Destacados

Destacados 1

Enfermedades emergentes y ganadería industrial

En 2008, mientras seguíamos la desastrosa respuesta internacional a la epidemia de gripe aviar H5N1 que asolaba Asia, escribimos: “El mundo está inmerso en grandes cambios con respecto a las enfermedades globales. Estamos abocados […] a tipos de enfermedades más mortíferas y con mayor capacidad de propagación. También hay más probabilidades de que surjan enfermedades zoonóticas y pandemias globales. Sin embargo, la respuesta internacional a esta situación no ha conseguido hasta ahora […] reflejar la gravedad de la crisis[1]“.

La causa del problema era evidente: la rápida expansión de un modelo de ganadería en el que miles de animales genéticamente uniformes son amontonados y empujados a crecer lo más rápido posible. Estas granjas industriales son caldo de cultivo para que cepas letales de enfermedades evolucionen y se amplifiquen, con la posibilidad de infectar a los humanos -ya que la gran mayoría de las nuevas enfermedades que afectan a los humanos proceden de los animales (se conocen como “zoonosis”). La estructura globalizada de la industria, con su gran concentración de zonas de producción (incluso en zonas deforestadas donde existe riesgo de contacto con animales salvajes) y su orientación a la exportación de piensos, carne y animales a grandes distancias, crea las condiciones para que las enfermedades se propaguen amplia y rápidamente.

La epidemia de gripe aviar H5N1 debería haber puesto en duda el fomento de la ganadería industrial y de la carne industrial. Pero ocurrió todo lo contrario. Los gobiernos y los organismos internacionales culparon a los pequeños agricultores y a los mercados tradicionales. Pusieron en marcha una serie de medidas para proteger al sector cárnico industrial, y utilizaron la epidemia como una oportunidad para crecer y concentrarse aún más, mientras dejaban la supervisión de estas mortíferas explotaciones y plantas cárnicas en manos de corporaciones y magnates corruptos.

En 2009 se declaró una gripe porcina pandémica en la industria porcina globalizada de Méjico. Le siguió una pandemia de peste porcina africana devastadora que mató a cientos de miles de cerdos en zonas de expansión de la ganadería industrial: Rusia, China y otras partes de Asia. Luego llegó la Covid-19, y aunque aún se desconoce su origen animal exacto, las instalaciones de transformación de carne de las grandes empresas fueron una importante fuente de transmisión, con cientos de miles de trabajadores afectados, además de sus familias y amigos. La gripe aviar afortunadamente   no se ha transformado aún en una cepa pandémica, pero una nueva variante está matando a millones de aves silvestres y se está extendiendo sin control por las granjas avícolas industriales más herméticas de Norteamérica, Japón y Europa.

Bajo el pretexto de la “bioseguridad”, gobiernos y organismos como la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) siguen promoviendo medidas para industrializar aún más la ganadería con el control de las grandes empresas.  Los enfoques basados en la diversidad animal, los conocimientos tradicionales y la producción y los mercados a pequeña escala y localizados, son ignorados e incluso criminalizados.

Para poner fin a esta insensatez y mantener al mundo a salvo de nuevas pandemias, debemos acabar con la ganadería industrial y defender y reconstruir sistemas de cría de animales que sean diversos, a pequeña escala y localizados.

Destacados 2

La resistencia contra la expansión de las mega-explotaciones porcinas y la defensa de los territorios indígenas, el agua, el aire y la naturaleza en América Latina[2]

A pesar de los graves perjuicios que causan, las fábricas de cerdos se están extendiendo desde Estados Unidos por toda América Latina. Estas fábricas de carne forman parte del régimen alimentario dominante (y en expansión) actual, el complejo cereal-oleaginoso-ganadero[3] mediante el cual se utilizan cereales y oleaginosas (principalmente maíz y soja modificados genéticamente) para alimentar al creciente número de animales de abasto. Desgraciadamente, si las cosas no cambian, en 2029 la producción de carne aumentará en 40 millones[4] y gran parte de esta carne se producirá en América Latina. Como la mayor parte de la carne se destina a la exportación, existe un claro intercambio desigual entre quienes se benefician de la explotación de los seres humanos, los animales no humanos y la naturaleza (las empresas cárnicas) y las comunidades -generalmente indígenas, campesinas y afro- que sufren los múltiples impactos negativos de la industria.

Las fábricas de cerdos son instalaciones industriales de producción de carne que confinan a miles de cerdos en espacios cerrados, para concentrar su energía en la producción de carne. La producción de carne con esta lógica capitalista contamina el agua, el aire y el suelo. Está asociada al acaparamiento de tierras y a peligros para la salud (incluidas pandemias), es una de las que más contribuye al cambio climático y a la deforestación, implica crueldad contra los animales y desplaza a otras formas de alimentación más sostenibles y justas. También se relaciona a las fábricas de cerdos con múltiples violaciones de derechos, incluidos los derechos a la tierra y al territorio, a un medio ambiente sano, al agua, a la alimentación, los derechos de la naturaleza, de los defensores de los derechos humanos y de los pueblos indígenas[5]

No es de extrañar que haya una creciente resistencia contra la expansión de la agroindustria y, en concreto, de las fábricas de cerdos. En 2022 se reunieron en Yucatán comunidades afectadas, activistas, organizaciones y académicos para debatir el creciente problema de las fábricas de cerdos en la región. La declaración de América sin mega granjas porcinas[6] consolida la demanda de promover la soberanía alimentaria, la agroecología y la producción ancestral de alimentos, en lugar de subvencionar y apoyar el agroextractivismo, así como la necesidad de acabar con las fábricas de carne.

Se han llevado a cabo múltiples acciones colectivas para acabar con las fábricas de carne, incluyendo, entre otras, consultas ciudadanas, auto-consultas indígenas, campañas, protestas, ocupaciones y litigios[7]. Muchos campesinos y pueblos indígenas que han alzado la voz han sufrido intimidación, criminalización y represión. A nivel regional, múltiples organizaciones han solicitado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que realice una audiencia temática para abordar los casos de violaciones de derechos humanos en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México y Estados Unidos relacionados con la industria cárnica.


[1]   Viral times – The politics of emerging global animal diseases (La política de las enfermedades animales globales emergentes) en inglés.

[2]   Hay muchos documentos elaborados por el grupo que produce este artículo. Véase aquí y aquí.

[3]  Weis, T. (2013). The ecological hoofprint: The global burden of industrial livestock (La huella ecológica: La carga global de la ganadería industrial). Bloomsbury.  

[4] Stiftung, H. B. Meat Atlas (Atlas de la carne) 2021.

[5] Para más información sobre la industria cárnica y las violaciones de los derechos humanos, puede ver la solicitud de audiencia temática presentada por 20 organizaciones y apoyada por 243 en 2022, y después en 2023, disponible aquí.

[6] La Declaración está disponible aquí.

[7] Para más información sobre Yucatán y otros lugares, véase el storymap.

Boletín núm. 53 – Editorial

Enfermedades emergentes y ganadería industrial

Ilustración: Rini Templeton, www.riniart.com

¿Qué hace que los alimentos sean seguros?

Para el sistema alimentario industrial, la “seguridad” consiste en gestionar los elevados riesgos que genera este modelo de producción de alimentos. Los alimentos se producen en campos de monocultivo o granjas industriales, con cultivos uniformes de plantas y animales muy vulnerables a plagas y enfermedades. En este contexto, las enfermedades pueden crecer o mutar hacia formas más letales y las enfermedades animales pueden transferirse al ser humano y propagarse por las cadenas de suministro de las empresas. Para paliar su vulnerabilidad, los cultivos se modifican genéticamente o se rocían con plaguicidas tóxicos, y los animales reciben antibióticos y medicamentos, lo cual genera más peligros para la salud. Después, la mayoría de los alimentos son procesados y se venden en supermercados, causando daños como la diabetes y el cáncer.

