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Destacados 1

Atrapados por los mercados

El mundo se enfrenta a la tercera crisis alimentaria mundial de los últimos 50 años, que hará aumentar enormemente la inseguridad alimentaria y económica de cientos de millones de personas en todo el mundo. Los últimos informes sobre el estado de la inseguridad alimentaria y la nutrición en el mundo (informe SOFI, por sus siglas en inglés) atestiguan el fracaso de los esfuerzos mundiales para acabar con el hambre, la desnutrición y la inseguridad alimentaria, que han aumentado desde 2014. 

Los responsables políticos atribuyen esta sombría realidad a la recesión económica provocada por la pandemia de la COVID-19, a la aceleración del cambio climático y a la guerra rusa contra Ucrania. Es evidente que la pandemia ha provocado un aumento alarmante del hambre, la inseguridad alimentaria, la pérdida de empleo y de ingresos, la pobreza y la desigualdad. Pero los informes SOFI muestran los elevados niveles de hambre en el mundo incluso antes del impacto de la pandemia en 2020.  La guerra de Rusia en Ucrania ha perturbado las exportaciones de cereales y las cadenas de suministro de la región del Mar Negro, produciendo una subida desorbitada de los precios de los cereales, la energía, los fertilizantes y otros productos.  Pero los responsables políticos desdeñan el papel que juegan los mercados de materias primas, las empresas del agronegocio y los inversores financieros, que provocan la volatilidad de los precios de los alimentos y la vulnerabilidad de nuestras economías ante crisis alimentarias recurrentes.

Las estructuras de mercado, las normas y los acuerdos comerciales y financieros, son clave para estas crisis recurrentes, porque refuerzan un sistema alimentario industrial mundial dominado por las empresas y permiten la concentración vertical y horizontal del mercado, así como la especulación financiera en los mercados de materias primas. En las últimas décadas, las grandes empresas financieras han invertido en la producción, la transformación, la venta al por menor de materias primas, la tecnología digital agroquímica, la logística (transporte y almacenamiento) y las transacciones de tierras a gran escala, y se han ido convirtiendo en las caras ocultas del acaparamiento de tierras, agua y recursos y de la desposesión rural.

Según Michael Fakhri, Relator Especial de las Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, «… los precios de los alimentos se están disparando, no por un problema de oferta y demanda como tal, sino por la especulación de precios en los mercados de futuros de materias primas». 

Las respuestas nacionales a la crisis han variado en función de las reservas de alimentos, las capacidades de producción, los niveles de endeudamiento y el poder adquisitivo. Los países de renta baja importadores de alimentos afrontan múltiples problemas de gran endeudamiento, depreciación de la moneda, e insuficiencia de fondos e infraestructuras para fomentar la disponibilidad de alimentos producidos localmente. A medida que la guerra se prolonga, más países restringen las exportaciones para satisfacer las necesidades internas, lo cual es comprensible, pero ha contribuido aún más al aumento de los precios de los productos básicos agrícolas.

Las respuestas multilaterales a la crisis han dado prioridad al funcionamiento de las cadenas mundiales de suministro de productos básicos e insumos agrícolas (especialmente fertilizantes), eliminando las prohibiciones/restricciones a la exportación y apoyando una mayor liberalización del comercio y la inversión. No se han propuesto medidas para detener la especulación con los alimentos, regular los mercados agrícolas y desconcentrar los mercados agroalimentarios del dominio de las grandes empresas.

Más información:

FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS. 2021. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2021. Transformación de los sistemas alimentarios para que promuevan dietas asequibles y saludables. Roma: FAO.

FAO, FIDA, UNICEF, PMA y OMS. 2022. El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022. Adaptación de las políticas alimentarias y agrícolas para hacer las dietas saludables más asequibles. Roma: FAO.

Reunión del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en formato Arria sobre Conflictos y Hambre. Relator Especial de la ONU sobre el Derecho a la Alimentación Michael Fakhri, en inglés, 21 de abril de 2022.

La Crisis Alimentaria Mundial, esta vez , Focus on the Global South, en inglés.

¿Se está viniendo abajo la cadena de valor mundial? Focus on the Global South, en inglés.  

El Multilateralismo favorable a las grandes empresas y la inseguridad alimentaria, Focus on the Global South, en inglés.

Destacados 2

Cinco soluciones reales a la crisis alimentaria en África  

La llegada de los primeros europeos a las costas africanas sembró la semilla de la crisis alimentaria. Decenas de millones de africanos fueron llevados al Caribe para procesar productos básicos, principalmente azúcar. Antes de la llegada de los europeos, África tenía un sistema socioeconómico y alimentario bien gobernado y próspero. Durante el colonialismo, el objetivo pasó a ser la extracción de materias primas africanas para alimentar la industrialización europea. Esto limitó la producción de África a unos pocos productos básicos de exportación, impidiendo la diversificación de los sistemas agrícolas orientados al desarrollo local y los mercados regionales. Con la independencia, la deuda contraída a través de inversiones impulsadas por los donantes, los programas de ajuste estructural del FMI y una mayor dependencia de los recursos externos, incluidos los alimentos, ha obstaculizado los mecanismos internos de autoorganización y crecimiento.

La COVID y la guerra de Rusia en Ucrania han agravado la crisis alimentaria de África. Los costes de los alimentos, los insumos agrícolas y el combustible se han disparado. ¿Cómo saldrá África de este atolladero? ¿Cómo puede África producir suficientes alimentos nutritivos y sanos, salvaguardando al mismo tiempo su cultura alimentaria y garantizando la justicia en su sistema alimentario sin perjudicar al medio ambiente?

Afrontando la narrativa

Debemos desacreditar la narrativa de la revolución verde, que contempla el sistema alimentario africano únicamente a través del prisma de la productividad. Según este relato, la solución está en aumentar la producción de alimentos ricos en calorías, principalmente tres cereales, maíz, arroz y trigo, mediante un mayor uso de agroquímicos tóxicos y semillas híbridas/OMG, asignando grandes extensiones de tierra a la agroindustria. Más que aumentar la productividad, esto perjudica la seguridad alimentaria, el medio ambiente, agrava la deficiencia nutricional y erosiona las culturas alimentarias y los derechos humanos. ¡Hay que acabar con esto!

