Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

La arquitectura mundial de la deuda viola los derechos humanos

La Vía Campesina Ecuador

Actualmente, Ecuador tiene un préstamo de 8.705 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, lo que le convierte en el cuarto país más endeudado a nivel mundial. En el 23º acuerdo entre Ecuador y el FMI se describe el préstamo como un apoyo a las políticas de Ecuador para estabilizar la economía y salvaguardar la dolarización. También se pretende avanzar en un programa  de reformas estructurales.

Sin embargo, organizaciones campesinas, indígenas y de la sociedad civil han cuestionado el préstamo y alertado sobre los impactos de las medidas y condiciones impuestas por el FMI. Entre sus principales acuerdos están la eliminación de los subsidios a los combustibles, costes laborales, una nueva reforma tributaria y otras condiciones.

Reiteramos que esta arquitectura mundial de la deuda viola los derechos humanos, sumiendo en la pobreza y el endeudamiento a campesinos, pueblos indígenas y a toda la clase trabajadora. Denunciamos también la ola de criminalización, estigmatización y persecución que padecemos, intensificada por nuestra lucha y resistencia en defensa de una vida digna. Muchos dirigentes y representantes de movimientos sociales están siendo procesados y corren peligro, mientras se avecinan complejas medidas cuyo coste social será elevadísimo.

Voces desde el campo 2

El FMI y el Banco Mundial han intensificado la presión para privatizar la tierra en Sri Lanka

Anuka Vimukthi MONLAR, Sri Lanka

Dos días antes de las elecciones presidenciales de septiembre de 2024, Sri Lanka se vio obligada a firmar un acuerdo de reestructuración de la deuda con acreedores internacionales, sin discusión pública ni debate parlamentario. Este acuerdo secreto daba prioridad al pago de la deuda sobre los derechos y el bienestar de nuestro pueblo.

Durante años, a través de programas de ajuste estructural, las instituciones financieras internacionales han empujado a Sri Lanka hacia una agricultura orientada a la exportación. Estas reformas han favorecido la agroindustria y la agricultura intensiva en capital, y nos ha dejado a los campesinos y pequeños pescadores dependientes de los mercados de semillas, fertilizantes, redes y barcos, erosionando nuestra autonomía y nuestros sistemas alimentarios.

Ahora, bajo el 17º programa del FMI, la carga de la estabilización económica ha recaído sobre los más pobres. Las medidas de austeridad, entre ellas la fijación de precios de la energía con recuperación de costes, prácticamente han triplicado los costes del combustible y la electricidad, devastando los medios de vida. El aumento de los impuestos sobre equipos e insumos ha sumido a muchos campesinos en la pobreza y el endeudamiento.

Hace mucho tiempo que el FMI y el Banco Mundial presionan para que se privaticen los mercados de la tierra. Con este último programa han vuelto a exigirlo, lo que hace temer un desposeimiento masivo de tierras.

Como miembro de MONLAR formo parte de un creciente movimiento de resistencia frente a estas medidas injustas. Estamos intensificando nuestra campaña e instando al gobierno a que reconozca la soberanía alimentaria y los derechos de los campesinos.as y trabajadores.as rurales como elementos centrales de la política agrícola y económica de Sri Lanka.

Voces desde el campo 3

El impago de la deuda de Kenia dio lugar a acuerdos de libre comercio que criminalizan a los campesinos.as

Susan Owiti, Liga de Campesinos de Kenia

La deuda pública de Kenia es ingente. En 2024 el ratio deuda/PIB del país rondaba el 68%.

Actualmente, el servicio de la deuda del gobierno keniano consume cerca del 48% del presupuesto nacional y alrededor del 55% de los ingresos del país. Esto afecta directamente a los campesinos.as, ya que los fondos destinados a apoyar los derechos de los campesinos en Kenia son desviados al servicio de la deuda.

También significa que las familias se ven obligadas a pedir prestado para sobrevivir e incluso pagar servicios que han sido privatizados. El aumento de los costes, la deuda creciente y la fuerte presión de los prestamistas están empujando a los hogares a una crisis cada vez más profunda. A medida que el Estado elimina o recorta todas las subvenciones e incentivos existentes, los agricultores, atrapados en un sistema agrícola convencional que depende de plaguicidas y fertilizantes, se endeudan aún más. A falta de planificación estatal o de apoyo a una transición agroecológica significativa, muchos campesinos quedan a merced del mercado, que les falla sistemáticamente.

El incumplimiento por parte de Kenia de sus obligaciones de servicio de la deuda condujo a la negociación de acuerdos de libre comercio que promueven leyes que criminalizan el modo de vida campesino, como la Mung Bean Bill, (que criminaliza el cultivo sin licencia del mungo, un tipo de frijol), o la Ley de Semillas y Variedades Vegetales. Otro ejemplo es la actual Asociación Estratégica de Comercio e Inversión entre Estados Unidos y Kenia, entre cuyas condiciones estaba el levantamiento de la prohibición de los OMG.

Voces desde el campo 4

Argentina se aparta de la soberanía alimentaria

Diego Montón, Movimiento Campesino Indígena Argentino, MNCI Somos Tierra

En marzo de 2025, el Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó una reestructuración de la deuda argentina, concediéndole ilegalmente 20.000 millones de dólares. Estos se suman a los 41.052 millones de dólares prestados en 2018.

La deuda argentina representa el 30% del total de los préstamos del FMI, lo que convierte a este país en el mayor deudor. Su deuda representa casi el 10% del producto interior bruto: es impagable. Cabe preguntarse, ¿por qué el FMI sigue prestando a Argentina? Laura Richardson, responsable del Comando Sur de Estados Unidos, declaró en un acto del Atlantic Council: «América Latina es clave porque tiene agua, alimentos, petróleo y el 60% del litio del mundo.» Javier Milei promulgó un régimen de inversiones (RIGI) que otorga amplios beneficios al capital financiero, sin impuestos ni regulaciones. La directora del FMI, Kristalina Georgieva, instó a los argentinos a votar para seguir en esa dirección.

Más allá de la reestructuración que conlleva cada acuerdo con el FMI, la deuda obliga a los Estados a permitir el extractivismo. La única vía que tiene hoy Argentina es organizarse y luchar para repudiar la deuda con el FMI y avanzar juntos hacia la soberanía alimentaria, la independencia económica y la justicia social.

Cuadros

Cuadro 1

El sistema financiero mundial dicta la liberalización del comercio: Una llamada a volver a imaginar el comercio entre países

La institucionalización del neoliberalismo se produjo con el Consenso de Washington, impuesto por el FMI y el Banco Mundial mediante préstamos condicionados. Entre sus políticas básicas estaban la liberalización del comercio, la privatización de las empresas estatales, los recortes del gasto público, la desregulación y la nueva regulación sesgada hacia las empresas. La Organización Mundial del Comercio (OMC) refuerza aún más estos principios mediante acuerdos comerciales mundiales que favorecen al capital transnacional.

La Vía Campesina (LVC) surgió como una fuerza mundial de resistencia campesina a las reformas neoliberales y a la OMC. Aunque las movilizaciones campesinas han contribuido a frenar los avances de la OMC desde 2001, su Acuerdo sobre la Agricultura de 1995 permite aún hoy que naciones poderosas como Estados Unidos,  y la UE, impulsen programas comerciales agresivos que penalizan el apoyo a los pequeños productores de alimentos. Los acuerdos comerciales bilaterales y regionales han agravado aún más la pobreza rural. Estos sistemas comerciales restringen la aplicación de políticas de soberanía alimentaria por parte de los gobiernos -tanto del Norte como del Sur. Califican a la regulación de los mercados nacionales, las ayudas a los precios para los pequeños productores de alimentos y la contratación pública de «distorsionadores del comercio» , priorizando el acceso de las empresas por encima del interés público.

En los últimos dos años han estallado protestas campesinas en más de 65 países, lo que señala la necesidad de un nuevo sistema comercial. LVC está iniciando una campaña para construir un nuevo marco mundial para el comercio agrícola entre países, basado en principios de cooperación y solidaridad transnacional y que defienda la soberanía alimentaria de cada país. Es importante que los movimientos de pequeños productores de alimentos y trabajadores, y todos aquellos comprometidos con la soberanía alimentaria, se unan a este esfuerzo colectivo para construir una alternativa económica real. Para más información: www.viacampesina.org  

Cuadro 2

El papel de la financiarización como motor del acaparamiento de tierras

La financiarización desempeña un papel central en el aumento del acaparamiento de tierras y de recursos naturales a escala mundial; impulsa la concentración de la tierra y socava la capacidad de las comunidades para alimentarse a sí mismas y a otros. Desde la crisis financiera de 2008-09, la tierra se ha tratado cada vez más como un activo financiero. Alrededor de 65 millones de hectáreas han sido adquiridas en todo el mundo; entre 2005 y 2017, los fondos de pensiones, seguros y dotaciones han invertido alrededor de 45.000 millones de dólares en tierras de cultivo. En 2018 estas entidades representaban el 45% de las inversiones totales en tierras agrícolas.