Para paliar esos riesgos, los gobiernos y las empresas imponen cada vez más reglamentos y normas. Pero lo normal es que limiten únicamente los excesos más graves, sin amenazar los beneficios empresariales, y resultan ajenos a los sistemas alimentarios basados en la ganadería tradicional, los mercados y la agroecología, cuyos riesgos son bajos gracias a la diversidad, los conocimientos locales, la confianza y los circuitos a pequeña escala. Esas normas se han convertido en una herramienta para ampliar el control empresarial y socavar los sistemas alimentarios saludables que siguen alimentando a la mayoría de la población mundial y son la única solución real a los perjuicios del sistema alimentario industrial.

GRAIN

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Del foro internacional al terreno 1 

Kusnan, Centro Nacional de Semillas, Serikat Petani Indonesia (SPI), Tuban, Java Oriental, Indonesia

El movimiento mundial por la soberanía alimentaria, que organizó el primer foro en Nyéléni (Malí) en 2007, fue decisivo para aportar claridad política y una comprensión común de lo que significa la soberanía alimentaria en nuestros diversos contextos nacionales.

En Indonesia, Serikat Petani Indonesia lleva varias décadas luchando por una reforma agraria que consiga la soberanía alimentaria de nuestros territorios. Llamamos a estas regiones “zonas de soberanía alimentaria”.

Actualmente me encuentro en Tuban, Java Oriental, en una zona de soberanía alimentaria que ha sido protegida del acaparamiento a gran escala para uso industrial. Aquí cultivamos la tierra como una comunidad, con autonomía sobre nuestras herramientas, semillas y métodos de cultivo. Nuestro sistema cooperativo está dirigido y gestionado por campesinos que comparten el principio de la agroecología y han construido un sistema integrado de producción en el que conviven en armonía nuestro ganado,  cultivos y la naturaleza, complementando sus respectivas funciones.

Plantamos un conjunto diverso de cultivos, como arroz, maíz, horticultura, frutas y verduras, y nos oponemos a cualquier intento de crear monocultivos industriales. Utilizamos una mecanización agrícola a pequeña escala que proporciona autonomía a los campesinos que la utilizan. Nuestras semillas crecen y se producen seleccionando y cruzando semillas locales para mejorar sus propiedades genéticas, su productividad y su resistencia al cambio climático.

Nuestras prácticas agrícolas se derivan de la sabiduría local y los conocimientos ancestrales, y utilizamos abonos orgánicos sólidos procedentes de residuos ganaderos y abonos biológicos que contienen diversos tipos de microbacterias. Esto ayuda a descomponer la materia orgánica del suelo y a crear condiciones de equilibrio ecológico en un ecosistema equilibrado. Este enfoque consigue la disponibilidad de macro y micronutrientes y controla las plagas y enfermedades para que podamos producir alimentos sanos y nutritivos.

Para comercializar nuestros productos, hemos formado la Cooperativa de Agricultores de Indonesia, un  organismo de agricultores que procesa y distribuye la producción en las zonas rurales y ciudades de la zona de soberanía alimentaria. Este sistema cooperativo ofrece un enfoque sostenible y equitativo de la agricultura que da prioridad a las necesidades de la comunidad y ayuda a proteger nuestra soberanía alimentaria.

Voces desde el campo 2

Del foro internacional al terreno 2  

Ibrahima Coulibaly, Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas de Malí (CNOP-Mali)

Desde el Foro Nyéléni de 2007, las luchas por la soberanía alimentaria en Malí han sido permanentes. Se han materializado sobre el terreno con el objetivo de oponerse al modelo de producción y distribución dominado por los intereses privados y promover la economía local para luchar contra el hambre y la pobreza.

La Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas de Malí (CNOP-Mali), en 15 años ha hecho de Nyéléni un faro que ilumina el futuro de la agricultura familiar al situar la agroecología campesina en el centro de la soberanía alimentaria.

Este compromiso de la CNOP se tradujo en la organización de un Foro Internacional sobre Agroecología en 2015 celebrado en Mali, en el establecimiento de un sistema que consiste, entre otros, en la identificación de un grupo de formadores campesinos, el desarrollo de 12 módulos   en torno a prácticas en la tierra, una carta de agricultores de relevo y un manifiesto de agroecología. Además, en abril de 2017, por iniciativa de la CNOP, se creó una plataforma de agroecología campesina en Mali junto con un sistema de formación de formadores campesinos en agroecología campesina para lograr la justicia económica, social y medioambiental.

Hoy, este sistema cuenta con miles de productores capacitados y comprometidos con la práctica de la agroecología. Sin embargo, el desafío sigue siendo aplicar un enfoque que elimine los obstáculos a la multiplicación de los mercados de productos agroecológicos y ecológicos. ¿Cómo   pasar de los mercados “objetivo” a los mercados de masas? ¿Cómo implicar de modo estructural a los campesinos en la consulta con los actores relacionados con los sistemas alimentarios? ¿Y cómo garantizar una posición política de los responsables de la toma de decisiones, tanto a escala nacional como en los órganos de gobierno regionales y de la Unión Africana? Todas estas son preguntas de obligada respuesta.

Voces desde el campo 3

Un vistazo a las luchas y la resiliencia de las comunidades de pescadores

Md. Mujibul Haque Munir, Fundación COAST, Bangladesh

Recientemente me embarqué en visitas de campo a Cox’s Bazar, Bhola y Sunamganj, para evaluar la situación actual antes de nuestra consulta regional. Fui testigo directo de la resiliencia y fortaleza de las comunidades de pescadores a pesar de los numerosos problemas que sufren.

En Cox’s Bazar fui testigo de la dura realidad provocada por la  crisis de los rohingya en curso. La región es conocida por su pesca marítima, pero los pescadores luchan contra  numerosos desafíos. Desean un registro adecuado y contratos por escrito para asegurar sus puestos de trabajo y garantizar una indemnización justa en caso de accidente. Muchos pescadores expresaron experiencias dispares con respecto a la asistencia prestada por la District Fisheries Office (Oficina de Pesca del Distrito), donde solo algunos de ellos recibieron  equipos de seguridad esenciales. Las penurias económicas también son evidentes, con ingresos mensuales escasos y dependencia de los anticipos de los propietarios de las embarcaciones. Estas dificultades afectan a las familias y repercuten en el acceso a la educación y la atención sanitaria.

En mi viaje a Bhola, se hizo patente el devastador impacto de las catástrofes naturales en la región costera. Los recientes ciclones habían dejado comunidades en ruinas. Los pescadores locales mostraron una increíble resiliencia y trabajaron sin descanso para reconstruir sus vidas. Sin embargo, la ayuda inmediata en forma de refugio, agua potable y apoyo a los medios de subsistencia era crucial para su recuperación. Reforzar la preparación y la resiliencia ante las catástrofes en esta zona es primordial para mitigar el impacto de futuros desastres y proteger sus vidas y medios de subsistencia.

En Sunamganj, una región de ríos y humedales, me encontré con una serie de retos diferentes. Las inundaciones, la erosión y las enfermedades transmitidas por el agua eran problemas frecuentes. A pesar de las adversidades, la comunidad demostró una notable capacidad de adaptación, ideando formas innovadoras para hacer frente a las inundaciones recurrentes. Sin embargo, se necesitan con urgencia soluciones a largo plazo, como construcción de diques, sistemas de alerta temprana y mejores instalaciones sanitarias, para salvaguardar su bienestar. Aumentar su resiliencia es esencial en este entorno único.

