Cuadros

Cuadro 1

Soberanía alimentaria en la interfaz rural-urbana #1

La interfaz entre lo rural y lo urbano puede encontrarse en la lejana periferia, en los repartos, banlieues y barrios marginados de los centros urbanos del Norte, y en las favelas, barrios desfavorecidos, barriadas pobres y cinturones de miseria que rodean las grandes ciudades del Sur. Pero se encuentra, además, en diversos pueblos y ciudades repartidos por el paisaje mundial. Es tan omnipresente que a veces es fácil no reparar en ella.

Por añadidura, el capitalismo ha creado, desde la revolución industrial, una brecha entre el medio rural y el urbano al someter a la población rural y sus economías a la lógica de la capital metropolitana. El actual sistema alimentario capitalista sigue extrayendo riqueza del campo en forma de alimentos, energía, agua, materias primas, mano de obra y, cada vez más, a través de la especulación del suelo y la «financiarización». En lugar de centrar nuestra atención en el potencial liberador de esta interfaz rural-urbana, el capitalismo acentúa las desigualdades y aumenta las fricciones entre ambos medios.

La interfaz entre lo rural y lo urbano es doblemente importante para la soberanía alimentaria: primero, proporciona lugares donde productores y consumidores pueden construir relaciones de mercado alternativas como mercados de agricultores, consejos de política alimentaria y redes de Agricultura Sostenida por la Comunidad. En segundo lugar, proporciona espacios sociales donde productores y consumidores pueden politizar esas alternativas mediante la elaboración de nuevas formas de ciudadanía alimentaria como los bienes comunes y las alianzas políticas.

Estas alianzas políticas entre comunidades rurales, periurbanas y urbanas son fundamentales para la consecución de la soberanía alimentaria. ¿Por qué? Porque bajo el neoliberalismo, el campo se ha «ahuecado» perdiendo la mayoría de sus instituciones públicas (y a muchos de sus agricultores). Esto deja a las comunidades rurales vulnerables ante la extracción masiva de riqueza por parte de empresas, el empobrecimiento y muchas formas de violencia estatal, paramilitar, y entre pandillas.

Soberanía alimentaria en la interfaz rural-urbana #2

En los países industrializados, los agricultores familiares son ahora una minoría tan pequeña de la población que les resulta imposible ejercer el poder político por sí solos. En el Sur, los campesinos y campesinas, pescadores y pastores, todos y todas ellos históricamente oprimidos, se encuentran dispersos a grandes distancias con malas comunicaciones y poca infraestructura, desconectados de las ciudades donde se toman las decisiones políticas estructurales.

Aún así, los lugares y espacios de la interfaz rural-urbana proporcionan un laboratorio para la política de oposición y prefigurativa, sello distintivo de la soberanía alimentaria. Por un lado, siguiendo la estela de las luchas agrarias, en las zonas urbanas y periurbanas están surgiendo demandas políticas por el desmantelamiento empresarial, el derecho a la alimentación, la redistribución de la tierra y el acceso a mercados justos. Por otra parte, alternativas como la permacultura y la agroecología muestran a los consumidores cómo podría llegar a ser nuestro sistema alimentario si se eliminaran las barreras políticas que impiden su adopción masiva.

El denso tejido social de la interfaz rural-urbana puede ayudar a articular el poder heterogéneo (si bien a menudo fragmentado) de los movimientos sociales, vinculando la soberanía alimentaria a luchas como el movimiento municipal, y los movimientos en pro de la justicia alimentaria, ambiental y de género. Las posibilidades de aprendizaje mutuo y de convergencia entre estos movimientos ofrecen una oportunidad para que la soberanía alimentaria sirva de motor para transformar los sistemas capitalistas en los que se integran nuestros sistemas agrícolas y alimentarios.

Cuadro 2

Los mercados locales de alimentos y los vínculos urbano-rurales en Ecuador*

Si las personas no comen alimentos locales saludables, desaparecerán las semillas locales de calidad y la biodiversidad comunitaria, clave para la producción agroecológica. Así, en los últimos cinco a diez años hemos promovido un proceso para forjar relaciones directas y mutuamente beneficiosas entre los agricultores y las organizaciones de consumidores urbanos para fortalecer los sistemas alimentarios locales. En la práctica, esto ha dado como resultado el empoderamiento de los agricultores, el aumento de sus ingresos y el fortalecimiento de su capacidad para negociar con los compradores. Los consumidores obtienen acceso a alimentos locales saludables a un costo menor, mientras que apoyan la producción agroecológica.

Los productores de varias comunidades se han unido al movimiento Canastas Comunitarias (un modelo similar a la Agricultura Apoyada por la Comunidad en Estados Unidos, CSA siglas en inglés) y han comenzado las ventas directas y los mercados y ferias de agricultores agroecológicos. Las Canastas y las redes de alimentos alternativos fomentan relaciones más beneficiosas y transparentes entre las organizaciones urbanas y rurales; sensibilizar a la población; y brindan oportunidades para abordar temas como las relaciones de género y las políticas apropiadas para la seguridad alimentaria, la inversión rural y la biodiversidad. En palabras de la agricultora Lilian Rocío Quingaluisa de la provincia de Cotopaxi: «Trabajar directamente con los ciudadanos urbanos es una gran cosa para nosotras como agricultoras. Significa que tenemos mejores ingresos, no tenemos que trabajar en la tierra ajena, somos más independientes y podemos pasar más tiempo con nuestras familias y animales». Otra agricultora, Elena Tenelema, añade: » Las Cestas eliminan el abuso por intermediarios. Segundo, nos dan un ingreso garantizado, que podemos usar para mejorar nuestra salud, para la educación, o para comprar animales. La gente de la ciudad conoce y come nuestros productos. Esa es una de las cosas más importantes por las que luchamos como agricultores indígenas».

Se reconoce cada vez más este tipo de promisorias iniciativas de mercado local en el ámbito político del Ecuador y la Constitución las reconoce en el marco de la Economía Social y Solidaria. Pero el fomento de sistemas alimentarios directos y recíprocos no es una tarea fácil, sobre todo ante la agricultura industrializada y la distribución de alimentos, y aún queda mucho trabajo por hacer.

Debemos crear un diálogo productivo y vínculos entre las instituciones públicas, la sociedad civil, las ONG, las universidades, los institutos de investigación y las comunidades rurales y urbanas. Esto incluye la colaboración con redes urbanas influyentes y organizaciones de consumidores. Necesitamos estar constantemente al tanto de las innovaciones en las relaciones urbano-rurales, incluyendo la agricultura periurbana y urbana. Como dice Pacho Gangotena, agricultor y agroecologista, «creo que el cambio social en la agricultura no vendrá de arriba, de los gobiernos. Vendrá de miles y millones de pequeñas familias campesinas que están empezando a transformar todo el espectro productivo. . . Somos un tsunami que está en camino».

* Pedro J. Oyarzún & Ross M. Borja, Tierra Fértil: Desarrollando la Agroecología de abajo hacia arriba, Capitulo 4 – Mercados Locales, Semillas Nativas y Alianzas para Mejorar los Sistemas Alimentarios a través de la Agroecología en Ecuador, 2017.

Cuadro 3

Retrosuburbia; paisajes productivos desde la perspectiva agrícola

La permacultura es una de las pocas corrientes dentro del movimiento de soberanía alimentaria que ha atraído suficiente activismo y esfuerzo en torno al potencial de los paisajes y habitantes suburbanos de ser parte de la solución a problemas complejos que caracterizan a los sistemas alimentarios modernos y globalizados. La comprensión de las ciudades con suburbios extensos como un producto del automóvil y la energía barata es correcta. Al contemplar un mundo restringido y limitado por el clima y los recursos, la mayoría de los comentaristas urbanos han asumido que los suburbios son la forma menos adaptada y que serán reemplazados por patrones más compactos que hagan un uso más eficiente de la infraestructura urbana, en particular del transporte público.

Aunque la presunción de que el futuro restringido por la energía y los recursos reducirá la asignación de espacio para vehículos privados es razonable, considero que la idea de paisajes con mayor densidad poblacional es una respuesta necesaria e inevitable pero viciada por muchos motivos.

Uno de los motivos es que los paisajes suburbanos tienen suficiente tierra y acceso a la luz solar, agua y nutrientes para cultivar grandes cantidades de verduras, frutas y criar ganado pequeño para los habitantes de la zona. Explotar este potencial largamente desaprovechado podría reducir masivamente la huella ambiental total, aumentar la actividad económica local y la resiliencia, y mejorar la conectividad y la salud social. También podría llevar a la conservación de tierras cultivables de primera calidad para cultivos de primera necesidad, tanto a nivel local como global. El desarrollo de mayor densidad orientado a mantener ciudades con mucho movimiento diario sería poner el carro de la «sostenibilidad» delante del caballo (de la seguridad y soberanía alimentaria).

Lugares como el delta del río Rojo en Vietnam (antes de la industrialización) tuvieron mayor densidad poblacional que los suburbios de Australia, y vivieron prácticamente en autosuficiencia. Aunque estos lugares son casos especiales; muy fértiles, llanos, con sistemas de irrigación extensos, nuestros suburbios tienen infraestructura para suministro de agua que hacen de las ciudades de Australia los paisajes irrigados más extensos. Tenemos superficies duras por donde corre el agua de lluvia; podrían ser labradas y convertidas en suelo potencialmente productivo. Tenemos casas individuales que se pueden reacondicionar para tener acceso al sol, porque, en general, están a suficiente distancia de las casas vecinas lo que permitiría producir energía solar. Hay muchas maneras de readaptar los suburbios, gradualmente, a un mundo que va hacia la reducción energética, a fin de llevar una vida frugal pero plena y abundante.

Dada la velocidad a la que nos acercamos a este mundo que va hacia la reducción energética con menos, y la calma con la que se considera seriamente la planificación y la concienciación, debemos asumir que no habrá estrategias adaptativas dependientes de una planificación a gran escala y de largo alcance, antes bien serán las personas las que orgánica y gradualmente, mediante el hacer, den respuesta a las situaciones que se vayan presentando. En un edificio de muchos pisos la readaptación requiere de mucha negociación con propietarios y otras partes interesadas, y las soluciones son técnicamente complejas. En los suburbios, la gente puede comenzar a cambiar su casa y hacer cosas sin que toda la sociedad tenga que ponerse de acuerdo en un plan.

De manera que los suburbios se prestan a esta estrategia gradual, adaptativa donde alguien hace algo por aquí, y aprendemos de ello, sin necesidad de una gran hoja de ruta. A lo largo de la historia, ha habido personas que creían tener un plan para hacer que todo funcione…¡desconfíen de esas personas!

En términos prácticos, las casas grandes suburbanas, habitadas por una, dos o tres personas, que a menudo no están, se readaptarán al trabajo desde casa. Sus habitantes emprenderán negocios desde casa, tomarán el garaje doble, se desharán de los coches y lo transformarán en taller, y luego convertirán los patios traseros en lugares de producción de alimentos. La calle, un lugar muerto hasta el momento, volverá a ser un espacio activo, porque habrá gente. Esta recreación de la vida suburbana activa no distará mucho de la vida que existía en la década de los años 1950. Habrá casas más grandes -familiares o compartidas- en donde habrá quienes tendrán inquilinos que ayuden a pagar la renta o la hipoteca, o a hacer las tareas que haya que hacer. Soy optimista respecto de la forma en que los suburbios se pueden readaptar para adecuarse a los desafíos del futuro, para que sean productivos y resilientes en términos agrícolas, al tiempo que alberguen más personas sin necesidad de seguir construyendo y pavimentando el planeta.

Mas información: David Holmgren, retrosuburbia.com

Destacados

La nueva mayoría mundial: campesinos y campesinas en la ciudad y en el campo

Los campesinos y las campesinas del mundo, organizados en La Vía Campesina, adoptaron la promoción de la soberanía alimentaria como estandarte de las luchas conjuntas. Pero el logro de una verdadera soberanía alimentaria requeriría cambios estructurales radicales, que pasan por una reforma agraria genuina, revocar las políticas y acuerdos de libre comercio, apartar a la OMC (Organización Mundial de Comercio) de la agricultura, derribar los monopolios de los supermercados y el agronegocio sobre nuestro sistema alimentario y promover una agroecología real, entre otras transformaciones. Esto implica la construcción de un poder político favorable a estos cambios, lo cual no es tarea fácil en un mundo que avanza a bandazos hacia la extrema derecha.

