Boletín núm. 31 – Editorial

Océanos y agua

El agua es un elemento imprescindible para la vida además de ser un componente fundamental para el ámbito humano. Es también un recurso natural indispensable para producir nuestros alimentos y mantener el buen funcionamiento de nuestro planeta. Por estos motivos, el agua se convierte en un elemento político central para la lucha de los pueblos por la soberanía alimentaria.

La presente edición del boletín de Nyéléni expone la amenaza global creciente de la privatización y de la mercantilización del agua – especialmente aguas oceánicas y continentales que son fuente de vida para millones de pueblos pescadores en el mundo.

Comunidades de diferente regiones y países, organizadas en grupos de luchas globales – como el Foro Mundial de Pescadores y Trabajadores de la Pesca (WFF) y el Foro Mundial de Pueblos Pescadores (WFFP) – están resistiendo contra el acaparamiento de agua y de agua oceánica. Este fenómeno sigue la misma lógica que el acaparamiento de tierras. Con el pretexto de “traer desarrollo” a las regiones ‘pobres’ del mundo, estados, instituciones financieras internacionales, coaliciones de empresas transnacionales, fundaciones filantrópicas, así como ONGs ambientalistas internacionales están negando el acceso de los pueblos pescadores a sus recursos naturales, perjudicando así sus prácticas tradicionales de pesca. El llamado ‘crecimiento azul’ tiene poco que ver con la protección y el cumplimiento de los derechos humanos de estas comunidades, sino simplemente maximiza los beneficios de las empresas privadas a costa del acceso de los pueblos a las aguas oceánicas y continentales.

Pero las voces desde el campo nos enseñan como los y las pequeños pescadores han ido resistiendo a este modelo y fortaleciendo su autonomía a través de una capacitación colectiva. Han asociado labor de promoción e intercambio de experiencias basadas, por ejemplo, en las Directrices Voluntarias para asegurar la Pesca Sostenible a Pequeña Escala (Directrices PPE). Los pescadores utilizan las Directrices PPE como una herramienta para responsabilizar a los Estados frente a las violaciones de los derechos humanos, así como a las empresas para sus abusos en contra de los derechos de las comunidades. Las Directrices PPE son también una herramienta para discutir sobre el marco de las políticas con autoridades locales, nacionales, regionales e internacionales. Las mujeres pescadoras desempeñan un papel crucial dentro de este proceso político, ya que realizan trabajos fundamentales (en su mayor parte no remunerados) para la dinámica de las comunidades – como llevar a cabo las actividades domésticas, cuidar a la familia y a los y las niñas, además de trabajar con los hombres. Para las mujeres, es imprescindible adquirir conocimientos y habilidades para mejorar su medio de subsistencia.

Hoy ha llegado la hora de recordar la importancia de los pescadores – tanto de las mujeres como de los hombres – y de las comunidades a ejercer su soberanía y hacer que los estados cumplan con sus obligaciones respecto a los derechos humanos, y particularmente con respecto a la protección de nuestros océanos y aguas continentales.

Sofia Monsalve, FIAN Internacional

Boletín núm. 30 – Un poema sobre la Esperanza

Un poema sobre la Esperanza

Es difícil tener esperanza. Es más difícil al envejecer,
pues la esperanza no debe depender de sentirse bien
y está el sueño de la soledad en la medianoche absoluta.
También has quitado la creencia en la realidad presente
del futuro, que seguramente nos sorprenderá,
y la esperanza es más difícil cuando no puede llegar por predicción,
ni ya más por desearla. Pero deja de vacilar.
Los jóvenes piden a los viejos tener esperanza. ¿Qué les diréis?
Diles por lo menos lo que te dices a ti mismo.

