Boletín núm. 30 – Editorial

Avanzando en el paradigma de la Soberanía Alimentaria

Ilustración : Angelo Monne | www.angelomonne.com

Este año se celebra el décimo aniversario del histórico Foro por la Soberanía Alimentaria que tuvo lugar en Mali en 2007. El Foro congregó a más de 500 campesinos, pescadores, pastores, indígenas, trabajadores, migrantes, mujeres, jóvenes, consumidores, investigadores y prensa/medios de comunicación de 80 países para construir un movimiento global para la soberanía alimentaria. El Foro se llamó Nyéléni como tributo e inspirándose en una mítica campesina maliense.

Desde entonces, Nyéléni se ha convertido en un espacio de práctica, para reunir, generar sinergias y aunar fuerzas para reforzar las distintas condiciones para la soberanía alimentaria. Éstas incluyen la de defender y proteger la tierra, el agua, los territorios, las semillas y la biodiversidad: redistribuir la reforma agraria; asegurar el acceso a la tierra, a los territorios y los recursos; la agroecología y la agricultura campesina sostenible; la producción y el marketing cooperativos; evitar la dominación corporativa, la captura y el control de las semillas, las tierras, el agua, la tecnología, el conocimiento, los mercados y las políticas; resistirse a la privatización; desmantelar los regímenes neoliberales de comercio-inversión; frenar la criminalización de las comunidades en primera línea y de los defensores de los derechos; y apoyando los derechos de los suministradores de alimentos a pequeña escala y a sus trabajadores.

Conforme el paradigma de la soberanía alimentaria se ha expandido, también lo han hecho las amenazas que se ciernen sobre ella. La convergencia de las crisis climática, financiera, económica y energética en la última década ha desencadenado una explosión en los proyectos de infraestructuras a gran escala, de minería, de extracción de petróleo y gas, de talas, de plantaciones industriales de árboles, de resorts de lujo y de promoción inmobiliaria, de Zonas Económicas Especiales, y falsas «soluciones» climática como REDD, comercio de carbono azul y del secuestro de carbono. Las poblaciones rurales están perdiendo sus tierras y sus territorios, haciendo frente a una escalada en la criminalización, la violencia y la militarización mientras tratan de organizarse para proteger los fundamentos mismos de sus propias vidas.

La nueva generación de los tratados de libre comercio (TLC) amenaza la soberanía alimentaria a través de recortes extremos de los aranceles, cambios en las normativas estatales que eliminan los apoyos para los productores a pequeña escala, y proporcionan mecanismos para proteger los «derechos» de los inversores que dan acceso ilimitado a las corporaciones a los sectores críticos, como la alimentación, la agricultura, la distribución, las medicinas y la salud pública. Igualmente peligrosas son las políticas que permiten que las corporaciones controlen la producción, el uso, el precio y el marketing de las semillas, promover la ingeniería genética, y patentar semillas y variedades de plantas (muchas de las cuales se derivan de materiales bio-pirateados). Las megafusiones de seis corporaciones –Bayer + Monsanto, Dow + Dupont y ChemChina + Syngenta—incrementarán el control corporativo sobre las semillas, las tecnologías agrícolas y el equipamiento, minando la productividad potencial de los productores de alimentos a pequeña escala en todo el mundo.

Estas amenazas se encaran desde múltiples frentes y niveles por el movimiento global en auge sobre soberanía alimentaria. Las crisis recurrentes que el mundo afronta son inherentes al capitalismo que es un adepto a reinventarse a sí mismo para mantener el poder estructural. Enredar con los hilos del modelo capitalista no será positivo. Lo que se necesita es un profundo cambio sistémico, un cambio completo de paradigma de la competitividad a la solidaridad, del extractismo al respeto, de la explotación a la dignidad. Este es el paradigma de soberanía alimentaria, que es el movimiento global que avanza a través de del diverso conocimiento, de las capacidades, de los recursos y de las bases sociales.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South

Boletín núm. 29 – Editorial

TLC y agricultura

Ilustración: Anthony Freda | www.AnthonyFreda.com

Crece la desconfianza y la movilización contra los tratados de libre comercio (TLC.) Éstos afectan la soberanía alimentaria:

– Erosionan las políticas públicas que apoyan mercados locales.
– Quitan o disminuyen aranceles en bienes importados, lastimando a los productores locales pequeños que no pueden competir con importaciones corporativas subsidiadas.
– Armonizan estándares en sanidad alimentaria, plaguicidas, OGM y bienestar animal, beneficiando a las corporaciones con sus bajos criterios en aras de sus márgenes de ganancia.
– Modifican leyes de patentes, para privatizar plantas y animales; criminalizan la custodia y el intercambio de semillas, dañan los sistemas agroalimentarios locales.
– Privilegian a inversionistas extranjeros que obtienen mayor acceso a agua y tierras, con derechos que los defienden mediante antidemocráticos mecanismos de solución de disputa Estado-inversionistas.