Aunque pueda existir un cierto consenso entre las organizaciones campesinas del mundo y las de otros productores de alimentos rurales a pequeña escala, como los pueblos indígenas, los pescadores artesanales, los pastores nómadas, etc., con capacidad y voluntad de emprender acciones colectivas de masa, por desgracia la población del planeta tierra que sigue viviendo en zonas rurales ha descendido finalmente por debajo del 50%. En algunos países la cifra es muy inferior. Esto significa que los habitantes rurales no pueden cambiar el sistema alimentario por sí solos. La buena noticia es que el éxodo de campesinos y campesinas del campo ha terminado en su mayor parte en un mismo lugar. Se trata de la periferia urbana de muchas ciudades del mundo, o la mayoría de ellas, desde las favelas en Brasil o los shacktown en el Caribe, hasta los suburbios pobres que proliferan en Asia y Africa, los barrios latinoamericanos de Estados Unidos, o la banlieue (barrios marginales) en Francia. Los pobres urbanos son el segmento de mayor crecimiento de la población mundial.

Si visitamos cualquiera de estas zonas de miseria urbana, encontramos campesinos desplazados que han emigrado del campo, los hijos e hijas de los campesinos emigrados, y los nietos y nietas de los campesinos. Muchos de ellos o prácticamente todos siguen teniendo parientes lejanos en el campo. Si la ciudad en la que viven ahora está cerca de las zonas rurales en las que residen sus parientes lejanos, muchas veces van a visitar a sus parientes campesinos los fines de semana o en vacaciones, e incluso vuelven con huevos frescos, queso casero, verdura y fruta que comercializan de modo informal en su vecindad. Es típico que sigan siendo «campesinos» en cierto sentido, que crían gallinas y cultivan verduras y plantan frutales en sus patios y jardines urbanos. Debido a este «carácter campesino» tanto real como imaginario, casi podemos considerar a muchos de ellos como parte del «campesinado» mundial.

Al mismo tiempo, el campesinado que sigue hoy en el campo está atravesando un cambio generacional. Aunque hace unos años la mayoríacreía que casi se produciría un desplazamiento masivo de los jóvenes campesinos hacia las ciudades, la tendencia a menudo no ha sido permanente, sino más bien parte de un flujo circular, de idas y venidas. A veces se quedan en la ciudad un año o dos para acabar sus estudios, viviendo con una tía o un tío, y luego vuelven a la granja, o a veces trabajan en la ciudad para ganar y ahorrar dinero ocasionalmente. Esto implica que la nueva generación de campesinos y campesinas, en todos los países, está tan a gusto en el campo como en la ciudad. Conocen a sus parientes urbanos y tienen buena relación con ellos. Y tienen muchas habilidades en redes sociales, que son útiles para comercializar la producción de su explotación o cooperativa en la ciudad, o cuando necesitan ayuda para organizar una marcha o una protesta.

Estos dos grupos juntos, el «campesinado rural» y el «campesinado urbano» constituyen actualmente la gran mayoría de la población humana. Aunque prácticamente no existe ningún censo que sea útil para calcular sus efectivos, no sería exagerado afirmar que constituyen entre el 70 y 80% de la humanidad. Eso es mucha gente. Conjuntamente, pueden formar una circunscripción o una «correlación de fuerzas» capaz de transformar el sistema alimentario y muchos otros aspectos de la sociedad. Por supuesto que convertir ese potencial en realidad implicaría mucha educación política y trabajo de organización, y vencer a las fuerzas que dividen y confunden a la gente, como son las religiones y los políticos de la derecha fundamentalista. Con todo, este potencial debería ser algo esperanzador para nosotros, y una posible estrategia para un cambio estructural a mejor a largo plazo.

Agroecología en la práctica

Agroecología en la práctica 1

Campesino a Campesino: un modelo para la construcción eficaz de alternativas contra-hegemónicas

Los ejemplos mas significativos de la ampliación de la Agroecología están vinculados a los procesos organizativos, especialmente los que dan un papel protagonista a los campesinos. Para nosotros, la ampliación no implica reproducir de modo lineal modelos preconcebidos, ni hacer que algo pequeño crezca, sino más bien fortalecer y multiplicar muchos procesos pequeños. Para integrar a más personas y territorios en el movimiento agroecológico es fundamental trabajar para la consolidación de las organizaciones campesinas en el desarrollo de sus propios procesos sociales territoriales, y políticos.

Campesino a Campesino es un dispositivo o mecanismo flexible, un conjunto de conceptos/acciones/posibilidades unidos para la agrupación de Agroecologías, la (re)construcción y articulación de territorios y para facilitar la emergencia del campesino como sujeto político. Existe una interrelación e interpenetración permanente de estas tres dimensiones, tanto que es difícil determinar donde acaba una y comienza otra.

Es un proceso cuyos sujetos son co-productores de conocimiento a través del intercambio de ideas, experiencias e innovaciones en torno a la producción agroecológica; en este proceso las innovaciones y los experimentos son sistematizados de modo colectivo y utilizados como ejemplos para motivar a otros y fomentar y expandir la producción agroecológica. Lo normal es que estos procesos estén vinculados a otros ámbitos del aprendizaje o la formación como las escuelas campesinas, (Peasant Schools), que son espacios de organización y articulación política local, nacional e internacional y procesos de «cooperación Sur-Sur», y » organización campesina a organización campesina».

El movimiento Campesino a Campesino para la agricultura sostenible se inició en América Central a principios de los años setenta y actualmente es un movimiento reconocido ampliamente como uno de los mejores modos de desarrollar y promover la Agroecología. Los agricultores comparten información y técnicas, pero también conceptos abstractos de Agroecología, conocimiento y saberes, a través de modelos, demostraciones, juegos, canciones, poemas e historias.

Un caso emblemático es el del movimiento de Agroecología Campesino a Campesino (MACAC) adoptado por la ANAP, Asociación Nacional de Pequeños Agricultores de Cuba, que desempeñó un papel clave en ayudar a Cuba a afrontar la crisis provocada por el hundimiento del bloque socialista en Europa y el fortalecimiento del embargo comercial de Estados Unidos. La Agroecología contribuyó de modo significativo a reforzar la producción de alimentos de los campesinos sin sustancias químicas escasas y caras, comenzando por sustituir las importaciones que dejaron de estar disponibles por insumos más ecológicos, y posteriormente con la transición hacia sistemas agrícolas más más diversos e integrados desde la perspectiva agroecológica. Estas prácticas condujeron a beneficios adicionales, incluyendo la resistencia al cambio climático. El MACAC se basa en la emulación de los campesinos por parte de otros campesinos; es una «pedagogía de la experiencia» y una «pedagogía por el ejemplo».
Más información en inglés.

Agroecología en la práctica 2

Mujeres y Tierra en Tayikistán

Zan va Zamin (Mujeres y Tierra) es una organización de base fundada en 1999 por un pequeño grupo de mujeres activistas en Tayikistán, cuyo objetivo es asegurar la tenencia y el acceso a la tierra; la conservación de la biodiversidad y la preservación de los conocimientos tradicionales, y la creación de asociaciones y cooperativas de agricultores.

Hasta la fecha, ha ayudado a más de 1.200 mujeres a obtener títulos de propiedad sobre sus tierras. Tiene guarderías comunitarias y estimula a las mujeres y las y los ancianos en su papel de custodios y transmisores del patrimonio agrícola. Ha ayudado a crear más de 30 bancos de semillas para dar acceso a variedades de semillas a las y los agricultores. Sus doce escuelas de campo producen al menos 1.000 toneladas de verduras al año, mientras que sus huertos y viveros comunitarios suministran arbolitos y mantienen más de 10.000 árboles frutales.

También ha proporcionado a las comunidades locales secadores solares de hortalizas, invernaderos que funcionan con energía solar y hornos de bajo consumo. A través del gran trabajo que realiza, contribuye a crear ecosistemas más resistentes, menos escasez de alimentos, mayor Soberanía Alimentaria y mejores ingresos locales.
Leer más en en inglés.

Agroecología en la práctica 3

Movilización para la innovación institucional

«Este trabajo de tantos años a favor de la Agroecología y de la Soberanía Alimentaria ahora cuenta con un marco legal en Uruguay que permitirá seguir avanzando.»
Silvana Machado, Red Nacional de Semillas Criollas

En diciembre de 2018 el parlamento uruguayo transformó en Ley el Plan Nacional de Agroecología, una iniciativa de productores y productoras familiares agroecológicos y de organizaciones sociales que impulsan la Soberanía Alimentaria en Uruguay.

Este triunfo es el resultado de un extenso proceso de discusión, que se iniciara en la 5ª Fiesta Nacional de la Semilla Criolla en abril de 2014 y que incluyera la realización de diversos seminarios y talleres en el marco de las sucesivas fiestas y encuentros nacionales y regionales de la Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas y de la Red de Agroecología.

En el debate parlamentario se subrayó que el sujeto al que apunta esta nueva norma son los productores y productoras familiares de alimentos y su rol en la defensa de la biodiversidad, los territorios y las cuencas hídricas. Asimismo, se destacó el acumulado histórico de más de tres décadas en el accionar desde los territorios tejiendo colectivos de promoción de la Agroecología.

Haber obtenido la aprobación de esta norma otorga una formalidad que resultaba necesaria desde una mirada crítica del sistema agroalimentario en Uruguay y la región, partiendo de la defensa del Derecho a la Alimentación y de la Soberanía Alimentaria.
Leer más aquí.

Agroecología en la práctica 4

Desde Atelier Paysan a Farm Hack*

«Donde yo vivo, es muy difícil conseguir algo que esté entre un tractor y una paleta. No hay muchas cosas entre los dos. Está bien venir a lugares como este [el evento Farm Hack ] para coger fuerzas e inspirarse. Polinización cruzada, intercambio de ideas, hablar del tiempo. Tantas cosas. Muy útil.»
Kate Collins. Market Gardner, UK

Atelier Paysan, en Francia, y Farm Hack, en el Reino Unido, forman parte de un enfoque liderado por la comunidad, para el desarrollo, modificación, y puesta en común de diseños de herramientas agrícolas, maquinaria y otras innovaciones. Estas iniciativas subraya un enfoque campesino a campesino del aprendizaje y la creación de plataformas donde se reúnen a «hackear»y aplicar su inventiva colectiva al desarrollo de tecnologías adaptadas a sus prácticas agroecológicas. Estas iniciativas luchan por desarrollar la soberanía técnica y tecnológica de los campesinos gracias a plataformas de recursos de código abierto, promoviendo la autonomía de los agricultores y la re-apropiación de los conocimientos y habilidades.

En Atelier Paysan, el campesino a campesino, agricultor a agricultor, e ingeniero-formador a agricultor se produce horizontalmente, pero también a través de una persona de referencia: un ingeniero de la cooperativa. Al final de la formación, cada participante puede volver a su explotación con una herramienta que es capaz de construir, reparar, y en su caso adaptar a sus propias necesidades. Hay más de ochenta fechas de formación disponibles cada año. Las formaciones para auto-construcción duran de 2 a 5 días. Los procesos participativos para la creación de tecnología pueden durar varios meses. Más información aquí.

En Farm Hack normalmente hay dos componentes complementarios: plataforma web y eventos. Cuando los diseños pueden compartirse usando un enfoque de código abierto o creative commons se utiliza una plataforma web. Las innovaciones derivadas de los agricultores se ponen a disposición de los demás miembros de la comunidad, que pueden editarlas. Los eventos Farm hack reúnen a agricultores, cultivadores, fabricantes, ingenieros y programadores de TI para la demostración y la puesta en común de herramientas, habilidades, e ideas a través de demostraciones de campo, talleres prácticos, seminarios, entretenimiento e intercambios culturales. Los dos componentes se unen a través de las herramientas que se demuestran durante los eventos y se cuelgan on-line.
Más información aquí.

Estas iniciativas no solo permiten a los campesinos la adquisición de habilidades diversas (por ej. tecnologías adecuadas para la agro-ecología campesina, soberanía tecnológica, innovación de los usuarios, animación de redes socio-técnicas, documentos open source) sino que desempeñan un papel importante en la creación de redes entre la gente, fortaleciendo de este modo los movimientos sociales.

