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Recursos naturales y soberanía alimentaria

La defensa y la lucha por nuestros derechos a la tierra, el agua, las semillas, las razas, los caladeros, los bosques, los océanos y todos los recursos naturales que necesitamos para poder alimentarnos con dignidad, tanto nosotros mismos como nuestras comunidades, están en el centro de la Soberanía Alimentaria.

Pero ¿cómo podemos defender nuestros derechos a los recursos y luchar por ellos, frente a potentes inversores nacionales y trasnacionales, regímenes injustos de comercio e inversiones, mercantilización de los recursos naturales, la descarada coopción de los estados por capital trasnacional, o frente a la militarización, la violencia y la criminalización de quienes defienden sus derechos a los recursos? ¿Cuál es el rol de la policía y de los tribunales en estos casos?
Estas preguntas no tienen una respuesta sencilla. El contexto importa, y mucho. Lo que funciona en un lugar o una situación no tiene por qué funcionar necesariamente en otras. Sin embargo, tenemos algunas ideas que pensamos que son útiles para compartirlas, reflexionar sobre ellas y continuar desarrollándolas.

La ley es uno de los medios por excelencia de ejercicio del poder. Cualquier movimiento popular que intente cambiar las relaciones de poder no podrá evitar enfrentarse a cuestiones legales para desafiar leyes, políticas y prácticas injustas e ilegítimas, así como para crear órdenes normativos y legales alternativos que resultan fundamentales para iniciar/consolidar contrapoderes. Para los movimientos sociales que luchan por la soberanía alimentaria, la cuestión no es si se deben seguir o no estrategias legales, sino qué estrategias legales seguir.

El marco de los derechos humanos desempeña aquí un papel fundamental, especialmente a la hora de cuestionar los marcos legales internacionales que no respetan a los pobres de las zonas rurales (ya se trate de regímenes comerciales, de inversión, medioambientales o de seguridad) ni defienden a las comunidades locales frente a los abusos de actores internacionales. Un derecho humano es un derecho inherente a todos los seres humanos, sin ningún tipo de discriminación por sexo, origen, raza, lugar de residencia, religión o cualquier otro estado. Los derechos humanos son universales, interdependientes, indivisibles e interrelacionados, y su objetivo es proteger la dignidad humana. Tienen su origen en las necesidades y aspiraciones de la gente corriente, expresan valores éticos y morales universales, y empoderan a cada ser humano, a sus comunidades y a sus pueblos, para ejercer sus derechos y demandas legales ante sus gobiernos y ante los de otros países. La resistencia a la opresión se encuentra en el núcleo de los derechos humanos. Los derechos humanos se dirigen de forma explícita a los desequilibrios de poder y cuestionan la legitimidad de los poderosos.


Las formas de emplear el marco de los derechos humanos son muy diversas y dependen de factores contextuales. Algunos grupos activistas y movimientos sociales emplean los derechos humanos y la legislación nacional en estrategias defensivas para proteger a sus miembros de abusos graves como la persecución, el acoso, las detenciones arbitrarias, los desahucios forzados violentos y la destrucción de cultivos, animales e infraestructuras agrícolas. En tales situaciones, recurrir a los derechos humanos o a los derechos fundamentales recogidos por las constituciones nacionales puede salvar vidas y ofrecer vías de acción que reciban el apoyo de otros sectores de la sociedad frente a la represión gubernamental.

Otros grupos y movimientos emplean los derechos humanos y constitucionales, así como políticas nacionales y leyes que apoyan estos derechos, para concienciar a sus miembros sobre sus derechos, y así poder devolverles la confianza en sí mismos, la dignidad y el convencimiento de que es legítimo resistir a la opresión. La concienciación es crucial para movilizar y organizar a las personas para que defiendan sus derechos. En otras ocasiones, una estrategia legal forma parte de una estrategia más amplia cuyo objetivo es cambiar el modo en que se presentan los conflictos sobre los recursos y cómo percibe la sociedad estos conflictos. Combinan acciones directas y acciones de desobediencia legal (como ocupar tierras o entorpecer la construcción de los así llamados “proyectos de desarrollo”) junto con la presentación de casos ante tribunales o autoridades legales.

Los derechos humanos también se pueden ejercer para desafiar políticas y leyes ilegítimas como los marcos legales de muchos países que favorecen a las grandes empresas, así como para apoyar las propuestas alternativas de los pueblos sobre políticas y leyes, abriendo espacios para un diálogo político centrado en las vidas de los pueblos.

Sin duda, los tratados de derechos humanos, las constituciones nacionales, las leyes y las políticas que apoyan los derechos de las personas no son de aplicación automática. Tienen siempre que ser reclamados por los pueblos. Hasta ahora, las movilizaciones populares sobre el terreno siguen siendo la forma más importante de responsabilidad en materia de derechos humanos. Los instrumentos internacionales de “leyes blandas” sobre derechos humanos, como las Directrices sobre gobernación responsable de la tenencia de tierras, caladeros de pesca y bosques, pueden entrar en vigor cuando los movimientos sociales se las apropien, las reclamen, las supervisen y las implementen por su cuenta. Los instrumentos de “leyes blandas” pueden convertirse en herramientas poderosas para transmitir el desacuerdo y la resistencia frente a regímenes legales destructivos (como el comercio y las inversiones) y sentar las bases de un diseño de políticas alternativo.

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Iniciativas para el respeto y la defensa del agua

El 28 de julio de 2010, en un movimiento inesperado, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU adoptó por consenso la Resolución sobre el derecho humano al agua y el saneamiento (Resolución de la ONU 64/292). Esta resolución, copatrocinada por 74 estados, destaca la importancia del derecho a un agua potable y un saneamiento seguros y limpios, como derecho humano esencial para el disfrute completo de la vida y de todos los derechos humanos. Tras la presión ejercida por la sociedad civil y los movimientos globales de justicia por el agua, su adopción se aceleró a raíz de la institucionalización del derecho humano al agua y el saneamiento dentro de las constituciones de algunos países de Latinoamérica, como Bolivia, Uruguay y El Salvador.

Al menos 165 estados han firmado diversas declaraciones que reconocen el derecho al agua, entre ellos miembros del Movimiento de los Países No Alineados y el Consejo Europeo. La creación del Relator Especial de las Naciones Unidas para el Derecho al Agua y el Saneamiento fue otro paso en positivo hacia el respeto y la defensa del agua. La primera Relatora Especial, Catarina de Albuquerque, desarrolló distintas herramientas para implementar este derecho.
Los agentes estatales, la sociedad civil y las comunidades también han iniciado acciones para defender, proteger y conservar el agua como un derecho, un bien público y un bien colectivo. Un ejemplo de ello es asignar y gestionar de forma pública y comunitaria los servicios de suministro de agua, para contrarrestar la mercantilización y privatización de éste y promover opciones viables, medioambientalmente sostenibles y que favorezcan a los pobres, para las poblaciones del mundo que carecen de acceso al agua.

Entre estas acciones se encuentran las asociaciones público-públicas (PuP), las asociaciones público-comunitarias y las asociaciones comunitario-comunitarias, que son asociaciones sin ánimo de lucro y de beneficio mutuo entre operadores públicos de gestión de aguas, comunidades locales, sindicatos y otros grupos socio-económicos. Estas asociaciones democráticas tienen por objetivo “vincular a los operadores públicos de gestión de aguas y a distintos grupos, de manera no lucrativa, para fortalecer la gestión y la capacidad técnica”.

En contraposición con las asociaciones público-privadas (PPP), las PuP presenta un modo innovador y práctico de compartir los conocimientos técnicos y experiencia de los gestores públicos de aguas para difundir buenas prácticas e ideas sobre gestión de aguas, como por ejemplo garantizar el suministro de agua a comunidades urbanas empobrecidas, respetar los derechos de los trabajadores, adoptar estándares laborales fundamentales y permitir la participación de los consumidores en la determinación de precios del agua. Las PuP también piden que se proporcione el apoyo social y político necesario para esta cooperación mutua.

Otro modelo innovador es la protección de cuencas aguas arriba y aguas abajo. En Filipinas, distintas organizaciones cívicas y servicios públicos de aguas han permitido que las comunidades locales puedan gestionar y mantener fuentes de agua para las ciudades. Los servicios públicos invierten directamente en prácticas agrícolas agroecológicas y en la subsistencia de las comunidades, siguiendo la idea de que “un buen medio ambiente producirá una buena agua”. Estos modelos de protección de cuencas y de suministro de servicios de aguas son muy diversos entre sí, puesto que dependen de las condiciones concretas de cada zona en particular. Y lo que es más importante, estos modelos promueven una nueva visión de la gestión del agua[[Para conocer más ejemplos, consultar la publicación de Buenaventura Dargantes, Mary Ann Manahan, Daniel Moss y V. Suresh: « Water, Commons, Water Citizenship and Water Security » (Agua, bienes colectivos, ciudadanía del agua y seguridad del agua, publicado en inglés) que restablece el agua como un bien colectivo y convierte la gobernabilidad del agua en un factor de democratización y justicia social y ecológica.

