Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Desmaterialización de las semillas

Alimata Traoré, Presidenta de la Convergencia de Mujeres Rurales por la soberanía alimentaria  (COFERSA), Mali

 “¿Qué pasa si se va la luz una vez que hayamos puesto todas las semillas en un ordenador, qué se hace entonces?” Esta fue la reacción de las mujeres de mi organización, COFERSA, cuando les expliqué lo que estaban debatiendo los gobiernos en la Séptima Sesión del Órgano Rector del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (ITPGRFA por sus siglas en inglés) en Kigali en octubre de 2017.

Nosotros, las comunidades campesinas, trabajamos con seres vivos en nuestros campos. Ese es nuestro modo de preservar la biodiversidad. Mi comunidad ha seleccionado una variedad de sorgo que es resistente a la sequía si se planta usando una técnica llamada  zaï.[1]  Y ahora una empresa se apropiaría de ella solo porque domina la inteligencia artificial?  Hasta hace poco, los investigadores de las empresas tenían que venir a nuestros pueblos a pedirnos semillas para seguir desarrollándolas y después venderlas. Esto ha cambiado con las transformaciones más recientes de la biotecnología y la secuenciación genética: los obtentores de la  indusrtia ya no necesitan acceso físico a las semillas. Ahora analizan la representación digital de las secuencias genéticas en las pantallas de sus ordenadores.  

Cuando hablamos de “desmaterialización” de los recursos genéticos nos referimos a la  secuenciación del genoma de organismos vivos, a la recogida masiva de conocimiento campesino relativo a las características de esos organismos, y después a la digitalización y almacenamiento de esta información en enormes bases de datos electrónicas.  Después las empresas presentan solicitudes de patentes de esas secuencias genéticas, lo cual les abre la puerta a poder obligarnos a pagar derechos de licencia siempre que esa misma secuencia se encuentre en nuestras semillas. Así pues, la  “desmaterialización” es la nueva manera de captar la riqueza que las comunidades campesinas han creado a lo largo de siglos, eludiendo los textos internacionales que reconocen nuestros derechos. 

Nosotros, los campesinos de África, no somos atrasados, ni contrarios a la tecnología.   La utilizamos cuando sirve para reforzar nuestras luchas, pero pedimos que se respeten y protejan nuestros derechos. Los que pueden utilizar todas esas tecnologías informáticas y grandes bases de datos son las grandes empresas multinacionales. No son para nosotros. Precisamente por eso nos oponemos a las patentes basadas en la información genética.  Y luchamos por la protección de nuestros sistemas campesinos de semillas, que nos permiten desempeñar nuestro papel como guardianes y garantes de la   biodiversidad y de la vida. Ninguna máquina ni software podrá  sustituir nunca al conocimiento campesino.  

Voces desde el terreno 2

Yo Campesino: Digital, Rural, auto-determinado

FarmHack.org reflexiones comunitarias sobre la digitalización en el movimiento agrícola alternativo en Estados Unidos

Incluso en este mundo hiper-conectado, nosotros, agricultores jóvenes y no tan jóvenes del panorama de la agroecología en Estados Unidos, pasamos la mayor parte del tiempo en el exterior, conectados más tiempo al ecosistema que a Internet. Estamos a caballo entre la subsistencia y el mercado, entre la ecología de lo salvaje, la de lo callejero y la de lo domesticado, algunas veces cultivando o cuidando a los niños o trabajando con equipos y con el móvil entre los dientes!  Muchas granjas de Estados Unidos utilizan el móvil para la contabilidad, el marketing, la gestión de los pedidos y los clientes, como tiendas en linea y portales de venta  – para mantener el contacto diario con nuestras redes de colaboradores y con una clientela cada vez más acostumbrada a relaciones directas con los productores. 

En Estados Unidos tenemos movimientos sociales convergentes, que han dado forma a la cultura y las prácticas de nuestro ecosistema de  herramientas agrícolas de código abierto. Estos incluyen la coincidencia con un boom de la infraestructura del internet abierto, incluyendo la  Wikipedia, Creative Commons, Craiglist, Napster, Tor-Drupal y otros. Nuestra  generación ha crecido con ordenadores desde la escuela primaria, así que somos expertos en encontrar información con palabras clave en línea, desde videos de YouTube de Google a documentos históricos protegidos en los commons en www.archive.org.

También somos bastante expertos en construir nuestra propia infraestructura cuando ésta no existe,   un buen ejemplo de ello es FarmHack.org. FarmHack.org fue creada en 2008 por   una comunidad de agricultores reunidos  en el  Massachusetts Institute of Technology (MIT) para trabajar conjuntamente en la construcción de una plataforma que albergara un servicio para compartir herramientas agrícolas, por medio de una página web muy simple, encuentros en persona, y una comunidad internacional difusa de  profesionales colaborando en línea. FarmHack.org persigue ser la plataforma de código abierto que permita a los agricultores compartir sus enfoques innovadores para afrontar las carencias actuales en el equipamiento[2] conjuntamente con los demás pequeños agricultores.[3] Actualmente,  el movimiento de jóvenes agricultores, el movimiento del software libre, y el movimiendo del “derecho a reparar” [4] convergen en las comunidades FarmHack y Gathering for Open Ag Tech (GOAT). Esto no es algo que ocurra solo en Estados Unidos, sino que  también hay un potente movimiento cooperativo en el Quebec canadiense. 

