Cuadros

Cuadro 1

El internet de las vacas[1]

Suena como una broma, pero es un aspecto más de la invasión de tecnologías digitales en agricultura y alimentación, que se dirige a una agricultura sin agricultores, industrializada desde la semilla al plato o al vaso de leche, y controlada por grandes empresas de agronegocios, maquinaria e informática.

Empresas como IBM, Microsoft y Huawei ofrecen paquetes tecnológicos para lo que llaman «Internet de la vacas». Se trata de dispositivos digitales (collares y/o chips) que se colocan en cada vaca, para medir su pulso, temperatura, pico de fertilidad y otras condiciones de salud y relacionadas al sistema digestivo. Los datos se trasmiten por internet a una nube de las propias compañías, que los almacena en sistemas de Big Data, los analiza con inteligencia artificial y envía los avisos que el programa estime pertinentes a un computador o teléfono de la empresa agrícola, dueño o hacienda. También hay chips interactivos que pueden dirigir al ganado para su ordeñe cuando es hora, conectado a un sistema automatizado de ordeñe instalado previamente a la medida de la vaca en cuestión. Cada dispositivo está asociado a una vaca en particular.

Desde hace una década existen sistemas satelitales de monitoreo de ganado en ciertas áreas. La diferencia ahora es que la recolección de datos es mucho más amplia, los datos son sobre cada animal, y toda la información va a una nube de esas empresas, o según los contratos podrían ser nubes compartidas de Bayer-Monsanto o de maquinaria agrícola como John Deere.

También hay internet de los cerdos y ovejas, con bases similares. La idea no es que el proceso termine en cada finca, sino que el monitoreo siga cada animal en transacciones de ganado en pie, a través del uso de blockchain y criptomonedas, o al matadero, para cadenas de certificación que incluyen seguimiento en procesado, venta al menudeo y hasta el refrigerador.

Tanto IBM como Microsoft han avanzado en sistemas digitales que abarcan toda la producción agropecuaria de una hacienda. El paquete que ofrece Microsoft, llamado «Farmbeats», ofrece un sistema de monitoreo permanente de la condición de suelos, humedad y agua, estado de los cultivos (si necesitan riego, si hay enfermedades, plagas, etc), datos climáticos, datos del tiempo (dirección del viento, lluvias, etc), para avisar desde la nube de Microsoft, cuándo y dónde sembrar, aplicar riego, fertilizantes o agrotóxicos, cuando cosechar, etc.

Para resolver el tema de la conectividad rural, elemento clave del sistema, pero que falta en zonas rurales, Microsoft usa los «espacios blancos de TV», que son bandas de televisión en desuso. Esto permite instalar un router en cada finca, conectando sensores, drones, chips, teléfonos y computadoras con internet en un radio de algunos kilómetros y enviar la información a la nube de la compañía.

Las mayores empresas de agronegocios como Bayer, Syngenta, Corteva y Basf tienen divisiones digitales con proyectos de este tenor y desde 2012 tienen acuerdos de colaboración o empresas conjuntas con las mayores de maquinaria (John Deere, AGCO, CNH, Kubota) en sistemas de big data, nubes para almacenado y computación, y empresas de drones. Por ejemplo, PrecisionHawk, Raven, Sentera y Agribotix son empresas nuevas creadas en colaboración entre las multinacionales de semillas-agrotóxicos y las de maquinaria.

Nuevamente, como con los transgénicos, las empresas alegan que esto es necesario para alimentar a una creciente población mundial, para aumentar la producción, ahorrar agua y ser «sustentables». En realidad se trata de agricultura sin agricultores, orientada al reemplazo de las fincas pequeñas por grandes empresas, donde desde la semillas al plato, el control lo tenga una cadena de trasnacionales que no dejan ninguna opción de decisión a las y los agricultores.

Cada finca aporta además una gran cantidad de datos que las empresas se apropian, construyendo mapas sobre regiones enteras, lo que les permite visualizar y negociar proyectos mucho más allá de cada finca, pasando por arriba de agricultores y campesinos y campesinas.

Son proyectos que avanzan, pero no quiere decir que funcionen. El verdadero conocimiento sobre campos y animales, que es lo que da alimentación y sustento a la mayoría del planeta, son las formas de vida campesina. Estos paquetes tecnológicos son nuevas formas de ataque contra ella.

Cuadro 2

Acaparamiento digital verde en Brasil

El Cerrado de Brasil, una de las regiones más biodiversas del planeta, ha asistido a la expansión desaforada del agronegocio, especialmente en la región llamada MATOPIBA[[MATOPIBA es el acrónimo de una zona de tierras de 73,173,485 hectáreas que abarca los Estados de Maranhão, Tocantins, Piauí, y Bahia.]], cuyo territorio, formado por altiplanos y tierras bajas de sabanas, matorrales y bosques, la ha convertido en «ideal» para las plantaciones de soja.
Puesto que algunas zonas de la región de MATOPIBA (especialmente las sabanas) conservan la vegetación nativa original del Cerrado, la agricultura industrial y el agronegocio están extendiéndose hacia estas tierras, para cumplir con la legislación brasileña (Ley 12651/2012), que exige que los propietarios mantengan un mínimo del 20% de sus tierras en el bioma de El Cerrado -las llamadas «áreas legales de reserva». Como los altiplanos han sido deforestadas casi por completo para establecer las plantaciones de soja, las empresas del agronegocio están extendiéndose hacia las tierras bajas, donde están situados los poblados locales.

Los acaparadores de tierras utilizan el Cadastro Ambiental Rural, (CAR) como instrumento para formalizar sus alegaciones de propiedad de la tierra. El CAR es un sistema abierto en línea, en el que cualquiera puede registrar información ambiental y de uso del suelo; no se exige prueba de propiedad. Aunque según la legislación el CAR no tiene ningún valor como título de propiedad, las empresas del agronegocio están utilizándolo como prueba de su ocupación y uso de las tierras. Es lo que ocurre con las «áreas legales de reserva» – que en su mayoría están cubiertas de vegetación autóctona, que son registradas como parte de su propiedad, aunque estas tierras han sido utilizadas tradicionalmente por las comunidades locales.

Las comunidades que han intentado registrar sus tierras en el CAR se han encontrado a menudo con que ya habían sido registradas por propietarios de plantaciones. Desgraciadamente, a pesar de los fallos del CAR, ha habido iniciativas que han promovido este sistema, como un proyecto coordinado por el PNUD y Conservation International con el fin de promover la producción «sostenible» de soja en el Cerrado.

Cuadro 3

Digitalización de la pesca

En las últimas décadas se ha desarrollado enormemente el acopio de datos oceánicos, por una serie de razones. Entre ellos están el seguimiento de la carga marítima, la creación de mapas digitales del lecho marino, y el control de los bancos de pesca, del que deriva el desarrollo de las asignaciones de las cuotas de pesca y del sistema de Totales Admisibles de Capturas (TAC). No obstante, la preocupación se centra en qué tipo de prioridades político-económicas va a movilizar el acopio de big data y cuáles pueden ser las consecuencias para las comunidades de pescadores artesanales de todo el mundo. El aumento generalizado del uso de datos y la digitalización del espacio oceánico tienen que considerarse a la luz de las transformaciones político-económicas históricas relativas al uso y control del espacio oceánico y especialmente en el campo de la narrativa de la Economía Azul.


Datos y pesquerías

La utilización de datos en la pesca ha surgido de modo simultáneo a los debates en materia de utilización óptima de las cuotas nacionales de pesca, basada en el discurso de sostenibilidad medioambiental y de eficiencia económica. Estos datos propiciaron el desarrollo del sistema de TAC que los científicos especializados en pesca determinan a través de campañas anuales de recogida de datos sobre los tamaños poblacionales de las especies de especies comerciales de peces. La recogida de estos datos se ha digitalizado progresivamente con el uso de dispositivos GPS a bordo y del almacenamiento automático de la información en ordenadores. La capacidad de registrar las capturas en tiempo real implica que los TAC y cuotas restantes o capturas que excedan las cuotas, pueden ser detectados inmediatamente. Aunque este conocimiento enriquece la comprensión mundial de las poblaciones de especies y su distribución en el océano, la naturaleza cuantitativa y científica de estos datos socava los saberes tradicionales de los pescadores locales que les permiten proteger la sostenibilidad de los ecosistemas oceánicos.

La digitalización de los datos sobre las poblaciones de peces ha posibilitado los sistemas de gestión basados en cuotas y los modelos de reparto de capturas como el de Cuotas Individuales Transferibles (CIT). Las organizaciones medioambientales apoyan estos tipos de sistemas de gestión, abogando por la aplicación de estos modelos para la mejora de los esfuerzos de conservación en los océanos. No obstante, a menudo son modelos controvertidos, porque son el resultado de la privatización de recursos públicos y van asociados a una distribución desigual de los recursos pesqueros.

Datos y Economía Azul

La importancia cada vez mayor de los datos en la gestión de los océanos se subraya como parte de la presión creciente que se ejerce sobre los océanos y los recursos oceánicos, convertidos en la frontera económica para resolver una multitud de crisis, como la de la alimentación, la energética y la climática. La expansión del big data convierte al océano en un activo financiero para la rentabilidad económica, en lugar de un punto de acceso a una alimentación variada y nutritiva. Las prioridades de una economía azul basada en el mercado se centran en la implicación del sector privado en el desarrollo extractivo de base oceánica. Según el discurso de la economía azul, las industrias emergentes basadas en los océanos tienen un gran potencial de crecimiento, innovación, y creación de empleo, y pueden contribuir a la seguridad energética, la gestión del cambio climático y la seguridad alimentaria. No obstante, estos discursos también van asociados a la desposesión y apropiación de los recursos y los espacios oceánicos.

El acopio creciente de datos para la gestión de los océanos, para el crecimiento de la economía azul, se ha visto facilitado por acontecimientos diversos. El aumento de los datos transmitidos por los satélites, que está previsto que se duplique para 2020. Con una resolución espectral y espacial cada vez mayor, se van a recoger más datos por instrumento con menos limitaciones para la observación. Los drones y aviones no tripulados facilitan una recogida de datos a menor coste. Con el fin de que el big data contribuya al crecimiento de un ecosistema rico en información, se están desarrollando interfaces avanzados de programación de aplicaciones, que posibilitan el tratamiento rápido y barato de las enormes cantidades de datos que se recogen.


Impactos

Los pescadores poseen un conocimiento profundamente arraigado de las poblaciones de las especies de peces, de sus ciclos reproductivos, de sus patrones migratorios, y de las técnicas de pesca que utilizan para proteger las poblaciones de peces. Los cálculos de los TAC, por su naturaleza cuantitativa y científica, ignoran estos saberes, reduciendo la información a datos científicos en lugar de combinar de modo holístico estos datos con el conocimiento tradicional existente. La visión de la nutrición ha adquirido una naturaleza técnica, y los alimentos se consideran cada vez más una mercancía en lugar de parte de los bienes comunes. Esta visión reductora, fragmentaria e individualista de los alimentos carece de una perspectiva de derechos humanos.

La digitalización agranda la brecha entre productores y consumidores; desemboca en una automatización y deslocalización creciente de los procesos de la producción de alimentos, y desposee a los pescadores de sus saberes y su acceso a los recursos de los océanos. Esto implica una transferencia de poder, desde los sistemas físicos de producción de alimentos y las actividades pesqueras hacia actores financieros a menudo desconocidos que tienen acceso a estas tecnologías y las controlan. Esto concentra el poder político y económico en las manos de actores remotos que operan en el reino inmaterial de la información y los medios financieros, reafirmando luchas de clases y una desigualdad opresora. Además, todo esto alimenta decisiones políticas, como la determinación del uso del espacio oceánico con herramientas técnicas como la planificación espacial de zonas marinas. Estos datos se movilizan en apoyo de un determinado tipo de prioridades político-económicas, y cuando se añade a esto el discurso cada vez más dominante de la economía azul, las consecuencias para los pescadores artesanales, cuyo poder político es marginal en todo mundo, pueden ser devastadoras.

