Cuadros

Cuadro 1

La misma historia con nuevas amenazas: la digitalización de tierras en Indonesia

La aplicación de las tecnologías digitales a la gobernanza de la tierra va en aumento por todo el planeta. Los defensores de la digitalización alegan promueve la eficiencia de la administración de la tierra y proporciona una mayor seguridad en la tenencia de la tierra (ver la Hoja Informativa Nyéléni sobre Digitalización). Mediante la utilización de imágenes de satélite digitales, drones, bases de datos electrónicas y tecnología de cadena de bloques, las tierras se cartografían, se catalogan y se registran, se almacenan los datos relativos a las mismas y se facilitan las transferencias de propiedad. Normalmente, estas tecnologías son impulsadas por proyectos financiados por donantes poderosos, cuyo fin principal es consolidar la privatización y mercantilización de las tierras y atraer las inversiones empresariales.

El Programa para Acelerar la Reforma Agraria en Indonesia (One Map Project), financiado por el Banco Mundial, es un buen ejemplo. Se trata de un programa de 240 millones de dólares USA adoptado en 2018, que se centra en un cartografiado generalizado de las tierras y los bosques, así como en un registro de la propiedad de la tierra y la expedición de títulos de propiedad individuales. Los datos y mapas se incorporan a un registro catastral y catastro digital, llamado e-Land. Según el Banco Mundial, e-Land proporcionará acceso a la información sobre tenencia no solo al público y las agencias del gobierno, sino también a “bancos comerciales, mediadores del mercado inmobiliario y tasadores de tierras”. Por definición, el proyecto persiste en las políticas del Banco Mundial en Indonesia y en otros lugares de impulso a los mercados inmobiliarios y creación de un entorno facilitador de los negocios.

Las organizaciones campesinas, como Serikat Petani Indonesia (SPI) señalan el hecho de que el proyecto no resuelve los principales problemas de tenencia de la tierra en Indonesia, a saber, la concentración extrema de la propiedad de la tierra y la falta de protección de los derechos tradicionales sobre los bosques. A menudo las comunidades indígenas y campesinas son excluidas de los mapas digitales oficiales. Por ello, la SPI y las comunidades locales están elaborando sus propios mapas con la ayuda de herramientas digitales como GPS, para impugnar los mapas oficiales y las reclamaciones de tierras por parte de las empresas, y reivindicar sus derechos. Así pues, en lugar de apoyar la reforma agraria, el proyecto ha abierto un nuevo frente para las comunidades y organizaciones sociales: la lucha por los datos digitales.

Cuadro 2

Gestión comunitaria del bosque para la salvaguarda de la biodiversidad y el clima

La gestión comunitaria del bosque es una herramienta extremadamente eficaz para la salvaguarda del bosque. La utilización de la biodiversidad por parte de los pueblos indígenas y otros pueblos de los bosques se basa a menudo en el conocimiento ancestral, y promueve la biodiversidad de los bosques en los que viven. Un ejemplo, es el caso de los pueblos indígenas Ngobe de la región Sur de Costa Rica y norte de Panamá: tejen fibras forestales y sus sombreros y cestos son de gran calidad. Utilizan una amplia variedad de fibras de palmera y lianas del bosque: una mujer Ngobe puede usar y conocer decenas de plantas forestales con las que elaborar distintos productos tejidos. Así, para sus cestas rústicas de larga duración, usan lianas de “cucharilla”, para sus sombreros rápidos y rústicos usan lianas de “estrella”, para los sombreros elegantes usan fibras procedentes de tres o cuatro palmeras del sotobosque. Preguntamos a una de las mujeres qué ocurrirá si agotan las lianas y las palmeras. Nos contesta: ¡No! Cortamos las lianas en luna menguante para que no se sequen cuando las entretejemos, y únicamente recogemos algunas hojas de las palmeras y sólo durante la fase adecuada de la luna, y durante la temporada de lluvias organizamos un festival de las lianas y toda la comunidad participa con los jóvenes recogiendo del bosque las lianas que usamos”.

Los sistemas agro-forestales de los pueblos Bribri y otros pueblos indígenas de Costa Rica son verdaderos vergeles, que incorporan una rica variedad de frijoles, calabazas, distintas variedades de banano y cacao, maíz, arroz y una amplia gama de especies arbóreas que de modo sabio y preciso regulan la luz del sistema. Integran el conocimiento ancestral con los bosques primarios, formando un impresionante marco de biodiversidad y agro-diversidad. Además, no sorprende que un estudio que analizó más de 500 experiencias de gestión del “patrimonio común” llegara a la conclusión de que “muchos de estos grupos mostraron rasgos fundamentales para la mejora del bienestar del grupo y obtuvieron resultados beneficiosos, tanto en términos económicos como de mejora de recursos, entre ellos las cuencas hidrográficas, los bosques y la gestión de plagas”.

