Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

«El agua necesita una voz colectiva» contra las fábricas de cerdos en Yucatán   

Ka ́anan Ts ́onot / Guardianes de los Cenotes, testimonio presentado durante el aniversario de los Derechos Humanos de la ONU en 2022

En Yucatán, México, se ha producido una expansión masiva y acelerada de las fábricas de cerdos. Actualmente existen no menos de 274 granjas porcinas en la Península. Se han expandido a pesar de las condiciones medioambientales, sociales y culturales que deberían haber impedido su entrada en la región. Esto afecta a la relación metabólica con los «cenotes»: sumideros que conectan un enorme acuífero en el subsuelo de la Península con sus comunidades.

En la localidad de Homún, los Guardianes de los Cenotes han estado defendiendo su territorio de las granjas porcinas. Como consecuencia de la organización, la protesta y el litigio, en octubre de 2018 la mega-explotación industrial suspendió sus operaciones. Sin embargo, el riesgo seguirá hasta que no se cancele la fábrica de cerdos. Actualmente el caso está pendiente de la sentencia de un tribunal federal, que va a decidir sobre el derecho de los niños mayas a un medio ambiente sano y los derechos de los cenotes.

En la región de Homún, las comunidades mayas luchan contra la expansión de las fábricas de cerdos defendiendo el agua y la vida. En palabras de un defensor local de los derechos humanos: «Estos cenotes son lugares sagrados para nuestro pueblo, son tesoros, lugares donde se puede ver la vida y cómo funciona la naturaleza. La naturaleza trabaja sin voz, sin manos, sin pies. Necesitamos parar, hacer una pausa, ver la generosidad de la naturaleza, incluida el agua limpia. Esta megagranja NO debería perjudicar mi pueblo, NO va a matar la naturaleza de nuestro pueblo… El agua necesita una voz colectiva… Igual que nosotros necesitamos aire y agua para vivir, ellos nos necesitan a nosotros».

Voces desde el campo 2

Cómo gestionan las enfermedades del ganado los pastores de India occidental  

Documentado por investigadores de Anthra

Hasta hace poco, en el oeste de la India, si un rebaño de ovejas mostraba signos de viruela ovina, los pastores se dejaban barba y rociaban grandes cantidades de cúrcuma por todo el rebaño. Aunque a algunos les parezca absurdo, es una práctica lógica. Al dejarse barba y no afeitarse, el pastor enviaba una señal comprensible para los demás pastores de su comunidad: que sus animales estaban enfermos, que debían mantener los suyos alejados y también comprobar si presentaban signos de enfermedad. Además, se sabe que la cúrcuma en polvo tiene propiedades medicinales y se utiliza mucho en la India, no sólo para cocinar, sino también como antiséptico. Este pastor también se aislaba, aislaba a su familia y a su rebaño, hasta que remitían los síntomas, para limitar la infección.

Los pastores y otros ganaderos de la India llevan años haciendo frente a las enfermedades de su ganado mediante una combinación de prácticas. Han seleccionado especies y razas adecuadas para la región en la que viven, han gestionado los pastos y el agua para sus animales usando migraciones, han utilizado hierbas y especias caseras para tratar a sus animales cuando estaban enfermos y han recurrido a prácticas de «gestión» como las mencionadas para contener y limitar la propagación de enfermedades.

Voces desde el campo 3

Mi trabajo se ha vuelto más peligroso  

Bernarda López (seudónimo), testimonio ante el Congreso de EE.UU.

Nací en Guatemala y llevo 24 años viviendo en Estados Unidos, trabajando en diferentes centros cárnicos de Tyson. Mi trabajo se volvió más peligroso durante la pandemia porque trabajo muy   pegada a mis compañeros. Tuvimos que continuar con nuestro trabajo porque nos nombraron «trabajadores esenciales». Es habitual que los trabajadores vayan a trabajar estando enfermos para evitar puntos disciplinarios por faltar al trabajo. Yo estaba preocupada porque mi marido estaba convaleciente por una operación y no quería que cogiera la Covid-19. La empresa no puso en marcha medidas de seguridad eficaces y no nos dijo nada sobre los casos que empezaron a aparecer.

Sólo vimos que la gente empezó a faltar al trabajo, pero nunca nos dijeron el motivo. Empecé a tener algunos síntomas de dolor de cabeza y me sentía muy cansada. Cuando informé a mi supervisora, no me dejó marcharme a casa. Me dijo que si me iba me penalizarían con un punto, lo cual acepté porque me sentía mal. Al día siguiente volví al trabajo para no recibir otro punto y arriesgarme al despido. Después del trabajo, fui a una clínica y di positivo en la prueba de Covid-19. Inevitablemente, mi marido se contagió y falleció casi de inmediato.

Voces desde el campo 4

La falta de veterinarios no es excusa  

Attila Szőcs, Eco Ruralis, Rumanía[1]

En las zonas rurales de Rumanía, apenas hay veterinarios para los campesinos y los pequeños agricultores, solo uno por cada 1.000 pequeñas explotaciones. Por este motivo no hay capacidad para hacer frente a los brotes de peste porcina africana, que afectan a los ganaderos de cerdos del país desde 2017. Los organismos veterinarios del Gobierno se limitan a ordenar el sacrificio masivo de todos los cerdos en cualquier región donde haya un brote.

En las pequeñas explotaciones, la agencia envía equipos que recorren los pueblos, de granja en granja, disparando a todos los cerdos en la cabeza, y luego dejan los cerdos muertos para que los granjeros se hagan cargo de ellos. Las grandes explotaciones tienen sus propios veterinarios y gestores, y sacrifican a sus propios animales con la supervisión de la agencia. Las grandes explotaciones han recibido millones de euros en indemnizaciones del gobierno. En enero de este año hubo un brote en una granja reproductora de propiedad danesa y se sacrificaron 42.000 cerdos.

Voces desde el campo 5

Las normas injustas conducen a la desaparición de los campesinos  

Nicolas Girod, Confederation Paysanne[2], Francia

[Hablando de ganadería] Tenemos normas injustas e inapropiadas, basadas en un modelo que no se ajusta a todos los campesinos y campesinas. Esto está llevando a la desaparición de los pequeños agricultores, al exigir la conformidad o llevar a la exclusión a los que no encajan en el molde. Lo que perseguimos con la agricultura campesina es un enfoque diferente: el objetivo de una norma puede alcanzarse de distintas maneras. Pero esto es algo que las autoridades no están dispuestas a considerar.

Recientemente hemos tenido que hacer frente a un brote de infección por el virus de la lengua azul.  La llamamos «enfermedad de exportación». Francia la utilizó como excusa para bloquear las importaciones de carne de países infectados, basándose en una clasificación exagerada del riesgo. Cuando la lengua azul llegó a suelo francés, el tiro salió por la culata: otros países la clasificaron de la misma manera y los ganaderos franceses ya no pudieron exportar hasta que todo el territorio estuvo libre de ella. Esto significaba vacunar a todos los animales, incluso a los que no corrían mucho riesgo, como el sector lácteo. Acudimos a los tribunales y fuimos declarados culpables -pero no condenados- porque no queríamos vacunar a nuestros animales. Es el tipo de medida absurda que no encaja en absoluto con nuestros sistemas autónomos de ganadería alimentada con pasto.

Nicolas Girod fue detenido recientemente por su participación en las protestas contra las mega balsas de agua para la agricultura industrial.

Voces desde el campo 6

Revitalizar la producción de carne a escala regional

Julia Smith, Rancho Blue Sky, Columbia Británica, Canadá

En 2008, los cambios en la normativa sobre transformación de carne provocaron la pérdida del 80% de las instalaciones de transformación de carne de Columbia Británica. En lugar de poder comprar una ración de carne de vacuno a su vecino granjero, la gente tenía que ir a la tienda de comestibles y comprar carne de vacuno de la provincia vecina de Alberta. Puede que ese animal hubiera nacido muy cerca, pero la pérdida de instalaciones de transformación significaba que ahora tenía que ser enviado a Alberta para su acabado, donde sería transformado por una de las gigantescas empresas que ahora transforman el 95% de la carne de vacuno de Canadá.