[1] Contribución del ETC Group, para saber mas ETC group (2018) Blocking the Chain. Industrial food chain concentration, Big Data platforms and food sovereignty solutions, Informe, 2018. Próximamente en castellano.

Destacados

La Digitalización de la alimentación

El nuevo mundo feliz de la tecnología digital, y sus registros catastrales digitales; edición y secuenciación genómica; sensores en maquinaria agrícola robotizada; robots de recogida de fruta;  tecnologías de la cadena de bloques (blockchains)[1] que aseguran la trazabilidad en las cadenas de valor  globales; control sanitario permanente del ganado; protección de los derechos de propiedad intelectual (IPR) a través de plataformas digitales; inteligencia artificial aplicada al fitomejoramiento; localización y asignación de derechos de pesca apoyada por satélite; comercio y distribución automatizados; comercio electrónico de productos alimenticios; nutrición y forma física personalizadas a través de Apps de los teléfonos inteligentes, está transformando todos los aspectos de nuestros sistemas alimentarios,  para bien y para mal. Esta lista incompleta es solo una pequeña muestra de la gama de aplicaciones de las tecnologías  digitales. A lo largo de la década pasada, la digitalización ha ido aumentando su presencia e influencia en la producción, transformación, almacenamiento, envasado, venta al por menor y comercio de los alimentos.

Actores, Iniciativas y Narrativas

Los gobiernos, las empresas y las instituciones políticas presentan la  digitalización en alimentación y agricultura como una solución a los principales problemas a los que se enfrenta el mundo. Para las grandes empresas y para los financieros es una gigantesca oportunidad para generar beneficios.  

En los últimos diez meses, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha organizado dos reuniones internacionales sobre digitalización y tecnología.[2] En 2018 la “e-agricultura” formaba parte del programa oficial de las conferencias regionales de la FAO para Europa y Asia Central. El Banco Mundial dedicó grupos  especiales a la digitalización y tecnología de la cadena de bloques (blockchain) en la administración de la tierra en las conferencias  anuales sobre tierra y pobreza.[3]  Las mega-fusiones entre las mayores empresas mundiales de semillas y agroquímicos (especialmente la fusión de Bayer y Monsanto) han sensibilizado al público sobre el elevado nivel de concentración empresarial en la cadena alimentaria industrial, y las inversiones masivas de las empresas agroquímicas, de maquinaria agrícola, y de venta minorista de alimentos  en big data, y TIC.[4] En varios países, los gigantes del comercio electrónico como Amazon, Uber, Walmart, Alibaba y GRAB han extendido su actividad al comercio minorista de productos alimenticios. La competencia empresarial en materia de comercio minorista de productos alimenticios en India[5] y la batalla por el control de la tecnología 5G entre China y Estados Unidos, demuestran la gran cantidad de dinero en juego en tecnologías e infraestructura digitales. 

La reciente promoción de la digitalización procede de una Cuarta Revolución Industrial (4RI) con objetivos empresariales y promovida de modo agresivo en el Foro Económico Mundial (FEM) por las grandes empresas, que la describen como una “fusión de tecnologías que está borrando las fronteras entre las esferas física,  digital y biológica.”[6]  Aunque la 4RI no se limita a los alimentos, ha sustituido al paradigma de la “revolución verde”, que fue legitimada por la necesidad de aumentar la producción agrícola.  Las tecnologías digitales y el big data son aspectos clave del nuevo paradigma, y que facilitan la consolidación del control empresarial sobre el sistema alimentario mundial. 

La gama de aplicaciones de la digitalización de la alimentación-agricultura va de algunas relativamente simples, como los drones para la cartografía terrestre y el marketing directo en línea, a otras más complejas, como la agricultura digital. La agricultura digital hace referencia a la integración en un sistema de tecnologías avanzadas (IA, sensores, robótica, drones, etc.), de  dispositivos y redes de comunicaciones, y su aplicación a la producción, gestión, transformación y marketing. La narrativa del nuevo paradigma promete una mayor eficiencia en la producción de alimentos y en el uso de recursos y de energía, sostenibilidad,    transparencia, precisión y la creación de nuevos mercados y oportunidades económicas. Los países en desarrollo, especialmente en África, son atraídos por el anzuelo de los donantes, las agencias internacionales y las fundaciones empresariales, que prometen que la  digitalización les permitirá saltar etapas en el progr, que persiguen beneficios y no objetivos de utilidad pública, las que van a generar la tecnología y la infraestructura para este panorama optimista.

Implicaciones para las personas y para el medio ambiente

Los defensores de la digitalización recalcan sus supuestos beneficios para las personas marginadas y para los pequeños productores:   el catastro digital aumentará la seguridad en la tenencia de la tierra: la distribución de derechos de pesca apoyada por satélite garantizará la transparencia y la seguridad para los pescadores artesanales; las cadenas de bloques (blockchain)  pondrán en contacto a productores y consumidores, suprimiendo la explotación por parte de los intermediarios; la agricultura digital reducirá los costes de los insumos y aumentará la eficiencia del regadío y la producción. Se presenta en general al comercio electrónico como la vía de entrada a la creación de nuevos mercados y modos de comercializar los productos agrícolas .[7]

Es cierto que los pequeños productores y los grupos marginados pueden beneficiarse enormemente de las tecnologías digitales.  Pero no debemos olvidar que estas tecnologías se despliegan en un contexto de grandes desigualdades a escala nacional para el acceso a bienes y servicios esenciales, así como a las tecnologías de la información y digitales (la brecha digital).[8]  Mientras no se afronten eficazmente esas desigualdades, las nuevas   tecnologías van a reproducir y profundizar los actuales patrones de discriminación. Además, la fabricación y el uso del hardware de TIC/IA  (por ej, micro-chips, semiconductores, pantallas de cristal liquido, teléfonos móviles, ordenadores, baterías, etc) tiene graves repercusiones ambientales.  Entre ellas está la minería, las emisiones de gases de escape de compuestos volátiles, disolventes y metales en la atmósfera y el agua,  el elevado consumo energético, la generación y eliminación de residuos, y las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte y el almacenamiento.

Las comunidades locales también están experimentando con tecnologías nuevas para  reivindicar y fortalecer sus derechos. En Brasil,  las mujeres indígenas utilizan drones dentro de sus estrategias para cartografiar y proteger sus territorios. Otras comunidades utilizan imágenes por satélite para vigilar y atraer la atención del público sobre la deforestación por parte de las empresas del agronegocio.[9] En Estados Unidos los pequeños agricultores ven potencial en el uso de sensores,  chips (que se han abaratado enormemente en los últimos años) y software de código abierto para suprimir las ventajas de escala que posee la agricultura industrial con respecto a los pequeños productores. En algunos países del sudeste asiático, los pequeños productores venden sus productos agroecológicos a los consumidores a través de la venta minorista  en línea.

La rapidez en el desarrollo y la aplicación de las tecnologías digitales tiene implicaciones importantes en las condiciones de vida y de trabajo, en la producción, la interacción social, el comercio, el medio ambiente, las políticas públicas y el buen gobierno. Para formular estrategias para afrontar la digitalización, necesitamos mejorar nuestra propia comprensión y emprender reflexiones y debates críticos. 

Confiamos en que las preguntas  siguientes impulsarán estos procesos.

  1. ¿Quiénes son los actores que desarrollan las tecnologías digitales y con qué fines? 
  2. ¿Quién tiene acceso y ejerce control sobre las tecnologías digitales  y con qué fines?
  3. ¿Quién es dueño de la enorme cantidad de datos que todos nosotros generamos a diario y quién tiene derecho a utilizarlos y a extraer beneficios económicos de ellos? 
  4. ¿Cómo deberían supervisarse y evaluarse las aplicaciones y los impactos de las tecnologías digitales? ¿Cómo deberían dirigirse y regularse esas tecnologías para su utilidad pública?
  5. ¿Cómo deberían evaluarse los riesgos derivados de las tecnologías digitales, y cómo debería controlarse su aplicación?
  6. ¿Cómo podemos contrarrestar la narrativa dominante que propugna que  innovación  y tecnología son la misma cosa, para subrayar y promover las innovaciones, prácticas y saberes campesinos e indígenas ?[10]
  7. ¿Qué relación existe entre las innovaciones, prácticas y saberes campesinos e indígenas y las tecnologías digitales?
  8. ¿De qué modo podemos utilizar las  tecnologías digitales para hacer avanzar la soberanía alimentaria y la agroecología? ¿Cuáles deben ser las tecnologías, bajo qué condiciones y como deberían  regularse?

Se trata de cuestiones complejas, y encontrar respuestas requerirá tiempo, energía, reflexión critica y pensamiento creativo. Pero ha llegado el momento de afrontar ese reto. 


[1]  Ver la definición de blockchains (cadenas de bloques) y demás términos clave en el Glosario de las pág 6 y 7 del informe del grupo ETC, “Bloqueando la cadena. Concentración de la cadena alimentaria industrial. Plataformas Big Data y soluciones de soberanía alimentaria” (en inglés) , 2018 

[2]  Simposio Internacional sobre  innovación agrícola en favor de los agricultores familiares en noviembre de 2018, Seminario Internacional sobre la transformación digital en el sector agrícola en mayo de 2019.

[3] Se están llevando a cabo experiencias piloto en Brasil, Georgia, Ucrania, Suecia, India, Australia, Dubai, Honduras, Estados Unidos y Ghana. Ver: Graglia,J.M., Mellon, C. “Blockchain and Property in 2018: at the end of the beginning”. Ponencia presentada a la Conferencia Anual del Banco Mundial sobre tierra y pobreza en 2018. Disponible en: .

[4] http://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/files/etc_group_blackrock_and_a_hard_place_october_2018.pdf

[5]   El rostro cambiante del comercio minorista de alimentos en India en Cuando la alimentación se hace inmaterial Afrontar la era digital, 2018

[6]   https://www.weforum.org/focus/fourth-industrial-revolution

[7]  Ver por ejemplo: http://www.fao.org/3/ca4985en/ca4985en.pdf?utm_source=linkedin&utm_medium=social+media&utm_campaign=faolinkedin.

[8] El Banco Mundial reconoce que existe una brecha triple: rural, de género y digital.

[9] Cuando la tierra se convierte en un activo financiero mundial en Cuando la alimentación se hace inmaterial Afrontar la era digital – 2018 

[10] Ver Boletín núm. 36 – Agroecología : innovación real desde y para los pueblos

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Una casa de semillas local encabeza la lucha por la Soberanía Alimentaria en Palestina

Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas, Palestina

En los Territorios Palestinos Ocupados, una casa de semillas local lleva recuperando semillas y biodiversidad como bienes públicos y patrimonio común desde inicios de la década del 2000.

Esta casa de semillas posiblemente sea uno de los ejemplos más significativos de apoyo a los agricultores y consumidores palestinos para alcanzar la soberanía alimentaria. Fundada en Hebrón en 2003 por la Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas (UAWC), se trata de la primera y única casa de semillas de estas características en Palestina. En ella se conservan, protegen, almacenan y reproducen semillas de 45 variedades de cultivos hortícolas y cultivos extensivos de 12 familias de plantas (muchas de ellas en peligro de extinción), como por ejemplo maíz, cebada, trigo, coliflor, nabo, caupí, berenjena, calabaza, okra, tuera y pepino armenio. Todas estas semillas provienen directamente de agricultores palestinos y pasan por un proceso de verificación de 2 años antes de almacenarse y ponerse a disposición de otros agricultores.

La casa de semillas dispone de cuatro unidades distintas: una unidad de entrada, un laboratorio de pruebas, una unidad de secado y una unidad de almacenamiento, donde las semillas se almacenan durante 5 años como máximo. Para proteger este enorme patrimonio genético frente a posibles catástrofes, también se almacenan muestras de estas semillas a temperaturas bajo cero a largo plazo. Una vez documentado el rendimiento de las semillas en campo (porcentaje de germinación, crecimiento vegetativo y floración), la UAWC pone estas semillas a disposición de las y los campesinos palestinos de forma gratuita durante al menos dos temporadas cada año.