Más información: Baltodano J. Y Rojas I. 2008. Los Ngobes y el Bosque. Asociación de Comunidades Ecologistas La Ceiba- Amigos de la Tierra.CR. 64 pp. www.coecoceiba.org
Pretty J., 2003. Social Capital and the Collective Management of Resources Sciencie #302, Dic 2003, 1912-1913 (Capital social y gestion colectiva de los recursos)

Destacados

Destacados 1

De la reforma agraria a los derechos de los pueblos pasando por los territorios: una breve historia de la lucha de los pueblos por los recursos naturales

La lucha por la tierra ha sido un pilar del movimiento de soberanía alimentaria desde su aparición en la década de 1990. En esa época, las organizaciones de campesinos y campesinas y de los sin tierra de diferentes regiones del mundo se movilizaban contra la concentración de tierras en pocas manos y las grandes explotaciones agrícolas (a veces denominadas latifundios), que a menudo eran herencia de la época colonial[1]. En 1999, La Vía Campesina lanzó una Campaña Mundial para la Reforma Agraria (GCAR) con el fin de fomentar políticas de distribución de la tierra basadas en los derechos humanos y oponerse a los enfoques que promovían que los mercados eran la mejor manera de asignar la tierra a los usuarios más «eficientes» y a los usos productivos. Las demandas de los movimientos rurales de   una reforma agraria integral también cobraron fuerza a nivel internacional y culminaron, en 2006, con la declaración final de la Conferencia Internacional sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural (CIRADR) [2].

Hacia finales de la década de 2000, dos importantes acontecimientos cambiaron el marco de las disputas por la tierra. En primer lugar, el movimiento de soberanía alimentaria se reunió en el Foro Mundial de Soberanía Alimentaria en Sélingué (Malí). Diversos grupos de pequeños productores de alimentos, como comunidades indígenas, pastores y pescadores artesanales participaron en aquella histórica reunión. Estas organizaciones tenían historias y preocupaciones diferentes a las de algunas de las organizaciones de campesinos y sus exigencias no se centraban necesariamente en la reforma agraria. La noción de «territorios» surgió del debate como un marco más holístico, capaz de captar la estrecha y multifacética relación que las diversas comunidades y pueblos tienen con su entorno natural, incluidas las tierras de cultivo, el agua, la pesca, los pastizales y los bosques. En segundo lugar, la crisis de precios de los alimentos y la crisis financiera, que comenzaron en 2008, desencadenaron una nueva oleada de acaparamiento de tierras, que también afectó a regiones que hasta entonces no habían sufrido altos niveles de concentración de tierras (por ejemplo, el África occidental). Esta nueva fiebre por la tierra fue recibida con una feroz resistencia por parte de las comunidades y las organizaciones de pequeños productores de alimentos en defensa de sus territorios, incluidos sus sistemas de tenencia colectiva y consuetudinaria. En 2011 se reunieron de nuevo en Sélingué  organizaciones de todo el mundo en una Conferencia Internacional de Campesinos para detener el acaparamiento de tierras. Esto marcó un momento importante en la creación de un movimiento mundial contra el acaparamiento de tierras, basado en las exigencias de reforma agraria, aunque también reconoció con más fuerza las demandas de los movimientos y los grupos que no se sentían cómodos con el lenguaje de la reforma agraria. En 2016, los movimientos sociales y sus aliados se reunieron en la Conferencia Internacional sobre la Reforma Agraria en Marabá, Brasil, donde aprobaron el concepto de Reforma Agraria Popular, inicialmente propuesto por La Vía Campesina Brasil y que integra las demandas de distribución de la tierra en políticas más amplias para transformar la economía y la sociedad, incluyendo a los trabajadores urbanos. [3]

La apropiación de tierras a nivel mundial volvió a situar a la tierra en un lugar prominente de la agenda internacional. Entre otras cosas, dio un nuevo impulso a la iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) para elaborar un documento internacional de referencia sobre la gobernanza de los recursos naturales. Las organizaciones de pequeños productores de alimentos reunidas en el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) lideraron la participación de la sociedad civil en las negociaciones que tuvieron lugar en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA). En 2012, se aprobaron las Directrices sobre la gobernanza responsable de la tierra, la pesca y los bosques (Directrices sobre la tenencia). Basadas en la CIRADR (Conferencia Internacional sobre reforma agraria y desarrollo rural), dichas directrices aclaran las obligaciones de los Estados, a saber, respetar, proteger y garantizar todos los derechos de tenencia legítimos (sean o no reconocidos legalmente), dando prioridad a los grupos más marginados. Además, contienen disposiciones para la protección de los sistemas de tenencia consuetudinaria, así como para la restitución y la redistribución. [4]  Las Directrices sobre la tenencia se complementaron en 2014 con las Directrices para garantizar la pesca sostenible a pequeña escala, que también hacen hincapié en el carácter colectivo de los derechos de muchas comunidades. [5]