Los derechos sobre el agua (es decir, cómo usar, asignar y gestionar los recursos hídricos) afectan a la realización del derecho humano al agua y al saneamiento, y también a una nueva visión de la gestión del agua. De forma global, los derechos sobre el agua se han utilizado como herramienta política para detener el acaparamiento de aguas por parte de las grandes corporaciones, así como para cuestionar la minería, la fractura hidráulica y otros instrumentos destructivos. Los grupos ciudadanos, los gobiernos locales y las comunidades afectadas se han organizado y han hecho campaña para proteger sus aguas de forma que sean potables, se utilicen para el riego y la agricultura y respeten su identidad. Entre estas acciones están, por ejemplo: la “Guerra del Agua” de Cochabamba, en 2000, que expulsó de Bolivia a Aguas del Turnari (una empresa mixta que incluía a Bechtel); Dow Chemical frente a Quebec y Lone Pine en Canadá, que protegen el agua frente a los pesticidas y la fractura hidráulica; El Salvador frente a Pac Rim, y el reciente caso de Infinito Gold frente a Costa Rica; y las comunidades de Plachimada (India) frente a Coca-Cola y Nestlé, que realizan una sobreextracción del agua y agotan las aguas subterráneas.

Boletín núm. 21 – Editorial

Derechos a los recursos naturales

leaf – An earth that nurishes Illustration@ Anna and Elena Balbusso

Mientras que el mundo va tambaleándose de crisis en crisis, el valor de la tierra, del agua, de los bosques, de los minerales y de otros recursos naturales como fuentes de creación de riqueza continúa en aumento. Quienes poseen vínculos muy arraigados con la tierra, el agua y los territorios, creen que la vida es la mayor riqueza y el mayor valor de la naturaleza, y las crisis nos demuestran que los seres humanos debemos vivir en simbiosis con la naturaleza. Para muchos, sin embargo, los recursos naturales son cosas que pueden parcelarse, empaquetarse, cambiarse, comprarse, venderse y comercializarse en mercados muy alejados de su ubicación original.

La expresión de los derechos a los recursos naturales refleja estas diferencias. Las corporaciones, las instituciones financieras y muchos gobiernos promueven la existencia de derechos comercializables mediante títulos de propiedad de tierras, derechos de comercialización de aguas, intercambio de emisiones, etc.

La mayoría de los gobiernos reconocen a quienes pueden pagar más como los titulares de derechos sobre tierras, agua, minerales y bosques. Para los y las campesinas, pescadoras, trabajadoras, pueblos indígenas y personas pobres, de zonas tanto urbanas como rurales, los derechos a los recursos y a la autodeterminación son reivindicaciones legítimas sobre tierras y ecosistemas que están muy arraigadas en el respeto a la naturaleza. La materialización de estos derechos es un requisito necesario para construir sistemas democráticos y de justo gobierno, que garanticen la paz y la armonía con la naturaleza.

Los artículos de esta edición reflejan las luchas de los distintos pueblos del mundo para garantizar y defender sus derechos a los recursos naturales y los derechos de la naturaleza. Las secciones 1 y 2 de Destacados ofrecen información valiosa sobre las herramientas que pueden emplearse para reforzar nuestras luchas, que deben incluir la defensa y la reivindicación de las nociones de derechos frente a la cooptación del mercado.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South

Destacados

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De la identidad histórica de la agroecología y la apropiación indebida

En un mundo que pretende privatizar y patentar todo, la agroecología ha sido puesta en la tapete de la gobernanza agroalimentaria mundial, donde la ciencia, las agencias multilaterales y hasta el sector privado piden cancha para reconocer su papel en el diseño de sistemas agrarios sustentables.
En un mundo que se asoma a reconocer la importancia de los y las productores de alimentos a pequeña escala, la agroecología parece ser apropiable y enajenable de sus protagonistas históricos.

Eduardo Sevilla Guzmán[[Eduardo Sevilla Guzmán, Agroecología y agricultura ecológica: hacia una “re” construcción de la soberanía alimentaria, Revista Agroecológica, Universidad de Murcia, Volumen 1, 2006.]] dice “Una de las características de las sociedades capitalistas industriales lo constituye el papel que juega la ciencia, la institución a través de la cual se pretende el control social del cambio, anticipando el futuro con el fin de planificarlo. Los procesos de privatización, mercantilización y cientifización de los bienes ecológicos comunales (aire, tierra, agua y biodiversidad) desarrollados a lo largo de la dinámica de la modernización, han supuesto una intensificación en la artificialización de los ciclos y proceso físico-químicos y biológicos de la naturaleza para obtener alimentos”.

Por esto, urge más que nunca saber como nace la agroecología para usar lentes adecuados al pensar políticas públicas. Desde el origen de la humanidad, el conocimiento ha sido esencial para la vida, por eso la agroecología se ha desarrollado desde los saberes tradicionales acumulados históricamente por los campesinos y campesinas, a los que se han ido sumando los conocimientos científicos de los últimos siglos.

Son las y los campesinos y los pueblos indígenas los que han identificado, adaptado e incorporado nuevos elementos para mejorar la producción de alimentos, manteniendo sus identidades culturales sin dañar a la naturaleza. Ésta, es la única forma de desarrollar diseños creativos de producción y circulación de alimentos. Los saberes y experiencias campesinas, acorraladas por el capitalismo en sus distintas expresiones, renacen desde sus orígenes y se refrescan, mostrando, con creatividad y legitimidad, resultados visibles y la certeza, en el contexto actual, de que es posible vivir dignamente en el campo manteniendo la identidad campesina e indígena.

La agroecología es el modelo productivo, social, económico, organizativo y político de vivir en el campo de los y las productores de alimentos a pequeña escala, que devuelve a los alimentos su papel social, en oposición al sistema capitalista que los reduce a una simple mercancía. Tiene la particularidad única de no ser un modelo homogéneo, sino que acoge todas las agro e hidro culturas locales protagonizadas por mujeres y hombres campesinos, agricultores familiares, pastores, de pueblos indígenas, pescadores artesanales y extractivistas de bosques y manglares, que defienden el territorio y la tierra, las semillas, todos los bienes de la naturaleza, la soberanía alimentaria y el buen vivir.

Pero la agroecología también implica un cambio de paradigma en las relaciones sociales, políticas, económicas y entre sociedad y naturaleza, transformando los patrones de producción y consumo para construir la soberanía alimentaria de los pueblos del campo y la ciudad. Sabemos que la agroecología es el único modelo capaz de alimentar a los pueblos del mundo, pero solo a través de sus protagonistas: las campesinas y campesinos y pueblos indigenas.

La agroecología está en el tapete y va camino a ser protagonista en muchos espacios que han olvidado a las y los verdaderos protagonistas de esta revolución agroalimentaria. Por eso, las recomendaciones de los gobiernos deben asumir y promover que serán los productores de alimentos a pequeña escala los que implementarán estos cambios políticos, económicos y agroalimentarios, transformadores de, y desde, los territorios.

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La agroecología como solución al cambio climático

El problema del cambio climático ya lleva mucho tiempo sonando en nuestros oídos. Abundan los estudios científicos y los debates, y el sector medioambiental aúna muchos esfuerzos cuando se debe acordar una convención. Antes y después de los eventos, se someten informes a discusión, se registran resistencias y desacuerdos, y los informes de objetivos de reducción de las emisiones comienzan a llegar a raudales. Es realmente fundamental que los países se unan a los tratados internacionales, para participar y decidir de forma cooperativa qué se puede hacer para limitar las emisiones, así como para gestionar la temperatura global y sus efectos sobre el planeta en que vivimos. Es fundamental porque, al reforzar un compromiso global, necesitamos revertir los efectos inevitables del cambio climático. Y no solo es factible, sino que resulta viable e incluso rentable económicamente.

El cambio climático es un problema complejo, que, aunque sea de naturaleza medioambiental, afecta todos los ámbitos de la existencia de los pueblos: la alimentación, el comercio, la pobreza, el desarrollo económico, el aumento de la población y la gestión de recursos. Estabilizar el clima es, un reto enorme que requiere planificación y dar pasos en las direcciones correctas. Sin embargo, las grandes preguntas radican en entender no ya solo el “cuánto”, sino también el “cómo”: cómo reducir estas emisiones, cómo producir suficientes alimentos sanos, y cómo obtener energías limpias.

Las soluciones para mitigar el cambio climático vienen de todos los sectores, a través de la creación de nuevas tecnologías, energías renovables limpias, e incluso a través del cambio en las prácticas de gestión. La agroecología es una práctica que trabaja con el “cómo” de la mitigación, al mismo tiempo que con la adaptación al cambio climático. La incertidumbre sobre el aumento de las temperaturas, los patrones erráticos de precipitaciones, las sequías y la aparición de plagas y enfermedades desconocidas, exigen una forma de agricultura que sea resiliente, así como un sistema de producción de alimentos que apoye la transferencia de conocimiento local y la experimentación en explotaciones que permita aumentar la capacidad adaptativa de los agricultores. La mayoría de las actividades de mitigación del cambio climático son las bases fundamentales de las prácticas ecológicas. Los sistemas de producción ecológicos son el mejor ejemplo (y el más extendido) de una agricultura con un nivel bajo de emisiones. Los sistemas ecológicos son más resilientes que los industriales en cuanto a su capacidad para superar choques y estrés medioambientales como sequías e inundaciones.

La agricultura convencional produce un alto nivel de emisiones de dióxido de carbono, debido al uso excesivo de combustibles fósiles, y destruye la biodiversidad. En la agricultura, el reto es enfocarla hacia modelos de producción agroecológica, la cual reduce de forma drástica el uso de combustibles fósiles, presenta un enorme potencial de mitigación a través del rejuvenecimiento del suelo, la flora y la fauna, y tiene la flexibilidad y la diversidad necesarias para poder adaptarse a las condiciones cambiantes. En la práctica, la agricultura puede contribuir a enfriar el planeta de tres formas: reduciendo el uso de combustibles fósiles (minimizando o eliminando la producción de fertilizantes y pesticidas sintéticos y químicos), así como de los combustibles fósiles utilizados para transportes y maquinaria; ejerciendo un efecto positivo sobre la biodiversidad; y ralentizando la liberación de dióxido de carbono biótico.