De esta forma se consiguen aumentar los ingresos de los agricultores. Además, estas semillas ayudan a las y los agricultores a luchar, por un lado, contra los efectos del acaparamiento de tierras por parte de las fuerzas de ocupación israelíes y, por otro, contra el calentamiento global, ya que estas variedades son resistentes a la sequía y no necesitan riego. A diferencia de las variedades híbridas que venden las compañías israelíes y multinacionales como Bayer-Monsanto, las semillas autóctonas se fertilizan con estiércol y no necesitan del uso de pesticidas químicos ni de herbicidas con glifosato.

«Antes teníamos que comprar las semillas a compañías israelíes a precios altos», indica Mahmoud Abu Kharatabel, agricultor de larga trayectoria y miembro de la Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas. «Pero ahora, gracias al banco de semillas de la Unión, muchos de nosotros podemos plantar semillas que son entre un 90 y un 95% autóctonas», afirma con orgullo.

La casa de semillas trabaja con agricultores clave como Abu Kharatabel en un proceso de tres pasos. Una vez que los agricultores reciben las semillas, las plantan y las cosechan, se dividen las semillas recién obtenidas en tres grupos. El primer grupo se destina a las necesidades de los agricultores en la temporada actual. El segundo grupo debe almacenarse y plantarse de nuevo la temporada siguiente. Y el tercer grupo se devuelve al banco de semillas para que otros agricultores puedan beneficiarse de ellas y continuar construyendo la soberanía alimentaria y de semillas en Palestina.

«Cuando las y los agricultores tienen la propiedad sobre sus semillas y pueden reproducirlas, eso significa que pueden elegir qué plantar y cuándo hacerlo», explica Do’aZayed, coordinadora del banco de semillas de la Unión. «Y esa es la razón por la que  hemos abierto esta casa de semillas local». «La soberanía de las semillas es el primer paso para alcanzar la soberanía alimentaria», resume.

Voces desde el campo 2

Cuidar es también poder experimentar

Comunidad Niagui, Senegal

La ribera del río Casamance aloja kilómetros de manglares. Mariama Sonko nos muestra las estructuras de madera donde tejen los cultivos de ostras[1] que campesinas y campesinos djola de la región de Ziguinchor mantienen como parte de sus cuidados de la vida y su soberanía alimentaria. Es la comunidad de Niagui, en la costa atlántica de África, en Senegal. Estamos en la sabana, plenas de árboles y arbustos y humedales.

La gente de Niagui está muy involucrada en su soberanía alimentaria, con semillas que les permitan sembrar sus propios alimentos. Mariama Sonko, una de las comuneras que mantiene la tradición de custodiar las semillas, nos muestra hileras de vasijas de barro de diversos tamaños alineadas a las paredes de adobe de una casa en un barrio de la comunidad: “El barro regula la temperatura, algo fundamental para conservar las semillas. Hacemos ollas especiales, y al guardarlas ahí las intercambiamos con más facilidad. Las mujeres hacemos las ollas con sus tapas poniendo frases diversas a los costados para ayudarnos a reflexionar sobre las semillas y su importancia”.

Mariama Sonko aclara que no están en una idea de promover bancos de semillas, “porque lo más importante es la conservación a largo plazo de las semillas ‘activas’, es decir, semillas que todo el tiempo estén en los campos, y que sembrándose se intercambian entre cosecha y cosecha. Una variedad de arroz, de lo más sembrada en la región, es la variedad ‘brikissa’ que todo el tiempo se intercambia; y dura unos 50 días para sembrarla”. Con gran orgullo prosigue su relato: “fue una mujer de ésas que en la ciudad llaman ‘analfabetas’ quien comenzó a reconstituir las variedades tradicionales, porque entendió que las variedades ‘mejoradas’, convencionales, comerciales, erosionaban nuestras semillas tradicionales, mucho más resistentes y adaptables a las veleidades del clima y la humedad. Somos las mujeres quienes transmitimos los cuidados y saberes de nuestras semillas de generación en generación. Surgen de tener confianza en nosotras mismas.

Las semillas convencionales no le permiten a la gente observar, calcular, experimentar, porque vienen con recetas precisas que nos quitan posibilidades. Hablamos de unas veinte variedades de arroz, hay sorgo, maíz y mijo. Nosotras no queremos centralizar los cuidados. Promovemos autonomía, porque además las condiciones están cambiando, la fertilidad del suelo se pierde, hay falta de lluvia, demanda de semillas. Mantenemos las prácticas, pero las condiciones están cambiando”.


[1] Las campesinas y los campesinos tejen las ostras en hilos en armazones para cultivarlas en los manglares.

Cuadros

Cuadro 1

#AdoptaUnaSemilla una acción por la vida

El pasado 16 de Octubre de 2018, La Vía Campesina relanzó la Campaña Global «Semillas Campesinas patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad», en este marco llamó a la acción #AdoptaUnaSemilla. ¿Cómo participar?

Buscamos que cada campesinx o comunidad asuman el compromiso de adoptar una variedad de semillas, de cualquier cultura. Aquella que despierte mayor interés, por su identidad, territorio, o como parte de la afirmación de la vida y cultura campesina. Cada participante debe convertirse en guardián de esa semilla, garantizando su propagación. La idea es crear una gran red de semillas campesinas, recuperar semillas y ampliar la producción hacia la Soberanía Alimentaria de los Pueblos.

Como resultado de esta acción queremos millares de comunidades fortaleciendo la biodiversidad, recuperando variedades, garantizando así, la Soberanía Alimentaria y la capacidad productiva. Esta es una acción por la vida, para impedir que las multinacionales se apropien de las semillas campesinas, disminuyendo nuestra autonomía y biodiversidad. ¡Sin las semillas campesinas la Agricultura Campesina se torna rehén de las multinacionales!

Ustedes pueden comenzar con su comunidad e invitar a más personas ¡lo importante es dar el primer paso! Queremos conocer sobre su comunidad y la variedad recuperada, escríbenos a lvcweb@viacampesina.org

Nuestras Semillas Campesinas

La semilla campesina tiene un valor incalculable. Es sinónimo de autonomía de insumos y de toma de decisiones, pues si tenemos semillas decidimos cuándo y cómo plantar.

Las semillas son el enlace para la continuidad de la agricultura campesina y la producción de alimentos saludables para lxs trabajadorxs y consumidorxs. Solo alcanzaremos la Soberanía Alimentaria se las semillas están bajo la protección del campesinado, de las comunidades y pueblos del mundo.

¡Ampliar esta acción es garantizar el derecho de alimentos de calidad para el campo y la ciudad!

Cuadro 2

La lucha por los derechos sobre las semillas: nuevas amenazas al Tratado de semillas

El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (o el Tratao de semillas) se adoptó en 2001 y entró en vigor hace 15 años. Se trata del único instrumento obligatorio de gobernanza multilateral e internacional que reconoce los derechos colectivos de los agricultores sobre sus propias semillas. El Tratado facilita y regula el acceso a las semillas –patrimonio común de la humanidad– almacenadas en bancos de genes públicos conectados mediante el Sistema multilateral, y garantiza su disponibilidad para las generaciones futuras.

El Tratado, pese a contener compromisos precarios y faltos de equilibrio, refleja una serie de relaciones de poder y visiones del mundo relativas a lo siguiente: (1) la necesidad de que la industria de semillas acceda sin trabas a las semillas campesinas, prometiendo a su vez el reparto de los beneficios, monetarios y no monetarios; y (2) la exigencia por parte de las y los agricultores campesinos de que se les garantice su derecho colectivo a guardar, usar e intercambiar semillas tanto ahora como en las generaciones futuras. La industria no solo ha fracasado estrepitosamente en mantener la promesa de repartir los beneficios, sino que además ha estado afianzando las leyes de protección de variedades vegetales que vulneran los derechos de los agricultores. En consecuencia, en el año 2013, las partes contratantes del Tratado decidieron crear un grupo de trabajo para mejorar el funcionamiento del Sistema multilateral y un Acuerdo Normalizado de Transferencia de Material (ANTM) obligatorio para acceder a los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura.

Nuevas amenazas

La reciente revolución tecnológica de la genómica ha hecho que la secuencia de información genética de las semillas resulte muy sencilla y accesible. La biotecnología avanzada ya es capaz de crear nuevas semillas simplemente con utilizar la información digital sobre secuencias (DSI) obtenida por las semillas físicas. Esta nueva tecnología altera la conexión entre el material (germoplasma) y sus resultados obtenidos (Desmaterialización). Crear nuevas poblaciones o variedades que empleen únicamente información digital sobre secuencias (DSI), que posteriormente serán patentadas, provocará un aumento de los casos de biopiratería y limitará de forma considerable los derechos de los agricultores sobre sus propias semillas. Es la forma más rápida de acelerar la erosión de la biodiversidad, y supone una verdadera amenaza para nuestro futuro.

El Sistema multilateral del Tratado ya ha quedado obsoleto como respuesta a la tecnología genética que está a disposición de la industria. Sus objetivos no están bien definidos y ya no queda claro si la DSI se encuentra bajo la regulación del Acuerdo Normalizado de Transferencia de Material, o si los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura, tal como se definen en el texto del Tratado, no incluyen la DSI. Si no se toman decisiones con rapidez o, al menos, se discute esta cuestión, la industria accederá libremente a la información genética sobre secuencias todo lo posible, aprovechándose de la ausencia de regulaciones.

La DSI presenta nuevos desafíos a los movimientos sociales, que deben idear estrategias más novedosas para oponerse a esta nueva forma de captura. Por ahora, queda claro que el principal beneficiario del «patrimonio común de la humanidad» de los bancos de germoplasma es la industria de las semillas. La mayoría de los países desarrollados son cómplices de esta nueva amenaza, ya que trabajan codo con codo con la industria para apropiarse de los recursos fitogenéticos existentes para la agricultura y la alimentación, a través de patentes. Sin embargo, un Sistema multilateral eficaz y un Acuerdo Normalizado de Transferencia de Material eficaz beneficiarían a los campesinos que deseen gestionar de forma dinámica su biodiversidad.

La Vía Campesina y sus aliados han mostrado su rechazo y han denunciado los nuevos intentos de la industria para que la biología sintética y la genómica esquiven las directrices del Tratado de semillas e incumplan el artículo 9 del Tratado de semillas sobre los derechos de los agricultores a guardar, utilizar, intercambiar y vender sus semillas. No solo en el Tratado, sino también en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), en sus protocolos y en la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura, denunciamos con firmeza esta estrategia de la industria, que ya parece haber quedado clara a los países en vías de desarrollo y a otras organizaciones.

Hacemos un llamamiento a las Partes contratantes del Tratado y a otros espacios de toma de decisiones a que intervengan y consideren las obligaciones de los regímenes de propiedad intelectual privada como derechos económicos, y que al mismo tiempo respeten la aplicación real de los derechos de los agricultores que pertenecen al ámbito de los derechos humanos.

Existen dos formas generales de impedir que unas pocas corporaciones trasnacionales se apropien de toda la diversidad agrícola y controlen la cadena alimentaria: (1) garantizar la preeminencia de los derechos campesinos sobre los derechos de los obtentores de semillas y propietarios de patentes, y (2) defender el derecho de los pueblos a definir por sí mismos qué es lo que necesitan para garantizar su soberanía alimentaria.

Las negociaciones en el último órgano rector del Tratado mostraron que el bloqueo por parte de los países industrializados significa que no quieren discutir esta cuestión, sino solamente posponerla, lo que supone una amenaza al multilateralismo que caracteriza al sistema de las Naciones Unidas, y en especial EE. UU., que presidía la sesión y ejerció influencia sobre los procedimientos de discusión. Ahora, esta cuestión se podrá tratar en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, y La Vía Campesina y sus aliados ejercerán una enorme presión para defender los derechos de las agricultoras y agricultores familiares y de las generaciones futuras.

Cuadro 3

Los derechos de las campesinas y los campesinos, y nuestra lucha por las semillas

El Artículo 19 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP, por sus siglas en inglés) reconoce el derecho de las campesinas y los campesinos, así como de otras personas que trabajan en zonas rurales, a mantener, controlar, proteger y desarrollar sus propias semillas y conocimientos tradicionales.