Estas directrices internacionales han brindado a las organizaciones sociales la oportunidad de avanzar en sus luchas a nivel local, nacional y regional. Han logrado considerables avances en varios países y han presionado para que se reconozca internacionalmente y de manera explícita el derecho humano a la tierra para la población rural. Esto se logró finalmente en 2018 con la adopción de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en zonas rurales (2018)[6], que complementa la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas y el Convenio Nº 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Sin embargo, las Directrices sobre tenencia de la tierra también fueron adoptadas por actores que consideran la tierra y los recursos naturales conexos sobre todo como un activo económico y financiero globalizado. En este contexto, «derechos seguros de tenencia de la tierra» o «seguridad de tenencia» implica otorgar derechos de propiedad exclusivos, por lo general en forma de títulos de propiedad individuales. La Coalición Internacional para el Acceso a la Tierra (ILC por sus siglas en inglés) es una emblemática manifestación de un enfoque que considera que los proyectos de «inversión» relacionados con la tierra son necesarios, reconociendo al mismo tiempo que es preciso paliar el impacto negativo sobre la población local. La inclusión de la tierra en el Programa de Desarrollo Sostenible de 2030 y en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se ha producido en este marco.

Destacados 2

Tierra y territorios hoy en día: nuevos desafíos y luchas más amplias

Si bien la tierra y los recursos naturales se han vuelto a incluir como cuestiones fundamentales en la agenda mundial, la desposesión de comunidades y poblaciones ha alcanzado nuevas cotas. Hoy en día, las luchas de los movimientos sociales por los territorios deben adaptarse a un nuevo contexto que se caracteriza por una serie de acontecimientos:

  • Financierización: La crisis financiera que comenzó en 2008/09 ha puesto de manifiesto el gran poder del capitalismo financiero y también la consiguiente desposesión y destrucción de los medios de vida en comunidades de todo el mundo. Las transacciones de tierras y todo tipo de proyectos de «inversión» (agricultura industrial, infraestructura, etc.) se gestionan a través de redes de inversión opacas, paraísos fiscales y centros financieros extraterritoriales. Los nuevos instrumentos financieros, como los derivados, permiten nuevas formas de extracción de riqueza y especulación por parte de actores corporativos y financieros[7].  La financierización ha llegado acompañada de nuevos niveles de concentración del control de los territorios en manos de unos pocos actores poderosos (por ejemplo, la empresa de agronegocio Olam, con sede en Singapur, posee y gestiona más de 3 millones de hectáreas de tierras y bosques en todo el mundo), y además pone en tela de juicio las reivindicaciones tradicionales de la reforma agraria, como la exigencia de distribuir las tierras en desuso. Esto se debe a que el valor de la tierra como activo financiero está desvinculado de su uso y a la tierra que produce se le dan otros usos para generar rentabilidad financiera. Esto también se aplica a los bosques y océanos, que se han convertido en activos para diversos planes de mitigación del cambio climático en el marco de las denominadas economías «verde y azul». Como consecuencia de la financierización, el control efectivo de la tierra y de otros recursos naturales está cada vez más en manos de actores financieros que no son necesariamente visibles para las comunidades y pueblos afectados. Entre ellos figuran fondos de pensiones, fondos de inversión, bancos, compañías de seguros y empresas de gestión de activos como BlackRock, la mayor empresa financiera del mundo. Por consiguiente, la lucha por la tierra y los territorios debe abordar también cuestiones de justicia financiera, como el cese de la evasión fiscal, el cierre de los paraísos fiscales y el fin de los flujos financieros ilícitos.
  • Digitalización: Las tecnologías digitales desempeñan un papel fundamental a la hora de convertir tierras, zonas de pesca y bosques en activos globalizados y, por consiguiente, son un elemento fundamental de la financierización. Los gobiernos, las instituciones internacionales y el sector empresarial promueven la digitalización como un nuevo «remedio mágico» que servirá para lograr una gestión más eficiente de los recursos naturales y garantizar la seguridad de la tenencia para las comunidades. Si bien los movimientos en pro de la soberanía alimentaria y las organizaciones de pequeños productores de alimentos aún tienen que debatir en qué medida se pueden utilizar las tecnologías digitales de manera emancipadora, es evidente que el programa de digitalización que impulsan las empresas no hace sino perpetuar las desigualdades estructurales y los desequilibrios de poder.[8]
  • Auge del autoritarismo y crisis de la democracia: Las luchas de los movimientos sociales y las comunidades indígenas se encuentran cada vez sometidas a mayor presión por los regímenes autoritarios, racistas y chovinistas que tratan de apropiarse de la demanda de tierras para sus propios fines, por un lado, y los nuevos niveles de apropiación de los espacios de gobernanza por parte de las empresas, por otro. Como consecuencia de estos acontecimientos, se ha llegado a un nivel alarmante de erosión de los derechos humanos y la democracia a nivel nacional e internacional, y por eso las ideas fundamentales que enmarcan las exigencias sobre tierras y las campañas han cambiado. En el plano internacional, un mayor poder empresarial, la incapacidad de las instituciones de las Naciones Unidas para proporcionar asesoramiento útil y de confianza ante las diversas crisis y el aumento del autoritarismo de la derecha han provocado una profunda crisis del sistema multilateral de las Naciones Unidas. Todo ello ha tenido graves repercusiones en la puesta en marcha de los logros importantes antes mencionados. [9]
  • Convergencia de las luchas agrarias y ecológicas: Actualmente, el mundo se enfrenta a una profunda crisis ecológica que se manifiesta con mayor fuerza a través del calentamiento global (provocado por el hombre) y en la drástica pérdida de diversidad biológica. Evidentemente, esta crisis tiene importantes consecuencias para la soberanía alimentaria. Los movimientos agrícolas y las luchas por la tierra y los territorios deben recoger estas cuestiones de manera más amplia. Una demostración de la pertinencia de las cuestiones ecológicas en nuestros días es el hecho de que los debates relevantes sobre la tierra se han alejado de los espacios «tradicionales» de gobernanza de la tierra y tienen lugar, cada vez más, en otros foros, como los relacionados con el cambio climático, la biodiversidad, la degradación de la tierra y los suelos, etc.[10]  Aunque las organizaciones de pequeños productores de alimentos han logrado integrar parcialmente las Directrices sobre la tenencia de la tierra, las Directrices del Marco Estratégico y el UNDROP en algunos de los principales debates relacionados con el tema, el marco normativo de las cuestiones relativas a la tierra sigue siendo muy limitado. Por ejemplo, algunos de los grupos de la sociedad civil que han participado activamente en cuestiones climáticas y sobre diversidad biológica se centran en exigencias específicas y limitadas, como las salvaguardias para proteger los derechos de las comunidades indígenas o la formalización de los derechos de las comunidades sobre la tierra. Las organizaciones de pequeños productores de alimentos que luchan por la soberanía alimentaria no están (aún) bien representadas en estos foros, dominados por ONGs especializadas y sus conocimientos «expertos». Las organizaciones de pequeños productores de alimentos del CIP luchan actualmente por un reconocimiento más amplio del papel de la población rural como guardianes de los ecosistemas que necesitan un control efectivo de sus territorios.
  • Incidencia en el modelo de producción: En la actualidad, los debates más intensos sobre seguridad alimentaria se centran en la necesaria transformación del sistema alimentario y de la agroecología. Teniendo en cuenta la profunda crisis de legitimidad del modelo del agronegocio, claramente insostenible, los movimientos sociales y las OSC han conseguido grandes avances, especialmente en el CSA[11] y la FAO[12]. La tierra y los territorios son fundamentales en estos debates, pero rara vez se les concede la importancia que merecen en este contexto. Además, a pesar de la crisis de legitimidad del agronegocio, hasta ahora se han producido pocos cambios reales. El agronegocio propone una agricultura climáticamente inteligente y el uso de nuevas tecnologías (biológicas y digitales) como supuestas soluciones diseñadas para aumentar su poder. El agronegocio se ha servido de la crisis ocasionada por la COVID y de las limitaciones que ha supuesto para los movimientos sociales y las organizaciones de las comunidades indígenas en cuanto a su capacidad de movilización. Así, el agronegocio ha aprovechado el momento para consolidar su poder en muchos países[13] y en la narrativa dominante a nivel internacional. [14]  
  • La pandemia de la COVID-19 y las respuestas: Aunque la crisis provocada por la pandemia, y las respuestas de los gobiernos ante la misma, han desvelado las profundas desigualdades de nuestras sociedades y la profunda crisis del sistema alimentario industrial, los debates y las medidas de respuesta se han centrado en gran medida en los aspectos sanitarios. Aunque se ha reconocido ampliamente que las actividades extractivas, incluido el agronegocio, son responsables de la destrucción de los ecosistemas, y que ésta conduce a la emergencia de nuevos patógenos, las respuestas internacionales y nacionales se han centrado en salvar a las grandes empresas y en mantener las cadenas de valor mundiales.  Algunas organizaciones campesinas han establecido el vínculo con la concentración de la tierra, reclamando reformas redistributivas como parte de su respuesta frente a la crisis, a la recesión económica y a la escalada de desigualdades que probablemente acarreará,[15] pero todavía no ha habido una respuesta amplia por parte del movimiento de la soberanía alimentaria sobre el modo de incorporar la tierra y los territorios en el orden posterior a la pandemia.