En 2018, un grupo de granjeros de Columbia Británica formó la Asociación de Pequeños Productores de Carne para luchar por cambios que permitieran a las granjas suministrar carne criada localmente. En 2021 conseguimos una nueva normativa que permite sacrificar hasta 25 animales en la granja al año y ahora estamos desarrollando una «Red de Centros de Carnicería» para apoyar tanto el sacrificio en la granja como otras operaciones regionales de transformación de carne. Esto incluye proyectos como el diseño y la construcción de un matadero portátil en un remolque, que puede ser utilizado por un carnicero profesional para prestar servicios a múltiples ganaderos con autorización para sacrificar en la granja.

Voces desde el campo 7

Razas locales de pollos  

Abdramane Zakaria Traoré, Centre Sahélien pour la Biodiversité

Las razas avícolas locales constituyen una fuente vital de proteína animal, huevos e ingresos para muchas comunidades rurales de África. Se crían en sistemas agrícolas familiares, suelen estar al alcance incluso de los agricultores con recursos limitados y su diversidad genética hace que tengan una extraordinaria resistencia a las enfermedades. Las razas autóctonas están adaptadas a su medioambiente específico y son más resistentes a las condiciones ambientales adversas y a las enfermedades que los pollos comerciales importados.

Las enfermedades de las aves de corral pueden causar enormes pérdidas económicas y comprometer la seguridad alimentaria. Sin embargo, las razas africanas de pollos han desarrollado mecanismos naturales de defensa que les ayudan a resistir y recuperarse más rápidamente de las infecciones. Necesitan menos medicación para prevenir y tratar las enfermedades que las razas comerciales, lo que minimiza el riesgo de que se desarrolle una resistencia a los antibióticos que ponga en peligro la salud humana. Si apoyamos la cría de pollos africanos y preservamos su diversidad genética, podemos reforzar la seguridad alimentaria, reducir la dependencia de los antibióticos y mejorar la resistencia de los sistemas de cría de aves de corral, allanando el camino para una auténtica transición a la agroecología en África.


[1]  Peste Porcina Africana: Un futuro cultivado en granjas industriales, una pandemia a la vez.

[2]  Artículo completo en francés aquí.

Cuadros

Cuadro 1

Pandemic Research for the People[1] (PReP)

Las inversiones de capital invaden los espacios forestales fronterizos con fines madereros, urbanísticos, mineros y de agricultura industrial (ganadería, monocultivos y acaparamiento de tierras que desplaza a los campesinos). Estos procesos fragmentan los ecosistemas forestales y amplían el número de interacciones multiespecíficas. Los virus se transfieren a las poblaciones humanas y los mandatos acelerados de los intercambios comerciales y los desplazamientos mundiales dispersan la flora y la fauna (incluidos los humanos infectados) por todo el mundo.

La ciencia dominante reclama una vigilancia cada vez mayor de los bosques, criminalizando a los residentes que viven en ellos y dependen de sus productos. En connivencia con la agroindustria, también promueve la «intensificación sostenible», cuya lógica subyacente es que el despliegue de las tecnologías de la Revolución Verde en las tierras de cultivo existentes preservará los bosques. Sin embargo, las ganancias derivadas del aumento de la producción impulsan la expansión agrícola.

Por el contrario, los agro-ecólogos promueven un modelo de «matriz forestal» que considera a las personas como componentes integrados y esenciales de sistemas ecológicos en los que la producción de alimentos está vinculada a la conservación. Este marco ecológico encaja con los actuales procesos indígenas, negros y campesinos de defensa de la tierra. La agroecología es un proceso de adaptación y mitigación que produce ecosistemas biodiversos de bajo consumo energético, mucho más susceptibles a ser resilientes ante fenómenos meteorológicos extremos y a regular mejor los ciclos epidemiológicos.

Las respuestas farmacéuticas a los brotes de enfermedades infecciosas impuestas desde arriba tratan la enfermedad como un agente externo aislado que afecta a poblaciones humanas vulnerables. La integración de la agroecología como respuesta a las enfermedades infecciosas aborda la infectividad y la propagación de la enfermedad como un síntoma posible (pero no inevitable) de complejas interfaces entre lo humano y lo no humano estructuradas a través de regímenes raciales-coloniales del capital global. Para el PReP (siglas en inglés de “Investigación pandémica dirigida a las personas”), la agroecología es crucial para luchar contra las enfermedades infecciosas, al tiempo que coloca la autonomía sobre la tierra y los medios de vida en manos del campesinado mundial. 

Cuadro 2

La mega-industria del salmón en Chile contamina, afecta a la salud y destruye la pesca local

La industria salmonera en Chile lleva décadas ocupando y destruyendo áreas protegidas y territorios ancestrales Mapuche, Kawesqar y Yagán. El uso abusivo de antibióticos y antiparasitarios por parte de la industria genera resistencias a antibióticos que son vitales para los tratamientos médicos de los seres humanos, al tiempo que afecta a los ecosistemas marinos. Este proceso disminuye la resistencia natural de las especies autóctonas y aumenta las enfermedades que pueden afectarlas.

La mega-industria del salmón ha introducido al menos 20 patógenos virales, bacterianos y parasitarios en los ecosistemas acuáticos del sur de Chile. Estos hechos causan graves impactos sociales y económicos en las comunidades recolectoras costeras, especialmente en el archipiélago de Chiloé. Las almejas y otros bivalvos filtradores son contaminados por toxinas neurotóxicas y gastrointestinales, lo que provoca el cierre sanitario de estas zonas a los pescadores y recolectores locales[2] .

Después de crear zonas de «sacrificio ambiental» y pruebas de ecocidio, las empresas extranjeras y chilenas exportan sus productos de valor multimillonario, certificados como «acordes con el medio ambiente y socialmente responsables». El problema de fondo es el modelo productivista y extractivista de explotación de la naturaleza, que pone en peligro permanente la vida, la salud y la biodiversidad de nuestros territorios. ¡Nuestras áreas protegidas y territorios ancestrales no serán zonas de sacrificio para el colonialismo salmonero destructivo!

Cuadro 3

Proceso Nyéléni, hacia un foro mundial de la soberanía alimentaria 2025

La voz de los aliados

Claudio Schuftan, Movimiento para la Salud de los Pueblos (PHM por sus siglas en inglés) y Asociación Mundial de Salud Pública y Nutrición (WPHNA por sus siglas en inglés), Ho Chi Minh 

Nyéléni 2007 fue una referencia para las organizaciones de la sociedad civil (OSC) de interés público y los movimientos sociales. Marcó una nueva pauta a la hora de plantear nuestras demandas a los responsables. Quince años después, ha llegado el momento de revitalizar el proceso para afinar nuestras demandas y también reunir nuevas fuerzas para hacerlo – mostrando así la importancia de la reunión de Roma que tuvo lugar el pasado mes de junio (2023).

El PHM está convencido de que el reto no es llegar a una nueva Declaración creada desde arriba. Es el proceso de los próximos 18 meses el que llevará la lucha a las bases, para que el resultado sea verdaderamente representativo a nivel mundial y, con suerte, se cree el contrapoder necesario.  El PHM es una red de redes de activistas por la salud y los derechos humanos, actualmente con presencia electrónica en más de 70 países. Se creó en el año 2000 y se mantiene activa tanto en cuestiones globales como nacionales. Su secretaría actual tiene su sede en Colombia (phmovement.org). La PHM cuenta con un grupo temático de trabajo sobre Alimentación + Nutrición muy en sintonía con los colaboradores y activistas de Nyéléni, dadas las innegables relaciones entre salud y nutrición. En el trabajo de nuestro grupo se vincula la soberanía alimentaria, la agroecología, la justicia climática y el derecho a la alimentación con el derecho a la salud. Llevaremos el proceso de Nyéléni a los 3700 suscriptores del servidor de listas phm-exchange, no solo para informar a nuestros sectores de los avances, sino para recoger sus aportaciones para trabajar colectivamente hacia una Declaración de 2025. Ciertamente, estamos todos en marcha.

Lo mismo puede decirse de la labor de la WPHNA, una asociación profesional de nutricionistas de salud pública. Yo soy miembro de su comité ejecutivo (www.wphna.org). WPHNA adopta plenamente los Principios de Nyéléni. Contamos con unos 500 miembros en todo el mundo. También estamos sin duda alguna en marcha.


[1]   Para más información, Centro Ecoceanos.