Según se indica en ese mismo artículo, los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales tienen derecho a: (1) la protección de sus conocimientos ancestrales; (2) la participación equitativa en los beneficios obtenidos por el uso de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura; (3) la participación en la toma de decisiones sobre cuestiones relativas a la conservación y al uso sostenible de los recursos fitogenéticos; (4) la conservación, el uso, el intercambio y la venta de sus propias semillas o material de propagación obtenidos en sus fincas.

Además, la Declaración UNDROP apela a los Estados a que garanticen que los campesinos tengan disponibles semillas de calidad y en cantidad adecuada en los momentos más idóneos para su siembra, a precios asequibles. Las y los campesinos necesitan tener autonomía sobre sus semillas o sobre otras semillas de especies y cultivos que deseen sembrar y estén disponibles en sus localidades.

Según la Declaración, es responsabilidad de los Estados tomar las medidas necesarias para apoyar los sistemas de semillas campesinas y fomentar el uso de estas semillas y la agrobiodiversidad, de forma que se garanticen una investigación y un desarrollo agronómicos que integren las necesidades de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. Esto significa que se debe incluir a las y los campesinos en la definición de prioridades y en la realización de acciones de investigación y desarrollo; su experiencia se debe tener en cuenta.

Por último, la Declaración UNDROP recuerda a los Estados que deben garantizar que las políticas de semillas, la protección de variedades vegetales y otras leyes de propiedad intelectual, los sistemas de certificación y las leyes de comercialización de semillas, respeten y tengan en cuenta los derechos, las necesidades y las realidades de las y los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales.

Cuadro 4

Ilegalizar nuestras semillas en latinoamerica

Los gobiernos latinoamericanos buscan homogenizar legalmente las semillas. México, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina, Perú, Brasil, Paraguay, Venezuela, han propuesto y discutido leyes de semillas. Muchas de ellas son resistidas por comunidades, organizaciones y pueblos. Estas leyes siguen sin reservas los lineamientos definidos por las grandes transnacionales de las semillas: Bayer-Mosanto, Corteva-Agriscience, ChemChina (Syngenta), Vilmorin&Cie-Limograin.

Las agencias de Naciones Unidas, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo o la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, son organismos importantes que actuan en favor de estas normativas, preparan leyes modelo y enseñan a los gobiernos a implantarlas.

Las leyes de comercialización definen los criterios que se deben cumplir para que las semillas lleguen al mercado. Éstas pueden comercializarse sólo si pertenecen a una variedad que cumpla con tres requisitos importantes: deben ser «distintas», «homogéneas» y «estables». Las leyes de propiedad intelectual constituyen normativas que reconocen que una persona o entidad, alguna empresa de semillas, es propietaria exclusiva de una semilla con determinadas características y tiene el derecho legal de evitar que otras personas o entidades la utilicen, produzcan, intercambien o vendan. Existen dos tipos principales de sistemas de «propiedad intelectual» para las semillas: las patentes y la protección de las obtenciones vegetales, que le otorga derechos a quien «obtiene» una variedad, aunque su condición actual venga de miles de años. Los acuerdos de comercio e inversión son una herramienta utilizada por las compañías para forzar a los gobiernos a adoptar y promover derechos empresariales sobre las semillas.

Estas leyes buscan ilegalizar los sistemas locales, campesinos e indígenas de uso, intercambio, producción y mejoramiento de variedades locales. Permiten que las empresas definan políticas nacionales sobre semillas, investigación y agricultura. Crea un sistema de certificación y fiscalización controlado por corporaciones privadas. Obliga a comunidades y pueblos a aceptar normas fijadas por las transnacionales y que les fiscalicen organismos privados si desean continuar intercambiando semillas «legales». Posterga, minimiza o elimina cualquier preocupación por conservar la diversidad agrícola. Pretende normar tradiciones milenarias de uso e intercambio de semillas. Impone estándares industriales a la agricultura, facilitando la privatización semillera. Pretende calificar y clasificar todas las semillas, aun las locales y nativas, para que se respete la propiedad empresarial sobre las semillas. Así, quien produzca semillas será fiscalizado, no importa qué semilla produzcan o cómo la intercambien.

Poema

La misión de las semillas

Una semilla de vida llegó en los brazos del viento del norte,
Nacida de una fruta grande y carnosa,
¡De gigantescos brotes de sueños y lucha!
Mujeres quemadas, mujeres asesinadas,
Mujeres resistiendo, mujeres conquistando sus derechos.
Semillas multiplicadas, resucitando la utopía en cada paso,
Recurrir a la tierra de este inmenso mundo.

Hoy, las semillas somos tú y yo,
Listxs, esperando para caer en el regazo de la madre – tierra,
Escucha…. ¡está rogando por ello!
¡Cada grano de tierra es una boca clamando por justicia!
¿Quién puede soportar el silencio de la tierra improductiva?
Cementerio vivo de la esperanza, sembrando el odio y la exclusión.

Las semillas son tú y yo
Y el arado -nuestra organización- ya ha hecho surcos en la tierra,
Vayamos a dormir en la tierra,
¡Vamos a dejar que ella nos cuenta el secreto de la misión!
Vamos a sentir la lluvia: cada compañera y compañero que se une a la lucha.
¡Que dentro de nosotros crezca el sueño y el compromiso!
Y cuando sea demasiado grande y ya no quepa en nosotros,
¡Entonces estallaremos y no seremos más semillas!

Seremos militantes, que como plantas creceremos y encontraremos
Un gran sol rojo, brillando en lo alto – ¡la nueva sociedad!
Y sentiremos su beso en nuestra boca.
¡Entonces ya no seremos plantas, nos convertiremos en frutos!
Y nos alimentaremos, con nuestra lucha, con nuestras conquistas,
Nosotrxs mismxs y a quienes amamos
Y hasta el día que muramos, como frutos maduros….

Y estos frutos caerán como lágrimas, tocando la tierra, y se transformaran en semillas.
Y así eternamente…
Hasta el día en que no haya más el azadón maldito ni hoz de dominación,
Amenazando los brotes de la tierra.
En este día, él suspirará aliviada e inmediatamente sucederá el nacimiento:
Comeremos,
Brindaremos,
¡Bailaremos con nuestras arpas y guitarras!
¡Y cantaremos con la voz del corazón!

Porque nuestros ojos, llenos de ternura, finalmente podrán ver,
La semilla – ¡misión transformada en cosecha!

(poema de Daniel Salvado)

Destacados

Destacados 1

La campaña global «Semillas campesinas, patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad», como refuerzo de la Soberanía Alimentaria

Las semillas campesinas son un patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad. Las semillas son vida, son la base de la producción alimentos a nivel mundial, permiten que las campesinas y los campesinos produzcan alimentos sanos y adecuados desde un punto de vista cultural, y son cruciales para que los consumidores y ciudadanos puedan encontrar alimentos sanos y diversificados. Las semillas forman parte de la cultura campesina y son nuestra herencia, nuestro patrimonio; nos permiten resistir, conservar nuestra sabiduría ancestral y defender nuestra identidad campesina.

No obstante, bajo el pretexto de la «mejora» de la productividad de las semillas, el agronegocio ha creado un sistema neoliberal de semillas que ha homogeneizado, ha empobrecido y ha monopolizado las semillas; esto ha provocado una pérdida de hasta el 75% de las variedades, así como la desaparición de una diversidad que la labor campesina había generado durante 10.000 años de historia.

Tres compañías (Monsanto-Bayer, Syngenta-ChemChina y Dupont-Dow) controlan más del 50 % de las semillas comerciales del mundo, y continúan incrementando la cantidad de semillas genéticamente modificadas para que ofrezcan resistencia a herbicidas y a insecticidas. Este sistema de semillas cuenta con el beneplácito de la OMC (Organización Mundial del Comercio), el Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional), y se refleja en los acuerdos de libre comercio y en las leyes modelo de protección de derechos de los obtentores de variedades, como por ejemplo la UPOV (Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales). Dicho sistema solo permite la circulación de estas semillas propietarias, al tiempo que criminaliza la conservación, el intercambio, la utilización, la donación y la venta de semillas locales entre agricultores. La situación ha llegado a tal punto que las campesinas y los campesinos han perdido el control sobre las semillas autóctonas, están siendo penalizados por el uso y el intercambio de sus propias semillas, y a menudo se ven sometidos a registros e incluso a la incautación de sus semillas. El uso de fertilizantes químicos, el empleo de semillas híbridas y el uso de organismos genéticamente modificados está poniendo en peligro la biodiversidad, que también está amenazada por las consecuencias de las nuevas técnicas de obtención de variedades, desarrolladas por corporaciones multinacionales. La ciudadanía tiene dificultades para acceder a alimentos sanos, diversificados y culturalmente adecuados.

La Vía Campesina y sus aliados están luchando para cambiar esta situación. Como parte de su campaña global «Las semillas campesinas, patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad», iniciada en Roma en el año 2001, La Vía Campesina y sus organizaciones asociadas han puesto en marcha capacitaciones, formación, apoyo mutuo e intercambios de semillas. Los movimientos campesinos continuamos luchando para que las leyes nacionales y los tratados internacionales garanticen los derechos de los campesinos y las campesinas a conservar, utilizar, intercambiar, vender y proteger sus semillas contra la biopiratería y contra la contaminación genética; redactamos libros sobre la historia de las semillas, y realizamos estudios y mapeos. La red de escuelas agroecológicas de la Vía Campesina, repartidas por todo el mundo, también organizan ferias de intercambio de semillas campesinas. De este modo, la campaña global fomenta la recuperación de sistemas tradicionales de conservación, mantenimiento e intercambio de semillas autóctonas, así como los derechos colectivos inalienables de los campesinos sobre sus semillas.

El 16 de octubre de 2018, con motivo del Día mundial de acción por la soberanía alimentaria de los pueblos y contra las multinacionales, La Vía Campesina intensificó esta campaña haciendo un llamamiento a la acción organizada, mediante una iniciativa denominada «Adopta una semilla»(Para obtener más información, consultar el Cuadro 1 de esta edición). Esta iniciativa pretende que cada campesino o campesina, cada familia, cada comunidad… se involucren y adopten alguna variedad vegetal, de forma que se conviertan en guardianes de esa semilla y se aseguren de su propagación, reproducción y distribución, comprometiéndose a la defensa colectiva de sus derechos a la utilización, el intercambio, la venta y la protección de estas semillas. Hasta la fecha, en países como Brasil, Palestina, Paraguay, India, Tailandia, Zimbabue, Corea del Sur, Indonesia o Canadá, las campesinas y campesinos se están implicando en la conservación de variedades autóctonas y en transmitir a los demás sus conocimientos sobre agroecología, tanto a través de la acción directa como a través de ferias de intercambio de semillas.

Sin semillas no hay agricultura; sin agricultura, no hay alimento. Y sin alimento, ¡no hay pueblos!

Destacados 2

El llamamiento «Adoptar una semilla» recorre el mundo

Las semillas campesinas son un patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad. Esta es una de las máximas del movimiento internacional campesino, así como el nombre de la campaña iniciada por La Vía Campesina (LVC) para proteger y conservar las semillas campesinas. En el marco de esta campaña, La Vía Campesina ha puesto en marcha la acción «Adopta una semilla» en varias ocasiones y en distintas partes del mundo, apelando a los campesinos y a sus familias a intercambiar y multiplicar sus semillas.

Con motivo del Día mundial de acción por la soberanía alimentaria, el 16 de octubre de 2018, La Vía Campesina realizó un llamamiento a sus organizaciones integrantes y aliadas, así como a todas las familias campesinas, a participar en la acción «Adopta una semilla» (para obtener más información, consultar el Cuadro 1 de esta publicación). La primera de estas acciones tuvo lugar en Brasil, mediante el Movimiento de pequeños agricultores (MPA), una de sus organizaciones integrantes.

