Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Trabajadores agroalimentarios 

Extraído de Voces desde los territorios págs. 8-12

Durante la pandemia, las autoridades consideraron a los trabajadores agrícolas y de la alimentación “trabajadores esenciales”, es decir, que tenían que seguir trabajando en condiciones en las que eran tratados como prescindibles, ya que a menudo los empresarios no les facilitaban medidas adecuadas de protección[1]. El trabajo que realizan es esencial; su salud y sus vidas, según parece, no lo son. Esto ocurre con trabajadores de cadenas de suministro alimentario que ayudan a alimentar al mundo, pero que paradójicamente, suelen tener menos capacidad para alimentarse a sí mismos, porque sus salarios o sus ingresos son insuficientes para garantizar la seguridad alimentaria con alimentos suficientes, seguros y nutritivos. Las industrias alimentarias y agrícolas plantean grandes riesgos por deficiencias sistémicas.   Sólo el 5% de los trabajadores de la agricultura tiene acceso a algún tipo de sistema de inspección del trabajo o protección legal de sus derechos a la salud y seguridad. Los brotes de COVID-19 en las plantas de procesamiento de carne de todo el mundo son la mejor ilustración de los elevados riesgos y el precio pagado por los trabajadores cárnicos que aseguran los suministros de alimentos a mercados, comercios, supermercados, cantinas, restaurantes, cafés y bares. Decenas de miles de trabajadores de las plantas cárnicas se han contagiado del virus por una combinación de factores: malas prácticas laborales, muchas veces predominio de trabajadores migrantes, malas condiciones de salud y seguridad en el trabajo y hacinamiento, y en algunos casos, alojamientos inadecuados.[2] Un puñado de grandes empresas controla la industria mundial del procesamiento de carne,  con un gran poder sobre trabajadores y gobiernos. La COVID-19 ha puesto de manifiesto el modo en que las empresas están usando su poder político para influir sobre los gobiernos.[3] Aunque se obtienen ingentes beneficios y se pagan dividendos a los accionistas, la pandemia es utilizada para congelar los salarios y las prestaciones de protección social.

Más información: COVID-19 and the impact on agriculture and food security

Instrumentos y herramientas de la OIT en agricultura:

  • Convenio sobre la Inspección del Trabajo (Agricultura), 1969 (Nº. 129)
  • Convenio sobre el Derecho de Asociación (Agricultura), 1921 (Nº. 11)
  • Convenio sobre las Plantaciones, 1958 (Nº. 110)
  • Convenio sobre las Organizaciones de Trabajadores Rurales, 1975 (Nº. 141)
  • Convenio relativo a la Seguridad y la Salud en Agricultura, 2001 (Nº. 184)
  • Recomendación sobre los pisos de protección social, 2012 (Nº. 202)
  • Código de práctica sobre Seguridad y Salud en Agricultura (2011)

Voces desde el campo 2

Campesinos, campesinas y agricultores familiares a pequeña escala

Extraído de Voces desde los territorios págs. 19-23

Las organizaciones campesinas/de pequeños agricultores familiares señalan que la pandemia ha puesto de manifiesto el carácter insostenible e inadecuado del sistema alimentario mundial controlado por grandes empresas, y las desigualdades y vulnerabilidades que reproduce. Las restricciones del confinamiento han afectado de modo desproporcionado a los campesinos y sus comunidades, y sobre todo a la clase pobre y trabajadora. Los Estados han aprovechado la pandemia para ejercer un mayor control autoritario sobre la gente. Estamos asistiendo a un aumento de casos de expropiación de tierras y de recursos hídricos, asesinatos de líderes sociales, además de violencia doméstica contra las mujeres. La pandemia se está utilizando como una oportunidad de implantar reformas neoliberales, favorables a las grandes empresas en países de todas las regiones.  El cierre de los mercados territoriales (de agricultores, mercados semanales y locales, etc.) manteniendo los supermercados abiertos, ha tenido efectos desastrosos en los medios de vida de los pequeños productores, y no se justifica por exigencias de seguridad.  

Los campesinos y los agricultores familiares han estado a la vanguardia de la organización de iniciativas y mecanismos de solidaridad dirigidos a la gente y las comunidades vulnerables. Las organizaciones campesinas han organizado campañas para difundir la información sobre el modo de prevenir el contagio, han demandado medidas para proteger a los trabajadores agrícolas y de la alimentación y han denunciado la violencia contra los líderes y los pueblos, especialmente las mujeres. Han llamado a una transformación radical de los sistemas alimentarios en aras de una mayor equidad y sostenibilidad, y políticas públicas sociales y mecanismos de protección para los vulnerables. Entre ellos: la producción interna de alimentos para el consumo interno; mercados territoriales con cadenas cortas de suministro y vínculos más eficaces entre las zonas rurales y urbanas; agroecología; regulación de los precios para que favorezcan a los productores y no a los intermediarios; acceso y control de los recursos naturales por parte  de los productores; apoyo para la agricultura familiar y las asociaciones de mujeres y financiación directa de sus organizaciones; medidas financieras adecuadas, entre ellas disminución de los tipos de interés del crédito.