*De https://www.eurovia.org/es/eaken-es/

Cuadros

Cuadro 1

La innovación que no deseamos

El discurso de las soluciones «innovadoras» se impone en distintas esferas políticas, sociales y económicas. En el debate sobre agro-ecología, las grandes organizaciones de agricultores, algunos miembros del sector académico, grandes ONG, filántropos e instituciones estrechamente vinculadas a los intereses del agro-negocio transnacional promueven narrativas «apolíticas», presentadas como opciones «tres veces ganadoras» por el logro de beneficios económicos, seguridad alimentaria y adaptación y mitigación frente al cambio climático. Persiguen incorporar determinadas prácticas agroecologicas en el modelo agro-industrial dominante y a la vez mantener las características estructurales y las dependencias que han conducido a la crisis mundial actual.

Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la International Agri-Food Network, «la agro-ecología es el estudio de la relación de los cultivos agrícolas y el medio ambiente». Efectivamente, el Comité Consultivo Económico e Industrial de la OCDE (BIAC/OCDE) define estrechamente la Agroecología como una disciplina científica que surgió en los años sesenta, y a la vez se critica a los que la sitúan como un sistema de producción agrícola basado en prácticas específicas, o como un movimiento político o social. Su argumento: «esta variedad puede producir confusión y distraer de los debates sobre cómo alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)». Finalmente abogan «por una mezcla de prácticas, herramientas y tecnologías adaptadas a cada situación», incluyendo la agricultura de precisión y otros «enfoques innovadores».

La consecución de los ODS no es nuestra meta definitiva como sociedad. Si realmente queremos construir un mundo justo para las generaciones actuales y futuras tenemos que aspirar a cambios estructurales más profundos. Por ejemplo, tienen que quedar claro que si todo sigue como hasta ahora el mundo no logrará la meta de los ODS de erradicar la pobreza para 2030.

Hemos de tener cuidado ante las múltiples re-interpretaciones del concepto por parte de distintos actores y grupos de interés. La Agroecología y la agricultura industrial no son conceptos ni prácticas intercambiables y no pueden coexistir. Representan dos visiones radicalmente distintas del desarrollo, el bienestar y la relación entre el ser humano y medio ambiente en el que vive.

Cuadro 2

Propuestas que rechazamos

Digitalización de la agricultura: El próximo boletín Nyéléni se dedicará a esta preocupante estrategia del agro-negocio.

Agricultura climáticamente inteligente; insistir en seguir como hasta ahora (business as usual): La FAO empezó a hablar de «agricultura climáticamente inteligente» (ACI) en 2009 como una forma de introducir la agricultura – con su papel en la mitigación, adaptación y seguridad alimentaria – en las negociaciones climáticas [Ver la nota de prensa de la FAO, «Promover la agricultura climáticamente inteligente», con motivo del lanzamiento de su informe, Food Security and Agricultural Mitigation in Developing Countries: Options for Capturing Synergies (2009). Posteriormente la FAO ha dedicado dos conferencias a la agricultura climáticamente inteligente, organizadas junto con el Banco Mundial y un grupo reducido de gobiernos en 2010 y 2012]. La Alianza Mundial por una Agricultura Climáticamente Inteligente (GACSA)[Lista de miembros, solamente en ingles], lanzada en 2014, incorpora a gobiernos nacionales, grupos de presión del agro-negocio (que representan en su mayoría a la industria de los fertilizantes) [El 60% de los miembros del sector privado de la alianza representan a la industria de los fertilizantes (GRAIN, 2015; CIDSE, 2015). «Los seis grandes (Big Six: BASF, Bayer, Dow, DuPont, Monsanto, Syngenta) son los motores de la agricultura industrial. Estas empresas poseen retornos colectivos de más de 65.000 millones en agroquímicos, semillas y rasgos biotecnológicos y controlan dos tercios del mercado mundial de agroquímicos y el 63% del mercado comercial de semillas» (ETC Group, 2016).], a la mayor red mundial de científicos agrícolas del sector público – el Grupo Consultivo sobre Investigación Agronómica Internacional (CGIAR) – universidades y ONG. Too big to feed , un informe del Grupo Internacional de Expertos sobre Sistemas Alimentarios Sostenibles (IPES-FOOD) en 2017 muestra que las transnacionales agroquimicas y sus grupos de presión están fuertemente representados en las principales alianzas e iniciativas que promueven la agricultura climáticamente inteligente en la actualidad. La ACI es el clásico ejemplo de arreglo tecnológico para afrontar un problema creado por un fracaso tecnológico de la biotecnología (cultivos tolerantes a los herbicidas), y un nuevo modo de mercantilizar la naturaleza y apropiarse de ella. Más aún, aunque afirma utilizar enfoques agroecológicos (por ej. agroforestales), la ACI no excluye prácticas ni tecnologías que pueden menoscabar estos enfoques o que son incompatibles con ellos.
Para más información aquí.

Intensificación sostenible: Aunque el término «intensificación sostenible» existe desde hace dos décadas, hace poco que se utiliza de modo generalizado y que se ha incorporado también a la agricultura climáticamente inteligente. Originalmente se concibió como un enfoque basado en tres premisas fundamentales sobre seguridad alimentaria y producción agrícola en el siglo XXI: 1) el mundo debe producir muchos más alimentos en las próximas décadas para alimentar a una población en crecimiento; 2) la base de tierras de labor no puede ampliarse de modo significativo; y 3) la producción agrícola debe volverse más sostenible y eficiente en materia de recursos para salvaguardar el capital natural del que depende la agricultura. Consideradas conjuntamente, estas tres premisas implican que debe intensificarse la producción agrícola sobre las tierras cultivables actuales para asumir la creciente demanda de un modo que no se perjudique al medio ambiente. No obstante, la primera premisa ignora la evidencia, que la FAO y muchos otros han puesto de manifiesto, de que en lugar de medidas para el aumento de la producción, que se vincula con el enfoque fuertemente criticado de la «economía verde», es importante adoptar medidas de redistribución de los alimentos y de reducción de los residuos.
Más información aquí.

Nuevas herramientas de edición genética: Las nuevas herramientas de edición genética son herramientas que fuerzan rasgos genéticamente modificados en poblaciones enteras de insectos, plantas, animales y otros organismos. Esta tecnología invasiva representa un intento deliberado de crear una nueva forma de contaminación genética. Estas nuevas herramientas de edición genética pueden producir la extinción de especies y socavar la alimentación y la agricultura sostenibles y justas.

Aquí la carta firmada por líderes del movimiento en favor de la alimentación de todo el mundo: y aquí el informe del Grupo ETC Exterminadores en el campo.

CropLife International: Se trata de una red mundial, «la voz y los principales defensores de la industria fitosanitaria», que cuenta entre sus miembros con BASF, Bayer y Syngenta[[croplife.org/about/members/ (solamente en inglés)]], identifica los seis elementos principales de la Agroecología desde una visión que solo menciona a los agricultores como meros receptores de apoyo técnico y usuarios de tecnología y productos biotecnológicos, ambas cosas ofrecidas por estas empresas (solamente en inglés).

Mega-fusiones: Algunos actores celebran el repentino aumento de las mega-fusiones en el sector del agro-negocio y la consolidación de la concentración empresarial en toda la cadena alimentaria industrial (semillas, agro-químicos, fertilizantes, genética ganadera, farmacéutica animal y maquinaria agrícola) como algo que crea un clima de dinámica de innovación. No obstante, aunque el sector gasta mucho en I+D (7000 millones de dólares en 2013), su alcance sigue siendo reducido. La industria se centra en cultivos y tecnologías con mayores retornos comerciales; por ejemplo, el 40% de la investigación privada sobre cultivos se concentra en uno, el maíz. Además, la tendencia común a las grandes empresas es la compra de marcas emergentes «saludables» o «sostenibles» para colmar sus lagunas de innovación en este sector, perjudicando la innovaciones y comprometiendo el compromiso con la sostenibilidad de estas empresas más pequeñas.
Más información en inglés.

Cuadro 3

El proceso FAO sobre Agroecología

El proceso FAO sobre Agroecología, que se inició en septiembre de 2014 e incluyó dos simposios internacionales (2014 y 2018), varios seminarios y reuniones regionales (2015 y 2016) y una reunión entre la FAO y el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CPI) y sus aliados (2017), ha permitido que las organizaciones y los movimientos sociales que promueven la Soberanía Alimentaria dirijan nuestras propuestas y demandas en materia de Agroecología a espacios de dialogo con gobiernos, instituciones internacionales, sector académico y otras organizaciones sociales.

No obstante, la FAO es un monstruo de sesenta cabezas y hay un intento permanente de interrumpir los avances en Agroecología. Un ejemplo de ello fue la intención de «calcar» el proceso de Agroecología con bioetecnologías agrícolas en 2016 y 2017. La presión de los movimientos y organizaciones sociales, unidos en IPC, consiguió parar este proceso, pero los mismos actores dentro de la FAO consiguieron abrir otro frente, promoviendo el discurso según el cual la necesaria innovación en agricultura es el modo de salir de la crisis alimentaria, medioambiental y climática mundial.

En este contexto, se introdujo el tema en el orden del día de la Comisión de Agricultura de la FAO (COAG), que se celebró del 1 al 5 de octubre de 2018 y en un simposio internacional sobre innovación para la Agricultura los familiar que tuvo lugar en Roma a finales de Noviembre de 2018.

Se ha incidido enormemente en el fomento de la innovación (entendida fundamentalmente como innovación tecnológica) para lograr la agricultora sostenible y para que los sistemas alimentarios se adapten al cambio climático. La innovación será un marco muy relevante en los próximos años. En este marco, la mayoría de los gobiernos recalcaron el papel clave de las inversiones del sector privado, ignorando completamente que los productores de alimentos a pequeña escala son los primeros y más importantes inversores en agricultura y que son los actores clave que han estado innovando durante siglos. No obstante, ante las presiones de los movimientos sociales, la COAG reconoció en 2018 que «la innovación no es un fin en sí [y] que algunas formas de innovación pueden contribuir a la degradación del medio ambiente, producir distorsiones en los medios de vida o exacerbar las desigualdades. Es importante comprender cuales son los tipos de innovación que deben promoverse, dónde y para quién».

Actualmente, la FAO está estableciendo, en conversación con las organizaciones de la sociedad civil y el sector académico, un marco analítico para la evaluación multi-dimensional de la Agroecología y unas directrices para su aplicación, de modo que se apoye una toma de decisiones basada en las evidencias en materia de Agroecología.

Para las organizaciones y los movimientos sociales que forman parte de la plataforma CIP, para paliar las lagunas existentes en materia de científica y de evidencias sobre Agroecología, y para ampliar la Agroecología hacia fuera y hacia arriba, debería emprenderse una investigación basada en la acción participativa, en dialogo estrecho con el sector académico comprometido. Debería fomentar la capacidad de los productores de alimentos y de sus comunidades de experimentar, evaluar y divulgar las innovaciones y facilitar el contacto entre los distintos sistemas de conocimiento, conduciendo a soluciones sistémicas y hacia unos sistemas agrícolas y alimentarios realmente sanos, y sostenibles.

Cuadro 4

La Escuela Campesina Multimedia

En Noviembre de 2015, La Vía Campesina Internacional (LVC), La Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) y el colectivo Komanilel, lanzaron el video curso metodológico virtual «Escuela Campesina Multimedia; una herramienta audiovisual para difundir la agroecología». El objetivo de este curso es de difundir la agroecologia a nivel mundial. Este instrumento acompaña la creación de escuelas para la formación agroecológica desde lo político, lo técnico y lo metodológico que La Vía Campesina ha establecido en casi todos los países donde tiene miembros. El material multimedia incluye una serie de audiovisuales que quiere facilitar la integración de conceptos y prácticas de la metodología «Campesino a Campesino» (CaC), tomando Cuba como ejemplo exitoso en la difusión de la agroecología.
La Escuela Campesina Multimedia puede ser consultada en línea en español, inglés, francés y portugués en el sitio: http://agroecologia.espora.org

Destacados

Destacados 1

¿Qué innovación se necesita?

