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El caos climático, la COVID-19 y los conflictos armados han conmocionado a la economía mundial, y estas crisis superpuestas están afectando a la seguridad alimentaria mundial de una forma nunca vista.

La crisis alimentaria mundial en curso se agravó con la pandemia de la COVID-19. En 2020, cerca de 3.100 millones de personas no podían permitirse una dieta saludable, y unos 2.300 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021.

Según muestran los máximos históricos del índice de precios de los alimentos de la FAO, la crisis alimentaria mundial se agudizó más en marzo de 2022, en gran parte debido a los desequilibrios entre la oferta y la demanda en los mercados de cereales, semillas oleaginosas, carburantes y fertilizantes tras un aluvión de conflictos geopolíticos y guerras.

Con todo, las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria están estrechamente vinculadas a la pobreza estructural y a las relaciones comerciales injustas entre los países, y como ocurrió con las crisis de los precios de los alimentos de 2008 y 2011, la especulación financiera y la volatilidad de los precios en los mercados mundiales han influido enormemente en la crisis alimentaria actual.

La Vía Campesina (LVC) junto a nuestros aliados del movimiento global por la soberanía alimentaria sigue oponiéndose al agronegocio industrial y a las falsas soluciones del neoliberalismo. Estamos alerta y organizados para la aplicación de soluciones reales, populares, para un cambio social profundo. ¡Acabemos con la OMC! ¡Construyamos un comercio internacional basado en los derechos de los campesinos, la agroecología y la soberanía alimentaria!

Los jóvenes son protagonistas de la transformación social 

Los y las jóvenes son sujetos políticos que desempeñan un papel singular en el ejercicio del control democrático de los sistemas alimentarios. Ante todo, la tarea que se asigna a los jóvenes es aprender de la historia. Es indispensable analizar los problemas sociales, políticos, económicos y medioambientales con criterios históricos, para coordinar estrategias eficaces y acciones concretas que aborden sus causas profundas.

También se asigna a los jóvenes la tarea de analizar el momento actual con claridad y precisión desde nuestras perspectivas generacionales específicas, utilizando conceptos como la soberanía alimentaria y herramientas como la UNDROP[1] de las que nos hemos dotado a través de los procesos de formación de LVC.

Además, es fundamental que los jóvenes sigan buscando soluciones a los problemas existentes y, al mismo tiempo, se esfuercen por garantizar los derechos y el bienestar de las generaciones futuras. 

Los jóvenes son clave en las luchas por la soberanía alimentaria. Tienen la tarea esencial de ampliar la participación y formar nuevos liderazgos. A lo largo de la última década, diversos miembros de nuestro movimiento mundial por la soberanía alimentaria, que convergieron y se organizaron en la reunión de Nyéléni en 2007 en Mali, han resaltado la necesidad de que los jóvenes campesinos y activistas tomen el relevo de la lucha. Por ello, con los años, a través de espacios como el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) y otros, hemos construido una lucha unificada y hemos creado plataformas de formación y capacitación para los jóvenes del movimiento que venían de comunidades campesinas, indígenas, de pescadores y de pastores.

Las oportunidades significativas de participación de los jóvenes a todos los niveles de la lucha por la soberanía alimentaria nos han permitido integrarnos progresivamente en el movimiento, y a través de nuestros espacios organizados de forma autónoma, hemos ido articulando nuestras prioridades políticas y propuestas de acción.  

Los jóvenes exigen soluciones radicales a la actual crisis alimentaria

En las últimas tres décadas, los movimientos sociales de base han intensificado la presión sobre los gobiernos para lograr la democratización política y económica de los sistemas alimentarios y agrícolas. Desde el principio, hemos luchado para garantizar la participación directa y efectiva de las organizaciones campesinas e indígenas en la elaboración, la aplicación y el seguimiento de las políticas agrarias y los programas de desarrollo rural.

Los temas centrales que condujeron a la formación del movimiento internacional por la soberanía alimentaria siguen siendo muy pertinentes y están en el primer plano de nuestras prioridades políticas actuales, incluyendo: la deuda externa, el comercio internacional, y la protección del medio ambiente, así como la agroecología, la igualdad de género, los derechos de las mujeres y de las personas LGBTTQI+, y los derechos de los campesinos. Los jóvenes están enarbolando estas banderas de lucha en movilizaciones masivas, campañas de comunicación y procesos de educación política. También estamos avanzando en las negociaciones políticas y en los esfuerzos de promoción en los espacios de las Naciones Unidas.

Por ejemplo, entre mayo y octubre de 2022, los y las jóvenes de LVC participaron en consultas organizadas por el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), en colaboración con la FAO y en el marco del Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar. Las consultas regionales giraron en torno al Pilar 2 del Decenio[2] , abordando temas como la migración de los jóvenes, las desigualdades de género, el acceso a la tierra y al mercado, y la transferencia intergeneracional de recursos productivos y conocimientos. El proceso proporcionó un espacio para identificar problemas comunes y debatir sobre enfoques políticos relacionados con el relevo generacional en la agricultura familiar, y se pretende que sus resultados contribuyan a la aplicación del Plan de Acción Mundial del Decenio. Las consultas pusieron de manifiesto la necesidad urgente de reformas agrarias integrales y auténticas, de formación en agroecología y de planes adecuados de relevo en las explotaciones para que los jóvenes puedan tener un futuro en el campo.

En junio, los jóvenes se sumaron a la movilización contra la 12ª Conferencia Ministerial de la OMC en Ginebra. Participamos en los debates internos para el análisis contextual de la crisis alimentaria mundial, así como durante los diálogos públicos que tuvieron lugar en espacios activistas y en una universidad. Los jóvenes también formaron parte activa de la delegación que permaneció en Ginebra para impulsar la defensa de los derechos de los campesinos en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Organizamos y asistimos a reuniones con representantes de los Estados miembros con el fin de calibrar su voluntad política de apoyar una próxima resolución en el Consejo para iniciar un procedimiento especial para la aplicación de la UNDROP.

También hemos contribuido en gran medida a un proceso político en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de Naciones Unidas, titulado «Políticas para la promoción de la participación y el empleo de los jóvenes en los sistemas agrícolas y alimentarios». Llevamos más de dos años, coordinando y participando activamente en el grupo de trabajo sobre la juventud del Mecanismo de la Sociedad Civil y de los Pueblos Indígenas (MSC).

Ahora tenemos oportunidades políticas para organizarnos a escala nacional y presionar a los Estados para que apliquen los aspectos del documento político del CSA que son relativamente buenos,  como las recomendaciones en apoyo de los derechos humanos, los medios de vida dignos, los mercados informales, la contratación pública, la agricultura urbana y las políticas transformadoras en las cuestiones de género, así como el vínculo establecido con la Década de la Agricultura Familiar de Naciones Unidas y la referencia a las reformas redistributivas en el contexto de las Directrices Voluntarias sobre la Tenencia de la Tierra del CSA.  

La sostenibilidad y el impacto a largo plazo de nuestro movimiento colectivo por la soberanía alimentaria radican en la creación y ampliación de nuestras alianzas en todos los sectores aliados, uniendo fuerzas con los movimientos urbanos y rurales, y con los sindicatos de trabajadores. Asimismo, debemos poner el mismo énfasis en los procesos organizativos que dependen en gran medida de la participación significativa y de la formación de los jóvenes a lo largo de todo el movimiento y de todos los sectores aliados. La continuidad, la coherencia y la continua pertinencia del movimiento por la soberanía alimentaria dependen de la renovación generacional por medio de la capacitación de los jóvenes, facilitando el diálogo intergeneracional y movilizando a todos para el cambio social transformador.

[1] Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales (UNDROP por sus siglas en inglés).

[2] Pilar 2-Transversal. Apoyar a los jóvenes y asegurar la sostenibilidad generacional de la

        agricultura familiar.

Boletín núm. 50 – Editorial

La juventud y la democratización de los sistemas alimentarios

Ilustración: Sophie Holin para LVC, Instagram: @soph.ieholin

Estamos en diciembre, termina un año más de nuestro ciclo de vida, mientras buscamos esperanza y solidaridad ante adversidades abrumadoras. El aumento de las temperaturas, los fenómenos meteorológicos erráticos, la pobreza extrema, el hambre, las guerras, los conflictos y la violencia ensombrecen al mundo.

Esta catástrofe es el fruto de un modelo sistémico que antepone los intereses y beneficios de unos pocos frente a los de muchos. El sistema alimentario industrial global es un buen ejemplo de ello. Está entre los mayores contaminantes del planeta. Utiliza casi dos tercios de los recursos, pero sólo es capaz de alimentar a una cuarta parte de la población mundial, dejando un rastro de prácticas destructivas y contaminantes a lo largo de toda su cadena de suministro.