La “agricultura de precisión” es la visión del agronegocio  de una agricultura sin agricultores.   En los últimos años, tanto las empresas de insumos agrarios como las multinacionales de maquinaria agrícola (por ej. John Deere) han invertido masivamente en big data y en tecnología de la información y la comunicación. La “agricultura de precisión” conlleva un modelo de producción agrícola extremadamente mecanizado, propiciado por la  convergencia de nuevas y potentes tecnologías digitales y el tratamiento algorítmico de los big data. En esta “visión,” la tecnología y los datos se utilizan para consolidar aún mas el control empresarial sobre el sistema alimentario, y los monopolios. En la actualidad, las empresas de maquinaria agrícola – al igual que las empresas de insumos agrícolas – son empresas de big data. Equipan a sus máquinas  con sensores y chips que recogen y analizan todo tipo de datos, continuamente – registros meteorológicos, humedad del suelo, plagas, histórico de cultivos etc. Todos se convierten en grandes conjuntos de datos que se introducen en algoritmos de aprendizaje automático que después equipan maquinaria agrícola automatizada.

Frente a esto, nosotros planteamos una potente visión comunitaria dirigida a una “agricultura de decisión”, que plantea nuestra autonomía y nuestros derechos.  Además de construir nosotros mismos las herramientas/hardware, de modo que podemos controlarlos (por ej. equipos agrícolas basados en una bici, equipos de bricolaje montados en un tractor  “en taller” etc.), desarrollamos nuestro propio  software y Apps  de código abierto  (por ej. un software de gestión adaptivo llamado “farmOS”). También hemos empezado a usar drones, sensores (por ej. para el control de los invernaderos, las cercas, etc),  big data y observación propiciada por la tecnología para mejorar nuestros sistemas de cultivo y adaptarlos a las condiciones locales y a los cambios del clima.  Muchas de estas prácticas comparten filosofía y enfoque con comunidades de Ciencia Ciudadana como Publiclab.org, y trabajan para ayudar a las comunidades, con herramientas de control de bajo costo, a responsabilizar a los funcionarios que los representan en materia de justicia ambiental. Publiclab hace hincapié en ámbitos como  análisis del suelo (de contaminación) asequibles a cualquiera, y vigilancia del carbono (mediante espectrometría). Nuestra estrategia se centra en comunicar y compartir conocimientos agrícolas pertinentes a escala local superando las barreras culturales, geográficas e idiomáticas.

Nos encontramos en una encrucijada interesante que pondrá patas arriba los costes y  accesibilidad de las herramientas digitales. La siguiente generación de micro-controladores de código abierto y de dispositivos conectados a Internet y las baterías y motores asociados a ellos  es mucho más barata,  accesible y escalable para los pequeños productores, e incluso puede presentar ventajas económicas con respecto a sistemas propietarios a gran escala. El control climático de bajo coste, la automatización simple,  la vigilancia de los animales, y los procesos de valor añadido en la explotación, son solo muestras de usos con un potencial interesante para los pequeños agricultores.

Las herramientas de comunicación de bajo coste también son fundamentales para compartir y mejorar los conocimientos prácticos en respuesta a las complejidades de la agricultura regenerativa y sentar las bases para la valoración de la función de los ecosistemas. Con herramientas de comunicación inter pares para intercambiar y adaptar diseños a las condiciones locales, se logra incluso mejorar la eficacia de diseños simples de hardware y  la creación de hardware local desde la explotación. Incluso estamos explorando redes inter pares con capacidad para generar redes funcionales de comunicación entre agricultores fuera de Internet. 


[1]              Zaï es una técnica tradicional de cultivo de África Occidental que consiste en cavar pozos en micro-cuencas usando una especie de pico con un pequeño mango (llamado daba), y sembrar después las semillas. Este tipo de cultivo especial permite concentrar agua y estiércol en zonas áridas y semi-áridas.

[2]              Sobre todo los pequeños hortelanos consideran que hay ‘carencias en equipos’ a medida que se trabaja para recrear la diversidad en los sistemas de cultivo y las regiones donde ha habido concentración y simplificación.

[3]              Ver artículo sobre FarmHack y Atelier Paysan en el  Boletín núm. 36 – Agroecología : innovación real desde y para los pueblos

[4]              A menudo las grandes empresas de maquinaria agrícola impiden que los agricultores puedan reparar los tractores que les compran. Una cláusula del contrato de compra exige que las reparaciones se lleven a cabo por .. acreditados.  El movimiento por el “derecho a reparar” lo rechaza, y defiende el derecho de los agricultores a reparar su maquinaria.