Los miembros de la comunidad, las autoridades locales y las organizaciones humanitarias me aportaron una comprensión holística de los retos y las posibles soluciones. La colaboración de todos los agentes es crucial para abordar los múltiples problemas a los que se enfrentan estas comunidades: para empezar, hay que garantizar un apoyo gubernamental adecuado, seguridad financiera, medidas de seguridad y acceso a los servicios esenciales. Si reconocemos la contribución de las comunidades pesqueras y les echamos una mano, podremos capacitarlas y crear un futuro más sostenible y próspero para todos.

Voces desde el campo 4

Un plan alimentario popular, por el pueblo y para el pueblo

Jessie Power, Alianza Australiana para la Soberanía Alimentaria (AFSA por sus siglas en inglés )

En 2012, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de Australia (AFSA) lanzó su plan alimentario   los popular original en respuesta al Plan Alimentario Nacional del Gobierno australiano, que después fue abandonado. A diferencia del Plan Alimentario Nacional del Gobierno, que se elaboró sin la participación de los pequeños agricultores y las comunidades locales, el plan alimentario popular  reflejaba las preocupaciones y aspiraciones de los consumidores, los agricultores, las organizaciones comunitarias, las empresas alimentarias independientes y los grupos de defensa. El proceso del plan alimentario popular se llevó a cabo como un modelo de democracia participativa en el desarrollo de políticas -abierto, inclusivo y democrático- porque conocíamos la magnitud de los retos y la urgencia del trabajo necesario para transformar nuestro sistema alimentario disfuncional y que el mejor modo de establecer la toma de decisiones es hacerlo con los  afectados.

A través del trabajo de colectivización en torno al plan alimentario popular original, el movimiento por la soberanía alimentaria en Australia surgió como una alianza de agricultores, organizaciones de sistemas alimentarios e individuos, dispuestos a tomarse la justicia alimentaria por su propia mano. Once años después, la AFSA se ha convertido en una organización de la sociedad civil dirigida por agricultores que defiende la lucha por la soberanía alimentaria. Con más de una década de propuestas políticas a los gobiernos a escala federal, estatal y local, ha llegado el momento de actualizar el plan alimentario popular como marco político y plan de acción de base hacia la soberanía alimentaria en Australia.

AFSA lanzó a consulta pública el borrador actualizado del plan alimentario popular el 1 de junio. Toda persona  involucrada en el activismo y la transformación del sistema alimentario será invitada a participar en la configuración de las acciones de los pueblos y las recomendaciones políticas para el gobierno australiano a todos los niveles. Invitamos también a nuestros aliados internacionales  a que nos ayuden a crear un registro de estudios de caso que ilustren la soberanía alimentaria y la agroecología en acción para hacer saber a nuestros gobiernos que nosotros, el pueblo, debemos tener plena capacidad para determinar nuestros propios sistemas alimentarios y agrícolas, ¡los pueblos indígenas y los pequeños productores lo han estado haciendo eficazmente durante milenios!

Desde 2019, el sistema alimentario de Australia ha sufrido una conmoción tras otra: incendios forestales catastróficos, la pandemia de la COVID-19 e inundaciones devastadoras por la costa oriental. El Gobierno australiano ha dado prioridad a la agricultura industrial y a los productores de alimentos a gran escala creados para la exportación, a través de políticas facilitadoras, legislación y normativa inadecuada para la escala. Sin embargo, tres años de crisis sistémica han puesto de manifiesto que son los pequeños productores de alimentos los que pueden capear estas tormentas y alimentar a las comunidades locales. Nuestro objetivo es lanzar nuestro plan alimentario popular 2023 actualizado en la Convergencia anual por la Soberanía Alimentaria de AFSA en octubre, como un llamamiento al cambio tras las crisis.

Si desea participar en la actualización del plan alimentario popular 2023 de AFSA o enviar un estudio de caso para su inclusión, envíenos un correo electrónico a: coordinator@afsa.org.au.

Cuadros

Cuadro 1

Explicación de la histórica lucha agraria en India

Los Comités del Mercado de Productos Agrícolas (APMC por sus siglas en inglés) de la India ofrecen a los agricultores un espacio regulado para comerciar de modo colectivo con sus productos, protegidos de la volatilidad del mercado. El precio mínimo de apoyo (MSP por sus siglas en inglés) es otra política que proporciona una remuneración mínima a los agricultores, garantizando que puedan recuperar los costes de cultivo y obtener beneficios.

Sin embargo, en 2020, el gobierno indio aprobó sin consultar tres leyes que desataron las protestas de los agricultores de todo el país. La primera ley permitía a entidades privadas crear mercados privados desregulados, que hizo temer a los agricultores  que acabaría con el sistema APMC y su poder de negociación colectiva. La segunda ley permitía la agricultura por contrato, lo que suscitó preocupación por la concentración empresarial en la agricultura y las disputas por la tierra. La tercera ley eliminaba la imposición de límites de almacenamiento o de existencias y otros mecanismos reguladores de los productos agrícolas. Los agricultores alegaron que estas leyes impulsaban una privatización masiva del sistema agrícola indio sin que existiera ninguna salvaguarda legal para el MSP.

Los agricultores de todo el país se movilizaron contra estas leyes y, tras 15 meses de protestas, el Gobierno indio derogó las tres polémicas leyes en 2021, cediendo a la presión pública. Sin embargo, según informes, más de 750 agricultores perdieron la vida durante la lucha. Aunque el funcionamiento de los mercados APMC debe mejorar, la lucha de los agricultores pone de relieve la necesidad de consultar con las partes interesadas antes de adoptar leyes y la importancia de proteger el poder de negociación colectiva de los agricultores y los MSP en el sector agrícola indio.

Cuadro 2

Hoja de ruta del proceso de Nyéléni

Tras un año de intercambios y debates entre los miembros de la CIP, ya hemos iniciado el proceso para establecer alianzas con otros sectores. Durante el próximo año y medio, el proceso Nyéléni entrará en su fase principal.

Actualmente (junio de 2023) se está celebrando en Roma la primera reunión de balance del Comité Directivo Internacional de Nyéléni. Durante esta reunión pretendemos crear una base sólida para una coordinación dinámica con aquellos sectores que no forman parte del CIP.

El Comité Directivo servirá entonces para preparar directrices para llevar a cabo seis reuniones regionales (América Latina, Asia y el Pacífico, América del Norte, África, Europa, y África del Norte y Oriente Medio) que tendrán lugar entre septiembre de 2023 y septiembre de 2024. Estos foros regionales contarán con la participación de diferentes actores de distintos sectores para recabar una perspectiva regional integral.

Durante la fase final, el Foro Mundial Nyéléni se basará en los resultados de las consultas regionales para llevar a cabo debates pluri-regionales y multitemáticos y preparar un análisis y propuestas finales. Al mismo tiempo, el foro tratará de alcanzar otros objetivos, como (re)dinamizar y fortalecer el movimiento por la soberanía alimentaria, fomentar la solidaridad entre actores y sectores, crear el impulso necesario para que se escuchen las voces de las organizaciones de base y de la gente, y dar una dirección común a los movimientos sociales para los próximos años.

El principal objetivo del proceso Nyéléni no es el Foro en sí, sino la puesta en práctica de las decisiones tomadas y las directrices adoptadas a lo largo del proceso.

Cuadro 3

Poder, violencia y sistemas alimentarios: Reflexiones de Michael Fakhri, Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación

“El derecho a la alimentación consiste en celebrar la vida a través de la comida en comunión con los demás”. Esta fue la definición práctica del derecho a la alimentación que dio Michael Fakhri, Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, durante un discurso pronunciado en el Palacio de la Paz de La Haya en abril[1].  Fakhri explicó que se sintió inspirado para convertirse en Relator Especial por el movimiento mundial de soberanía alimentaria, que otorga poder al derecho a la alimentación. Se trata de un poder construido sobre relaciones recíprocas, en contraposición con el poder de los ricos, que se construye actuando como “guardianes de las necesidades vitales”.