Las crisis ecológicas actuales -cambio climático, pérdida de biodiversidad y degradación de los ecosistemas- tienen su origen en la extracción capitalista. No obstante, los actores financieros y empresariales ahora sitúan estas crisis como oportunidades de inversión. Funciones naturales como el almacenamiento de carbono se rebautizan como «servicios ecosistémicos», se les asigna un valor económico y se comercializan. El valor estimado de estos llamados «activos naturales» es de 4.000 billones de dólares. Los mercados del carbono y la biodiversidad, en particular, han impulsado una nueva oleada de «acaparamientos verdes», y cerca del 20% de los acuerdos actuales de compraventa de tierras a gran escala están vinculados a la bioeconomía. Se prevé que los mercados de carbono por sí solos cuadrupliquen su valor en los próximos diez años, intensificando la presión sobre la tierra y despojando a las comunidades en nombre de la sostenibilidad y las pretensiones de «emisiones netas cero».

Cuadro 3

Desregulación y cambio neoliberal en la agricultura mundial

Mediante las condiciones impuestas a los préstamos y demás financiación, y el asesoramiento político, el FMI y el BM han desempeñado un papel fundamental en el aumento de la financiarización, la desregulación de los mercados y la regulación favorable a las empresas en los sectores alimentario, agrícola y afines. El resultado ha sido el acaparamiento de tierras, una mayor exposición de los pequeños agricultores a la volatilidad de los precios, la concentración de los mercados y del poder financiero en manos del agronegocio y la expansión de la agricultura industrial contaminante.

Pakistán ha desregulado recientemente el sector del trigo, en línea con las condicionalidades del FMI, ha eliminado el Precio Mínimo de Apoyo y está liquidando la Corporación de Almacenamiento y Servicios Agrícolas de Pakistán (PASSCO)[1] . En Argentina, las medidas de austeridad avaladas por el FMI han provocado despidos masivos y recortes en los servicios sociales, la desregulación del mercado alimentario y la desregulación de la Ley de Tierras Rurales. En Ecuador, la cría de camarones respaldada por el BM ha destruido los manglares y ha desplazado a las comunidades locales, poniendo de relieve los costes medioambientales y sociales de tales políticas.

Estos cambios en los marcos normativos no se limitan a los países en desarrollo, ni se imponen únicamente a través de las instituciones crediticias.

Un ejemplo ilustrativo son los Acuerdos de Blair House de 1992, acuerdos bilaterales clave sobre subvenciones agrícolas celebrados entre Estados Unidos y la Unión Europea. Mediante estos acuerdos la UE puso fin a las cuotas de producción lechera. Muchos pequeños agricultores europeos se enfrentaron a una mayor competencia y a la inestabilidad de los precios. De ahí que entre 2007 y 2022 el número de pequeñas explotaciones en la UE disminuyera en un 44%, al tiempo que el número de mega-granjas aumentó en un 56%.

Los acuerdos de Blair House allanaron después el camino para el Acuerdo sobre la Agricultura[2], el primer marco multilateral sobre comercio agrícola, que dictó los contornos de muchas negociaciones posteriores de Acuerdos de Libre Comercio de la OM- y permitió la globalización del agronegocio, marginando al campesinado. 

Las políticas de desregulación también han tenido un impacto considerable sobre el sector agrícola en Estados Unidos, en particular el desmantelamiento del modelo de precios de referencia[3] y del sistema de gestión de la oferta basado en cuotas, que proporcionaba estabilidad a los pequeños agricultores.

La desregulación autónoma en los países ricos también ha contribuido a ampliar el poder de los mercados y actores financieros dentro de los sistemas alimentarios. Esto ha conducido al comercio especulativo, a precios récord de los alimentos, a una mayor volatilidad de los precios en todo el mundo y a la apertura de nuevos mercados para las semillas modificadas genéticamente.

Así pues está bastante claro que la ideología económica neoliberal que concede prioridad a los mercados financieros en detrimento de las personas, está profundizando la desigualdad, imponiendo medidas de austeridad que están debilitando las economías rurales y erosionando la rendición pública de cuentas. Las protestas en curso en varios países reflejan una creciente resistencia frente a la retirada del Estado de su obligación de servir a las personas, no a los mercados.

En todo caso, lo que necesitamos no es desregulación, sino más regulación del mercado para proteger los intereses de la gente.

[1] La Corporación de Almacenamiento y Servicios Agrícolas de Pakistán (PASSCO por sus siglas en inglés), entidad de propiedad estatal, compra trigo y otros cultivos básicos a precios de apoyo para garantizar un rendimiento justo a los productores de alimentos, mantener reservas estratégicas y estabilizar los precios de mercado.

[2] El Acuerdo sobre la Agricultura es un acuerdo de la OMC destinado a reformar el comercio de productos agrícolas. Se estableció durante la Ronda Uruguay del Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio (GATT) y entró en vigor con la creación de la OMC en 1995.

[3] Conforme a los precios de referencia (parity pricing), el gobierno establecía precios de apoyo -por ejemplo, mediante precios mínimos o subvenciones- basados en el coste de los insumos y el nivel de vida de la época base, ajustados a la inflación.

Destacados

Destacados 1

Implicaciones del sistema financiero mundial en la soberanía alimentaria

Una de las mayores amenazas para la soberanía alimentaria es el poder que ostenta el sistema financiero mundial sobre la economía real, los sistemas alimentarios y la gobernanza alimentaria y económica.  Desde la aparición del neoliberalismo en la década de 1980, se ha producido una expansión de los mercados financieros mundiales y el capital financiero se ha introducido en las economías nacionales y subnacionales a través de la banca, las microfinanzas y las inversiones extractivas y especulativas en sectores críticos como la alimentación, la tierra, la agricultura, el agua, la minería, la energía, la promoción inmobiliaria y la infraestructura física. Esto ha sido posible por los cambios en la reglamentación financiera y las tecnologías financieras digitales (fintech) que permiten el libre movimiento del capital entre las fronteras nacionales y a escala mundial, llegando a las comunidades por medio de aplicaciones bancarias/pagos digitales (a través de teléfonos móviles). Una amplia variedad de instrumentos financieros, desde fondos de pensiones, fondos de inversión y fondos de índice, hasta valores y derivados, han permitido a empresas y particulares obtener beneficios desproporcionados de estas inversiones, con enormes costes para la economía real, la biodiversidad, el medio ambiente, el empleo estable, el acceso a los alimentos y el clima. La globalización financiera ha permitido la especulación con los alimentos básicos y los productos agrícolas básicos -donde los operadores compran y venden contratos de futuros sobre materias primas alimentarias y/o apuestan por los precios de los futuros para obtener beneficios- aumentando la vulnerabilidad mundial frente a las crisis financieras y alimentarias recurrentes.

Las crisis financieras ocasionan graves repercusiones negativas a los pequeños proveedores.as de alimentos, los trabajadores.as y las comunidades rurales y urbanas pobres, en sus medios de vida, empleo, ingresos, soberanía alimentaria y salud, especialmente en el Sur Global. Los efectos se ven agravados por la escasez (o inexistencia) de medidas nacionales de protección social, mitigación del hambre y la malnutrición, asistencia sanitaria y alivio de la deuda, que son importantes amortiguadores frente a las crisis económicas. Durante décadas, los programas de ajuste estructural (PAE) y las medidas de austeridad elaboradas por el BM y el FMI, han atrapado a muchos países del Sur en círculos viciosos de endeudamiento, cuyos componentes básicos son la liberalización del comercio y la inversión, la privatización y la desregulación. Como contrapartida a los préstamos para mantener el funcionamiento de las economías nacionales y el acceso a los mercados mundiales de capital, el BM y el FMI siguen exigiendo recortes drásticos en las ayudas estatales para bienes y servicios esenciales, la eliminación de la protección a los trabajadores, los pequeños productores agrícolas y el medio ambiente, y reformas radicales de las políticas y normativas nacionales para ponerlas al servicio del sector empresarial y los mercados libres.

Los PAE y el neoliberalismo allanaron el camino para la financiarización de los alimentos, que conlleva una participación mucho mayor de las entidades financieras (bancos comerciales, fondos soberanos, fondos de inversión privados, empresas de gestión de activos, etc.) en los sistemas alimentarios, y en las transacciones mundiales de productos financieros vinculados con los alimentos y la tierra y otros elementos esenciales para la producción de alimentos. La crisis alimentaria de 2008 aceleró la financiarización de los alimentos, ya que los Estados se apresuraron por garantizar el suministro de alimentos, creando nuevas oportunidades de beneficio para los inversores financieros.

La financiarización y la escasa reglamentación antimonopolio han permitido a las empresas consolidar su volumen de mercado y su poder en los sistemas alimentarios mediante fusiones y adquisiciones. Las empresas más grandes atraen más inversión financiera de bancos y gestores de activos, lo que a su vez permite a estas consolidarse aún más, dando lugar a la concentración empresarial en los sistemas alimentarios.  Con mayor poder financiero y de mercado, las empresas pueden configurar la gobernanza de los sistemas alimentarios, influyendo a su favor en las políticas, normativas, leyes e investigaciones a escala nacional e internacional,  en detrimento de millones de pequeños.as proveedores de alimentos, trabajadores.as, pueblos indígenas y poblaciones rurales, periurbanas y urbanas. Una tarea urgente para los movimientos de soberanía alimentaria de todo el mundo es desarrollar medidas estratégicas, aplicables jurídicamente y ejecutivas, para hacer retroceder e impedir que las finanzas globales se infiltren en los sistemas alimentarios mundiales.