[2]   Más información  aquí o envíe un correo electrónico a rwallace24@gmail.com y alexliebman@gmail.com

Destacados

Destacados 1

Enfermedades emergentes y ganadería industrial

En 2008, mientras seguíamos la desastrosa respuesta internacional a la epidemia de gripe aviar H5N1 que asolaba Asia, escribimos: «El mundo está inmerso en grandes cambios con respecto a las enfermedades globales. Estamos abocados […] a tipos de enfermedades más mortíferas y con mayor capacidad de propagación. También hay más probabilidades de que surjan enfermedades zoonóticas y pandemias globales. Sin embargo, la respuesta internacional a esta situación no ha conseguido hasta ahora […] reflejar la gravedad de la crisis[1]«.

La causa del problema era evidente: la rápida expansión de un modelo de ganadería en el que miles de animales genéticamente uniformes son amontonados y empujados a crecer lo más rápido posible. Estas granjas industriales son caldo de cultivo para que cepas letales de enfermedades evolucionen y se amplifiquen, con la posibilidad de infectar a los humanos -ya que la gran mayoría de las nuevas enfermedades que afectan a los humanos proceden de los animales (se conocen como «zoonosis»). La estructura globalizada de la industria, con su gran concentración de zonas de producción (incluso en zonas deforestadas donde existe riesgo de contacto con animales salvajes) y su orientación a la exportación de piensos, carne y animales a grandes distancias, crea las condiciones para que las enfermedades se propaguen amplia y rápidamente.

La epidemia de gripe aviar H5N1 debería haber puesto en duda el fomento de la ganadería industrial y de la carne industrial. Pero ocurrió todo lo contrario. Los gobiernos y los organismos internacionales culparon a los pequeños agricultores y a los mercados tradicionales. Pusieron en marcha una serie de medidas para proteger al sector cárnico industrial, y utilizaron la epidemia como una oportunidad para crecer y concentrarse aún más, mientras dejaban la supervisión de estas mortíferas explotaciones y plantas cárnicas en manos de corporaciones y magnates corruptos.

En 2009 se declaró una gripe porcina pandémica en la industria porcina globalizada de Méjico. Le siguió una pandemia de peste porcina africana devastadora que mató a cientos de miles de cerdos en zonas de expansión de la ganadería industrial: Rusia, China y otras partes de Asia. Luego llegó la Covid-19, y aunque aún se desconoce su origen animal exacto, las instalaciones de transformación de carne de las grandes empresas fueron una importante fuente de transmisión, con cientos de miles de trabajadores afectados, además de sus familias y amigos. La gripe aviar afortunadamente   no se ha transformado aún en una cepa pandémica, pero una nueva variante está matando a millones de aves silvestres y se está extendiendo sin control por las granjas avícolas industriales más herméticas de Norteamérica, Japón y Europa.

Bajo el pretexto de la «bioseguridad», gobiernos y organismos como la FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) siguen promoviendo medidas para industrializar aún más la ganadería con el control de las grandes empresas.  Los enfoques basados en la diversidad animal, los conocimientos tradicionales y la producción y los mercados a pequeña escala y localizados, son ignorados e incluso criminalizados.

Para poner fin a esta insensatez y mantener al mundo a salvo de nuevas pandemias, debemos acabar con la ganadería industrial y defender y reconstruir sistemas de cría de animales que sean diversos, a pequeña escala y localizados.

Destacados 2

La resistencia contra la expansión de las mega-explotaciones porcinas y la defensa de los territorios indígenas, el agua, el aire y la naturaleza en América Latina[2]

A pesar de los graves perjuicios que causan, las fábricas de cerdos se están extendiendo desde Estados Unidos por toda América Latina. Estas fábricas de carne forman parte del régimen alimentario dominante (y en expansión) actual, el complejo cereal-oleaginoso-ganadero[3] mediante el cual se utilizan cereales y oleaginosas (principalmente maíz y soja modificados genéticamente) para alimentar al creciente número de animales de abasto. Desgraciadamente, si las cosas no cambian, en 2029 la producción de carne aumentará en 40 millones[4] y gran parte de esta carne se producirá en América Latina. Como la mayor parte de la carne se destina a la exportación, existe un claro intercambio desigual entre quienes se benefician de la explotación de los seres humanos, los animales no humanos y la naturaleza (las empresas cárnicas) y las comunidades -generalmente indígenas, campesinas y afro- que sufren los múltiples impactos negativos de la industria.

Las fábricas de cerdos son instalaciones industriales de producción de carne que confinan a miles de cerdos en espacios cerrados, para concentrar su energía en la producción de carne. La producción de carne con esta lógica capitalista contamina el agua, el aire y el suelo. Está asociada al acaparamiento de tierras y a peligros para la salud (incluidas pandemias), es una de las que más contribuye al cambio climático y a la deforestación, implica crueldad contra los animales y desplaza a otras formas de alimentación más sostenibles y justas. También se relaciona a las fábricas de cerdos con múltiples violaciones de derechos, incluidos los derechos a la tierra y al territorio, a un medio ambiente sano, al agua, a la alimentación, los derechos de la naturaleza, de los defensores de los derechos humanos y de los pueblos indígenas[5]

No es de extrañar que haya una creciente resistencia contra la expansión de la agroindustria y, en concreto, de las fábricas de cerdos. En 2022 se reunieron en Yucatán comunidades afectadas, activistas, organizaciones y académicos para debatir el creciente problema de las fábricas de cerdos en la región. La declaración de América sin mega granjas porcinas[6] consolida la demanda de promover la soberanía alimentaria, la agroecología y la producción ancestral de alimentos, en lugar de subvencionar y apoyar el agroextractivismo, así como la necesidad de acabar con las fábricas de carne.

Se han llevado a cabo múltiples acciones colectivas para acabar con las fábricas de carne, incluyendo, entre otras, consultas ciudadanas, auto-consultas indígenas, campañas, protestas, ocupaciones y litigios[7]. Muchos campesinos y pueblos indígenas que han alzado la voz han sufrido intimidación, criminalización y represión. A nivel regional, múltiples organizaciones han solicitado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos que realice una audiencia temática para abordar los casos de violaciones de derechos humanos en Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México y Estados Unidos relacionados con la industria cárnica.


[1]   Viral times – The politics of emerging global animal diseases (La política de las enfermedades animales globales emergentes) en inglés.

[2]   Hay muchos documentos elaborados por el grupo que produce este artículo. Véase aquí y aquí.

[3]  Weis, T. (2013). The ecological hoofprint: The global burden of industrial livestock (La huella ecológica: La carga global de la ganadería industrial). Bloomsbury.  

[4] Stiftung, H. B. Meat Atlas (Atlas de la carne) 2021.

[5] Para más información sobre la industria cárnica y las violaciones de los derechos humanos, puede ver la solicitud de audiencia temática presentada por 20 organizaciones y apoyada por 243 en 2022, y después en 2023, disponible aquí.

[6] La Declaración está disponible aquí.

[7] Para más información sobre Yucatán y otros lugares, véase el storymap.

Boletín núm. 53 – Editorial

Enfermedades emergentes y ganadería industrial

Ilustración: Rini Templeton, www.riniart.com

¿Qué hace que los alimentos sean seguros?

Para el sistema alimentario industrial, la «seguridad» consiste en gestionar los elevados riesgos que genera este modelo de producción de alimentos. Los alimentos se producen en campos de monocultivo o granjas industriales, con cultivos uniformes de plantas y animales muy vulnerables a plagas y enfermedades. En este contexto, las enfermedades pueden crecer o mutar hacia formas más letales y las enfermedades animales pueden transferirse al ser humano y propagarse por las cadenas de suministro de las empresas. Para paliar su vulnerabilidad, los cultivos se modifican genéticamente o se rocían con plaguicidas tóxicos, y los animales reciben antibióticos y medicamentos, lo cual genera más peligros para la salud. Después, la mayoría de los alimentos son procesados y se venden en supermercados, causando daños como la diabetes y el cáncer.

Para paliar esos riesgos, los gobiernos y las empresas imponen cada vez más reglamentos y normas. Pero lo normal es que limiten únicamente los excesos más graves, sin amenazar los beneficios empresariales, y resultan ajenos a los sistemas alimentarios basados en la ganadería tradicional, los mercados y la agroecología, cuyos riesgos son bajos gracias a la diversidad, los conocimientos locales, la confianza y los circuitos a pequeña escala. Esas normas se han convertido en una herramienta para ampliar el control empresarial y socavar los sistemas alimentarios saludables que siguen alimentando a la mayoría de la población mundial y son la única solución real a los perjuicios del sistema alimentario industrial.