Dado que el discurso hegemónico sobre la innovación incluye desde la Agroecología a la biotecnología entre los «enfoques para una agricultura sostenible», es fundamental reconocer que existen visiones radicalmente divergentes para encarar las crisis mundiales y para definir e implementar procesos y productos innovadores, así como sus actores y beneficiarios centrales.

Las tecnologías, innovaciones y prácticas elegidas hoy determinarán el futuro de los sistemas agroalimentarios [Nos referimos a los diversos elementos que componen los sistemas agroalimentarios (ambiente, personas, insumos, procesos, infraestructura, instituciones, etc.) y al espectro completo desde la pre-producción y la producción hasta el procesamiento, el envasado, el transporte, la distribución, la comercialización, la preparación, el consumo y la gestión de residuos. Este marco también incorpora los insumos y productos asociados a cada una de estas actividades, incluidos los resultados socioeconómicos y ambientales. Basado en GANESAN (2014)] y los medios de vida de los pueblos en todo el mundo. Por lo tanto, es crucial que las y los responsables de la toma de decisiones, las y los productores de alimentos y otros actores se planteen las preguntas adecuadas para guiar sus decisiones.

En ese sentido, la innovación no debe consistir únicamente en ofrecer una tecnología o una caja de herramientas de la cual se selecciona unos pocos elementos, o centrarse únicamente en la productividad. La innovación debe centrarse especialmente en los procesos sociales, económicos, culturales, ecológicos, medioambientales, institucionales, organizativos y de políticas públicas.

Para que una innovación reconfigure los sistemas agroalimentarios y contribuya a su sustentabilidad, debe desarrollarse sobre la base de un enfoque integral y multidisciplinario para un cambio sistémico que impacte positivamente en la vida de los pueblos. Además, innovar para transformar estos sistemas no se trata sólo de introducir innovaciones nuevas, revolucionarias o perturbadoras, así como nuevas necesidades, mercados y espacios de aplicación: implica la adaptación o evolución, y la mejora y/o expansión sustancial de las técnicas y prácticas ya existentes.

Evaluar las innovaciones en los sistemas agroalimentarios es un reto, y requiere el desarrollo de un marco y un conjunto de indicadores, y/o análisis de escenarios, para medir las características de una innovación y sus impactos en la sustentabilidad de estos sistemas, y ayudar a informar opciones y acciones estratégicas. Para contribuir a desarrollar dicho marco, aquí planteamos un conjunto no exhaustivo de 13 criterios interconectados.

i. Dimensiones sociales, económicas e institucionales. Se debe evaluar si las innovaciones:
– promueven la participación popular en la toma de decisiones, la gestión de los bienes naturales y en los procesos de seguimiento y evaluación, asignándole un papel destacado a las y los más vulnerables y marginados.
– construyen la justicia social y económica, fortaleciendo la inclusión económica y la cohesión social para mejorar los medios de vida y reducir activamente las desigualdades, fomentando y consolidando las relaciones y la solidaridad entre las zonas rurales y urbanas y entre las generaciones, y apoyando modelos sociales y públicos de propiedad y gestión.
– contribuyen a erradicar del hambre, garantizando el acceso equitativo y un suministro de alimentos suficiente que a su vez contribuya a reforzar la autosuficiencia alimentaria.
– fomentan el consumo de alimentos diversos, nutritivos e inocuos para dietas saludables, diversificadas, culturalmente apropiadas y sustentables.
– benefician a las y los pequeños productores de alimentos y
las y los trabajadores, creando condiciones de vida dignas, implementando la participación efectiva en la toma de decisiones y reconociendo y preservando sus conocimientos.
– construyen la Justicia de género y respeten la diversidad, reconociendo y valorando el trabajo productivo y reproductivo de las mujeres, promoviendo la igualdad de derechos y acceso a los recursos, y la participación efectiva en la toma de decisiones y contribuyendo a erradicar todas las formas de violencia y opresión contra las mujeres.

ii. Aspectos ambientales. Se debe evaluar si las innovaciones:
– son eficaces, reduciendo al mínimo la pérdida de alimentos, los desechos y el transporte que interviene en la producción y distribución de alimentos, así como los efectos ambientales conexos mediante sistemas alimentarios localizados o re-localizados.
– contribuyen la justicia energética, al considerar los sistemas y tipos de producción, distribución y consumo de energía para crear, desplegar y operar la innovación, minimizando los impactos sociales y ambientales de la energía y asegurando un acceso justo y suficiente a la misma.
– contribuyen la justicia ambiental, considerando: los impactos ambientales a corto y largo plazo derivados su uso, más allá de su vida útil; su capacidad de preservar la biodiversidad y el agua; e incluyendo los aspectos laborales de la innovación en la producción de alimentos y los problemas de las y los trabajadores agrícolas migrantes.
– contribuyen la justicia climática, encarando las causas estructurales del cambio climático debidas a los sistemas agroalimentarios, para fortalecer la resiliencia de los pueblos frente a futuras crisis.

iii. Aspectos del proceso de implementación. Se debe evaluar si las innovaciones:
– estarán disponibles y asequibles, para todas las personas e instituciones a todos los niveles y en todos los territorios.
– son útiles, usables y sostenibles en el tiempo, al ser eficaces a corto y largo plazo en el cumplimiento de la tarea para la que está prevista.
– tienen efecto multiplicador, para lograr su adopción generalizada a todos los niveles y en todos los territorios, con impacto positivo.

Para que una innovación sea considerada social, cultural, ambiental, política y económicamente aceptable, debería tener en cuenta y cumplir al menos la mayoría, si no todos, estos criterios.
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Destacados 2

Porque apoyar a la Agroecología

La Agroecología es un enfoque de múltiples dimensiones, basado en el conocimiento y los modos de vida de los campesinos y los pueblos indígenas, que se fundamenta en sus respectivos entornos natural, social y cultural [Para saber más sobre Agroecología consulte el Boletín Nyéléni núm. 20 ]. Se trata de un concepto vivo que sigue evolucionando a medida que se adapta a realidades únicas y diversas. Proporciona un marco coherente que conceptualiza estas practicas y sus efectos (y el modo en que se refuerzan mutuamente), y una comprensión holística de nuestro lugar en los ciclos naturales y del modo en que los sistemas alimentarios deben adaptarse a los sistemas bioculturales de los que dependen al tiempo que los restauran.

Incluye una visión a largo plazo y va más allá de la producción agrícola porque abraza y transforma todo el sistema alimentario. Es una herramienta de lucha y resistencia para la construcción de la Soberanía Alimentaria de los pueblos (MST – en portugués). Convoca a cambios de paradigma en múltiples frentes, incluyendo en investigación, consumo, y normativa, con el fin de lograr la Soberanía Alimentaria para las comunidades rurales y urbanas. Por todo el mundo, la Agroecología garantiza la diversidad de alimentos y culturas alimentarias adaptados a sus respectivos medios social y natural.

Además, existen datos convincentes con respecto a la capacidad de la Agroecología de aumentar de modo significativo los rendimientos para los que más los necesitan, a saber, los productores marginalizados de alimentos que subsisten en regiones que dependen de la lluvia, sin que se necesiten infraestructuras onerosas e intensivas en recursos como el regadío y las semillas de las multinacionales.

Los productores de alimentos a pequeña escala, especialmente el campesinado y la agricultura familiar, son los primeros innovadores en agricultura y lo han sido desde hace miles de años. Son los principales diseñadores de los sistemas agrícolas agroecológicos, incluidos los agroforestales y los que han integrado el ganado con los cultivos y los árboles, y los principales fitomejoradores del mundo. En comparación con ellos la contribución de las instituciones de investigación y del sector privado es minúscula. Especialmente cuando consideramos los sistemas agroecológicos y las variedades de cultivos y las razas de ganado adaptados a las condiciones locales. Los procesos de innovación que deben recibir apoyo son estos procesos de iniciativa y desarrollo campesino, así como los procesos Campesino a Campesino que estimulan la innovación agrícola y la puesta en común de resultados.

Existen innumerables métodos agrícolas basados en la ecología que ha desarrollado no menos del 75% de los dos mil millones de productores a pequeña escala, en su mayoría mujeres, en los 500 millones de pequeñas explotaciones agrícolas que alimentan al 70 – 80% del mundo. La mayoría de los alimentos que se consumen actualmente procede de los 2,1 millones de variedades de plantas cultivadas por los campesinos. En conclusión, la Agroecología es el enfoque innovador que debe recibir apoyo; una Agroecología que practican los productores de alimentos a pequeña escala, que son los que la han mantenido durante milenios y que se atienen a sus principios.

Para más información:
Innovaciones para sistemas agrícolas y alimentarios sustentables
La Agroecología en una encrucijada, Boletín Nyéléni núm. 28

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Desmaterialización de las semillas

Alimata Traoré, Presidenta de la Convergencia de Mujeres Rurales por la soberanía alimentaria  (COFERSA), Mali

 «¿Qué pasa si se va la luz una vez que hayamos puesto todas las semillas en un ordenador, qué se hace entonces?» Esta fue la reacción de las mujeres de mi organización, COFERSA, cuando les expliqué lo que estaban debatiendo los gobiernos en la Séptima Sesión del Órgano Rector del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (ITPGRFA por sus siglas en inglés) en Kigali en octubre de 2017.

Nosotros, las comunidades campesinas, trabajamos con seres vivos en nuestros campos. Ese es nuestro modo de preservar la biodiversidad. Mi comunidad ha seleccionado una variedad de sorgo que es resistente a la sequía si se planta usando una técnica llamada  zaï.[1]  Y ahora una empresa se apropiaría de ella solo porque domina la inteligencia artificial?  Hasta hace poco, los investigadores de las empresas tenían que venir a nuestros pueblos a pedirnos semillas para seguir desarrollándolas y después venderlas. Esto ha cambiado con las transformaciones más recientes de la biotecnología y la secuenciación genética: los obtentores de la  indusrtia ya no necesitan acceso físico a las semillas. Ahora analizan la representación digital de las secuencias genéticas en las pantallas de sus ordenadores.  

Cuando hablamos de «desmaterialización» de los recursos genéticos nos referimos a la  secuenciación del genoma de organismos vivos, a la recogida masiva de conocimiento campesino relativo a las características de esos organismos, y después a la digitalización y almacenamiento de esta información en enormes bases de datos electrónicas.  Después las empresas presentan solicitudes de patentes de esas secuencias genéticas, lo cual les abre la puerta a poder obligarnos a pagar derechos de licencia siempre que esa misma secuencia se encuentre en nuestras semillas. Así pues, la  “desmaterialización» es la nueva manera de captar la riqueza que las comunidades campesinas han creado a lo largo de siglos, eludiendo los textos internacionales que reconocen nuestros derechos. 

Nosotros, los campesinos de África, no somos atrasados, ni contrarios a la tecnología.   La utilizamos cuando sirve para reforzar nuestras luchas, pero pedimos que se respeten y protejan nuestros derechos. Los que pueden utilizar todas esas tecnologías informáticas y grandes bases de datos son las grandes empresas multinacionales. No son para nosotros. Precisamente por eso nos oponemos a las patentes basadas en la información genética.  Y luchamos por la protección de nuestros sistemas campesinos de semillas, que nos permiten desempeñar nuestro papel como guardianes y garantes de la   biodiversidad y de la vida. Ninguna máquina ni software podrá  sustituir nunca al conocimiento campesino.  

Voces desde el terreno 2

Yo Campesino: Digital, Rural, auto-determinado

FarmHack.org reflexiones comunitarias sobre la digitalización en el movimiento agrícola alternativo en Estados Unidos

Incluso en este mundo hiper-conectado, nosotros, agricultores jóvenes y no tan jóvenes del panorama de la agroecología en Estados Unidos, pasamos la mayor parte del tiempo en el exterior, conectados más tiempo al ecosistema que a Internet. Estamos a caballo entre la subsistencia y el mercado, entre la ecología de lo salvaje, la de lo callejero y la de lo domesticado, algunas veces cultivando o cuidando a los niños o trabajando con equipos y con el móvil entre los dientes!  Muchas granjas de Estados Unidos utilizan el móvil para la contabilidad, el marketing, la gestión de los pedidos y los clientes, como tiendas en linea y portales de venta  – para mantener el contacto diario con nuestras redes de colaboradores y con una clientela cada vez más acostumbrada a relaciones directas con los productores. 