Porque no hemos hecho nuestras vidas para acomodarse
a nuestros lugares, los bosques están arruinados, los campos erosionados,
los ríos contaminados, las montañas derribadas.
Espera entonces de pertenecer a tu lugar por tu conocimiento
de lo que es, que ningún otro lugar es, y porque
te importa, como ningún otro lugar te importa. Este
conocimiento no te lo pueden quitar, ni por el poder, ni por riqueza.
Tapará tus oídos a los poderosos cuando te pidan
tu confianza y a los ricos cuando te pidan tu tierra
y tu trabajo. Quédate callado y escucha las voces
de la ribera y los árboles y los campos abiertos.

Encuentra tu esperanza, entonces, en la tierra bajo tus pies.
Tu esperanza del Cielo, déjala descansar sobre la tierra bajo tus pies.
El mundo no es mejor que sus lugares. Sus lugares al final
no son mejores que sus gentes mientras que sus gentes
continúen en ellos. Cuando la gente oscurece
su luz interior, el mundo oscurece.

Wendell Berry (Traducción no oficial del inglés)

Boletín núm. 30 – Editorial

Avanzando en el paradigma de la Soberanía Alimentaria

Ilustración : Angelo Monne | www.angelomonne.com

Este año se celebra el décimo aniversario del histórico Foro por la Soberanía Alimentaria que tuvo lugar en Mali en 2007. El Foro congregó a más de 500 campesinos, pescadores, pastores, indígenas, trabajadores, migrantes, mujeres, jóvenes, consumidores, investigadores y prensa/medios de comunicación de 80 países para construir un movimiento global para la soberanía alimentaria. El Foro se llamó Nyéléni como tributo e inspirándose en una mítica campesina maliense.

Desde entonces, Nyéléni se ha convertido en un espacio de práctica, para reunir, generar sinergias y aunar fuerzas para reforzar las distintas condiciones para la soberanía alimentaria. Éstas incluyen la de defender y proteger la tierra, el agua, los territorios, las semillas y la biodiversidad: redistribuir la reforma agraria; asegurar el acceso a la tierra, a los territorios y los recursos; la agroecología y la agricultura campesina sostenible; la producción y el marketing cooperativos; evitar la dominación corporativa, la captura y el control de las semillas, las tierras, el agua, la tecnología, el conocimiento, los mercados y las políticas; resistirse a la privatización; desmantelar los regímenes neoliberales de comercio-inversión; frenar la criminalización de las comunidades en primera línea y de los defensores de los derechos; y apoyando los derechos de los suministradores de alimentos a pequeña escala y a sus trabajadores.

Conforme el paradigma de la soberanía alimentaria se ha expandido, también lo han hecho las amenazas que se ciernen sobre ella. La convergencia de las crisis climática, financiera, económica y energética en la última década ha desencadenado una explosión en los proyectos de infraestructuras a gran escala, de minería, de extracción de petróleo y gas, de talas, de plantaciones industriales de árboles, de resorts de lujo y de promoción inmobiliaria, de Zonas Económicas Especiales, y falsas “soluciones” climática como REDD, comercio de carbono azul y del secuestro de carbono. Las poblaciones rurales están perdiendo sus tierras y sus territorios, haciendo frente a una escalada en la criminalización, la violencia y la militarización mientras tratan de organizarse para proteger los fundamentos mismos de sus propias vidas.

La nueva generación de los tratados de libre comercio (TLC) amenaza la soberanía alimentaria a través de recortes extremos de los aranceles, cambios en las normativas estatales que eliminan los apoyos para los productores a pequeña escala, y proporcionan mecanismos para proteger los “derechos” de los inversores que dan acceso ilimitado a las corporaciones a los sectores críticos, como la alimentación, la agricultura, la distribución, las medicinas y la salud pública. Igualmente peligrosas son las políticas que permiten que las corporaciones controlen la producción, el uso, el precio y el marketing de las semillas, promover la ingeniería genética, y patentar semillas y variedades de plantas (muchas de las cuales se derivan de materiales bio-pirateados). Las megafusiones de seis corporaciones –Bayer + Monsanto, Dow + Dupont y ChemChina + Syngenta—incrementarán el control corporativo sobre las semillas, las tecnologías agrícolas y el equipamiento, minando la productividad potencial de los productores de alimentos a pequeña escala en todo el mundo.

