Cuadro 1
Definición de justicia alimentaria
La Justicia Alimentaria hace referencia al amplio abanico de iniciativas que abordan las injusticias del sistema alimentario estadounidense. Las modalidades deficientes de la justicia alimentaria se centran en los efectos de un sistema alimentario desigual, mientras que las modalidades más sólidas se centran en los motivos estructurales que originan dichas desigualdades. Ejemplo de ello son los proyectos reformistas de la justicia alimentaria que proporcionan el acceso a los alimentos en comunidades insuficientemente atendidas para paliar de esta forma la inseguridad alimentaria y/o esforzarse por mejorar los alimentos y las condiciones laborales en el propio sistema de alimentación industrializado a través de mercados especializados, como por ejemplo la certificación orgánica y de comercio justo.
Las modalidades progresivas de justicia alimentaria dan un paso más al producir alimentos (normalmente mediante métodos orgánicos, de permacultura y /o agroecológicos) y al trabajar a favor de un acceso más equitativo a los recursos productores de alimentos como la tierra, los créditos y los mercados, así como unos mejores salarios y unas condiciones laborales para todos los agricultores y trabajadores del sector de la alimentación (no sólo aquellos que se benefician de los mercados especializados o nichos de mercado).
La justicia alimentaria drástica se centra en las transformaciones estructurales y redistributivas del sistema alimentario que desarrollan un poder político en las comunidades explotadas, oprimidas y desatendidas (incluyendo a las personas de color, inmigrantes, mujeres y personas LGBTQ) y trabaja para desmantelar las leyes, regulaciones, instituciones y creencias culturales que blindan el privilegio corporativo, monopolístico, blanco y masculino en el sistema alimentario.
Las modalidades drásticas y progresivas de justicia alimentaria se solapan con la soberanía alimentaria, un concepto de origen internacional definido como el derecho de los seres humanos a unos alimentos saludables y culturalmente apropiados producidos mediante métodos ecológicamente seguros y sostenibles y su derecho a determinar sus propios sistemas alimentarios y agrícolas.
Cuadro 2
La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria: nutriendo la justicia alimentaria
La resistencia al legado del racismo estructural de los Estados Unidos es un pilar histórico de lo que llamamos «Justicia Alimentaria». La lucha por la justicia alimentaria tiene lugar en las miles de comunidades rurales y urbanas desatendidas de todo el país, comunidades que se tambalean ante los efectos negativos del régimen alimentario corporativo. Los monopolios agroalimentarios de este régimen envenenan nuestros trabajadores y nuestro medio ambiente con sustancias químicas tóxicas al producir los alimentos baratos y procesados que nos hacen enfermar.
Más de 50 millones de personas en los Estados Unidos (en su mayoría agricultores y trabajadores del sector de la alimentación, mujeres, niños y personas de color) sufren de inseguridad alimentaria y de enfermedades devastadoras relacionadas con la dieta. En los Estados Unidos a pequeña escala, las familias de agricultores constituyen menos de un 2% de todos los agricultores registrados del país. Tenemos más personas en prisión que en la tierra. La Justicia Alimentaria en los Estados Unidos adopta diversas formas a la hora de abordar sin rodeos estas desigualdades. Las comunidades insuficientemente atendidas cultivan azoteas y terrenos urbanos vacíos; una nueva generación de jóvenes agricultores cultivan alimentos orgánicos para sus comunidades y mercados agrícolas; la agricultura apoyada por la comunidad y los consejos de políticas alimentarias locales florecen y la promoción de políticas relacionadas con la mano de obra inmigrante, la justicia ambiental, el etiquetado de productos ecológicos y la sanidad pública son cada vez más poderosas.
El movimiento por la justicia alimentaria ha crecido rápidamente en Estados Unidos en la última década entre las comunidades que creen que nuestro sistema alimentario debería servir a las personas de color y no explotarlas y envenenarlas. Muchos creen que la justicia alimentaria drástica constituye el camino hacia la liberación. Gracias al trabajo combativo de las organizaciones de base, la justicia alimentaria también está siendo adoptada por los consumidores socialmente conscientes, quienes exigen alimentos sin productos químicos, salarios justos y unas condiciones laborales dignas para los trabajadores. Todos creen que se debería pagar adecuadamente a nuestras familias de agricultores por los alimentos que producen. Muchos trabajan para convertir sus sistemas alimentarios locales en motores de crecimiento económico bajo el control de las comunidades desatendidas. Todos nosotros buscamos poner fin al control de las empresas sobre nuestros alimentos. Los alimentos deberían ser para las personas y no para el beneficio del monopolio.