Los TLC son más que comercio. Son acuerdos integrales que impiden librarnos de las reformas estructurales, fortaleciendo corporaciones, finanzas y gobiernos; promoviendo sus objetivos globales.

Existe una relación directa entre TLC, cambio climático, devastación ambiental, y el atropello a los derechos de pueblos originarios, jornaleros y campesinos. La elección de Trump y el Brexit reflejan parcialmente la ira pública por el «libre comercio», pero impulsan un nacionalismo racista, excluyente y fragmentario. Debemos luchar por un cambio sistémico real defendiendo nuestros territorios y diciendo NO a los TLC y al capitalismo global y a la política racista.

Ningún TLC puede ser popular. Debemos erradicarlos. No reformarlos.

bilaterals.org y GRAIN

Boletín núm. 28 – Editorial

La Agroecología en una encrucijada

La Agroecología como resistencia y transformación: La soberanía alimentaria y la Madre Tierra

Ilustración : Logo Escuela Campesina Multimedia

De repente, la Agroecología se puso de moda, desde los movimientos sociales de base hasta la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), los gobiernos, las universidades y las corporaciones. Pero no todas las partes tienen la misma idea en mente sobre qué es la Agroecología. Mientras las instituciones y corporaciones dominantes han marginalizado y ridiculizado por años la Agroecología, hoy intentan capturarla. Quieren apropiarse de lo que les es útil – es decir, la parte técnica y usarla para pulir la agricultura industrial, mientras se ajustan al modelo del monocultivo y al dominio del capital y las empresas en las estructuras de poder. Los movimientos sociales, por otro lado, usan la Agroecología para desafiar los actuales esquemas de poder – como lo son la concentración de tierra y los monopolios – y usan la Agroecología para resistir los múltiples ataques a la vida en las zonas rurales y sobre la Madre Tierra, al igual que como una herramienta para la transformación social, económica, cultural, política y ecológica de las comunidades y los territorios. Su Agroecología es meramente técnica, la nuestra es política.

La Agroecología se ha convertido en un territorio en disputa. Es esencial construir un consenso entre los movimientos de nuestros pueblos sobre qué significa para nosotros, sobre qué estamos defendiendo. Es por eso que celebramos el Foro Internacional de Agroecología en Nyéléni, Mali en febrero de 2015, y por lo cual hemos venido discutiendo la Agroecología en las últimas series de los foros de Agroecología organizadas por la FAO en Roma, las Américas, Asia, África, China y Europa, inclusive mientras construimos activamente la Agroecología en nuestros territorios.

Peter Rosset, La Via Campesina y Martín Drago, Amigos de la Tierra Internacional

Boletín núm. 27 – Editorial

Los mercados campesinos

Ilustración : Rigel Stuhmiller – www.rigelstuhmiller.com

En prácticamente todos los pueblos de la India, los vendedores empujan los carritos de un barrio a otro, abasteciendo a los clientes con frutas y verduras anuales y de temporada. Por las costas, la pesca fresca de los pequeños barcos pesqueros se expone para su venta cada mañana y cada tarde. Los comerciantes ambulantes compran pescado en estos mercados y lo transportan a diferentes pueblos. Los mercados de pescado y marisco diario son habituales en cada área costera de la región del Pacífico asiático. En Tailandia, los mejores lugares para encontrar alimentos, hierbas y especias tradicionales son los mercados frescos locales. En la Camboya rural, es común ver los pequeños puestos a lo largo de la carretera vendiendo maíz, calabaza, verduras, frutas de temporada recién cosechadas, azúcar de palma y carne y pescado seco. Otras escenas similares se pueden ver en muchas otras partes del mundo, en diferentes zonas climáticas y geográficas.

Todos estos alimentos, crudos, cocinados y preservados son producidos y vendidos por los campesinos, pescadores, pastores, ganaderos y avicultores, procesadores de alimentos y empresarios locales a pequeña escala, la mayoría de ellos mujeres, a través de los diferentes tipos de mercados: temporales, permanentes, ambulantes, entregas directas, cooperativas, etc. La mayoría de los alimentos consumidos en el mundo son producidos por pequeños agricultores y trabajadores y distribuidos a través de los «mercados territoriales», que reflejan la gran diversidad de contextos que caracterizan la producción y distribución de alimentos a pequeña escala. Los mercados territoriales son una fuente importante de empleo y cruciales para combatir la hambruna y la pobreza.