Adoptar la agroecología

Múltiples informes de investigación y visitas personales sobre el terreno a explotaciones agrícolas gestionadas en armonía con la naturaleza -combinando los conocimientos locales con la ciencia de vanguardia- han demostrado que es posible producir alimentos más nutritivos sin perjudicar al medio ambiente. La agroecología responde a las numerosas crisis a las que nos enfrentamos tanto a nivel humano como planetario. Para evitar el desastre, África debería adoptar la agroecología.

Reducción de la deuda

La carga de la deuda agrava el hambre y restringe gravemente la inversión agrícola en África. Sólo unos pocos países han asignado el 10% de su PIB a la agricultura. Treinta y tres países africanos forman parte de los Países Menos Adelantados, y la mayoría están fuertemente endeudados. Los gobiernos africanos se están hundiendo en la deuda por la crisis climática y están invirtiendo préstamos condicionados en falsas soluciones de adaptación. Según Naciones Unidas, los países podrían pagar 168.000 millones de dólares más en los próximos diez años por ese tipo de programas de adaptación.  Debemos abogar por la reducción y la reestructuración de la deuda.

Una política alimentaria adecuada

Necesitamos una política alimentaria a escala continental y nacional y sistemas de gobernanza que den prioridad a una dieta sana y sostenible para todos. Esto garantizará la coherencia de las políticas y establecerá una estructura de gobernanza para su aplicación. El tipo adecuado de política alimentaria da prioridad a las personas sobre los beneficios, combate el dumping alimentario y promueve el cultivo y consumo de alimentos locales saludables.

Apoyo a los mercados territoriales y a las iniciativas agroecológicas

El paisaje africano tiene infinidad de mercados territoriales. Para muchas comunidades pequeñas, hacen las veces de centros económicos, culturales y políticos. Estos centros deben construirse para promover la gastronomía local y luchar contra las crisis. Durante la COVID 19, muchas comunidades rurales dependían de los mercados territoriales. En paralelo con esto, debemos ayudar a los crecientes emprendedores agroecológicos a encontrar soluciones para hacer llegar alimentos sanos a los consumidores y proporcionar empleo a millones de jóvenes africanos, en su mayoría mujeres y niñas.

El legado colonial y el control de nuestro sistema alimentario por parte de las élites no desaparecerán por desearlo. Debemos organizarnos, definir nuestra estrategia y luchar por el cambio. El movimiento debe proponer soluciones, centrarse en la transición agroecológica y demostrar su eficacia. Para hacer frente a la crisis alimentaria, el movimiento debe promover la producción y el consumo de alimentos sanos.

Sólo la soberanía alimentaria, que promueve la autosuficiencia y el control local, puede ayudarnos a evitar la inminente catástrofe alimentaria.

Boletín núm. 51 – Editorial

Soluciones desde los movimientos de base a la crisis alimentaria mundial

Ilustración: Carlos Julio Sánchez para LVC.

En 2008, numerosos expertos -de campesinos y campesinas a responsables políticos- advirtieron de una «tormenta perfecta» de crisis en el sistema alimentario industrial. Nuestros movimientos ya habían dado la voz de alarma sobre el creciente control de las grandes empresas, la financierización de los alimentos, el acaparamiento de recursos, la injusticia económica y la destrucción de los territorios de los pequeños productores de alimentos por parte de los productores a gran escala de productos básicos, profundamente dependientes de los combustibles fósiles y otros insumos extraídos. Quince años después, constatamos que las crisis son un fenómeno recurrente en el sistema alimentario capitalista. La intensificación de los impactos medioambientales, las guerras y conflictos por los recursos, el aumento de la deuda, las injusticias estructurales y las desigualdades están agravando los efectos sobre nuestros pueblos.

Nuestra respuesta a las crisis alimentarias sigue siendo la soberanía alimentaria. Ahora es más necesario que nunca que nuestras comunidades y países se centren en la producción agroecológica de alimentos. Como muestra esta edición, tenemos multitud de propuestas de solución prácticas y políticas, pero debemos crear poder para luchar contra las grandes empresas extractivas y que se rigen por el lucro, para que no se apoderen de nuestro sistema alimentario. La crisis alimentaria es solo un aspecto de una serie de factores más profundos que están causando crisis superpuestas de destrucción ecológica, el auge reforzado del patriarcado y la creciente criminalización, en connivencia con el capital,  de los defensores de los derechos; factores que están impregnando todos los aspectos de nuestras vidas, desde la alimentación hasta el compromiso social y nuestras interacciones con la naturaleza.

Muchos movimientos han hecho causa común para afrontar las causas de estas crisis múltiples e interconectadas; también han demandado justicia climática, que se ponga fin a los combustibles fósiles, haciendo recaer la responsabilidad en primer lugar en las naciones desarrolladas, responsables históricas de la contaminación, y después en las élites consumidoras de todo el mundo; han demandado la cancelación de la deuda ilegítima y la revocación de regímenes comerciales, de inversión y fiscales injustos. Los movimientos feministas nos muestran el camino hacia la economía de la vida y del cuidado, la justicia interseccional y la construcción de poder político. Los movimientos antirracistas, decoloniales, por la paz y contra la opresión, nos muestran nuevos imaginarios de comunidad, evocando en nosotros las antiguas prácticas de solidaridad de campesinos, mujeres, pueblos indígenas, pastores, pescadores y trabajadores, y la urgencia de la solidaridad con los migrantes, refugiados y solicitantes de asilo.

Conscientes de que debemos construir y fortalecer nuestros movimientos desde la base, y buscar cohesión a través de todas las regiones y pueblos que se enfrentan a la injusticia, convocamos el proceso Nyéléni 2021 – 2025 para ofrecer espacios de encuentro. Invitamos a todos los movimientos a unirse a nosotros. Soberanía alimentaria ¡ya!  

AFSA, Focus on the Global South y Amigos de la Tierra Internacional

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Micherline Islanda, Unión de Pequeños Productores (Tet Kole ti Peyizan Ayisyen), Haití

«Sistema alimentario» designa todas las etapas necesarias para alimentar a una población, desde el cultivo, la cosecha, el envasado, hasta el transporte, la comercialización, el consumo y los residuos.