En cambio, la agricultura campesina, que sigue alimentando al 70% de la población mundial, mantiene ciclos armoniosos y saludables de producción, distribución y consumo de alimentos.

Ya va siendo hora de que recordemos a las instituciones mundiales de gobernanza de los alimentos y a los gobiernos que la verdadera solución a la crisis alimentaria mundial pasa por dar poder y autonomía a las comunidades campesinas, a los pueblos indígenas, a los trabajadores migrantes, a los trabajadores de la tierra, a los pescadores a pequeña escala y a los pastores, para que puedan construir la soberanía alimentaria en nuestros territorios. Debemos apoyar los sistemas alimentarios construidos por y para la gente, de un modo agroecológico, respetando el ciclo de la vida en todas sus formas. Y un elemento fundamental para proteger y multiplicar estos sistemas alimentarios diversos, descentralizados y resilientes, son las condiciones a disposición de los jóvenes y futuros pequeños productores de alimentos para que participen en el proceso de producción. Esta edición del boletín de Nyéléni profundiza en la democratización de los sistemas alimentarios populares y en la necesidad imperiosa de mantener el papel y el futuro de la juventud campesina en este proceso.

Articulación Juvenil de la Vía Campesina

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

¿Fabricar  o producir alimentos? Europa, nuevos y antiguos OGM, una batalla de más de 30 años

Antonio Onorati, ECVC, Italia

La Unión europea, primer exportador mundial y primer importador mundial de productos agrícolas, posee un sistema agrícola basado en pequeñas explotaciones, de las cuales el 77% tiene un tamaño inferior a 10 hectáreas y el 69% un valor económico de menos de 8000 €. Pero cuatro de las seis empresas que controlan el mercado mundial de semillas son europeas, entre ellas la primera, con un volumen de ventas tres veces mayor que la segunda. El poder de mercado de las empresas en el mercado de las semillas – ya muy concentrado – aumenta cuando pasamos del mercado de semillas  convencionales al de semillas OGM, y de este, al mercado del control de las informaciones genéticas digitalizadas (DSI). En este contexto, la estrategia del movimiento campesino, que comparten igualmente numerosos movimientos medioambientales, no puede sino articularse a varios niveles. Desde la movilización con acciones directas de desobediencia, como la destrucción de las parcelas sembradas de OGM – antiguos o nuevos – hasta la acción jurídica y el recurso a los tribunales, como el recurso ante el Tribunal de Justicia europeo, que actualmente bloquea cualquier intento de no aplicación de la legislación actual sobre los “nuevos”  OGM (NGT, productos con CRISP o mutagénesis asistida in vitro[1]). Pero también la construcción de una legislación útil para proteger el sistema campesino de semillas  e impedir el cultivo de OGM (como en Italia, país cuya agricultura está “desprovista de OGM» desde 2000 o en Francia).

Se trata de una cuestión meramente política: cómo quiere una sociedad que se produzcan sus alimentos. Por eso la movilización debe continuar.

Mas info aquí y aquí.

Voces desde el campo 2

Sistemas campesinos de semillas y aplicación de los derechos de los agricultores en el marco jurídico nacional – El caso de Mali

Alimata Traore, COASP – Mali Comité ouest africain semences paysannes, Mali

Nuestras semillas campesinas son reproductibles libremente y gracias a nuestras prácticas y saberes, las seleccionamos y volvemos a sembrar año tras año en nuestros campos. Gracias a su diversidad, las semillas evolucionan y se adaptan a nuestras necesidades, a nuestros campos, a nuestras técnicas. Nuestras semillas campesinas son nuestra identidad,  nuestra vida.

Nuestras organizaciones campesinas han organizado espacios de información y de formación sobre los derechos de los campesinos y campesinas. Tras haber analizado el estado de su incorporación a nuestras leyes nacionales, hemos dialogado con los representantes de nuestro gobierno, con los puntos focales TRFAA (El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura)y CDB (Convenio sobre Diversidad Biológica).

Conjuntamente creamos en 2017 un marco de concertación nacional con el mandato de que la legislación nacional reconociera los sistemas campesinos de semillas y los derechos de los agricultores y se garantizara su puesta en marcha. Fue presidido por el ministerio de agricultura y con la secretaría de la CNOP (Coordination Nationale des Organisations Paysannes). Las bases de nuestras propuestas eran las siguientes:

1.  Una definición clara de las variedades campesinas (incluidas las tradicionales y locales)

2.  El reconocimiento de las normas específicas que garanticen la calidad de nuestros sistemas campesinos de semillas, y la protección de los saberes campesinos, a través de los derechos colectivos definidos por la comunidad según sus usos y costumbres. 

3.  El derecho de campesinos y campesinas a vender sus semillas campesinas sin obligación de inscripción en el catálogo  oficial.

4.  El derecho de los campesinos y de sus organizaciones a participar en la toma de decisiones con  mecanismos que garanticen la transparencia.

5.  El apoyo y el fortalecimiento de los sistemas campesinos de semillas, de las “casas de las semillas campesinas”[2], de las fiestas y las ferias de las semillas campesinas.  

Voces desde el campo 3

Necesitamos diversidad de las razas de ganado para luchar contra futuras pandemias 

Tammi Jonas – Australian Food Sovereignty Alliance

Los agricultores australianos producen el 93% de los alimentos que comemos, a pesar de que exportan alrededor del 70% de lo que cultivan. Se hace hincapié en la exportación en el marco de un discurso moralizante, según el cual la agricultura australiana está “alimentando al mundo”. En cambio, la realidad es que las exportaciones no se dirigen a los países que padecen inseguridad alimentaria generalizada, sino más bien a “los mercados de mayor valor, en economías desarrolladas y a las clases medias de los países en desarrollo”.[3]

Este paradigma productivista ha conducido a una disminución constante de la diversidad de razas en Australia y en el mundo, y en el Norte global, el 90% del ganado pertenece únicamente a seis razas, con un 20% de las razas ganaderas en peligro de extinción.[4] Una disminución de la diversidad de razas implica una pérdida del ganado adaptado a las condiciones locales y a vivir de pastos, pero también el peligro de crear lo que  Rob Wallace llama ‘food for flu’ – porque ‘la cría a gran escala de una sola especie elimina las barreras inmunogénicas que en poblaciones más diversas cortan los focos de transmisión”.[5] La incidencia de la COVID-19 a escala mundial, el virus de la encefalitis japonesa que se extiende hacia el sur de Australia más que nunca, y ahora la amenaza creciente de expansión regional de la fiebre aftosa, hacen más evidente que nunca que debemos dejar de socavar la diversidad genética del ganado y de hacinarlo en condiciones insalubres.   

En Australia hay un movimiento creciente de pequeños ganaderos que crían razas ganaderas raras y tradicionales para invertir esa tendencia, agrupados en la Alianza Australiana de Soberanía Alimentaria (Australian Food Sovereignty Alliance o AFSA) y cuyos esfuerzos de conservación in situ reciben el apoyo del Rare Breeds Trust of Australia. En un mundo pandémico, las iniciativas de conservación y promoción de la diversidad genética, de especies y de ecosistemas, literalmente salvarán vidas.

Voces desde el campo 4

Agroecología, agrosilvicultura y el manejo comunitario de bosques: poderosas herramientas de defensa de los derechos de los pueblos, los medios de sustento y los bienes naturales de los bosques.[6]

Nuie anak Sumok – Asociación de Residentes de Sungai Bur, Sarawak, Malasia (300 words)

Conocida por sus amistades como la Mujer Maravilla, por su ética de trabajo, Nuie anak Sumok lucha por su familia, su comunidad y el medio ambiente produciendo en su parcela al lado de la carretera en Sungai Buri, en el noreste de Sarawak, Malasia.

“Con el grupo de mujeres y la Asociación de Residentes de Sungai Buri en la costa noreste de Sarawak hemos ido fortaleciendo nuestra resistencia frente a la imposición del monocultivo de palma aceitera, a través de la agroecología, la agrosilvicultura y el manejo comunitario de bosques. Con estas prácticas también hemos ido revirtiendo los daños provocados por ese monocultivo y la tala de los bosques, y desafiando al modelo de desarrollo destructivo.

No podemos darnos el lujo de plantar solo un cultivo, tenemos que hacer lo que sea más beneficioso para nosotras/os. Y nadie puede decirnos qué hacer.