GRAIN

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Del foro internacional al terreno 1 

Kusnan, Centro Nacional de Semillas, Serikat Petani Indonesia (SPI), Tuban, Java Oriental, Indonesia

El movimiento mundial por la soberanía alimentaria, que organizó el primer foro en Nyéléni (Malí) en 2007, fue decisivo para aportar claridad política y una comprensión común de lo que significa la soberanía alimentaria en nuestros diversos contextos nacionales.

En Indonesia, Serikat Petani Indonesia lleva varias décadas luchando por una reforma agraria que consiga la soberanía alimentaria de nuestros territorios. Llamamos a estas regiones «zonas de soberanía alimentaria».

Actualmente me encuentro en Tuban, Java Oriental, en una zona de soberanía alimentaria que ha sido protegida del acaparamiento a gran escala para uso industrial. Aquí cultivamos la tierra como una comunidad, con autonomía sobre nuestras herramientas, semillas y métodos de cultivo. Nuestro sistema cooperativo está dirigido y gestionado por campesinos que comparten el principio de la agroecología y han construido un sistema integrado de producción en el que conviven en armonía nuestro ganado,  cultivos y la naturaleza, complementando sus respectivas funciones.

Plantamos un conjunto diverso de cultivos, como arroz, maíz, horticultura, frutas y verduras, y nos oponemos a cualquier intento de crear monocultivos industriales. Utilizamos una mecanización agrícola a pequeña escala que proporciona autonomía a los campesinos que la utilizan. Nuestras semillas crecen y se producen seleccionando y cruzando semillas locales para mejorar sus propiedades genéticas, su productividad y su resistencia al cambio climático.

Nuestras prácticas agrícolas se derivan de la sabiduría local y los conocimientos ancestrales, y utilizamos abonos orgánicos sólidos procedentes de residuos ganaderos y abonos biológicos que contienen diversos tipos de microbacterias. Esto ayuda a descomponer la materia orgánica del suelo y a crear condiciones de equilibrio ecológico en un ecosistema equilibrado. Este enfoque consigue la disponibilidad de macro y micronutrientes y controla las plagas y enfermedades para que podamos producir alimentos sanos y nutritivos.

Para comercializar nuestros productos, hemos formado la Cooperativa de Agricultores de Indonesia, un  organismo de agricultores que procesa y distribuye la producción en las zonas rurales y ciudades de la zona de soberanía alimentaria. Este sistema cooperativo ofrece un enfoque sostenible y equitativo de la agricultura que da prioridad a las necesidades de la comunidad y ayuda a proteger nuestra soberanía alimentaria.

Voces desde el campo 2

Del foro internacional al terreno 2  

Ibrahima Coulibaly, Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas de Malí (CNOP-Mali)

Desde el Foro Nyéléni de 2007, las luchas por la soberanía alimentaria en Malí han sido permanentes. Se han materializado sobre el terreno con el objetivo de oponerse al modelo de producción y distribución dominado por los intereses privados y promover la economía local para luchar contra el hambre y la pobreza.

La Coordinadora Nacional de Organizaciones Campesinas de Malí (CNOP-Mali), en 15 años ha hecho de Nyéléni un faro que ilumina el futuro de la agricultura familiar al situar la agroecología campesina en el centro de la soberanía alimentaria.

Este compromiso de la CNOP se tradujo en la organización de un Foro Internacional sobre Agroecología en 2015 celebrado en Mali, en el establecimiento de un sistema que consiste, entre otros, en la identificación de un grupo de formadores campesinos, el desarrollo de 12 módulos   en torno a prácticas en la tierra, una carta de agricultores de relevo y un manifiesto de agroecología. Además, en abril de 2017, por iniciativa de la CNOP, se creó una plataforma de agroecología campesina en Mali junto con un sistema de formación de formadores campesinos en agroecología campesina para lograr la justicia económica, social y medioambiental.

Hoy, este sistema cuenta con miles de productores capacitados y comprometidos con la práctica de la agroecología. Sin embargo, el desafío sigue siendo aplicar un enfoque que elimine los obstáculos a la multiplicación de los mercados de productos agroecológicos y ecológicos. ¿Cómo   pasar de los mercados “objetivo” a los mercados de masas? ¿Cómo implicar de modo estructural a los campesinos en la consulta con los actores relacionados con los sistemas alimentarios? ¿Y cómo garantizar una posición política de los responsables de la toma de decisiones, tanto a escala nacional como en los órganos de gobierno regionales y de la Unión Africana? Todas estas son preguntas de obligada respuesta.

Voces desde el campo 3

Un vistazo a las luchas y la resiliencia de las comunidades de pescadores

Md. Mujibul Haque Munir, Fundación COAST, Bangladesh

Recientemente me embarqué en visitas de campo a Cox’s Bazar, Bhola y Sunamganj, para evaluar la situación actual antes de nuestra consulta regional. Fui testigo directo de la resiliencia y fortaleza de las comunidades de pescadores a pesar de los numerosos problemas que sufren.

En Cox’s Bazar fui testigo de la dura realidad provocada por la  crisis de los rohingya en curso. La región es conocida por su pesca marítima, pero los pescadores luchan contra  numerosos desafíos. Desean un registro adecuado y contratos por escrito para asegurar sus puestos de trabajo y garantizar una indemnización justa en caso de accidente. Muchos pescadores expresaron experiencias dispares con respecto a la asistencia prestada por la District Fisheries Office (Oficina de Pesca del Distrito), donde solo algunos de ellos recibieron  equipos de seguridad esenciales. Las penurias económicas también son evidentes, con ingresos mensuales escasos y dependencia de los anticipos de los propietarios de las embarcaciones. Estas dificultades afectan a las familias y repercuten en el acceso a la educación y la atención sanitaria.

En mi viaje a Bhola, se hizo patente el devastador impacto de las catástrofes naturales en la región costera. Los recientes ciclones habían dejado comunidades en ruinas. Los pescadores locales mostraron una increíble resiliencia y trabajaron sin descanso para reconstruir sus vidas. Sin embargo, la ayuda inmediata en forma de refugio, agua potable y apoyo a los medios de subsistencia era crucial para su recuperación. Reforzar la preparación y la resiliencia ante las catástrofes en esta zona es primordial para mitigar el impacto de futuros desastres y proteger sus vidas y medios de subsistencia.

En Sunamganj, una región de ríos y humedales, me encontré con una serie de retos diferentes. Las inundaciones, la erosión y las enfermedades transmitidas por el agua eran problemas frecuentes. A pesar de las adversidades, la comunidad demostró una notable capacidad de adaptación, ideando formas innovadoras para hacer frente a las inundaciones recurrentes. Sin embargo, se necesitan con urgencia soluciones a largo plazo, como construcción de diques, sistemas de alerta temprana y mejores instalaciones sanitarias, para salvaguardar su bienestar. Aumentar su resiliencia es esencial en este entorno único.

Los miembros de la comunidad, las autoridades locales y las organizaciones humanitarias me aportaron una comprensión holística de los retos y las posibles soluciones. La colaboración de todos los agentes es crucial para abordar los múltiples problemas a los que se enfrentan estas comunidades: para empezar, hay que garantizar un apoyo gubernamental adecuado, seguridad financiera, medidas de seguridad y acceso a los servicios esenciales. Si reconocemos la contribución de las comunidades pesqueras y les echamos una mano, podremos capacitarlas y crear un futuro más sostenible y próspero para todos.

Voces desde el campo 4

Un plan alimentario popular, por el pueblo y para el pueblo

Jessie Power, Alianza Australiana para la Soberanía Alimentaria (AFSA por sus siglas en inglés )

En 2012, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de Australia (AFSA) lanzó su plan alimentario   los popular original en respuesta al Plan Alimentario Nacional del Gobierno australiano, que después fue abandonado. A diferencia del Plan Alimentario Nacional del Gobierno, que se elaboró sin la participación de los pequeños agricultores y las comunidades locales, el plan alimentario popular  reflejaba las preocupaciones y aspiraciones de los consumidores, los agricultores, las organizaciones comunitarias, las empresas alimentarias independientes y los grupos de defensa. El proceso del plan alimentario popular se llevó a cabo como un modelo de democracia participativa en el desarrollo de políticas -abierto, inclusivo y democrático- porque conocíamos la magnitud de los retos y la urgencia del trabajo necesario para transformar nuestro sistema alimentario disfuncional y que el mejor modo de establecer la toma de decisiones es hacerlo con los  afectados.