El acceso a la tierra es un grave problema en Haití y una enorme barrera para la soberanía alimentaria. El sistema alimentario industrial dominante no es sostenible porque no proporciona suficientes alimentos nutritivos y culturalmente apropiados para todos y además compromete la salud del planeta. La agricultura industrial figura entre los mayores contaminantes, amenazando la supervivencia de las generaciones futuras. 

Para hacer frente a estos retos, realizamos sesiones de formación basadas en los ejes de lucha de LVC. Organizamos a los jóvenes y nos reunimos para estudiar el origen de esta dominación y explotación económica. Analizamos las actuaciones del Estado y las dificultades estructurales y sistémicas que nos impiden a los campesinos poseer nuestros territorios o acceder a ellos. También trabajamos en torno a la dominación social y cultural, el acceso al crédito, la comercialización, el procesamiento, la artesanía, la pesca y la piscicultura, la ganadería, la tenencia de la tierra, el medio ambiente, las infraestructuras, el turismo, la minería y los recursos energéticos, el acceso al agua potable y el saneamiento. Estudiamos los sistemas agroecológicos locales que son importantes para construir la soberanía alimentaria. Practicamos y compartimos la producción agrícola centrada en las prácticas agrícolas familiares.

Voces desde el campo 2

Chengeto Sandra Muzira, Foro de Pequeños Agricultores Ecológicos de Zimbabue (ZIMSOFF), Zimbabue

En África, la juventud campesina organizada de La Vía Campesina desempeña un papel importante en el impulso del programa de la agroecología. Desempeñamos un papel importante en fomentar el entendimiento general y la valorización de la agroecología entre el público en general a través de una variedad de vías y plataformas. Sin embargo, la falta de políticas públicas adecuadas o de ayuda financiera pública para los jóvenes campesinos y el creciente acaparamiento de las semillas campesinas por parte de la industria suponen un gran reto para los jóvenes de aquí.

Diversas organizaciones de África meridional, occidental y oriental han sido fundamentales en abordar estos retos mediante talleres de capacitación sobre prácticas agroecológicas. También se anima a los jóvenes campesinos a interactuar con los distintos ministerios de agricultura durante la formulación y aplicación de las políticas. Los jóvenes campesinos de nuestras organizaciones también reciben formación sobre los últimos avances tecnológicos y sus oportunidades y amenazas. Por ejemplo, en nuestros talleres se han debatido los peligros de los OGM en el continente africano y la creciente digitalización de la agricultura. 

Organizaciones como la Liga de Campesinos de Kenia, el Foro de Agricultores de África Oriental y Meridional (ESAFF por sus siglas en inglés) de Uganda, el Foro de Pequeños Agricultores Ecológicos de Zimbabue (ZIMSOFF por sus siglas en inglés), los miembros del Movimiento de los Sin Tierra de África Occidental y Central (WECAF), la União Nacional de Camponeses (UNAC) y la Confédération Paysanne du Congo (COPACO) han seguido creando redes e intercambiando conocimientos entre los jóvenes campesinos a través de seminarios, conferencias y simposios sobre agroecología.

Voces desde el campo 3

Marlan Ifantri Lase, Serikat Petani Indonesia

Indonesia puede domeñar la amenaza de una crisis alimentaria porque en muchos aspectos seguimos siendo una sociedad agrícola fuerte. En cambio, Indonesia depende de las importaciones de alimentos como el arroz, la carne, el trigo y también el azúcar. Las importaciones de alimentos amenazan a nuestra sociedad debido a la aplicación continuada de la «seguridad alimentaria» como enfoque del desarrollo agrícola y rural.

El gobierno debe acelerar la aplicación de la reforma agraria y proteger nuestro mercado local, para lograr que los productores de alimentos vivan con dignidad, de modo que los jóvenes encuentren atractivo el campesinado y la agricultura/producción de alimentos.

Serikat Pateni Indonesia ha contribuido a establecer Zonas de Soberanía Alimentaria (KDP) en nuestras tierras y territorios agrícolas. Una KDP es una zona en la que aprovechamos los recursos naturales de forma agroecológica. Adoptamos la agroecología para producir alimentos suficientes, seguros, saludables y nutritivos y sostenibles por y para la gente. Apoyamos los medios de vida relacionando las cosechas con mercados campesinos dinámicos en nuestros territorios. Promovemos y practicamos el sistema económico del cooperativismo para garantizar precios justos para el bienestar de los campesinos y los consumidores locales.

Voces desde el campo 4

Vimukti (Anuka) De Silva, Movimiento para la Reforma Agraria Nacional, Sri Lanka

La inestabilidad económica, política y social de las economías basadas en la deuda, como Sri Lanka, está aplastando los sueños de los jóvenes. La juventud campesina, ya vulnerable en muchos aspectos, se enfrenta a un futuro desalentador. Muchos de nuestros jóvenes emigran desesperadamente a las ciudades y a otros países donde realizan trabajos muy peligrosos e inseguros. Los préstamos de microfinanza han atrapado a las mujeres y a las familias rurales en un círculo vicioso de deuda e indignidad. Organizados como Movimiento por la Reforma Agraria y de la propiedad de la Tierra, intentamos constantemente construir un proceso político y económico alternativo, uniendo a los jóvenes para que defiendan sus derechos. El modelo capitalista dominante considera que los alimentos son una mercancía para comerciar. La producción de alimentos en el marco capitalista no proporciona ninguna respuesta al hambre. Por ello, perseguimos la agroecología y la soberanía alimentaria como soluciones reales para la sociedad y la cadena alimentaria.

Cuadros

Cuadro 1

La juventud campesina africana en defensa de la agroecología

Extracto de una Declaración de los miembros de la Articulación de la Juventud Campesina en la región de África Meridional y Oriental de LVC.