En Estados Unidos tenemos movimientos sociales convergentes, que han dado forma a la cultura y las prácticas de nuestro ecosistema de  herramientas agrícolas de código abierto. Estos incluyen la coincidencia con un boom de la infraestructura del internet abierto, incluyendo la  Wikipedia, Creative Commons, Craiglist, Napster, Tor-Drupal y otros. Nuestra  generación ha crecido con ordenadores desde la escuela primaria, así que somos expertos en encontrar información con palabras clave en línea, desde videos de YouTube de Google a documentos históricos protegidos en los commons en www.archive.org.

También somos bastante expertos en construir nuestra propia infraestructura cuando ésta no existe,   un buen ejemplo de ello es FarmHack.org. FarmHack.org fue creada en 2008 por   una comunidad de agricultores reunidos  en el  Massachusetts Institute of Technology (MIT) para trabajar conjuntamente en la construcción de una plataforma que albergara un servicio para compartir herramientas agrícolas, por medio de una página web muy simple, encuentros en persona, y una comunidad internacional difusa de  profesionales colaborando en línea. FarmHack.org persigue ser la plataforma de código abierto que permita a los agricultores compartir sus enfoques innovadores para afrontar las carencias actuales en el equipamiento[2] conjuntamente con los demás pequeños agricultores.[3] Actualmente,  el movimiento de jóvenes agricultores, el movimiento del software libre, y el movimiendo del “derecho a reparar” [4] convergen en las comunidades FarmHack y Gathering for Open Ag Tech (GOAT). Esto no es algo que ocurra solo en Estados Unidos, sino que  también hay un potente movimiento cooperativo en el Quebec canadiense. 

La “agricultura de precisión” es la visión del agronegocio  de una agricultura sin agricultores.   En los últimos años, tanto las empresas de insumos agrarios como las multinacionales de maquinaria agrícola (por ej. John Deere) han invertido masivamente en big data y en tecnología de la información y la comunicación. La “agricultura de precisión” conlleva un modelo de producción agrícola extremadamente mecanizado, propiciado por la  convergencia de nuevas y potentes tecnologías digitales y el tratamiento algorítmico de los big data. En esta “visión,” la tecnología y los datos se utilizan para consolidar aún mas el control empresarial sobre el sistema alimentario, y los monopolios. En la actualidad, las empresas de maquinaria agrícola – al igual que las empresas de insumos agrícolas – son empresas de big data. Equipan a sus máquinas  con sensores y chips que recogen y analizan todo tipo de datos, continuamente – registros meteorológicos, humedad del suelo, plagas, histórico de cultivos etc. Todos se convierten en grandes conjuntos de datos que se introducen en algoritmos de aprendizaje automático que después equipan maquinaria agrícola automatizada.

Frente a esto, nosotros planteamos una potente visión comunitaria dirigida a una “agricultura de decisión”, que plantea nuestra autonomía y nuestros derechos.  Además de construir nosotros mismos las herramientas/hardware, de modo que podemos controlarlos (por ej. equipos agrícolas basados en una bici, equipos de bricolaje montados en un tractor  “en taller” etc.), desarrollamos nuestro propio  software y Apps  de código abierto  (por ej. un software de gestión adaptivo llamado “farmOS”). También hemos empezado a usar drones, sensores (por ej. para el control de los invernaderos, las cercas, etc),  big data y observación propiciada por la tecnología para mejorar nuestros sistemas de cultivo y adaptarlos a las condiciones locales y a los cambios del clima.  Muchas de estas prácticas comparten filosofía y enfoque con comunidades de Ciencia Ciudadana como Publiclab.org, y trabajan para ayudar a las comunidades, con herramientas de control de bajo costo, a responsabilizar a los funcionarios que los representan en materia de justicia ambiental. Publiclab hace hincapié en ámbitos como  análisis del suelo (de contaminación) asequibles a cualquiera, y vigilancia del carbono (mediante espectrometría). Nuestra estrategia se centra en comunicar y compartir conocimientos agrícolas pertinentes a escala local superando las barreras culturales, geográficas e idiomáticas.

Nos encontramos en una encrucijada interesante que pondrá patas arriba los costes y  accesibilidad de las herramientas digitales. La siguiente generación de micro-controladores de código abierto y de dispositivos conectados a Internet y las baterías y motores asociados a ellos  es mucho más barata,  accesible y escalable para los pequeños productores, e incluso puede presentar ventajas económicas con respecto a sistemas propietarios a gran escala. El control climático de bajo coste, la automatización simple,  la vigilancia de los animales, y los procesos de valor añadido en la explotación, son solo muestras de usos con un potencial interesante para los pequeños agricultores.

Las herramientas de comunicación de bajo coste también son fundamentales para compartir y mejorar los conocimientos prácticos en respuesta a las complejidades de la agricultura regenerativa y sentar las bases para la valoración de la función de los ecosistemas. Con herramientas de comunicación inter pares para intercambiar y adaptar diseños a las condiciones locales, se logra incluso mejorar la eficacia de diseños simples de hardware y  la creación de hardware local desde la explotación. Incluso estamos explorando redes inter pares con capacidad para generar redes funcionales de comunicación entre agricultores fuera de Internet. 


[1]              Zaï es una técnica tradicional de cultivo de África Occidental que consiste en cavar pozos en micro-cuencas usando una especie de pico con un pequeño mango (llamado daba), y sembrar después las semillas. Este tipo de cultivo especial permite concentrar agua y estiércol en zonas áridas y semi-áridas.

[2]              Sobre todo los pequeños hortelanos consideran que hay ‘carencias en equipos’ a medida que se trabaja para recrear la diversidad en los sistemas de cultivo y las regiones donde ha habido concentración y simplificación.

[3]              Ver artículo sobre FarmHack y Atelier Paysan en el  Boletín núm. 36 – Agroecología : innovación real desde y para los pueblos

[4]              A menudo las grandes empresas de maquinaria agrícola impiden que los agricultores puedan reparar los tractores que les compran. Una cláusula del contrato de compra exige que las reparaciones se lleven a cabo por .. acreditados.  El movimiento por el “derecho a reparar” lo rechaza, y defiende el derecho de los agricultores a reparar su maquinaria.

Cuadros

Cuadro 1

El internet de las vacas[1]

Suena como una broma, pero es un aspecto más de la invasión de tecnologías digitales en agricultura y alimentación, que se dirige a una agricultura sin agricultores, industrializada desde la semilla al plato o al vaso de leche, y controlada por grandes empresas de agronegocios, maquinaria e informática.

Empresas como IBM, Microsoft y Huawei ofrecen paquetes tecnológicos para lo que llaman «Internet de la vacas». Se trata de dispositivos digitales (collares y/o chips) que se colocan en cada vaca, para medir su pulso, temperatura, pico de fertilidad y otras condiciones de salud y relacionadas al sistema digestivo. Los datos se trasmiten por internet a una nube de las propias compañías, que los almacena en sistemas de Big Data, los analiza con inteligencia artificial y envía los avisos que el programa estime pertinentes a un computador o teléfono de la empresa agrícola, dueño o hacienda. También hay chips interactivos que pueden dirigir al ganado para su ordeñe cuando es hora, conectado a un sistema automatizado de ordeñe instalado previamente a la medida de la vaca en cuestión. Cada dispositivo está asociado a una vaca en particular.

Desde hace una década existen sistemas satelitales de monitoreo de ganado en ciertas áreas. La diferencia ahora es que la recolección de datos es mucho más amplia, los datos son sobre cada animal, y toda la información va a una nube de esas empresas, o según los contratos podrían ser nubes compartidas de Bayer-Monsanto o de maquinaria agrícola como John Deere.

También hay internet de los cerdos y ovejas, con bases similares. La idea no es que el proceso termine en cada finca, sino que el monitoreo siga cada animal en transacciones de ganado en pie, a través del uso de blockchain y criptomonedas, o al matadero, para cadenas de certificación que incluyen seguimiento en procesado, venta al menudeo y hasta el refrigerador.

Tanto IBM como Microsoft han avanzado en sistemas digitales que abarcan toda la producción agropecuaria de una hacienda. El paquete que ofrece Microsoft, llamado «Farmbeats», ofrece un sistema de monitoreo permanente de la condición de suelos, humedad y agua, estado de los cultivos (si necesitan riego, si hay enfermedades, plagas, etc), datos climáticos, datos del tiempo (dirección del viento, lluvias, etc), para avisar desde la nube de Microsoft, cuándo y dónde sembrar, aplicar riego, fertilizantes o agrotóxicos, cuando cosechar, etc.

Para resolver el tema de la conectividad rural, elemento clave del sistema, pero que falta en zonas rurales, Microsoft usa los «espacios blancos de TV», que son bandas de televisión en desuso. Esto permite instalar un router en cada finca, conectando sensores, drones, chips, teléfonos y computadoras con internet en un radio de algunos kilómetros y enviar la información a la nube de la compañía.

Las mayores empresas de agronegocios como Bayer, Syngenta, Corteva y Basf tienen divisiones digitales con proyectos de este tenor y desde 2012 tienen acuerdos de colaboración o empresas conjuntas con las mayores de maquinaria (John Deere, AGCO, CNH, Kubota) en sistemas de big data, nubes para almacenado y computación, y empresas de drones. Por ejemplo, PrecisionHawk, Raven, Sentera y Agribotix son empresas nuevas creadas en colaboración entre las multinacionales de semillas-agrotóxicos y las de maquinaria.

Nuevamente, como con los transgénicos, las empresas alegan que esto es necesario para alimentar a una creciente población mundial, para aumentar la producción, ahorrar agua y ser «sustentables». En realidad se trata de agricultura sin agricultores, orientada al reemplazo de las fincas pequeñas por grandes empresas, donde desde la semillas al plato, el control lo tenga una cadena de trasnacionales que no dejan ninguna opción de decisión a las y los agricultores.

Cada finca aporta además una gran cantidad de datos que las empresas se apropian, construyendo mapas sobre regiones enteras, lo que les permite visualizar y negociar proyectos mucho más allá de cada finca, pasando por arriba de agricultores y campesinos y campesinas.

Son proyectos que avanzan, pero no quiere decir que funcionen. El verdadero conocimiento sobre campos y animales, que es lo que da alimentación y sustento a la mayoría del planeta, son las formas de vida campesina. Estos paquetes tecnológicos son nuevas formas de ataque contra ella.

Cuadro 2

Acaparamiento digital verde en Brasil

El Cerrado de Brasil, una de las regiones más biodiversas del planeta, ha asistido a la expansión desaforada del agronegocio, especialmente en la región llamada MATOPIBA[[MATOPIBA es el acrónimo de una zona de tierras de 73,173,485 hectáreas que abarca los Estados de Maranhão, Tocantins, Piauí, y Bahia.]], cuyo territorio, formado por altiplanos y tierras bajas de sabanas, matorrales y bosques, la ha convertido en «ideal» para las plantaciones de soja.
Puesto que algunas zonas de la región de MATOPIBA (especialmente las sabanas) conservan la vegetación nativa original del Cerrado, la agricultura industrial y el agronegocio están extendiéndose hacia estas tierras, para cumplir con la legislación brasileña (Ley 12651/2012), que exige que los propietarios mantengan un mínimo del 20% de sus tierras en el bioma de El Cerrado -las llamadas «áreas legales de reserva». Como los altiplanos han sido deforestadas casi por completo para establecer las plantaciones de soja, las empresas del agronegocio están extendiéndose hacia las tierras bajas, donde están situados los poblados locales.

Los acaparadores de tierras utilizan el Cadastro Ambiental Rural, (CAR) como instrumento para formalizar sus alegaciones de propiedad de la tierra. El CAR es un sistema abierto en línea, en el que cualquiera puede registrar información ambiental y de uso del suelo; no se exige prueba de propiedad. Aunque según la legislación el CAR no tiene ningún valor como título de propiedad, las empresas del agronegocio están utilizándolo como prueba de su ocupación y uso de las tierras. Es lo que ocurre con las «áreas legales de reserva» – que en su mayoría están cubiertas de vegetación autóctona, que son registradas como parte de su propiedad, aunque estas tierras han sido utilizadas tradicionalmente por las comunidades locales.