Estos mercados cada vez se enfrentan más a las amenazas empresariales que lideran los supermercados e hipermercados, contratación, almacenaje y los sistemas de certificación y seguridad de alimentos. Las empresas usan políticas neoliberales y acuerdos de inversión, así como sistemas de marketing sofisticados para controlar cómo se producen, tasan, distribuyen y consumen los alimentos. La protección y el fortalecimiento de los mercados de los agricultores a pequeña escala son aspectos fundamentales de la soberanía alimentaria y de la restauración del control social sobre la economía.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South

Boletín núm. 26 – Editorial

Reforma agraria y soberanía alimentaria

Hoy día estamos frente a una oleada del capital financiero sobre los recursos ubicados en las zonas rurales del mundo. Está generando la financierización de los bienes y productos del campo, y la (re)capitalización) de las actividades capitalistas extractivistas , tales como el agronegocio, sobre todo de monocultivos para la exportación, las plantaciones forestales, los agrocombustibles, las empresas mineras, y los constructores de megaproyectos como represas, carreteras y desarrollos turísticos. Esto conduce al acaparamiento de tierras, y al despojo, desalojo, desplazamiento, y migración de nuestros pueblos, la creciente criminalización y represión de la protesta social, y la demonización mediática de nuestros movimientos y luchas.

Ya que el capital se está apropiando de los territorios enteros de nuestros pueblos, nosotros tenemos que responder transformando la lucha por la tierra en la lucha por el territorio. Esto requiere construir alianzas entre campesinos y campesinas, jornaleros, pueblos indígenas, pastores nómadas, pescadores artesanales, pueblos forestales, y otros sectores populares del campo, y las populaciones urbanas, sobre todo de la periferia y los consumidores. Requiere producir alimentos sanos con la agroecología y los saberes ancestrales y populares, y demostrando que los territorios populares son mejores para la Sociedad y la Madre Tierra, que los territorios del Capital.

La Via Campesina

«En nuestras cosmovisiones, somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De los ríos somos custodios ancestrales – el pueblo Lenca, resguardados además para los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas por la defensa de los ríos, es dar la vida para el bien de la humanidad y de este planeta. (…)
¡Despertemos, despertemos humanidad! Ya no hay tiempo. Nuestras consciencias serán sacudidas por el hecho de estar solo contemplando la autodestrucción pasada en la depredación capitalista, racista y patriarcal.»
Berta Cáceres [Mujer líder de la organización de derechos indígenas COPINH en Honduras, asesinada el 3 de marzo 2016 para su lucha en defensa de su pueblo, su territorio y los ríos.]

Boletín núm. 25 – Editorial

Bloquear la gobernanza corporativa de los sistemas alimentarios

Ilustración – Daniel Pudles – www.danielpudles.co.uk

En este Boletín Nyéléni alzamos la voz contra las corporaciones transnacionales (CTN), contra el poder que están adquiriendo y contra el grave impacto que están ejerciendo en la vida de las personas. En el momento actual, en que las relaciones vuelven a ser coloniales, en que los actores privados (sobre todo las CTN) han debilitado y desdibujado el papel de los estados (especialmente en los espacios intergubernamentales para el diseño de políticas, incluida la ONU), debe descartarse con rapidez cualquier intento de establecer una gobernanza por múltiples partes interesadas.

El agua, las semillas, la tierra y otros recursos naturales esenciales se están convirtiendo, cada vez más, en elementos de negocio para un pequeño grupo de CTN. Esta “corporativización” se ha desarrollado en el contexto de iniciativas globales como la Iniciativa de Rediseño Global (Global Redesign Initiative, GRI), encabezada por el Foro Económico Mundial (FEM). Esto representa una privatización cada vez mayor de la gobernanza de los sistemas alimentarios y la nutrición de los pueblos, y las iniciativas basadas en esta «lógica» de la GRI, como Scaling-Up Nutrition (SUN), Coastal Fisheries Initiative (CFI) o la Nueva Alianza Para la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en África, del G8, son claramente soluciones inútiles para los pueblos.

Tales iniciativas también erosionan el papel de los estados en los espacios políticos internacionales y, en consecuencia, debilitan la soberanía de los pueblos al poner la especulación privada por encima del interés público. Esto provoca una especie de «colonialismo corporativo», donde incluso el mapeo genético de las semillas (propuesto por “DivSeek”) termina por ser una forma de despojar a las y los campesinos de sus derechos.

Además de lo anterior, la inexistencia de políticas públicas y de compromiso estatal con las obligaciones de respeto a los derechos humanos ha provocado que las CTN prosigan con sus actividades con total impunidad. Como se refleja en esta edición, los delitos cometidos por las CTN contra comunidades de Nigeria, o la privatización de ciudades en Honduras, muestran cuán urgente resulta que los estados empiecen a regular las acciones de las CTN. Por esta misma razón, la sociedad civil hace un llamamiento para crear un instrumento vinculante a nivel internacional que regule totalmente y sancione las actividades de las CTN, como primer paso para proteger y reafirmar la soberanía de los pueblos del mundo.

Junto con los movimientos sociales y las organizaciones de la sociedad civil, debemos trabajar para reinventar y reconstruir espacios políticos públicos a nivel local, nacional, regional e internacional. Sólo a través de una unión sólida entre estos ámbitos podrá ejercerse la soberanía de los pueblos en todo el mundo.