En esta época de grandes perturbaciones y cambios, es importante revivir y resituar (al menos parcialmente) las luchas por la tierra  y los territorios en el nuevo contexto. Esto exigirá construir a partir de las “viejas” estrategias y a la vez buscar nuevas vías adaptadas a las circunstancias actuales. Durante los últimos años han empezado a surgir convergencias más amplias de las luchas por la soberanía alimentaria, los derechos de las mujeres y la justicia ambiental, social y financiera, que ponen en contacto en modos nuevos movimientos y demandas, y podrían conducir a nuevas estrategias de generación de poder  para lograr un cambio sistémico.  En algunos países, la  “emergencia“ COVID  ha promovido la solidaridad y la organización local, combinándose ayuda directa y acciones de apoyo con demandas políticas orientadas hacia un cambio transformador. 

El momento actual proporciona una oportunidad  importante de reflexión profunda, colectiva y orientada a la acción, porque ha expuesto más claramente que nunca las inmensas injusticias y desigualdades de los sistemas alimentario y económico actuales.  También es un momento de reconfiguración de las relaciones de poder que va a determinar la medida en que los movimientos sociales y la movilización de los pueblos van a ser capaces de hacer avanzar el programa político de la soberanía alimentaria.  


[1]              En muchos países, durante casi toda la segunda mitad del siglo XX ha formado parte de las luchas sociales la organización contra la concentración de tierras y para exigir la redistribución de la tierra. Por ejemplo, numerosos movimientos revolucionarios en Asia, incluso después de la descolonización, giraban en torno a la tierra.

[2]              Disponible aquí.

[3]              La Declaración final de esta Conferencia aquí.

[4]              Ver las Directrices sobre tenencia. El Grupo de Trabajo del CIP sobre tierras y territorio ha elaborado un Manual para las comunidades, con el fin de orientar a las organizaciones de base en el uso de este instrumento internacional.

[5]              Puede consultarse aquí.

[6]              Puede consultarse aquí, véanse en particular los artículos 5 y 17.

[7]              Para más información, aquí.

[8]              Para más información, consultar el boletín Nyéléni num. 37 sobre Digitalización del sistema alimentario.

[9]              Un ejemplo es la Cumbre sobre el Sistema Alimentario prevista para 2021 y cuyo proceso orientado a los intereses corporativos han denunciado más de quinientas asociaciones de todo el mundo. Ver aquí.

[10]            Esto ha ocurrido al mismo tiempo que la FAO ha renunciado en gran medida a su liderazgo en las cuestiones relativas a la tierra y no tiene una estrategia clara para la aplicación de las Directrices sobre la tenencia de la tierra en consonancia con la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (UNDROP). De esta manera, se deja la puerta abierta para que otros actores asuman el papel principal, como el Banco Mundial y las plataformas de múltiples partes interesadas, como la CDI.

[11]            El Comité de Seguridad Alimentaria y Nutricional participa actualmente en dos importantes procesos normativos a este respecto: 1) las negociaciones sobre las Directrices voluntarias sobre sistemas alimentarios y nutrición; y 2) la elaboración de recomendaciones de políticas sobre enfoques agroecológicos y otros enfoques innovadores.

[12]            Tras la celebración de dos simposios/conferencias internacionales y una serie de simposios regionales de la FAO, el Consejo de la FAO (órgano ejecutivo de la FAO) aprobó oficialmente los Diez Elementos de la Agroecología en diciembre de 2019.

[13]            Entre los ejemplos más flagrantes se encuentra el hecho de que se permitan los organismos genéticamente modificados (OGM) en Ecuador y Bolivia y la creciente deforestación en Brasil.

[14]            Ver, por ejemplo aquí.

[15]            Ver, por ejemplo el Plan de emergencia del MST para la reforma agraria popular.

Boletín núm. 43 – Editorial

Soberanía alimentaria en tiempos de pandemia

Ilustración: Trabajadores y trabajadoras agrícolas – Recolectores de frutas y verduras – Retrato de trabajadores esenciales #6, por Carolyn Olson.

Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la COVID-19 como emergencia de salud pública de importancia internacional el 30 de enero de 2020, pocas personas imaginaban el grado de devastación que la enfermedad iba a provocar en todo el mundo, o cuánto tiempo duraría. A medida que el rumbo mortal de la COVID-19 pasaba de un país a otro, quedó patente que las acciones o inacciones de los gobiernos, así como los contextos sociales, políticos y económicos eran tan responsables como el virus del impacto que desencadenaban.

La pandemia de la COVID-19 no da muestra alguna de desaparecer: los contagios siguen en aumento en numerosos países, y están surgiendo nuevas cepas más contagiosas del virus SARS-COV-2. Las ansiadas vacunas han comenzado ya a distribuirse, aunque posiblemente queden fuera del alcance de la mayoría de los países durante meses o incluso años, debido al “apartheid de vacunas”. A pesar de las limitaciones en la disponibilidad de las vacunas, provocada por los plazos que son necesarios para los ensayos y la producción, muchos países ricos han adquirido suministros suficientes de vacunas para inmunizar a sus poblaciones al menos dos veces, y están respaldando el control monopolístico de las vacunas por parte de las empresas farmacéuticas a través de derechos de propiedad intelectual legalmente exigibles en la Organización Mundial del Comercio.

