Cuadro 1
Manejo comunitario de bosques: práctica histórica para transformar y resistir [1]
El Manejo Comunitario de Bosques (MCB) es una forma de vida y una práctica cultural y espiritual –por lo tanto, histórica–, desarrollada por Pueblos Indígenas y comunidades locales para controlar políticamente y gestionar de forma organizada y planificada el territorio y sus bienes y recursos naturales. Es un proceso político que, a través de mecanismos horizontales en la toma de decisiones, que incluyen la transparencia y la rendición de cuentas al resto de la comunidad, logra la conservación y el uso sustentable de la Naturaleza así como beneficios sociales, medioambientales, culturales y económicos.
El MCB también incluye aspectos de tecnología apropiada, conocimiento ancestral y prácticas comunitarias de planificación y uso ordenado de recursos, pero va más allá́ de un simple manejo técnico, como es el denominado manejo sustentable de bosques (defendido por la ciencia forestal) que muchas veces destruye los bosques y la biodiversidad, favoreciendo a las corporaciones.
El MCB está estrechamente ligado a la Agroecología. Son enfoques amplios, integrales, dinámicos y diversos que responden y se adaptan a las condiciones geográficas, ecológicas y culturales de cada territorio, sus bienes comunes y los conocimientos tradicionales asociados. Mientras la agroecología se enfoca en los elementos centrales de la alimentación, como suelos, semillas, bienes de los que dependen los pueblos recolectores o pescadores artesanales, aguas y zonas pesqueras o de pastoreo, entre otros, el MCB dirige sus acciones hacia los demás bienes naturales y culturales manejados, usados y protegidos en los bosques, como árboles, semillas forestales, madera, fibras, fauna o incluso la salud del ecosistema.
Es necesario dimensionar la ingente cantidad de personas y familias que ponen en práctica la Agroecología en el marco del MCB para reafirmar la importancia de los bosques para el derecho a la alimentación.
Cuadro 2
Digitalización de la agricultura y alimentación
Escuchamos por doquier que la digitalización de todos los aspectos de la vida es un futuro ineludible que debemos aceptar de buen grado. En el caso de la agricultura y la alimentación, se habla de la Cadena Alimentaria Digital como la nueva opción para resolver problemas de hambre y clima. “Lo digital”, dicen, potenciará la agroecología, fortalecerá las comunidades, promoverá la independencia. En realidad, la digitalización de la agricultura abre la puerta a una mercantilización extrema de la naturaleza por parte de las agro-empresas tóxicas de siempre, ahora aliadas en diversas configuraciones con las gigantes de Big Data. El diseño de nuevos transgénicos, la especulación con el carbono de suelos agrícolas y la llamada intensificación sustentable, necesitan herramientas digitales para llevarse a cabo.
La digitalización de los sistemas agroalimentarios se define como “aplicación de herramientas, estrategias y modelos de negocio digitales a la alimentación y la agricultura.” Esta definición no explica que la dependencia con las herramientas digitales de las gigantes tecnológicas exacerba el extractivismo corporativo y desplaza la labor humana, que las estrategias digitales se construyen con saqueo de información, espionaje a las comunidades y manipulación del consumo, y que los modelos de negocio digitales se refieren a lograr más control de la biodiversidad, los sistemas productivos y la deshabilitación humana mediante tecnologías de automatización, acaparamiento y procesamiento de datos (desde robots a inteligencia artificial), de tal forma que solo las empresas puedan decidir qué se cultiva, qué se extingue, cómo se procesa lo cosechado, y quién se lo come.
[1] Artículo elaborado a partir de la publicación de Amigos de la Tierra Internacional, Manejo Comunitario de Bosques y Agroecología. Vínculos e Implicaciones.