Sofia Monsalve, FIAN International

Boletín núm. 24 – Editorial

Bosques, recolectar comida y los comunales

Ilustración: Iwasaki Kan’en, Herbario, 1830

Entorno al 75% de la población pobre mundial vive en áreas rurales de países en desarrollo. La mayoría sobrevive gracias a la agricultura de subsistencia, la pesca artesanal y/o al pastoreo nómada y muchos no tienen tierras, trabajan como mano de obra temporera en granjas, plantaciones, piscifactorías y la industria. Sus necesidades alimentarias diarias se cubren principalmente con la producción local, la recolección de comida, la caza y la pesca – a menudo realizada por mujeres—en pequeñas granjas, zonas de pastoreo comunales, y en bosques, arroyos, ríos y lagos. El acceso reducido a estos ecosistemas o el descenso en la cantidad comida que se reúne en estos ambientes conducen al hambre y a la malnutrición aguda.

Bosques, campos, laderas de colinas/montañas, humedales y masas de agua —que comprenden ríos, arroyos, lagos y mares- son fundamentales para las vidas, las culturas y la economía de las comunidades rurales de todo el mundo. Hay fondos fundamentales de la biodiversidad y literalmente preservan la vida. La comida, el agua, la fibra, el combustible, las plantas medicinales y las raíces, la madera, la hierba, las hojas, la resina y otros materiales que proporcionan son las únicas redes de seguridad con las que cuentan las poblaciones rurales en los tiempos de adversidad. E incluso en los tiempos de bonanza, en las comunidades rurales que no son pobres, los alimentos silvestres -que se recolectan, cazan y pescan– suponen un componente importante de las dietas locales y tradicionales; los productos forestales no madereros (PFNM) y los recursos marinos son importantes fuentes de ingresos suplementarios.

Muchas comunidades —especialmente de pueblos indígenas- tienen bosques sagrados o espirituales, que también albergan las fuentes de los ríos y arroyos locales. Proteger el bosque significa, por tanto, proteger las fuentes acuíferas de las comunidades. Los bosques son espacios relevantes para la educación y el conocimiento local: los niños y niñas aprenden cuál es el valor de las plantas, los animales, los venenos y las medicinas al ir junto a los mayores al bosque.
La demarcación entre bosque y tierras agrícolas a menudo está difusa por los cultivos itinerantes: campos que no están plantados se convierten en bosques, jardines vegetales y huertos de árboles frutales a menudo se plantan e los bosques pues aseguran condiciones de crecimiento propicias. Se asemeja a lo que sucede en las comunidades costeras y marinas, que veneran el mar como fuente de toda la vida y tiene elaboradas reglas socioeconómicas para proteger los ecosistemas sensibles. En este caso también lo niños aprenden el valor de los distintos tipos de peces y de los recursos marinos y cómo tienen que aprovisionarse de ellos, con respeto y de manera sostenible. Las cosmovisiones de los pueblos indígenas en todo el mundo respetan la naturaleza como a los padres que dan y alimentan la vida, y enseñas a los pueblos y a las comunidades a vivir en armonía con la naturaleza.

Estas prácticas y los propios ecosistemas a los que dan forma se encuentran cada vez más en peligro porque los inversores, las empresas y los especuladores intensifican de la demanda en las tierras de cultivo, los bosques y las fuentes de agua y, también, por los cambios en tiempo y los patrones de precipitaciones debido al cambio climático. La conversión de paisajes naturales distintos en agricultura industrial y acuicultura, y el consumo intensivo de energía de los asentamientos humanos destruyen las funciones cruciales de los ecosistemas, como la de recargar acuíferos, mantener los nutrientes del suelo, la captura de carbono y compensar los ciclos naturales, y esto acelera el cambio climático. Exacerban la desigualdad de acceso a las tierras y a los recursos naturales tanto entre las comunidades como entre hombres y mujeres. Las comunidades locales se ven reducidas a parcelas de tierra más pequeñas y menos fértiles y se ven obligadas a confiar en una base menor que explotar para obtener comida e ingresos. Las reservas de agua dulce se ven monopolizadas por la industria y los ricos, lo que crea y aumenta la escasez de agua, generando conflictos entre la población local con relación al agua, los productos forestales y los comunales. En concreto afecta a los derechos de los pueblos indígenas para controlar, usar, administrar y preservar territorios ancestrales.

Proteger y regenerar entornos naturales diversos y las distintas formas de alimentarse y vivir en armonía con estos entornos son elementos esenciales de la soberanía alimentaria. Resulta igualmente relevante que son una forma directa de resistencia a la mercantilización y la financialización de la naturaleza y ante los mercados capitalistas.

Shalmali Guttal, Focus on the Global South

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Justicia alimentaria 2.0

LaDonna Redmond, Fundadora y directora ejecutiva de «La Campaña por Justicia Alimentaria Ahora«

Me hice activista alimentaria porque mi hijo Wade empezó a desarrollar alergias a los alimentos a una edad muy temprana y yo quería proporcionarle los alimentos más saludables. En realidad, no era diferente a cualquier otra madre de mi comunidad, quería lo mejor para mi hijo. Pero esos alimentos, los mejores que hubiera, no estaban disponibles en mi barrio del lado oeste de Chicago. En la comunidad en la que vivo es más fácil conseguir un arma semiautomática que un tomate. El problema de la violencia para la salud pública está conectado con el problema de salud pública de enfermedades crónicas relativas a la alimentación.