Estas amenazas se encaran desde múltiples frentes y niveles por el movimiento global en auge sobre soberanía alimentaria. Las crisis recurrentes que el mundo afronta son inherentes al capitalismo que es un adepto a reinventarse a sí mismo para mantener el poder estructural. Enredar con los hilos del modelo capitalista no será positivo. Lo que se necesita es un profundo cambio sistémico, un cambio completo de paradigma de la competitividad a la solidaridad, del extractismo al respeto, de la explotación a la dignidad. Este es el paradigma de soberanía alimentaria, que es el movimiento global que avanza a través de del diverso conocimiento, de las capacidades, de los recursos y de las bases sociales.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South

Boletín núm. 29 – Editorial

TLC y agricultura

Ilustración: Anthony Freda | www.AnthonyFreda.com

Crece la desconfianza y la movilización contra los tratados de libre comercio (TLC.) Éstos afectan la soberanía alimentaria:

– Erosionan las políticas públicas que apoyan mercados locales.
– Quitan o disminuyen aranceles en bienes importados, lastimando a los productores locales pequeños que no pueden competir con importaciones corporativas subsidiadas.
– Armonizan estándares en sanidad alimentaria, plaguicidas, OGM y bienestar animal, beneficiando a las corporaciones con sus bajos criterios en aras de sus márgenes de ganancia.
– Modifican leyes de patentes, para privatizar plantas y animales; criminalizan la custodia y el intercambio de semillas, dañan los sistemas agroalimentarios locales.
– Privilegian a inversionistas extranjeros que obtienen mayor acceso a agua y tierras, con derechos que los defienden mediante antidemocráticos mecanismos de solución de disputa Estado-inversionistas.

Los TLC son más que comercio. Son acuerdos integrales que impiden librarnos de las reformas estructurales, fortaleciendo corporaciones, finanzas y gobiernos; promoviendo sus objetivos globales.

Existe una relación directa entre TLC, cambio climático, devastación ambiental, y el atropello a los derechos de pueblos originarios, jornaleros y campesinos. La elección de Trump y el Brexit reflejan parcialmente la ira pública por el “libre comercio”, pero impulsan un nacionalismo racista, excluyente y fragmentario. Debemos luchar por un cambio sistémico real defendiendo nuestros territorios y diciendo NO a los TLC y al capitalismo global y a la política racista.

Ningún TLC puede ser popular. Debemos erradicarlos. No reformarlos.

bilaterals.org y GRAIN

Boletín núm. 28 – Editorial

La Agroecología en una encrucijada

La Agroecología como resistencia y transformación: La soberanía alimentaria y la Madre Tierra

Ilustración : Logo Escuela Campesina Multimedia

De repente, la Agroecología se puso de moda, desde los movimientos sociales de base hasta la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los gobiernos, las universidades y las corporaciones. Pero no todas las partes tienen la misma idea en mente sobre qué es la Agroecología. Mientras las instituciones y corporaciones dominantes han marginalizado y ridiculizado por años la Agroecología, hoy intentan capturarla. Quieren apropiarse de lo que les es útil – es decir, la parte técnica y usarla para pulir la agricultura industrial, mientras se ajustan al modelo del monocultivo y al dominio del capital y las empresas en las estructuras de poder. Los movimientos sociales, por otro lado, usan la Agroecología para desafiar los actuales esquemas de poder – como lo son la concentración de tierra y los monopolios – y usan la Agroecología para resistir los múltiples ataques a la vida en las zonas rurales y sobre la Madre Tierra, al igual que como una herramienta para la transformación social, económica, cultural, política y ecológica de las comunidades y los territorios. Su Agroecología es meramente técnica, la nuestra es política.

La Agroecología se ha convertido en un territorio en disputa. Es esencial construir un consenso entre los movimientos de nuestros pueblos sobre qué significa para nosotros, sobre qué estamos defendiendo. Es por eso que celebramos el Foro Internacional de Agroecología en Nyéléni, Mali en febrero de 2015, y por lo cual hemos venido discutiendo la Agroecología en las últimas series de los foros de Agroecología organizadas por la FAO en Roma, las Américas, Asia, África, China y Europa, inclusive mientras construimos activamente la Agroecología en nuestros territorios.