Tenemos ají, piña, calabacín, bananos, especies forestales nativas, daung long, … y el bosque nos da semillas, árboles frutales, otros alimentos, agua, madera, combustible, refugio, biodiversidad, miel, medicina y alimento para animales. También materiales para hacer nuestras artesanías. Hacemos todo lo posible para ayudar a la comunidad a plantar especies locales de árboles.

Con organizaciones hermanas de Marudi, Long Miri y Long Pilah establecimos un sistema de intercambio de semillas donde distintos grupos recolectan semillas de su localidad -merbau, jelayan, rattan, engkabang, meranti- y árboles frutales como el durian y langsat, y nuestros viveros se enriquecen.

A través de este trabajo también protegemos nuestros derechos y los de todas las comunidades, así como nuestros medios de sustento y los bienes naturales de los bosques.”

Voces desde el campo 5

El IALA a construir y el papel de la agroecología

Aldo González, IALA, Mexico

En la actualidad cada vez más jóvenes (hombres y mujeres) de comunidades indígenas y campesinas tienen la oportunidad de estudiar. Muchos reciben becas y salen de la comunidad a alguna universidad, en la mayoría de los casos la idea de progreso se mete en su cabeza, la ciudad les ofrece modernidad y muchos ya no regresan, la escuela les ha quitado identidad.

Frente a ese panorama las organizaciones que integramos La Vía Campesina en México tomamos la decisión de constituir el Instituto Agroecológico Latinoamericano (IALA-México), con el interés de ir más allá de una simple formación técnica. Desde el IALA nos interesa contribuir al fortalecimiento de las luchas en defensa de los territorios, de la identidad cultural y de la soberanía alimentaria.

Para nosotros la agroecología es una forma de hacer la vida, apoyada en principios que parten del reconocimiento de que existe una diversidad de territorios y éstos generan una diversidad de relaciones culturales entre los seres humanos y la naturaleza. Estos cuidados, de raíz campesina ancestral procuran la sobrevivencia pues se fundamentan en principios comunes que deben tomar en cuenta aspectos ecológicos, culturales y económicos que respeten a la Madre Tierra.

Estas relaciones han generado formas de organización familiar y comunitaria que permiten nuestra sobrevivencia. Por ejemplo, la guelaguetza o guzun que se practica entre los zapotecos de Oaxaca, tiene sus símiles entre muchos pueblos de México y el mundo y se fundamenta en la reciprocidad para hacer la milpa (como se le dice en México a la chacra), construir una casa, hacer la fiesta familiar o comunitaria, etcétera. Desde el IALA nos interesa fortalecer esas formas de organización.

Nuestros sistemas de cultivo, como la agricultura itinerante, mal llamada de “roza, tumba y quema”, son formas de hacer agricultura que se construyeron en el pasado y que es importante reivindiquemos desde la agroecología. El sostenimiento de la vida en el suelo, el reciclamiento de nutrientes, la conservación de energía desde lo local hasta lo global son principios que se han practicado en la agricultura tradicional y que seguiremos impulsando.

Somos herederos, herederas, de una gran biodiversidad, así como de múltiples saberes asociados a ella. Sin embargo, la ciencia elaborada por nuestros pueblos es descalificada por los centros de investigación; a pesar de eso es urgente establecer un diálogo desde nuestros rincones con la ciencia occidental que nos permita sumar para bien de la humanidad los saberes que resguardamos y así generar nuevos conocimientos que se pongan al servicio de las campesinas y campesinos de México y del mundo.


[1] Mas info obre los “nuevos”  OGM aquí.

[2] Las casas de las semillas de África Occidental son lugares donde se recogen y seleccionan semillas, se elaboran fichas de identificación, se almacenan y se mejoran las técnicas de conservación, se intercambian prácticas y se da formación.

[3] Muir 2014: 5

[4] FAO 2019

[5] Wallace, et al. 2021: 195

[6] Más información aquí.

Cuadros

Cuadro 1

Manejo comunitario de bosques: práctica histórica para transformar y resistir [1]

El Manejo Comunitario de Bosques (MCB) es una forma de vida y una práctica cultural y espiritual –por lo tanto, histórica–, desarrollada por Pueblos Indígenas y comunidades locales para controlar políticamente y gestionar de forma organizada y planificada el territorio y sus bienes y recursos naturales. Es un proceso político que, a través de mecanismos horizontales en la toma de decisiones, que incluyen la transparencia y la rendición de cuentas al resto de la comunidad, logra la conservación y el uso sustentable de la Naturaleza así como beneficios sociales, medioambientales, culturales y económicos.

El MCB también incluye aspectos de tecnología apropiada, conocimiento ancestral y prácticas comunitarias de planificación y uso ordenado de recursos, pero va más allá́ de un simple manejo técnico, como es el denominado manejo sustentable de bosques (defendido por la ciencia forestal) que muchas veces destruye los bosques y la biodiversidad, favoreciendo a las corporaciones.

El MCB está estrechamente ligado a la Agroecología. Son enfoques amplios, integrales, dinámicos y diversos que responden y se adaptan a las condiciones geográficas, ecológicas y culturales de cada territorio, sus bienes comunes y los conocimientos tradicionales asociados. Mientras la agroecología se enfoca en los elementos centrales de la alimentación, como suelos, semillas, bienes de los que dependen los pueblos recolectores o pescadores artesanales, aguas y zonas pesqueras o de pastoreo, entre otros, el MCB dirige sus acciones hacia los demás bienes naturales y culturales manejados, usados y protegidos en los bosques, como árboles, semillas forestales, madera, fibras, fauna o incluso la salud del ecosistema.

Es necesario dimensionar la ingente cantidad de personas y familias que ponen en práctica la Agroecología en el marco del MCB para reafirmar la importancia de los bosques para el derecho a la alimentación.

Cuadro 2

Digitalización de la agricultura y alimentación

Escuchamos por doquier que la digitalización de todos los aspectos de la vida es un futuro ineludible que debemos aceptar de buen grado. En el caso de la agricultura y la alimentación, se habla de la Cadena Alimentaria Digital como la nueva opción para resolver problemas de hambre y clima. “Lo digital”, dicen, potenciará la agroecología, fortalecerá las comunidades, promoverá la independencia. En realidad, la digitalización de la agricultura abre la puerta a una mercantilización extrema de la naturaleza por parte de las agro-empresas tóxicas de siempre, ahora aliadas en diversas configuraciones con las gigantes de Big Data. El diseño de nuevos transgénicos, la especulación con el carbono de suelos agrícolas y la llamada intensificación sustentable, necesitan herramientas digitales para llevarse a cabo.

La digitalización de los sistemas agroalimentarios se define como “aplicación de herramientas, estrategias y modelos de negocio digitales a la alimentación y la agricultura.” Esta definición no explica que la dependencia con las herramientas digitales de las gigantes tecnológicas exacerba el extractivismo corporativo y desplaza la labor humana, que las estrategias digitales se construyen con saqueo de información, espionaje a las comunidades y manipulación del consumo, y que los modelos de negocio digitales se refieren a lograr más control de la biodiversidad, los sistemas productivos y la  deshabilitación humana mediante tecnologías de automatización, acaparamiento y procesamiento de datos (desde robots a inteligencia artificial), de tal forma que solo  las empresas puedan decidir qué se cultiva, qué se extingue, cómo se procesa lo cosechado, y quién se lo come.


[1] Artículo elaborado a partir de la publicación de Amigos de la Tierra Internacional, Manejo Comunitario de Bosques y Agroecología. Vínculos e Implicaciones.

Destacados

Destacados 1

Biodiversidad agrícola y agroecología: diálogo campesino, familiar, artesanal e indígena con la naturaleza

Campesinas, campesinos, los que cultivan, pastorean, habitan los bosques, pescan artesanalmente, pueblos originarios y más proveedores de alimentos rurales y urbanos a pequeña escala, se consideran parte de la biodiversidad. Según muchas cosmovisiones ancestrales, existe una conexión mutua entre la naturaleza, la Madre Tierra y los seres humanos como familia, no estamos fuera de ella. Esta relación ancestral de interacción mutua configura la existencia de cada cual en una “co-evolución”. Las prácticas campesinas que cuidan la biodiversidad no sólo vienen determinadas por las necesidades alimentarias, materiales; también por la espiritualidad, la cultura, la salud y las emociones.

Pese a las presiones asociadas con la modernización, allá donde las cosmovisiones y prácticas tradicionales siguen vigentes, la biodiversidad sigue respondiendo a esta conexión mutua. En lugares donde estas prácticas se habían perdido y hoy se recuperan, la biodiversidad se regenera en nuevas formas. Estas prácticas y cuidados de comunidades y familias campesinas (sistemas de saberes de quienes proveen alimentos a pequeña escala) son el núcleo de lo que la comunidad internacional denomina “biodiversidad”.