Destacó cuatro formas de violencia en nuestros sistemas alimentarios a las que es necesario hacer frente para promover el derecho a la alimentación: 1) La discriminación como resultado de negar a las personas su derecho a la alimentación por su posición de clase u otros marcadores de identidad; 2) El daño físico que se inflige a las personas como resultado de los conflictos armados u otras formas de dominación y sumisión; 3) La violencia ecológica ejercida por el sistema alimentario industrial tanto sobre el clima como sobre la naturaleza; 4) La eliminación de las personas mediante el vaciado de los paisajes para dar paso a la extracción de recursos y la acumulación de capital.

Estas cuatro formas de violencia en los sistemas alimentarios plantean un reto importante al movimiento por la soberanía alimentaria y a otros movimientos. Ilustran la urgencia de construir contrapoder a través de procesos de convergencia y creación de alianzas que constituyen el núcleo del encuentro mundial de Nyéléni. Se ha demostrado que aprovechar el poder del movimiento mundial por la soberanía alimentaria es eficaz, ya sea en la negociación de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Campesinos, o para desenmascarar la farsa corporativa de la Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios. Considerando que como afirmó Fakhr, el hambre y la malnutrición son siempre un problema político, no una consecuencia de la escasez, hay mucho por lo que luchar.


[1] La grabación en vídeo de la conferencia está disponible aquí.

Destacados

Destacados 1

Solidaridad y unidad para afrontar las crisis mundiales: Hacia el tercer foro mundial para la soberanía alimentaria

El Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) está organizando el Tercer Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria, que se celebrará en India en 2025.

El CIP está construyendo actualmente un “Proceso Nyéléni” que insta a la movilización dentro del movimiento por la Soberanía Alimentaria y mas allá, para generar una respuesta y formar alianzas con movimientos por la justicia climática, sindicatos, grupos feministas y organizaciones ecologistas para fomentar propuestas compartidas de cambio sistémico. El movimiento por la soberanía alimentaria se enfrenta a amenazas sistémicas y necesita colaborar con otros grupos que luchan contra diversas formas de opresión en favor de la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y medioambiental.

A través del proceso Nyéléni, estamos llevando a cabo un “Diálogo de saberes” para construir la unidad y reforzar los procesos organizativos territoriales, que se oponen al neoliberalismo y establecen sistemas alimentarios y económicos equitativos y sostenibles. Este proceso de varios años incluye consultas democráticas en regiones de todo el mundo, y los resultados y propuestas de este proceso se presentarán en el Foro Mundial que se celebrará en India en 2025, en el cual los representantes debatirán estrategias para crear sistemas alimentarios justos y ecológicos y renovar una alianza mundial contra las crisis pluridimensionales causadas por fuerzas como el capitalismo de libre mercado y el comercio destructivo.

India: El escenario de una  lucha extraordinaria por la soberanía alimentaria

En 2020-21, India vivió una campaña histórica de los agricultores por la soberanía alimentaria. Justo en mitad de una pandemia, el gobierno indio promulgó tres polémicas leyes que impulsaban una privatización masiva del sistema agrícola indio sin ninguna salvaguarda legal para la protección de los precios. Aunque la política de ayudas al precio mínimo ofrecía cierta protección, aún no era una garantía legal, y los agricultores alegaron que las nuevas leyes amenazaban con eliminar incluso esas protecciones.

En este contexto,  Samyukt Kisan Morcha (SKM), una organización que agrupa a diversos sindicatos agrarios, encabezó una protesta de 15 meses contra las tres polémicas leyes. La protesta se transformó en un movimiento popular, en el que millones de agricultores protestaron en Delhi y otros lugares, a pesar de las medidas represivas y los duros protocolos COVID del gobierno. El movimiento obtuvo una solidaridad y un apoyo asombrosos de diversos sectores, lo que desembocó en una huelga del sector público a escala nacional. Finalmente, en 2021, cediendo a la presión pública, el Parlamento indio derogó las tres polémicas leyes agrícolas. Esta exitosa lucha de los agricultores es una inspiración para movimientos similares por la soberanía alimentaria en todo el mundo. Es una demostración de lo que pueden conseguir las alianzas intersectoriales en luchas unidas.

El próximo Foro Nyéléni en India pretende inspirarse en la extraordinaria lucha de los agricultores indios para dinamizar y fortalecer el movimiento por la soberanía alimentaria. Pretende promover la solidaridad, generar impulso, amplificar las voces de las organizaciones de base y guiar a los movimientos sociales en una misma dirección para los próximos años.

Es crucial reconocer que el foro en sí no es el objetivo último de este proceso. Por el contrario, el objetivo primordial es poner en práctica las decisiones y directrices formuladas durante el proceso.   ¡Globalicemos nuestra esperanza y nuestra lucha por la soberanía alimentaria!

Destacados 2

Nyéléni nos convoca a fortalecer la articulación social y popular

Vivimos una época dónde es cada vez más claro que las crisis de desigualdad social y económica, ambiental, alimentaria, de salud, de vivienda y de la democracia nacional y global, están profundamente conectadas. A su vez, las corporaciones y el gran capital trasnacional promueven e implementan cambios drásticos y rápidos para acumular más poder a partir de dichas crisis. Cambios a costa de retrocesos en los derechos conquistados por los pueblos y muchas veces intentando cooptar nuestras propuestas y narrativas, para maquillar sus falsas soluciones, seguir avanzando en la privatización, mercantilización y financiarización de los servicios públicos, la tierra, la naturaleza y los datos, y aumentar la explotación de trabajadores y trabajadoras.

Y a ello, le es altamente funcional una creciente ola fascista. Un proyecto de extrema derecha y profundamente conservador en lo social, económico, político y cultural, que mira a largo plazo y con el aval (por apoyo u omisión) de los medios de comunicación dominantes, trabaja para hegemonizar en la sociedad un sentido común extremadamente conservador: elitista y aporofóbico, racista, xenófobo, misógino, machista, homolesbotransfóbico, antipacifista y antidemocrático. Un proyecto que desconoce y ataca cualquier forma de organización que defienda los intereses populares.

Pero esa interconexión de las crisis también está empujando a los movimientos sociales y populares a mirar más allá de sus agendas específicas y reactivar caminos de convergencia popular para frenar el avance conservador y transformar nuestras realidades. Caminos de convergencia que, a partir de los acuerdos, y trabajando los matices y las divergencias, permitan construir respuestas sistémicas.

Debemos ser muchos más caminando juntos y juntas hacia la unidad, sin olvidar la urgente amenaza que enfrentamos. Ello requiere voluntad política de las organizaciones, pero también recursos y dedicación de compañeros y compañeras para articular estrategias, propuestas y demandas comunes desde la diversidad de agendas temáticas de los movimientos sociales y populares.

Como decíamos en el Boletín 48[1], Nyéléni es territorio y proceso para articular “análisis y posiciones, visibilizar luchas y resistir su criminalización, fortalecer vínculos de solidaridad, construir acuerdos programáticos y acordar acciones, para transformar los sistemas alimentarios y nuestras sociedades”.

El proceso Nyéléni nos convoca a acumular fuerzas para fortalecer la movilización popular de resistencia, pero también de defensa de los derechos y soberanía de los pueblos y de los bienes comunes, y de construcción de la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y ambiental.