Nosotros, los jóvenes campesinos, miembros de La Vía Campesina en África meridional y oriental, reconocemos que la agroecología tiene la capacidad de restaurar los ecosistemas agrícolas degradados, incluso la pérdida de biodiversidad, y de alimentar de forma sostenible a la población en rápida expansión de muchos países africanos. Los sistemas de producción agroecológicos son diversos y mejoran la salud y los servicios de los ecosistemas, haciendo que estos sean más resistentes a las condiciones climáticas cambiantes; reducen significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, y abordan las barreras socioeconómicas que perpetúan las injusticias y las desigualdades en nuestros sistemas alimentarios. Además, el enfoque de la agroecología campesina es transversal, contribuyendo de manera importante a varias capas y dimensiones de los contextos sociales locales.

Además, reconocemos que la agroecología es la mejor manera de adaptarse al cambio climático y mitigar sus efectos, porque utiliza técnicas agrícolas como la diversificación de cultivos, la agricultura de conservación, los abonos verdes, los fertilizantes naturales, el control biológico de plagas, la recogida de agua de lluvia y la producción de cultivos y ganado de manera que se almacene carbono y se protejan los recursos naturales de forma sostenible.

Queremos que nuestros gobiernos actúen decididamente para la domesticación de la UNDROP, que crea plataformas para que se escuchen las voces de las comunidades rurales y subraya que los pequeños agricultores, especialmente los jóvenes, tienen derecho a proteger y conservar los recursos y la capacidad productiva de sus tierras. Nuestros gobiernos deben apoyar la creación de condiciones para fortalecer el desarrollo de aptitudes de los jóvenes para crear oportunidades éticas y rentables en ámbitos y actividades que protejan y restauren los ecosistemas. Es imprescindible apoyar a las granjas familiares campesinas de todas las formas posibles, ya que son los defensores clave de la agroecología, una solución duradera para lograr la justicia climática.

Cuadro 2

La juventud campesina latinoamericana en defensa de la soberanía alimentaria

Extracto de una Declaración de los representantes de la juventud de 11 países de América del Sur, América Central, América del Norte y el Caribe.

«Como en otros sectores productivos  mundiales, el impacto de la pandemia de la COVID-19 ha sido muy negativo en el sector agrícola, generando grandes pérdidas sociales y económicas. Los pequeños y medianos productores se han visto afectados. La falta de apoyo gubernamental en algunos países ha agravado el impacto de la COVID-19, empeorando la crisis social, política, sanitaria y económica.

Nosotros, los jóvenes, reafirmamos nuestro compromiso de defender la agroecología como parte importante de la lucha por la soberanía alimentaria y los derechos de los campesinos. Nos solidarizamos con los países de Cuba, Haití, Puerto Rico, Nicaragua, Venezuela, Colombia, que resisten frente a la injerencia e influencia de los países capitalistas y neoliberales, donde el agronegocio y las empresas transnacionales continúan su arremetida indiscriminada. Denunciamos la criminalización de las luchas, atentando contra la soberanía y autonomía de los pueblos, provocando desplazamientos, migraciones forzadas y agudizando la pobreza en algunos países. Pedimos que se garantice el pleno respeto a la igualdad de género, los derechos fundamentales de toda la población y una vida libre de violencia e inseguridad. También pedimos que se garantice el derecho universal a la salud para todos,  denunciamos los intentos de monopolizar las vacunas de la COVID-19 por parte de los países ricos, violando así el derecho a la salud de los países más empobrecidos.»

Cuadro 3

El futuro de la agricultura familiar: El debate sobre el relevo intergeneracional

Contribución del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP)

El futuro de la agricultura familiar -incluyendo la agricultura, la pesca y el pastoreo- está amenazado por múltiples factores, como los efectos del cambio climático, la pérdida de saberes tradicionales y los efectos perjudiciales de las políticas alimentarias que, a diferentes niveles, favorecen a las grandes empresas en detrimento de los pequeños agricultores, y al lucro en detrimento del derecho a la alimentación. El efecto combinado de estos factores está conduciendo a una pérdida gradual de agricultores familiares, lo que socava la seguridad alimentaria en todo el mundo. En este contexto, ya de por sí difícil, la supervivencia de la agricultura familiar corre un mayor riesgo debido a la dificultad de asegurar el relevo generacional.

Según el Plan de Acción Mundial del Decenio de las Naciones Unidas para la Agricultura Familiar, el «relevo generacional» se refiere a «la capacidad de retener a los jóvenes en las explotaciones agrícolas y en las comunidades rurales» y es una de las condiciones previas para mantener la agricultura y la producción de alimentos «viables y sostenibles». En su reciente informe sobre la participación y el empleo de los jóvenes en la agricultura y los sistemas alimentarios, el Grupo de Expertos de Alto Nivel del Comité de Seguridad Alimentaria Mundial de las Naciones Unidas se refiere a la noción de «sostenibilidad generacional», definiéndola como «la colaboración intergeneracional y el equilibrio evolutivo y dinámico entre generaciones». En el informe, el relevo generacional se relaciona con el grado de participación de los jóvenes en los sistemas alimentarios y, en particular: «un equilibrio intergeneracional cuidadosamente construido y mantenido y un intercambio multidireccional de conocimientos, recursos y estrategias de subsistencia específicos de cada generación pueden potenciar el papel de los jóvenes para liderar una innovación exitosa y endógena en los sistemas alimentarios y contribuir a transformaciones agrarias, rurales y urbanas sostenibles».

¿Cuáles son las barreras que impiden a escala mundial el relevo generacional en la agricultura familiar? ¿Y qué visiones, políticas y acciones son necesarias para superar esas barreras y garantizar la sostenibilidad generacional y, al mismo tiempo, satisfacer las necesidades y aspiraciones de las diferentes generaciones?

Entre mayo y octubre de 2022, el Grupo de Trabajo sobre la Juventud del Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) ha llevado a cabo una consulta global específica para abordar estas cuestiones. La consulta pretendía crear un espacio para que los miembros jóvenes y no jóvenes del CIP de todo el mundo se reunieran, debatieran de sus necesidades y compartieran ideas. Aunque el análisis de los resultados no ha finalizado, la consulta visibilizó la existencia de múltiples obstáculos que son comunes a todas las regiones de la CIP. Entre ellos:

    – La marginación de los agricultores familiares en los sistemas alimentarios, incluidos los entornos jurídicos y políticos poco favorables.