Peter Rosset, La Via Campesina y Martín Drago, Amigos de la Tierra Internacional

Boletín núm. 27 – Editorial

Los mercados campesinos

Ilustración : Rigel Stuhmiller – www.rigelstuhmiller.com

En prácticamente todos los pueblos de la India, los vendedores empujan los carritos de un barrio a otro, abasteciendo a los clientes con frutas y verduras anuales y de temporada. Por las costas, la pesca fresca de los pequeños barcos pesqueros se expone para su venta cada mañana y cada tarde. Los comerciantes ambulantes compran pescado en estos mercados y lo transportan a diferentes pueblos. Los mercados de pescado y marisco diario son habituales en cada área costera de la región del Pacífico asiático. En Tailandia, los mejores lugares para encontrar alimentos, hierbas y especias tradicionales son los mercados frescos locales. En la Camboya rural, es común ver los pequeños puestos a lo largo de la carretera vendiendo maíz, calabaza, verduras, frutas de temporada recién cosechadas, azúcar de palma y carne y pescado seco. Otras escenas similares se pueden ver en muchas otras partes del mundo, en diferentes zonas climáticas y geográficas.

Todos estos alimentos, crudos, cocinados y preservados son producidos y vendidos por los campesinos, pescadores, pastores, ganaderos y avicultores, procesadores de alimentos y empresarios locales a pequeña escala, la mayoría de ellos mujeres, a través de los diferentes tipos de mercados: temporales, permanentes, ambulantes, entregas directas, cooperativas, etc. La mayoría de los alimentos consumidos en el mundo son producidos por pequeños agricultores y trabajadores y distribuidos a través de los “mercados territoriales”, que reflejan la gran diversidad de contextos que caracterizan la producción y distribución de alimentos a pequeña escala. Los mercados territoriales son una fuente importante de empleo y cruciales para combatir la hambruna y la pobreza.

Estos mercados cada vez se enfrentan más a las amenazas empresariales que lideran los supermercados e hipermercados, contratación, almacenaje y los sistemas de certificación y seguridad de alimentos. Las empresas usan políticas neoliberales y acuerdos de inversión, así como sistemas de marketing sofisticados para controlar cómo se producen, tasan, distribuyen y consumen los alimentos. La protección y el fortalecimiento de los mercados de los agricultores a pequeña escala son aspectos fundamentales de la soberanía alimentaria y de la restauración del control social sobre la economía.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South

Boletín núm. 26 – Editorial

Reforma agraria y soberanía alimentaria

Hoy día estamos frente a una oleada del capital financiero sobre los recursos ubicados en las zonas rurales del mundo. Está generando la financierización de los bienes y productos del campo, y la (re)capitalización) de las actividades capitalistas extractivistas , tales como el agronegocio, sobre todo de monocultivos para la exportación, las plantaciones forestales, los agrocombustibles, las empresas mineras, y los constructores de megaproyectos como represas, carreteras y desarrollos turísticos. Esto conduce al acaparamiento de tierras, y al despojo, desalojo, desplazamiento, y migración de nuestros pueblos, la creciente criminalización y represión de la protesta social, y la demonización mediática de nuestros movimientos y luchas.

Ya que el capital se está apropiando de los territorios enteros de nuestros pueblos, nosotros tenemos que responder transformando la lucha por la tierra en la lucha por el territorio. Esto requiere construir alianzas entre campesinos y campesinas, jornaleros, pueblos indígenas, pastores nómadas, pescadores artesanales, pueblos forestales, y otros sectores populares del campo, y las populaciones urbanas, sobre todo de la periferia y los consumidores. Requiere producir alimentos sanos con la agroecología y los saberes ancestrales y populares, y demostrando que los territorios populares son mejores para la Sociedad y la Madre Tierra, que los territorios del Capital.