Esta biodiversidad agrícola sustenta las estrategias campesinas ancestrales para la subsistencia, la salud y la autonomía —y es fruto de ellas. Manifiesta la creatividad y los saberes campesinos y su relación con el entorno natural. Siendo un tejido de relaciones dinámicas, la biodiversidad agrícola encarna un mosaico en constante cambio entre personas, plantas, animales, y otros organismos, el agua, el bosque, el “medio ambiente”. La biodiversidad agrícola puede considerarse el resultado de la interacción —en todos los ecosistemas y a lo largo de miles de años—, de la diversidad cultural y la diversidad biológica.

Algunos sistemas de producción muestran una extraordinaria diversidad de cultivos, animales y especies asociadas. Quienes proveen alimentos a pequeña escala no sólo desarrollan y sostienen la mayor parte de la biodiversidad del planeta: también proporcionan la mayoría de sus alimentos.

Pese a los retos que plantea la fuerte tendencia a la homogenización de modos de vida y hábitos alimentarios, y las presiones sobre los territorios, existen importantes acciones locales de resistencia. Hay un amplio abanico de iniciativas,  como la mejora de la diversidad de los huertos domésticos en zonas rurales y urbanas, la promoción de cultivos agroecológicos, la restauración de manglares, el desarrollo de protocolos de pesca sustentable y la gestión del agua. Estas y otras prácticas contribuyen a promover la soberanía alimentaria y nutricional, a conservar y proteger las funciones de los ecosistemas.

La agricultura agroecológica, de base campesina, practicada por quienes producen alimentos a pequeña escala, es una herramienta esencial para construir soberanía alimentaria y defender la      Madre Tierra. Las comunidades comprometidas con producir alimentos para sí mismas y para otros, de un modo independiente, ajeno a las corporaciones, saben que cuidar la biodiversidad y practicar la agroecología es una forma de vida y el lenguaje de la naturaleza. No es un mero conjunto de tecnologías o prácticas de producción y tampoco es aplicable del mismo modo en todos los territorios.

Porque la agroecología se basa en principios semejantes en todas partes pero que requieren particularidades y cuidados respetuosos propios del entorno y la cultura local. Así, la biodiversidad agrícola es fundamental para la autonomía y la agroecología. La autonomía alimentaria que permite una agroecología campesina desplaza el control de los mercados globales y promueve autogobiernos comunitarios.

Así, pueblos originarios y comunidades campesinas disminuyen el uso de insumos comprados, que vienen de fuera. Siendo quienes alimentan al mundo, controlar sus semillas nativas es fundamental para la soberanía alimentaria. Las conversaciones milenarias entre personas y cultivos perpetúan la innovación, la investigación, la selección y cría de cultivos y ganado propios. Esas comunidades no producen materias primas o mercancías para la exportación, sino que son quienes producen la mayoría de alimentos, cuidan la biodiversidad y los territorios.

Para lograrlo es fundamental:

● Respetar los derechos colectivos de lxs que mantienen y mejoran la biodiversidad agrícola y alimentaria campesina, y defienden sus saberes y la integridad de sus cultivos a través de la utilización de los principios agroecológicos y  el intercambio, crianza, y sobre todo la reproducción propia de sus semillas, razas de ganado y peces.

● Reforzar nuestros sistemas y redes alimentarias rurales-urbanas interconectadas y colectivas y los mercados locales, promoviendo la biodiversidad agrícola y la agroecología.

● Promover una reforma agraria integral.

● Lo más importante es fomentar y garantizar la libre determinación de pueblos, comunidades y colectivos rurales y urbanos que cuidan la biodiversidad y la integridad de sus territorios, y a fin de cuentas una vida con justicia y dignidad.

De todo esto dependen la soberanía alimentaria, un medio ambiente sano, pero sobre todo,  nuestro futuro.

Destacados 2 

El despojo planificado de la biodiversidad

La Revolución Verde impulsó a las corporaciones en su control del cultivo de alimentos.

Instó a los campesinos y las campesinas de distintas partes del mundo a buscar “la productividad agrícola en lo que hoy es el Sur global”. Los promotores decían estar preocupados por «llenar los estómagos hambrientos», e insistían en que la agricultura tradicional era redundante.

Los ejecutivos de las empresas y los diseñadores de políticas públicas gubernamentales ignoraron la enorme labor y la continuidad de siglos que supone la cuidadosa relación que los pueblos mantienen con la Naturaleza, con sus tierras, bosques y aguas, con las semillas y su infinita transformación. Esta relación es la responsable de “la increíble biodiversidad y las proezas culturales que nos trajeron cultivos como el trigo, el maíz, el arroz y las papas”.[1]

La Revolución Verde sustituyó lo anterior por “tipos radicalmente estandarizados, supuestamente de alto rendimiento». Las nuevas semillas, como vieron los agricultores, requerían un paquete de fertilizantes químicos, pesticidas y riego para crecer bien”.[2]

Esto “encontró una profunda resistencia por parte del campesinado, las comunidades locales y la sociedad civil en general”.[3]

Pese a la resistencia, el daño estaba hecho. Llegó la era en que los institutos de investigación asumían el papel de desarrolladores internacionales de cultivos y semillas agrícolas, sustituyendo los saberes y estrategias milenarios de las comunidades agrícolas reales del mundo e impulsando una narrativa corporativa que sigue vigente: que los campesinos no saben lo que hacen, que sus estrategias de cultivo son erróneas, que sus rendimientos son realmente pobres. Esto abrió espacio para los híbridos e incluso los OGM. Los efectos fueron devastadores para el campesinado y los pequeños agricultores. Para quienes dependían de semillas nativas y métodos tradicionales de cultivo o cuidado de sus animales.

La agricultura industrial pasó a imponer soluciones tecnológicas para aumentar los rendimientos con gran cantidad de agrotóxicos. Disminuyó variedades y las especies implicadas en el cultivo de alimentos, o las razas de ganado que antes eran normales.

Según la FAO, desde 1900, se ha perdido un 75 % de la diversidad fitogenética “a medida que los agricultores del mundo abandonan sus múltiples variedades locales y razas nativas por variedades genéticamente uniformes de alto rendimiento… Hoy, un 75 % de los alimentos mundiales se genera a partir de sólo 12 plantas y cinco especies animales”.[4]

La Revolución Verde no es la única culpable, aunque hubo enormes pérdidas repentinas durante su aplicación. Los acuerdos de libre comercio, los derechos de propiedad intelectual, la actitud incisiva de la agricultura por contrato, y las modas de los lujosos cultivos para la exportación (bayas o moras o frutas del bosque, aguacates, agaves, tomates y otras variedades de invernadero) son también responsables. Ahora la biología sintética pretende sustituir todo el proceso agrícola.

Resistir a la agricultura industrial y sus monocultivos implica enormes esfuerzos si las comunidades quieren seguir independientes. Pero frenar estos esquemas es crucial para la biodiversidad y la soberanía alimentaria.

Destacados 3

Soluciones Basadas en la Naturaleza: una cortina de humo  de las empresas, que no detendrá la pérdida de  biodiversidad

El concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) surgió de grandes organizaciones de conservación como un modo de promover la financiación de su propia visión de las áreas protegidas. Aunque utiliza la palabra naturaleza, la visión de las SBN promueve la idea de “capital natural ” es decir, un enfoque capitalista de pago por los servicios prestados por los ecosistemas. Esto suele ir de la mano con la mercantilización y financiarización de la  naturaleza.

Más recientemente, la fuerza motriz de las SBN procede de la necesidad de hacer que la naturaleza sea una solución climática. Esto está motivado por la escalada de los objetivos climáticos llamados “net-zero” (cero emisiones de carbono netas) donde el “neto” es el carbono emitido, menos el carbono retirado de la atmósfera. Es decir, se necesitan árboles, suelos y tierra que proporcionen compensaciones de carbono y remociones de carbono para permitir a las corporaciones la expansión de sus ingentes planes de emisiones y remoción. Esto conlleva varios peligros: acaparamiento de tierras, mayor mercantilización del carbono y de la naturaleza, cercados de tierras, imposibilidad de detener el caos climático y la destrucción de la naturaleza.  También permite a las corporaciones beneficiarse de los nuevos sistemas de mercado basados en la naturaleza.