    – La falta de servicios jurídicos adecuados, de políticas propicias y de infraestructuras físicas que faciliten la transferencia intergeneracional de los recursos naturales, los activos agrícolas y los conocimientos y habilidad, especialmente fuera del ámbito familiar.

    – La reproducción de barreras socioculturales arraigadas en el patriarcado y el colonialismo que dificultan o imposibilitan el acceso a los derechos de sucesión de las mujeres jóvenes, los jóvenes con diversidad de género/sexo y los jóvenes indígenas;

    – La escasa viabilidad económica de la agricultura familiar hace difícil o imposible que un joven viva y trabaje como campesino/productor de alimentos.

    – La disminución del atractivo de la agricultura familiar para los jóvenes debido a la persistencia de un estigma social relacionado con el oficio de campesino, así como a la falta de respeto por el estatus social de los agricultores familiares;

    – La disminución del atractivo de la agricultura familiar para los jóvenes por las nuevas dificultades que genera en la producción de alimentos un clima cambiante.

    – El creciente éxodo de los jóvenes de las zonas rurales a las zonas urbanas debido a la falta de infraestructuras y servicios adecuados para satisfacer las necesidades de la juventud rural actual.

    – La marginación de los jóvenes en los espacios de toma de decisiones a diferentes niveles (regional, nacional, internacional), que a menudo convierte la participación de los jóvenes en algo meramente performativo y socava la posibilidad de potenciar la representación juvenil.

    – La falta de espacios adecuados para garantizar diálogos intergeneracionales relativos al relevo generacional como un proceso de dos caras, y no sólo una transferencia unilateral de los mayores a los jóvenes.

Durante la consulta, el Grupo de Trabajo (GT) de Jóvenes del CIP identificó la necesidad de seguir prestando una gran atención a la cuestión del relevo generacional en la agricultura familiar y seguir trabajando en ello en estrecha colaboración con otros GT, en todas las regiones y con todas las circunscripciones, como una cuestión que concierne a todos y no sólo a los jóvenes. El objetivo podría ser identificar una posición común del CIP y una estrategia global para mejorar el relevo generacional en la agricultura familiar. Los jóvenes también hablaron de la importancia de utilizar los resultados de la consulta para seguir influyendo en el programa y en el trabajo de la FAO, especialmente en el contexto del Decenio sobre agricultura familiar de las Naciones Unidas.

Cuadro 4

L’estaca

En este vídeo, jóvenes campesinos de Europa, organizados por la Coordinadora Europea de la Vía Campesina (CEVC), cantan L’estaca, una popular canción protesta del cantautor catalán Lluís Llach y uno de los símbolos de la resistencia contra el franquismo. En la canción, el fascismo y todas las formas de opresión están representados como un poste («l’estaca») al que todos estamos encadenados pero que si tiramos fuerte y juntos, conseguiremos derribarlo. La canción se ha   traducido a muchos idiomas convirtiéndose en un himno universal de liberación frente a todo tipo de regímenes autoritarios y opresivos y en una llamada a la unidad para liberarse de todas las ataduras.

Canción original en catalán:

Para leer la traducción de la canción en español, haga clic  aquí.

L’avi Siset[1] em parlava
de bon matí al portal
mentre el sol esperàvem
i els carros vèiem passar.

Siset, que no veus l’estaca
on estem tots lligats?
Si no podem desfer-nos-en
mai no podrem caminar!

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

Però, Siset, fa molt temps ja,
les mans se’m van escorxant,
i quan la força se me’n va
ella és més ampla i més gran.

Ben cert sé que està podrida
però és que, Siset, pesa tant,
que a cops la força m’oblida.
Torna’m a dir el teu cant:

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

L’avi Siset ja no diu res,
mal vent que se l’emportà,
ell qui sap cap a quin indret
i jo a sota el portal.

I mentre passen els nous vailets
estiro el coll per cantar
el darrer cant d’en Siset,
el darrer que em va ensenyar.

Si estirem tots, ella caurà
i molt de temps no pot durar,
segur que tomba, tomba, tomba
ben corcada deu ser ja.

Si jo l’estiro fort per aquí
i tu l’estires fort per allà,
segur que tomba, tomba, tomba,
i ens podrem alliberar.

[1] “Siset” is short for “Narcis”. It seems to refer to Narcís Llansa, an old man with whom Llach went fishing when he was young.

Destacados

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El caos climático, la COVID-19 y los conflictos armados han conmocionado a la economía mundial, y estas crisis superpuestas están afectando a la seguridad alimentaria mundial de una forma nunca vista.

La crisis alimentaria mundial en curso se agravó con la pandemia de la COVID-19. En 2020, cerca de 3.100 millones de personas no podían permitirse una dieta saludable, y unos 2.300 millones de personas padecieron inseguridad alimentaria moderada o grave en 2021.

Según muestran los máximos históricos del índice de precios de los alimentos de la FAO, la crisis alimentaria mundial se agudizó más en marzo de 2022, en gran parte debido a los desequilibrios entre la oferta y la demanda en los mercados de cereales, semillas oleaginosas, carburantes y fertilizantes tras un aluvión de conflictos geopolíticos y guerras.

Con todo, las causas fundamentales de la inseguridad alimentaria están estrechamente vinculadas a la pobreza estructural y a las relaciones comerciales injustas entre los países, y como ocurrió con las crisis de los precios de los alimentos de 2008 y 2011, la especulación financiera y la volatilidad de los precios en los mercados mundiales han influido enormemente en la crisis alimentaria actual.

La Vía Campesina (LVC) junto a nuestros aliados del movimiento global por la soberanía alimentaria sigue oponiéndose al agronegocio industrial y a las falsas soluciones del neoliberalismo. Estamos alerta y organizados para la aplicación de soluciones reales, populares, para un cambio social profundo. ¡Acabemos con la OMC! ¡Construyamos un comercio internacional basado en los derechos de los campesinos, la agroecología y la soberanía alimentaria!