La Via Campesina

«En nuestras cosmovisiones, somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De los ríos somos custodios ancestrales – el pueblo Lenca, resguardados además para los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos, es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta. (…)
¡Despertemos, despertemos humanidad! Ya no hay tiempo. Nuestras consciencias serán sacudidas por el hecho de estar solo contemplando la autodestrucción pasada en la depredación capitalista, racista y patriarcal.»
Berta Cáceres [Mujer líder de la organización de derechos indígenas COPINH en Honduras, asesinada el 3 de marzo 2016 para su lucha en defensa de su pueblo, su territorio y los ríos.]

Boletín núm. 25 – Editorial

Bloquear la gobernanza corporativa de los sistemas alimentarios

Ilustración – Daniel Pudles – www.danielpudles.co.uk

En este Boletín Nyéléni alzamos la voz contra las corporaciones transnacionales (CTN), contra el poder que están adquiriendo y contra el grave impacto que están ejerciendo en la vida de las personas. En el momento actual, en que las relaciones vuelven a ser coloniales, en que los actores privados (sobre todo las CTN) han debilitado y desdibujado el papel de los estados (especialmente en los espacios intergubernamentales para el diseño de políticas, incluida la ONU), debe descartarse con rapidez cualquier intento de establecer una gobernanza por múltiples partes interesadas.

El agua, las semillas, la tierra y otros recursos naturales esenciales se están convirtiendo, cada vez más, en elementos de negocio para un pequeño grupo de CTN. Esta “corporativización” se ha desarrollado en el contexto de iniciativas globales como la Iniciativa de Rediseño Global (Global Redesign Initiative, GRI), encabezada por el Foro Económico Mundial (FEM). Esto representa una privatización cada vez mayor de la gobernanza de los sistemas alimentarios y la nutrición de los pueblos, y las iniciativas basadas en esta “lógica” de la GRI, como Scaling-Up Nutrition (SUN), Coastal Fisheries Initiative (CFI) o la Nueva Alianza Para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en África, del G8, son claramente soluciones inútiles para los pueblos.

Tales iniciativas también erosionan el papel de los estados en los espacios políticos internacionales y, en consecuencia, debilitan la soberanía de los pueblos al poner la especulación privada por encima del interés público. Esto provoca una especie de “colonialismo corporativo”, donde incluso el mapeo genético de las semillas (propuesto por “DivSeek”) termina por ser una forma de despojar a las y los campesinos de sus derechos.

Además de lo anterior, la inexistencia de políticas públicas y de compromiso estatal con las obligaciones de respeto a los derechos humanos ha provocado que las CTN prosigan con sus actividades con total impunidad. Como se refleja en esta edición, los delitos cometidos por las CTN contra comunidades de Nigeria, o la privatización de ciudades en Honduras, muestran cuán urgente resulta que los estados empiecen a regular las acciones de las CTN. Por esta misma razón, la sociedad civil hace un llamamiento para crear un instrumento vinculante a nivel internacional que regule totalmente y sancione las actividades de las CTN, como primer paso para proteger y reafirmar la soberanía de los pueblos del mundo.

Junto con los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil, debemos trabajar para reinventar y reconstruir espacios políticos públicos a nivel local, nacional, regional e internacional. Sólo a través de una unión sólida entre estos ámbitos podrá ejercerse la soberanía de los pueblos en todo el mundo.

Sofia Monsalve, FIAN International

Boletín núm. 24 – Editorial

Bosques, recolectar comida y los comunales

Ilustración: Iwasaki Kan’en, Herbario, 1830

Entorno al 75% de la población pobre mundial vive en áreas rurales de países en desarrollo. La mayoría sobrevive gracias a la agricultura de subsistencia, la pesca artesanal y/o al pastoreo nómada y muchos no tienen tierras, trabajan como mano de obra temporera en granjas, plantaciones, piscifactorías y la industria. Sus necesidades alimentarias diarias se cubren principalmente con la producción local, la recolección de comida, la caza y la pesca – a menudo realizada por mujeres—en pequeñas granjas, zonas de pastoreo comunales, y en bosques, arroyos, ríos y lagos. El acceso reducido a estos ecosistemas o el descenso en la cantidad comida que se reúne en estos ambientes conducen al hambre y a la malnutrición aguda.