El intercambio mundial tuvo lugar entre el 29 de agosto y el 4 de septiembre de 2018, donde una delegación de La Vía Campesina recorrió 1700 km por todo Brasil visitando a familias campesinas. Los delegados y delegadas asistentes, de Corea, Costa Rica, Palestina, Suiza y Zimbabue, participaron como representantes de organizaciones que ya están conservando semillas en sus países de origen. Durante este intercambio internacional, los delegados y delegadas de LVC prestaron mucha atención a la experiencia del MPA en los estados de Sergipe y Bahía, al noroeste de Brasil. También visitaron las «casas de semillas» fundadas para almacenar semillas de las comunidades campesinas. Estas casas están bajo la supervisión de una «oficina central de semillas», que almacena todas las semillas de la zona y también actúa como espacio de formación y producción agrícola. Durante el intercambio se facilitó información y se generaron debates sobre la legislación de las semillas, así como sobre prácticas agroecológicas y representaciones de arte y cultura rural.

Además de celebrar el Día internacional de acción por la soberanía alimentaria de los pueblos, el 16 de octubre de 2019 tuvo lugar un intercambio internacional de semillas campesinas en Palestina. Este intercambio, organizado por la Unión de Comités de trabajadores agrícolas (UAWC) y por La Vía Campesina, contó con la participación de agricultores y agricultoras de todo el mundo: Honduras, Brasil, Puerto Rico, República Dominicana, Sudáfrica, Países Bajos, Mozambique, Alemania y los Estados Unidos. La UAWC cuenta con una dilatada experiencia en la conservación de semillas campesinas, puesto que abrió su primera casa de semillas hace 17 años en Hebrón. La casa ha permitido salvar de la extinción distintas variedades de semillas, haciendo frente a la ocupación israelí y a sus imposiciones de uso de semillas híbridas comercializadas por Bayer-Monsanto. Todas las semillas del banco de la UAWC provienen de campesinos y campesinas; estas pasan por un proceso de verificación de 2 años en un laboratorio interno, y por último se redistribuyen a los agricultores (para más información, consultar la sección Voz desde el campo 1).

El próximo intercambio internacional de semillas de La Vía Campesina tendrá lugar en Corea en 2020. En distintos lugares del mundo se celebran ferias de intercambio de semillas, gracias al trabajo de miembros del movimiento y de sus alianzas. La acción «Adopta una semilla» es un acto de solidaridad, resistencia y misticismo que debería reproducirse por todo el mundo para poder conservar las semillas campesinas, que son la piedra de toque de nuestra agricultura y de nuestras vidas.

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Las mujeres juegan un papel fundamental

Evangeline Gonzales, Alianza Progresista de Pescadores in Filipinas (PANGISDA-Women), Filipinas

En la actualidad, un tercio de los agricultores (34,3%) y los pescadores (34%) se consideran pobres. Esta situación se ve agravada por el autoritarismo de la administración Duterte. El gobierno abusa física, emocional y mentalmente de quienes se oponen a las políticas de Duterte, como lo demuestra el número de líderes comunitarios que han sido asesinados, torturados, criminalizados e intimidados durante esta administración. La supresión de nuestro derecho a la alimentación, nuestro derecho a la libertad de expresión y nuestro derecho a una vida pacífica refleja el fascismo de la administración Duterte.

Tenemos que superar el miedo creado por el régimen tiránico del actual gobierno. Las mujeres juegan un papel fundamental. Tienen la habilidad, el saber y la fuerza para contribuir a la lucha contra el autoritarismo y el fascismo. Bajo la dictadura de Marcos, la gente superó su miedo y se unió en la lucha para derrocar al gobierno fascista. Muchos fueron asesinados, encarcelados y fueron víctimas de desaparición forzada. Para luchar contra la dictadura de Marcos, necesitábamos una organización comunitaria hecha de forma paciente, perseverante, prudente y decidida, y concientizar para construir solidaridad y resistencia.

Necesitamos fomentar la solidaridad y la resistencia contra las leyes y políticas contrarias al pueblo, que agravan la pobreza y las dificultades que experimentamos. Una acción concreta para defender la soberanía alimentaria es oponerse a políticas como la Ley de Arancelación del Arroz y a los llamados proyectos de desarrollo como la reclamación de la Bahía de Manila. También deberíamos compartir y popularizar los saberes, prácticas y sistemas de los pueblos sobre la gestión de los recursos naturales. Debemos apoyar la producción local y ayudar a enriquecer los valores y principios de la soberanía alimentaria. Creemos firmemente que las mujeres se pondrán de pie, lucharán y combatirán por comida en la mesa para sus familias, por comida para sus comunidades, por el derecho de los pueblos a la alimentación, por la soberanía alimentaria y por el futuro.

Voces desde el campo 2

Caminando la unidad popular para resistir al conservadurismo y construir la soberanía alimentaria

Francisca «Pancha» Rodriguez, ANAMURI, Chile

La Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas de Chile (ANAMURI) ha sido durante décadas parte de la primera línea de la resistencia al neoliberalismo, pero también de la construcción de articulación social y popular para avanzar hacia la soberanía de su pueblo. Décadas de construcción de organización y movimiento, a través de la formación política y la profundización de propuestas en alianza con diversos sectores populares para revertir los desastres del «milagro» chileno.

El «Chile despertó» de hoy no se explica sin el proceso de articulación popular recorrido durante la última década. Desde las movilizaciones estudiantiles de 2011, pasando por la plataforma de resistencia al TPP que permitió transmitir al común de la gente las implicancias del TPP en nuestro derecho a la alimentación y por ende entender que defensa de nuestra Soberanía Alimentaria no solo es un asunto del campesinado sino de todo el pueblo organizado.

La reacción popular tan fuerte a la opresión es hija de ese proceso de acumulación política y la Soberanía Alimentaria, como proyecto anti sistema que confronta al conservadurismo cultural, político y religioso, es una herramienta central para poder trabajar la soberanía popular desde un lugar concreto y diferente para las mayorías.

Voces desde el campo 3

Los principios de la democracia, base del derecho de los pueblos a la alimentación

Suraphon Songruk, Federación de Campesinos del Sur de Tailandia (SPFT) – Surat Thani, Tailandia

Los principios de la democracia son la base del derecho de los pueblos a la alimentación. Por el contrario, si un país está gobernado por un régimen autoritario, las personas se ven privadas de las libertades políticas y civiles, así como de los derechos económicos, sociales y culturales, incluido el derecho a la alimentación. En este contexto, los poderes político y económico se concentran en manos de un régimen autoritario u oligárquico que mantiene el monopolio de la producción y los sistemas alimentarios. El autoritarismo corroe los derechos de los pueblos y el control sobre sus tierras, bosques y agua como fuentes de alimentos. Las personas pierden entonces su derecho a acceder a los alimentos y a definir sus propios sistemas alimentarios.

La soberanía alimentaria promueve los derechos humanos y la dignidad. Los movimientos populares pueden utilizar legítimamente este concepto como medio, estrategia y objetivo para reunir a personas y movimientos de ideas afines con el fin de ampliar su poder de negociación. Los pueblos pueden utilizar la soberanía alimentaria para proteger sus territorios y recursos como fuentes de producción de alimentos. Es un concepto progresivo que fortalece las luchas de los pueblos. Asegura que la gente tenga alimentos seguros y crea un sistema respetuoso con el medio ambiente.

La soberanía alimentaria es el principio fundamental de la soberanía del pueblo. La construcción de la soberanía alimentaria es el punto de partida para que la gente se libere del control privado de los alimentos. Finalmente, la soberanía alimentaria permite a los movimientos populares y a los pequeños agricultores resistir al autoritarismo.

Voces desde el campo 4

Empresas privadas y ejército trabajan juntos

Sr. Suon Sorn, pueblo Ou Kansaeng, comunidad de Samraong, municipio de Samraong, provincia de Oddar Meanchey, Camboya

La dictadura política ha implementado un orden que permite al ejército asentarse en los bosques comunitarios, usando como justificación el conflicto en la frontera thailandesa-jemer. El ejército despeja los bosques y vende las tierras a oficiales de alto rango del gobierno, empresas privadas y otros grupos privilegiados. Estas personas robal el bosque, las fuentes de agua y los sistemas de alimentación local a las comunidades, menoscabando su derecho a la alimentación. En la estructura de gobierno de Camboya, el poder central y el control reside en el ejército, y es muy difícil para la gente hacer frente a los militares. Los problemas y los asuntos de la comunidad son ignorados por el gobierno y se violan los derechos de los pueblos a la alimentación, la tierra, el agua y los recursos naturales.

Las empresas privadas y el ejército trabajan juntos: las empresas dan dinero a los militares; los militares protegen a las empresas. Si seguimos dependiendo de estas empresas, nos enfrentaremos al desastre. La soberanía alimentaria es importante para apoyar y fortalecer nuestras comunidades, y resistir lo que imponen militares y empresas. Las empresas venden productos agrícolas que no son seguros, como fertilizantes, semillas y otros insumos. Tenemos que volver a la forma natural y ecológica. Si no apoyamos a las empresas, éstas no tendrán beneficios y no podrán apoyar a los militares. Podemos empezar a pequeña escala, construir comunidades basadas en la solidaridad y el intercambio, y contribuir a cambiar el sistema a partir de nuestras comunidades. La sociedad civil y las comunidades camboyanas pueden pensar que «soberanía» es un término complicado de entender al principio, pero la educación popular, la formación, el intercambio de conocimientos y los debates sobre los principios y valores de la soberanía alimentaria atraerán a más personas al movimiento.

Voces desde el campo 5

Agricultura en Palestina: pilar de perseverancia y soberanía

Joseph Schechla y Murad al-Husani de la Red por los Derechos a la Vivienda y a la Tierra (HLRN), Palestina

El campesino palestino es la primera línea de resistencia frente la ocupación y la colonización, mucho más efectiva que una pobre negociación. Cabe destacar que la mayoría de las tierras agrícolas (67%) de la Ribera Occidental de Palestina están clasificadas como «área C», según los Acuerdos de Oslo. Esas tierras se encuentran, en su totalidad, bajo el control directo de la ocupación militar. Allí, los ocupantes buscan concentrar a los palestinos en centros urbanos, llamados áreas A (los restos del estado palestino), con el objetivo de evitar su presencia en las tierras.

Las fuerzas israelíes emiten órdenes militares que sustituyen el derecho soberano – violando la Convención de La Haya (Artículo 43) – y obstaculizando todos los aspectos del sector agrícola, evitando que los palestinos tengan acceso a sus tierras y las cultiven. Esto causa la deserción y el abandono de las tierras agrícolas, tras lo cual Israel impone el pretexto «legal» que las tierras están «inexplotadas». Este bloqueo legal provoca que la propiedad de la tierra sea devuelta al «estado» ocupante. Las siguientes estadísticas muestran la magnitud y la intensidad del ataque de la ocupación Israelí contra la agricultura indígena:

table_es.pdf

Esto muestra claramente la astucia de la ocupación para suprimir la agricultura como forma eficaz de resistencia contra la colonización. Por lo tanto, son las manos firmes de los campesinos las que plantan las emblemáticas aceitunas en los territorios ocupados de Palestina, y sus pies los que les dan fertilidad a las tierras. El aliento de los campesinos da brillo y sabor a sus frutos, ya que el vínculo simbiótico del agricultor palestino con la tierra le ha conferido su identidad indeleble.

Cuadros

Cuadro 1

Violencia y capitalismo

La violencia y el capitalismo no son dos conceptos ajenos el uno al otro. En realidad, son hermanos gemelos. Las condiciones necesarias para la emergencia del capitalismo de los siglos XV y XVI fueron la expulsión violenta de los campesinos de las tierras comunales de Europa y el saqueo colonial, el genocidio y la esclavitud del Sur global.  Este caldo de cultivo tóxico desembocó en lo que Marx llamó  “acumulación primitiva” de riqueza que produjo el capitalismo.

En la actualidad, en lo que se ha descrito como “acumulación por desposesión,” el afán de lucro a escala global se manifiesta mediante el despliegue de la fuerza  para convertir en materias primas los territorios y recursos comunales, que durante mucho tiempo habían resistido al proceso. Ya sean los pueblos indígenas del Amazonas, los pequeños agricultores de Honduras, el pueblo Maasai protegiendo sus tierras frente al acaparamiento patrocinado por el gobierno en el Serengueti en Tanzania, o los millones de Adivasis o pueblos tribales defendiendo los territorios forestales en India, la combinación devastadora de la expansión  capitalista y la acción de los Estados que la apoyan está desplazando a millones de personas.  