Destacados 2

¡Necesitamos un impulso mundial para la cancelación de la deuda!

En el centro de la actual crisis alimentaria mundial se encuentra un sistema comercial moldeado por políticas neoliberales, que sitúa a los beneficios por encima de las personas y favorece los intereses de países exportadores grandes y ricos. Estas políticas promueven enfoques orientados al mercado, permitiendo el dominio de la gran agroindustria a expensas de los pequeños proveedores de alimentos que han alimentado a las comunidades durante generaciones. La concentración del mercado deja a los proveedores de alimentos a pequeña escala y a los trabajadores marginados en lo social y en lo económico, y el acceso a los alimentos deja de ser un derecho para convertirse en un privilegio.

Las políticas neoliberales y dominadas por el mercado están profundamente interconectadas con la política de la deuda. Los países en desarrollo afrontan problemas económicos importantes por la concentración de los mercados agrícolas, la disminución de los ingresos y la agobiante deuda externa con acreedores públicos y privados.  Para mantener el acceso al capital internacional, los gobiernos de los países sobreendeudados se ven obligados a priorizar el reembolso de la deuda sobre el bienestar de sus ciudadanos y a promulgar políticas favorables a las empresas y al mercado, en lugar de programas que apoyen la soberanía alimentaria y la agricultura sostenible.  Esto crea un círculo vicioso en el que las necesidades de las personas siguen siendo marginadas en beneficio de las obligaciones financieras con los acreedores internacionales.

Según la UNCTAD, la deuda externa de los países en desarrollo alcanzó la cifra récord de 11,4 billones de dólares en 2023, y 54 naciones en desarrollo, casi la mitad en África, dedicaron un mínimo del 10% de los fondos gubernamentales al pago de los intereses de la deuda. En la actualidad, 3.300 millones de personas viven en países que gastan más en el pago de la deuda que en sanidad o en educación.

El 3er Foro Global Nyéléni, previsto para septiembre, tendrá lugar en Sri Lanka, un país que ha padecido graves problemas económicos debido a la deuda externa. En 2022 Sri Lanka incumplió los pagos de la deuda externa, lo que dio lugar a un programa de reestructuración dirigido por el FMI. El gobierno se vio obligado a dar prioridad al pago de la deuda sobre los derechos de los ciudadanos, lo que afectó gravemente a la capacidad del país para invertir en la producción de alimentos, los medios de vida rurales y la seguridad social de su población.

Los datos actuales muestran que el 60% de los países de renta baja y el 30% de los países de renta media se enfrentan a problemas de endeudamiento, que limitan su capacidad para invertir en soberanía alimentaria y servicios sociales, agravando así el hambre y la desigualdad. El 3er Foro Nyéléni debe convertirse en un espacio donde generar resistencia y hacer campaña contra estas políticas. La deuda no es sólo una carga financiera: es un grillete que limita la capacidad de los gobiernos para dar prioridad al bienestar de sus pueblos, y un arma que permite seguir extrayendo riqueza de sociedades cuyas crisis fueron creadas, ante todo, por la deuda.

La cancelación de la deuda es esencial para romper este ciclo porque permitiría a los países dar prioridad a sus gentes y comunidades, centrándose en sistemas alimentarios agroecológicos en los que los pequeños productores de alimentos pudieran alimentar a sus comunidades en armonía con los territorios.

Destacados 3

¿Cómo obtener financiación para construir la soberanía alimentaria?   

La construcción de la soberanía alimentaria y la expansión de la agroecología requieren una infraestructura pública social, física, económica y financiera dedicada y continua. Se necesita una financiación de un tipo y un volumen adecuados y suficientes a múltiples niveles, para garantizar que los y las  pequeños proveedores de alimentos dispongan de los fondos y otros recursos (como tierra, energía y agua) necesarios para invertir en producción, transformación, almacenamiento y distribución/comercialización. Al mismo tiempo, se necesitan marcos políticos propicios para proporcionar la financiación necesaria, así como para reforzar las bases sociales, económicas y medioambientales de la soberanía alimentaria y la agroecología: la financiación no debe atrapar a los pequeños proveedores de alimentos en ciclos de endeudamiento, y las políticas deben protegerlos de la competencia de las empresas agroalimentarias.

Una medida crucial es reorientar los presupuestos multilaterales nacionales y mundiales dirigidos a la alimentación, la agricultura y el clima, alejándolos de los sistemas alimentarios industriales y empresariales y de las cadenas de valor, y dirigiéndolos hacia la soberanía alimentaria y la agroecología. La eliminación de las enormes subvenciones directas e indirectas que recibe el agronegocio para la producción, las exportaciones, el transporte, la comercialización y la protección frente a las responsabilidades socioambientales liberará ingentes cantidades de dinero a varios niveles, que podrán utilizarse para financiar las infraestructuras necesarias para la soberanía alimentaria.

Al mismo tiempo, se pueden movilizar flujos de ingresos públicos a través de diversos tipos de impuestos: impuestos progresivos generales; gravar a las empresas de forma adecuada, incluyendo los beneficios de los hipermercados y las transacciones digitales; impuestos extraordinarios sobre los beneficios de la especulación con alimentos/productos básicos/tierras; impuestos sobre los alimentos basura y altamente procesados, etc. Deben cerrarse los paraísos fiscales y establecerse y aplicarse leyes contra la evasión fiscal y la corrupción, incluida la confiscación de los activos de los ricos que evaden impuestos. El dinero procedente de estas medidas puede utilizarse para subvencionar el suministro de alimentos a pequeña escala, las cooperativas de productores y consumidores, los mercados territoriales, los bancos de alimentos comunitarios, los seguros médicos comunitarios y otros servicios colectivos importantes para la soberanía alimentaria. Y lo que es más importante, pueden liberar dinero para aliviar la deuda de las comunidades rurales y urbanas pobres y facilitarles el acceso a créditos adecuados, de modo que puedan reconstruir sus capacidades económicas.

La soberanía alimentaria se basa en el derecho de las personas y las comunidades a la alimentación y a vivir una vida plena, saludable y productiva, con dignidad, justicia e igualdad, para las generaciones presentes y futuras.  Esto exige una inversión amplia y continuada por parte de los gobiernos y la sociedad para transformar los sistemas sociales, políticos y económicos, de modo que el suministro de alimentos a pequeña escala obtenga los recursos financieros que necesita con urgencia. Esto incluye medidas como la compra pública de alimentos producidos de modo agroecológico para los comedores escolares y otras necesidades alimentarias de la comunidad; la inversión pública en mercados territoriales y protección medioambiental; acabar con la especulación alimentaria, y políticas que garanticen salarios dignos y condiciones laborales seguras para los trabajadores del sistema alimentario, especialmente para las mujeres. Los sistemas financieros internacionales desregulados, que socavan la soberanía alimentaria, son los que crean y exacerban las crisis alimentarias.  Es importante que los gobiernos y las agencias multilaterales emprendan acciones como las descritas anteriormente, para proteger nuestros sistemas alimentarios y también dar señales positivas a toda la sociedad en aras de apoyar la soberanía alimentaria.

Boletín núm. 60 – Editorial

Resistir a la amenaza del sistema financiero mundial, construir la soberanía alimentaria

Ilustración: Esta ilustración fue creada por miembros del departamento artístico de Tricontinental para el dossier nº 88: El pacto con el diablo de África con el Fondo Monetario Internacional. La obra ilustra el pacto con el diablo al  que se ven obligados todos los países africanos, y los costes que supone para su soberanía financiera, industrial, agrícola y política.

El 3er Foro Global Nyéléni tendrá lugar en Sri Lanka el próximo mes de septiembre. La elección de Sri Lanka ha sido deliberada: en 2022 un levantamiento popular conocido como Aragalaya derrocó al régimen neoliberal corrupto que había sumido al país en una grave crisis de deuda y malestar social.

Sri Lanka tiene una deuda externa de 57.000 millones de dólares, de los cuales adeuda en torno al 32% a instituciones financieras multilaterales como el Banco Asiático de Desarrollo, el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Debe otro 28% al Club de París. Prácticamente la cuarta parte de los ingresos del gobierno se dedica a reembolsar a los acreedores extranjeros, y gran parte de esta deuda incluye condiciones que promueven la privatización de los servicios públicos y la mercantilización de la tierra y los recursos naturales.

Sri Lanka no es un caso aislado. Veinte países africanos se enfrentan a problemas de sobreendeudamiento y casi la mitad de la población mundial vive en países que gastan más en el reembolso de la deuda que en servicios públicos. Las instituciones financieras internacionales (IFI) han reconfigurado los presupuestos nacionales y la arquitectura financiera de tal forma que los intereses del capital financiero priman sobre el bienestar y la salud de las personas y el planeta. Es necesario un contraataque mundial para construir soberanía alimentaria y sistemas alimentarios agroecológicos resistentes.

 En un diálogo reciente auspiciado por el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial, el Mecanismo para la Sociedad Civil y los Pueblos Indígenas recalcó que no puede haber soberanía alimentaria sin soberanía financiera. Esta edición del boletín profundiza en algunas de las cuestiones principales relacionadas con este tema y en propuestas de contraataque.