Los jóvenes son protagonistas de la transformación social 

Los y las jóvenes son sujetos políticos que desempeñan un papel singular en el ejercicio del control democrático de los sistemas alimentarios. Ante todo, la tarea que se asigna a los jóvenes es aprender de la historia. Es indispensable analizar los problemas sociales, políticos, económicos y medioambientales con criterios históricos, para coordinar estrategias eficaces y acciones concretas que aborden sus causas profundas.

También se asigna a los jóvenes la tarea de analizar el momento actual con claridad y precisión desde nuestras perspectivas generacionales específicas, utilizando conceptos como la soberanía alimentaria y herramientas como la UNDROP[1] de las que nos hemos dotado a través de los procesos de formación de LVC.

Además, es fundamental que los jóvenes sigan buscando soluciones a los problemas existentes y, al mismo tiempo, se esfuercen por garantizar los derechos y el bienestar de las generaciones futuras. 

Los jóvenes son clave en las luchas por la soberanía alimentaria. Tienen la tarea esencial de ampliar la participación y formar nuevos liderazgos. A lo largo de la última década, diversos miembros de nuestro movimiento mundial por la soberanía alimentaria, que convergieron y se organizaron en la reunión de Nyéléni en 2007 en Mali, han resaltado la necesidad de que los jóvenes campesinos y activistas tomen el relevo de la lucha. Por ello, con los años, a través de espacios como el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP) y otros, hemos construido una lucha unificada y hemos creado plataformas de formación y capacitación para los jóvenes del movimiento que venían de comunidades campesinas, indígenas, de pescadores y de pastores.

Las oportunidades significativas de participación de los jóvenes a todos los niveles de la lucha por la soberanía alimentaria nos han permitido integrarnos progresivamente en el movimiento, y a través de nuestros espacios organizados de forma autónoma, hemos ido articulando nuestras prioridades políticas y propuestas de acción.  

Los jóvenes exigen soluciones radicales a la actual crisis alimentaria

En las últimas tres décadas, los movimientos sociales de base han intensificado la presión sobre los gobiernos para lograr la democratización política y económica de los sistemas alimentarios y agrícolas. Desde el principio, hemos luchado para garantizar la participación directa y efectiva de las organizaciones campesinas e indígenas en la elaboración, la aplicación y el seguimiento de las políticas agrarias y los programas de desarrollo rural.

Los temas centrales que condujeron a la formación del movimiento internacional por la soberanía alimentaria siguen siendo muy pertinentes y están en el primer plano de nuestras prioridades políticas actuales, incluyendo: la deuda externa, el comercio internacional, y la protección del medio ambiente, así como la agroecología, la igualdad de género, los derechos de las mujeres y de las personas LGBTTQI+, y los derechos de los campesinos. Los jóvenes están enarbolando estas banderas de lucha en movilizaciones masivas, campañas de comunicación y procesos de educación política. También estamos avanzando en las negociaciones políticas y en los esfuerzos de promoción en los espacios de las Naciones Unidas.

Por ejemplo, entre mayo y octubre de 2022, los y las jóvenes de LVC participaron en consultas organizadas por el Comité Internacional de Planificación para la Soberanía Alimentaria (CIP), en colaboración con la FAO y en el marco del Decenio de las Naciones Unidas de la Agricultura Familiar. Las consultas regionales giraron en torno al Pilar 2 del Decenio[2] , abordando temas como la migración de los jóvenes, las desigualdades de género, el acceso a la tierra y al mercado, y la transferencia intergeneracional de recursos productivos y conocimientos. El proceso proporcionó un espacio para identificar problemas comunes y debatir sobre enfoques políticos relacionados con el relevo generacional en la agricultura familiar, y se pretende que sus resultados contribuyan a la aplicación del Plan de Acción Mundial del Decenio. Las consultas pusieron de manifiesto la necesidad urgente de reformas agrarias integrales y auténticas, de formación en agroecología y de planes adecuados de relevo en las explotaciones para que los jóvenes puedan tener un futuro en el campo.

En junio, los jóvenes se sumaron a la movilización contra la 12ª Conferencia Ministerial de la OMC en Ginebra. Participamos en los debates internos para el análisis contextual de la crisis alimentaria mundial, así como durante los diálogos públicos que tuvieron lugar en espacios activistas y en una universidad. Los jóvenes también formaron parte activa de la delegación que permaneció en Ginebra para impulsar la defensa de los derechos de los campesinos en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Organizamos y asistimos a reuniones con representantes de los Estados miembros con el fin de calibrar su voluntad política de apoyar una próxima resolución en el Consejo para iniciar un procedimiento especial para la aplicación de la UNDROP.

También hemos contribuido en gran medida a un proceso político en el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CSA) de Naciones Unidas, titulado «Políticas para la promoción de la participación y el empleo de los jóvenes en los sistemas agrícolas y alimentarios». Llevamos más de dos años, coordinando y participando activamente en el grupo de trabajo sobre la juventud del Mecanismo de la Sociedad Civil y de los Pueblos Indígenas (MSC).

Ahora tenemos oportunidades políticas para organizarnos a escala nacional y presionar a los Estados para que apliquen los aspectos del documento político del CSA que son relativamente buenos,  como las recomendaciones en apoyo de los derechos humanos, los medios de vida dignos, los mercados informales, la contratación pública, la agricultura urbana y las políticas transformadoras en las cuestiones de género, así como el vínculo establecido con la Década de la Agricultura Familiar de Naciones Unidas y la referencia a las reformas redistributivas en el contexto de las Directrices Voluntarias sobre la Tenencia de la Tierra del CSA.  

La sostenibilidad y el impacto a largo plazo de nuestro movimiento colectivo por la soberanía alimentaria radican en la creación y ampliación de nuestras alianzas en todos los sectores aliados, uniendo fuerzas con los movimientos urbanos y rurales, y con los sindicatos de trabajadores. Asimismo, debemos poner el mismo énfasis en los procesos organizativos que dependen en gran medida de la participación significativa y de la formación de los jóvenes a lo largo de todo el movimiento y de todos los sectores aliados. La continuidad, la coherencia y la continua pertinencia del movimiento por la soberanía alimentaria dependen de la renovación generacional por medio de la capacitación de los jóvenes, facilitando el diálogo intergeneracional y movilizando a todos para el cambio social transformador.