La agroecología puede tener un impacto positivo muy significativo sobre el cambio climático, aumentando:
la resiliencia de los agroecosistemas, que permitiría una consistencia y una sostenibilidad de los rendimientos incluso, y especialmente, con el clima en proceso de cambio;
la resiliencia de los medios de vida, que ayudaría a conseguir la diversificación de las opciones de subsistencia mediante avicultura, ganadería, piscicultura, etc.
Esto también permite mantener las prácticas agrícolas alejadas de la inestabilidad y de los cambios en otros mercados, conservando los activos en la explotación, y reduciendo o eliminando la dependencia de insumos externos.

La agroecología a pequeña escala no solo es una solución efectiva a los desafíos agrícolas, sino que es también un modo de aumentar los rendimientos sin necesidad de insumos externos a la explotación. Además, genera unos insumos bajos, un bajo nivel de emisiones y permite el control local de las decisiones de producción, ofreciendo una soberanía alimentaria alternativa a los monocultivos agrícolas insostenibles. Determinadas características existentes en variedades locales o autóctonas van a cobrar cada vez más importancia, a medida que el cambio climático altera el entorno y afecta a la producción. Las semillas y los cultivos locales tienen muchas más posibilidades de sobrevivir en su entorno local frente a los cambios en las condiciones climáticas. La protección de estas semillas y cultivos, junto con los conocimientos locales asociados a ellos, es fundamental para gestionarlos y cultivarlos, y es extremadamente crucial para alimentarnos en el futuro.

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La agroecología como solución al cambio climático

El problema del cambio climático ya lleva mucho tiempo sonando en nuestros oídos. Abundan los estudios científicos y los debates, y el sector medioambiental aúna muchos esfuerzos cuando se debe acordar una convención. Antes y después de los eventos, se someten informes a discusión, se registran resistencias y desacuerdos, y los informes de objetivos de reducción de las emisiones comienzan a llegar a raudales. Es realmente fundamental que los países se unan a los tratados internacionales, para participar y decidir de forma cooperativa qué se puede hacer para limitar las emisiones, así como para gestionar la temperatura global y sus efectos sobre el planeta en que vivimos. Es fundamental porque, al reforzar un compromiso global, necesitamos revertir los efectos inevitables del cambio climático. Y no solo es factible, sino que resulta viable e incluso rentable económicamente.

El cambio climático es un problema complejo, que, aunque sea de naturaleza medioambiental, afecta todos los ámbitos de la existencia de los pueblos: la alimentación, el comercio, la pobreza, el desarrollo económico, el aumento de la población y la gestión de recursos. Estabilizar el clima es, un reto enorme que requiere planificación y dar pasos en las direcciones correctas. Sin embargo, las grandes preguntas radican en entender no ya solo el “cuánto”, sino también el “cómo”: cómo reducir estas emisiones, cómo producir suficientes alimentos sanos, y cómo obtener energías limpias.

Las soluciones para mitigar el cambio climático vienen de todos los sectores, a través de la creación de nuevas tecnologías, energías renovables limpias, e incluso a través del cambio en las prácticas de gestión. La agroecología es una práctica que trabaja con el “cómo” de la mitigación, al mismo tiempo que con la adaptación al cambio climático. La incertidumbre sobre el aumento de las temperaturas, los patrones erráticos de precipitaciones, las sequías y la aparición de plagas y enfermedades desconocidas, exigen una forma de agricultura que sea resiliente, así como un sistema de producción de alimentos que apoye la transferencia de conocimiento local y la experimentación en explotaciones que permita aumentar la capacidad adaptativa de los agricultores. La mayoría de las actividades de mitigación del cambio climático son las bases fundamentales de las prácticas ecológicas. Los sistemas de producción ecológicos son el mejor ejemplo (y el más extendido) de una agricultura con un nivel bajo de emisiones. Los sistemas ecológicos son más resilientes que los industriales en cuanto a su capacidad para superar choques y estrés medioambientales como sequías e inundaciones.

La agricultura convencional produce un alto nivel de emisiones de dióxido de carbono, debido al uso excesivo de combustibles fósiles, y destruye la biodiversidad. En la agricultura, el reto es enfocarla hacia modelos de producción agroecológica, la cual reduce de forma drástica el uso de combustibles fósiles, presenta un enorme potencial de mitigación a través del rejuvenecimiento del suelo, la flora y la fauna, y tiene la flexibilidad y la diversidad necesarias para poder adaptarse a las condiciones cambiantes. En la práctica, la agricultura puede contribuir a enfriar el planeta de tres formas: reduciendo el uso de combustibles fósiles (minimizando o eliminando la producción de fertilizantes y pesticidas sintéticos y químicos), así como de los combustibles fósiles utilizados para transportes y maquinaria; ejerciendo un efecto positivo sobre la biodiversidad; y ralentizando la liberación de dióxido de carbono biótico.

La agroecología puede tener un impacto positivo muy significativo sobre el cambio climático, aumentando:
la resiliencia de los agroecosistemas, que permitiría una consistencia y una sostenibilidad de los rendimientos incluso, y especialmente, con el clima en proceso de cambio;
la resiliencia de los medios de vida, que ayudaría a conseguir la diversificación de las opciones de subsistencia mediante avicultura, ganadería, piscicultura, etc.
Esto también permite mantener las prácticas agrícolas alejadas de la inestabilidad y de los cambios en otros mercados, conservando los activos en la explotación, y reduciendo o eliminando la dependencia de insumos externos.

La agroecología a pequeña escala no solo es una solución efectiva a los desafíos agrícolas, sino que es también un modo de aumentar los rendimientos sin necesidad de insumos externos a la explotación. Además, genera unos insumos bajos, un bajo nivel de emisiones y permite el control local de las decisiones de producción, ofreciendo una soberanía alimentaria alternativa a los monocultivos agrícolas insostenibles. Determinadas características existentes en variedades locales o autóctonas van a cobrar cada vez más importancia, a medida que el cambio climático altera el entorno y afecta a la producción. Las semillas y los cultivos locales tienen muchas más posibilidades de sobrevivir en su entorno local frente a los cambios en las condiciones climáticas. La protección de estas semillas y cultivos, junto con los conocimientos locales asociados a ellos, es fundamental para gestionarlos y cultivarlos, y es extremadamente crucial para alimentarnos en el futuro.

Boletín núm. 20 – Editorial

Agroecología y clima

La agroecología campesina, clave para la humanidad y para el planeta

Ilustración de Erin Dunn, www.cargocollective.com/erndnn

La agroecología existe desde hace décadas y se ha escrito mucho sobre ella. Su enfoque es multidisciplinar, se basa en el conocimiento, las técnicas y los modos de vida de los campesinos y campesinas, está enraizada en su medio natural, social y cultural. Durante muchos años se ha considerado arcaica y poco adaptada al “progreso moderno”. La agroecología estuvo desterrada, aunque resurge con fuerza.
Pero, ¿quién va a beneficiarse de este resurgir?

La agricultura agroecológica garantiza que el suelo, las semillas campesinas y los conocimientos de los agricultores sean apreciados y mantenidos. Es el símbolo de la diversidad de producciones y de prácticas existentes, de la diversidad de alimentos y de identidades culturales alimentarias adaptadas a cada entorno social y natural. Con todo, actualmente es acaparada por la agricultura industrial. La agricultura industrial está en las antípodas de la agroecología, ya que se basa en el beneficio, la uniformidad, la especialización, y la concentración, con todas las consecuencias mortíferas que esto implica.

La agricultura industrial necesita limpiar su imagen, para ello tratará de engañar a la gente hablando de agricultura verde y sostenible que respeta la naturaleza y a la gente , usurpando el nombre de agro-ecología[[Agroecología: agroecología campesina.
Agro-ecología: agroecología acaparada y promovida por la agricultura industria.]]. Suena bien, pero no es más que un nuevo modo de usurpar el conocimiento y de patentar lo vivo.
Así es como están hablando los gobiernos y las compañías de todo el mundo. Todos quieren subirse a este carro. Monsanto, asociado con Arvalis, ha formado a sus asesores en agro-ecología. Para ellos, agro-ecología significa presumir de recortar los insumos químicos, en volumen, que no en concentración, persistiendo en la promoción de semillas híbridas, GMO y otras plantas y animales transgénicos, del monocultivo, los cultivos hidropónicos, el acaparamiento de tierras, de agua y de recursos naturales, etc.

Aparte de estas prácticas contrarias a la agroecología, todo esto se basa en aspectos técnicos, dejando de lado su dimensión social, medioambiental y espiritual.

Por eso es tan urgente que las comunidades y organizaciones campesinas se organicen y promuevan la agroecología campesina, conectada con el planeta, y pongan en práctica las formas mútiples y diversas de agricultura familiar que se adaptan a su entorno, a los medios, la biodiversidad y el conocimiento, como garantía de una alimentación sana, nutritiva y el respeto de los sistemas agrarios y de la diversidad, al igual que el desarrollo socioeconómico de sus territorios, incluyendo una cohesión social armoniosa, el respeto de la identidad comunitaria, el apoyo a la autonomía de los campesinos como corolario de un aumento de sus rentas y de su bienestar.

En el marco de la soberanía alimentaria, la agroecología campesina que practican millones de personas y sus comunidades constituye la clave para salvaguardar a la humanidad y el planeta, no solo hoy sino en el futuro.