Para mi, la justicia alimentaria 2.0 trata de las narrativas de las personas de color. El movimiento por la justicia alimentaria cuenta la historia del colonialismo y del impacto del trauma histórico en las comunidades de color.
Entendemos que la importación de esclavos africanos a los Estados Unidos proporcionó la mano de obra para lo que ahora llamamos nuestro sistema de alimentación industrial. En el núcleo de lo que yo considero los problemas de nuestra comunidad, sobre todo cuando hablamos de acumulación de riqueza o falta de salud, existe en realidad una conversación sobre esclavitud. No hemos solucionado la esclavitud ni su efecto. Para nosotros, la justicia alimentaria no trata solo de nutrición. No se trata solo de cultivar alimentos. Se trata de dignidad. Se trata de visibilidad.
Podemos lograrlo si somos capaces de admitir que nunca hemos tenido un sistema de alimentación justo en los EE. UU. Y debemos unirnos y crear una narrativa donde todos podamos sentarnos a la mesa y crear el sistema alimentario que necesitamos. Reclamad vuestras cocinas. Reclamad vuestro fogón y vuestra mesa. Cocinad muestra comida. Producid vuestra comida. Sabed de donde viene vuestra comida.

Adaptado de «Alimentación+Justicia=Democracia» presentación en TEDxManhattan, 2013

Voces del campo 2

Empoderamiento de la comunidad y resistencia en Detroit

Malik Yakini, Fundador y director ejecutivo de la Red de Seguridad Alimentaria de la Comunidad Negra de Detroit

En Detroit, la población ha bajado de 1.900.000 a 700.000 personas en la actualidad. La ciudad se ha despoblado considerablemente como resultado del declive de la industria automovilística y del éxodo de población blanca en los 1950 y 1960 y de, más recientemente, el éxodo de la clase media negra. Hay un desempleo masivo que, se calcula, está entre el 18 y el 20 por ciento. No existen grandes cadenas de alimentación en Detroit. Eso hace que la mayoría de la población tenga que conseguir los alimentos en gasolineras y tiendas de autoservicio.

Muchos de esos supuestos alimentos se encuentra en contenedores de poliestireno extruido, cajas y paquetes. La huella geográfica de la ciudad es de unas 143 millas cuadradas. De esas 143, alrededor de un tercio de la ciudad esta vacía debido a la despoblación y a la deliberada falta de inversión en la ciudad de Detroit.

La realidad es que Detroit y sus ciudadanos están siendo castigados. Y una de las razones por las que nos están castigando es por los más de 50 años de la lucha por el empoderamiento negro en la ciudad de Detroit. Alrededor del 80 por ciento de la población de la ciudad es Afroamericana y vivimos en un área metropolitana con una de las zonas de mas polarización racial de Estados Unidos. Ahora somos testigos del aburguesamiento de muchas zonas urbanas de Detroit. Vemos como hipsters blancos se mudan al centro de la ciudad y como desplazan a los residentes de toda la vida. Todo esto esta ocurriendo con el trasfondo de uno de los episodios mas insidiosos que han ocurrido en los Estados Unidos: a los funcionarios electos de Detroit se les ha desprovisto de autoridad mediante el nombramiento de un responsable de urgencia por el gobernador del estado de Michigan. A efectos prácticos, han desprovisto a los ciudadanos de Detroit de su voto.

Nuestra organización ha estado trabajando para conseguir otorgar autoridad y resistencia a la comunidad. También nos importa la creación de democracia, el tipo de democracia donde las personas pueden de verdad tomar decisiones que impacten en sus propias comunidades y sus propias vidas… Estamos luchando todas estas batallas con dos males como telón de fondo: el capitalismo y la supremacía blanca, que se manifiesta no solo en en sistema alimentario industrial dominante, si no también en nuestro movimiento alimentario y en el movimiento por la soberanía alimentaria. Nos preocupa el hecho de que estamos todos involucrados en el trabajo de despojarnos de la opresión racial interiorizada. De hecho, no es un trabajo complementario. Este es el trabajo.

Adaptado de una presentación de la conferencia»Soberanía alimentaria: un diálogo crucial» en la Universidad de Yale en 2013. Más información aquí.

Voces del campo 3

Las trabajadoras y los trabajadores del campo viven en una nueva especie de apartheid

Rosalinda Guillén, Directora Ejecutiva de la organización Community to Community

Soy una trabajadora agrícola que entiende ahora que no somos más que un pequeño pero muy, muy importante componente de un sistema. Estoy conectada a la historia de la esclavitud en la industria agrícola de este país, porque nosotras y nosotros somos los nuevos esclavos. Como mexicana americana, puedo afirmar que hay un nuevo grupo de esclavos a costas del cual la industria agrícola de este país se está enriqueciendo enormemente.
En muchas de las comunidades en las que trabajamos en los Estados Unidos aprendemos a vivir en una especie de sistema de apartheid, un apartheid económico, un apartheid social, y, por supuesto, un apartheid racial. Estamos escondidas y escondidos, estamos en silencio, trabajamos.