Las comunidades que han intentado registrar sus tierras en el CAR se han encontrado a menudo con que ya habían sido registradas por propietarios de plantaciones. Desgraciadamente, a pesar de los fallos del CAR, ha habido iniciativas que han promovido este sistema, como un proyecto coordinado por el PNUD y Conservation International con el fin de promover la producción «sostenible» de soja en el Cerrado.

Cuadro 3

Digitalización de la pesca

En las últimas décadas se ha desarrollado enormemente el acopio de datos oceánicos, por una serie de razones. Entre ellos están el seguimiento de la carga marítima, la creación de mapas digitales del lecho marino, y el control de los bancos de pesca, del que deriva el desarrollo de las asignaciones de las cuotas de pesca y del sistema de Totales Admisibles de Capturas (TAC). No obstante, la preocupación se centra en qué tipo de prioridades político-económicas va a movilizar el acopio de big data y cuáles pueden ser las consecuencias para las comunidades de pescadores artesanales de todo el mundo. El aumento generalizado del uso de datos y la digitalización del espacio oceánico tienen que considerarse a la luz de las transformaciones político-económicas históricas relativas al uso y control del espacio oceánico y especialmente en el campo de la narrativa de la Economía Azul.


Datos y pesquerías

La utilización de datos en la pesca ha surgido de modo simultáneo a los debates en materia de utilización óptima de las cuotas nacionales de pesca, basada en el discurso de sostenibilidad medioambiental y de eficiencia económica. Estos datos propiciaron el desarrollo del sistema de TAC que los científicos especializados en pesca determinan a través de campañas anuales de recogida de datos sobre los tamaños poblacionales de las especies de especies comerciales de peces. La recogida de estos datos se ha digitalizado progresivamente con el uso de dispositivos GPS a bordo y del almacenamiento automático de la información en ordenadores. La capacidad de registrar las capturas en tiempo real implica que los TAC y cuotas restantes o capturas que excedan las cuotas, pueden ser detectados inmediatamente. Aunque este conocimiento enriquece la comprensión mundial de las poblaciones de especies y su distribución en el océano, la naturaleza cuantitativa y científica de estos datos socava los saberes tradicionales de los pescadores locales que les permiten proteger la sostenibilidad de los ecosistemas oceánicos.

La digitalización de los datos sobre las poblaciones de peces ha posibilitado los sistemas de gestión basados en cuotas y los modelos de reparto de capturas como el de Cuotas Individuales Transferibles (CIT). Las organizaciones medioambientales apoyan estos tipos de sistemas de gestión, abogando por la aplicación de estos modelos para la mejora de los esfuerzos de conservación en los océanos. No obstante, a menudo son modelos controvertidos, porque son el resultado de la privatización de recursos públicos y van asociados a una distribución desigual de los recursos pesqueros.

Datos y Economía Azul

La importancia cada vez mayor de los datos en la gestión de los océanos se subraya como parte de la presión creciente que se ejerce sobre los océanos y los recursos oceánicos, convertidos en la frontera económica para resolver una multitud de crisis, como la de la alimentación, la energética y la climática. La expansión del big data convierte al océano en un activo financiero para la rentabilidad económica, en lugar de un punto de acceso a una alimentación variada y nutritiva. Las prioridades de una economía azul basada en el mercado se centran en la implicación del sector privado en el desarrollo extractivo de base oceánica. Según el discurso de la economía azul, las industrias emergentes basadas en los océanos tienen un gran potencial de crecimiento, innovación, y creación de empleo, y pueden contribuir a la seguridad energética, la gestión del cambio climático y la seguridad alimentaria. No obstante, estos discursos también van asociados a la desposesión y apropiación de los recursos y los espacios oceánicos.

El acopio creciente de datos para la gestión de los océanos, para el crecimiento de la economía azul, se ha visto facilitado por acontecimientos diversos. El aumento de los datos transmitidos por los satélites, que está previsto que se duplique para 2020. Con una resolución espectral y espacial cada vez mayor, se van a recoger más datos por instrumento con menos limitaciones para la observación. Los drones y aviones no tripulados facilitan una recogida de datos a menor coste. Con el fin de que el big data contribuya al crecimiento de un ecosistema rico en información, se están desarrollando interfaces avanzados de programación de aplicaciones, que posibilitan el tratamiento rápido y barato de las enormes cantidades de datos que se recogen.


Impactos

Los pescadores poseen un conocimiento profundamente arraigado de las poblaciones de las especies de peces, de sus ciclos reproductivos, de sus patrones migratorios, y de las técnicas de pesca que utilizan para proteger las poblaciones de peces. Los cálculos de los TAC, por su naturaleza cuantitativa y científica, ignoran estos saberes, reduciendo la información a datos científicos en lugar de combinar de modo holístico estos datos con el conocimiento tradicional existente. La visión de la nutrición ha adquirido una naturaleza técnica, y los alimentos se consideran cada vez más una mercancía en lugar de parte de los bienes comunes. Esta visión reductora, fragmentaria e individualista de los alimentos carece de una perspectiva de derechos humanos.

La digitalización agranda la brecha entre productores y consumidores; desemboca en una automatización y deslocalización creciente de los procesos de la producción de alimentos, y desposee a los pescadores de sus saberes y su acceso a los recursos de los océanos. Esto implica una transferencia de poder, desde los sistemas físicos de producción de alimentos y las actividades pesqueras hacia actores financieros a menudo desconocidos que tienen acceso a estas tecnologías y las controlan. Esto concentra el poder político y económico en las manos de actores remotos que operan en el reino inmaterial de la información y los medios financieros, reafirmando luchas de clases y una desigualdad opresora. Además, todo esto alimenta decisiones políticas, como la determinación del uso del espacio oceánico con herramientas técnicas como la planificación espacial de zonas marinas. Estos datos se movilizan en apoyo de un determinado tipo de prioridades político-económicas, y cuando se añade a esto el discurso cada vez más dominante de la economía azul, las consecuencias para los pescadores artesanales, cuyo poder político es marginal en todo mundo, pueden ser devastadoras.

[1] Contribución del ETC Group, para saber mas ETC group (2018) Blocking the Chain. Industrial food chain concentration, Big Data platforms and food sovereignty solutions, Informe, 2018. Próximamente en castellano.

Destacados

La Digitalización de la alimentación

El nuevo mundo feliz de la tecnología digital, y sus registros catastrales digitales; edición y secuenciación genómica; sensores en maquinaria agrícola robotizada; robots de recogida de fruta;  tecnologías de la cadena de bloques (blockchains)[1] que aseguran la trazabilidad en las cadenas de valor  globales; control sanitario permanente del ganado; protección de los derechos de propiedad intelectual (IPR) a través de plataformas digitales; inteligencia artificial aplicada al fitomejoramiento; localización y asignación de derechos de pesca apoyada por satélite; comercio y distribución automatizados; comercio electrónico de productos alimenticios; nutrición y forma física personalizadas a través de Apps de los teléfonos inteligentes, está transformando todos los aspectos de nuestros sistemas alimentarios,  para bien y para mal. Esta lista incompleta es solo una pequeña muestra de la gama de aplicaciones de las tecnologías  digitales. A lo largo de la década pasada, la digitalización ha ido aumentando su presencia e influencia en la producción, transformación, almacenamiento, envasado, venta al por menor y comercio de los alimentos.

Actores, Iniciativas y Narrativas

Los gobiernos, las empresas y las instituciones políticas presentan la  digitalización en alimentación y agricultura como una solución a los principales problemas a los que se enfrenta el mundo. Para las grandes empresas y para los financieros es una gigantesca oportunidad para generar beneficios.  

En los últimos diez meses, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha organizado dos reuniones internacionales sobre digitalización y tecnología.[2] En 2018 la “e-agricultura” formaba parte del programa oficial de las conferencias regionales de la FAO para Europa y Asia Central. El Banco Mundial dedicó grupos  especiales a la digitalización y tecnología de la cadena de bloques (blockchain) en la administración de la tierra en las conferencias  anuales sobre tierra y pobreza.[3]  Las mega-fusiones entre las mayores empresas mundiales de semillas y agroquímicos (especialmente la fusión de Bayer y Monsanto) han sensibilizado al público sobre el elevado nivel de concentración empresarial en la cadena alimentaria industrial, y las inversiones masivas de las empresas agroquímicas, de maquinaria agrícola, y de venta minorista de alimentos  en big data, y TIC.[4] En varios países, los gigantes del comercio electrónico como Amazon, Uber, Walmart, Alibaba y GRAB han extendido su actividad al comercio minorista de productos alimenticios. La competencia empresarial en materia de comercio minorista de productos alimenticios en India[5] y la batalla por el control de la tecnología 5G entre China y Estados Unidos, demuestran la gran cantidad de dinero en juego en tecnologías e infraestructura digitales. 

La reciente promoción de la digitalización procede de una Cuarta Revolución Industrial (4RI) con objetivos empresariales y promovida de modo agresivo en el Foro Económico Mundial (FEM) por las grandes empresas, que la describen como una “fusión de tecnologías que está borrando las fronteras entre las esferas física,  digital y biológica.”[6]  Aunque la 4RI no se limita a los alimentos, ha sustituido al paradigma de la “revolución verde”, que fue legitimada por la necesidad de aumentar la producción agrícola.  Las tecnologías digitales y el big data son aspectos clave del nuevo paradigma, y que facilitan la consolidación del control empresarial sobre el sistema alimentario mundial. 

La gama de aplicaciones de la digitalización de la alimentación-agricultura va de algunas relativamente simples, como los drones para la cartografía terrestre y el marketing directo en línea, a otras más complejas, como la agricultura digital. La agricultura digital hace referencia a la integración en un sistema de tecnologías avanzadas (IA, sensores, robótica, drones, etc.), de  dispositivos y redes de comunicaciones, y su aplicación a la producción, gestión, transformación y marketing. La narrativa del nuevo paradigma promete una mayor eficiencia en la producción de alimentos y en el uso de recursos y de energía, sostenibilidad,    transparencia, precisión y la creación de nuevos mercados y oportunidades económicas. Los países en desarrollo, especialmente en África, son atraídos por el anzuelo de los donantes, las agencias internacionales y las fundaciones empresariales, que prometen que la  digitalización les permitirá saltar etapas en el progr, que persiguen beneficios y no objetivos de utilidad pública, las que van a generar la tecnología y la infraestructura para este panorama optimista.

Implicaciones para las personas y para el medio ambiente

Los defensores de la digitalización recalcan sus supuestos beneficios para las personas marginadas y para los pequeños productores:   el catastro digital aumentará la seguridad en la tenencia de la tierra: la distribución de derechos de pesca apoyada por satélite garantizará la transparencia y la seguridad para los pescadores artesanales; las cadenas de bloques (blockchain)  pondrán en contacto a productores y consumidores, suprimiendo la explotación por parte de los intermediarios; la agricultura digital reducirá los costes de los insumos y aumentará la eficiencia del regadío y la producción. Se presenta en general al comercio electrónico como la vía de entrada a la creación de nuevos mercados y modos de comercializar los productos agrícolas .[7]

Es cierto que los pequeños productores y los grupos marginados pueden beneficiarse enormemente de las tecnologías digitales.  Pero no debemos olvidar que estas tecnologías se despliegan en un contexto de grandes desigualdades a escala nacional para el acceso a bienes y servicios esenciales, así como a las tecnologías de la información y digitales (la brecha digital).[8]  Mientras no se afronten eficazmente esas desigualdades, las nuevas   tecnologías van a reproducir y profundizar los actuales patrones de discriminación. Además, la fabricación y el uso del hardware de TIC/IA  (por ej, micro-chips, semiconductores, pantallas de cristal liquido, teléfonos móviles, ordenadores, baterías, etc) tiene graves repercusiones ambientales.  Entre ellas está la minería, las emisiones de gases de escape de compuestos volátiles, disolventes y metales en la atmósfera y el agua,  el elevado consumo energético, la generación y eliminación de residuos, y las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes del transporte y el almacenamiento.

Las comunidades locales también están experimentando con tecnologías nuevas para  reivindicar y fortalecer sus derechos. En Brasil,  las mujeres indígenas utilizan drones dentro de sus estrategias para cartografiar y proteger sus territorios. Otras comunidades utilizan imágenes por satélite para vigilar y atraer la atención del público sobre la deforestación por parte de las empresas del agronegocio.[9] En Estados Unidos los pequeños agricultores ven potencial en el uso de sensores,  chips (que se han abaratado enormemente en los últimos años) y software de código abierto para suprimir las ventajas de escala que posee la agricultura industrial con respecto a los pequeños productores. En algunos países del sudeste asiático, los pequeños productores venden sus productos agroecológicos a los consumidores a través de la venta minorista  en línea.