Bosques, campos, laderas de colinas/montañas, humedales y masas de agua —que comprenden ríos, arroyos, lagos y mares- son fundamentales para las vidas, las culturas y la economía de las comunidades rurales de todo el mundo. Hay fondos fundamentales de la biodiversidad y literalmente preservan la vida. La comida, el agua, la fibra, el combustible, las plantas medicinales y las raíces, la madera, la hierba, las hojas, la resina y otros materiales que proporcionan son las únicas redes de seguridad con las que cuentan las poblaciones rurales en los tiempos de adversidad. E incluso en los tiempos de bonanza, en las comunidades rurales que no son pobres, los alimentos silvestres -que se recolectan, cazan y pescan– suponen un componente importante de las dietas locales y tradicionales; los productos forestales no madereros (PFNM) y los recursos marinos son importantes fuentes de ingresos suplementarios.

Muchas comunidades —especialmente de pueblos indígenas- tienen bosques sagrados o espirituales, que también albergan las fuentes de los ríos y arroyos locales. Proteger el bosque significa, por tanto, proteger las fuentes acuíferas de las comunidades. Los bosques son espacios relevantes para la educación y el conocimiento local: los niños y niñas aprenden cuál es el valor de las plantas, los animales, los venenos y las medicinas al ir junto a los mayores al bosque.
La demarcación entre bosque y tierras agrícolas a menudo está difusa por los cultivos itinerantes: campos que no están plantados se convierten en bosques, jardines vegetales y huertos de árboles frutales a menudo se plantan e los bosques pues aseguran condiciones de crecimiento propicias. Se asemeja a lo que sucede en las comunidades costeras y marinas, que veneran el mar como fuente de toda la vida y tiene elaboradas reglas socioeconómicas para proteger los ecosistemas sensibles. En este caso también lo niños aprenden el valor de los distintos tipos de peces y de los recursos marinos y cómo tienen que aprovisionarse de ellos, con respeto y de manera sostenible. Las cosmovisiones de los pueblos indígenas en todo el mundo respetan la naturaleza como a los padres que dan y alimentan la vida, y enseñas a los pueblos y a las comunidades a vivir en armonía con la naturaleza.

Estas prácticas y los propios ecosistemas a los que dan forma se encuentran cada vez más en peligro porque los inversores, las empresas y los especuladores intensifican de la demanda en las tierras de cultivo, los bosques y las fuentes de agua y, también, por los cambios en tiempo y los patrones de precipitaciones debido al cambio climático. La conversión de paisajes naturales distintos en agricultura industrial y acuicultura, y el consumo intensivo de energía de los asentamientos humanos destruyen las funciones cruciales de los ecosistemas, como la de recargar acuíferos, mantener los nutrientes del suelo, la captura de carbono y compensar los ciclos naturales, y esto acelera el cambio climático. Exacerban la desigualdad de acceso a las tierras y a los recursos naturales tanto entre las comunidades como entre hombres y mujeres. Las comunidades locales se ven reducidas a parcelas de tierra más pequeñas y menos fértiles y se ven obligadas a confiar en una base menor que explotar para obtener comida e ingresos. Las reservas de agua dulce se ven monopolizadas por la industria y los ricos, lo que crea y aumenta la escasez de agua, generando conflictos entre la población local con relación al agua, los productos forestales y los comunales. En concreto afecta a los derechos de los pueblos indígenas para controlar, usar, administrar y preservar territorios ancestrales.

Proteger y regenerar entornos naturales diversos y las distintas formas de alimentarse y vivir en armonía con estos entornos son elementos esenciales de la soberanía alimentaria. Resulta igualmente relevante que son una forma directa de resistencia a la mercantilización y la financialización de la naturaleza y ante los mercados capitalistas.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South