[1] Boletín núm. 48 – Proceso Nyéléni: Hacia un Foro Global para la Soberanía Alimentaria

Boletín núm. 52 – Editorial

Proceso Nyéléni: Reconocer el poder de los movimientos populares

Ilustración: Andrés Mateo Ayala Luna @calma_88

En 2007, el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) desempeñó un papel fundamental en la unión de los pequeños productores de alimentos y sus aliados para establecer una visión compartida de la soberanía alimentaria y poner en marcha estrategias para hacerla realidad. Con el tiempo ha surgido un movimiento mundial sólido por la soberanía alimentaria, que ha obtenido un importante reconocimiento político. Juntos hemos logrado la democratización de los foros alimentarios y agrícolas mundiales, incluyendo la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. Nuestras luchas también han influido en las políticas en materia de soberanía alimentaria en diversos contextos nacionales y han logrado el reconocimiento político de los campesinos como titulares de derechos mediante la ratificación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales.

Sin embargo, nuestros logros se ven ahora amenazados por un prolongado periodo de crisis sistémicas. Las fuerzas de derechas, los regímenes autoritarios y la apropiación empresarial de los espacios de gobernanza democrática van en aumento en todo el mundo, acompañados por el desmantelamiento del sistema multilateral de las Naciones Unidas. Se están intensificando con rapidez las violaciones de los derechos humanos de las comunidades campesinas e indígenas, junto con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los conflictos armados y el hambre. Además, las renovadas amenazas a la soberanía alimentaria proceden de configuraciones empresariales modernas. En ellas,  empresas especuladoras de fondos de alto riesgo y titanes de la tecnología digital unen sus fuerzas para lubricar el fallido sistema de producción agroindustrial.

En este contexto, el CIP aboga por un nuevo proceso global Nyéléni, que conduzca al próximo Foro Global Nyéléni en India en 2025. Reconociendo el poder de los movimientos populares, aspiramos a reforzar la solidaridad y la unidad tendiendo puentes entre las luchas locales y mundiales. Nos esforzamos por adoptar una perspectiva interseccional para abordar eficazmente la crisis mundial multidimensional.

Mediante la colaboración con la justicia climática, los derechos de los trabajadores, el feminismo, la economía solidaria, la lucha contra la guerra, la juventud y otros movimientos, pretendemos resistir a la apropiación empresarial de los espacios de gobernanza, salvaguardar los derechos humanos y colectivos en todo el mundo, proteger los ecosistemas y garantizar una vida digna en la Tierra para las generaciones presentes y futuras.

Amigos de la Tierra Internacional, CIP para la Soberanía Alimentaria, La Vía Campesina, Transnational Institute

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1  

La iniciativa Food Box: reconstruyendo los sistemas alimentarios dirigidos por mujeres en Gaza

Plataforma Urbana y Periurbana de Gaza (GUPAP) y Plataforma de Mujeres Urbanas Emprendedoras (UWAF), Palestina.

En la Franja de Gaza, GUPAP apoyó la formación de la Plataforma de Mujeres Urbanas Emprendedoras (UWAF) en 2019 para unir y empoderar a las mujeres productoras y trabajadoras agrícolas, y construir un sistema alimentario independiente y resiliente para todos los palestinos. En el contexto de crisis prolongada de Gaza, la inseguridad alimentaria y el acceso restringido a tierras, semillas y razas de calidad, así como al agua y al mar, han provocado una disminución de la autosuficiencia, exacerbando la vulnerabilidad de las comunidades locales frente al hambre. Las estrategias de GUPAP-UWAF se han centrado en reducir la dependencia de los mercados internacionales, promover/utilizar lo que está disponible localmente, disminuir la huella ecológica de la producción y distribución de alimentos y reconstruir las granjas propiedad de mujeres.

Una iniciativa importante fue recaudar fondos mediante micro-mecenazgo para comprar alimentos locales a 52 agricultoras cuyo medio de vida quedó destruido en los bombardeos de mayo de 2021, y distribuir estos alimentos a mujeres vulnerables que afrontaban crisis sociales y sanitarias, mediante cestas de alimentos que incluían cereales, productos frescos, conservas y alimentos medicinales. Esta iniciativa recibió apoyo de organizaciones no gubernamentales locales y del Ministerio de Agricultura para identificar a los beneficiarios, inspeccionar los alimentos para controlar su calidad y distribuir las cestas de alimentos. 

La acción de la Cesta de Alimentos fue un planteamiento basado en la comunidad, que pertenecía a las mujeres y estaba dirigido por ellas. Apoyó a 52 agricultoras mediante la comercialización de sus productos a precios justos, y a 473 mujeres y sus familias que   afrontaban condiciones de especial vulnerabilidad.  Es igualmente importante que la iniciativa muestre cómo la solidaridad entre los pequeños productores de alimentos, los emprendedores, los gobiernos locales y la población puede ser operativa para diseñar soluciones locales en una situación de crisis prolongada como la que atraviesa Gaza.

Este testimonio procede del informe, Campaña de marketing solidario para aumentar la resiliencia de los miembros de la UWAF en la franja de Gaza, en inglés.

Voces desde el campo 2

Agroecología cubana y resiliencia frente a los huracanes

El Movimiento Agroecológico de Campesino a Campesino (MACAC) es un movimiento de base dentro de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) de Cuba, miembro del movimiento campesino internacional La Vía Campesina. En él, los campesinos miembros de la ANAP llevan desde 1997 transformando sus sistemas productivos mediante la aplicación de los principios de la agroecología.

Resiliencia revolucionaria

“En una granja agroecológica, si una cosa no sale adelante, otra lo hará. Siempre hay algo que comer. Pase lo que pase”.  – Nini, agricultor agroecológico y miembro de la ANAP.

La geografía cubana hace que este país sea susceptible de sufrir caídas de la producción agrícola como consecuencia de constantes catástrofes naturales. Un factor importante para el éxito del MACAC es sin duda la mayor resiliencia biológica y humana de los sistemas agroecológicos frente a los efectos del cambio climático.

A lo largo de los años, los agricultores cubanos – hombres y mujeres – han sido testigos de los beneficios de la agroecología frente a los huracanes: las explotaciones con un mayor nivel de integración agroecológica han sufrido menos frente a estos fenómenos. Esto puede explicarse en parte por el hecho de que los sistemas agroecológicos padecen menos erosión y deslizamientos de tierras debido a la mayor aplicación de prácticas de conservación de suelos (cultivo en curvas de nivel, control de cárcavas, mayor uso de cultivos de cobertura, etc.). Cuando existen múltiples estratos de vegetación se pierden menos cosechas. Aparte de que las explotaciones agroecológicas no sufren  pérdidas totales por los huracanes (a diferencia de las del monocultivo convencional), las explotaciones con mayores niveles de integración agroecológica se recuperan mucho más rápidamente.

El aumento de los precios de los alimentos en el mercado internacional, así como el precio de los insumos indispensables para la agricultura convencional, nos obligan a considerar un modelo alternativo que cree menos dependencia. La agroecología y el MACAC ofrecen el camino hacia la soberanía alimentaria en Cuba -asegurando una mayor resiliencia ante las adversidades climáticas; la restauración de los suelos degradados por el uso intensivo de agroquímicos; y alimentos sanos- a la vez que sirven de ejemplo, fuente de ideas e inspiración para otros países.

Más información en inglés aquí.

Voces desde el campo 3

De la crisis a la agroecología

Ferdinand Wafula, Bio Gardening Innovations (BIOGI), Kenia.

Los y las pequeños agricultores del oeste de Kenia deben cambiar debido a los trastornos mundiales. George y Violet forman parte de los miles de familias de Khwisero, en Kakamega County, que están cambiando sus métodos de cultivo.