La esperanza de vida promedio de los trabajadores agrícolas en los Estados Unidos sigue siendo de sólo 49 años. Ése es el precio a pagar para poder mantener el tipo de producción que la industria agrícola necesita para que tú puedas comprar tus bayas y verduras frescas. Y algunas y algunos de nosotros muere incluso antes de esa edad.
Antonio Zambrano, por ejemplo, fue asesinado por la policía en Pasco, Washington, por lanzar una roca a raíz de su frustración por la pobreza en la que vivía y por la falta de respeto y el maltrato que él y su familia habían estado sufriendo durante muchos, muchos años.

Para nosotras y nosotros, la política agraria significa que todavía se están utilizando pesticidas. La política agraria, desde nuestra perspectiva, ha legalizado e institucionalizado el salario a destajo para robar el salario de las y los trabajadores agrícolas del país, la mayoría de los cuales deben utilizar este sistema para recibir un cheque de pago. Es por esos motivos que nuestra esperanza de vida es de sólo 49 años: el sistema de salario a destajo y los pesticidas. Detente y escucha, somos los canarios en la mina de carbón. La industria agrícola está utilizando de manera masiva productos químicos en los campos de California, los cuales van a ser utilizados en todo el país y te afectarán también a ti directamente como consumidor. Escúchanos a las y los trabajadores del campo.

El camino se hace al andar. No sabemos cómo será el camino pero debemos caminar juntas y juntos y vivir bien mientras construimos ese camino. Todas y todos tenemos que dar todo nuestro compromiso. El camino que caminamos juntos debe llevarte a una mesa donde puedas sentarte con tu familia y disfrutar tu comida, con la certeza de que la cena en tu plato está libre de toda explotación humana y de la Madre Tierra.

Texto adaptado de la presentación en el Panel del 40° Aniversario de Food First en 2015

Cuadros

Cuadro 1

Definición de justicia alimentaria

La Justicia Alimentaria hace referencia al amplio abanico de iniciativas que abordan las injusticias del sistema alimentario estadounidense. Las modalidades deficientes de la justicia alimentaria se centran en los efectos de un sistema alimentario desigual, mientras que las modalidades más sólidas se centran en los motivos estructurales que originan dichas desigualdades. Ejemplo de ello son los proyectos reformistas de la justicia alimentaria que proporcionan el acceso a los alimentos en comunidades insuficientemente atendidas para paliar de esta forma la inseguridad alimentaria y/o esforzarse por mejorar los alimentos y las condiciones laborales en el propio sistema de alimentación industrializado a través de mercados especializados, como por ejemplo la certificación orgánica y de comercio justo.

Las modalidades progresivas de justicia alimentaria dan un paso más al producir alimentos (normalmente mediante métodos orgánicos, de permacultura y /o agroecológicos) y al trabajar a favor de un acceso más equitativo a los recursos productores de alimentos como la tierra, los créditos y los mercados, así como unos mejores salarios y unas condiciones laborales para todos los agricultores y trabajadores del sector de la alimentación (no sólo aquellos que se benefician de los mercados especializados o nichos de mercado).

La justicia alimentaria drástica se centra en las transformaciones estructurales y redistributivas del sistema alimentario que desarrollan un poder político en las comunidades explotadas, oprimidas y desatendidas (incluyendo a las personas de color, inmigrantes, mujeres y personas LGBTQ) y trabaja para desmantelar las leyes, regulaciones, instituciones y creencias culturales que blindan el privilegio corporativo, monopolístico, blanco y masculino en el sistema alimentario.
Las modalidades drásticas y progresivas de justicia alimentaria se solapan con la soberanía alimentaria, un concepto de origen internacional definido como el derecho de los seres humanos a unos alimentos saludables y culturalmente apropiados producidos mediante métodos ecológicamente seguros y sostenibles y su derecho a determinar sus propios sistemas alimentarios y agrícolas.