En esta edición del Boletín Nyéléni presentamos extractos de documentación e investigaciones realizadas por profesionales y defensores de la soberanía alimentaria, sobre todo la sección Voces desde los Territorios: de la COVID-19 a la transformación radical de nuestros sistemas alimentarios, preparada por el Mecanismo de la Sociedad Civil y de los Pueblos Indígenas (MSC) para las relaciones con el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial. En cada extracto se incluyen los enlaces a los informes/artículos completos correspondientes.

Focus on the Global South y Amigos de la Tierra Internacional.

Boletín núm. 41 – Editorial

Mucho más que tierra – Territorios y Soberanía Alimentaria

Ilustración de Luisa Rivera / www.luisarivera.cl

La tierra ha sido siempre un bien muy codiciado. El control de la tierra y de los recursos ligados a la misma, ilustran las relaciones de poder en un país o región y son un indicador de las injusticias sociales existentes. Esos recursos, que han estado en el corazón del movimiento por la soberanía alimentaria desde sus inicios, al mismo tiempo son fundamentales para los derechos, los medios de subsistencia y la identidad de los pequeños productores de alimentos.

Este número del Boletín Nyéléni es la segunda edición de este año dedicada al tema de la tierra. En los antecedentes históricos analizamos cómo han evolucionado las disputas relacionadas con la tierra en los últimos decenios, comenzando por las demandas para reformar la agricultura hacia un marco más amplio, que reivindique la estrecha y polifacética relación de los pueblos y las comunidades con sus territorios.

A pesar de los constantes desafíos que plantea la lucha de los pueblos por la tierra, en este número celebramos importantes victorias y destacamos la ingeniosidad de las comunidades de todo el mundo para hacer valer sus derechos y gestionar sus territorios. Las organizaciones sociales están encontrando maneras de incluir en sus luchas ciertos problemas emergentes, como por ejemplo los desafíos del cambio climático y las tecnologías digitales. Ante la digitalización agresiva, la financierización y el autoritarismo, así como del creciente solapamiento de las cuestiones agrarias y ecológicas, señalamos la necesidad de que los movimientos intensifiquen y reorienten sus estrategias.
FIAN International

Boletín núm. 40 – Editorial

Acaparamiento de tierras y justicia agraria

Ilustración: Boy Dominguez, Journal of Peasant Studies edición sobre Green Grabbing (Acaparamiento Verde), 2012

La tierra es la base de la vida social. Es la base de la producción agrícola, pero también configura la dinámica política, económica, y cultural de la sociedad y es configurada por ellas: el poder influye sobre el acceso a la tierra, y el acceso a la tierra otorga poder.

Considerando el papel fundamental de la tierra para la sociedad humana, es lógico que también haya sido fundamental para la acumulación de ganancias en la expansión del capitalismo mundial. Los acaparamientos de tierras a larga distancia –la expropiación, mercantilización y privatización de tierras alejadas – han sido una característica fundamental de la historia mundial durante 500 años. Los gobiernos han intentado siempre controlar la tierra, pero desde que en Inglaterra se vallaron las tierras campesinas y desde la conquista europea de las tierras indígenas que comenzó en 1492, el acaparamiento de tierras ha formado parte del entramado de intereses coloniales e imperiales del capital privado junto con los Estados. El resultado: oleadas continuadas de desposesión, genocidio y esclavización de pueblos Indígenas, Negros, y Mestizos. Así pues, si bien el acaparamiento de tierras refleja la continuidad, las fuerzas motrices y los impactos contemporáneos deben entenderse también en su contexto actual.

Este número de Nyéléni es la primera parte de dos ediciones (junio y septiembre) dedicadas al tema de la tierra. Este número examina los problemas de la actual carrera por la tierra de los actores financieros y empresariales, desde locales a globales. Estudia las oportunidades actuales y cartografía las estrategias y soluciones para promover el cambio. La tierra es un sitio de disputas e injusticia; también es un sitio de luchas, y avance hacia la soberanía alimentaria y la justicia.

Food First

Boletín núm. 39 – Editorial

La soberanía alimentaria ante el resurgimiento del autoritarismo y del fascismo

Ilustración: Rosanna Morris, rosannamorris.com

En todas las regiones del mundo asistimos al auge y la consolidación de fuerzas sociales, políticas y culturales que son racistas, xenófobas, misóginas, chauvinistas machistas, homo-lesbo-transfóbicas, anti-pacifistas, antidemocráticas y totalitarias. Estas fuerzas autoritarias populistas, dictatoriales e incluso inscritas en democracias, reciben denominaciones variadas pero se identifican por su oposición al pluralismo, a la diversidad racial, religiosa y cultural, a la equidad social, a la autonomía de género y al secularismo. Su influencia y control sobre la opinión pública se ejerce a través de discursos construidos con fragmentos de información hilvanados astutamente para presentar su propia visión de la realidad. Demonizan la verdad inoportuna tachándola de «fake news» y crean sus propios hechos, que no se basan en la realidad objetiva, sino en los valores ideológicos de sus respectivos movimientos.