[1] Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los campesinos y otras personas que trabajan en las zonas rurales (UNDROP por sus siglas en inglés).

[2] Pilar 2-Transversal. Apoyar a los jóvenes y asegurar la sostenibilidad generacional de la

        agricultura familiar.

Boletín núm. 50 – Editorial

La juventud y la democratización de los sistemas alimentarios

Ilustración: Sophie Holin para LVC, Instagram: @soph.ieholin

Estamos en diciembre, termina un año más de nuestro ciclo de vida, mientras buscamos esperanza y solidaridad ante adversidades abrumadoras. El aumento de las temperaturas, los fenómenos meteorológicos erráticos, la pobreza extrema, el hambre, las guerras, los conflictos y la violencia ensombrecen al mundo.

Esta catástrofe es el fruto de un modelo sistémico que antepone los intereses y beneficios de unos pocos frente a los de muchos. El sistema alimentario industrial global es un buen ejemplo de ello. Está entre los mayores contaminantes del planeta. Utiliza casi dos tercios de los recursos, pero sólo es capaz de alimentar a una cuarta parte de la población mundial, dejando un rastro de prácticas destructivas y contaminantes a lo largo de toda su cadena de suministro.

En cambio, la agricultura campesina, que sigue alimentando al 70% de la población mundial, mantiene ciclos armoniosos y saludables de producción, distribución y consumo de alimentos.

Ya va siendo hora de que recordemos a las instituciones mundiales de gobernanza de los alimentos y a los gobiernos que la verdadera solución a la crisis alimentaria mundial pasa por dar poder y autonomía a las comunidades campesinas, a los pueblos indígenas, a los trabajadores migrantes, a los trabajadores de la tierra, a los pescadores a pequeña escala y a los pastores, para que puedan construir la soberanía alimentaria en nuestros territorios. Debemos apoyar los sistemas alimentarios construidos por y para la gente, de un modo agroecológico, respetando el ciclo de la vida en todas sus formas. Y un elemento fundamental para proteger y multiplicar estos sistemas alimentarios diversos, descentralizados y resilientes, son las condiciones a disposición de los jóvenes y futuros pequeños productores de alimentos para que participen en el proceso de producción. Esta edición del boletín de Nyéléni profundiza en la democratización de los sistemas alimentarios populares y en la necesidad imperiosa de mantener el papel y el futuro de la juventud campesina en este proceso.

Articulación Juvenil de la Vía Campesina

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

¿Fabricar  o producir alimentos? Europa, nuevos y antiguos OGM, una batalla de más de 30 años

Antonio Onorati, ECVC, Italia

La Unión europea, primer exportador mundial y primer importador mundial de productos agrícolas, posee un sistema agrícola basado en pequeñas explotaciones, de las cuales el 77% tiene un tamaño inferior a 10 hectáreas y el 69% un valor económico de menos de 8000 €. Pero cuatro de las seis empresas que controlan el mercado mundial de semillas son europeas, entre ellas la primera, con un volumen de ventas tres veces mayor que la segunda. El poder de mercado de las empresas en el mercado de las semillas – ya muy concentrado – aumenta cuando pasamos del mercado de semillas  convencionales al de semillas OGM, y de este, al mercado del control de las informaciones genéticas digitalizadas (DSI). En este contexto, la estrategia del movimiento campesino, que comparten igualmente numerosos movimientos medioambientales, no puede sino articularse a varios niveles. Desde la movilización con acciones directas de desobediencia, como la destrucción de las parcelas sembradas de OGM – antiguos o nuevos – hasta la acción jurídica y el recurso a los tribunales, como el recurso ante el Tribunal de Justicia europeo, que actualmente bloquea cualquier intento de no aplicación de la legislación actual sobre los “nuevos”  OGM (NGT, productos con CRISP o mutagénesis asistida in vitro[1]). Pero también la construcción de una legislación útil para proteger el sistema campesino de semillas  e impedir el cultivo de OGM (como en Italia, país cuya agricultura está “desprovista de OGM» desde 2000 o en Francia).

Se trata de una cuestión meramente política: cómo quiere una sociedad que se produzcan sus alimentos. Por eso la movilización debe continuar.

Mas info aquí y aquí.

Voces desde el campo 2

Sistemas campesinos de semillas y aplicación de los derechos de los agricultores en el marco jurídico nacional – El caso de Mali

Alimata Traore, COASP – Mali Comité ouest africain semences paysannes, Mali

Nuestras semillas campesinas son reproductibles libremente y gracias a nuestras prácticas y saberes, las seleccionamos y volvemos a sembrar año tras año en nuestros campos. Gracias a su diversidad, las semillas evolucionan y se adaptan a nuestras necesidades, a nuestros campos, a nuestras técnicas. Nuestras semillas campesinas son nuestra identidad,  nuestra vida.

Nuestras organizaciones campesinas han organizado espacios de información y de formación sobre los derechos de los campesinos y campesinas. Tras haber analizado el estado de su incorporación a nuestras leyes nacionales, hemos dialogado con los representantes de nuestro gobierno, con los puntos focales TRFAA (El Tratado Internacional sobre los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura)y CDB (Convenio sobre Diversidad Biológica).

Conjuntamente creamos en 2017 un marco de concertación nacional con el mandato de que la legislación nacional reconociera los sistemas campesinos de semillas y los derechos de los agricultores y se garantizara su puesta en marcha. Fue presidido por el ministerio de agricultura y con la secretaría de la CNOP (Coordination Nationale des Organisations Paysannes). Las bases de nuestras propuestas eran las siguientes:

1.  Una definición clara de las variedades campesinas (incluidas las tradicionales y locales)

2.  El reconocimiento de las normas específicas que garanticen la calidad de nuestros sistemas campesinos de semillas, y la protección de los saberes campesinos, a través de los derechos colectivos definidos por la comunidad según sus usos y costumbres. 

3.  El derecho de campesinos y campesinas a vender sus semillas campesinas sin obligación de inscripción en el catálogo  oficial.

4.  El derecho de los campesinos y de sus organizaciones a participar en la toma de decisiones con  mecanismos que garanticen la transparencia.