Simplemente la superficie necesaria para que las SBN sean una solución para el clima constituye un peligro para la biodiversidad. El informe más influyente sobre ‘Natural climate solutions’[5] alegaba que las «soluciones basadas en la naturaleza»[6] podrían ayudar a mitigar hasta un 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. Una inspección más detallada de los cálculos de ese documento desvela que son técnicamente problemáticos, nada plausibles, y políticamente irrealistas.[7] Por ejemplo, sugiere que habría una superficie de  678 millones de hectáreas   potencialmente disponibles para reforestación. ¡Esto es el doble de la extensión de  India, o más de dos tercios de la de Estados Unidos! El estudio sugiere también que harían falta hasta 10 millones de hectáreas de nuevas plantaciones de árboles para hacer que las SBN fueran rentables y por consiguiente, merecedoras de que las empresas las promovieran.  

Aunque solo se lograra una pequeña parte de los compromisos de emisiones netas cero de las corporaciones por medio de “soluciones basadas en la naturaleza”, eso implicaría una expansión y profundización significativa del control corporativo de la tierra.  Esto se debe a que las emisiones de las corporaciones son tan ingentes que necesitan imperiosamente encontrar bosques y tierras para alegar que están compensando sus emisiones.

La definición del concepto de SBN  es ambigua, con muy poco análisis político detrás. Por consiguiente, cualquier cosa puede definirse como soluciones basadas en la naturaleza, desde plantaciones en monocultivo hasta agroecología. La empresa brasileña Suzano, el primer productor de pulpa de madera, es por ejemplo una de las que están beneficiándose de la imprecisión en la definición de las SBN, para promover que sus plantaciones genéticamente modificadas son soluciones basadas en la naturaleza que combaten el cambio climático.

Las organizaciones conservacionistas y las corporaciones también están renovando la desacreditada imagen de marca del régimen REDD+ que desdeña el papel de las comunidades locales y los pueblos indígenas  en el manejo de los bosques y ha provocado enormes divisiones y el desplazamiento de las comunidades forestales, llamándolo SBN.


[1] GRAIN, Financiar la agricultura industrial o financiar la agroecología? Una disyuntiva nada simple

[2] and [3] Ibidem

[4] FAO, Qué está pasando con la agrobiodiversidad en inglés.

[5]  Griscom et al, Soluciones climáticas naturales, PNAS, Octubre  2017. vol. 114. no. 44. 11645–11650, en inglés.

[6]  La organización Nature Conservancy los llama Soluciones climáticas naturales.

[7] REDD-Monitor. Compensar las emisiones de combustibles fósiles con la plantación de árboles y las “soluciones climáticas naturales”: ciencia, pensamiento mágico o simplemente publicidad? 2019, en inglés.

Boletín núm. 49 – Editorial

Soberanía alimentaria y agrobiodiversidad

Ilustración: Dibujo a color en papel amate del artista Abraham Mauricio Salazar. Tomado con ánimo de difusión del libro El ciclo mágico de los días de Abraham Mauricio Salazar y Antonio Saldívar. CONAFE, México, 1979.

En un momento en que los medios hacen correr la alarma acerca de la carestía de precios y la escasez provocada por la guerra en Europa, aunque no siempre haya una correlación exacta, volvemos a cuestionar las informaciones que sitúan a las grandes corporaciones como proveedoras de la mayor parte de nuestros alimentos. Anclado a esta imagen fabricada, el sistema agroalimentario industrial impulsa un renovado asalto a la agricultura con la digitalización de sus procesos. Promueve la “captura de carbono” a partir de las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”. Continúa su empuje por controlar y someter a normas a las cadenas de suministro para privilegiar sus intereses, e incluso busca suplantar los esfuerzos de campesinas y campesinos en muchas partes del mundo, abanderando una “agroecología” que ahora promueven las mismas empresas y fondos de inversión que durante siglos han despojado al campesinado de las posibilidades de ejercer una agricultura independiente.

Así pues, es crucial defender nuestra soberanía alimentaria: la posibilidad de poder reproducir nuestras semillas en nuestros términos y espacios, es decir, con plena libertad, y mantener nuestra independencia total para producir nuestros propios alimentos. Para esto sigue siendo crucial impugnar el acaparamiento de tierras e insistir en la autonomía y en la defensa de los territorios campesinos, indígenas e incluso de los espacios urbanos de autogestión popular en los barrios.

CIP para la Soberanía Alimentaria, Amigos de la Tierra Internacional y GRAIN

Voces desde el campo

Latín América y Caribe – Alianza

Las noches son sagradas para la reunión de mi pueblo Kuna en Panamá, allí nos nutrimos de la historia oral, de las luchas de otros pueblos por su libre-determinación, allí nos abrazamos con el universo y nos organizamos para la Defensa de la Madre Tierra. Nyeleni es la Asamblea de los Pueblos por la soberanía alimentaria, compartimos las luchas globales, nos nutrimos con la fuerza de los pueblos y los abrazos de hermanas y hermanos de otros continentes. Los problemas siguen siendo los mismos desde hace más de 500 años, la lucha por la vida, el agua, el territorio, tienen otros nombres y otras formas, pero sigue siendo los mismos problemas en donde cada generación debe enfrentarlas con nuevas estrategias y tácticas. El proceso de Nyeleni es una oportunidad de articulación entre diversas organizaciones enfocadas a la defensa de la Madre Tierra y de la soberanía alimentaria de los pueblos. Ahora resulta sumamente importante tejer alianzas y el trabajo organizativo ante la amenaza de megaproyectos y proyectos extractivos asimismo para definir rutas para sobrellevar los impactos de la COVID 19.

Como toda noche estrellada con luna o sin luna, con el mar agitado y las tormentas que se aproximan, las aldeas Kunas debaten como solucionar algún problema social, cultural o espiritual, de la misma manera el proceso de Nyeleni es un momento en el tiempo para reunir a las hormigas del mundo, cantar, danzar, soñar, comprender que formamos parte de la Madre Tierra, de la abuela mar, del abuelo sol y nos llaman desde sus caracoles para entablar conversación alrededor del fuego entre movimientos sociales y Pueblos Indígenas para organizarnos en la defensa de la Madre Tierra.

Europa y Asia Central – Nyéléni ECA

Nuestro mundo, incluida Europa y Asia Central, está viéndose afectado por una serie de crisis interrelacionadas: conflictos armados y malestar social relacionados con la crisis humanitaria causada por la guerra y la inestabilidad política en muchas zonas de nuestra región. Se trata de una crisis económica que se manifiesta en el aumento de los precios de los alimentos y la energía, y en una mayor vulnerabilidad provocada por la pérdida de empleo, la dificultad de acceso a alimentos sanos y asequibles, la pandemia de la COVID 19 que no remite y la crisis climática constante. La última crisis, provocada por la guerra en Ucrania, que afecta tanto a las personas como al territorio, y repercute sobre las políticas de seguridad alimentaria en la región y fuera de ella. Esta crisis nos ha mostrado el nivel de resiliencia de las comunidades locales y la importancia de los sistemas alimentarios locales, así como el papel central del espacio Nyéléni, que permite que diferentes grupos se unan en solidaridad y trabajen en políticas relacionadas con nuestras luchas.

Al igual que Nyéléni, la legendaria campesina maliense que trabajaba la tierra y alimentaba a su pueblo, los pequeños productores de alimentos de Ucrania (agricultores, ganaderos y pescadores por igual), luchan con valentía para continuar alimentando en tiempos de guerra a las comunidades de su país, que incluso ha asistido a la destrucción de su banco nacional de semillas. Se escribe muy poco sobre esto, y se les presta muy poco apoyo.

La guerra también contribuye a agravar los problemas a más largo plazo, como el cambio climático. La mayoría de las mujeres y los niños de distintas regiones son desplazados internos o han buscado refugio en países europeos. Al mismo tiempo, en Rusia, se sigue reprimiendo a los defensores de los derechos humanos y de los pueblos indígenas.

 El proceso de Nyéléni implica, por un lado, influir en las políticas públicas a todos los niveles, y por otro, crear movimientos sociales independientes. Los movimientos sociales de las distintas circunscripciones se reúnen a través de este trabajo en apoyo intersectorial. El proceso también incluye un enfoque más amplio, más intersectorial y muy necesario para abordar las profundas y múltiples crisis económicas, sociales y medioambientales en todo el mundo.

CIP – Región de África

Mientras los gobiernos nacionales y el sector privado, a través de la introducción de fertilizantes, plaguicidas, fungicidas y herbicidas químicos, continúan estrechando el espacio de los agricultores familiares para producir lo que comen y comer lo que producen, esto está destruyendo el medio ambiente. Los procesos Nyéléni apoyan la promoción de enfoques agroecológicos que fomentan una producción alimentaria socialmente aceptable, económicamente viable y respetuosa con el medio ambiente, que también protegen el entorno natural. Con esta visión, se fomenta la conservación de la biodiversidad y su protección. El proceso, además, desincentiva que los poderes corporativos puedan inundar nuestros mercados territoriales con alimentos baratos y con comida que pone en riesgo la salud de nuestras familias, además de perjudicar el medio ambiente. La soberanía alimentaria no puede alcanzarse cuando los alimentos, la tierra, las semillas, el pescado y el ganado están en manos de las grandes corporaciones.