Focus on the Global South y La Vía Campesina

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Los pueblos indígenas y el derecho de pesca consagrado en los tratados

Rochelle Diver y el Jefe Gary Harrison, Indian Treaty Council (Consejo Internacional de Tratados Indios) (CITI) y Grupo de Trabajo de Pesca del CIP, Región de los Grandes Lagos y Alaska respectivamente

El derecho de pesca de los pueblos indígenas se consagró en Estados Unidos y Canadá por medio de los tratados “Nation to Nation” firmados entre los gobiernos coloniales y los pueblos indígenas. Sin embargo, en Alaska, la pesca de arrastre industrial ha aniquilado las poblaciones de salmón, acabando con los ecosistemas que los Pueblos Indígenas han protegido desde hace más de 25.000 años. La colonización reemplazó a la administración sostenible por codicia, pisoteando los derechos de pesca y destruyendo la naturaleza. Los arrastreros diezman los hábitats, matan salmones de forma indiscriminada y llevan a ríos enteros a la extinción, todo ello por el lucro. Esto es genocidio ecológico.

Además, la minería y las centrales de carbón están contaminando los peces con mercurio y otras sustancias químicas y, a la vez, están contaminando a nuestra gente. El 10% de los bebés que nacen en la región de los Grandes Lagos sufren pre-contaminación por mercurio. ¿De qué sirve el derecho a pescar si el pescado es perjudicial para nuestra gente y las generaciones futuras? Los impactos intergeneracionales del mercurio y los eternos productos químicos presentes en nuestros lagos no solo son físicos sino también culturales. Los impactos del mercurio sobre el desarrollo dificultan la capacidad de nuestros hijos de conservar nuestras lenguas, historias y tradiciones.

Apoyar los derechos indígenas es apoyar los derechos humanos y la pesca a pequeña escala. ¡Únase a nosotros en nuestra lucha por un sistema alimentario libre de tóxicos!

Voces desde el campo 2

Los pescadores y las pescadoras de Gaza: un modelo en la lucha por la soberanía alimentaria y la liberación

Saad Ziada, Union of Agricultural Work Committees (Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas) (UAWC), Palestina

El sector pesquero de Gaza ha sido totalmente destruido: hablamos de equipos, barcos, almacenes, todo. Antes del 7 de octubre los pescadores ya vivían en condiciones extremadamente precarias como consecuencia del bloqueo, que afectaba al acceso al mar, a los materiales entrantes y a las oportunidades de exportación. Ahora sus medios de subsistencia han sido destruidos y sus vidas y estilos de vida corren serio peligro de desaparecer. Los pescadores que intentaban pescar cerca de la costa en dispositivos flotantes improvisados para evitar morir de hambre han sido asesinados.

Desde el alto el fuego, muchas familias han regresado a sus barrios, pero no han encontrado nada. Solo hemos podido encontrar una embarcación motorizada que sobrevivió a toda la destrucción. Sin embargo, los pescadores se mantienen firmes y están deseosos de reconstruir sus medios de subsistencia, aunque el alto el fuego no ha cumplido sus promesas en cuanto a la entrada de combustible, equipos y otros materiales básicos para reanudar la vida. Incluso las redes son difíciles de conseguir, lo que nos deja pocas opciones para relanzar el sector pesquero. Pero estamos librando una lucha por la existencia, una lucha por la soberanía alimentaria y contra la supresión cultural. Como no podemos hacerlo solos, hacemos un llamamiento al Foro Mundial de Pueblos Pescadores, al Comité Internacional de Planificación (CIP) y a sus miembros, para que exijan la rendición de cuentas por los crímenes cometidos y nos apoyen en la reconstrucción de un sector pesquero de importancia cultural que sirva de modelo en la lucha por la soberanía alimentaria y la liberación.

Voces desde el campo 3

De la abundancia de pescado a la lucha por el sustento: La resiliencia en las comunidades pesqueras de Uganda

Namaganda Rehema, FIAN Uganda y Margaret Nakato, Katosi Women Development Trust

Los antaño prósperos lagos de Uganda se han convertido en lugares de control militarizado. Actualmente los soldados dominan las aguas donde antes los pescadores artesanales trabajaban libremente para mantener sus medios de subsistencia. Los pescadores se esfuerzan por cumplir las nuevas y severas normas pesqueras de 2017, aplicadas con brutalidad por la Unidad de Protección de la Pesca del ejército.

Los militares detienen rutinariamente a los pescadores, destruyen sus barcos y confiscan sus aparejos, actos que perturban a las familias, los mercados y el delicado entramado de los sistemas alimentarios locales. Las mujeres, que procesan el pescado y lo venden, se llevan la peor parte. El pescado ha pasado de ser una fuerza unificadora a un símbolo de desintegración. Lo que fue una fuente abundante y vital de proteínas ahora escasea.

En medio de la penuria, las comunidades pesqueras están respondiendo con acciones colectivas. Han lanzado cartas de petición, han celebrado numerosas reuniones con los responsables políticos y han implicado a los medios de comunicación para sacar a la luz sus luchas, lo que ha dado lugar a avances significativos, como cambios en la ley de pesca. Su lucha es más que una lucha por los recursos; es una lucha por mantener a sus familias, sus comunidades y su cultura.

Frente a la continua militarización, se mantienen firmes en su apuesta por la soberanía alimentaria, negándose a que sus derechos se vean eclipsados. Porque en sus manos está el poder no sólo de pescar, sino de forjar el futuro del lago al que desde hace mucho tiempo llaman hogar. La suya es una lucha por la dignidad, la justicia y el derecho de toda comunidad a proveer sus propios alimentos.

Voces desde el campo 4

Transformación basada en raíces comunitarias   

Claudia Pineda, FIAN Honduras

Honduras es un país centroamericano biodiverso y con comunidades forjadas en la lucha por la sobrevivencia, particularmente en zonas costeras del Golfo de Fonseca. Allí miles de familias que dependen de las especies marinas para la pesca y camaricultura artesanal, sufren por la destrucción de su ecosistema. Son víctimas de la transformación rápida y negativa de su territorio a consecuencia de la contaminación del entorno y de la deforestación de sus bosques de manglar por prácticas de la agroindustria y camaricultura.

Estas comunidades son testigos de cómo estas prácticas basadas en la visión instrumental de la naturaleza tienen efectos socio ambientales, con la reducción y pérdida de medios de vida, y el aumento de la vulnerabilidad frente a los fenómenos climáticos. Ambas situaciones desencadenan la migración y pobreza extrema.

El acceso a la alimentación es uno de los grandes impulsores del desplazamiento interno y la emigración, principalmente a Estados Unidos y España. Este fenómeno deja a las familias con problemas sociales relacionados con cambios en la estructura poblacional, la desintegración familiar y la pérdida de fuerza laboral, por mencionar algunos.

Sin embargo, se multiplican las resistencias ante este modelo; y cada vez más las comunidades pesqueras reclaman el derecho a participar en la definición y control de los sistemas alimentarios. Es así como desde el 2024 se inició la construcción de un modelo de gestión comunitario de sus bienes naturales, basado en saberes y prácticas locales.

Voces desde el campo 5

La invasión de la tilapia Sarotherodon melanotheron: Un gran desastre ecológico en Tailandia

Red de ciudadanos tailandeses afectados por la invasión de la tilapia Sarotherodon melanotheron (19 provincias)

La invasión de la tilapia Sarotherodon melanotheron comenzó en Tailandia en 2010, cuando Charoen Pokphand Foods (CPF) importó la especie de Ghana para criarla en su granja en Samut Songkhram. En un año, esta especie invasora se había extendido a canales públicos y estanques de acuicultura, así como a las provincias cercanas. La especie desbancó agresivamente a la vida acuática autóctona, acabando con camarones, peces, cangrejos y moluscos, lo que provocó pérdidas masivas a los pequeños acuicultores y pescadores costeros. Muchos sufrieron deudas, pérdida de tierras, e incluso llegaron al suicidio.

En 2017, las comunidades afectadas presentaron denuncias ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos, revelando el incumplimiento por parte de la CPF de las medidas de protección de la biodiversidad. En 2024, la invasión se había extendido a 19 provincias, amenazando la biodiversidad del lago Songkhla y a los países vecinos. Los ecologistas lo calificaron como «uno de los peores desastres ecológicos de Tailandia».

El 13 de enero de 2025, las comunidades afectadas protestaron ante la sede de CPF, exigiendo compensaciones y la restauración del ecosistema. «Este grave problema tiene su origen en las grandes empresas. Exigimos que los criminales medioambientales rindan cuentas y que el Estado aplique leyes estrictas de bioseguridad para salvaguardar la soberanía alimentaria», declaró el Sr. Walop Khunjeng, pescador de Samut Songkhram.

La CPF aún no ha asumido su responsabilidad y en su lugar ha demandado a Biothai, una organización que ha sacado a la luz la crisis. Los expertos advierten de que la piscicultura de sistema abierto puede llegar a ser inviable, lo que obligaría a los pequeños piscicultores a dedicarse a los sistemas cerrados controlados por las empresas de la CPF.