A través del trabajo de colectivización en torno al plan alimentario popular original, el movimiento por la soberanía alimentaria en Australia surgió como una alianza de agricultores, organizaciones de sistemas alimentarios e individuos, dispuestos a tomarse la justicia alimentaria por su propia mano. Once años después, la AFSA se ha convertido en una organización de la sociedad civil dirigida por agricultores que defiende la lucha por la soberanía alimentaria. Con más de una década de propuestas políticas a los gobiernos a escala federal, estatal y local, ha llegado el momento de actualizar el plan alimentario popular como marco político y plan de acción de base hacia la soberanía alimentaria en Australia.

AFSA lanzó a consulta pública el borrador actualizado del plan alimentario popular el 1 de junio. Toda persona  involucrada en el activismo y la transformación del sistema alimentario será invitada a participar en la configuración de las acciones de los pueblos y las recomendaciones políticas para el gobierno australiano a todos los niveles. Invitamos también a nuestros aliados internacionales  a que nos ayuden a crear un registro de estudios de caso que ilustren la soberanía alimentaria y la agroecología en acción para hacer saber a nuestros gobiernos que nosotros, el pueblo, debemos tener plena capacidad para determinar nuestros propios sistemas alimentarios y agrícolas, ¡los pueblos indígenas y los pequeños productores lo han estado haciendo eficazmente durante milenios!

Desde 2019, el sistema alimentario de Australia ha sufrido una conmoción tras otra: incendios forestales catastróficos, la pandemia de la COVID-19 e inundaciones devastadoras por la costa oriental. El Gobierno australiano ha dado prioridad a la agricultura industrial y a los productores de alimentos a gran escala creados para la exportación, a través de políticas facilitadoras, legislación y normativa inadecuada para la escala. Sin embargo, tres años de crisis sistémica han puesto de manifiesto que son los pequeños productores de alimentos los que pueden capear estas tormentas y alimentar a las comunidades locales. Nuestro objetivo es lanzar nuestro plan alimentario popular 2023 actualizado en la Convergencia anual por la Soberanía Alimentaria de AFSA en octubre, como un llamamiento al cambio tras las crisis.

Si desea participar en la actualización del plan alimentario popular 2023 de AFSA o enviar un estudio de caso para su inclusión, envíenos un correo electrónico a: coordinator@afsa.org.au.

Cuadros

Cuadro 1

Explicación de la histórica lucha agraria en India

Los Comités del Mercado de Productos Agrícolas (APMC por sus siglas en inglés) de la India ofrecen a los agricultores un espacio regulado para comerciar de modo colectivo con sus productos, protegidos de la volatilidad del mercado. El precio mínimo de apoyo (MSP por sus siglas en inglés) es otra política que proporciona una remuneración mínima a los agricultores, garantizando que puedan recuperar los costes de cultivo y obtener beneficios.

Sin embargo, en 2020, el gobierno indio aprobó sin consultar tres leyes que desataron las protestas de los agricultores de todo el país. La primera ley permitía a entidades privadas crear mercados privados desregulados, que hizo temer a los agricultores  que acabaría con el sistema APMC y su poder de negociación colectiva. La segunda ley permitía la agricultura por contrato, lo que suscitó preocupación por la concentración empresarial en la agricultura y las disputas por la tierra. La tercera ley eliminaba la imposición de límites de almacenamiento o de existencias y otros mecanismos reguladores de los productos agrícolas. Los agricultores alegaron que estas leyes impulsaban una privatización masiva del sistema agrícola indio sin que existiera ninguna salvaguarda legal para el MSP.

Los agricultores de todo el país se movilizaron contra estas leyes y, tras 15 meses de protestas, el Gobierno indio derogó las tres polémicas leyes en 2021, cediendo a la presión pública. Sin embargo, según informes, más de 750 agricultores perdieron la vida durante la lucha. Aunque el funcionamiento de los mercados APMC debe mejorar, la lucha de los agricultores pone de relieve la necesidad de consultar con las partes interesadas antes de adoptar leyes y la importancia de proteger el poder de negociación colectiva de los agricultores y los MSP en el sector agrícola indio.

Cuadro 2

Hoja de ruta del proceso de Nyéléni

Tras un año de intercambios y debates entre los miembros de la CIP, ya hemos iniciado el proceso para establecer alianzas con otros sectores. Durante el próximo año y medio, el proceso Nyéléni entrará en su fase principal.

Actualmente (junio de 2023) se está celebrando en Roma la primera reunión de balance del Comité Directivo Internacional de Nyéléni. Durante esta reunión pretendemos crear una base sólida para una coordinación dinámica con aquellos sectores que no forman parte del CIP.

El Comité Directivo servirá entonces para preparar directrices para llevar a cabo seis reuniones regionales (América Latina, Asia y el Pacífico, América del Norte, África, Europa, y África del Norte y Oriente Medio) que tendrán lugar entre septiembre de 2023 y septiembre de 2024. Estos foros regionales contarán con la participación de diferentes actores de distintos sectores para recabar una perspectiva regional integral.

Durante la fase final, el Foro Mundial Nyéléni se basará en los resultados de las consultas regionales para llevar a cabo debates pluri-regionales y multitemáticos y preparar un análisis y propuestas finales. Al mismo tiempo, el foro tratará de alcanzar otros objetivos, como (re)dinamizar y fortalecer el movimiento por la soberanía alimentaria, fomentar la solidaridad entre actores y sectores, crear el impulso necesario para que se escuchen las voces de las organizaciones de base y de la gente, y dar una dirección común a los movimientos sociales para los próximos años.

El principal objetivo del proceso Nyéléni no es el Foro en sí, sino la puesta en práctica de las decisiones tomadas y las directrices adoptadas a lo largo del proceso.

Cuadro 3

Poder, violencia y sistemas alimentarios: Reflexiones de Michael Fakhri, Relator Especial de la ONU sobre el derecho a la alimentación

«El derecho a la alimentación consiste en celebrar la vida a través de la comida en comunión con los demás». Esta fue la definición práctica del derecho a la alimentación que dio Michael Fakhri, Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación, durante un discurso pronunciado en el Palacio de la Paz de La Haya en abril[1].  Fakhri explicó que se sintió inspirado para convertirse en Relator Especial por el movimiento mundial de soberanía alimentaria, que otorga poder al derecho a la alimentación. Se trata de un poder construido sobre relaciones recíprocas, en contraposición con el poder de los ricos, que se construye actuando como «guardianes de las necesidades vitales».

Destacó cuatro formas de violencia en nuestros sistemas alimentarios a las que es necesario hacer frente para promover el derecho a la alimentación: 1) La discriminación como resultado de negar a las personas su derecho a la alimentación por su posición de clase u otros marcadores de identidad; 2) El daño físico que se inflige a las personas como resultado de los conflictos armados u otras formas de dominación y sumisión; 3) La violencia ecológica ejercida por el sistema alimentario industrial tanto sobre el clima como sobre la naturaleza; 4) La eliminación de las personas mediante el vaciado de los paisajes para dar paso a la extracción de recursos y la acumulación de capital.

Estas cuatro formas de violencia en los sistemas alimentarios plantean un reto importante al movimiento por la soberanía alimentaria y a otros movimientos. Ilustran la urgencia de construir contrapoder a través de procesos de convergencia y creación de alianzas que constituyen el núcleo del encuentro mundial de Nyéléni. Se ha demostrado que aprovechar el poder del movimiento mundial por la soberanía alimentaria es eficaz, ya sea en la negociación de la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Campesinos, o para desenmascarar la farsa corporativa de la Cumbre de la ONU sobre Sistemas Alimentarios. Considerando que como afirmó Fakhr, el hambre y la malnutrición son siempre un problema político, no una consecuencia de la escasez, hay mucho por lo que luchar.


[1] La grabación en vídeo de la conferencia está disponible aquí.