George perdió su trabajo debido a la COVID-19, al cerrar muchos negocios. Hace dos años George trasladó a su familia desde Nairobi. Era pintor y promocionaba los productos de una empresa durante la pandemia. Violet, su mujer, pensó que era una buena idea porque así tendría más brazos para labrar la tierra. Trabajar la tierra con su mujer supuso retos y emociones para George. Las escasas lluvias, el retraso de la siembra y las fuertes subidas de los precios de los productos básicos, sobre todo de los insumos agrícolas, fueron como un rayo que fulminó a George. El maíz dejó de ser un cultivo básico. Con la disminución del rendimiento de las cosechas, una familia joven con hijos en edad escolar no podía sobrevivir con tres sacos en lugar de seis.

Violet no tardó en saber de una formación en agricultura respetuosa con la naturaleza impartida por sus compañeros. En 2021, BIOGI la formó como formadora. La ONG BIOGI, con sede en Vihiga, trabaja en el Khwisero Subcounty de Kakamega. La diversidad de cultivos, la integración del ganado y la fertilidad del suelo mediante bioinsumos, cayeron como el agua en la tierra fértil, y brotaron nuevas semillas de esperanza. Entre los variados cultivos locales de la granja de Violet están las batatas, mandioca, verduras locales, cacahuetes y plátanos. “Ya no me estreso por los insumos”, dice. Fabrico bioestimulantes y utilizo boniatos y cacahuetes molidos para complementar, o sustituir, al maíz”.

La familia adoptó enseguida la formación de BIOGI y AFSA: El proyecto “Suelos sanos, alimentos sanos” se está aplicando en toda la explotación. La familia da las gracias a quienes apoyan la iniciativa y espera aprender más en futuras interacciones y formaciones.

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¿Cómo afrontan la crisis alimentaria los campesinos y campesinas de Sri Lanka?

S.M.N. Maheshika Premachandra, Movimiento por la Reforma Agraria y de la Tierra (MONLAR por sus siglas en inglés), Sri Lanka.

Sri Lanka afronta su peor crisis económica en décadas: alrededor del 30% de sus habitantes sufre inseguridad alimentaria, y uno de cada cuatro se salta habitualmente comidas. Mientras el resto del país lucha por acceder a los alimentos y, por tanto, a una dieta nutritiva, los pequeños agricultores de las zonas rurales han podido satisfacer más o menos las necesidades alimentarias de sus hogares gracias a ser quienes son.

En Sri Lanka, el 80% de la producción total de alimentos depende de cerca de 1,65 millones de pequeños agricultores. Se calcula que el 40% de los hogares del país se dedica a la agricultura, de los cuales el 94%   se dedica a actividades de producción agrícola y el 12% a la ganadería. En las zonas rurales de Sri Lanka,   los agricultores no solo han podido alimentar a sus familias, sino que quienes les rodeaban han podido compartir o comprar productos frescos a los agricultores. Sus modos de cultivo no se han visto muy afectados por la escasez de fertilizantes químicos o plaguicidas; de hecho, han podido explorar y ampliar más sus métodos de cultivo naturales con la creciente demanda de alimentos en los mercados cercanos y su mayor experiencia en la agricultura sin productos químicos. No obstante, debido al aumento de los precios de mercado, los hogares rurales y urbanos están agotando sus ahorros o recurriendo al crédito para comprar otros productos de primera necesidad.

Sin embargo, en el “sector de las grandes fincas agrícolas”, que incluye las plantaciones de té y otras “propiedades” similares, más de la mitad de los hogares viven con inseguridad alimentaria, como viene ocurriendo desde hace años. Estos hogares están en peor situación que las poblaciones urbanas y que otros residentes rurales. La mayoría de las comunidades de las propiedades del norte del país no poseen tierras de cultivo: no tienen espacio suficiente ni para plantar un pequeño árbol de chile. En la mayoría de los hogares de estas fincas, las mujeres jóvenes se ven obligadas a buscar oportunidades de trabajo como empleadas de hogar en Oriente Medio; de hecho, una parte significativa de la migración laboral durante el primer trimestre de este año procede de las comunidades de las grandes fincas.

Cuadros

Cuadro 1

Soluciones transformadoras a las crisis alimentarias sistémicas mundiales  

En 2022, una consulta popular mundial sobre las repercusiones de la crisis alimentaria, y las propuestas desde la base, mostraron la realidad que viven los pequeños productores y las comunidades de todo el mundo que afrontan y lideran las respuestas a la crisis alimentaria[1]. Las conclusiones fueron contundentes:

A causa de la pobreza, de los precios abusivos de las grandes empresas y de que es el mercado el que rige el suministro de alimentos, y a pesar de la disponibilidad de alimentos, estos siguieron siendo inasequibles para millones de personas. Han persistido los conflictos, las guerras y la violencia de Estado, y los alimentos se utilizan como arma geopolítica. Los países y las poblaciones que tienen menos responsabilidad en las emisiones de gases de efecto invernadero son los que más han sufrido los efectos del cambio climático, con fenómenos meteorológicos extremos y cosechas fracasadas que han conducido a la pérdida de los medios de subsistencia de los pueblos indígenas y los pequeños productores de alimentos. Persisten las desigualdades de género, por lo que las mujeres y las personas LGBTQI corren mayores riesgos en tiempos de crisis y escasez. Las desigualdades múltiples suelen combinar la discriminación basada en clase, privilegios sociales, raza/etnia, casta, género, ocupación, religión y edad. El sistema alimentario neoliberal, movido por el beneficio empresarial, contribuye a muchos de estos problemas y además es inadecuado para resolverlos.

En cambio, las comunidades de base de pequeños productores y ciudadanos de diversos grupos marginados, ignoradas en gran medida por el Estado en sus respuestas a la crisis, se han unido para aportar sus propias soluciones. Sobre la base de la práctica, se articularon varias demandas.  En general, las respuestas políticas deben basarse en un enfoque integral de los derechos humanos, que reconozca la capacidad de acción de los más afectados, como titulares de derechos, y la responsabilidad de los gobiernos como garantes de derechos.

Estos movimientos exigen que, a corto plazo, el suministro de ayuda alimentaria de emergencia apoye los sistemas, las culturas y las iniciativas alimentarias locales. No debe convertirse en otra vía para que las grandes empresas distribuyan productos ultraprocesados. Los pequeños productores deben disponer de insumos a escala nacional, como semillas autóctonas y biofertilizantes, para poder alimentar a sus comunidades. Es necesario y urgente que los enormes beneficios de las grandes empresas y la riqueza extrema tributen, de modo que puedan financiarse las políticas sociales.

A medio plazo, los movimientos exigen una normativa que ponga fin a la especulación alimentaria y refuerce las competencias de las autoridades reguladoras de los mercados y las finanzas. Reclaman el fin de la deuda ilegítima, destacando la necesidad de reestructurar y cancelar las deudas privadas y públicas de los países en desarrollo. Es fundamental una moratoria sobre el uso y la transformación de materias primas agrícolas para fines no alimentarios, como los agrocombustibles.

A largo plazo, debemos romper la dependencia de las importaciones de alimentos y apoyar el aprovisionamiento doméstico de alimentos, transformar los sistemas alimentarios mediante la agroecología e implantar la soberanía alimentaria. Esto requiere sistemas de gobernanza que garanticen los derechos humanos y el multilateralismo democrático.

En la práctica, esto exige medidas para limitar el poder corporativo. El comercio y la inversión deben reorientarse para que estén al servicio de las personas y a las sociedades, no de las grandes empresas. Hay que poner fin a los Tratados de Libre Comercio (TLC) y desmantelar los acuerdos existentes de la OMC.