Cuadros

Cuadro 1

Movilización en el Subcomité de Acuicultura

El mes de abril marca un momento crucial para el Grupo de Trabajo sobre Pesca del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (IPC FWG por sus siglas en inglés), cuando nos movilizamos en Antalya, Turquía, para participar como observadores en el Subcomité de Acuicultura, órgano subsidiario del Comité de Pesca (COFI) de la FAO. Este foro político sirve de plataforma para dar forma a las políticas de acuicultura y a las estrategias de desarrollo. La Mesa está presidida por Turquía y participan en ella representantes de Indonesia, México, Senegal y Estados Unidos. Este espacio exige nuestra atención e incidencia política para contrarrestar la presión para ampliar la acuicultura alineada con la hoja de ruta de la Transformación Azul de la FAO, una amenaza para los pescadores a pequeña escala y la soberanía alimentaria de los pueblos indígenas.

La acuicultura industrial alimenta el acaparamiento de tierras y recursos, desplaza a las comunidades pesqueras y las despoja de sus derechos consuetudinarios y sus medios de vida, al tiempo que acelera la destrucción medioambiental. Este modelo dirigido por las grandes empresas beneficia a unos pocos a expensas de la mayoría, profundizando las desigualdades y socavando nuestra supervivencia.

El Grupo de Trabajo sobre Pesca del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria demanda un cambio hacia un enfoque basado en los derechos humanos que eleve a los pescadores y pescadoras artesanales como guardianes esenciales de la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Instamos a los gobiernos a que apliquen las Directrices Voluntarias para lograr la Sostenibilidad de la Pesca en Pequeña Escala (Directrices PPE) y rechacen los programas impulsados por el mercado. La lucha por la soberanía alimentaria y el papel central de los pescadores a pequeña escala y los pueblos indígenas deben ser la prioridad en estos debates globales.

Cuadro 2

En homenaje a Budi Laksana

Budi Laksana, secretario general de Serikat Nelayan Indonesia (SNI) y miembro destacado del Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP), falleció el 28 de noviembre de 2024 en Brasilia. Había viajado a Brasil para participar con sus compañeros en la 8ª Asamblea General del WFFP, donde encarnó la lucha de la próxima generación por la soberanía alimentaria, antes de sucumbir a un repentino ataque de trombosis.

Budi Laksana desempeñó un papel destacado en la formulación de las Directrices de la ONU para la pesca artesanal, aprobadas por la FAO en 2014, y trabajó incansablemente para su aplicación en Indonesia y más allá. Bajo su liderazgo, la SNI luchó para proteger los territorios y el modo de vida de los pescadores tradicionales frente a los intereses oligárquicos. Siempre estuvo al frente de las marchas y campañas de protesta, denunciando las políticas oligárquicas del gobierno indonesio desde el camión de los altavoces ante las masas.

Originario de una familia de pescadores tradicionales de cangrejos, se opuso firmemente a la acuicultura corporativa y a la pesca industrial, al ver cómo destruían no sólo los medios de subsistencia, sino culturas alimentarias enteras y economías locales. Su visión de los pueblos pescadores se basaba en los principios del derecho soberano sobre los sistemas alimentarios, el conocimiento intergeneracional y la custodia medioambiental. En sus últimos días en la asamblea del WFFP en Brasilia, su espíritu positivo, su camaradería y sus apasionados discursos sobre la soberanía alimentaria infundieron energía y solidaridad entre los más de cien delegados de comunidades de pescadores de cincuenta países.

Budi Laksana defendió el liderazgo de las mujeres, ayudando a poner en marcha la cooperativa de pescadoras Nyimas Kumambang, dirigida por mujeres. Como defensor incondicional de la soberanía alimentaria, situó a las mujeres y su papel en primera línea de toda la cadena de valor de la pesca. Como señaló una dirigente de pescadores que le acompañó en sus últimos días, él «luchó y se negó a someterse a un sistema codicioso y empobrecedor de las pescadoras».

Budi Laksana era un hombre de familia, y deja atrás a su querida esposa y a sus tres hijos de cinco, diez y doce años.

Nuestros pensamientos están con su familia y sus camaradas más cercanos. El espíritu de Budi Laksana seguirá siempre aportando inspiración y fuerza a la lucha de los pueblos pescadores por la soberanía alimentaria.

Camarada Budi Laksana, que tu legado perdure. Rest in power.

Cuadro 3

Para leer, escuchar, mirar y compartir

Destacados

Destacados 1

¡Haciendo frente a la acuicultura industrial!

La producción acuícola mundial se ha triplicado desde principios de este siglo y en la actualidad se consumen más productos alimentarios marinos procedentes de piscifactorías que de pesquerías. Pero estas impresionantes cifras incluyen dos tipos distintos de acuicultura, con resultados muy diferentes para la seguridad alimentaria.

El primer tipo, a pequeña escala, suele consistir en la cría de carpas de agua dulce en el interior o la cría litoral de moluscos en semilibertad. Se trata de especies robustas que exigen poco o ningún alimento u otros insumos, y a menudo se integran con otros cultivos y animales. El rápido crecimiento de este tipo de acuicultura ha sido fundamental para la seguridad alimentaria mundial, con pocos impactos negativos.

El otro tipo es la acuicultura industrial. Se centra en variedades de gambas, salmón y otras especies de «alto valor» que exigen grandes cantidades de piensos comerciales y enormes cantidades de antibióticos, plaguicidas y otros productos químicos contra los brotes de enfermedades. Produce para la exportación y los supermercados, no para los mercados locales, y depende de una mano de obra muy explotada. Asimismo, lo controlan poderosas élites locales y empresas que poseen explotaciones en diferentes zonas geográficas y sus propios molinos de piensos y fábricas de procesado.

Estas grandes empresas destruyen más alimento del que producen. Anualmente, el 15 % de las capturas totales de peces salvajes se trituran y se utilizan como alimento para peces y camarones en granjas industriales. Las explotaciones de acuicultura industrial utilizan hasta 6 kilogramos de pescado salvaje para producir un kilogramo de salmón y 1,5 kilogramos de pescado salvaje para producir un kilogramo de camarones. Los peces salvajes se capturan principalmente en zonas de pesca tradicionales del Sur Global, donde de otro modo proporcionarían alimentos baratos y nutritivos a la población local, mientras que el salmón y el camarón de piscifactoría van destinados principalmente a consumidores pudientes del Norte. Lo que es peor, las grandes empresas construyen sus piscifactorías en zonas tradicionalmente utilizadas por los pescadores y agricultores locales, arrebatándoles las aguas y las tierras que utilizan para la pesca y la agricultura y destruyéndolas rápidamente con contaminación y enfermedades.

Las explotaciones de acuicultura industrial se multiplican y crecen en tamaño, pero también lo hacen los movimientos para detenerlas. Los pescadores y pescadoras artesanales y los trabajadores y trabajadoras de la pesca están liderando acciones en todo el mundo para evitar que las empresas destruyan sus caladeros. El año pasado hubo una reunión de comunidades en Poros, Grecia, para lanzar una campaña internacional, #FishFarmsOut, y unos meses más tarde, el Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP por sus siglas en inglés) lanzó una campaña mundial contra la acuicultura industrial en su VIII Asamblea General, declarando: «La acuicultura industrial NO es pesca; está privatizando, cercando y destruyendo nuestros territorios; desposeyendo a los pueblos pescadores de las tierras y las aguas; contaminando el agua y los ecosistemas costeros con productos químicos peligrosos; impulsando el acaparamiento de océanos y el cambio climático; y contribuyendo a la criminalización y la violencia contra los pueblos pescadores».

La lucha para poner fin a la acuicultura industrial y reconstruir la pesca local y la acuicultura a pequeña escala es fundamental para el movimiento más amplio en favor de la soberanía alimentaria, las condiciones de trabajo dignas y la justicia climática.

Para saber más, ver el informe de GRAIN La resistencia contra la acuicultura industrial

Destacados 2

Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores

Los Tribunales de los Pueblos surgieron después de la Segunda Guerra Mundial, con los tribunales contra los crímenes de guerra en Vietnam como caso emblemático. Desde entonces, estos tribunales se han convertido en herramientas importantes para que la sociedad civil denuncie las injusticias y ejerza presión moral al margen de los sistemas jurídicos oficiales. Suelen iniciarse cuando los tribunales oficiales no protegen los derechos humanos o se niegan a actuar.

Cuando la Society for Nutrition, Education & Health Action (SNEHA) y el Foro de Delhi decidieron planificar una serie de Tribunales de los Pueblos para los pueblos pescadores de India en 2018, no preveían que otros países seguirían el mismo camino. Reconociendo la insuficiencia de los métodos tradicionales, planificaron una serie de Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores, que se iniciaron en India, Sri Lanka, Tailandia, Indonesia y Bangladesh en 2020. Desde entonces, el Movimento de Pescadores e Pescadoras Artesanais do Brasil (MPP) en Brasil (2022) y Masifundise en Sudáfrica (2024) han celebrado tribunales en sus países, y otras organizaciones están planeando procesos similares.