Destacados

Destacados 1

Solidaridad y unidad para afrontar las crisis mundiales: Hacia el tercer foro mundial para la soberanía alimentaria

El Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) está organizando el Tercer Foro Mundial por la Soberanía Alimentaria, que se celebrará en India en 2025.

El CIP está construyendo actualmente un «Proceso Nyéléni» que insta a la movilización dentro del movimiento por la Soberanía Alimentaria y mas allá, para generar una respuesta y formar alianzas con movimientos por la justicia climática, sindicatos, grupos feministas y organizaciones ecologistas para fomentar propuestas compartidas de cambio sistémico. El movimiento por la soberanía alimentaria se enfrenta a amenazas sistémicas y necesita colaborar con otros grupos que luchan contra diversas formas de opresión en favor de la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y medioambiental.

A través del proceso Nyéléni, estamos llevando a cabo un «Diálogo de saberes» para construir la unidad y reforzar los procesos organizativos territoriales, que se oponen al neoliberalismo y establecen sistemas alimentarios y económicos equitativos y sostenibles. Este proceso de varios años incluye consultas democráticas en regiones de todo el mundo, y los resultados y propuestas de este proceso se presentarán en el Foro Mundial que se celebrará en India en 2025, en el cual los representantes debatirán estrategias para crear sistemas alimentarios justos y ecológicos y renovar una alianza mundial contra las crisis pluridimensionales causadas por fuerzas como el capitalismo de libre mercado y el comercio destructivo.

India: El escenario de una  lucha extraordinaria por la soberanía alimentaria

En 2020-21, India vivió una campaña histórica de los agricultores por la soberanía alimentaria. Justo en mitad de una pandemia, el gobierno indio promulgó tres polémicas leyes que impulsaban una privatización masiva del sistema agrícola indio sin ninguna salvaguarda legal para la protección de los precios. Aunque la política de ayudas al precio mínimo ofrecía cierta protección, aún no era una garantía legal, y los agricultores alegaron que las nuevas leyes amenazaban con eliminar incluso esas protecciones.

En este contexto,  Samyukt Kisan Morcha (SKM), una organización que agrupa a diversos sindicatos agrarios, encabezó una protesta de 15 meses contra las tres polémicas leyes. La protesta se transformó en un movimiento popular, en el que millones de agricultores protestaron en Delhi y otros lugares, a pesar de las medidas represivas y los duros protocolos COVID del gobierno. El movimiento obtuvo una solidaridad y un apoyo asombrosos de diversos sectores, lo que desembocó en una huelga del sector público a escala nacional. Finalmente, en 2021, cediendo a la presión pública, el Parlamento indio derogó las tres polémicas leyes agrícolas. Esta exitosa lucha de los agricultores es una inspiración para movimientos similares por la soberanía alimentaria en todo el mundo. Es una demostración de lo que pueden conseguir las alianzas intersectoriales en luchas unidas.

El próximo Foro Nyéléni en India pretende inspirarse en la extraordinaria lucha de los agricultores indios para dinamizar y fortalecer el movimiento por la soberanía alimentaria. Pretende promover la solidaridad, generar impulso, amplificar las voces de las organizaciones de base y guiar a los movimientos sociales en una misma dirección para los próximos años.

Es crucial reconocer que el foro en sí no es el objetivo último de este proceso. Por el contrario, el objetivo primordial es poner en práctica las decisiones y directrices formuladas durante el proceso.   ¡Globalicemos nuestra esperanza y nuestra lucha por la soberanía alimentaria!

Destacados 2

Nyéléni nos convoca a fortalecer la articulación social y popular

Vivimos una época dónde es cada vez más claro que las crisis de desigualdad social y económica, ambiental, alimentaria, de salud, de vivienda y de la democracia nacional y global, están profundamente conectadas. A su vez, las corporaciones y el gran capital trasnacional promueven e implementan cambios drásticos y rápidos para acumular más poder a partir de dichas crisis. Cambios a costa de retrocesos en los derechos conquistados por los pueblos y muchas veces intentando cooptar nuestras propuestas y narrativas, para maquillar sus falsas soluciones, seguir avanzando en la privatización, mercantilización y financiarización de los servicios públicos, la tierra, la naturaleza y los datos, y aumentar la explotación de trabajadores y trabajadoras.

Y a ello, le es altamente funcional una creciente ola fascista. Un proyecto de extrema derecha y profundamente conservador en lo social, económico, político y cultural, que mira a largo plazo y con el aval (por apoyo u omisión) de los medios de comunicación dominantes, trabaja para hegemonizar en la sociedad un sentido común extremadamente conservador: elitista y aporofóbico, racista, xenófobo, misógino, machista, homolesbotransfóbico, antipacifista y antidemocrático. Un proyecto que desconoce y ataca cualquier forma de organización que defienda los intereses populares.

Pero esa interconexión de las crisis también está empujando a los movimientos sociales y populares a mirar más allá de sus agendas específicas y reactivar caminos de convergencia popular para frenar el avance conservador y transformar nuestras realidades. Caminos de convergencia que, a partir de los acuerdos, y trabajando los matices y las divergencias, permitan construir respuestas sistémicas.

Debemos ser muchos más caminando juntos y juntas hacia la unidad, sin olvidar la urgente amenaza que enfrentamos. Ello requiere voluntad política de las organizaciones, pero también recursos y dedicación de compañeros y compañeras para articular estrategias, propuestas y demandas comunes desde la diversidad de agendas temáticas de los movimientos sociales y populares.

Como decíamos en el Boletín 48[1], Nyéléni es territorio y proceso para articular “análisis y posiciones, visibilizar luchas y resistir su criminalización, fortalecer vínculos de solidaridad, construir acuerdos programáticos y acordar acciones, para transformar los sistemas alimentarios y nuestras sociedades”.

El proceso Nyéléni nos convoca a acumular fuerzas para fortalecer la movilización popular de resistencia, pero también de defensa de los derechos y soberanía de los pueblos y de los bienes comunes, y de construcción de la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y ambiental.


[1] Boletín núm. 48 – Proceso Nyéléni: Hacia un Foro Global para la Soberanía Alimentaria

Boletín núm. 52 – Editorial

Proceso Nyéléni: Reconocer el poder de los movimientos populares

Ilustración: Andrés Mateo Ayala Luna @calma_88

En 2007, el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) desempeñó un papel fundamental en la unión de los pequeños productores de alimentos y sus aliados para establecer una visión compartida de la soberanía alimentaria y poner en marcha estrategias para hacerla realidad. Con el tiempo ha surgido un movimiento mundial sólido por la soberanía alimentaria, que ha obtenido un importante reconocimiento político. Juntos hemos logrado la democratización de los foros alimentarios y agrícolas mundiales, incluyendo la reforma del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. Nuestras luchas también han influido en las políticas en materia de soberanía alimentaria en diversos contextos nacionales y han logrado el reconocimiento político de los campesinos como titulares de derechos mediante la ratificación de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales.

Sin embargo, nuestros logros se ven ahora amenazados por un prolongado periodo de crisis sistémicas. Las fuerzas de derechas, los regímenes autoritarios y la apropiación empresarial de los espacios de gobernanza democrática van en aumento en todo el mundo, acompañados por el desmantelamiento del sistema multilateral de las Naciones Unidas. Se están intensificando con rapidez las violaciones de los derechos humanos de las comunidades campesinas e indígenas, junto con el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, los conflictos armados y el hambre. Además, las renovadas amenazas a la soberanía alimentaria proceden de configuraciones empresariales modernas. En ellas,  empresas especuladoras de fondos de alto riesgo y titanes de la tecnología digital unen sus fuerzas para lubricar el fallido sistema de producción agroindustrial.

En este contexto, el CIP aboga por un nuevo proceso global Nyéléni, que conduzca al próximo Foro Global Nyéléni en India en 2025. Reconociendo el poder de los movimientos populares, aspiramos a reforzar la solidaridad y la unidad tendiendo puentes entre las luchas locales y mundiales. Nos esforzamos por adoptar una perspectiva interseccional para abordar eficazmente la crisis mundial multidimensional.

Mediante la colaboración con la justicia climática, los derechos de los trabajadores, el feminismo, la economía solidaria, la lucha contra la guerra, la juventud y otros movimientos, pretendemos resistir a la apropiación empresarial de los espacios de gobernanza, salvaguardar los derechos humanos y colectivos en todo el mundo, proteger los ecosistemas y garantizar una vida digna en la Tierra para las generaciones presentes y futuras.