El uso notorio de la fuerza no se produce únicamente cuando el capitalismo se extiende y necesita expulsar a los pequeños agricultores y pueblos indígenas que se encuentran en su camino. Cuando la gente es capaz de  utilizar las instituciones democráticas para obtener reformas de modo pacífico, las élites capitalistas y del Estado suelen recurrir a medios extra-constitucionales para revertir el proceso y preservar su hegemonía económica y política. A menudo, esto desemboca en una masacre: en Indonesia, en 1965-66, los esfuerzos de reforma agraria y el cambio parlamentario pacífico provocaron a las élites que, lideradas por un régimen militar, asesinaron a entre 500.000 y un millón de personas. En Chile, en los años setenta, los militares aplastaron de modo sangriento el avance pacífico hacia el socialismo del gobierno de Unidad Popular, asesinando a miles de personas. Aunque en Chile y en Indonesia la violencia fue terrible tanto en   zonas rurales y urbanas, fue especialmente atroz en el campo, y especialmente en Chile se ensañó con los indígenas Mapuches, que defendían sus tierras comunales.

En la actualidad, la expansión del capitalismo, la mercantilización, y la salvaguarda de los sistemas de hegemonía política capitalista se combinan para promover una nueva oleada de violencia global. En Filipinas, los traficantes de droga se han convertido en el chivo expiatorio de los males del país, derivados de la alianza entre la economía neoliberal y una desigualdad rural extrema, y en los tres años y medio que el gobierno de Duterte lleva en el poder, se han producido 27.000 ejecuciones extrajudiciales. En India, el partido BJP, que ha aliado economía neoliberal y nacionalismo hindú, ha señalado a los musulmanes como los “enemigos” de la “civilización hindú”, desencadenando violencia callejera contra ellos, incluso con casos espantosos de linchamiento. 

Es desafortunado que muchos integrantes de las clases medias hayan comprado la retórica de asignar chivos expiatorios y la ideología de las fuerzas de derechas. También en el Norte global está habiendo un apoyo importante de la clase media, incluso de la clase trabajadora, a fuerzas racistas de derechas, en este caso señalando a los migrantes, a quienes se culpa de la pérdida de empleo, de la desigualdad, y de la pobreza producidas por la globalización impulsada por las compañías. El grave peligro que existe, es que demagogos como Trump, como los partidarios del Brexit, Marine Le Pen en Francia y Viktor Orban en Hungría, puedan transformar el sentimiento masivo anti-migrantes en movimientos como los del fascismo clásico que asoló Europa en los años treinta del siglo pasado.  

Más que nunca, la demanda de justicia y paz precisa de la creación de un frente lo más amplio posible contra el capitalismo y a la violencia fascista.

Cuadro 2

Contra el conservadurismo resistimos para vivir, marchamos para transformar!

El conservadurismo es fundamental para el ascenso de la extrema derecha. Su avance, en los gobiernos autoritarios de todo el mundo, manipula el ideal de la familia heteropatriarcal para reforzar la división sexual del trabajo y la responsabilidad de las mujeres en el trabajo reproductivo de la vida. Las fuerzas de extrema derecha atacan el derecho al aborto, persiguen las sexualidades disidentes, fomentan la violencia y el acoso contra las mujeres, institucionalizan el racismo. Se trata de una agenda antifeminista que, en algunos países y territorios, se asocia con el discurso antioccidental. En otros, clasifica como «desorden» las acciones de las mujeres organizadas en movimientos de base. En común, son regímenes que ejercen una violencia brutal contra las mujeres que lideran procesos de resistencia.

El capitalismo avanza sobre los  cuerpos de las mujeres, sobre su  trabajo y sobre la naturaleza, fortaleciendo el poder corporativo y expandiendo la militarización. En muchas partes del mundo, las mujeres están en la primera línea de la resistencia. Han demostrado una gran capacidad de movilización: el reto es ampliar la organización permanente y popular. Esto requiere enfrentar el capitalismo autoritario y construir procesos capaces de reorganizar la economía, poniendo la sostenibilidad de la vida en el centro. Y para confrontar el nacionalismo con el internacionalismo y la solidaridad entre los pueblos.

Para las mujeres, que hoy están bajo ataque, construir alianzas es más importante que nunca. Pues el neoliberalismo se presenta diverso, fragmentando identidades y despolitizando luchas históricas. El feminismo no es para pocas, es un proyecto de igualdad, libertad y autonomía para todas, lo que solo será posible con una transformación sistémica, con soberanía y autodeterminación de los pueblos. Las mujeres se reconocen en la resistencia que salva vidas y garantiza la comunidad común. Por lo tanto, el lema de la Marcha Mundial de las Mujeres en la 5ª Acción Internacional, en este 2020, es Resistencia para vivir, marchamos para transformar!

Cuadro 3

Redes sociales: promoción de odio y maximización de ganancias y control social

Notícias falsas, manipulación de datos, promoción de odio, racismo y misoginia. Es cada vez más evidente que los usos y abusos de la extrema derecha en las redes sociales digitales forman parte de su estrategia de poder. No solo para ganar elecciones, sino también para fomentar la naturalización de la violencia como parte del sentido común que el capitalismo autoritario necesita para imponerse destruyendo valores democráticos.

Esos usos y abusos tienen lugar en infraestructuras corporativas a las que una parte significativa de la población está conectada, como es el caso de Facebook. No son espacios públicos ni democráticos. Por el contrario, los algoritmos y alcances son definidos por una empresa que tiene como práctica la opacidad y que se enriquece con la recopilación y manipulación de datos. No se divulga, ni está en discusión su funcionamiento, y a los usuários nos resta ‘aceptar’ los términos y condiciones aplicables, aunque sepamos que Facebook hace experimentos, manipulando sentimientos, necesidades y opiniones, y fomentando extremismos.

Los datos se convirtieron en capital. Y los datos no están ahí para ser recolectados, sino que son producto de la vida y las relaciones de la gente. Sea por medio de las aplicaciones de teléfonos o por los sensores en las ciudades, la vigilancia masiva coordinada entre corporaciones y Estados es parte de la maximización de ganancias. Y, como tal, no es aislada sino sistémica.

El racismo y el odio a los pobres y a las mujeres no se multiplican solo como idea, sino que están en el cotidiano generando un fascismo social. Lo virtual se nutre de vidas concretas de personas que a diario batallan contra unas condiciones de vida con creciente precariedad y violencia. Lo virtual tiene una base material, que impulsa y necesita del extractivismo, la energía y los territorios concretos para almacenar y procesar tantos datos.

La construcción de contrahegemonía nos exige mucho más que una buena estratégia de comunicación en redes sociales. Es un desafío de largo aliento que pasa por ampliar nuestras alianzas anticapitalistas con quienes dan la batalla en lo digital, enfrentando la opacidad y construyendo tecnologías libres y no propietarias.[1]

Cuadro 4

La producción campesina de alimentos: la piedra en el zapato del sistema capitalista. Desafíos y potencialidades de la lucha por soberanía alimentaria ante la ola conservadora mundial

Una parte sustancial de la disputa contra el sistema capitalista se libra en el campo, en la producción de alimentos. El avance de la ultraderecha en diversas partes del mundo multiplica las amenazas y las gravísimas violaciones de derechos humanos que ya sufrían quienes trabajan la tierra.

En Brasil, que lidera los índices de violencia contra la población rural, 1.678 campesinos/as fueron asesinados/as de 1985 a 2003, según la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT); Global Witness advirtió que 2017 fue el año más sangriento en el mundo rural -desde que esa ONG tiene registros-: fueron ultimados 207 campesinos/as, activistas comunitarios, indígenas y ecologistas.

En los últimos años, el agronegocio se transformó en la principal causa de los conflictos en el medio rural. Las grandes transnacionales agroindustriales, el débil rol de los Estados (por inacción o connivencia) y los abusos empresariales en cada país, le dieron algunas vueltas de tuerca más a una maquinaria ya sanguinaria, que refuerza el control del capital sobre los bienes naturales con la nueva oleada fascista mundial.

“No podemos lograr soberanía alimentaria si no podemos recuperar el control sobre nuestras comunidades y territorios, y si no podemos arrebatarle a las corporaciones el control que tienen sobre los alimentos”, advirtió el dirigente campesino Carlos Marentes, referente histórico de La Vía Campesina (LVC) y representante de la organización Proyecto de los Trabajadores Agrícolas Fronterizos, en América del Norte.

El neofascismo está representado en la alianza agronegocio-narcotráfico-militarización, que amenaza y despoja constantemente a las comunidades, desmantela políticas públicas y pretende volver al modelo de familia patriarcal para que las mujeres y jóvenes no sean actores claves del cambio de sistema, opinó la agrónoma feminista Miriam Nobre (Marcha Mundial de Mujeres Brasil).

Desde África Meridional, enfrente a  los regímenes represivos, y las autoridades tradicionales, que controlan territorios y toman decisiones que quitan el sustento a la gente, Mercia Andrews (Asamblea de Mujeres Rurales) nos dijo que : “Es importante que las organizaciones, los movimientos campesinos, los movimientos de agricultores, resistan este nivel de violación de sus derechos. La Asamblea de Mujeres Rurales en muchos casos se une a los movimientos de agricultores, a los movimientos campesinos y nos hemos unido a campañas que dicen que tenemos derecho a decir NO”.

En Europa, el movimiento fascista plantea un “falso proteccionismo” y la xenofobia, advirtió Andoni García, del Comité Coordinador ECVC. “La Soberanía Alimentaria (en cambio) supone un freno al movimiento fascista porque habla de derechos, de políticas públicas hechas desde el derecho a proteger las agriculturas locales, las culturas campesinas, respetando los derechos individuales y colectivos, en solidaridad y no con confrontación”, agregó.

A ese falso proteccionismo, que muchas veces remite a nacionalismos exacerbados, también se refirió Roma Malik, que además subrayó la importancia de que la lucha por la soberanía alimentaria de las organizaciones campesinas esté vinculada al derecho a la tierra. “Las compañías [multinacionales] vienen en gran cantidad, construyen represas, centrales eléctricas, privatizan los ríos, talan los bosques, asesinan a la gente, o la expulsan de sus tierras y hogares. Así que en ese sentido la lucha por el derecho a la tierra es una lucha contra los gobiernos fascistas también”, dijo.

Marentes añadió que la soberanía alimentaria “es una de las metas para enfrentar esta guerra que se ha desatado contra los pobres, en un sistema más salvaje y depredador, que sigue empeñado en asegurar que las corporaciones multinacionales controlen la producción de alimentos, los medios de producción y la naturaleza”. La clave está en el trabajo de organización y concientización para defender el derecho a la vida, a la alimentación, a la tierra y a proteger los recursos naturales.


[1] Más información sobre este tema en el boletín Nyéléni núm. 37 sobre La digitalización del sistema alimentario.

Destacados

Un vistazo a las tendencias políticas contemporáneas


«No hay ninguna duda de que aumentan por todo el mundo movimientos inflamados, llamémosles fascistas, autoritarios, populistas o contrarrevolucionarios, que desdeñan las ideas y prácticas de las democracias liberales y apoyan el uso de la fuerza para resolver conflictos sociales arraigados.»
Walden Bello, Counter Revolution, the Global Rise of the Far Right (Contrarrevolución, el ascenso mundial de la extrema derecha), Pág. 3. Fernwood Publishing, 2019.

Para muchos de nosotros, hacer frente, resistir y vivir bajo regímenes de autoritarismo extremo no es nada nuevo: las historias de muchas sociedades/naciones están marcadas por periodos en los que los líderes políticos han utilizado una combinación de carisma personal, fervor religioso, inseguridad económica, miedo de «los otros» y promesas de restaurar gloriosos legados (normalmente imaginarios), para imponer regímenes políticos que benefician a determinadas clases, credos y grupos sociales a la vez que reprimen los derechos y libertades fundamentales y la dignidad de otros. En numerosas ocasiones hemos comprobado en regímenes coloniales, de apartheid, fascistas, militares, dictatoriales e incluso en democracias, cómo la sinergia tóxica de intereses promovida por motivos de clase, cultura, religión e ideología puede producir opresión, violencia extrema y terror.