Como tribunales judiciales no gubernamentales, los Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores abordan cuestiones críticas, como las violaciones de los derechos humanos, los delitos medioambientales y las injusticias sociales. Son el altavoz de las voces de las comunidades oprimidas y reconocen sus conocimientos y experiencias. Aunque sus veredictos no son legalmente vinculantes, sirven como poderosos foros de justicia y construcción de la solidaridad y cuando fracasa el sistema judicial permiten a los grupos afectados anteponer la verdad al poder.

Michael Fakhri, Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, reconoció la importancia de los tribunales al escribir:

Hay dos formas diferentes de imaginar nuestros océanos, ríos y lagos. Por un lado están los que tratan a las masas de agua como oportunidades económicas, como una «economía azul», algo que se puede explotar pero que de alguna manera se equilibra con las políticas de sostenibilidad. Prevén administrar las masas de agua a través de mercados e instrumentos financieros. Pensar en estos términos impulsados por el mercado garantizará un mundo plagado de desigualdad y violencia.

Por otro lado, están los que tienen sus vidas entrelazadas con las masas de agua. Los océanos, el agua y los pueblos pescadores son esenciales para los ecosistemas acuáticos y la vida. Ellos entienden los océanos, los ríos y los lagos como elementos clave de lo que son y de su forma de vida. La plena realización de los derechos humanos de los pueblos de los océanos, el agua y los pescadores artesanales es la forma más poderosa de garantizar la buena marcha de las masas de agua del mundo.

El proceso y el veredicto de los Tribunales de los Océanos, el Agua y los Pueblos Pescadores constituyen una de las expresiones más importantes de solidaridad internacional en relación con la vida acuática. Proporcionan una comprensión crucial de lo que está en juego y de lo que debe hacerse para garantizar que nuestras masas de agua sigan siendo fuente de vida.

Aunque los tribunales han aportado profundas pruebas empíricas de los incumplimientos de los Estados en la protección de los derechos humanos de los pueblos pescadores y han tejido redes de solidaridad, las comunidades pesqueras siguen sin haber logrado mejoras materiales para sus vidas. Los veredictos de los jurados contienen el potencial para hacer que los gobiernos se sienten a la mesa en un momento en el que otras estrategias políticas por sí solas parecen insuficientes.

Para saber más: TNI, Tribunales de los Pueblos de los Océanos, de las Aguas y de la Pesca, Cortando las redes del capital y tejiendo redes de solidaridad, y sitio web Tribunales de la Economía Azul en Asia (en inglés)

 

Boletín núm. 59 – Editorial

Oleadas de resistencia: las comunidades pesqueras en defensa de la soberanía alimentaria

Ilustración: Rosine Nsimire (Alliance pour la vie), Alessandro Musetta – Agathe, la matriarca sobre el agua es una publicación digital en técnica mixta que documenta las experiencias de las pescadoras artesanales del lago Kivu, en la República Democrática del Congo (RDC).

En un mundo en pleno cambio, asolado por guerras y oligarcas multimillonarios, los medios de vida de los pescadores y las pescadoras siguen siendo ignorados en los debates políticos. El programa del presidente estadounidense Trump con su lema “drill, baby, drill” (perforar, nena, perforar), el extractivismo mundial, el encierro neoproteccionista de la naturaleza a través de la meta 30X30 (Marco Mundial de Biodiversidad), la expansión de la acuicultura respaldada por los gobiernos y los megaproyectos con fines lucrativos siguen erosionando los territorios y los medios de vida de las comunidades pesqueras.

El auge de la derecha radical ha llevado a algunos gobiernos a reducir o eliminar la ayuda al desarrollo, y la filantropía tiene una mayor influencia a la hora de determinar qué y quién recibe apoyo, lo cual ha degradado aún más las perspectivas de financiación. A su vez, la mayor dependencia de las ONG y los movimientos de pescadores artesanales de la financiación filantrópica puede llevar a la cooptación de los programas políticos de algunas organizaciones y a crear división entre quienes mantienen los principios de la soberanía alimentaria y quienes siguen enfoques dirigidos por los financiadores, como “30X30”, «Alimentos Azules» y «Transformación Azul»[1].

Los movimientos de pescadores y pescadoras artesanales deben unirse para debatir posiciones y tácticas políticas. Tras la decisión del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) de no respaldar la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, puede ser necesario adoptar posiciones similares con respecto a otras prioridades impuestas. Los movimientos de pescadores artesanales deben establecer sus propias prioridades y configurar activamente la dirección del movimiento más amplio de soberanía alimentaria. El Foro Mundial de Nyéléni, que se celebrará en septiembre de 2025 en Sri Lanka, ofrece esa oportunidad: incluir la pesca en el programa, fomentar la solidaridad con otros pequeños productores de alimentos, trabajadores y trabajadoras del sector alimentario y movimientos climáticos, y avanzar en la lucha por la soberanía alimentaria.

FIAN International, GRAIN, Grupo de trabajo sobre pesca del CIP, TNI, WFF, WFFP


[1] Para más información, consulte la lista de materiales en la página 6.

Voces desde el campo

Proceso Nyéléni 2025

Los Pueblos Indígenas hacia el tercer Foro Global Nyéléni

Saúl Vicente Vázquez, Unidad de la Fuerza Indígena y Campesina, Comité facilitador del CIP

Los Pueblos Indígenas hemos luchado junto con otros movimientos sociales de productores de alimentos a pequeña escala desde 1996, año en que en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de Roma, se lanzó la visión de la Soberanía Alimentaria, una visión basada en los pueblos que se convirtió en una referencia en el debate mundial sobre comercio, alimentación y agricultura. La necesidad de alimentos estables, saludables y asequibles, culturalmente apropiados, producidos principalmente a nivel local, lejos de las políticas neoliberales, la privatización y el libre comercio y la dependencia de los mercados globales, se ha convertido en la referencia clave a nivel mundial para todos los movimientos y organizaciones principales que trabajan en estos temas.

Desde entonces hasta hoy hemos logrado construir un movimiento amplio articulado en el Comité Internacional de Planificación por la Soberanía Alimentaria (CIP), incidiendo en las políticas de la FAO y del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA), mediante la organización autónoma, la movilización y la realización de dos Foros Globales Nyéléni por la Soberanía Alimentaria, alcanzando logros importantes, como son: las Directrices voluntarias sobre tenencia de la tierra (DVGT por sus siglas en inglés); las Directrices voluntarias para lograr la sostenibilidad de la pesca en pequeña escala (Directrices PPE por sus siglas en inglés); la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDRIP); una reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de las Naciones Unidas, junto con la aprobación del Mecanismo de la Sociedad Civil y Pueblos Indígenas para su relación con el CSA; y la adopción de los principios  y los elementos de la agroecología por la FAO y el GANESAN, entre otros. Todos estos acuerdos y políticas internacionales han marcado el camino y ya han comenzado a influir en las políticas e iniciativas públicas nacionales y regionales.

A pesar de estos logros, durante las últimas décadas nos hemos acercado a una encrucijada fundamental. Hay una preocupación cada vez mayor entre la gente que se siente cada vez más amenazada. Los gobiernos hasta ahora no han sido capaces de encontrar respuestas suficientemente contundentes a las preocupaciones de la gente y a los riesgos de múltiples crisis relacionadas con el clima, la biodiversidad y las prácticas extractivas que siguen destruyendo el planeta. Hay una crisis de gobernanza en las Naciones Unidas y a nivel nacional.

Estamos convencidos de que podemos tomar otro rumbo, pero para ello necesitamos urgentemente unir fuerzas para impulsar los cambios necesarios. Tenemos que luchar por la solidaridad económica, la justicia climática y contra la influencia dominante de las empresas transnacionales (ETN) y las grandes empresas tecnológicas.

En este contexto se inscribe la realización del Tercer Foro Global Nyéléni, desde donde nos proponemos construir un movimiento más amplio y fuerte con una plataforma y acciones comunes que puedan marcar la diferencia, impulsando una transformación profunda, un cambio sistémico que permita la participación de la gente, de los movimientos sociales que abogan por la soberanía alimentaria, la democracia participativa, el empoderamiento comunitario, los derechos humanos, la solidaridad, la cooperación entre pueblos y la paz, e impulsar soluciones reales a estas crisis múltiple.

Proceso Nyéléni 2025

Región de Oriente Próximo y Norte de África (NENA por sus siglas en inglés)

Jana Nakhal, Marcha Mundial de las Mujeres

Mientras nos preparamos para el Foro Global Nyéléni 2025,  nuestra región atraviesa una guerra terrorista de Israel, con un genocidio en Gaza, una guerra destructiva en Líbano y continuos ataques en Siria y Yemen, además de una guerra de saqueo de los príncipes del Golfo contra Sudán.

La cantidad y el alcance de las guerras que la región NENA ha sufrido en los últimos 100 años y sigue sufriendo, ha afectado no solo a su soberanía alimentaria, sino a otros derechos de los pueblos de la región.

Esto, sumado a la intervención indirecta y política del norte global, ha hecho que la soberanía alimentaria de la región también haya estado ausente de los programas de la sociedad civil y de las políticas de los Estados. Además, se aborda a través del prisma de la seguridad alimentaria, descartando un enfoque interseccional muy necesario de la cuestión.