El proceso Nyéléni ayuda a evitar la privatización y la mercantilización de las semillas nativas que tiene lugar con la introducción y el uso de OMG, ya sean nuevos o viejos conocidos, en nuestro sistema agrícola y alimentario. Seguimos enfrentándonos al acaparamiento de tierras por parte de grandes corporaciones, a la captura de nuestros mercados territoriales por parte de las empresas y a los desafíos planteados por el cambio climático y otros factores externos como la COVID 19 y otros conflictos.

Creemos que el proceso Nyéléni puede ayudar a los movimientos sociales sobre el terreno a reforzar y fomentar la colaboración y la participación en los diálogos políticos regionales donde se deciden los cambios en las políticas públicas nacionales. Estimular los movimientos y el carácter intersectorial de las luchas puede ayudar a fomentar la justicia agraria, la agroecología y los mercados territoriales. Juntos podemos reforzar la defensa de la tierra, las semillas y el agua para los pequeños productores de alimentos.

CIP Región MENA

En la región del norte de África, la soberanía alimentaria se entiende normalmente como una herramienta de democratización que puede suponer un importante apoyo para la inclusión de las demandas de las poblaciones rurales en relación con las diversas amenazas identificadas. En este caso, la contaminación del agua, la privatización de las tierras rurales y la mercantilización de nuestros alimentos. En cambio, en la región de Oriente Medio, la soberanía alimentaria se ve más desde una perspectiva política, sobre todo por las aspiraciones de los pueblos a la liberación de los territorios ocupados y/o parcialmente ocupados. El nuevo contexto exige hoy, más que nunca, una sinergia entre el discurso y la práctica de la soberanía alimentaria para que los principios se pongan en práctica en el trabajo diario de los actores implicados en la producción, distribución y consumo de alimentos.

Cabe señalar que en las pasadas reuniones de Nyéléni se presentó una visión estratégica en aras de la soberanía alimentaria que reconoce la contribución de las mujeres a la agricultura campesina, pero estos documentos no tienen en cuenta la cuestión de las relaciones de género.

Por otra parte, la soberanía alimentaria debe entenderse como un proyecto político polifacético en constante evolución, cuya sustancia variará probablemente según el tipo de actores colectivos que la reclamen. En este sentido, el proceso Nyéléni puede apoyar a los movimientos sociales de la región MENA para fortalecer la convergencia entre movimientos de diferentes circunscripciones. Esto es clave para garantizar el desarrollo de las capacidades de los movimientos sociales a través de la capacitación de los jóvenes y líderes de los movimientos en torno a la soberanía alimentaria.

CIP Asia y Pacífico

Asia y el Pacífico, donde vive el 60% de la población mundial, se enfrenta a una multitud de problemas en materia de soberanía alimentaria.

En todo el mundo, más de 2.500 millones de pequeños agricultores, pastores, pueblos forestales y pescadores artesanales cultivan, recolectan y cosechan alimentos para el consumo humano. Estos sistemas alimentarios localizados constituyen la base de nuestra nutrición, ingresos, economías y cultura en toda Asia y en el mundo.

La pandemia de la COVID 19 está exacerbando los problemas preexistentes a la seguridad alimentaria, como los impactos del cambio climático, los riesgos de catástrofes, la disminución de los recursos naturales y la degradación del medio ambiente, el uso de OMG, los cambios en los perfiles demográficos y laborales, y el déficit de infraestructuras, entre otros. En el contexto del crecimiento demográfico, la creciente urbanización y los cambios en la cadena de valor de los alimentos y la industria alimentaria, el debate sobre la soberanía alimentaria es crucial.

La pérdida de la capacidad de autonomía y autodeterminación de la población local es una consecuencia directa de la expansión del modelo industrial y heterónomo de desarrollo basado en la producción de mercancías. Nosotros, como CIP, tenemos que afirmar y promover colectivamente los principios y políticas que constituyen la soberanía alimentaria y rechazar los que pretenden insertar aún más los intereses corporativos en nuestros sistemas alimentarios.

La noción de «soberanía alimentaria» quizá se entienda mejor como un proceso de transformación que busca recrear el ámbito democrático y regenerar una diversidad de sistemas alimentarios autónomos basados en la equidad, la justicia social y la sostenibilidad ecológica.

La equidad de género y el respeto a las voces de los más pobres y marginados siguen siendo retos urgentes para el movimiento de la soberanía alimentaria y la sociedad civil en general. El proceso Nyéléni puede fortalecer las organizaciones de mujeres, hombres y jóvenes, de los pueblos indígenas, de los agricultores, de los pastores, de los pueblos forestales, de los migrantes, de los trabajadores rurales y de los pescadores, entre otros.

CIP – Región de Norteamérica  

Los días 5 y 12 de abril de 2022, la Alianza por la Soberanía Alimentaria de Estados Unidos (USFSA) organizó dos consultas en línea para la región de América del Norte (Estados Unidos y Canadá) como parte del proceso Nyéléni. En estas conversaciones participaron voces muy diversas de pequeños productores de alimentos, organizaciones de trabajadores rurales, pueblos indígenas y nativos, activistas académicos y organizaciones de la sociedad civil con e fin de debatir sobre el futuro del movimiento por la soberanía alimentaria y establecer prioridades comunes para hacer frente a las crisis interrelacionadas del sistema alimentario de esta región.

Durante los dos últimos años, la COVID 19 ha puesto al descubierto la fragilidad de las cadenas de valor alimentarias sumamente concentradas de las empresas en Norteamérica, con ganaderos y agricultores que se ven obligados a tirar la leche y destruir las cosechas, trabajadores que enferman por falta de equipos de protección y por la connivencia de las empresas, y el aumento de la inseguridad alimentaria en las comunidades marginadas. Estos problemas, junto con las movilizaciones contra la injusticia racial y el impacto que la crisis climática está teniendo sobre las comunidades rurales, han dado forma a nuevas oportunidades para la solidaridad entre agricultores y trabajadores, la organización sindical, la sensibilización y la inversión en sistemas alimentarios locales resilientes, y la acción política sobre la equidad y la justicia en el sector agrario. En este contexto, los participantes en la consulta hicieron hincapié en la necesidad de organizar el acceso a la tierra, desmantelar los monopolios corporativos, fomentar la agroecología y el derecho a la alimentación, así como reforzar la soberanía de los pueblos indígenas, todo ello desde un enfoque anticapitalista, de justicia racial, antiimperialista y feminista radical.

Desde el primer foro que se celebró en Malí en 2007, las declaraciones políticas y las relaciones surgidas a raíz de Nyéléni han dado forma a la dirección y la fuerza del movimiento por la soberanía alimentaria en Norteamérica, así como a las acciones solidarias fuera de la región. A medida que se desarrolla este trabajo colectivo, el proceso de Nyéléni ofrece un foro dinámico para reforzar el poder rural dentro de nuestras comunidades y con otras distintas, promoviendo los principios de la soberanía alimentaria en nuestros sistemas alimentarios locales y en los espacios políticos internacionales.

Cuadros

Cuadro 1

El derecho a la soberanía alimentaria

El Foro Internacional de la Soberanía Alimentaria celebrado en Sélingué (Malí) en febrero de 2007 fue el inicio del viaje de Nyéléni para construir un movimiento mundial por la soberanía alimentaria. El concepto de soberanía alimentaria fue introducido por La Vía Campesina (LVC) en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación de 1996, un año después de la creación de la Organización Mundial del Comercio (OMC), con sus infames acuerdos sobre agricultura, derechos de propiedad intelectual, política industrial, normas e inversiones. Los movimientos sociales, los sindicatos, los activistas y el mundo académico sabían que la «seguridad alimentaria» y el «desarrollo» eran cortinas de humo para camuflar la expansión del poder empresarial a cuyo servicio estaban las normas de la OMC.  Por lo tanto, el llamamiento a la soberanía alimentaria, aparte de ser un rechazo a que las corporaciones y el mercado dominaran alimentos, la agricultura y la economía, era también un grito de guerra para que la gente de todo el mundo reclamara su capacidad de acción y autonomía para construir un paradigma de progreso centrado en los derechos humanos, la justicia y el respeto al planeta.

