GRUPO DE TRABAJO TEMÁTICO 6 – Apuntes para guiar las discusiones
CONTEXTO
La liberalización del comercio agrícola internacional, la apertura forzada de los mercados nacionales, la reducción de los impuestos aduanales, la imposición de cuotas de importación por la Organización Mundial del Comercio (OMC)… todo esto ha empeorado la crisis económica que afecta las zonas rurales del planeta. La creciente competencia entre los productores ha resultado en una baja general de precios de los productos agrícolas, algunas veces a niveles insostenibles por debajo del costo de producción, lo que ha traído la aceleración del éxodo rural hacia las ciudades porque los campesinos ya no pueden sobrevivir trabajando sus tierras. Las infraestructuras rurales, servicios sociales, salud, educación y cultura son reducidas ya que la mayoría de los recursos se destinan a la población urbana donde los servicios pueden ser vendidos a corporaciones privadas. Es así como la brecha entre las zonas rurales y las áreas urbanas crece incesantemente.
Al principio, la migración es solamente interna. La gente deja las zonas rurales o las regiones pobres para tratar de sobrevivir en las grandes ciudades, donde se instalan en asentamientos precarios que pronto se convierten en los cinturones de pobreza que rodean la ciudad. Los gobiernos, preocupados por la creciente presencia masiva de gente pobre a sus puertas, aplican soluciones de corto plazo para tratar de proporcionar raciones diarias de comida a precios accesibles. Para mantener bajos los precios de la canasta alimenticia básica, entonces subsidian las importaciones de alimentos provenientes del Norte y entregan su destino a las multinacionales, como Cargill, que en muchos casos, terminan controlando así hasta el 50 por ciento del abasto a la cadena alimenticia de algunos países. Esto naturalmente crea un círculo vicioso. La migración rural además produce altos índices de desempleo provocando una competencia salarial entre trabajadores y empleadores, abriendo así las puertas al desplazamiento, chantaje y otros ataques en contra de las formas de organización colectivas como los sindicatos.
La mayor parte del tiempo, el éxodo rural interno hacia las ciudades es solamente la primera etapa del proceso migratorio. Pero la pobreza y el hambre empujan a los migrantes a buscar horizontes más lejanos. El resultado son las corrientes migratorias dentro del continente así como entre varios continentes.
La situación de los refugiados económicos continúa deteriorándose. Primero están los contrabandistas fronterizos quienes los someten a condiciones inhumanas y los despojan de su poco dinero. Luego, tienen que enfrentar a las policías y fuerzas armadas de los países a los que intentan llegar. El número de migrantes que han perdido la vida intentando alcanzar esa posibilidad de sobrevivencia sigue aumentando y ha alcanzado niveles alarmantes. Pero esto no detiene las crecientes olas migratorias. ¿Hay una prueba más contundente de la perversidad de las políticas neoliberales?
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que más de 200 millones de migrantes viven bajo muy malas condiciones económicas, sociales y culturales en el país de destino, con la única esperanza de ganar un poco de dinero para enviarlo a su país de origen y sostener a sus empobrecidas familias. La migración hacia el Norte priva a muchos países de una fuerza de trabajo joven y dinámica. La creciente “fuga de cerebros” hacia el Norte provoca que muchos países pierdan una fuerza de trabajo educada y con conocimientos esenciales en detrimento cada vez mayor de las economías de los países del Sur global. Pero además, la migración tiene un gran impacto en la relación entre el hombre y la mujer que agudiza las condiciones económicas ya de por si precarias de la mujer.
Las consecuencias de la creciente migración rural, sea interna o a través de las fronteras, no solamente son económicas. Cuando la mujer o el hombre dejan a sus familias y sus comunidades para tratar de sobrevivir en otras partes, toda la sociedad rural sufre. Ocasiona cambios al consumo de comida, acabando constantemente con el conocimiento nativo, la experiencia indígena y las identidades culturales locales.
El dinero que cada año envían los migrantes a sus familias y a sus comunidades se convierte en un elemento vital para la sobreviviencia económica de las mujeres, hombres y niños que los migrantes han dejado atrás, creando una nueva forma de dependencia.
¿En pos de que luchamos?
Estamos luchando por precios justos para los productores de alimentos (pescadores, pastores y campesinos) que les permita tener una vida digna. Reafirmamos que las poblaciones pobres de las zonas urbanas tienen derecho a comida saludable, nutritiva y apropiada a su cultura, así como a recursos para producir su propia comida. Si fueran necesarios, los subsidios deben ser establecidos en cooperación con organizaciones urbanas y movimientos para que un aumento en los precios de alimentos no tenga un impacto negativo en el nivel de vida de la gente pobre. Se debe equilibrar el financiamiento para servicios sociales, salud, educación y cultura entre las necesidades de las poblaciones urbanas y las poblaciones rurales. Se deben desarrollar las infraestructuras rurales para disminuir la vulnerabilidad de la gente que vive en el campo.
Preguntas:
¿Qué ejemplos de iniciativas concretas para frenar corriente de la migración forzada existen?
¿Cómo podemos asegurar el derecho a la comida para la gente pobre urbana?
¿Cómo podemos desarrollar agendas comunes con los migrantes en los sectores alimenticios y agrícolas?
¿En contra de qué luchamos?
La migración forzada es una consecuencia directa de las políticas neoliberales dictadas por el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OMC. Luchamos contra la criminalisación de los migrantes ya que ellos son las principales víctimas de los “esquemas de desarrollo” de esas organizaciones que solamente ven el mundo en términos económicos y mercantilización. Luchamos en contra de la lógica que reduce a los ciudadanos a mano de obra barata y que considera la comida como una mercancía barata que puede alimentar a las poblaciones urbanas, sumidas en la pobreza y el hambre debido a las políticas neoliberales, a expensas de las áreas rurales.
Preguntas:
¿Cómo podemos, junto a los sindicatos y las organizaciones de migrantes, fortalecer nuestra lucha común y atacar las políticas de mano de obra barata creadas por los gobiernos para beneficio de las compañías privadas?
¿Cómo podemos ser más efectivos en nuestra lucha en contra de la represión contra los migrantes de parte tanto de los gobiernos como de las compañías privadas?
¿Qué podemos hacer al respecto?
Preguntas:
¿Cómo podemos establecer una agenda política común basada en luchas conjuntas y actividades de solidaridad entre los migrantes, poblaciones rurales y la gente del campo? ¿Cómo podemos llevar estas luchas comunas a los planos locales, nacionales e internacionales?
¿Qué pasos concretos podemos tomar para apoyar a las organizaciones de los migrantes, especialmente aquellos que laboran en el sector alimenticio y agrícola?