En consecuencia, y mientras desarrollamos el proceso Nyéléni, también estamos elaborando una lista de expectativas y esperanzas para el Foro Global Nyéléni. Pensamos que este foro es una oportunidad para que las causas de nuestra región se globalicen y encuentren solidaridad, pero también para aprender de otros contextos y experiencias, y para aportar nuestra cultura local y la herencia de nuestros movimientos decoloniales.

En este sentido, el Foro Global aparece como una oportunidad para nuestra región, y también para otras regiones, de procesar el arraigado carácter interseccional de la soberanía alimentaria, y crear un espacio para el intercambio de conocimientos, el aprendizaje y la radicalización de nuestras concepciones y movimientos.

No cabe duda de que los poderes patriarcales, capitalistas y colonizadores están lanzando nuevas ofensivas terroristas contra los pueblos del Sur global. Y la única forma en que podemos resistirnos es a través de una cosmovisión colectiva de base e interseccional, que plantee como derechos inalienables la soberanía alimentaria, el acceso a los derechos humanos básicos -es decir, el acceso a la vivienda, la tierra y los recursos, la educación, la salud, etc.-, la liberación de los pueblos y las mujeres, y las libertades personales.

Proceso Nyéléni 2025

Región de África

Ali Aii Shatou, IPACC

La consulta regional africana, celebrada en Addis Abeba (Etiopía) en julio de 2024, fue fundamental para enmarcar la posición de África. Los participantes reflexionaron sobre sus sistemas alimentarios, identificaron cuestiones clave y elaboraron una declaración que destaca los siguientes resultados:

Los pequeños productores de alimentos son reconocidos como la columna vertebral de la seguridad alimentaria de África. Es fundamental apoyar a estos productores mediante el acceso a los recursos naturales y el reconocimiento del valor de los conocimientos de los pueblos, para garantizar unos sistemas alimentarios sostenibles.

La agroecología se destacó como una solución clave a los retos interconectados del cambio climático, la degradación de la tierra y la inseguridad alimentaria. Las consultas incidieron en la necesidad de apoyo político para ampliar las prácticas agroecológicas, incluidos los sistemas de semillas resilientes y los métodos agrícolas adaptados al clima.

Se hizo una firme llamada a favor de políticas que empoderen a las mujeres y a los jóvenes en la agricultura. Esto incluye el acceso a los recursos, la promoción de la participación de los jóvenes en la agricultura y la garantía del liderazgo fundamental de las mujeres en los esfuerzos hacia la soberanía alimentaria.

Se consideró indispensable proteger los derechos a la tierra y el agua de pequeños productores, pastores, pescadores y comunidades indígenas, para evitar el acaparamiento de tierras y agua y garantizar que estos recursos sigan siendo la base de la producción alimentaria y la supervivencia cultural.

A pesar de los numerosos resultados positivos, los movimientos por la soberanía alimentaria en África se enfrentan a importantes retos:

Muchos gobiernos africanos siguen alineados con los modelos de agricultura industrial, que priorizan la agricultura orientada a la exportación y socavan los sistemas alimentarios locales.

Las multinacionales de la agroindustria dominan los sistemas alimentarios, impulsando programas con fines lucrativos que dan prioridad a los cultivos modificados genéticamente frente a las variedades locales tradicionales.

Las perturbaciones climáticas amenazan la productividad agrícola, mientras que la migración de las zonas rurales socava la sostenibilidad de la agricultura campesina.

El movimiento africano espera que Nyéléni 2025 sea una plataforma para la defensa de políticas audaces que desafíen las estructuras de poder existentes y promuevan los sistemas alimentarios sostenibles centrados en las personas. Se cuentan entre las principales reivindicaciones: políticas que den prioridad a los pequeños productores, la agroecología y los derechos sobre la tierra y el agua, así como un llamado para acabar con el acaparamiento de tierras y agua y del control corporativo de los sistemas alimentarios.

También se quieren amplificar las voces de los grupos marginados, como las mujeres, los jóvenes y las comunidades indígenas, y  fomentar la solidaridad transfronteriza para abordar retos comunes como el cambio climático y la inseguridad alimentaria.

Proceso Nyéléni 2025

Región de Asia y el Pacífico

Tammi Jonas, Red Australiana de Soberanía Alimentaria

Sesenta representantes de 12 países y más de 20 movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil mundiales y regionales de toda Asia y el Pacífico se reunieron en Negombo, Sri Lanka, para reflexionar sobre las actuales policrisis causadas por el capitalismo colonial patriarcal, y para construir colectivamente nuestras estrategias con vistas al tercer Foro Global de Nyéléni. Desde los campos y las salas de reunión locales hasta el plenario compartimos historias de lucha y resistencia específicas de Asia y el Pacífico, pero generalizables a todas las regiones del mundo. Ya sea mediante micro-financiación para pequeños agricultores o préstamos del Banco Mundial a Estados soberanos, la deuda aplasta a familias, comunidades y países, apuntalada por las reformas políticas neoliberales introducidas por el FMI en toda la región. El capitalismo del desastre está muy extendido en una región muy afectada por las consecuencias del cambio climático; desde el turismo corporativo que priva a los pescadores del acceso a sus aguas tradicionales, al tiempo que destruye las barreras naturales contra los tsunamis, hasta los megaproyectos de infraestructuras que supuestamente frenan la salinidad provocada por la subida del nivel del mar, inundando así los arrozales de los campesinos.

Del acaparamiento de tierras y agua a la nueva frontera del acaparamiento de carbono y datos, el capitalismo colonial se está trasladando al nivel celular e incluso digital. La lucha por la soberanía alimentaria se fundamenta en el conocimiento, el territorio y la soberanía, haciendo valer los derechos consagrados en la UNDROP (Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales) y la UNDRIP (Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas), que exigen una profunda reestructuración de quién detenta, utiliza y comparte el poder y el conocimiento en los sistemas agroalimentarios, y devuelven el control de los medios de producción a los pueblos indígenas, los dalits, los sin tierra, campesinos y comunidades locales, empezando por la tierra, nuestra madre.

Trabajando con aliados invitados de otros movimientos mundiales dedicados a la salud, la justicia de la deuda, la justicia climática, la economía social y solidaria, el trabajo y las diversidades de género, miramos hacia Nyéléni 2025, activos en nuestro optimismo para trabajar colectivamente por el derecho de todos a alimentos nutritivos y culturalmente determinados, cultivados en armonía con la naturaleza, transformados y distribuidos por nuestras comunidades y dentro de ellas, y gobernados democráticamente por nosotros, para nosotros.

Proceso Nyéléni 2025

Región de América del Norte

Cicely Garrett, Alianza Nacional Negra por la Alimentación y la Justicia (NBFJA)

El movimiento por la soberanía alimentaria en América del Norte es activo, aunque descentralizado y carente de una estructura central de apoyo a la coordinación. A efectos del proceso Global de Nyéléni, la región de América del Norte está formada por algo más que las dos naciones de Canadá y Estados Unidos (EE.UU.). Hay más de 1.200 naciones soberanas indígenas, nativas, metís e inuit que llaman a esta tierra su hogar. Muchas de ellas participan activamente en el movimiento regional por la soberanía alimentaria.

Los movimientos por la soberanía y la justicia alimentarias se enfrentan a una serie de retos cada vez mayores tanto en Canadá como en Estados Unidos, ya que falta en gran medida un enfoque sistémico de la alimentación en la mayoría de los niveles de gobierno, los sectores públicos (por ejemplo, la sanidad y la educación) y la concienciación pública.  En Estados Unidos, en particular, el gobierno ha excluido a miles de familias de la ayuda alimentaria y de otros programas sociales, y las instituciones utilizan la violencia y el encarcelamiento contra las comunidades del movimiento social.

Al mismo tiempo, han surgido señales de una nueva ola de movimientos populares y masivos en pro de #BlackLivesMatter, Justicia Climática y acciones contra Monsanto y otras grandes empresas. Hay alianzas nacionales nuevas y existentes que están fortaleciendo el liderazgo de las familias de la clase trabajadora y las comunidades de color para reclamar sus vidas y sus cuerpos frente al racismo estructural y defender la justicia y la soberanía alimentaria.

Las consultas de Norteamérica tuvieron lugar virtualmente los días 8 y 9 de mayo de 2024, con 125 participantes, incluyendo a miembros de coordinación, personal de apoyo y traductores,  en representación de más de 70 organizaciones, coaliciones, redes, granjas y centros comunitarios de alimentos, basados en las múltiples naciones que componen la Isla de la Tortuga. Aunque muchas conversaciones se centraron en los retos para lograr la justicia de la tierra y la soberanía alimentaria, hubo un gran interés en amplificar las intervenciones estratégicas exitosas y los cambios sistémicos profundos. Hubo un llamamiento renovado y un compromiso con la solidaridad y las acciones transformadoras para construir el poder colectivo. En conjunto, la consulta supuso un comienzo, en cierto modo un catalizador, para continuar la coordinación de camino a la convocatoria presencial del Nyéléni Global en 2025 y después.

Proceso Nyéléni 2025

Región de América Latina y Caribe

Perla Álvarez, CONAMURI/CLOC

En nuestra región, nos propusimos que este proceso Global Nyéléni III, nos ayude a fortalecer el movimiento por la soberanía alimentaria:  a convocar a un amplio movimiento popular, construir nuevas relaciones entre nosotros seres humanos y la naturaleza y entre nosotros mismos, y así podamos dejar esta bella tierra a las nuevas generaciones.