No es casualidad que, con el auge del movimiento por la Soberanía Alimentaria, la Justicia Alimentaria también ha surgido como concepto, como una forma de resistencia y como una propuesta política a escala global. La convergencia creciente entre ambas es el resultado de intercambios y vínculos internacionales entre organizaciones locales y movimientos sociales globales, en especial La Via Campesina Internacional. Todo esto se debe a que, por un lado, la creación de Via Campesina y la aparición de la soberanía alimentaria han influido en los investigadores, las ONGs y las organizaciones de base. Además, junto con el progreso de la globalización, el racismo en el sistema alimentario está empeorando en todo el mundo.
La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria
La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria (U.S. Food Sovereignty Alliance, USFSA) es una amplia red de 33 organizaciones de base y ONGs comprometidas a establecer la fuerza colectiva de los movimientos por la Justicia Alimentaria y la Soberanía Alimentaria. La Alianza nació a raíz de las conversaciones entre los agricultores, la comunidad y las organizaciones laborales y de seguridad alimentaria para tomar medidas a largo plazo que pusieran de manifiesto las causas de la crisis global alimentaria del año 2008, una crisis producida en gran medida por las empresas y políticas de los Estados Unidos. Ese mismo verano tuvo lugar la primera reunión organizada por este grupo de trabajo en Washington, D. C. Reclamaron un programa político más firme que incluyera precios justos para los agricultores y consumidores, igualdad en el sistema alimentario, una agricultura sostenible, derechos para los trabajadores y el Derecho a los Alimentos.
En el año 2009, el Grupo de Trabajo sobre la Crisis Global Alimentaria congregó aún más gente para trabajar en las organizaciones de base por la justicia alimentaria en Washington D.C. Aparte de esa reunión, los participantes emprendieron varias iniciativas bienales en apoyo a la campaña para acabar con la crisis alimentaria.
En octubre del año 2009, una pequeña «sub-categoría» de aliados organizó el Primer Premio de la Soberanía Alimentaria (First Food Sovereignty Prize) en Des Moines, Iowa, durante la conferencia anual de la Coalición de la Seguridad Alimentaria Comunitaria (Community Food Security Coalition, CFSC). El Premio de la Soberanía Alimentaría se convirtió en una estrategia importante a la hora de difundir el concepto de soberanía alimentaria en los Estados Unidos, destacando el trabajo de las organizaciones de base. Durante la conferencia de CFSC, los miembros del Grupo de Trabajo trataron una visión y una estrategia a largo plazo basadas en la creación de una alianza más amplia entre diversos sectores estadounidenses.
A continuación, el grupo movilizó recursos para apoyar el liderazgo de los agricultores en las audiencias nacionales antimonopolistas agrícolas organizadas por el Departamento de Justicia y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, a las cuales siguió una Asamblea del Pueblo sobre la Justicia y Soberanía Alimentarias en el Foro Social de los EE. UU. en Detroit, Michigan, en el año 2010.
La necesidad de una alianza nacional entre trabajadores inmigrantes, agricultores, familias urbanas y ONGs para abordar los temas de la justicia y soberanía alimentarias quedó patente en esta reunión. Las organizaciones de base, los agricultores y las ONGs de diversas ciudades de los Estados Unidos así como representantes de Via Campesina Internacional de Honduras, Palestina, Haití y Republica Dominicana se reunieron durante dos días para debatir la manera en que las organizaciones locales podían sumarse al proceso político para democratizar radicalmente el sistema alimentario, basado en un programa mundial que fuera establecido por movimientos sociales. Cuatro meses después, en octubre del 2010, se creó la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria en la conferencia de la Coalición de la Seguridad Alimentaria Comunitaria en Nueva Orleans.