Grupo de trabajo por la Agroecología del CIP

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

No estamos de acuerdo con el proyecto megaminero Pacto-Junín

Julián Morente, organización de vecinos inconformes en Ingapi, Ecuador.

Pacto es una parroquia rural en Ingapi, Ecuador. Los pobladores hemos logrado vivir durante siglos de la caña entreverada con plátano, yuca y otros productos de subsistencia. Nuestros cultivos no contienen agroquímicos. Siempre trabajamos la tierra a lo tradicional, alimentando el suelo para que el suelo nos alimente. Fabricamos panela a partir de moliendas propias, con maquinaria casera y estufas de leña para decantar el dulce.
En las zonas bajas, tenemos ganadería orgánica de pastoreo, y producimos leche y carne, sin llegar a las grandes procesadoras. Distribuimos en lo local y regional. Aquí, en las estribaciones de los Andes, nos va a llegar la minería. Ya comenzaron a desplomar la montaña en ciertas zonas.
El presidente Correa le dice Proyecto Megaminero Pacto-Junín: más de cuatro mil hectáreas tan sólo en Pacto; en Junín la destrucción va ya bastante avanzada. ¿Adónde nos van a mandar? Queremos comida, no piedras ni oro. Aquí dejarán un desierto a las futuras generaciones. Los técnicos dicen que es un kilómetro de profundidad, eso es una monstruosidad porque con casi seis meses de lluvia, al levantar, al abrir la montaña, de aquí al río, la reserva que tiene el municipio de Quito, el agua de la gran ciudad, se va a perder. Yo digo que es más importante el agua que el oro.
Los estudios de impacto ambiental son desastrosos porque es todo una bola de engaño Todo por privilegiar la minería, que es una devoradora. La entrada de la minería nos derramará químicos fuertes como el cianuro. Además de desplomar cerros completos, afectando bosques, pastos, el flujo del agua y su composición, contaminada brutalmente. Dicen que hay por debajo uranio. El gobierno nos quiere dar de indemnización trescientos dólares por hectárea. Nosotros no estamos de acuerdo.

Voces desde el campo 2

Resistencia en Camboya

La señora Oum Sophy, una de las responsables del movimiento de lucha por la tierra de Lor Peang, Camboya.

Desde 2006, los residentes del pueblo de Lor Peang en el distrito de Kampong Tralach, provincia de Kampong Chhnang en Camboya, han estado envueltos en una lucha por la tierra con KDC International, una potente compañía privada propiedad de la Sra. Chea Kheng, la mujer del ministro de Minas y Energía, D. Suy Sem. Desde mediados de julio de 2014 la policía militar ha ocupado el pueblo y KDC International está construyendo un muro que rodea las tierras confiscadas a los habitantes.
Me llamo Oum Sophy. Mi esposo y otros dos habitantes del pueblo fueron detenidos cuando salimos del pueblo para iniciar una marcha hacia Phnom Penh esta mañana (12 de agosto de 2014). Decidimos ir a Phnom Penh para pedirle al gobierno que nos ayude y encuentre una solución justa a la lucha por la tierra en nuestro pueblo. Por el camino, la policía militar intentó pararnos y tiró y desperdigó nuestra comida, agua, bolsos y documentos por la carretera. La mayoría de los residentes que caminaban juntos en la marcha fueron golpeados por la policía y resultaron heridos y nuestros hijos lloraban. No pude ayudar a mi esposo cuando ví que se lo llevaban al camión policial.
Muchos de los que hemos caminado juntos hoy son mayores y muchos son niños. Yo no quería llevar a mis cuatro hijos conmigo pero no tengo elección. El más pequeño solo tiene cuatro meses.
Queremos justicia para nuestra gente. Cinco de nuestros representantes están detenidos y queremos que sean puestos en libertad. Queremos que este gobierno impida a la empresa [KDC International] que siga construyendo muros que rodean nuestras tierras, que retire de inmediato a la policía militar de nuestro pueblo y que deje de amenazar nuestra libertad, y que podamos tener un medio ambiente sano para que nuestros hijos puedan ir a la escuela. No volveré a mi pueblo hasta que no se de una solución adecuada a nuestro problema.

Voces desde el campo 3

Vamos a parar los oleoductos de Enbridge

Winona La Duke, Honor the Earth, Minnesota.

La organización medioambiental nativa “Honor the Earth” está organizando una gira por el norte de Minnesota para lograr el compromiso de las comunidades ribereñas de una de las muchas conducciones que cruzarán el North Country para transportar las arenas bituminosas y el petróleo extraído por fracking: la propuesta de conducción Enbridge Sandpiper. La gira no solo quiere evitar la amenaza de la conducción, sino que es un acto de solidaridad para detener la explotación de arenas bituminosas y petróleo Bakken de sus lugares de procedencia.
Es la niebla de la mañana. Veo a los caballos entre la niebla. Luego cabalgaremos hasta el lago. Es el lago Rice, en mitad del refugio del lago Rice. El lugar es Minisinoo, un pueblo tradicional de los Anishinaabeg*, que han vivido aquí durante miles de años.
“No entiendo como pueden poner el oleoducto aquí …. Es el lecho de un lago de origen glaciar, con grandes cantidades de manoomin**…que hacen que la vida sea rica en cantidad y calidad. Nos sentimos amenazados.” La tierra está llena de lagos, plantas medicinales y zonas húmedas. (…) Aqui no necesitamos ningún oleoducto. La biodiversidad y la deslumbrante belleza del ecosistema son maamaakaajizhichige. Impresionante.
Los líderes tradicionales y los ceremoniales del pueblo de East Lake nos dan la bienvenida, rezan por nosotros, alimentan nuestras almas, pastorean a nuestros caballos, y alimentan nuestros cuerpos. Explicamos la logística del oleoducto, hablamos de los 20.000 galones por minuto que saldrían en caso de rotura en la conducción, y todos sabemos que irían directamente al agua. (…) La capa freática está solo a un pie por debajo de la superficie. El oleoducto es un peligro. Y se une a otro proyecto extremo de extracción que pesa sobre la zona- un conjunto de exploraciones mineras de cobre y zinc de Rio Tinto Zinc/Kennecott Copper: muy profundo en el lecho glaciar que conforma estas tierras, hay rastros de cobre, zinc, magnesio, diamantes y oro. Nos cuentan que la compañía ha alquilado un edificio en la ciudad al norte y sigue buscando y excavando por ahí.
No hay ningún lugar seguro donde esconderse, donde cultivar arroz, donde ser Anishinaabeg. De modo que protegemos nuestro territorio, como hemos hecho durante siglos. Sigue siendo hermoso y está lleno de agua limpia, y medicinas. Lo es todo. Nuestra agua es más importante que su petróleo. Nuestro mino bimaatisiiwin*** nos ayudará a conseguirlo. Love water not oil.

* Palabra que suelen utilizar los pueblos Odawa, Ojibwe, y Algonquin.
** El arroz salvaje de los Ojibwe, que históricamente ha sido el plato de subsistencia de su dieta.
*** Filosofía Ojibway, que plasma el concepto de equilibrio entre los cuatro elementos de la salud:física, mental, emocional y espiritual.

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Shell to sea: La lucha de Rossport

Gerry Bourke, agricultor en el condado de Mayo, Irlanda.

Soy agricultor en el noroeste de Irlanda, cerca de la baronía de Erris en el condado de Mayo. Durante los últimos trece años hemos estado luchando contra Shell para proteger nuestra tierra, nuestro medio ambiente y nuestra comunidad. Shell planeaba atravesar los campos de nuestras comunidades – campos que nuestras familias han cuidado y nutrido durante generaciones con un gasoducto de gas no procesado, altamente volátil y contaminante. Todo son turberas por aquí, nosotros fertilizamos los campos con algas que traemos del mar. Para nuestras comunidades, la tierra lo es todo.
Hemos luchado contra Shell y nos han reprimido con violencia. Han pegado a la gente de nuestra comunidad, la han maltratado, les han sometido a la ley marcial. Se presentaron casi un centenar de denuncias por la conducta de la policía – pero ninguna obtuvo respuesta. La gente se queja justificadamente de Shell, pero la realidad es que se les ha permitido hacer lo que han hecho. Tienen sus propios servicios de policía y de seguridad privada; sus acciones fueron facilitadas por el Estado irlandés. El gobierno trazó una línea alrededor de nuestros pueblos y estableció: “El estado de derecho, la ley del Estado irlandés, ya no se aplica aquí.” Como si se tratada de un campo de pruebas para oprimir a su propio pueblo. El Estado pensó que podía aplastarnos, pero en lugar de eso lo que logró fue educarnos.

Hemos conocido a personas con ideas y conocimiento que han venido a apoyar nuestra lucha. Hemos aprendido muchísimo sobre cómo funciona el mundo, sobre cómo el gobierno irlandés puede tratar a su pueblo, sobre las alternativas. Ahora esperamos que nuestro conocimiento pueda ayudar a otras comunidades – si se reúne suficiente gente puede cambiarlo todo.

Tenemos que recordar que todo en esta isla – desde la última brizna de hierba hasta la luz de la luna – pertenece al pueblo irlandés, a todos nosotros y nosotras. Debemos tomar las decisiones juntos. Tenemos el deber, hacia nosotros mismos y unos hacia los otros, de asegurar que nuestras opiniones sean escuchadas, de ser responsables de lo que sucede. El gobierno nunca lo hará por nosotros.

Voces desde el campo 5

¡No permitiremos a ProSavana invadir nuestra tierra y colonizarnos!

Ana Paula Taucale, campesina de la provincia de Nampula y miembro de UNAC (Unión Nacional de Campesinos y Campesinas), Mozambique.