La rapidez en el desarrollo y la aplicación de las tecnologías digitales tiene implicaciones importantes en las condiciones de vida y de trabajo, en la producción, la interacción social, el comercio, el medio ambiente, las políticas públicas y el buen gobierno. Para formular estrategias para afrontar la digitalización, necesitamos mejorar nuestra propia comprensión y emprender reflexiones y debates críticos. 

Confiamos en que las preguntas  siguientes impulsarán estos procesos.

  1. ¿Quiénes son los actores que desarrollan las tecnologías digitales y con qué fines? 
  2. ¿Quién tiene acceso y ejerce control sobre las tecnologías digitales  y con qué fines?
  3. ¿Quién es dueño de la enorme cantidad de datos que todos nosotros generamos a diario y quién tiene derecho a utilizarlos y a extraer beneficios económicos de ellos? 
  4. ¿Cómo deberían supervisarse y evaluarse las aplicaciones y los impactos de las tecnologías digitales? ¿Cómo deberían dirigirse y regularse esas tecnologías para su utilidad pública?
  5. ¿Cómo deberían evaluarse los riesgos derivados de las tecnologías digitales, y cómo debería controlarse su aplicación?
  6. ¿Cómo podemos contrarrestar la narrativa dominante que propugna que  innovación  y tecnología son la misma cosa, para subrayar y promover las innovaciones, prácticas y saberes campesinos e indígenas ?[10]
  7. ¿Qué relación existe entre las innovaciones, prácticas y saberes campesinos e indígenas y las tecnologías digitales?
  8. ¿De qué modo podemos utilizar las  tecnologías digitales para hacer avanzar la soberanía alimentaria y la agroecología? ¿Cuáles deben ser las tecnologías, bajo qué condiciones y como deberían  regularse?

Se trata de cuestiones complejas, y encontrar respuestas requerirá tiempo, energía, reflexión critica y pensamiento creativo. Pero ha llegado el momento de afrontar ese reto. 


[1]  Ver la definición de blockchains (cadenas de bloques) y demás términos clave en el Glosario de las pág 6 y 7 del informe del grupo ETC, “Bloqueando la cadena. Concentración de la cadena alimentaria industrial. Plataformas Big Data y soluciones de soberanía alimentaria” (en inglés) , 2018 

[2]  Simposio Internacional sobre  innovación agrícola en favor de los agricultores familiares en noviembre de 2018, Seminario Internacional sobre la transformación digital en el sector agrícola en mayo de 2019.

[3] Se están llevando a cabo experiencias piloto en Brasil, Georgia, Ucrania, Suecia, India, Australia, Dubai, Honduras, Estados Unidos y Ghana. Ver: Graglia,J.M., Mellon, C. “Blockchain and Property in 2018: at the end of the beginning”. Ponencia presentada a la Conferencia Anual del Banco Mundial sobre tierra y pobreza en 2018. Disponible en: .

[4] http://www.etcgroup.org/sites/www.etcgroup.org/files/files/etc_group_blackrock_and_a_hard_place_october_2018.pdf

[5]   El rostro cambiante del comercio minorista de alimentos en India en Cuando la alimentación se hace inmaterial Afrontar la era digital, 2018

[6]   https://www.weforum.org/focus/fourth-industrial-revolution

[7]  Ver por ejemplo: http://www.fao.org/3/ca4985en/ca4985en.pdf?utm_source=linkedin&utm_medium=social+media&utm_campaign=faolinkedin.

[8] El Banco Mundial reconoce que existe una brecha triple: rural, de género y digital.

[9] Cuando la tierra se convierte en un activo financiero mundial en Cuando la alimentación se hace inmaterial Afrontar la era digital – 2018 

[10] Ver Boletín núm. 36 – Agroecología : innovación real desde y para los pueblos

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Una casa de semillas local encabeza la lucha por la Soberanía Alimentaria en Palestina

Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas, Palestina

En los Territorios Palestinos Ocupados, una casa de semillas local lleva recuperando semillas y biodiversidad como bienes públicos y patrimonio común desde inicios de la década del 2000.

Esta casa de semillas posiblemente sea uno de los ejemplos más significativos de apoyo a los agricultores y consumidores palestinos para alcanzar la soberanía alimentaria. Fundada en Hebrón en 2003 por la Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas (UAWC), se trata de la primera y única casa de semillas de estas características en Palestina. En ella se conservan, protegen, almacenan y reproducen semillas de 45 variedades de cultivos hortícolas y cultivos extensivos de 12 familias de plantas (muchas de ellas en peligro de extinción), como por ejemplo maíz, cebada, trigo, coliflor, nabo, caupí, berenjena, calabaza, okra, tuera y pepino armenio. Todas estas semillas provienen directamente de agricultores palestinos y pasan por un proceso de verificación de 2 años antes de almacenarse y ponerse a disposición de otros agricultores.

La casa de semillas dispone de cuatro unidades distintas: una unidad de entrada, un laboratorio de pruebas, una unidad de secado y una unidad de almacenamiento, donde las semillas se almacenan durante 5 años como máximo. Para proteger este enorme patrimonio genético frente a posibles catástrofes, también se almacenan muestras de estas semillas a temperaturas bajo cero a largo plazo. Una vez documentado el rendimiento de las semillas en campo (porcentaje de germinación, crecimiento vegetativo y floración), la UAWC pone estas semillas a disposición de las y los campesinos palestinos de forma gratuita durante al menos dos temporadas cada año.

De esta forma se consiguen aumentar los ingresos de los agricultores. Además, estas semillas ayudan a las y los agricultores a luchar, por un lado, contra los efectos del acaparamiento de tierras por parte de las fuerzas de ocupación israelíes y, por otro, contra el calentamiento global, ya que estas variedades son resistentes a la sequía y no necesitan riego. A diferencia de las variedades híbridas que venden las compañías israelíes y multinacionales como Bayer-Monsanto, las semillas autóctonas se fertilizan con estiércol y no necesitan del uso de pesticidas químicos ni de herbicidas con glifosato.

«Antes teníamos que comprar las semillas a compañías israelíes a precios altos», indica Mahmoud Abu Kharatabel, agricultor de larga trayectoria y miembro de la Unión de Comités de Trabajadores Agrícolas. «Pero ahora, gracias al banco de semillas de la Unión, muchos de nosotros podemos plantar semillas que son entre un 90 y un 95% autóctonas», afirma con orgullo.

La casa de semillas trabaja con agricultores clave como Abu Kharatabel en un proceso de tres pasos. Una vez que los agricultores reciben las semillas, las plantan y las cosechan, se dividen las semillas recién obtenidas en tres grupos. El primer grupo se destina a las necesidades de los agricultores en la temporada actual. El segundo grupo debe almacenarse y plantarse de nuevo la temporada siguiente. Y el tercer grupo se devuelve al banco de semillas para que otros agricultores puedan beneficiarse de ellas y continuar construyendo la soberanía alimentaria y de semillas en Palestina.

«Cuando las y los agricultores tienen la propiedad sobre sus semillas y pueden reproducirlas, eso significa que pueden elegir qué plantar y cuándo hacerlo», explica Do’aZayed, coordinadora del banco de semillas de la Unión. «Y esa es la razón por la que  hemos abierto esta casa de semillas local». «La soberanía de las semillas es el primer paso para alcanzar la soberanía alimentaria», resume.

Voces desde el campo 2

Cuidar es también poder experimentar

Comunidad Niagui, Senegal

La ribera del río Casamance aloja kilómetros de manglares. Mariama Sonko nos muestra las estructuras de madera donde tejen los cultivos de ostras[1] que campesinas y campesinos djola de la región de Ziguinchor mantienen como parte de sus cuidados de la vida y su soberanía alimentaria. Es la comunidad de Niagui, en la costa atlántica de África, en Senegal. Estamos en la sabana, plenas de árboles y arbustos y humedales.

La gente de Niagui está muy involucrada en su soberanía alimentaria, con semillas que les permitan sembrar sus propios alimentos. Mariama Sonko, una de las comuneras que mantiene la tradición de custodiar las semillas, nos muestra hileras de vasijas de barro de diversos tamaños alineadas a las paredes de adobe de una casa en un barrio de la comunidad: “El barro regula la temperatura, algo fundamental para conservar las semillas. Hacemos ollas especiales, y al guardarlas ahí las intercambiamos con más facilidad. Las mujeres hacemos las ollas con sus tapas poniendo frases diversas a los costados para ayudarnos a reflexionar sobre las semillas y su importancia”.

Mariama Sonko aclara que no están en una idea de promover bancos de semillas, “porque lo más importante es la conservación a largo plazo de las semillas ‘activas’, es decir, semillas que todo el tiempo estén en los campos, y que sembrándose se intercambian entre cosecha y cosecha. Una variedad de arroz, de lo más sembrada en la región, es la variedad ‘brikissa’ que todo el tiempo se intercambia; y dura unos 50 días para sembrarla”. Con gran orgullo prosigue su relato: “fue una mujer de ésas que en la ciudad llaman ‘analfabetas’ quien comenzó a reconstituir las variedades tradicionales, porque entendió que las variedades ‘mejoradas’, convencionales, comerciales, erosionaban nuestras semillas tradicionales, mucho más resistentes y adaptables a las veleidades del clima y la humedad. Somos las mujeres quienes transmitimos los cuidados y saberes de nuestras semillas de generación en generación. Surgen de tener confianza en nosotras mismas.

Las semillas convencionales no le permiten a la gente observar, calcular, experimentar, porque vienen con recetas precisas que nos quitan posibilidades. Hablamos de unas veinte variedades de arroz, hay sorgo, maíz y mijo. Nosotras no queremos centralizar los cuidados. Promovemos autonomía, porque además las condiciones están cambiando, la fertilidad del suelo se pierde, hay falta de lluvia, demanda de semillas. Mantenemos las prácticas, pero las condiciones están cambiando”.


[1] Las campesinas y los campesinos tejen las ostras en hilos en armazones para cultivarlas en los manglares.

Cuadros

Cuadro 1

#AdoptaUnaSemilla una acción por la vida

El pasado 16 de Octubre de 2018, La Vía Campesina relanzó la Campaña Global «Semillas Campesinas patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad», en este marco llamó a la acción #AdoptaUnaSemilla. ¿Cómo participar?

Buscamos que cada campesinx o comunidad asuman el compromiso de adoptar una variedad de semillas, de cualquier cultura. Aquella que despierte mayor interés, por su identidad, territorio, o como parte de la afirmación de la vida y cultura campesina. Cada participante debe convertirse en guardián de esa semilla, garantizando su propagación. La idea es crear una gran red de semillas campesinas, recuperar semillas y ampliar la producción hacia la Soberanía Alimentaria de los Pueblos.

Como resultado de esta acción queremos millares de comunidades fortaleciendo la biodiversidad, recuperando variedades, garantizando así, la Soberanía Alimentaria y la capacidad productiva. Esta es una acción por la vida, para impedir que las multinacionales se apropien de las semillas campesinas, disminuyendo nuestra autonomía y biodiversidad. ¡Sin las semillas campesinas la Agricultura Campesina se torna rehén de las multinacionales!

Ustedes pueden comenzar con su comunidad e invitar a más personas ¡lo importante es dar el primer paso! Queremos conocer sobre su comunidad y la variedad recuperada, escríbenos a lvcweb@viacampesina.org

Nuestras Semillas Campesinas

La semilla campesina tiene un valor incalculable. Es sinónimo de autonomía de insumos y de toma de decisiones, pues si tenemos semillas decidimos cuándo y cómo plantar.

Las semillas son el enlace para la continuidad de la agricultura campesina y la producción de alimentos saludables para lxs trabajadorxs y consumidorxs. Solo alcanzaremos la Soberanía Alimentaria se las semillas están bajo la protección del campesinado, de las comunidades y pueblos del mundo.

¡Ampliar esta acción es garantizar el derecho de alimentos de calidad para el campo y la ciudad!