Más recientemente, hemos visto el auge de regímenes autoritarios que parecen ser por un lado consecuencia de las crisis estructurales creadas por el capitalismo neoliberal, y por otro, paradójicamente, de la respuesta de las fuerzas de izquierda y movimientos populares progresistas frente al ataque violento del neoliberalismo. El neoliberalismo y la globalización impulsados por las compañías, no solamente han sido incapaces de proporcionar bienestar social y económico para la mayoría, sino que han destruido el medio ambiente, han debilitado los derechos de los trabajadores y de los pequeños productores de alimentos, han socavado las organizaciones de la clase trabajadora, han afianzado la desigualdad y han aumentado el hambre y la desnutrición. Las clases bajas y medias han visto devaluarse sus ahorros y aumentar sus deudas por la desregulación financiera y la prioridad que se ha dado a los intereses empresariales sobre los públicos. La gente se ha movilizado para demandar cambios, pero ha habido dos tendencias importantes que han permitido que las fuerzas reaccionarias secuestraran esas demandas: 1) las alianzas incómodas selladas en muchos países por fuerzas políticas de izquierda con poderes gobernantes para asegurarse una posición en el sistema político; 2) la utilización de los recursos por parte de las fuerzas de derechas para construir la era de la post-verdad, que distorsiona deliberadamente la realidad para influir sobre la opinión pública y los comportamientos sociales, y reforzar el poder de las élites nacionales-mundiales.

Al aliarse con las fuerzas gobernantes, las fuerzas políticas de izquierdas no han podido mostrar en qué medida sus programas y su visión propia del cambio eran diferentes. Esto ha dejado abiertos los ámbitos político e ideológico para su captura por parte de las fuerzas de la derecha, que han aprovechado la ansiedad, la desilusión, la ira y la desesperación de los millones de personas azotados por las crisis financieras-económicas recurrentes que se han convertido en sello distintivo del capitalismo mundial y la globalización de las compañías.

Aunque las fuerzas de la derecha se presentaban como radicalmente críticas con el sistema dominante, han desviado la responsabilidad de las crisis económicas y sociales, y en lugar de achacarla al neoliberalismo, se la han atribuido a determinados sectores de la sociedad, señalándolos por su clase económica, su grupo social y su religión. Esto ha permitido que estas fuerzas hayan obtenido apoyo de una amplia franja de clases y grupos sociales —incluida la clase media y las clases acomodadas – y hayan construido movimientos en torno a los prejuicios y el odio, mientras que han dejado intacto el sistema económico capitalista. Aunque cada sistema es el producto de las condiciones históricas específicas de su región, las características expuestas anteriormente aparecen, con grados y matices diversos, en todos ellos.

A pesar de su retórica que habla de hacer frente a la degradación de las condiciones sociales y económicas, estos regímenes mantienen su adhesión al capitalismo y el neoliberalismo. Desde que han adquirido poder político, las condiciones de las clases trabajadoras rurales y urbanas no han mejorado, y los ahorros, ingresos y empleos prometidos no se han materializado. Pero las grandes empresas y las élites próximas a los regímenes gobernantes han seguido obteniendo contratos para la extracción de recursos, grandes proyectos de infraestructuras, agricultura industrial y proyectos inmobiliarios.

Muchas fuerzas de la derecha han accedido al poder como consecuencia de elecciones y alegan mandatos democráticos para implantar políticas y leyes que defienden sus propios intereses. No obstante, se oponen a la democracia liberal, en la que todos los ciudadanos, sea cual sea su clase, su cultura o religión, disfrutan de los mismos derechos, libertades e igualdad ante la ley, y en la que una oposición fuerte proporciona mecanismos correctores. Mediante la disolución de unos partidos y las alianzas oportunistas con otros, y la persecución de los discrepantes a través de los medios de comunicación o de los tribunales, neutralizan la amenaza de la oposición política de partidos y organizaciones sociales. Utilizan los procedimientos democráticos para crear sociedades mayoritarias, en las que aquellos que son identificados como minorías se enfrentan a un desapoderamiento, marginalización e inseguridad crecientes.

La reinvención de la verdad y de los hechos – a través de la creación de relatos que presentan realidades ficticias – son estrategias cruciales para los nuevos regímenes. Entre ellas se encuentran: el declive de la nación y la necesidad de líderes fuertes para devolverle su grandeza; la superioridad racial, religiosa y de género; las amenazas a la seguridad, identidad y soberanía nacional; la mejora de las condiciones económico-sociales, etc. Estos relatos son clave para que los regímenes fascistas puedan consolidar el poder, y se presentan al público a través de las noticias, redes sociales, libros de texto, películas, programas de entretenimiento y de servicio público convencionales. Estas narrativas proporcionan una lógica para criminalizar y desatar la violencia contra los que se presentan como enemigos/amenazas (determinadas comunidades de migrantes, activistas defensores de derechos, juristas, periodistas, líderes de movimientos, etc.) y mantienen al pueblo en un estado de incertidumbre y ansiedad, justificando la necesidad de una «mano fuerte» que mantenga la unidad de la nación.

Los regímenes autoritarios/fascistas amenazan la soberanía alimentaria por su oposición a los derechos de los pueblos, la igualdad, la diversidad, la autonomía local, la cooperación y la solidaridad. Apoyan la apropiación y el control de la tierra, del agua, de las semillas, de la riqueza natural, de los recursos públicos y los sistemas alimentarios por parte del capital transnacional. Impiden la intervención de las comunidades locales y suprimen las voces y acciones que tratan de construir la democracia del pueblo desde abajo.

Más información sobre la situación en Asia aquí.

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Mujeres en la lucha por la soberanía alimentaria:

Queremos seguir desempeñando nuestro papel fundamental: alimentar a la humanidad

Fragmento de una entrevista con Francisca Rodriguez de Anamuri, CLOC-Via Campesina, Chile.

Los campesinos del mundo forman pueblos, comunidades, organizaciones y familias   muy diversos.   Representamos a distintas culturas y visiones del mundo. 

El proceso de conversaciones y debates sobre la soberanía alimentaria nos ha permitido reconocer y valorar nuestras actividades campesinas, es decir, que las mujeres han sido fundamentales en el desarrollo de la agricultura y siguen siendo vitales en la producción de alimentos y en su transformación.   

Hemos promovido a ultranza la cuestión de la agricultura y la agroecología, no como algo nuevo y emergente, sino que más bien hemos recuperado las prácticas agrícolas ancestrales, las que han desarrollado los pueblos originales hasta el día de hoy.    

Nunca en la historia hemos sido más conscientes del valor del campo  para la supervivencia de la propia humanidad, somos los guardianes de la tierra, vivimos donde están los recursos, y nuestra tarea es luchar por ellos y protegerlos pensando en las generaciones futuras.   

Estamos orgullosos de ser lo que somos, no queremos tener que emigrar a las ciudades o al extranjero, queremos seguir desempeñando nuestro papel fundamental: alimentar a la humanidad con nuestro trabajo, nuestro conocimiento y nuestros productos naturales, garantizando que se cumpla el derecho a la alimentación para todos sin excepción, y cuidar a la Madre Tierra al tiempo que obtenemos de ella nuestro sustento.

Voz desde el campo 2

Soberanía alimentaria – desafíos y esperanzas para las comunidades de pescadores

Ibu Zainab, miembro de Solidaritas Perempuan Anging Mammiri –   Sulawesi sudoriental, Indonesia.

El reto  de las pescadoras en nuestra lucha por la soberanía alimentaria es la forma en que las empresas y corporaciones están usurpando el océano que es la fuente de nuestras vidas. Estas corporaciones nos niegan el acceso al océano, contaminan el medio ambiente costero e incluso generan conflictos dentro de las comunidades. Nuestro gobierno nunca ha escuchado nuestras demandas, sino que se ha puesto del lado de estas corporaciones.

Como mujeres, tampoco se reconoce nuestra identidad como pescadoras y a menudo va unida al papel de nuestros maridos como pescadores. Espero que el gobierno proteja nuestro derecho a la alimentación y nuestro acceso a los recursos marinos para que podamos pescar y mantener nuestro medio de vida como productoras de alimentos a pequeña escala. Debe haber una solución de modo que la lucha por el territorio entre los intereses de las empresas, los programas gubernamentales y los derechos de la comunidad no margine a las mujeres pescadoras. Dado que Indonesia es un archipiélago, los pescadores y las pescadoras son héroes de la nación al asegurar una dieta saludable (el pescado como principal fuente de proteínas) y nuestros derechos deben ser respetados, protegidos y  honrados.

Voz desde el campo 3

La importancia de las alianzas para la soberanía alimentaria desde la perspectiva de dos agricultoras estadounidenses

¿Cómo encaja la organización en alianzas intersectoriales en los esfuerzos mundiales para la soberanía alimentaria?

Patti Naylor, Miembro de la USFSA (Alianza estadounidense por la soberanía alimentaria) y del Comité de Coordinación del Mecanismo de Sociedad Civil y Pueblos Indígenas para América del Norte.

Como campesina, veo en mi entorno cómo la agricultura dominada por las empresas no apoya a las comunidades rurales, los medios de subsistencia de los y las agricultores ni las fuentes esenciales de vida de la Madre Tierra. Tampoco produce alimentos saludables, sino que depende de largas y complejas cadenas de suministro que dan como resultado alimentos altamente procesados. La soberanía alimentaria es necesaria para sustituir este sistema desastroso. Es fundamental que nos unamos en organizaciones y construyamos nuestra fuerza colectiva en alianzas, ya que el impulso de la agricultura industrial gana velocidad y poder en todo el mundo, convirtiéndose en una fuerza que podría llegar a ser imposible de frenar. El tiempo es crítico. Las injusticias del capitalismo, los resultados del cambio climático y las perturbaciones de los mercados territoriales debidas a la COVID-19 están poniendo a los productores de alimentos en circunstancias extremas.

Al igual que en las convulsiones del pasado, lxs agricultorxs, pescadorxs, campesinxs y trabajadorxs rurales que no puedan sobrevivir económicamente abandonarán sus explotaciones y comunidades. La producción de alimentos locales e incluso la capacidad de organizarse en la resistencia se verá muy disminuida. Las zonas rurales se despoblarán a medida que la gente se traslade a las ciudades en busca de trabajo. Estos cambios pueden ser irreversibles. Al reconocer la urgencia de estas situaciones, debemos seguir construyendo alianzas que sean fuertes y se basen en objetivos comunes claramente definidos para alcanzar la soberanía alimentaria para todos los pueblos.

¿Puede hablarnos de la Alianza para la Soberanía Alimentaria de Estados Unidos (USFSA)?

Jennifer Taylor, coordinadora nacional de la Alianza para la Soberanía Alimentaria de Estados Unidos.

Como  en el foro Nyéléni 2007 , los miembros de la USFSA son agricultorxs familiares, pescadorxs, ganaderxs, trabajadorxs agrícolas, mujeres, jóvenes, trabajadorxs rurales y urbanos, consumidorxs, etc. que piensan que la alimentación es fundamental para la humanidad y que los alimentos sanos y culturalmente adecuados, producidos mediante métodos agroecológicos son la base para construir sistemas alimentarios sanos, entornos saludables.  Y creemos en los beneficios de las políticas de agroecología y soberanía alimentaria.

La USFSA defiende el derecho a la alimentación como un derecho humano básico. Como pequeña productora agroecológica y BIPOC (por black, indigenous and people of color, o sea personas negras, indígenas y de color), que promueve el bienestar y la calidad de vida, quisiera destacar que nuestro derecho humano es a la disponibilidad y el acceso a alimentos nutritivos y sanos, que beneficie a las explotaciones y los entornos comunitarios sanos, y que fomente las comunidades sanas. Este énfasis crítico defiende el derecho a la soberanía alimentaria a nivel local y global, e incluye a las poblaciones agrícolas desatendidas, a lxs agricultorxs indígenas e afroamericanos así como sus comunidades.  Es fundamental para el fomento de la capacidad participativa de los pequeños agricultores orgánicos agroecológicos locales y mundiales y sus comunidades, y para la habilitación de sistemas alimentarios locales y globales saludables.  La USFSA apoya las estrategias participativas de fomento de la capacidad que permiten el bienestar, los medios de vida y la capacidad de los agricultores indígenas negros locales y mundiales y los agricultores de color y sus comunidades.