El gobierno de mi país ha cedido grandes extensiones de tierra para la agricultura a gran escala orientada a la exportación, en el Corredor de Nacala, con la participación de Brasil y Japón. Nosotros, los campesinos y campesinas de la zona, nos oponemos a este proyecto que consideramos una invasión que abrirá las puertas a acaparamientos de tierras a gran escala.
Ya hay pruebas de los efectos del acaparamiento de tierras en esa zona (norte de Mozambique) sobre las comunidades campesinas, y en particular sobre las mujeres. En la provincia de Nampula, donde vivo y tengo mi parcela, a las mujeres se les impide entrar en las zonas donde operan las empresas extranjeras. No podemos acceder a la leña, recolectar alimentos silvestres o raíces para su uso como medicamentos para nuestras familias. Ésta es una clara violación de la Ley de Tierras de Mozambique. La Ley exige que se consulte a las comunidades sobre concesiones de tierras a empresas, otorgándoles así el derecho a oponerse, como en los casos en que implican un abuso de sus derechos.
Rechazamos el acaparamiento de tierras y rechazamos el modelo de agricultura que representa el programa de ProSavana. Haremos todo lo posible para pararlo.
Nosotros, como UNAC, nos hemos reunido con otras organizaciones del país para lanzar en junio la Campaña Nacional STOP ProSavana. Queremos dar un alcance internacional a esta campaña: ya se han unido a nosotros organizaciones de la sociedad civil de Brasil y Japón. Queremos activar los mecanismos legales a escala nacional y de Naciones Unidas para que los que están poniendo en marcha el programa ProSavana rindan cuentas en mayor medida por los daños que puedan causar a las comunidades campesinas de Mozambique.


Para más información sobre la campaña, ver aquí.

Voces desde el campo 6

Estamos dispuestos a luchar

Parvati*, Muttagi, India.

Yo no tengo tierra, pero tengo una casa. Soy una trabajadora agrícola en las tierras de otros. Hago pan en casa y lo vendo para ganar algo. En realidad hace mucho que mi tierra se tomó para construir un embalse, y no le deseo eso a nadie. Por eso me uní a este movimiento contrario a que la compañía NTPC (National Thermal Power Corporation Limited) construya una central térmica en mi pueblo. Si se pierden los campos de los agricultores locales, ¿qué vamos a comer? Durante la protesta, los hombres nos dijeron que nos pusiéramos delante, así la policía no usaría la violencia. Pero cuando llegamos delante de la central térmica de la NTPC, la policía nos pegó con lathis (palos largos) – hasta a mí me pegaron. Tuvimos muchísimo miedo. Era mi primera experiencia en una revuelta. La policía cargó contra nosotras dentro de los hoteles, de la comisaría, hasta dentro de la estación de tren! Pero los miembros del movimiento campesino nos dijeron que no tuviéramos miedo. Uno de mis parientes está en la cárcel. Es un estudiante de secundaria, y ¡simplemente se lo llevaron! Estoy decidida a luchar contra la NTPC. ¡Cuando las mujeres nos unamos, ya veréis lo que hacemos!
No queremos la central de la NTPC. Aunque nos den dinero, no queremos la central. No queremos enfermedades como la tuberculosis, asma, etc. No queremos que afecte a los niños en el vientre de sus madres. Ahora sabemos que el agua que rodea a la central térmica es venenosa. No estamos diciendo ninguna mentira. Que nos disparen si quieren. Por nada del mundo queremos perder nuestra tierra. No queremos que haya víctimas ni de su lado ni del nuestro. Antes de empezar a trabajar deberían haberse reunido con nosotros para hablar del impacto de la central térmica.
¿Por qué compró estas tierras el gobierno? Seguro que se hacen ricos, pero ¿qué van a hacer los pobres? ¿Qué nos espera en el futuro? Estamos dispuestos a luchar.


*Nombre ficticio para proteger su identidad

Voces desde el campo 7

Los yaqui defienden su agua del gobierno y la industria

Mario Luna, vocero de la tribu de Vícam, Sonora, México.

En 2010 el gobierno estatal anunció la construcción de un acueducto que arrebatará millones de m3 de agua del río Yaqui. El agua es parte del territorio ancestral yaqui, ratificado parcialmente en 1940 mediante un decreto presidencial.
Aunque hemos ganado en los tribunales, el gobierno no detiene el proyecto y promueve el odio contra nosotros.
Con la movilización comenzaron procesos judiciales contra algunos y a muchas familias se nos suspendieron los apoyos de los programas gubernamentales. Hay hostigamiento, auditorías, amenazas directas de muerte, y personas secuestradas.
En sus 74 años, el decreto que nos otorga el territorio no se ha cumplido. La hidroeléctrica construida en los 50 sólo destina agua para energía, y la Comisión Nacional del Agua nos la escamotea e pues nos asigna sólo 250 millones de m3 al año de los 800 millones de m3 de capacidad de la represa.
Fuimos los últimos en enterarnos —por las notas de prensa— del proyecto del acueducto. Las autoridades no nos consultaron, aun cuando es una obligación asentada en diversas normativas internacionales.
Sólo 8% del río Sonora, es para consumo de los ciudadanos; el resto abastece a campos agrícolas y ganaderos. En la region crece el sector industrial. Ford amplió a casi el doble su capacidad; se instala la segunda planta más grande en Latinoamérica de la cementera Holcim Apasco; llega Heineken, la cervercera más grande del orbe; Coca-Cola y Pepsico van a ampliar sus instalaciones de alimentos procesados. El gobierno estatal viola reiteradamente la suspensiones dictadas por el poder judicial de la federación. El 15 de julio, el Tribunal Colegiado de Hermosillo anuló la resolución del juez que otorgó la suspensión, motivo por el que los yaqui retomamos los bloqueos, en la carretera federal a la altura de Vícam, hasta nuevo aviso. Resistimos de manera pacífica, pero estamos en el ojo del huracán.

Cuadros

Cuadro 1

El Tribunal Permanente de los Pueblos (TPP) en México

“Libre comercio, violencia, impunidad y derechos de los pueblos”

El TPP nació como Tribunal Russell para juzgar los crímenes de Estados Unidos en Vietnam. Después juzgó a las dictaduras en el Cono Sur y se convirtió en “tribuna permanente” donde los pueblos expresan en sus propios términos los agravios sufridos, se reconocen como sujetos de su proceso y denuncian a los responsables de su caos y sufrimiento.

En México el TPP se instaló en 2011 a petición de cientos de organizaciones campesinas, obreras y de la sociedad civil que acusan al Estado mexicano por el delito de desvío de poder: favorecer sistemáticamente a las empresas mientras impide que la gente logre la justicia con todo su aparato jurídico y económico.

El desvío de poder se dirime en siete procesos derivados del orden impuesto con el libre comercio: violencia contra los trabajadores; violencia contra los migrantes; censura y violencia contra los medios de comunicación; devastación ambiental; violencia contra el maíz y la autonomía de los pueblos; violencia de género; guerra sucia e impunidad.

En la autonomía de los pueblos, el reclamo es el despojo de las posibilidades de subsistencia, cuyo corazón es el maíz, alimento vital y núcleo de la defensa territorial. Quizá es la primera vez que un jurado internacional asume la integralidad del ataque y las complejas relaciones entre el despojo, la soberanía alimentaria, la expulsión migratoria y el acaparamiento de los territorios y bienes comunes. El TPP recomendó al gobierno de México que se salga del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. De no hacerlo serán imposibles la soberanía nacional y la autonomía; que prohíba el maíz transgénico por atentar contra una matriz civilizatoria plena de futuro. Determinó que México viola el Estatuto de Roma por genocidio, y visibilizó en lo internacional los abusos del gobierno contra los pueblos.

El TPP abre espacios de diálogo y vinculación y donde los agraviados sistematizan su experiencia y recuperen su centralidad como sujetos. Alienta las luchas y fomenta la sensación de logro y aplomo, al abrir campo para la expresión de los agravios en un entorno de confianza en su palabra, con referencias y términos propios.

Cuadro 2

Atlas de justicia medioambiental

El atlas de justicia medioambiental es un atlas de mapas temáticos y regionales que cubren los conflictos socio-ambientales en todo el mundo. La mayoria de los casos cubiertos por el atlas se centran en situaciones en las que las comunidades se movilizan y luchan por la justicia medioambiental.