Cuadro 2

La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria: nutriendo la justicia alimentaria

La resistencia al legado del racismo estructural de los Estados Unidos es un pilar histórico de lo que llamamos «Justicia Alimentaria». La lucha por la justicia alimentaria tiene lugar en las miles de comunidades rurales y urbanas desatendidas de todo el país, comunidades que se tambalean ante los efectos negativos del régimen alimentario corporativo. Los monopolios agroalimentarios de este régimen envenenan nuestros trabajadores y nuestro medio ambiente con sustancias químicas tóxicas al producir los alimentos baratos y procesados que nos hacen enfermar.
Más de 50 millones de personas en los Estados Unidos (en su mayoría agricultores y trabajadores del sector de la alimentación, mujeres, niños y personas de color) sufren de inseguridad alimentaria y de enfermedades devastadoras relacionadas con la dieta. En los Estados Unidos a pequeña escala, las familias de agricultores constituyen menos de un 2% de todos los agricultores registrados del país. Tenemos más personas en prisión que en la tierra. La Justicia Alimentaria en los Estados Unidos adopta diversas formas a la hora de abordar sin rodeos estas desigualdades. Las comunidades insuficientemente atendidas cultivan azoteas y terrenos urbanos vacíos; una nueva generación de jóvenes agricultores cultivan alimentos orgánicos para sus comunidades y mercados agrícolas; la agricultura apoyada por la comunidad y los consejos de políticas alimentarias locales florecen y la promoción de políticas relacionadas con la mano de obra inmigrante, la justicia ambiental, el etiquetado de productos ecológicos y la sanidad pública son cada vez más poderosas.

El movimiento por la justicia alimentaria ha crecido rápidamente en Estados Unidos en la última década entre las comunidades que creen que nuestro sistema alimentario debería servir a las personas de color y no explotarlas y envenenarlas. Muchos creen que la justicia alimentaria drástica constituye el camino hacia la liberación. Gracias al trabajo combativo de las organizaciones de base, la justicia alimentaria también está siendo adoptada por los consumidores socialmente conscientes, quienes exigen alimentos sin productos químicos, salarios justos y unas condiciones laborales dignas para los trabajadores. Todos creen que se debería pagar adecuadamente a nuestras familias de agricultores por los alimentos que producen. Muchos trabajan para convertir sus sistemas alimentarios locales en motores de crecimiento económico bajo el control de las comunidades desatendidas. Todos nosotros buscamos poner fin al control de las empresas sobre nuestros alimentos. Los alimentos deberían ser para las personas y no para el beneficio del monopolio.

No es casualidad que, con el auge del movimiento por la Soberanía Alimentaria, la Justicia Alimentaria también ha surgido como concepto, como una forma de resistencia y como una propuesta política a escala global. La convergencia creciente entre ambas es el resultado de intercambios y vínculos internacionales entre organizaciones locales y movimientos sociales globales, en especial La Via Campesina Internacional. Todo esto se debe a que, por un lado, la creación de Via Campesina y la aparición de la soberanía alimentaria han influido en los investigadores, las ONGs y las organizaciones de base. Además, junto con el progreso de la globalización, el racismo en el sistema alimentario está empeorando en todo el mundo.

La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria
La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria (U.S. Food Sovereignty Alliance, USFSA) es una amplia red de 33 organizaciones de base y ONGs comprometidas a establecer la fuerza colectiva de los movimientos por la Justicia Alimentaria y la Soberanía Alimentaria. La Alianza nació a raíz de las conversaciones entre los agricultores, la comunidad y las organizaciones laborales y de seguridad alimentaria para tomar medidas a largo plazo que pusieran de manifiesto las causas de la crisis global alimentaria del año 2008, una crisis producida en gran medida por las empresas y políticas de los Estados Unidos. Ese mismo verano tuvo lugar la primera reunión organizada por este grupo de trabajo en Washington, D. C. Reclamaron un programa político más firme que incluyera precios justos para los agricultores y consumidores, igualdad en el sistema alimentario, una agricultura sostenible, derechos para los trabajadores y el Derecho a los Alimentos.

En el año 2009, el Grupo de Trabajo sobre la Crisis Global Alimentaria congregó aún más gente para trabajar en las organizaciones de base por la justicia alimentaria en Washington D.C. Aparte de esa reunión, los participantes emprendieron varias iniciativas bienales en apoyo a la campaña para acabar con la crisis alimentaria.
En octubre del año 2009, una pequeña «sub-categoría» de aliados organizó el Primer Premio de la Soberanía Alimentaria (First Food Sovereignty Prize) en Des Moines, Iowa, durante la conferencia anual de la Coalición de la Seguridad Alimentaria Comunitaria (Community Food Security Coalition, CFSC). El Premio de la Soberanía Alimentaría se convirtió en una estrategia importante a la hora de difundir el concepto de soberanía alimentaria en los Estados Unidos, destacando el trabajo de las organizaciones de base. Durante la conferencia de CFSC, los miembros del Grupo de Trabajo trataron una visión y una estrategia a largo plazo basadas en la creación de una alianza más amplia entre diversos sectores estadounidenses.

A continuación, el grupo movilizó recursos para apoyar el liderazgo de los agricultores en las audiencias nacionales antimonopolistas agrícolas organizadas por el Departamento de Justicia y el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, a las cuales siguió una Asamblea del Pueblo sobre la Justicia y Soberanía Alimentarias en el Foro Social de los EE. UU. en Detroit, Michigan, en el año 2010.