Amigos de la Tierra Internacional, CIP para la Soberanía Alimentaria, La Vía Campesina, Transnational Institute

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1  

La iniciativa Food Box: reconstruyendo los sistemas alimentarios dirigidos por mujeres en Gaza

Plataforma Urbana y Periurbana de Gaza (GUPAP) y Plataforma de Mujeres Urbanas Emprendedoras (UWAF), Palestina.

En la Franja de Gaza, GUPAP apoyó la formación de la Plataforma de Mujeres Urbanas Emprendedoras (UWAF) en 2019 para unir y empoderar a las mujeres productoras y trabajadoras agrícolas, y construir un sistema alimentario independiente y resiliente para todos los palestinos. En el contexto de crisis prolongada de Gaza, la inseguridad alimentaria y el acceso restringido a tierras, semillas y razas de calidad, así como al agua y al mar, han provocado una disminución de la autosuficiencia, exacerbando la vulnerabilidad de las comunidades locales frente al hambre. Las estrategias de GUPAP-UWAF se han centrado en reducir la dependencia de los mercados internacionales, promover/utilizar lo que está disponible localmente, disminuir la huella ecológica de la producción y distribución de alimentos y reconstruir las granjas propiedad de mujeres.

Una iniciativa importante fue recaudar fondos mediante micro-mecenazgo para comprar alimentos locales a 52 agricultoras cuyo medio de vida quedó destruido en los bombardeos de mayo de 2021, y distribuir estos alimentos a mujeres vulnerables que afrontaban crisis sociales y sanitarias, mediante cestas de alimentos que incluían cereales, productos frescos, conservas y alimentos medicinales. Esta iniciativa recibió apoyo de organizaciones no gubernamentales locales y del Ministerio de Agricultura para identificar a los beneficiarios, inspeccionar los alimentos para controlar su calidad y distribuir las cestas de alimentos. 

La acción de la Cesta de Alimentos fue un planteamiento basado en la comunidad, que pertenecía a las mujeres y estaba dirigido por ellas. Apoyó a 52 agricultoras mediante la comercialización de sus productos a precios justos, y a 473 mujeres y sus familias que   afrontaban condiciones de especial vulnerabilidad.  Es igualmente importante que la iniciativa muestre cómo la solidaridad entre los pequeños productores de alimentos, los emprendedores, los gobiernos locales y la población puede ser operativa para diseñar soluciones locales en una situación de crisis prolongada como la que atraviesa Gaza.

Este testimonio procede del informe, Campaña de marketing solidario para aumentar la resiliencia de los miembros de la UWAF en la franja de Gaza, en inglés.

Voces desde el campo 2

Agroecología cubana y resiliencia frente a los huracanes

El Movimiento Agroecológico de Campesino a Campesino (MACAC) es un movimiento de base dentro de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP) de Cuba, miembro del movimiento campesino internacional La Vía Campesina. En él, los campesinos miembros de la ANAP llevan desde 1997 transformando sus sistemas productivos mediante la aplicación de los principios de la agroecología.

Resiliencia revolucionaria

«En una granja agroecológica, si una cosa no sale adelante, otra lo hará. Siempre hay algo que comer. Pase lo que pase».  – Nini, agricultor agroecológico y miembro de la ANAP.

La geografía cubana hace que este país sea susceptible de sufrir caídas de la producción agrícola como consecuencia de constantes catástrofes naturales. Un factor importante para el éxito del MACAC es sin duda la mayor resiliencia biológica y humana de los sistemas agroecológicos frente a los efectos del cambio climático.

A lo largo de los años, los agricultores cubanos – hombres y mujeres – han sido testigos de los beneficios de la agroecología frente a los huracanes: las explotaciones con un mayor nivel de integración agroecológica han sufrido menos frente a estos fenómenos. Esto puede explicarse en parte por el hecho de que los sistemas agroecológicos padecen menos erosión y deslizamientos de tierras debido a la mayor aplicación de prácticas de conservación de suelos (cultivo en curvas de nivel, control de cárcavas, mayor uso de cultivos de cobertura, etc.). Cuando existen múltiples estratos de vegetación se pierden menos cosechas. Aparte de que las explotaciones agroecológicas no sufren  pérdidas totales por los huracanes (a diferencia de las del monocultivo convencional), las explotaciones con mayores niveles de integración agroecológica se recuperan mucho más rápidamente.

El aumento de los precios de los alimentos en el mercado internacional, así como el precio de los insumos indispensables para la agricultura convencional, nos obligan a considerar un modelo alternativo que cree menos dependencia. La agroecología y el MACAC ofrecen el camino hacia la soberanía alimentaria en Cuba -asegurando una mayor resiliencia ante las adversidades climáticas; la restauración de los suelos degradados por el uso intensivo de agroquímicos; y alimentos sanos- a la vez que sirven de ejemplo, fuente de ideas e inspiración para otros países.

Más información en inglés aquí.

Voces desde el campo 3

De la crisis a la agroecología

Ferdinand Wafula, Bio Gardening Innovations (BIOGI), Kenia.

Los y las pequeños agricultores del oeste de Kenia deben cambiar debido a los trastornos mundiales. George y Violet forman parte de los miles de familias de Khwisero, en Kakamega County, que están cambiando sus métodos de cultivo.

George perdió su trabajo debido a la COVID-19, al cerrar muchos negocios. Hace dos años George trasladó a su familia desde Nairobi. Era pintor y promocionaba los productos de una empresa durante la pandemia. Violet, su mujer, pensó que era una buena idea porque así tendría más brazos para labrar la tierra. Trabajar la tierra con su mujer supuso retos y emociones para George. Las escasas lluvias, el retraso de la siembra y las fuertes subidas de los precios de los productos básicos, sobre todo de los insumos agrícolas, fueron como un rayo que fulminó a George. El maíz dejó de ser un cultivo básico. Con la disminución del rendimiento de las cosechas, una familia joven con hijos en edad escolar no podía sobrevivir con tres sacos en lugar de seis.

Violet no tardó en saber de una formación en agricultura respetuosa con la naturaleza impartida por sus compañeros. En 2021, BIOGI la formó como formadora. La ONG BIOGI, con sede en Vihiga, trabaja en el Khwisero Subcounty de Kakamega. La diversidad de cultivos, la integración del ganado y la fertilidad del suelo mediante bioinsumos, cayeron como el agua en la tierra fértil, y brotaron nuevas semillas de esperanza. Entre los variados cultivos locales de la granja de Violet están las batatas, mandioca, verduras locales, cacahuetes y plátanos. «Ya no me estreso por los insumos», dice. Fabrico bioestimulantes y utilizo boniatos y cacahuetes molidos para complementar, o sustituir, al maíz».

La familia adoptó enseguida la formación de BIOGI y AFSA: El proyecto «Suelos sanos, alimentos sanos» se está aplicando en toda la explotación. La familia da las gracias a quienes apoyan la iniciativa y espera aprender más en futuras interacciones y formaciones.

Voces desde el campo 4  

¿Cómo afrontan la crisis alimentaria los campesinos y campesinas de Sri Lanka?

S.M.N. Maheshika Premachandra, Movimiento por la Reforma Agraria y de la Tierra (MONLAR por sus siglas en inglés), Sri Lanka.

Sri Lanka afronta su peor crisis económica en décadas: alrededor del 30% de sus habitantes sufre inseguridad alimentaria, y uno de cada cuatro se salta habitualmente comidas. Mientras el resto del país lucha por acceder a los alimentos y, por tanto, a una dieta nutritiva, los pequeños agricultores de las zonas rurales han podido satisfacer más o menos las necesidades alimentarias de sus hogares gracias a ser quienes son.