Algunos aspectos destacados del proceso de cartografía:
1. Los conflictos ecológicos van en aumento por todo el mundo, espoleados por la demanda de materiales alimentada sobre todo por la pequeña parte más rica de la población mundial. Las más afectadas son las comunidades pobres y marginalizadas. (…).
2. Se acrecientan las formas clásicas y nuevas de extracción (fracking, servicios de los ecosistemas). Esta búsqueda de recursos se centra mayoritariamente en los últimos ecosistemas intactos del planeta, que muchas veces albergan a pueblos indígenas y comunidades de subsistencia.
3. La actual ola de acotamientos está conduciendo a una temeraria e irreparable destrucción del medio ambiente, incluso a la contaminación y agotamiento del agua, la degradación del suelo, y la liberación de materias tóxicas peligrosas; también a la pérdida del control comunitario sobre los recursos necesarios para su sostenimiento. (…)
4. Estas injusticias medioambientales conllevan la implicación de una red heterogénea de actores, no solo los actores de las corporaciones que ya trabajan en la inversión de capitales a gran escala, sino nuevos actores financieros. (…) La resistencia de los pueblos está emergiendo. Las comunidades están luchando para recuperar el control sobre sus propios recursos y hacer valer su derecho a un medio ambiente saludable. Las formas de acción no solo utilizan los medios formales, como recursos ante los tribunales, presión sobre los gobiernos y referéndums, y la movilización informal, sino también las protestas callejeras, bloqueos y ocupación de tierras.
5. Las compañías siguen disfrutando de una impunidad corporativa generalizada con respecto a los abusos sobre el medio ambiente y los derechos humanos. Las compañías continúan con sus actividades en medio de fuertes protestas ciudadanas, a veces recurriendo a fuerzas de seguridad privada y a la connivencia de los gobiernos para aplastar la resistencia. Esta creciente persecución y la violenta puesta de los activistas medioambientales en el punto de mira está menoscabando los derechos humanos (Boletín Nyéléni núm. 14: Derechos y represión).
6. Una mayor rendición de cuentas de las empresas, en lugar de la responsabilidad corporativa voluntaria, y la reducción del consumo, son el único modo de impedir la extensión de los conflictos ecológicos por todas partes. Es fundamental que los grupos de ciudadanos continúen la vigilancia y la movilización.
7. Entre historias de devastación y contaminación del medio ambiente, hay muchos casos de victorias de la justicia medioambiental (…). La resistencia popular de las comunidades afectadas es fundamental para avanzar hacia una economía más equitativa y sostenible.

Destacados

Nosotros, la gente común

Nunca antes había sido tan claro que desde el fondo de los tiempos, los pueblos y comunidades, la gente común siguen ahí y que los sistemas “dominantes” están más y más desesperados por controlarlos. Es gente que guarda sus semillas nativas y que en su sentido más amplio cultiva alimentos para su propia comunidad y en gran medida el mundo. Es gente que vive en resistencia reivindicando, cada vez más, un autogobierno en defensa de sus territorios ancestrales. Son comunidades que desde siempre han puesto su vida al servicio del mundo ejerciendo un cuidado y un equilibrio entre plantas, animales, y las fuentes de agua, entre los “seres naturales y espirituales” —cultivando una memoria y una presencia de nuestro entorno de subsistencia, de nuestros vivos, de nuestros muertos.

Cuántos somos y qué hacemos

Un nuevo informe de GRAIN[1], es una revisión profunda de los datos de la estructura agraria y la producción alimentaria a nivel mundial y llega a seis conclusiones centrales.

La primera conclusión es que el campesinado sigue siendo quien, en fincas pequeñas, produce el grueso del abasto alimentario en el planeta —sobre todo para alimentar a la propia familia, la comunidad y los mercados locales.

La segunda es que la vasta mayoría de las fincas en el mundo son pequeñas y siguen encogiéndose, debido a una miriada de fuerzas expulsoras. Si esta tendencia no la revertimos con una resistencia que lleve a una reforma agraria integral, la expulsión de gente y ahora ya lo vemos, niños y niñas, será todavía más brutal.

Todas estas fincas campesinas pequeñas están apretujadas en menos de una cuarta parte de la tierra agrícola a nivel mundial. El porcentaje también disminuye. Ésta sería la tercera conclusión.

Una cuarta certeza es que mientras se pierden fincas, tierras y campesinos y campesinas por todas partes, las grandes instalaciones industriales agrícolas crecen. En los últimos 50 años, debido sobre todo al monocultivo industrial, unos 140 millones de hectáreas —bastante más que la tierra agrícola de China— fue acaparada para plantar soya, palma aceitera, canola, caña de azúcar y maíz industrial.

Otra quinta conclusión es que técnicamente, según los datos extraídos de censos nacionales de casi todos los países del mundo, las fincas pequeñas son más productivas que las enormes instalaciones agrícolas -pese al enorme poder y recurso de las grandes haciendas industriales.

La sexta y última es que la mayoría del campesinado son mujeres.  No obstante sus contribuciones, siguen marginadas, sin que las contemplen en las estadísticas oficiales y como tal siguen siendo discriminadas cuando se trata del control de la tierra.

Quiénes nos atacan

Hoy, debemos reconocer que la vida de los pueblos, la persistencia y entereza de las comunidades campesinas, las confronta radicalmente con los sistemas ávidos por controlar la mayor cantidad de relaciones, riquezas, personas, bienes comunes y actividades potencialmente lucrativas, mediante leyes, disposiciones, políticas, extensionismo, programas, proyectos y dinero. Mediante la agroindustria, que implica producir (no sólo alimentos) con métodos más y más sofisticados (no necesariamente más eficientes) en grandes extensiones de terreno para cosechar grandes volúmenes y obtener mucha ganancia a toda costa.

Su lógica industrial perpetra una violencia extrema contra las escalas naturales de los procesos y los ciclos vitales, y en la llamada integración vertical: una enloquecida carrera por agregarle valor económico a los alimentos con más y más procesos —de la tierra acaparada a la semilla certificada, al suelo, a su fertilización y desinfección megaquímica, a la mecanización agrícola, al transporte, al lavado, procesamiento, empaque, estibado, almacenado y nuevo transporte (incluso internacional) hasta arribar a mercados,  supermercados y comederos públicos.

Como ya sabemos, esta suma de procesos contribuye al calentamiento que extrema la crisis climática (cerca del 50% de los gases con efecto de invernadero provienen de estos procesos combinados). También favorece el sojuzgamiento de todas las personas atrapadas de una u otra forma en ese sistema alimentario transnacional y globalizador. Un sistema que no resuelve la alimentación de las comunidades ni de los barrios pero sí los utiliza para realizar los trabajos más innobles y dañinos de toda la cadena mientras, como campesinos, los cerca en un sistema agropecuario industrial que le va robando futuro a sus labores y vuelve trabajo semi-esclavizado lo que antes era tarea creativa, digna y de enormes cuidados. Por eso, producir nuestros alimentos de modo independiente del llamado sistema alimentario mundial es algo profundamente político y subversivo.

Acaparamiento, memoria y resistencia

Es innegable que hay una relación directa entre la pérdida de tierras y el avance de la megaminería, el petroleo, el gas, y los monocultivos. Como está planteado en el editorial, debemos reconocer que existe un amplio margen de investigación por realizar para descubrir el avance del extractivismo y la fragmentación, desmantelamiento y pérdida de territorios por parte de campesinos e indígenas. Como botones mínimos de prueba, baste decir que en México 26 % del territorio nacional está ya concesionado a las mineras, y que en Colombia, 40% del territorio está también concesionado. En este último país, “el 80% de las violaciones de los derechos humanos que ocurrieron en los últimos diez años se produjeron en regiones minero-energéticas y el 87% de las personas desplazadas proceden de estos lugares”. En Perú, es el 40% de los territorios campesinos el que está ya entregado a las mineras. Si recorriéramos país por país, algo que sin duda es necesario comenzar a hacer de modo sistemático, nos encontraríamos con panoramas parecidos, hasta el extremo de la República Democrática del Congo donde lo tremendo ya no lo mide el porcentaje de tierras entregado sino el número de muertos desatado por los conflictos por los minerales, sobre todo diamantes, coltán y oro: más de 7 millones de asesinados con violencia en menos de 15 años.

Los conflictos por el agua son también recurrentes. “En África, por ejemplo, una de cada tres personas sufre de escasez de agua y el cambio climático empeorará la situación. El desarrollo en África de sistemas indígenas de manejo de aguas, altamente sofisticados, podría ayudar a resolver la crisis, pero son estos mismos sistemas los que son destruidos por los acaparamientos de tierra a gran escala, en medio de afirmaciones de que el agua en África es abundante, que está subutilizada y que está lista para ser aprovechada por la agricultura para la exportación”, dice otro informe de GRAIN[2], Y claro, no es sólo África.

Más allá de las causas, que van de los monocultivos del sistema agroalimentario industrial al extractivismo más severo y contaminante de la minería, pasando por las centrales eólicas, los pozos petroleros, las reservas de la biosfera y los proyectos REDD, el megaturismo y los desarrollos inmobiliarios, los trazos carreteros, las mega-represas hidroeléctricas, los trasvases de acuíferos, los corredores multimodales o la entrada brutal de la cultura de la delincuencia y la narcosiembra, los laboratorios o el tráfico, lo real que hay un ataque contra nuestra memoria territorial porque nuestros territorios son el entorno vital, los ámbitos comunes para recrear y transformar nuestra existencia: ese espacio al que le damos pleno significado con nuestros saberes compartidos en nuestra historia común.

Para provocar escasez y dependencia económica, los sistemas mundiales corporativos, industriales o multilaterales han ido promoviendo una deshabilitación progresiva que busca que las comunidades, que durante tanto tiempo han alimentado al mundo, no puedan resolver por medios propios ni su propia subsistencia, ni su salud, su educación, y otras necesidades que se han ido acumulando. El efecto de esta precariedad impuesta es la expulsión de poblaciones, fragilizando sus estrategias y restándole peso a su propio futuro.

Por eso la soberanía alimentaria sigue siendo profundamente pertinente y esperanzadora como herramienta de autonomía y defensa territorial, porque revive plenamente nuestra memoria. Una producción propia de alimentos desde el nivel más pequeño y comunitario para arriba es una propuesta vital y existen pruebas de que es posible darle la vuelta a tanto agravio.