A medida que el concepto ganaba el apoyo de una multiplicidad de actores, incluido el Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación de Naciones Unidas, LVC se unió a otros movimientos sociales y actores de la sociedad civil para convocar un foro autónomo e internacional para debatir sobre la soberanía alimentaria para diferentes circunscripciones y regiones, basándose en diversas experiencias y contextos vividos.

El primer foro Nyéléni reunió a más de 500 representantes de más de 80 países y numerosos grupos de interés para compartir conocimientos y debatir las múltiples dimensiones de la soberanía alimentaria, desde la tierra y el agua hasta las semillas, la cría y el trabajo, reconociendo el papel central de las mujeres. Estas deliberaciones se resumen en la Declaración de Nyéléni y en la Declaración de las Mujeres por la Soberanía Alimentaria. En Nyéléni, en 2007, empezamos a construir un nuevo derecho: el derecho a la soberanía alimentaria.                          

Cuadro 2

Alianza mundial contra el acaparamiento de tierras

En noviembre de 2011, nosotros, campesinos, pastores, pueblos indígenas y sus aliados, nos reunimos en Nyéléni para compartir nuestras experiencias y luchas contra el acaparamiento de tierras. Acudimos a Nyéléni en respuesta al llamamiento de Dakar, que reclama una alianza mundial contra el acaparamiento de tierras, porque estamos decididos a defender la soberanía alimentaria, los bienes comunes y los derechos de los pequeños productores de alimentos a los recursos naturales.

En aquella reunión señalamos claramente que el acaparamiento de tierras es un fenómeno global dirigido por élites e inversores locales, nacionales y transnacionales, y por gobiernos, con el objetivo de controlar los recursos más preciados del mundo. Las crisis financiera, alimentaria y climática mundiales han desencadenado una carrera entre los inversores y los gobiernos ricos para adquirir y captar tierras y recursos naturales, ya que son los únicos «refugios seguros» que quedan y que garantizan beneficios financieros seguros. Los fondos de pensiones y otros fondos de inversión se han convertido en poderosos actores del acaparamiento de tierras, mientras se siguen librando guerras para hacerse con el control de la riqueza natural.

El acaparamiento de tierras va más allá de las estructuras imperialistas tradicionales Norte-Sur; las empresas transnacionales pueden tener su sede en cualquier parte del mundo. También es una crisis que afecta tanto a las zonas rurales como a las urbanas. Se están acaparando tierras en Asia, África, América y Europa para la agricultura industrial, las plantaciones forestales, la minería, los proyectos de infraestructuras, los embalses, el turismo, los parques de conservación, la industria, la expansión urbana y para fines militares.

Pero no hemos sido derrotados. Gracias a la organización, la movilización y la cohesión de las comunidades, hemos podido detener el acaparamiento de tierras en muchos lugares. Además, la sociedad de nuestros países está reconociendo que la producción de alimentos a pequeña escala es el modelo más sostenible desde el punto de vista social, económico y medioambiental para utilizar los recursos y garantizar el derecho a la alimentación para todos.

Recordando el Llamamiento de Dakar, reiteramos nuestro compromiso de resistir al acaparamiento de tierras por todos los medios posibles, de apoyar a todos los que luchan contra el acaparamiento de tierras y de presionar a los gobiernos nacionales y a las instituciones internacionales para que cumplan sus obligaciones de garantizar y defender los derechos de los pueblos.

Cuadro 3

Foro Internacional de Agroecología – Nyéléni 2015

A fines de febrero de 2015, organizaciones y movimientos sociales de productores a pequeña escala, trabajadores, mujeres, Pueblos Indígenas, consumidores, ambientalistas y de derechos humanos, se reunieron en el Centro de Nyéléni, para acordar una visión multisectorial común sobre agroecología y estrategias para defenderla y promoverla.

Se acordó que la agroecología, es una forma de vida, una forma de producir alimentos, una ciencia y un movimiento para transformar los sistemas alimentarios en pos de la soberanía alimentaria y la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y ambiental. Se basa en principios similares que se implementan de distintas maneras en la amplia diversidad de territorios.

También se acordó que los pilares fundamentales de la agroecología son: la solidaridad; los territorios locales y el derecho de los pueblos y comunidades a conservar los vínculos espirituales y materiales con ellos; los derechos colectivos y el acceso a los bienes comunes; la organización y la acción colectiva; y los distintos conocimientos y formas de conocer de nuestros pueblos, y el Diálogo de saberes como camino para desarrollar, innovar e investigar.

El foro dejó claro que la Agroecología busca transformar las estructuras de poder en la sociedad, para que los pueblos controlen las semillas, la biodiversidad, la tierra y los territorios, el agua, el conocimiento, la cultura y otros bienes comunes, y asegurar un camino colectivo para avanzar y superar las crisis.

El foro es un hito central del movimiento y sus acuerdos un motor de la ampliación de alianzas para promoción y defensa de la agroecología y la soberanía alimentaria. Lea más aquí.

Destacados

Destacados 1

La coyuntura política actual: ¿por qué necesitamos un nuevo Foro Global Nyéléni?

En las dos últimas décadas, el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) ha trabajado asiduamente junto a las comunidades de pequeños productores de alimentos, pueblos indígenas, consumidores y ciudadanos, garantizando los derechos de los que producen y de los marginados. Hoy en día, los resultados históricos alcanzados por el CIP corren el riesgo de verse eclipsados por la compleja colisión de varias crisis profundas y el consiguiente cambio en el panorama geopolítico que amenaza los principios y valores que el CIP siempre ha defendido y planteado en su búsqueda de la soberanía alimentaria.

La pandemia de la COVID 19 ha puesto de manifiesto las conexiones entre las diferentes luchas por la justicia mundial. Ha exacerbado las desigualdades existentes y ha reforzado los desequilibrios de poder hasta el punto de que muchos países han caído en una profunda crisis social y económica en la que los más vulnerables son los que más sufren. Las voces de las comunidades, que sobre la base de las experiencias existentes de la agroecología y la agricultura familiar campesina, alimentan a la inmensa mayoría del planeta, reclaman un cambio sistémico, deben fortalecerse en una alianza global con los movimientos sociales y los Pueblos Indígenas para abordar esta cuestión urgente, de modo que no quede eclipsada por el problema inmediato de la pandemia de la COVID 19.

En este contexto, el CIP está organizando un nuevo proceso, para que el debate no se produzca solo dentro de los movimientos que luchan por la Soberanía Alimentaria, sino también con una multiplicidad de nuevos movimientos surgidos en diferentes sectores. Este nuevo proceso Nyéléni tiene como objetivo construir respuestas a nivel mundial, regional y local y estrechar alianzas con otros movimientos que comparten la visión y las luchas del CIP, pero que provienen de otros ámbitos: la justicia laboral, la justicia climática, la lucha de las mujeres, por ejemplo. El proceso, en el que el carácter intersectorial es un aspecto clave, recoge las luchas locales sobre el terreno, diferentes pero que se solapan, y las proyecta a nivel mundial, y va a posibilitar la participación de diferentes movimientos a diferentes niveles.

El carácter intersectorial es uno de los aspectos innovadores en el proceso de Nyéléni; el segundo aspecto definitorio es que se centra en el proceso en sí mismo, en lugar de centrarse sólo en el Foro Global final: procura construir todo un proceso que incorpore todo el poder de los movimientos de base. Como fase inicial del proceso, las regiones, los grupos de trabajo y las organizaciones mundiales del CIP realizarán un ejercicio de consulta interna para reflexionar, profundizar y ampliar los principios y conceptos de la soberanía alimentaria en la nueva realidad. Los resultados de estas consultas constituirán la columna vertebral del proceso Nyéléni. Simultáneamente, se buscarán nuevas alianzas con los movimientos sociales que trabajan en diferentes temas: la justicia climática y laboral, los movimientos feministas, los movimientos de los pueblos indígenas, los movimientos negros y los movimientos pacifistas, para crear una convergencia intersectorial hacia propuestas conjuntas dirigidas a un cambio sistémico.

Finalmente, el proceso Nyéléni culminará con el Foro Global Nyéléni, en el que cientos de delegados de todo el mundo debatirán estrategias y soluciones para lograr sistemas alimentarios más justos, inclusivos, sostenibles y diversos, y relanzarán una alianza global capaz de contrarrestar las fuerzas que están empujando al mundo a una crisis más profunda y multidimensional.

Destacados 2

Nyéléni: territorio, proceso y metodología

El Foro Internacional para la Soberanía Alimentaria: Nyéléni 2007 (ver cuadro 1) fue el resultado de un largo proceso regional e internacional de acumulación política intersectorial. Un hito que nos legó principios, un marco político, metodologías y una agenda de acciones para seguir caminando la Soberanía Alimentaria y la defensa de los territorios y de los derechos de los pueblos. Nyéléni también fue el hogar de otros dos procesos internacionales importantes de dicho camino: en 2011, para articular la resistencia al acaparamiento de tierras (ver cuadro 2) y en 2015, para construir una visión multisectorial común sobre agroecología y acordar estrategias para defenderla y promoverla (ver cuadro 3).