En Sri Lanka, el 80% de la producción total de alimentos depende de cerca de 1,65 millones de pequeños agricultores. Se calcula que el 40% de los hogares del país se dedica a la agricultura, de los cuales el 94%   se dedica a actividades de producción agrícola y el 12% a la ganadería. En las zonas rurales de Sri Lanka,   los agricultores no solo han podido alimentar a sus familias, sino que quienes les rodeaban han podido compartir o comprar productos frescos a los agricultores. Sus modos de cultivo no se han visto muy afectados por la escasez de fertilizantes químicos o plaguicidas; de hecho, han podido explorar y ampliar más sus métodos de cultivo naturales con la creciente demanda de alimentos en los mercados cercanos y su mayor experiencia en la agricultura sin productos químicos. No obstante, debido al aumento de los precios de mercado, los hogares rurales y urbanos están agotando sus ahorros o recurriendo al crédito para comprar otros productos de primera necesidad.

Sin embargo, en el «sector de las grandes fincas agrícolas», que incluye las plantaciones de té y otras «propiedades» similares, más de la mitad de los hogares viven con inseguridad alimentaria, como viene ocurriendo desde hace años. Estos hogares están en peor situación que las poblaciones urbanas y que otros residentes rurales. La mayoría de las comunidades de las propiedades del norte del país no poseen tierras de cultivo: no tienen espacio suficiente ni para plantar un pequeño árbol de chile. En la mayoría de los hogares de estas fincas, las mujeres jóvenes se ven obligadas a buscar oportunidades de trabajo como empleadas de hogar en Oriente Medio; de hecho, una parte significativa de la migración laboral durante el primer trimestre de este año procede de las comunidades de las grandes fincas.

Cuadros

Cuadro 1

Soluciones transformadoras a las crisis alimentarias sistémicas mundiales  

En 2022, una consulta popular mundial sobre las repercusiones de la crisis alimentaria, y las propuestas desde la base, mostraron la realidad que viven los pequeños productores y las comunidades de todo el mundo que afrontan y lideran las respuestas a la crisis alimentaria[1]. Las conclusiones fueron contundentes:

A causa de la pobreza, de los precios abusivos de las grandes empresas y de que es el mercado el que rige el suministro de alimentos, y a pesar de la disponibilidad de alimentos, estos siguieron siendo inasequibles para millones de personas. Han persistido los conflictos, las guerras y la violencia de Estado, y los alimentos se utilizan como arma geopolítica. Los países y las poblaciones que tienen menos responsabilidad en las emisiones de gases de efecto invernadero son los que más han sufrido los efectos del cambio climático, con fenómenos meteorológicos extremos y cosechas fracasadas que han conducido a la pérdida de los medios de subsistencia de los pueblos indígenas y los pequeños productores de alimentos. Persisten las desigualdades de género, por lo que las mujeres y las personas LGBTQI corren mayores riesgos en tiempos de crisis y escasez. Las desigualdades múltiples suelen combinar la discriminación basada en clase, privilegios sociales, raza/etnia, casta, género, ocupación, religión y edad. El sistema alimentario neoliberal, movido por el beneficio empresarial, contribuye a muchos de estos problemas y además es inadecuado para resolverlos.

En cambio, las comunidades de base de pequeños productores y ciudadanos de diversos grupos marginados, ignoradas en gran medida por el Estado en sus respuestas a la crisis, se han unido para aportar sus propias soluciones. Sobre la base de la práctica, se articularon varias demandas.  En general, las respuestas políticas deben basarse en un enfoque integral de los derechos humanos, que reconozca la capacidad de acción de los más afectados, como titulares de derechos, y la responsabilidad de los gobiernos como garantes de derechos.

Estos movimientos exigen que, a corto plazo, el suministro de ayuda alimentaria de emergencia apoye los sistemas, las culturas y las iniciativas alimentarias locales. No debe convertirse en otra vía para que las grandes empresas distribuyan productos ultraprocesados. Los pequeños productores deben disponer de insumos a escala nacional, como semillas autóctonas y biofertilizantes, para poder alimentar a sus comunidades. Es necesario y urgente que los enormes beneficios de las grandes empresas y la riqueza extrema tributen, de modo que puedan financiarse las políticas sociales.

A medio plazo, los movimientos exigen una normativa que ponga fin a la especulación alimentaria y refuerce las competencias de las autoridades reguladoras de los mercados y las finanzas. Reclaman el fin de la deuda ilegítima, destacando la necesidad de reestructurar y cancelar las deudas privadas y públicas de los países en desarrollo. Es fundamental una moratoria sobre el uso y la transformación de materias primas agrícolas para fines no alimentarios, como los agrocombustibles.

A largo plazo, debemos romper la dependencia de las importaciones de alimentos y apoyar el aprovisionamiento doméstico de alimentos, transformar los sistemas alimentarios mediante la agroecología e implantar la soberanía alimentaria. Esto requiere sistemas de gobernanza que garanticen los derechos humanos y el multilateralismo democrático.

En la práctica, esto exige medidas para limitar el poder corporativo. El comercio y la inversión deben reorientarse para que estén al servicio de las personas y a las sociedades, no de las grandes empresas. Hay que poner fin a los Tratados de Libre Comercio (TLC) y desmantelar los acuerdos existentes de la OMC.

También hay infinidad de medidas positivas que pueden encaminarnos hacia estos objetivos a largo plazo, por ejemplo: la utilización eficaz de la contratación pública y las reservas alimentarias; la creación de mercados territoriales; la reactivación de los cultivos y razas autóctonos; la reforma agraria integral y popular y el compromiso de aplicar la declaración de la ONU sobre el derecho de los campesinos y la población de las zonas rurales y la declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas. En general, necesitamos un mayor control democrático de los sistemas alimentarios a todos los niveles.

Cuadro 2

Nuestro futuro es público

Del 29 de noviembre al 2 de diciembre, más de mil representantes de más de cien países, procedentes de movimientos de base, organizaciones de defensa, de derechos humanos y de desarrollo, movimientos feministas, sindicatos y otras organizaciones de la sociedad civil, se reunieron en diciembre de 2022 en Santiago de Chile, y de modo virtual, para debatir sobre el papel fundamental de los servicios públicos para nuestro futuro[2] . Cientos de organizaciones del sector de la justicia socioeconómica y los servicios públicos, desde la educación y la sanidad hasta los cuidados, la energía, la alimentación, la vivienda, el agua, el transporte y la protección social, se reunieron para abordar los efectos perjudiciales de la comercialización de los servicios públicos, reclamar el control público democrático y volver a imaginar una economía verdaderamente igualitaria y orientada a los derechos humanos que trabaje para las personas y el planeta.

Por primera vez desde que se inició este proceso hace unos cinco años, la alimentación ha formado parte de esta conversación. Puesto que la alimentación no es un servicio público, en este diálogo sectorial exploramos las conexiones entre los servicios públicos, así como las políticas públicas necesarias para hacer realidad el derecho a la alimentación. Asimismo, nuestro diálogo trató sobre lo que queremos decir cuando reclamamos lo público y cómo democratizar la economía a través del fortalecimiento de la transición agroecológica.

En nuestras conclusiones destacamos que la alimentación es tan esencial para nuestra supervivencia y bienestar, que debe estar en el centro de las políticas y servicios públicos. La alimentación está indisolublemente unida a la salud, los cuidados, la educación, el trabajo, el transporte, el agua, el clima, la agencia política y la democracia participativa.  La alimentación debe ser priorizada como un derecho humano, en el marco de una comprensión integral, compleja e interdependiente de los derechos humanos, donde es esencial incluir los derechos de todos los pequeños productores de alimentos, trabajadores y mujeres, incluyendo los derechos colectivos y el derecho a la soberanía alimentaria. Los sistemas alimentarios son el vehículo para la reproducción continuada de los ciclos de la vida, haciendo que la salud humana sea indivisible de los sólidos cimientos ecológicos de la Madre Tierra.

Se ha lanzado un llamamiento fuerte a la unión entre sectores, regiones y movimientos para formular estrategias comunes y nuevas alianzas para hacer realidad la soberanía alimentaria, la transición a la agroecología en todo el mundo y garantizar que se respeten los derechos de todos los actores implicados en los sistemas alimentarios. En particular, hablamos del papel de la reforma agraria en las transiciones agroecológicas, de la importancia de la dimensión del cuidado en los sistemas alimentarios, del papel de la compra pública de alimentos para las instituciones públicas (escuelas, hospitales, prisiones, etc.) y de la necesidad de reforzar y coordinar mejor nuestras campañas actuales contra los agrotóxicos.


[1]  Más información e informe completo aquí.

[2]  Leer «Nuestro futuro es público: Declaración de Santiago por los Servicios Públicos»