Boletín núm. 4 – Editorial

Volatilidad y mercados

Ilustración, Anna Loveday-Brown

Una nueva crisis de precios alimentarios: ha llegado la hora de colocar a las personas en el centro del sistema alimentario. Niveles crónicos y persistentes del hambre en aumento. Una demanda creciente ante recursos renovables al borde del colapso. Patrones de consumo y de desperdicios insostenibles.

Cultivos que se desvían de la alimentación hacia el combustible. Vulnerabilidad extrema. Caos climático. Inestabilidad política y disturbios por los alimentos. Mercados organizados contra la mayoría y a favor de una minoría. Espirales de precios alimentarios…El sistema alimentario dominante no está funcionando. Porque es un sistema adaptado a un mercado en el que el poder adquisitivo es más importante que los derechos, en el que los alimentos, la tierra, el agua y otros recursos se han reducido a meras mercancías. Es un sistema en el que el poder de decisión sobre quién produce qué, cómo, para quién o por quien recae en un puñado de empresas, y en el que se han retirado ostensiblemente las políticas públicas para regular los mercados agrícolas o financieros. Este sistema ahora colisiona con sus propios límites. Hunde a mil millones de productores y consumidores en la pobreza y no acomete las consecuencias ecológicas de un sistema alimentario defectuoso. Aumentan las desigualdades, y se arrebatan los derechos fundamentales a las personas. Ante la segunda crisis grave de precios alimentarios de los últimos tres años, algunos gobiernos han perdido su fe en la capacidad de los mercados internacionales para suministrar los alimentos necesarios.

La comunidad internacional se ve forzada a abordar el problema. Sin embargo, sigue sin reconocer las causas principales de la crisis persistente y sin dar respuestas coordinadas y coherentes que vayan más allá de la defensa de intereses a corto plazo. Ha llegado la hora de colocar a las personas en el centro del sistema alimentario. En un sistema
semejante, se logra el suministro de alimentos gracias a una agricultura ecológica resiliente y de pequeña escala, que produzca alimentos suficientes y necesarios para todos.

Las políticas deberían asentarse en el derecho a la seguridad alimentaria, nutricional y ecológica. Los pequeños productores de alimentos y las Organizaciones de la Sociedad Civil claman por los cambios radicales necesarios mediante la movilización de fuerzas y la contribución al debate para transformar políticas a escala nacional e internacional.

Thierry Kesteloot, Oxfam-Solidarity