Voces desde el campo 3

Pescadores

Extraído de Voces desde los territorios págs. 13-15

Millones de mujeres y hombres trabajan directamente en la pesca a pequeña escala, incluyendo el procesamiento y la venta de pescado, y dependen del pescado como una proteína saludable y asequible. Los pescadores afirman que los confinamientos indiscriminados son una manifestación de la tendencia anterior a quitar importancia al papel del pescado en los sistemas alimentarios. Mientras tanto, las medidas de distanciación social y el cierre de los mercados locales han impedido a muchos pescadores a pequeña escala salir a faenar.  También ha creado problemas el “estigma del virus” en los mercados húmedos en los que también suele venderse pescado. Las mujeres representan un 80–90% del sector post-extractivo, y trabajan muy cerca de las instalaciones de procesamiento y de venta al por menor, lo cual las sitúa en mayor riesgo frente a la  COVID-19. En las plantas de procesamiento de todo el mundo, las mujeres tienden a ocupar puestos temporales y peor pagados, no tienen acceso a la protección social cuando pierden el empleo, tienen más probabilidades de ser despedidas, y no pueden defender sus derechos laborales. Muchos pescadores migrantes han quedado varados en barcos o en puertos sin poder volver a sus casas, viviendo en condiciones de hacinamiento sin agua o alimentos adecuados. Al mismo tiempo, los grandes pesqueros congeladores en alta mar y los pesqueros dedicados a las harinas de pescado han podido continuar la actividad.

Por otra parte, hay numerosos ejemplos de que los pescadores han contribuido a paliar la inseguridad alimentaria de poblaciones de sus comunidades. En Oaxaca, México, los pescadores locales aportaron su tiempo y sus barcos para proporcionar 50–60 toneladas a la semana de marisco gratuito a sus comunidades. En Kwazulu-Natal, Sudáfrica, se organizaron para proporcionar 100 paquetes de comida para los más necesitados.

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Pueblos indígenas

Extraído de Voces desde los territorios págs. 16-18

Las organizaciones indígenas han informado de que la COVID 19 ha agravado muchos de sus problemas estructurales anteriores, como la falta de infraestructuras básicas, agua, electricidad, carreteras asfaltadas. Los efectos preexistentes de la contaminación procedente de la minería en sus territorios sobre la salud de los pueblos indígenas los hacen más vulnerables frente a la  COVID 19 y además agudizan la injusticia, la discriminación, las desigualdades, las violaciones del derecho a la alimentación y la nutrición, del derecho a la salud y otros derechos humanos.  La pérdida de biodiversidad y hábitats en los lugares donde viven muchos pueblos indígenas han creado las condiciones para el desarrollo de enfermedades infecciosas como la COVID-19. Todas las actividades principales de los pueblos indígenas – producción agrícola de subsistencia, pesca a pequeña escala, pastoreo, y recolección – se han visto afectadas por los confinamientos.  En algunos lugares no existen condiciones higiénicas, agua ni saneamiento a disposición de las comunidades, lo que aumenta su vulnerabilidad.  Ante esta situación, los pueblos indígenas han generado sus propias iniciativas de control sanitario, a través de prácticas actuales o ancestrales.

Voces de jóvenes indígenas afirman, “la pandemia ha desvelado desigualdades, discriminación, sectorización, división por clase y fundamentalismos” de las sociedades dominantes hacia los pueblos indígenas.” Igualmente, “se está respondiendo con actos de criminalización a la defensa de sus derechos. Eso es también una pandemia”.

De cara al futuro, los pueblos indígenas se ratifican en que seguirán promoviendo la seguridad alimentaria, la soberanía tradicional, la garantía de una vivienda digna, recuperando sus formas   tradicionales de ayuda a la salud, promoviendo acciones para proteger a los mayores poseedores del conocimiento tradicional con un enfoque anti-colonial y de rendición de cuentas. Deben salvaguardar las prácticas comunitarias, las prácticas tradicionales.

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Pastores

Extraído de Voces desde los territorios págs. 38-39

Las organizaciones de pastores de 12 países de África Occidental han indicado que la COVID 19 está exacerbando las múltiples crisis que sufren los territorios que ya estaban siendo gravemente afectados por la inseguridad que se vive en la región desde hace años. Entre los riesgos están la muerte del ganado por las limitaciones al movimiento y las migraciones estacionales. La migración estacional es una práctica que han desarrollado para afrontar las crisis. Si no pueden practicarla, todos sus mecanismos de resiliencia se verán amenazados y es posible que asistamos a la recurrencia de hambrunas y la ruptura de familias y el éxodo masivo hacia los centros urbanos.  Podrían aumentar los conflictos rurales y va a disminuir de modo significativo la oferta de proteína animal para las poblaciones locales.  Otros pastores de Irán y Mongolia también sufren las repercusiones de los confinamientos. El retraso en la migración estacional podría producir pérdida de peso y enfermedades en el ganado por el aumento de las temperaturas en los pastos invernales, así como gastos extra por la compra de piensos y agua. Los pastores no consiguen vender materias primas como la lana, el cachemir, ni los productos cárnicos, ya que tanto los mercados locales, como las fábricas y los lugares turísticos, están cerrados. 