Voz desde el campo 4

La agroecología no es sólo un conjunto de prácticas, sino una forma de vida

Anuka Desilva, MONLAR / LVC, Sri Lanka.

La agroecología no es sólo un conjunto de prácticas, sino una forma de vida. Se trata tanto de nutrir nuestro suelo, nuestros campos, como de construir la solidaridad entre nuestros pueblos. Sin solidaridad entre las personas, no hay agroecología.

En Sri Lanka, el joven colectivo de campesinxs de Dikkubura, Ahangama, Galle ha asistido a sesiones de formación agroecológica, se ha reunido con campesinxs de otras regiones y ha estudiado y debatido no sólo las prácticas que seguimos en el campo, sino también la políticas alimentarias en su conjunto.

Durante varias sesiones de formación, nuestro colectivo aprendió e intercambió información sobre las preparaciones de beejamrutha, jeevamrutha, ghana jeevamrutha, agniastra y otras preparaciones utilizadas en la agricultura natural. También aprendimos sobre la horticultura de secano y diferentes técnicas de injerto en los cultivos hortícolas. También se discutieron varias técnicas de salvaguarda de semillas. Estos fueron los aspectos prácticos. Sin embargo, no nos detenemos ahí. También estudiamos la dinámica del sistema alimentario mundial que ahora está en manos de las empresas transnacionales. Analizamos los impactos de los acuerdos de libre comercio sobre la autonomía productiva y del consumo a nivel local. Estudiamos también las disparidades de género y de casta en la propiedad de la tierra en el sur de Asia entre otras cosas. Así que las sesiones de formación tratan tanto aspectos prácticos como políticos en relación al campesinado.

La agroecología está en el centro, dando autonomía a las personas para diseñar sus sistemas alimentarios, basados en los recursos locales y la mano de obra local. Es un sistema que permite producir alimentos, en armonía con la naturaleza, y que da prioridad a la soberanía alimentaria de la comunidad local por encima de todo.

Claramente, sólo adoptar prácticas de producción sostenibles no es suficiente para ayudar al avance de la agroecología. Por lo tanto, las sesiones de formación que tenemos en LVC tratan tanto de los aspectos prácticos como políticos de la agroecología que la convertirán en una herramienta para lograr la soberanía alimentaria.

Voz desde el campo 5

Soberanía alimentaria: desafíos y esperanzas para las comunidades de pastores

Fernando Garcia, Campo Adentro, Red de Pastores Europeos – WAMIP, España.

En abril, cuando la crisis de la Covid estaba en su peor momento, los representantes de diferentes movimientos sociales del movimiento de soberanía alimentaria escribieron una carta titulada «COVID-19 – Los pequeños productores de alimentos se solidarizan y lucharán para llevar alimentos saludables a todos» (https://www.foodsovereignty.org/covid-19/).

Apenas podemos prever el impacto que esta crisis puede tener. Por una parte, existe una creciente preocupación por las pautas insostenibles de nuestros modelos alimentarios, especialmente el peligro de los sistemas de ganadería intensiva y las granjas industriales, que se asocian con la alteración del ecosistema debido a la expansión del agronegocio industrial (como la tala de bosques nativos para plantaciones de aceite de palma).

Por otra parte, el cambio climático está más actual que nunca, y la importancia de los productores de alimentos en pequeña escala es crucial. Esta crisis es una especie de «test de estrés», como dicen los economistas, de todo un sistema alimentario que abastece a una población urbana cada vez más numerosa y que se basa en un transporte y una circulación globalizados. Tal vez las pautas que hemos visto aumentar hasta ahora podrían cambiar.

Sin duda, esta crisis está afectando más a las pequeñas empresas (como tiendas y restaurantes), que por lo general están más estrechamente vinculadas a los pequeños productores locales. Algunos actores – con el comercio electrónico que ahora es el rey – podrían promover una digitalización aún más rápida de los sistemas alimentarios impulsada por los intereses y los beneficios de las empresas.

Lxs pastorxs de Europa y del mundo observan estos supuestos con gran preocupación. Pero también con la confianza que les da saber que son una parte vital de la solución. Esperamos que el movimiento ecologista no simplifique el lema «no más carne» imponiendo una visión del vegetarianismo centrada en el mundo urbano y occidental, sino que promueva un consumo responsable de productos animales de calidad, sanos y locales procedentes de los sistemas pastorales.

Las organizaciones de base, unidas en una renovada Alianza Mundial de Pueblos Indígenas Móviles y Pastores – WAMIP (www.wamipglobal.com) – están ahora activas en diferentes espacios y trabajan para tender un puente entre los debates sobre agroecología y soberanía alimentaria (nacidos en el contexto de las luchas campesinas) y las particularidades del pastoralismo. Juntos redactamos y reconocemos la Declaración de los Derechos de los Campesinos – y de los Pastores – y ahora tenemos que asegurarnos de que los espacios reales de participación y reconocimiento sitúen a los pastores en primer plano – como en el Centro de Conocimiento del Pastoreo de la FAO, o las iniciativas GASL (Programa Mundial para la Ganadería Sostenible) y LEAP (La Alianza sobre la Evaluación Ambiental y el Desempeño Ecológico de la Ganadería).  Hemos logrado que el COAG (Comité de Agricultura) de la FAO apruebe la propuesta de hacer de 2026 el Año Internacional de los Pastizales y el Pastoreo, y confiamos en el IPC (Comité Internacional de Planificación, por sus siglas en inglés) y otros procesos de la sociedad civil.

Lo más difícil es mantenernos en contacto a pesar de las distancias, y hacer tiempo para hacer crecer alianzas además del trabajo cotidiano… pero si no lo hacemos, las políticas contra el pastoralismo y los intereses económicos pondrán en peligro nuestra forma de vida, y los territorios y paisajes que nutrimos con nuestros animales.

Voz desde el campo 6

Los frutos de la soberanía alimentaria – La juventud organizada

David Otieno, Juventud de la Liga de Campesinos de Kenia/LVC, Kenia.

La soberanía alimentaria supone que los productores y consumidores de alimentos asuman el control total del proceso de producción de alimentos a partir de las semillas, la tierra, el agua, los mercados, los insumos y la distribución. Nosotros, lxs jóvenes, somos fundamentales para asegurar que se logre la soberanía alimentaria. Nuestra mayor fortaleza reside en nuestra capacidad colectiva para vivir y construir un mundo más justo y equitativo.

Dentro de LVC, nos hemos estado organizando a través de procesos de formación para establecer brigadas de jóvenes que se esfuerzan por corregir el actual sistema alimentario mundial descompuesto que se basa en la agroindustria, responsable del cambio climático. Nosotros, lxs jóvenes, hemos estado haciendo esto con el fin de colocar a los miembros de LVC que producen, distribuyen y consumen alimentos en el centro de los sistemas y políticas alimentarias,  y no como concibe el agronegocio, según las demandas de los mercados y las empresas.

En África, LVC África meridional y oriental, nuestra organización de jóvenes ha estado a la vanguardia en la recuperación de tierras abandonadas en espacios de producción alimentaria. Un buen ejemplo es el de Sudáfrica, donde lxs jóvenes, los miembros de la Campaña de Soberanía Alimentaria y el Movimiento de los Sin Tierra, todos ellos miembros de LVC, han participado en la campaña de «ocupación» destinada a convertir tierras abandonadas en espacios de producción alimentaria.

En Kenya, el colectivo juvenil de la Liga de Campesinos de Kenia, estamos empeñados en asegurar que se distribuyen semillas y alimentos a los miembros y a otras personas que se encontraban en situación de extrema necesidad durante la pandemia de coronavirus. Nuestros esfuerzos también incluyeron la asistencia a los miembros de mayor edad para cultivar y plantar sus granjas y también documentar todas las semillas entre los miembros para asegurar la facilidad de distribución.

Las brigadas de jóvenes del MST también han participado en los procesos de reconstrucción, especialmente después del ciclón Idai que azotó la mayor parte del África meridional, y también participaron en iniciativas de solidaridad durante la pandemia de coronavirus.

Recordando el foro de Nyéléni sobre soberanía alimentaria celebrado en 2007 en una pequeña aldea de Malí, se observa que la soberanía alimentaria y los jóvenes están estrechamente vinculados: la lucha por la soberanía alimentaria ha ayudado a organizar a los jóvenes, mientras que una juventud organizada garantiza el logro de la soberanía alimentaria

Cuadros

Cuadro 1

¿Por qué se estableció el boletín informativo Nyéléni?

El Foro Internacional sobre Soberanía Alimentaria de 2007 en Mali —Nyéléni—reunió a más de 500 representantes de organizaciones/movimientos de pequeños proveedores de alimentos, consumidores y organizaciones de la sociedad civil, todos ellos comprometidos en reforzar y extender la soberanía alimentaria desde la escala local a la mundial. Durante el Foro, participantes de 80 países compartieron conocimientos, visiones, estrategias y prácticas con las que estaban transformando sus comunidades, sociedades y economías, mediante los principios de la soberanía alimentaria. Estos debates revelaron el proceso de creación continuada de un gran bagaje de conocimientos por parte de los practicantes de la soberanía alimentaria al enfrentarse a los retos sociales, económicos, medioambientales y políticos. También desvelaron la centralidad y la urgencia de la soberanía alimentaria como plataforma para construir alianzas y estrategias de resistencia al neoliberalismo, al capitalismo global, al autoritarismo y a todas las formas de injusticia, desigualdad y violencia. Los participantes se comprometieron a construir solidaridad, unidad y una causa común dentro y entre los movimientos, los interesados, los géneros, las culturas y las regiones, reforzando la comunicación, la educación política, la toma de conciencia y el aprendizaje entre iguales.

El boletín Informativo Nyéléni se creó para responder a estos compromisos: para dar voz a las prioridades, inquietudes, experiencias y conocimientos del movimiento de la soberanía alimentaria, y fomentar el diálogo entre los sectores/actores. El Boletín se concibió como una herramienta informativa y educativa para contextualizar y explicar cuestiones complejas a los actores del movimiento—especialmente a los pertenecientes a los movimientos de base y a la primera línea—y también para poner sus experiencias en primer plano. El Boletín se elabora cuatro veces al año en inglés, español, y francés, y se distribuye por todo el mundo por las vías convencionales y las redes sociales.

Los miembros del movimiento eligen los temas de cada edición del boletín, y los estilos y longitud de los artículos permiten su fácil comprensión y traducción. Además de invitar a investigadores y académicos aliados a que presenten análisis, cada Boletín contiene testimonios de actores de base, e información sobre luchas, iniciativas y materiales de divulgación de movimientos por todo el mundo. El objetivo general del Boletín era y sigue siendo facilitar una pedagogía de los pueblos comprometidos con la construcción y la consecución de la soberanía alimentaria.

Cuadro 2

Canción – La Cumbia del Campesinx

La cumbia del agronegocio, la bailan los asesinos,
La cumbia del agronegocio, la bailan los asesinos,
El pueblo nunca la baila, unidos, jamás vencidos,
El pueblo nunca la baila, unidos, jamás vencidos!

La cumbia del campesino, la baila el pueblo unido,
La cumbia del campesino, la baila el pueblo unido,
Esa sí que la bailamos, porque estamos convencidos,
Esa sí que la bailamos, porque estamos convencidos,

¡Soberanía Alimentaria, queremos Reforma Agraria!
¡Soberanía Alimentaria, queremos Reforma Agraria!

¡Pasito por aquí, pasito por acá, queremos la Reforma Agraria Integral!
¡Pasito por aquí, pasito por acá, queremos la Reforma Agraria Integral!