Todos los sistemas políticos tienen su grado de autoritarismo. No obstante, los regímenes autoritarios/fascistas que han crecido durante la década pasada son especialmente peligrosos, debido a que reciben apoyo de segmentos transversales sorprendentemente amplios de la población de sus países y del capital transnacional. Esto les da poder para polarizar y fracturar la sociedad, y revertir logros importantes, obtenidos con gran esfuerzo, en derechos humanos, libertades civiles y buen gobierno secular, democrático.

En esta edición de la hoja informativa Nyéléni examinamos las implicaciones de estas configuraciones político-sociales para el movimiento de la soberanía alimentaria. Incidimos especialmente en el modo en que la soberanía alimentaria, es en sí misma, una estrategia de resistencia frente a la peligrosa oleada de autoritarismo que se extiende por el mundo.


Amigos de la Tierra Internacional y Focus on the Global South

Boletín núm. 42 – Editorial

Diez años de Nyéléni: ¡Mucho que celebrar!

Ilustración de Francisco Daniel, MST de Brasil, facebook.com/fcodam/

Hace una década, movimientos de campesinxs, pescadorxs, pastorxs, mujeres, migrantes, trabajadorxs, jóvenes y pueblos indígenas, sembramos una semilla crucial en la defensa de la Soberanía Alimentaria y el derecho a la alimentación, que llamamos Boletín Nyéléni. En este germinar hemos compartido desafíos, experiencias, reflexiones y acciones de unidad. También hemos visto con gran alarma como el capital extractivista, los autoritarismos y el agronegocio se han tomado territorios con total impunidad poniendo en riesgo la vida; mientras, los gobiernos continúan promulgando políticas, reglamentos y leyes que favorecen a las corporaciones y a los sistemas alimentarios industriales. Incluso la pandemia de la COVID 19 vino a afirmar el papel fundamental de quienes alimentamos a los pueblos de manera sana, justa y sostenible.

Pero hay también mucho por celebrar, este boletín es una herramienta concreta de solidaridad, intercambio, formación y comunicación para los pueblos organizados que planteamos con urgencia ponerle fin al Sistema Alimentario Industrial y en cambio emprender la Soberanía Alimentaria. Hoy aplaudimos varias legislaciones a favor de la Soberanía Alimentaria, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas, la Declaración de las Naciones Unidas sobre Derechos Campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales, la implantación masiva de la Agroecología en los territorios, y cientos de escuelas, así como la constante lucha por semillas campesinas en manos de los y las productores/as de alimentos a pequeña escala.

¡Así que en esta edición celebramos, cosechando la memoria y recogiendo frutos colectivos, pues somos la voz de la esperanza que se eleva alto!

El Comité Editorial del boletín Nyéléni
en nombre del Movimiento Internacional de Soberanía Alimentaria, (en orden alfabético):

Erik Hazard, Food First
Margaret Nakato Lubyayi, WFF
Martín Drago, Amigos de la Tierra Internacional
Million Belay Ali, AFSA
Nadine Nembhard, WFFP
Ramón Vera Herrera, GRAIN
Shalmali Guttal, Focus on the Global South
Sofia Monsalve, FIAN
Viviana Rojas Flores, La Vía Campesina
La Secretaría del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP)

Boletín núm. 38 – Editorial

Semillas campesinas, el corazón de la lucha por la Soberanía Alimentaria

En 2018 la Organización de Naciones Unidas (ONU), adoptó la Declaración sobre Derechos Campesinos, reconociendo en el más alto nivel de gobernanza internacional el papel estratégico que cumplen campesinas y campesinos del mundo. La Declaración además complementa medidas y políticas necesarias para el Decenio de la Agricultura Familiar Campesina e Indígena (2019-2028) y para la implementación del Artículo 9 del TIRFAA (Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura), resaltando el rol de las semillas campesinas para lograr la Soberanía Alimentaria y para el desarrollo de las políticas agrarias a favor del campesinado.

Estos instrumentos políticos señalan que es determinante garantizar el derecho de los pueblos a «mantener, controlar, proteger y a desarrollar sus propias semillas y conocimientos tradicionales». Como parte de las distintas acciones de lucha La Vía Campesina lanzó hace 20 años la Campaña Global «Semillas Campesinas Patrimonio de los Pueblos al Servicio de la Humanidad», que busca trascender el mundo rural e involucra y convoca a otros sectores populares en esta afirmación por la vida.

En esta nueva edición les invitamos a retomar el debate de las Semillas campesinas como el corazón de la lucha por la Soberanía Alimentaria, que garantiza los plenos Derechos Campesinos. Además, compartimos una serie de artículos que buscan ampliar el nivel de conciencia y el grado de organización por las Semillas Campesinas en todos los territorios. También proporcionamos informaciones de cómo sumarte a la acción «Adopta una Semilla», a la vez que recogemos testimonios de resistencia que buscan mantener las semillas campesinas en las manos de quienes alimentan a los pueblos de manera sana y justa.