De cara al futuro
Desde la puesta en marcha de la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria, tanto la soberanía como la justicia alimentaria se enfrentan a una nueva serie de desafíos en el país. En nombre de la «austeridad fiscal», el Congreso Nacional amenaza con recortar los cupones para alimentos de miles de familias y otros programas sociales. Siete estados de los EE.UU. han aprobado leyes «mordaza» que prohíben la documentación y difusión de las irregularidades por parte de los negocios agrícolas. Un estado policial cada vez mayor ha declarado la guerra contra los jóvenes de color. Sin embargo, también han emergido indicios de una nueva ola de movimientos populares, crecientes y masivos por la Justicia Climática, #BlackLivesMatter (las vidas negras también importan) y acciones contra Monsanto.
Del 13 al 15 de octubre la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria celebrará su tercera Asamblea General de Miembros y el séptimo Premio de la Soberanía Alimentaria en Des Moines, Iowa. A medida que nos acercamos a nuestro quinto cumpleaños, nos comprometemos con nuestra misión de desarrollar una lucha global en pos de la justicia y soberanía alimentarias mediante la creación de una confianza estable y el apoyo al liderazgo de las familias de clase trabajadora y de las comunidades de color para que así puedan recuperar sus vidas y a sí mismos de las garras del racismo estructural.
La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria es un espacio importante en defensa de la justicia y la soberanía en tanto es capaz de aunar las ONGs y las organizaciones de base en una alianza amplia con diversos sectores sociales de los Estados Unidos y en el extranjero.
Cuadro 3
Black Lives Matter*
El movimiento por la justicia alimentaria es un reflejo de la creciente resistencia social y política contra el racismo estructural en los Estados Unidos. A pesar de las afirmaciones en el discurso generalizado de que vivimos en una «sociedad post-racial», las crisis alimentaria, energética y financiera han sido acompañadas por un alarmante aumento en la violencia institucional contra jóvenes afroamericanos y personas de color en los Estados Unidos. Los movimientos por la justicia y la liberación como #BlackLivesMatter hacen imposible que se siga ignorando el problema del racismo – tanto en la derecha como en la izquierda.
El candidato presidencial progresivo y senador de Vermont Bernie Sanders estuvo el 8 de agosto en un evento en Seattle para hablar sobre la seguridad social y programa Medicare, pero fue interrumpido cuando dos mujeres miembros de la sección local de #BlackLivesMatter subieron al escenario. El 9 de agosto marcó el primer aniversario de la muerte de Michael Brown a manos de la policía en Ferguson, Missouri, por lo que las manifestantes pedían cuatro minutos y medio de silencio en reconocimiento de las cuatro horas y media durante las cuales la policía mantuvo el cuerpo sin vida de Brown en una calle de Ferguson. Criticaron a Sanders y otros políticos progresistas por no combatir el racismo. Muchas personas en la multitud predominantemente blanca se disgustaron con los manifestantes y exigieron que le permitieran hablar al senador, pero Sanders abandonó el escenario. Más tarde publicó una declaración escrita en la que decía que estaba «decepcionado porque ningún otro candidato luchará más que yo por la reforma de la justicia penal y la necesidad de combatir el racismo.»
Ha habido mucha discusión desde el evento sobre si la acción de protesta fue positiva o no para el movimiento de #BlackLivesMatter. Algunas personas expresaron la opinión de que era necesaria para hacer a los políticos progresistas blancos responsables de la cuestión del racismo estructural. Otras mostraron confusión por la elección de Sanders como blanco de la acción, ya que él siempre ha sido un defensor de los derechos civiles. La protesta, sin embargo, no se trataba sólo de Sanders, sino de todos los políticos progresistas que han fallado en asumir la lucha contra el racismo. Si bien Sanders puede haber estado decepcionado por el resultado de ese día, esta experiencia será en última instancia valiosa para él. Se le mostró qué es importante para el pueblo, y se le dio la oportunidad de abordar esas preocupaciones y obtener apoyo. #BlackLivesMatter está obligando a los progresistas a tener la incómoda conversación sobre el racismo y está presionando a las figuras políticas a tomar medidas. Están dejando claro a las y los candidatos y al público que no podemos avanzar políticamente sin abordar la violencia del racismo estructural.
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Para la perspectiva de un hombre indígena que estuvo presente en el evento:
*Las vidas de las personas de color sí importan.