En nuestra Consulta Popular en el mes de febrero 2024 nos llamamos a impulsar nuevas olas de reformas agrarias populares y a avanzar en la ampliación de los sistemas alimentarios agroecológicos para alcanzar soberanía alimentaria y esto, somos conscientes, implica un cambio sistémico.

En nuestra consulta hemos participado una veintena de organizaciones del nivel continental, regional y nacional, de campesinas y campesinos, pueblos indígenas, pescadoras, pescadores, recolectoras, mujeres, jóvenes, movimiento de derechos humanos, justicia climática y salud, entre otros. Nuestros hijos e hijas se merecen un mundo mejor, la posibilidad de una debacle total es más que nunca cierta y cada vez más cercana si no actuamos. Por eso, llamamos a todos los movimientos emergentes, el movimiento por la justicia climática, el movimiento feminista, el movimiento de trabajadores y trabajadoras, las juventudes, la academia comprometida con las luchas de los pueblos, a sumarse a esta convocatoria al Foro Global en la India en 2025.

Nos llamamos a actuar junto con nuestros aliados y aliadas, a exigir de los gobiernos su responsabilidad en asegurar políticas públicas basadas en derechos humanos y en los derechos de la naturaleza, a luchar contra las corporaciones que devastan nuestros territorios, a construir nuevas subjetividades basadas en los aportes feministas y asumir la diversidad como un reto de futuro. Por ello estamos organizando una serie de webinarios abiertos para construir una agenda común.

Aguardamos que el Foro Global concluya con un poderoso llamado a la humanidad, a los gobernantes y las instancias intergubernamentales a actuar con soluciones reales, no falsas soluciones; un llamado a la paz, con justicia social y ambiental, con respeto a la diversidad de la vida y de las personas. Por eso, desde América Latina y Caribe planteamos un nuevo CIRADR+20 (Conferencia Internacional sobre la Reforma Agraria y el Desarrollo Rural), donde tengamos activa y protagónica participación popular.  

Proceso Nyéléni 2025

Región de Europa y Asia Central

Ia Ebralidze, ELKANA

En los últimos años, el movimiento Nyéléni de la región ECA ha dado pasos significativos en Europa Oriental y Asia Central para fomentar la solidaridad entre individuos y organizaciones comprometidos con la soberanía alimentaria y que trabajan para poner en contacto iniciativas agroecológicas locales. La colaboración con la oficina regional de la FAO ha amplificado las voces de la sociedad civil, permitiendo contribuciones significativas a los debates políticos regionales. A pesar de los desafíos de la pandemia, han continuado los esfuerzos de movilización a escala nacional. Sin embargo, teniendo en cuenta que la región se caracteriza por la diversidad de culturas políticas y sociales, de nivel de desarrollo de los países y de sistemas agrícolas, la estrategia de trabajo de Nyéléni en la región aún está en proceso de formación. Una nueva estrategia persigue lograr procesos claros y transparencia dentro de la red para generar confianza e impulsar la acción estratégica.

Desde el punto de vista político, la región se enfrenta a crisis que se entrecruzan: la invasión rusa en Ucrania, los conflictos armados enquistados o en curso en el Cáucaso y Asia Central, así como los efectos de la guerra en Palestina, precedidos por los efectos del cambio climático, especialmente la escasez de agua, y los desastres naturales, que no sólo han provocado la pérdida de miles de vidas, el desplazamiento de millones de personas, la destrucción de infraestructuras civiles y el corte de las cadenas de suministro, sino una enorme desestabilización de toda la región. El auge del autoritarismo y el populismo en toda Europa Oriental y Asia Central, aprovechando las condiciones traumáticas y la fragilidad de las poblaciones, la introducción de las llamadas «leyes de agencia», respaldadas por la Federación Rusa, se traduce en la estigmatización y marginación de las organizaciones de la sociedad civil, incluidas las personas y organizaciones que trabajan por los derechos de los campesinos y los indígenas o por la soberanía alimentaria.

Mientras tanto, el aumento desmesurado de los precios de los alimentos, la interrupción de las cadenas de suministro y el acceso limitado a recursos esenciales -tierra, agua y mano de obra- están diezmando a los productores locales de alimentos. Estas presiones han intensificado la migración laboral, han marginado a los pequeños agricultores y han agravado la inseguridad alimentaria regional.

Con todo, en medio de estas crisis, la agroecología ha demostrado su importancia crítica. Como sistema agrícola familiar de bajos insumos, la agroecología ofrece una base para la seguridad alimentaria y la resiliencia durante los fenómenos extremos. Los pequeños productores de alimentos, a pesar de los inmensos desafíos, siguen siendo la columna vertebral de los sistemas alimentarios sostenibles. Para apoyarlos, las políticas públicas deben reforzar a la sociedad civil y las organizaciones indígenas, dar prioridad a los derechos humanos, incluir a los grupos vulnerables y fomentar las economías locales.

Cuadros

Cuadro 1

Los debates políticos en la FAO y el CSA se encienden mientras los gobiernos se paralizan

La larga oleada de la pandemia de Covid, la crisis alimentaria y la multiplicidad de conflictos han repercutido sobre el debate político en los espacios de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Las perturbaciones comerciales y sus repercusiones en los sistemas alimentarios han sido objeto de extensos debates en el Comité de Problemas de Productos Básicos (CCP). La mayoría de los países han mantenido el apoyo a las políticas neoliberales, mientras algunas voces aisladas mencionaban los mercados locales como respuesta a la volatilidad y fragilidad del mercado mundial. El Mecanismo para la Sociedad Civil y los Pueblos Indígenas (CSIPM) se ha unido a la nueva línea de trabajo del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) para desarrollar un Plan de Acción que sirva de hoja de ruta para reforzar la difusión e implementación de los documentos políticos acordados por el CSA a escala local, nacional, regional y mundial.

Los movimientos del sector pesquero han planteado en el Comité de Pesca (COFI) esa misma necesidad de implementación, abogando por la implementación de las Directrices para la Pesca en Pequeña Escala a nivel nacional. Otro espacio para promover el programa de la soberanía alimentaria es el Foro Global sobre Agricultura Familiar dentro del Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar (UNDFF). El Grupo de Trabajo sobre Juventud del CIP participó para dar voz a los jóvenes agricultores y los Pueblos Indígenas y crear un conjunto de herramientas para facilitar el relevo generacional en la agricultura. Mientras tanto, las negociaciones del Tratado sobre Recursos Fitogenéticos (ITPGRFA por sus siglas en inglés) se encuentran en una fase crítica. Al rechazar la regulación de la versión digitalizada de las semillas (DSI), los gobiernos están permitiendo a las empresas saltarse las normas del Tratado, creando espacio para una nueva y enorme oleada de biopiratería a la biodiversidad de los campesinos y los pueblos indígenas. Los próximos años serán cruciales para los movimientos campesinos y de pueblos indígenas, ya que está próxima la convergencia de esfuerzos con vistas a organizar una nueva Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR+20).

Cuadro 2

¡Contrarrestemos la ofensiva corporativa sobre la gobernanza mundial!

Muchos frentes importantes para el movimiento por la soberanía alimentaria

El derecho de las comunidades a cultivar sus alimentos y a alimentarse por sí mismas está cada vez más amenazado, incluso en espacios políticos mundiales como las Naciones Unidas. Las grandes corporaciones y sus aliados políticos se están aprovechando de las guerras, crisis climáticas, crisis de biodiversidad y crisis sociales actuales para dar prioridad al sistema alimentario industrial, en defensa de los beneficios en lugar de las personas.

Los organismos de la ONU que negocian las políticas climáticas (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático – CMNUCC) y de biodiversidad (Convenio sobre la Diversidad Biológica – CDB) están en el ojo del huracán. A lo largo del tiempo, la CMNUCC ha fomentado una oleada de falsas soluciones, como los mercados de carbono, que convierten la naturaleza en ganancias, sin aportar beneficio alguno al clima. También van en aumento las peligrosas tecnologías de geoingeniería que supuestamente «arreglan el clima» a través de la manipulación de la radiación solar o la captura industrial de carbono. Todas estas «soluciones tecnológicas» amenazan con acentuar el acaparamiento de tierras con el riesgo de destruir ecosistemas de los que dependen los productores de alimentos. Aunque el CDB ha demostrado falta de ambición y de poder financiero en la última COP16 de Cali, ha mantenido una moratoria de facto sobre la geoingeniería, gracias a una fuerte movilización de la sociedad civil.

También están entrando en los espacios políticos la digitalización de la agricultura y las tecnologías de IA, que amenazan los derechos de los agricultores, como se ha visto en la reciente Cumbre del Futuro de Naciones Unidas. Es ahora o nunca, se necesita solidaridad y una fuerte resistencia a todos los niveles de poder para poder transformar el sistema alimentario.

Para más información: escuche la miniserie de podcasts “¿Quién controla lo que comemos?, lea Caballos de Troya en los campos: seis preguntas cruciales sobre la digitalización de la cadena alimentaria” – y vea el vídeo animado: El gran hermano llega al campo (disponible en 12 idiomas)