La Vía Campesina y GRAIN

Boletín núm. 37 – Editorial

La digitalización del sistema alimentario

Ilustración: Marc Rosenthal – www.marc-rosenthal.com

Actualmente, hay mas de 820 millones de personas que padecen hambre, mientras que el sobrepeso y la obesidad siguen aumentando en todo el mundo. La destrucción de los ecosistemas está degradando la biodiversidad alimentaria y agrícola a un ritmo alarmante. El cambio climático se está acelerando: las temperaturas de este mes de julio han sido las más altas registradas hasta la fecha; los glaciares se derriten a una velocidad muy superior a lo previsto; y millones de jóvenes están demandando que se actúe con urgencia para afrontar la crisis climática.

No obstante, hay pocas iniciativas por parte de los gobiernos para cambiar un sistema agrícola y alimentario industrial impulsado por los combustibles fósiles. En su defecto, los responsables de las empresas, gobiernos e instituciones internacionales están proponiendo una «fórmula mágica» para combatir el hambre, la desnutrición y el cambio climático: la digitalización, que hace referencia a la adopción de las tecnologías de información-comunicación (TIC) y de la inteligencia artificial (IA) en la vida cotidiana y en todas las actividades de la sociedad.

Las tecnologías digitales pueden ser tanto beneficiosas como dañinas, dependiendo del contexto. Los pequeños productores tienen sus propias tecnologías, innovaciones y saberes [Ver Boletín núm. 36 – Agroecología : innovación real desde y para los pueblos]. Pero también las empresas, que persiguen el monopolio del control de la tecnología. Asimismo, la digitalización tiene lugar en una era de desigualdades, autoritarismo y opresión crecientes.

Esta Hoja Informativa presenta una síntesis de la digitalización de la alimentación, así como ejemplos de cómo utilizan la digitalización las comunidades de distintas partes del mundo y de cómo les afecta. Esperamos que estos artículos ayudarán a los movimientos sociales a entablar un debate colectivo sobre las tecnologías digitales, especialmente sobre el modo de beneficiarse de ellas y de impedir que sean perjudiciales.

FIAN International y Focus on the Global South

Boletín núm. 36 – Editorial

Agroecología: innovación real desde y para los pueblos

Ilustración: Instituto Agroecológico Latinoamericano “Tierra del maíz”.

No podemos seguir ignorando la crisis del sistema alimentario industrial. Durante más de una década, un estudio tras otro ha validado los descubrimientos del movimiento por la Soberanía Alimentaria de 2007, a saber, que el sistema alimentario de las agro-empresas está destruyendo la vida. En la actualidad, los gobiernos buscan ansiosamente «innovaciones» a la agricultura para solventar esto. Esperan ser salvados por una nueva Revolución Verde – innovaciones de la ciencia y la tecnología que permitan aumentar la producción sin agotar los recursos o contaminar el planeta. Obviamente este tipo de innovación garantizará que los recursos económicos, genéticos y naturales se mantengan entre las manos del agro-negocio. También mantiene el discurso anclado en el status quo sin reconocer que no es la falta de producción de alimentos la que produce el hambre, sino que es la pobreza, la falta de democracia, la exclusión de los grupos vulnerables, la desigualdad o los obstáculos físicos (por ej. En situaciones de conflicto o de poblaciones desplazadas) para el acceso a los alimentos, a los recursos naturales y a la infraestructura.

Por otra parte la Agroecología en el marco de la Soberanía Alimentaria está siendo reconocida de modo generalizado, y se promueve cada vez más como un enfoque para transformar la agricultura y los sistemas alimentarios y superar los retos que se nos plantean. El movimiento por la Soberanía Alimentaria está sacando a la luz cómo el discurso sobre la innovación es realmente un modo de despolitizar el debate sobre las características que debería tener eI nuevo sistema alimentario – al no establecer criterios sobre los resultados que debe proporcionar la innovación. Es así como se sitúa a la agro-ecología en pie de igualdad junto a los OGM, las nuevas tecnologías de mejora genética, ‘la agricultura climáticamente inteligente’ y intensificación sostenible’. Estos modelos confiscan determinadas prácticas agroecológicas y las combinan con semillas patentadas, plantas y animales transgénicos, monocultivo para el comercio internacional y, lo que es más importante, la misma visión de la acumulación privada de los frutos del planeta de todos y de los trabajadores. En esta edición, analizamos los elementos de la Agroecología tal como se define por parte de los pequeños productores de alimentos que asumen como única innovación la transformación de nuestros alimentos y de la agricultura.

Amigos de la Tierra Internacional
[Esta edición se ha completado con la colaboración del CIP y LVC]