También hay infinidad de medidas positivas que pueden encaminarnos hacia estos objetivos a largo plazo, por ejemplo: la utilización eficaz de la contratación pública y las reservas alimentarias; la creación de mercados territoriales; la reactivación de los cultivos y razas autóctonos; la reforma agraria integral y popular y el compromiso de aplicar la declaración de la ONU sobre el derecho de los campesinos y la población de las zonas rurales y la declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas. En general, necesitamos un mayor control democrático de los sistemas alimentarios a todos los niveles.

Cuadro 2

Nuestro futuro es público

Del 29 de noviembre al 2 de diciembre, más de mil representantes de más de cien países, procedentes de movimientos de base, organizaciones de defensa, de derechos humanos y de desarrollo, movimientos feministas, sindicatos y otras organizaciones de la sociedad civil, se reunieron en diciembre de 2022 en Santiago de Chile, y de modo virtual, para debatir sobre el papel fundamental de los servicios públicos para nuestro futuro[2] . Cientos de organizaciones del sector de la justicia socioeconómica y los servicios públicos, desde la educación y la sanidad hasta los cuidados, la energía, la alimentación, la vivienda, el agua, el transporte y la protección social, se reunieron para abordar los efectos perjudiciales de la comercialización de los servicios públicos, reclamar el control público democrático y volver a imaginar una economía verdaderamente igualitaria y orientada a los derechos humanos que trabaje para las personas y el planeta.

Por primera vez desde que se inició este proceso hace unos cinco años, la alimentación ha formado parte de esta conversación. Puesto que la alimentación no es un servicio público, en este diálogo sectorial exploramos las conexiones entre los servicios públicos, así como las políticas públicas necesarias para hacer realidad el derecho a la alimentación. Asimismo, nuestro diálogo trató sobre lo que queremos decir cuando reclamamos lo público y cómo democratizar la economía a través del fortalecimiento de la transición agroecológica.

En nuestras conclusiones destacamos que la alimentación es tan esencial para nuestra supervivencia y bienestar, que debe estar en el centro de las políticas y servicios públicos. La alimentación está indisolublemente unida a la salud, los cuidados, la educación, el trabajo, el transporte, el agua, el clima, la agencia política y la democracia participativa.  La alimentación debe ser priorizada como un derecho humano, en el marco de una comprensión integral, compleja e interdependiente de los derechos humanos, donde es esencial incluir los derechos de todos los pequeños productores de alimentos, trabajadores y mujeres, incluyendo los derechos colectivos y el derecho a la soberanía alimentaria. Los sistemas alimentarios son el vehículo para la reproducción continuada de los ciclos de la vida, haciendo que la salud humana sea indivisible de los sólidos cimientos ecológicos de la Madre Tierra.

Se ha lanzado un llamamiento fuerte a la unión entre sectores, regiones y movimientos para formular estrategias comunes y nuevas alianzas para hacer realidad la soberanía alimentaria, la transición a la agroecología en todo el mundo y garantizar que se respeten los derechos de todos los actores implicados en los sistemas alimentarios. En particular, hablamos del papel de la reforma agraria en las transiciones agroecológicas, de la importancia de la dimensión del cuidado en los sistemas alimentarios, del papel de la compra pública de alimentos para las instituciones públicas (escuelas, hospitales, prisiones, etc.) y de la necesidad de reforzar y coordinar mejor nuestras campañas actuales contra los agrotóxicos.


[1]  Más información e informe completo aquí.

[2]  Leer “Nuestro futuro es público: Declaración de Santiago por los Servicios Públicos”

Destacados

Destacados 1

Atrapados por los mercados

El mundo se enfrenta a la tercera crisis alimentaria mundial de los últimos 50 años, que hará aumentar enormemente la inseguridad alimentaria y económica de cientos de millones de personas en todo el mundo. Los últimos informes sobre el estado de la inseguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (informe SOFI, por sus siglas en inglés) atestiguan el fracaso de los esfuerzos mundiales para acabar con el hambre, la desnutrición y la inseguridad alimentaria, que han aumentado desde 2014. 

Los responsables políticos atribuyen esta sombría realidad a la recesión económica provocada por la pandemia de la COVID-19, a la aceleración del cambio climático y a la guerra rusa contra Ucrania. Es evidente que la pandemia ha provocado un aumento alarmante del hambre, la inseguridad alimentaria, la pérdida de empleo y de ingresos, la pobreza y la desigualdad. Pero los informes SOFI muestran los elevados niveles de hambre en el mundo incluso antes del impacto de la pandemia en 2020.  La guerra de Rusia en Ucrania ha perturbado las exportaciones de cereales y las cadenas de suministro de la región del Mar Negro, produciendo una subida desorbitada de los precios de los cereales, la energía, los fertilizantes y otros productos.  Pero los responsables políticos desdeñan el papel que juegan los mercados de materias primas, las empresas del agronegocio y los inversores financieros, que provocan la volatilidad de los precios de los alimentos y la vulnerabilidad de nuestras economías ante crisis alimentarias recurrentes.

Las estructuras de mercado, las normas y los acuerdos comerciales y financieros, son clave para estas crisis recurrentes, porque refuerzan un sistema alimentario industrial mundial dominado por las empresas y permiten la concentración vertical y horizontal del mercado, así como la especulación financiera en los mercados de materias primas. En las últimas décadas, las grandes empresas financieras han invertido en la producción, la transformación, la venta al por menor de materias primas, la tecnología digital agroquímica, la logística (transporte y almacenamiento) y las transacciones de tierras a gran escala, y se han ido convirtiendo en las caras ocultas del acaparamiento de tierras, agua y recursos y de la desposesión rural.

Según Michael Fakhri, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, “… los precios de los alimentos se están disparando, no por un problema de oferta y demanda como tal, sino por la especulación de precios en los mercados de futuros de materias primas”. 

Las respuestas nacionales a la crisis han variado en función de las reservas de alimentos, las capacidades de producción, los niveles de endeudamiento y el poder adquisitivo. Los países de renta baja importadores de alimentos afrontan múltiples problemas de gran endeudamiento, depreciación de la moneda, e insuficiencia de fondos e infraestructuras para fomentar la disponibilidad de alimentos producidos localmente. A medida que la guerra se prolonga, más países restringen las exportaciones para satisfacer las necesidades internas, lo cual es comprensible, pero ha contribuido aún más al aumento de los precios de los productos básicos agrícolas.

Las respuestas multilaterales a la crisis han dado prioridad al funcionamiento de las cadenas mundiales de suministro de productos básicos e insumos agrícolas (especialmente fertilizantes), eliminando las prohibiciones/restricciones a la exportación y apoyando una mayor liberalización del comercio y la inversión. No se han propuesto medidas para detener la especulación con los alimentos, regular los mercados agrícolas y desconcentrar los mercados agroalimentarios del dominio de las grandes empresas.

Más información:

FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS. 2021. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021. Transformación de los sistemas alimentarios para que promuevan dietas asequibles y saludables. Roma: FAO.

FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS. 2022. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022. Adaptación de las políticas alimentarias y agrícolas para hacer las dietas saludables más asequibles. Roma: FAO.

Reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en formato Arria sobre Conflictos y Hambre. Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación Michael Fakhri, en inglés, 21 de abril de 2022.

La Crisis Alimentaria Mundial, esta vez , Focus on the Global South, en inglés.

¿Se está viniendo abajo la cadena de valor mundial? Focus on the Global South, en inglés.  

El Multilateralismo favorable a las grandes empresas y la inseguridad alimentaria, Focus on the Global South, en inglés.