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Inseguridad alimentaria urbana

Extraído de Voces desde los territorios págs. 24-26

La incidencia de la infección por COVID-19 es mayor en las ciudades que en ningún otro lugar. En las zonas urbanas, las desigualdades socio-territoriales contribuyen de modo importante a las desigualdades actuales al acceso a alimentos adecuados. Los consumidores que compran sus alimentos en supermercados vieron el suministro de alimentos gravemente alterado, sobre todo en las primeras fases de la  COVID-19. Además, se produjo un aumento del consumo de productos procesados de baja calidad nutricional. En muchas ciudades, se han interrumpido programas públicos de alimentación y seguridad nutricional, entre ellos las cantinas escolares.  De las ciudades que respondieron al estudio de la FAO a partir de encuestas electrónicas, el 88% informó de que habían suspendido la oferta de comida a los estudiantes.  No obstante, en todos los países se han autorizado unilateralmente las entregas a los consumidores de Agricultura Sostenida por la Comunidad, a pesar de la interrupción de otras formas de venta directa, principalmente porque los alimentos no se envasan y son manejados de modo seguro por los productores.

Voces desde el campo 7

Mujeres

Extraído de La cuestiones de género, la COVID-19 y los sistemas alimentarios: impactos, respuestas comunitarias y exigencias políticas feministas.

Consideramos que nunca se alcanzará el derecho a la alimentación, a la seguridad alimentaria y la nutrición, ni la soberanía alimentaria, sin que se garantice el pleno respeto, protección y obtención de los derechos de las mujeres y el desmantelamiento de las relaciones de poder patriarcales, feudales y neoliberales. Queremos ir más allá del objetivo universalmente acordado de igualdad de género y empoderamiento de las mujeres, que no afirma de modo explícito la centralidad de los derechos de las mujeres, el reconocimiento de nuestra autodeterminación, autonomía y poder decisorio en todos los aspectos de nuestras vidas y nuestros cuerpos, incluyendo los alimentos que producimos y consumimos. A la luz de esta pandemia, reconocemos la necesidad de de-construir el relato dominante sobre las mujeres, que suelen ser retratadas como víctimas que necesitan políticas contra la pobreza y asistencia social.

Consideramos que el sistema alimentario mundial actual está construido sobre la discriminación basada en el género y la violación de los derechos de la mujer y las perpetúa. Para lograr una sociedad justa y equitativa, en la cual las mujeres puedan disfrutar plenamente de sus derechos y su autodeterminación, el modelo alternativo de consumo y producción fundado en la agroecología y el paradigma de la soberanía alimentaria debe situarse en el centro. 

Consideramos que todas las demandas políticas deben fundarse en los principios feministas fundamentales, como la justicia, la igualdad y la equidad de género, la no discriminación y la   interseccionalidad, participación y reconocimiento.

Voces desde el campo 8

Jóvenes

Extraído de Reivindicaciones de la juventud para la transformación radical de los sistemas alimentarios.

La Covid-19 y las respuestas de los gobiernos están teniendo repercusiones devastadoras sobre los jóvenes y sobre nuestras comunidades por todo el mundo. Estamos sufriendo los impactos combinados de una crisis sanitaria aguda, una crisis alimentaria actual e inminente y una crisis climática – que son todas ilustrativas de una crisis sistémica más amplia.

En esta época de crisis múltiples, los jóvenes afrontan retos diversos. Con la caída de los mercados, el cierre de las escuelas, y la desaparición de los empleos, vemos como las oportunidades y el futuro se desvanecen. Pero no estamos de brazos cruzados.  Nosotros, como parte de una comunidad diversa de Jóvenes de todo el mundo, estamos activos en el desarrollo de soluciones a los retos que afrontan nuestras comunidades: nos estamos organizando para seguir proporcionando alimentos a nuestras comunidades y cuidando a nuestros mayores y a nuestros niños; estamos acortando las distancias del productor al consumidor; estamos defendiendo los programas escolares de alimentación y los mercados locales; estamos reconstruyendo las economías y los territorios rurales, asegurando que los jóvenes puedan permanecer en el campo y volver al campo; estamos cuidando y curando el planeta al cultivar alimentos nutritivos mediante la agroecología; estamos revelándonos frente a la violencia doméstica contra las mujeres y las niñas, así como contra el racismo, la homofobia, la xenofobia y el patriarcado; y estamos defendiendo los derechos de los trabajadores y los migrantes, al igual que los derechos de los habitantes rurales. También estamos imaginando maneras nuevas de organizar el mundo: visualizando sistemas alimentarios saludables, sostenibles y dignificados, y dando pasos para lograrlos.  


[1] https://www.ohchr.org/SP/NewsEvents/Pages/DisplayNews.aspx?NewsID=25892&LangID=S

[2] https://www.theguardian.com/environment/2020/may/11/chaotic-and-crazy-meat-plants-around-the-world-struggle-with-virus-outbreaks (caótico y disparatado: lucha de las plantas cárnicas mundiales contra brotes del virus)

[3] https://www.oxfam.org/es/informes/poder-ganancias-y-pandemia