capital hacia las tierras. Entre 2000 y 2016, los gobiernos africanos firmaron 422 transacciones a gran escala con inversores que abarcaban diez millones de hectáreas.   Los acaparamientos de tierra se han asociado con múltiples abusos de los derechos humanos e injusticias sociales, con miles de comunidades desalojadas por la fuerza y desposeídas. Los mayores impactos han recaído a menudo sobre mujeres y jóvenes, ya en desventaja en materia de acceso a la tierra y control de esta.

En respuesta a esta crisis se han redactado directrices globales y continentales para establecer principios de buen gobierno de la tierra y se han definido políticas para proteger los derechos tradicionales y comunitarios a la tierra, especialmente el Marco y Directrices sobre Política del Suelo la Unión Africana y las Directrices Voluntarias sobre Gobernanza Responsable de la tenencia de la Tierra, de Naciones Unidas.  Pero estos marcos normativos progresivos han sido ignorados ampliamente a escala nacional y local – donde realmente se toman las decisiones. Así, los derechos de tenencia de los habitantes rurales por toda África, especialmente las mujeres, siguen siendo débiles y plagados de incertidumbres.

Es fundamental que se ejerza una mayor presión política para acelerar la   institucionalización de políticas progresivas que fomenten los derechos comunitarios a la tierra. La promoción por parte de la Sociedad civil debe centrarse en la Unión Africana y las comunidades económicas regionales para presionar a sus Estados miembros para que instauren directrices políticas progresivas. De modo decisivo, dado que las políticas sobre derecho a la tierra solo tienen verdadero empuje a escala nacional y local, es importante que la sociedad civil impulse una legislación nacional más fuerte en materia de derecho a la tierra, y haga que los gobiernos rindan cuentas ante el Tribunal africano de Justicia y Derechos Humanos. 

Debemos promover sistemas comunitarios de gestión del uso de la tierra, recalcando las evidencias crecientes de la capacidad de estos sistemas de mejorar los medios de vida de modo equitativo y sostenible al tiempo que protegen y restauran los  ecosistemas.

Entre los trabajos recientes de AFSA (Alianza para la Soberanía Alimentaria en África) sobre derecho a la tierra se incluyen: un estudio de la política de tenencia en el continente, Policy Trends and Emerging Opportunities for Strengthening Community Land Rights in Africa; talleres de creación de capacidad dirigidos a la sociedad civil y a organizaciones confesionales, una serie de estudios de caso sobre la tierra en África,  y la movilización política a escala continental para promover sistemas comunitarios de  uso y gestión de la tierra.

Debemos aprender de los principios adecuados de gobernanza de nuestros ancestros que nos legaron la tierra. Debemos desarrollar y adoptar sistemas sostenibles de uso y gestión de la tierra que satisfagan las necesidades de todos los usuarios de la tierra: agricultores, pastores, cazadores, pescadores, recolectores de frutos silvestres, y de la fauna salvaje. Para más información visiten: www.afsafrica.org

Cuadro 3

Clima y acaparamiento de tierras

Desde una perspectiva de base, siempre ha existido un vínculo estrecho entre el clima y las crisis ambientales y la apropiación de tierras. Por ejemplo, las causas de las crisis climáticas y las violaciones de los derechos a la tierra son las mismas: un sistema económico basado en la extracción ilimitada de los recursos naturales, donde las industrias extractivas – como la agricultura industrial y las plantaciones –forman parte de las principales causas de ambas crisis. Al mismo tiempo, esta conexión es aún más inmediata debido a que los proyectos empresariales que causan las crisis ambientales – por ejemplo, la minería y la agroindustria – son también los responsables de gran parte de las muertes más documentadas de los defensores del derecho humano a la tierra y al medio ambiente.

Últimamente ha aumentado mucho el interés en las acciones de mitigación y adaptación climáticas basadas en la tierra y la naturaleza.  Sin embargo, desafortunadamente muchas de estas medidas han representado serios peligros a los derechos colectivos de los pueblos sobre sus tierras y territorios, debido a la nueva ola de apropiación de tierras para proyectos de conservación, pero también a la mercantilización e integración de los recursos naturales en los mercados financieros, lo que llamamos la “financialización de la naturaleza”.

Un aspecto fundamental son las llamadas “tecnologías de emisiones negativas” o NET (por sus siglas en inglés), que persiguen retirar el carbono de la atmósfera. Los países industriales y los emisores empresariales actualmente confían en los NET al haber fracasado históricamente en lograr la rápida reducción de emisiones necesaria para alinearse con las exigencias de la justicia climática.

Uno de los sistemas NET empresariales prominente consiste en el cultivo y quema de grandes superficies de árboles y cultivos para bioenergía, y el almacenamiento posterior del carbono emitido en búnkeres bajo tierra. Esto se conoce como bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, o BECCS (por sus siglas en inglés), y según las estimaciones, los BECCS pueden exigir hasta 3000 millones de hectáreas de tierra globalmente. Otras opciones de NET son las llamadas “soluciones climáticas naturales” o “soluciones basadas en la naturaleza” que pueden incluir la restauración forestal, la repoblación forestal y la forestación. Cada una de estas puede tener diferentes impactos sobre el medio ambiente, la tierra y los derechos de los pueblos, dependiendo de quién las controle y cómo se implementen.

Las empresas ya están viendo las soluciones basadas en la naturaleza como una oportunidad para compensar sus emisiones. Estas compensaciones han permitido históricamente que grandes contaminantes, como las empresas petroleras, continúen emitiendo y transfieran su responsabilidad de reducir las emisiones de carbono a proyectos de conservación en comunidades del Sur Global. La compensación de las emisiones de carbono no reduce las emisiones generales y por ello exacerbará los impactos climáticos sobre la tierra. Asimismo la compensación es injusta, puesto que retiene y extiende el control sobre territorios por parte de los que son más responsables del cambio climático.  Por ende, la compensación de carbono se convierte en una doble apropiación de la tierra, porque las empresas terminan controlando el uso de la tierra en dos lugares – el sitio que están destruyendo, y el sitio que demandan para realizar la compensación.

Por otra parte, las soluciones descentralizadas a las crisis ambientales y de apropiación de tierras que se basan en el control y gobernanza ambiental ecológico y autónomo por parte de los pueblos indígenas, pueblos de los bosques, y pequeños productores sobre su propia tierra y territorios, como son la agroecología para la soberanía alimentaria y la gestión colectiva de los bosques, son posibles y están ganando relevancia como soluciones para la justicia ambiental. La gestión colectiva y territorial del bosque es la mejor manera de conservar los ecosistemas como bosques, manglares, humedales y cursos de agua. La agroecología enfría el clima al suprimir la necesidad de combustibles fósiles, reciclando nutrientes en las explotaciones agrícolas, relocalizando los sistemas alimentarios y deteniendo la destrucción del medio ambiente por causa de la producción de bienes agrícolas con fines de lucro. Ahora más que nunca es esencial que los movimientos de justicia agraria y ambiental trabajen conjuntamente para sacar a relucir las soluciones falsas y demostrar nuestra visión colectiva de un futuro justo.




[1] Conferencia Campesina Internacional: ¡Detengamos a los Acaparamientos de Tierras!, LVC 2012

[2] El acaparamiento global de tierras, Guía básica. TNI 2013