[1] Hambrientos de tierra: los campesinos en pequeña escala alimentan al mundo con menos de una cuarta parte de toda la tierra agrícola, ver www.grain.org

[2] Exprimir África hasta la última gota: Detrás de cada acaparamiento de tierra hay un acaparamiento de agua”, julio 2012 ver www.grain.org

Boletín núm. 19 – Editorial

Comunidades en lucha por la defensa de sus territorios

El acaparamiento de tierras en el planeta crece implacable.
Cuando como GRAIN comenzamos una investigación al respecto, pusimos el foco, por razones metodológicas, en el renovado control que sobre terrenos por todo el mundo emprendían los gobiernos de algunas naciones invocando a toda voz su intención de resolver una inseguridad alimentaria. Muy pronto, los variados grupos financieros (incluidos algunos fondos de pensión) saltaron al centro de los procesos de negociación desnudando el carácter especulativo de muchos de estos tratos agrarios y abriendo el foco de esta renovada ansia corporativa de tierra.

Siempre hemos estado conscientes de que el acaparamiento de tierra es mucho más vasto y ominoso de lo que hemos mostrado hasta el momento. No es sólo su utilización para emprendimientos agrícolas industriales de monocultivo de materias primas de exportación, ni la producción dislocada de alimentos en otros países. Implica extractivismo: agua, minería, petróleo, deforestación, narcotráfico, servicios ambientales y proyectos REDD (es decir territorios enajenados aparentemente en resguardo) y la especulación subsecuente con ellos, el turismo, el desarrollo inmobiliario y la urbanización, la geopolítica militar y mucho más.

En este número de Nyéléni, queremos asomarnos un poco a este fenómeno creciente y a las posibilidades de resistirlo desde nuestras comunidades.

GRAIN

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Documentando casos exitosos de aprendizaje horizontal

Peter Rosset , La Via Campesina

La “academia” ya no es el epicentro de la producción de conocimiento– si es que lo fue alguna vez. En el mundo actual, una parte importante del conocimiento nuevo, e incluso de la teoría, sobre las alternativas al desarrollo convencional, excluyente, está siendo generada por los movimientos sociales.

Tuve la oportunidad de participar en uno de los procesos de autoe-studio de La Via Campesina (LVC). En este caso el objeto del análisis era el movimiento de agroecología campesino-a-campesino de la Asociación Nacional de Pequeños Agricultores de Cuba (ANAP-Via Campesina), uno de los casos de éxito más importantes en la integración de la agroecología campesina como parte de la soberanía alimentaria. Utilizando de modo deliberado una metodología de proceso social, la ANAP consiguió en poco más de una década construir un movimiento social de agricultura ecológica dentro de una organización nacional de agricultores – un movimiento que ha llegado a incluir al 50% de todas las familias de campesinos de Cuba. Con escasos o nulos insumos de fuera de la explotación, cultivando de modo agroecológico, han aumentado drásticamente la contribución relativa y total del sector campesino a la producción nacional de alimentos, promoviendo con ello la soberanía alimentaria. LVC y ANAP querían que los campesinos reconstruyeran su propia historia, e hicieran su propio análisis de las claves del éxito. Y querían que los resultados de este proceso se presentaran en un formato que no solo ayudara a la ANAP con sus procesos internos, sino que permitiera a organizaciones de otros países extraer enseñanzas útiles. Un equipo reducido recorrió toda la isla, facilitando seminarios en cooperativas campesinas, en los que los propios participantes en el movimiento recrearon su historia y extrajeron colectivamente sus propias enseñanzas. El equipo se responsabilizó de organizar la información en un libro para su uso en los centros de formación de LVC y para apoyar el trabajo de campañas.

Otros equipos de LVC han iniciado procesos parecidos para analizar otros casos. Uno de ellos es la experiencia del Movimiento Zero Budget Natural Farming del sur de la India, en el que millones de campesinos indios han dejado de comprar productos químicos y han organizado la producción a través de prácticas ecológicas autónomas.

Voces desde el campo 2

Soberanía Alimentaria en los Andes

Maruja Salas

Presentamos a las personas del campo que piensan con la fuerza de la naturaleza y defienden sus derechos colectivos e individuales a la comida sana expresándose con un lenguaje pacífico, metafórico y a veces enigmático. Encarnan los saberes generados desde la comunidad donde han nacido y de las que forman parte en diferentes grados de organicidad. Al referirse a sus actividades de crianza de la chacra, de los animales y la pesca, lo hacen con sentimientos de gozo, transmiten los valores de quienes armonizan el trabajo y la celebración en cada faena. Distinguen con reverencia la dimensión espiritual de sus saberes, cada momento del trabajo chacarero, de la pesca o del pastoreo está respaldado por rituales a los Apus, a la Pachamama. Prestan atención a los signos de la naturaleza como también a los símbolos de los sueños para anticiparse a los resultados de sus esfuerzos. En la lectura de las señas, la selección de las semillas, la preparación de la comida, así como en el almacenamiento de la despensa siguen las tradiciones y recrean reglas que propician el bienestar de la familia. Más información acerca de su trabajo se puede encontrar en el sitio web del Programa Andino para la Soberanía Alimentaria.

Lucía Paucara
Viene de Yunguyo, del centro poblado de Vilurcuni. Tiene 54 años y es chacarera desde su infancia. Para ella la semilla de la papa es la trama de su vida. Hace chacra, cosecha y almacena en phinas (despensas en pozas al aire libre tapadas con paja o rastrojos). Cuida a la papa como si fuera una hija, la arropa (darle tierra) y le ofrece rituales de sahumerio en la fiestas. Como vive a las orillas del lago tiene muchas variedades de papa, con las que cocina diversidad de comidas: como patasca, chayro y watia. No morirá de hambre haciendo sus chacras. Puede mantener dos hijos que están en Lima y una hermana en Tacna.

Presentación Velásquez
Aprendió de su abuela a tener parcelas en Aynoqas (cultivo rotativo sectorial). Cuando viene la granizada o la helada, para evitar el daño, comunica a los comuneros para defenderse organizadamente. Presentación ha prometido a sus nietas hacer chacra hasta la muerte para que nunca les falte buena comida.

Domitila Taquila
Vive en Aychullo y no ha nacido sabiendo. Los saberes de la chacra los aprendió de su abuelita mientras que tejer y cocinar de su mamá. Las señas en cambio se le han ido revelando por sueños. Enseña a sus hijos las ventajas de la comida de la chacra y les da fiambre sin comprar pues esas son comidas contaminadas.

Cuadros

Cuadro 1

Descolonizando la investigación y las relaciones: Revitalizando las  rutas comerciales tradicionales (“Grease Trails”)

Los investigadores  indígenas y los depositarios del conocimiento tradicional de British Columbia, Canadá, están desarrollando un protocolo de investigación que guíe su investigación colaborativa. El Grupo de Trabajo sobre Soberanía Alimentaria Indígena (WGIFS) reunirá a una serie de investigadores indígenas y depositarios del conocimiento tradicional pertinentes para los Grease Trails (rutas comerciales tradicionales) para solicitar aportaciones y directrices en el desarrollo de su estrategia y protocolos de investigación. El proyecto de investigación para la revitalización de los “ Grease Trails” surgió como respuesta a una serie de reuniones de planificación estratégica y al gran número de propuestas de investigación de numerosas organizaciones y entidades de investigación recibidas de todo  Canadá.

Durante un seminario sobre la estrategia y el protocolo a seguir se trazarán los criterios que permitirán al A WGIFS emprender una investigación que se ajuste desde el punto de vista estratégico con la visión, valores y metas de las comunidades. El protocolo esbozará un proceso ético de trabajo inter-cultural  (de indígenas y no-indígenas) que descolonice las metodologías para la revisión de la bibliografía pertinente y el desarrollo de entrevistas de base comunitaria que aporten luz sobre cuestiones, preocupaciones, situaciones y estrategias pertinentes.  La descolonización de metodologías y estrategias puede abordar,   desde prácticas cotidianas que promuevan una mayor recogida, cultivo y reparto equitativo de alimentos indígenas, hasta un cuestionamiento más complejo de pensamiento crítico y rediseño de los marcos y metodologías institucionales  en el ámbito de la investigación. En este contexto, el taller proporcionará el tiempo y el espacio para concentrar la energía y las ideas que conduzcan al desarrollo de un modelo de protocoles culturalmente pertinentes para posicionar la voz, la visión, los paradigmas y las prioridades indígenas en los marcos institucionales para la investigación y el desarrollo comunitario. La estrategia de investigación conducirá a la generación de un corpus de conocimiento que a la larga permitirá a las comunidades indígenas investigar a partir de sus propios términos y responder más eficazmente a sus propias necesidades de alimentos adaptados a su cultura. 

Cuadro 2

Alianza entre ONG-sector académico para la investigación en materia de género,  nutrición y derecho a la alimentación

¿Cómo es posible que la situación de las mujeres y las chicas siga estancada, cuando tantos demandan que se incluya a las mujeres y la perspectiva de género en la seguridad alimentaria?  Esta cuestión condujo a la creación de una alianza entre ONG y miembros del sector académico para el desarrollo de un enfoque centrado en el género, la nutrición y el derecho humano a una alimentación y nutrición adecuada.  Aporta la experiencia a largo plazo de las organizaciones de la sociedad civil (FIAN International y la Geneva Infant Feeding Association, miembro de la Red Internacional International Baby Food Action Network (IBFAN-GIFA)) para documentar los casos de violaciones y abusos del Derecho a una Alimentación y Nutrición Adecuada en colaboración con comunidades afectadas y movimientos sociales, junto con el conocimiento experto teórico y fruto de su investigación    sobre el tema del Grupo de Investigación sobre Derechos de Nutrición con perspectiva de Género (Gender Nutrition Rights (GNR) Research Group), que surgió en la universidad de  Siracusa en colaboración con la Universidad de Hohenheim.