La necesidad de una alianza nacional entre trabajadores inmigrantes, agricultores, familias urbanas y ONGs para abordar los temas de la justicia y soberanía alimentarias quedó patente en esta reunión. Las organizaciones de base, los agricultores y las ONGs de diversas ciudades de los Estados Unidos así como representantes de Via Campesina Internacional de Honduras, Palestina, Haití y Republica Dominicana se reunieron durante dos días para debatir la manera en que las organizaciones locales podían sumarse al proceso político para democratizar radicalmente el sistema alimentario, basado en un programa mundial que fuera establecido por movimientos sociales. Cuatro meses después, en octubre del 2010, se creó la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria en la conferencia de la Coalición de la Seguridad Alimentaria Comunitaria en Nueva Orleans.

De cara al futuro
Desde la puesta en marcha de la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria, tanto la soberanía como la justicia alimentaria se enfrentan a una nueva serie de desafíos en el país. En nombre de la «austeridad fiscal», el Congreso Nacional amenaza con recortar los cupones para alimentos de miles de familias y otros programas sociales. Siete estados de los EE.UU. han aprobado leyes «mordaza» que prohíben la documentación y difusión de las irregularidades por parte de los negocios agrícolas. Un estado policial cada vez mayor ha declarado la guerra contra los jóvenes de color. Sin embargo, también han emergido indicios de una nueva ola de movimientos populares, crecientes y masivos por la Justicia Climática, #BlackLivesMatter (las vidas negras también importan) y acciones contra Monsanto.

Del 13 al 15 de octubre la Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria celebrará su tercera Asamblea General de Miembros y el séptimo Premio de la Soberanía Alimentaria en Des Moines, Iowa. A medida que nos acercamos a nuestro quinto cumpleaños, nos comprometemos con nuestra misión de desarrollar una lucha global en pos de la justicia y soberanía alimentarias mediante la creación de una confianza estable y el apoyo al liderazgo de las familias de clase trabajadora y de las comunidades de color para que así puedan recuperar sus vidas y a sí mismos de las garras del racismo estructural.

La Alianza Estadounidense por la Soberanía Alimentaria es un espacio importante en defensa de la justicia y la soberanía en tanto es capaz de aunar las ONGs y las organizaciones de base en una alianza amplia con diversos sectores sociales de los Estados Unidos y en el extranjero.

Cuadro 3

Black Lives Matter*

El movimiento por la justicia alimentaria es un reflejo de la creciente resistencia social y política contra el racismo estructural en los Estados Unidos. A pesar de las afirmaciones en el discurso generalizado de que vivimos en una «sociedad post-racial», las crisis alimentaria, energética y financiera han sido acompañadas por un alarmante aumento en la violencia institucional contra jóvenes afroamericanos y personas de color en los Estados Unidos. Los movimientos por la justicia y la liberación como #BlackLivesMatter hacen imposible que se siga ignorando el problema del racismo – tanto en la derecha como en la izquierda.

El candidato presidencial progresivo y senador de Vermont Bernie Sanders estuvo el 8 de agosto en un evento en Seattle para hablar sobre la seguridad social y programa Medicare, pero fue interrumpido cuando dos mujeres miembros de la sección local de #BlackLivesMatter subieron al escenario. El 9 de agosto marcó el primer aniversario de la muerte de Michael Brown a manos de la policía en Ferguson, Missouri, por lo que las manifestantes pedían cuatro minutos y medio de silencio en reconocimiento de las cuatro horas y media durante las cuales la policía mantuvo el cuerpo sin vida de Brown en una calle de Ferguson. Criticaron a Sanders y otros políticos progresistas por no combatir el racismo. Muchas personas en la multitud predominantemente blanca se disgustaron con los manifestantes y exigieron que le permitieran hablar al senador, pero Sanders abandonó el escenario. Más tarde publicó una declaración escrita en la que decía que estaba «decepcionado porque ningún otro candidato luchará más que yo por la reforma de la justicia penal y la necesidad de combatir el racismo.»

Ha habido mucha discusión desde el evento sobre si la acción de protesta fue positiva o no para el movimiento de #BlackLivesMatter. Algunas personas expresaron la opinión de que era necesaria para hacer a los políticos progresistas blancos responsables de la cuestión del racismo estructural. Otras mostraron confusión por la elección de Sanders como blanco de la acción, ya que él siempre ha sido un defensor de los derechos civiles. La protesta, sin embargo, no se trataba sólo de Sanders, sino de todos los políticos progresistas que han fallado en asumir la lucha contra el racismo. Si bien Sanders puede haber estado decepcionado por el resultado de ese día, esta experiencia será en última instancia valiosa para él. Se le mostró qué es importante para el pueblo, y se le dio la oportunidad de abordar esas preocupaciones y obtener apoyo. #BlackLivesMatter está obligando a los progresistas a tener la incómoda conversación sobre el racismo y está presionando a las figuras políticas a tomar medidas. Están dejando claro a las y los candidatos y al público que no podemos avanzar políticamente sin abordar la violencia del racismo estructural.

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Para la perspectiva de un hombre indígena que estuvo presente en el evento:

*Las vidas de las personas de color sí importan.