Destacados 2

Cinco soluciones reales a la crisis alimentaria en África  

La llegada de los primeros europeos a las costas africanas sembró la semilla de la crisis alimentaria. Decenas de millones de africanos fueron llevados al Caribe para procesar productos básicos, principalmente azúcar. Antes de la llegada de los europeos, África tenía un sistema socioeconómico y alimentario bien gobernado y próspero. Durante el colonialismo, el objetivo pasó a ser la extracción de materias primas africanas para alimentar la industrialización europea. Esto limitó la producción de África a unos pocos productos básicos de exportación, impidiendo la diversificación de los sistemas agrícolas orientados al desarrollo local y los mercados regionales. Con la independencia, la deuda contraída a través de inversiones impulsadas por los donantes, los programas de ajuste estructural del FMI y una mayor dependencia de los recursos externos, incluidos los alimentos, ha obstaculizado los mecanismos internos de autoorganización y crecimiento.

La COVID y la guerra de Rusia en Ucrania han agravado la crisis alimentaria de África. Los costes de los alimentos, los insumos agrícolas y el combustible se han disparado. ¿Cómo saldrá África de este atolladero? ¿Cómo puede África producir suficientes alimentos nutritivos y sanos, salvaguardando al mismo tiempo su cultura alimentaria y garantizando la justicia en su sistema alimentario sin perjudicar al medio ambiente?

Afrontando la narrativa

Debemos desacreditar la narrativa de la revolución verde, que contempla el sistema alimentario africano únicamente a través del prisma de la productividad. Según este relato, la solución está en aumentar la producción de alimentos ricos en calorías, principalmente tres cereales, maíz, arroz y trigo, mediante un mayor uso de agroquímicos tóxicos y semillas híbridas/OMG, asignando grandes extensiones de tierra a la agroindustria. Más que aumentar la productividad, esto perjudica la seguridad alimentaria, el medio ambiente, agrava la deficiencia nutricional y erosiona las culturas alimentarias y los derechos humanos. ¡Hay que acabar con esto!

Adoptar la agroecología

Múltiples informes de investigación y visitas personales sobre el terreno a explotaciones agrícolas gestionadas en armonía con la naturaleza -combinando los conocimientos locales con la ciencia de vanguardia- han demostrado que es posible producir alimentos más nutritivos sin perjudicar al medio ambiente. La agroecología responde a las numerosas crisis a las que nos enfrentamos tanto a nivel humano como planetario. Para evitar el desastre, África debería adoptar la agroecología.

Reducción de la deuda

La carga de la deuda agrava el hambre y restringe gravemente la inversión agrícola en África. Sólo unos pocos países han asignado el 10% de su PIB a la agricultura. Treinta y tres países africanos forman parte de los Países Menos Adelantados, y la mayoría están fuertemente endeudados. Los gobiernos africanos se están hundiendo en la deuda por la crisis climática y están invirtiendo préstamos condicionados en falsas soluciones de adaptación. Según Naciones Unidas, los países podrían pagar 168.000 millones de dólares más en los próximos diez años por ese tipo de programas de adaptación.  Debemos abogar por la reducción y la reestructuración de la deuda.

Una política alimentaria adecuada

Necesitamos una política alimentaria a escala continental y nacional y sistemas de gobernanza que den prioridad a una dieta sana y sostenible para todos. Esto garantizará la coherencia de las políticas y establecerá una estructura de gobernanza para su aplicación. El tipo adecuado de política alimentaria da prioridad a las personas sobre los beneficios, combate el dumping alimentario y promueve el cultivo y consumo de alimentos locales saludables.

Apoyo a los mercados territoriales y a las iniciativas agroecológicas

El paisaje africano tiene infinidad de mercados territoriales. Para muchas comunidades pequeñas, hacen las veces de centros económicos, culturales y políticos. Estos centros deben construirse para promover la gastronomía local y luchar contra las crisis. Durante la COVID 19, muchas comunidades rurales dependían de los mercados territoriales. En paralelo con esto, debemos ayudar a los crecientes emprendedores agroecológicos a encontrar soluciones para hacer llegar alimentos sanos a los consumidores y proporcionar empleo a millones de jóvenes africanos, en su mayoría mujeres y niñas.

El legado colonial y el control de nuestro sistema alimentario por parte de las élites no desaparecerán por desearlo. Debemos organizarnos, definir nuestra estrategia y luchar por el cambio. El movimiento debe proponer soluciones, centrarse en la transición agroecológica y demostrar su eficacia. Para hacer frente a la crisis alimentaria, el movimiento debe promover la producción y el consumo de alimentos sanos.

Sólo la soberanía alimentaria, que promueve la autosuficiencia y el control local, puede ayudarnos a evitar la inminente catástrofe alimentaria.

Boletín núm. 51 – Editorial

Soluciones desde los movimientos de base a la crisis alimentaria mundial

Ilustración: Carlos Julio Sánchez para LVC.

En 2008, numerosos expertos -de campesinos y campesinas a responsables políticos- advirtieron de una “tormenta perfecta” de crisis en el sistema alimentario industrial. Nuestros movimientos ya habían dado la voz de alarma sobre el creciente control de las grandes empresas, la financierización de los alimentos, el acaparamiento de recursos, la injusticia económica y la destrucción de los territorios de los pequeños productores de alimentos por parte de los productores a gran escala de productos básicos, profundamente dependientes de los combustibles fósiles y otros insumos extraídos. Quince años después, constatamos que las crisis son un fenómeno recurrente en el sistema alimentario capitalista. La intensificación de los impactos medioambientales, las guerras y conflictos por los recursos, el aumento de la deuda, las injusticias estructurales y las desigualdades están agravando los efectos sobre nuestros pueblos.

Nuestra respuesta a las crisis alimentarias sigue siendo la soberanía alimentaria. Ahora es más necesario que nunca que nuestras comunidades y países se centren en la producción agroecológica de alimentos. Como muestra esta edición, tenemos multitud de propuestas de solución prácticas y políticas, pero debemos crear poder para luchar contra las grandes empresas extractivas y que se rigen por el lucro, para que no se apoderen de nuestro sistema alimentario. La crisis alimentaria es solo un aspecto de una serie de factores más profundos que están causando crisis superpuestas de destrucción ecológica, el auge reforzado del patriarcado y la creciente criminalización, en connivencia con el capital,  de los defensores de los derechos; factores que están impregnando todos los aspectos de nuestras vidas, desde la alimentación hasta el compromiso social y nuestras interacciones con la naturaleza.

Muchos movimientos han hecho causa común para afrontar las causas de estas crisis múltiples e interconectadas; también han demandado justicia climática, que se ponga fin a los combustibles fósiles, haciendo recaer la responsabilidad en primer lugar en las naciones desarrolladas, responsables históricas de la contaminación, y después en las élites consumidoras de todo el mundo; han demandado la cancelación de la deuda ilegítima y la revocación de regímenes comerciales, de inversión y fiscales injustos. Los movimientos feministas nos muestran el camino hacia la economía de la vida y del cuidado, la justicia interseccional y la construcción de poder político. Los movimientos antirracistas, decoloniales, por la paz y contra la opresión, nos muestran nuevos imaginarios de comunidad, evocando en nosotros las antiguas prácticas de solidaridad de campesinos, mujeres, pueblos indígenas, pastores, pescadores y trabajadores, y la urgencia de la solidaridad con los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo.

Conscientes de que debemos construir y fortalecer nuestros movimientos desde la base, y buscar cohesión a través de todas las regiones y pueblos que se enfrentan a la injusticia, convocamos el proceso Nyéléni 2021 – 2025 para ofrecer espacios de encuentro. Invitamos a todos los movimientos a unirse a nosotros. Soberanía alimentaria ¡ya!  

AFSA, Focus on the Global South y Amigos de la Tierra Internacional