Cuadro 1
La COVID- 19 enfatiza por qué deben desaparecer las cadenas globales de suministro de alimentos controladas por las corporaciones
La pandemia de la COVID-19 ha dejado clara la fragilidad de las cadenas globales de suministro de alimentos que han venido dominando cada vez más la producción y distribución de alimentos tanto en el Norte global como en el Sur global. La cadena ya se está rompiendo por uno de sus eslabones más críticos: la mano de obra migrante. Las personas trabajadoras están siendo víctimas de la COVID-19 al verse privadas de los equipos de protección más básicos, como las mascarillas, y debido a unas condiciones de trabajo de gran aglomeración, donde las normas de distancia social parecen una simple burla.
No obstante, la cadena global de suministros no sólo se ve amenazada por los problemas de la producción y del procesamiento, sino también por los cuellos de botella del transporte, sobre todo en nodos centrales clave como el de Rosario (Argentina), por el miedo de la gente a los transportes de larga distancia como principales transmisores del virus. La crisis alimentaria global de 2007-2008 debería haber dejado patente la vulnerabilidad de las cadenas globales de suministro controladas por las corporaciones, pero no han hecho sino ampliarse desde entonces.
¿Qué cambios en el sistema alimentario global nos impulsa a implementar la debacle de la COVID-19? Posiblemente, la medida más importante sea devolver la producción de alimentos a sistemas localizados más sostenibles basados en pequeños productores. Además de la producción localizada, el menor uso de combustibles fósiles que se requiere resultará mucho mejor para el clima que la producción basada en cadenas de suministro.
Es necesario respetar las tecnologías agrarias tradicionales campesinas e indígenas, puesto que constituyen un enorme acervo cultural y de conocimiento, y representan la evolución de un equilibrio beneficioso entre la comunidad y la biosfera.
A menudo se dice que las crisis no deben desaprovecharse. Si puede sacarse algo bueno de la crisis de la COVID-19, es la oportunidad que abre a la soberanía alimentaria.
El artículo completo está disponible en https://www.tni.org/files/publication-downloads/web_covid-19.pdf
Cuadro 2
La relocalización de los sistemas alimentarios y la agroecología: los caminos a seguir
La crisis de la COVID- 19 ha demostrado que los sistemas alimentarios locales y los canales cortos de comercialización son más resilientes y capaces de innovar en tiempos de crisis, así como de alimentar a las personas con alimentos sanos sin depender de un gran número de eslabones de las cadenas de suministro.
Las iniciativas más eficaces para enfrentar las crisis provocadas por la COVID se han producido sobre todo entre distintas comunidades locales organizadas a múltiples niveles, a menudo en colaboración con organismos gubernamentales y poderes públicos receptivos. Éstas han movilizado y apoyado la distribución de paquetes de alimentos y comidas preparadas, productos básicos, materiales de protección sanitaria, semillas, insumos para la producción y otros elementos de apoyo a la subsistencia para familias y comunidades vulnerables tanto dentro de los países como en otros países y regiones.
En cada zona, los agricultores y agricultoras familiares, los pescadores y pescadoras, y las organizaciones de consumidores han generado y reforzado conexiones directas a través de modelos de agricultura sostenida por la comunidad (ASC), pesquerías apoyadas por la comunidad, entregas directas a domicilio, o incluso la expansión de cooperativas alimentarias y de programas sociales. Cuando ha sido posible, los productores y productoras han empleado las plataformas online para comercializar sus productos de forma directa. Los esquemas de apoyo mutuo, desde las cocinas comunitarias hasta las ASC y las clínicas comunitarias, han ayudado a cerrar la brecha del hambre y la pobreza.
Las principales propuestas de cambio sistémico que presentan estas comunidades son la agroecología y la relocalización de los sistemas alimentarios: apoyar la producción agroecológica, las economías sociales y su protección, la comercialización cooperativa, los canales cortos y las cadenas de suministro cortas, así como garantizar unos entornos de trabajo seguros y el correcto funcionamiento de los mercados alimentarios de los territorios, al igual que otras formas de suministro de alimentos producidos por pequeños agricultores y ganaderos locales, incluida la compra pública de alimentos.