Nyéléni es territorio y metodología de nuestro proceso de convergencia multisectorial, que nos ha permitido profundizar análisis y posiciones, visibilizar luchas y resistir su criminalización, fortalecer vínculos de solidaridad, construir acuerdos programáticos y acordar acciones, para transformar los sistemas alimentarios y nuestras sociedades. Un programa común de luchas locales, regionales y globales construido a partir de las experiencias y saberes de los movimientos y organizaciones sociales.

Un proceso cuyo horizonte siempre ha sido acumular fuerzas para fortalecer la movilización popular de resistencia al capitalismo colonial, patriarcal, imperialista y racista, sus falsas soluciones y todas sus formas de explotación, opresión, y mercantilización de la vida, pero también en defensa de los bienes comunes, de la soberanía, derechos y autodeterminación de los pueblos y de la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y ambiental.

Nuestra metodología tiene en la Solidaridad Internacionalista un principio fundante sobre el que implementar Diálogos de saberes que, basados en la herencia, el patrimonio y la diversidad de pueblos, culturas y luchas, construyan unidad en la acción, a la vez que fortalezcan procesos organizativos territoriales, ya que, sin organizaciones fuertes y articuladas, desde lo local a lo global, no habrá resistencia suficiente al poder del capital y las fuerzas conservadoras, ni trasformaciones sistémicas.

Estos 15 años han sido fundamentales para aumentar la visibilidad de la soberanía alimentaria, la agroecología y la reforma agraria integral, entre otros, en los espacios políticos e instituciones internacionales, regionales y locales, y han motivado a diversos niveles de gobierno a implementar nuestra agenda. También han sido centrales para desenmascarar y denunciar los intentos de cooptación empresarial de nuestras soluciones y para que la Soberanía Alimentaria se haya convertido en objetivo político de diversos movimientos (feminista, por la justicia climática y por la justicia social, entre otros).

Sin embargo, para poder desmantelar el poder del agronegocio y dar una respuesta global al ascenso de las fuerzas de la derecha conservadora, es necesario converger con los pueblos que se enfrentan a diferentes formas de opresión, y con ellos acordar programas y estrategias para la justicia social, racial, de género, económica, intergeneracional y ambiental.

El proceso Nyéléni le ha dado al movimiento por la Soberanía Alimentaria el compromiso para ser un motor fundamental en la construcción de un frente social más amplio con los movimientos feminista, LGBTQI+, sindical, antirracista, de resistencia a la opresión basada en la clase y anticolonialista.

Destacados 3

¡Únase al proceso Nyéléni hacia un nuevo Foro Global Nyéléni para la Soberanía Alimentaria!

El Comité́ Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) es la mayor alianza mundial de productores de alimentos en pequeña escala, que incluye a campesinos, pescadores artesanales, pastores y ganaderos, nómadas, pueblos y organizaciones indígenas, habitantes de los bosques, personas sin tierra, productores urbanos y trabajadores rurales.

El movimiento de soberanía alimentaria ha sido una parte dinámica de la articulación de la transformación y las soluciones; desde su surgimiento como plataforma global de articulación de los movimientos sociales de pequeños productores de alimentos de pequeña escala y de Pueblos Indígenas, ha fortalecido la lucha de los pueblos por el derecho humano a la alimentación, contra el despojo y el acaparamiento de tierras, a logrado incidir en varios procesos internacionales y a dado voz a los pueblos  para la transformación radical de los sistemas alimentarios como fue el histórico foro global por la Soberanía Alimentaria de Nyéléni en 2007.

Hoy en día, nos enfrentamos a crisis superpuestas y profundamente arraigadas: económicas, sociales, democráticas, medioambientales, sanitarias, patriarcales y racistas.

La pandemia de COVID 19 se está convirtiendo en una profunda crisis social y económica en la que los más vulnerables volverán a ser los más perjudicados: sin acceso a la asistencia sanitaria, perdiendo sus empleos e ingresos. En muchas regiones también se avecina una gran crisis alimentaria, ya que la gente no podrá pagar los alimentos.

Las guerras actuales se han convertido en ocasión para las grandes empresas, mediante la especulación aumentan los precios de los insumos para la producción alimentaria; las ETN influyen cada vez más en las instituciones internacionales para recibir políticas públicas y reglamentos favorables, incluidos los órganos y organismos de las Naciones Unidas. A través de la influencia directa del Foro Económico Mundial (FEM) y otros espacios de alto nivel (no gubernamentales) en los procesos políticos, las corporaciones han logrado transformar lentamente los principios y prácticas de gobernanza de instituciones de las Naciones Unidas como la FAO; así como, la aprobación de “áreas naturales protegidas” con el pretexto de la protección de la biodiversidad, para continuar con el despojo de los territorios y recursos y bienes naturales de los Pueblos Indígenas.

Frente a esta situación el CIP propone construir un espacio de intercambio y convergencia entre los movimientos sociales, ya que es un imperativo, en las circunstancias actuales, avanzar en la lucha fortaleciendo alianzas con otros movimientos globales, que propicie la elaboración de estrategias colectivas, la economía solidaria, la protección de los conocimientos indígenas y sus recursos genéticos y,  la acción de   apoyo mutuo para avanzar en nuestra visión de la soberanía alimentaria como pilar del cambio estructural y hacer retroceder al capital global.

Por lo anterior, alentamos a todos nuestros pueblos, movimientos, organizaciones, colectivos, grupos de trabajo, a impulsar los procesos locales y regionales para involucrarse en esta nueva etapa de la lucha por un mundo justo, resiliente, solidario. En esta perspectiva se inscribe el próximo Foro Global Nyéléni para la Soberanía Alimentaria.

Boletín núm. 48 – Editorial

Proceso Nyéléni: Hacia un Foro Global para la Soberanía Alimentaria

Ilustración: Rosanna Morris

Bajo la mirada vigilante de Nyéléni, mujer de África que ha desafiado las reglas discriminatorias, que ha sobresalido por su creatividad y sus rendimientos en materia agrícola, encontraremos la energía para llevar adelante el derecho a la soberanía alimentaria, portador de la esperanza de construir otro mundo. Declaración de las mujeres por la soberanía alimentaria

Mientras el mundo avanza dando tumbos entre una crisis y otra, Nyéléni simboliza la convergencia de nuestras luchas y compromisos para construir un mundo libre de codicia, hambre, explotación, extractivismo, misoginia, racismo, discriminación y violencia. Desde 2007, Nyéléni ha sido un espacio donde nos reunimos para construir estrategias colectivas para avanzar en la soberanía alimentaria, los derechos a la tierra y los territorios, la agroecología y los derechos de todos los pequeños productores de alimentos. Las articulaciones que hemos creadonos handado la fuerza para organizarnos contra el capitalismo, el neoliberalismo, el poder de las empresas, el patriarcado y el ecocidio.

A través de las reuniones de Nyéléni en 2007, 2011 y 2015, el movimiento por la soberanía alimentaria sentó las bases de nuestra postura futura en muchas negociaciones mundiales. Estos eventos y los conceptos nacidos en ellos dieron lugar a las Directrices Voluntarias para una Gobernanza Responsable de la Propiedad de la Tierra, la Pesca y los Bosques, las Directrices Voluntarias para Garantizar la Pesca Artesanal Sostenible en el Contexto de la Seguridad Alimentaria y la Erradicación de la Pobreza, y la aplicación de los Derechos de los Agricultores en el contexto del Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura.

Pero en el actual contexto mundial, el movimiento por la soberanía alimentaria no puede lograrlo solo. Para desmantelar el agronegocio y el poder empresarial, así como para dar respuestas integrales a las persistentes crisis sistémicas y al ascenso de las fuerzas de la derecha conservadora, necesitamos converger con las organizaciones populares que se enfrentan a diferentes formas de opresión y amenazas. Colectivamente, podemos proponer verdaderas alternativas para todos y avanzar en la justicia social, de género, racial, económica, intergeneracional y medioambiental. Los encuentros de Nyéléni son, por tanto, esenciales para construir principios, conceptos y estrategias compartidos y reforzados por muchos movimientos de diferentes sectores, al tiempo que defienden a los más vulnerables a nivel local.

CIP por la Soberanía Alimentaria, Focus on the Global South, Amigos de la Tierra Internacional, Crocevia y FIAN