Cuadro 2

La lucha por los derechos sobre las semillas: nuevas amenazas al Tratado de semillas

El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura (o el Tratao de semillas) se adoptó en 2001 y entró en vigor hace 15 años. Se trata del único instrumento obligatorio de gobernanza multilateral e internacional que reconoce los derechos colectivos de los agricultores sobre sus propias semillas. El Tratado facilita y regula el acceso a las semillas –patrimonio común de la humanidad– almacenadas en bancos de genes públicos conectados mediante el Sistema multilateral, y garantiza su disponibilidad para las generaciones futuras.

El Tratado, pese a contener compromisos precarios y faltos de equilibrio, refleja una serie de relaciones de poder y visiones del mundo relativas a lo siguiente: (1) la necesidad de que la industria de semillas acceda sin trabas a las semillas campesinas, prometiendo a su vez el reparto de los beneficios, monetarios y no monetarios; y (2) la exigencia por parte de las y los agricultores campesinos de que se les garantice su derecho colectivo a guardar, usar e intercambiar semillas tanto ahora como en las generaciones futuras. La industria no solo ha fracasado estrepitosamente en mantener la promesa de repartir los beneficios, sino que además ha estado afianzando las leyes de protección de variedades vegetales que vulneran los derechos de los agricultores. En consecuencia, en el año 2013, las partes contratantes del Tratado decidieron crear un grupo de trabajo para mejorar el funcionamiento del Sistema multilateral y un Acuerdo Normalizado de Transferencia de Material (ANTM) obligatorio para acceder a los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura.

Nuevas amenazas

La reciente revolución tecnológica de la genómica ha hecho que la secuencia de información genética de las semillas resulte muy sencilla y accesible. La biotecnología avanzada ya es capaz de crear nuevas semillas simplemente con utilizar la información digital sobre secuencias (DSI) obtenida por las semillas físicas. Esta nueva tecnología altera la conexión entre el material (germoplasma) y sus resultados obtenidos (Desmaterialización). Crear nuevas poblaciones o variedades que empleen únicamente información digital sobre secuencias (DSI), que posteriormente serán patentadas, provocará un aumento de los casos de biopiratería y limitará de forma considerable los derechos de los agricultores sobre sus propias semillas. Es la forma más rápida de acelerar la erosión de la biodiversidad, y supone una verdadera amenaza para nuestro futuro.

El Sistema multilateral del Tratado ya ha quedado obsoleto como respuesta a la tecnología genética que está a disposición de la industria. Sus objetivos no están bien definidos y ya no queda claro si la DSI se encuentra bajo la regulación del Acuerdo Normalizado de Transferencia de Material, o si los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura, tal como se definen en el texto del Tratado, no incluyen la DSI. Si no se toman decisiones con rapidez o, al menos, se discute esta cuestión, la industria accederá libremente a la información genética sobre secuencias todo lo posible, aprovechándose de la ausencia de regulaciones.

La DSI presenta nuevos desafíos a los movimientos sociales, que deben idear estrategias más novedosas para oponerse a esta nueva forma de captura. Por ahora, queda claro que el principal beneficiario del «patrimonio común de la humanidad» de los bancos de germoplasma es la industria de las semillas. La mayoría de los países desarrollados son cómplices de esta nueva amenaza, ya que trabajan codo con codo con la industria para apropiarse de los recursos fitogenéticos existentes para la agricultura y la alimentación, a través de patentes. Sin embargo, un Sistema multilateral eficaz y un Acuerdo Normalizado de Transferencia de Material eficaz beneficiarían a los campesinos que deseen gestionar de forma dinámica su biodiversidad.

La Vía Campesina y sus aliados han mostrado su rechazo y han denunciado los nuevos intentos de la industria para que la biología sintética y la genómica esquiven las directrices del Tratado de semillas e incumplan el artículo 9 del Tratado de semillas sobre los derechos de los agricultores a guardar, utilizar, intercambiar y vender sus semillas. No solo en el Tratado, sino también en el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), en sus protocolos y en la Comisión de Recursos Genéticos para la Alimentación y la Agricultura, denunciamos con firmeza esta estrategia de la industria, que ya parece haber quedado clara a los países en vías de desarrollo y a otras organizaciones.

Hacemos un llamamiento a las Partes contratantes del Tratado y a otros espacios de toma de decisiones a que intervengan y consideren las obligaciones de los regímenes de propiedad intelectual privada como derechos económicos, y que al mismo tiempo respeten la aplicación real de los derechos de los agricultores que pertenecen al ámbito de los derechos humanos.

Existen dos formas generales de impedir que unas pocas corporaciones trasnacionales se apropien de toda la diversidad agrícola y controlen la cadena alimentaria: (1) garantizar la preeminencia de los derechos campesinos sobre los derechos de los obtentores de semillas y propietarios de patentes, y (2) defender el derecho de los pueblos a definir por sí mismos qué es lo que necesitan para garantizar su soberanía alimentaria.

Las negociaciones en el último órgano rector del Tratado mostraron que el bloqueo por parte de los países industrializados significa que no quieren discutir esta cuestión, sino solamente posponerla, lo que supone una amenaza al multilateralismo que caracteriza al sistema de las Naciones Unidas, y en especial EE. UU., que presidía la sesión y ejerció influencia sobre los procedimientos de discusión. Ahora, esta cuestión se podrá tratar en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, y La Vía Campesina y sus aliados ejercerán una enorme presión para defender los derechos de las agricultoras y agricultores familiares y de las generaciones futuras.

Cuadro 3

Los derechos de las campesinas y los campesinos, y nuestra lucha por las semillas

El Artículo 19 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y de Otras Personas que Trabajan en las Zonas Rurales (UNDROP, por sus siglas en inglés) reconoce el derecho de las campesinas y los campesinos, así como de otras personas que trabajan en zonas rurales, a mantener, controlar, proteger y desarrollar sus propias semillas y conocimientos tradicionales.

Según se indica en ese mismo artículo, los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales tienen derecho a: (1) la protección de sus conocimientos ancestrales; (2) la participación equitativa en los beneficios obtenidos por el uso de los recursos fitogenéticos para la alimentación y la agricultura; (3) la participación en la toma de decisiones sobre cuestiones relativas a la conservación y al uso sostenible de los recursos fitogenéticos; (4) la conservación, el uso, el intercambio y la venta de sus propias semillas o material de propagación obtenidos en sus fincas.

Además, la Declaración UNDROP apela a los Estados a que garanticen que los campesinos tengan disponibles semillas de calidad y en cantidad adecuada en los momentos más idóneos para su siembra, a precios asequibles. Las y los campesinos necesitan tener autonomía sobre sus semillas o sobre otras semillas de especies y cultivos que deseen sembrar y estén disponibles en sus localidades.

Según la Declaración, es responsabilidad de los Estados tomar las medidas necesarias para apoyar los sistemas de semillas campesinas y fomentar el uso de estas semillas y la agrobiodiversidad, de forma que se garanticen una investigación y un desarrollo agronómicos que integren las necesidades de los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales. Esto significa que se debe incluir a las y los campesinos en la definición de prioridades y en la realización de acciones de investigación y desarrollo; su experiencia se debe tener en cuenta.

Por último, la Declaración UNDROP recuerda a los Estados que deben garantizar que las políticas de semillas, la protección de variedades vegetales y otras leyes de propiedad intelectual, los sistemas de certificación y las leyes de comercialización de semillas, respeten y tengan en cuenta los derechos, las necesidades y las realidades de las y los campesinos y de otras personas que trabajan en las zonas rurales.

Cuadro 4

Ilegalizar nuestras semillas en latinoamerica

Los gobiernos latinoamericanos buscan homogenizar legalmente las semillas. México, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Colombia, Ecuador, Chile, Argentina, Perú, Brasil, Paraguay, Venezuela, han propuesto y discutido leyes de semillas. Muchas de ellas son resistidas por comunidades, organizaciones y pueblos. Estas leyes siguen sin reservas los lineamientos definidos por las grandes transnacionales de las semillas: Bayer-Mosanto, Corteva-Agriscience, ChemChina (Syngenta), Vilmorin&Cie-Limograin.

Las agencias de Naciones Unidas, como la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Conferencia sobre Comercio y Desarrollo o la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, son organismos importantes que actuan en favor de estas normativas, preparan leyes modelo y enseñan a los gobiernos a implantarlas.

Las leyes de comercialización definen los criterios que se deben cumplir para que las semillas lleguen al mercado. Éstas pueden comercializarse sólo si pertenecen a una variedad que cumpla con tres requisitos importantes: deben ser «distintas», «homogéneas» y «estables». Las leyes de propiedad intelectual constituyen normativas que reconocen que una persona o entidad, alguna empresa de semillas, es propietaria exclusiva de una semilla con determinadas características y tiene el derecho legal de evitar que otras personas o entidades la utilicen, produzcan, intercambien o vendan. Existen dos tipos principales de sistemas de «propiedad intelectual» para las semillas: las patentes y la protección de las obtenciones vegetales, que le otorga derechos a quien «obtiene» una variedad, aunque su condición actual venga de miles de años. Los acuerdos de comercio e inversión son una herramienta utilizada por las compañías para forzar a los gobiernos a adoptar y promover derechos empresariales sobre las semillas.

Estas leyes buscan ilegalizar los sistemas locales, campesinos e indígenas de uso, intercambio, producción y mejoramiento de variedades locales. Permiten que las empresas definan políticas nacionales sobre semillas, investigación y agricultura. Crea un sistema de certificación y fiscalización controlado por corporaciones privadas. Obliga a comunidades y pueblos a aceptar normas fijadas por las transnacionales y que les fiscalicen organismos privados si desean continuar intercambiando semillas «legales». Posterga, minimiza o elimina cualquier preocupación por conservar la diversidad agrícola. Pretende normar tradiciones milenarias de uso e intercambio de semillas. Impone estándares industriales a la agricultura, facilitando la privatización semillera. Pretende calificar y clasificar todas las semillas, aun las locales y nativas, para que se respete la propiedad empresarial sobre las semillas. Así, quien produzca semillas será fiscalizado, no importa qué semilla produzcan o cómo la intercambien.

Poema

La misión de las semillas

Una semilla de vida llegó en los brazos del viento del norte,
Nacida de una fruta grande y carnosa,
¡De gigantescos brotes de sueños y lucha!
Mujeres quemadas, mujeres asesinadas,
Mujeres resistiendo, mujeres conquistando sus derechos.
Semillas multiplicadas, resucitando la utopía en cada paso,
Recurrir a la tierra de este inmenso mundo.

Hoy, las semillas somos tú y yo,
Listxs, esperando para caer en el regazo de la madre – tierra,
Escucha…. ¡está rogando por ello!
¡Cada grano de tierra es una boca clamando por justicia!
¿Quién puede soportar el silencio de la tierra improductiva?
Cementerio vivo de la esperanza, sembrando el odio y la exclusión.

Las semillas son tú y yo
Y el arado -nuestra organización- ya ha hecho surcos en la tierra,
Vayamos a dormir en la tierra,
¡Vamos a dejar que ella nos cuenta el secreto de la misión!
Vamos a sentir la lluvia: cada compañera y compañero que se une a la lucha.
¡Que dentro de nosotros crezca el sueño y el compromiso!
Y cuando sea demasiado grande y ya no quepa en nosotros,
¡Entonces estallaremos y no seremos más semillas!

Seremos militantes, que como plantas creceremos y encontraremos
Un gran sol rojo, brillando en lo alto – ¡la nueva sociedad!
Y sentiremos su beso en nuestra boca.
¡Entonces ya no seremos plantas, nos convertiremos en frutos!
Y nos alimentaremos, con nuestra lucha, con nuestras conquistas,
Nosotrxs mismxs y a quienes amamos
Y hasta el día que muramos, como frutos maduros….

Y estos frutos caerán como lágrimas, tocando la tierra, y se transformaran en semillas.
Y así eternamente…
Hasta el día en que no haya más el azadón maldito ni hoz de dominación,
Amenazando los brotes de la tierra.
En este día, él suspirará aliviada e inmediatamente sucederá el nacimiento:
Comeremos,
Brindaremos,
¡Bailaremos con nuestras arpas y guitarras!
¡Y cantaremos con la voz del corazón!

Porque nuestros ojos, llenos de ternura, finalmente podrán ver,
La semilla – ¡misión transformada en cosecha!

(poema de Daniel Salvado)