La investigación de este grupo descubrió que el actual marco de seguridad alimentaria para el derecho a una alimentación y nutrición adecuadas es incapaz de determinar las causas estructurales de hambre y malnutrición en todas sus formas, y que por ello es incapaz de proponer las políticas y programas públicos adecuados para superarlos. 

Sobre la bse de los debates de dos seminarios públicos se ha propuesto un marco conceptual ampliado para el derecho a una alimentación y nutrición adecuados[1]. Este marco ampliado, que se basa en el marco de la soberanía alimentaria y que integra las dimensiones de género, derechos de las mujeres y nutrición, persigue apoyar las luchas de los pueblos contra el acaparamiento de tierras y el  Big Food, entre otros. También persigue afilar nuestras herramientas de derechos humanos, ajustándolas a los desafíos actuales, de modo que proporcionen mecanismos adecuados para garantizar una vida digna para todos los seres humanos, y especialmente para los más desfavorecidos y marginalizados de nuestra sociedad. 

Cuadro 3

Investigación para equilibrar el poder en el ámbito de la soberanía alimentaria 

La investigación para la soberanía alimentaria pretende otorgar a los actores menos poderosos  (agricultores y proveedores de alimentos marginalizados, mujeres….) papeles más importantes que antes en la producción y validación del conocimiento[2]. La investigación que equilibra el poder persigue intervenir a través del ciclo de I+D (investigación y desarrollo). Su enfoque se centra en todo el ciclo de I+D (incluyendo la investigación científica y tecnológica, la evaluación de los resultados y las repercusiones de la investigación, la elección de prioridades estratégicas de abajo a arriba para la investigación y el desarrollo y la definición de políticas generales) y permite un cambio, desde los conceptos limitados de investigación participativa que confinan a los no-investigadores a un desarrollo de tecnologías “de etapa final” (por ej. El cultivo participativo de plantas)  hacia un enfoque más inclusivo en el cual los agricultores y otros ciudadanos pueden definir las prioridades estratégicas ascendentes de la investigación y los sistemas de gobernanza. 

Los siguientes factores facilitadores combinados son importantes a este respecto:

  • Consentimiento informado previo libre, normas de intervención desarrolladas conjuntamente y un código de ética acordado mutuamente entre los proveedores de alimentos y los investigadores.
  • Formación de espacios segurosespaciosno-amenazantes en los que los agricultores/as y otros actores interesados puedan adquirir confianza, debatir, analizar, movilizar y actuar sobre la base de una visión compartida. 
  • Inversión de los papeles y las prácticas profesionales normales. Por ejemplo, la investigación es llevada a cabo por y con los propios proveedores de alimentos  – con el papel de facilitación y apoyo de profesionales externos. Mujeres y hombres agricultoras/es marginalizadas/os son clave, en lugar de los agricultores más ricos, los centros de investigación, científicos, teorías abstractas, y un sesgo pro-urbano.  
  • Justicia cognitiva – reconociendo el derecho a la existencia de sistemas de conocimiento diferentes. La idea de justicia cognitiva recalca el derecho a la coexistencia de distintas formas de conocimiento y sus prácticas asociadas, modos de vida, formas de ser, y ecologías.
  • Revisión entre iguales ampliada..Tantolos agricultoresa pequeña escala como los científicos deben implicarse en la convalidacion del conocimiento y los resultados de los diálogos interculturales. Aquí debemos reconocer que existen muchas perspectivas legítimas sobre todos los temas. Cada actor, ya sea un agricultor o un científico, posee un conocimiento parcial e incompleto. Es necesaria una revisión entre iguales ‘ampliada’ en un momento en el que “no sabemos qué es lo que desconocemos” y en el que todos nos enfrentamos a las incertidumbres de un mundo en rápida transformación   (cambio climático y medioambiental, inestabilidad de los  mercados…).
  • La comunicación para el cambio no debería contemplarse como el derecho exclusivo de los profesionales de la comunicación que trabajan en centros de investigación científica y normativa y en departamentos de extensión agraria.  Hace falta una nueva práctica en materia de  comunicación y reparto de recursos que ponga de manifiesto la devolución y la dispersión del poder.  Los avances en las nuevas tecnologías de la comunicación (video digital, radio,  Internet) junto con el teatro  popular, las nuevas técnicas cartográficas y de visualización, ofrecen nuevas oportunidades de descentralizar y democratizar la producción de mensajes de conocimiento y comunicación – lo que permite que incluso las comunidades agrarias de pueblos remotos compartan historias y mensajes que pueden influir sobre las prioridades de la investigación, la política y la práctica a escala local, nacional e    internacional.

Cuadro 4

Investigación agraria para la soberanía alimentaria en África Occidental

Como parte de la iniciativa Democratizando la Investigación sobre Alimentación y  Agricultura (ver www.excludedvoices.org), a lo largo de los siete últimos años se han celebrado en Mali una serie de “jurados de ciudadanos” . Su objetivo ha sido permitir a los agricultores y otros productores de alimentos, mujeres y hombres, formular recomendaciones políticas  después de interrogar a testigos expertos procedentes de distintos medios.   Los jurados ciudadanos han explorado los siguientes temas:

  1. Los OGM y el futuro de la agricultura en Mali.
    1. ¿Qué tipo de conocimiento y de investigación agraria desean los productores y transformadores de alimentos a pequeña escala? 
    1. ¿Cómo democratizar la gobernanza de la investigación en el ámbito alimentario y agrícola?

Los jurados de ciudadanos han recibido la orientación de un grupo supervisor para garantizar que todo el proceso fuera creíble, representativo, fiable, justo y no rehén de ningún grupo de interés ni perspectiva.

En total, los jurados de agricultores han formulado más de 100 recomendaciones sobre las prioridades y la gobernanza de la investigación agraria para África Occidental. Las recomendaciones se han centrado en cuestiones como los modelos de producción agraria, los derechos de tenencia y propiedad de la tierra, y los mercados de alimentos y agrícolas, así como cuestiones sobre financiación, organización, práctica y gobernanza de la  investigación.

Como consecuencia de este proceso deliberativo único, los agricultores de África Occidental solicitaron un Diálogo Político con la Alianza para una Revolución Verde en África (Alliance for a Green Revolution in Africa, AGRA) y sus principales donantes. Los agricultores querían un debate cara a cara sobre las prioridades en materia de investigación con AGRA debido a que es un interlocutor clave para establecer las prioridades de la investigación agrícola para el desarrollo en Africa Occidental. Este diálogo político se llevó a cabo en Accra (Ghana) del  1 al 3 de febrero de 2012. Este evento de tres días de duración, presidido por el Relator Especial de la ONU para el Derecho a la alimentación Olivier de Schutter, contó con la presencia de representes de comunidades agrícolas de Asia,  Africa Oriental y Latinoamérica. Un enlace de video con Londres permitió la  participación de donantes y diputados del Reino Unido. Tanto los agricultores como AGRA presentaron su visión de la investigación agrícola en África. Globalmente, los análisis y las recomendaciones políticas de los agricultores eran radicalmente distintas a las que promovía AGRA. Por ejemplo, los agricultores de África Occidental eran claramente contrarios a una investigación que conduce a la privatización de las semillas y a tecnologías de apropiación de las semillas que permiten a las compañías el control del sector semencero.  También consideraban que  AGRA se equivoca cuando considera que las semillas locales de los agricultores  no han sido mejoradas, – negando con ello el trabajo de cría y selección vegetal realizado por las/os agricultoras/os. 

Sobre todo, AGRA y los agricultores africanos enmarcaban sus respectivas prioridades en materia de investigación en distintas visiones de la alimentación y la agricultura. Las/os agricultoras/es cuestionaban una visión de la agricultura que desvincula y separa la producción de cultivos de otros sectores  (ganadería, pesca, forestal) como inaceptable. Al dar prioridad únicamente a la producción de cultivos, AGRA está induciendo a un desequilibrio que los agricultores quieren evitar en África Occidental. Ellos rechazan el modelo de desarrollo de AGRA y su tipo de agricultura, que, según ellos, fomenta las grandes explotaciones y la desaparición de las pequeñas granjas familiares, así como el envenenamiento del suelo, del agua y de la gente. En cambio los agricultores de África Occidental pidieron que la investigación se centrara en el apoyo a la agricultura familiar y a la soberanía alimentaria.   

Fuentes:

Pimbert, M.P, B. Boukary, A. Berson and K. Tranh Thanh, 2011. Democratising agricultural research for food sovereignty in West Africa. IIED, London APPG on Agroecology, CNOP, Kene conseils, Centre Djoliba, IRPAD and IIED, 2012. High level policy dialogue between the Alliance for a Green Revolution in Africa (AGRA) and small scale farmers on the priorities and governance of agricultural research for development in West Africa. A photo story available in English and French.


[1]  El marco conceptual ampliado se propone en Anne C. Bellows, Flavio L.S. Valente, and Stefanie Lemke. (Eds.) Gender, Nutrition and the Human Right to Adequate Food: towards an inclusive framework. New York: Taylor & Francis/Routledge. (Fecha prevista de publicación: 2014).

[2]  Estas reflexiones se basan en una acción investigadora participativa con comunidades indígenas y locales que está teniendo lugar en el Altiplano andino (Bolivia y Peru), Asia (India, Indonesia, Nepal e Iran), Europa (Francia, Italia, Reino Unido) y Africa Occidenta (Mali) `donde se investiga con, para y por parte de la gente – en lugar de sobre la gente – para explorar como sostener los ricos y biodiversos sistemas alimentarios  controlados localmente. Ver: Pimbert, 2012)