5.  El apoyo y el fortalecimiento de los sistemas campesinos de semillas, de las “casas de las semillas campesinas”[2], de las fiestas y las ferias de las semillas campesinas.  

Voces desde el campo 3

Necesitamos diversidad de las razas de ganado para luchar contra futuras pandemias 

Tammi Jonas – Australian Food Sovereignty Alliance

Los agricultores australianos producen el 93% de los alimentos que comemos, a pesar de que exportan alrededor del 70% de lo que cultivan. Se hace hincapié en la exportación en el marco de un discurso moralizante, según el cual la agricultura australiana está “alimentando al mundo”. En cambio, la realidad es que las exportaciones no se dirigen a los países que padecen inseguridad alimentaria generalizada, sino más bien a “los mercados de mayor valor, en economías desarrolladas y a las clases medias de los países en desarrollo”.[3]

Este paradigma productivista ha conducido a una disminución constante de la diversidad de razas en Australia y en el mundo, y en el Norte global, el 90% del ganado pertenece únicamente a seis razas, con un 20% de las razas ganaderas en peligro de extinción.[4] Una disminución de la diversidad de razas implica una pérdida del ganado adaptado a las condiciones locales y a vivir de pastos, pero también el peligro de crear lo que  Rob Wallace llama ‘food for flu’ – porque ‘la cría a gran escala de una sola especie elimina las barreras inmunogénicas que en poblaciones más diversas cortan los focos de transmisión”.[5] La incidencia de la COVID-19 a escala mundial, el virus de la encefalitis japonesa que se extiende hacia el sur de Australia más que nunca, y ahora la amenaza creciente de expansión regional de la fiebre aftosa, hacen más evidente que nunca que debemos dejar de socavar la diversidad genética del ganado y de hacinarlo en condiciones insalubres.   

En Australia hay un movimiento creciente de pequeños ganaderos que crían razas ganaderas raras y tradicionales para invertir esa tendencia, agrupados en la Alianza Australiana de Soberanía Alimentaria (Australian Food Sovereignty Alliance o AFSA) y cuyos esfuerzos de conservación in situ reciben el apoyo del Rare Breeds Trust of Australia. En un mundo pandémico, las iniciativas de conservación y promoción de la diversidad genética, de especies y de ecosistemas, literalmente salvarán vidas.

Voces desde el campo 4

Agroecología, agrosilvicultura y el manejo comunitario de bosques: poderosas herramientas de defensa de los derechos de los pueblos, los medios de sustento y los bienes naturales de los bosques.[6]

Nuie anak Sumok – Asociación de Residentes de Sungai Bur, Sarawak, Malasia (300 words)

Conocida por sus amistades como la Mujer Maravilla, por su ética de trabajo, Nuie anak Sumok lucha por su familia, su comunidad y el medio ambiente produciendo en su parcela al lado de la carretera en Sungai Buri, en el noreste de Sarawak, Malasia.

“Con el grupo de mujeres y la Asociación de Residentes de Sungai Buri en la costa noreste de Sarawak hemos ido fortaleciendo nuestra resistencia frente a la imposición del monocultivo de palma aceitera, a través de la agroecología, la agrosilvicultura y el manejo comunitario de bosques. Con estas prácticas también hemos ido revirtiendo los daños provocados por ese monocultivo y la tala de los bosques, y desafiando al modelo de desarrollo destructivo.

No podemos darnos el lujo de plantar solo un cultivo, tenemos que hacer lo que sea más beneficioso para nosotras/os. Y nadie puede decirnos qué hacer.

Tenemos ají, piña, calabacín, bananos, especies forestales nativas, daung long, … y el bosque nos da semillas, árboles frutales, otros alimentos, agua, madera, combustible, refugio, biodiversidad, miel, medicina y alimento para animales. También materiales para hacer nuestras artesanías. Hacemos todo lo posible para ayudar a la comunidad a plantar especies locales de árboles.

Con organizaciones hermanas de Marudi, Long Miri y Long Pilah establecimos un sistema de intercambio de semillas donde distintos grupos recolectan semillas de su localidad -merbau, jelayan, rattan, engkabang, meranti- y árboles frutales como el durian y langsat, y nuestros viveros se enriquecen.

A través de este trabajo también protegemos nuestros derechos y los de todas las comunidades, así como nuestros medios de sustento y los bienes naturales de los bosques.”

Voces desde el campo 5

El IALA a construir y el papel de la agroecología

Aldo González, IALA, Mexico

En la actualidad cada vez más jóvenes (hombres y mujeres) de comunidades indígenas y campesinas tienen la oportunidad de estudiar. Muchos reciben becas y salen de la comunidad a alguna universidad, en la mayoría de los casos la idea de progreso se mete en su cabeza, la ciudad les ofrece modernidad y muchos ya no regresan, la escuela les ha quitado identidad.

Frente a ese panorama las organizaciones que integramos La Vía Campesina en México tomamos la decisión de constituir el Instituto Agroecológico Latinoamericano (IALA-México), con el interés de ir más allá de una simple formación técnica. Desde el IALA nos interesa contribuir al fortalecimiento de las luchas en defensa de los territorios, de la identidad cultural y de la soberanía alimentaria.

Para nosotros la agroecología es una forma de hacer la vida, apoyada en principios que parten del reconocimiento de que existe una diversidad de territorios y éstos generan una diversidad de relaciones culturales entre los seres humanos y la naturaleza. Estos cuidados, de raíz campesina ancestral procuran la sobrevivencia pues se fundamentan en principios comunes que deben tomar en cuenta aspectos ecológicos, culturales y económicos que respeten a la Madre Tierra.

Estas relaciones han generado formas de organización familiar y comunitaria que permiten nuestra sobrevivencia. Por ejemplo, la guelaguetza o guzun que se practica entre los zapotecos de Oaxaca, tiene sus símiles entre muchos pueblos de México y el mundo y se fundamenta en la reciprocidad para hacer la milpa (como se le dice en México a la chacra), construir una casa, hacer la fiesta familiar o comunitaria, etcétera. Desde el IALA nos interesa fortalecer esas formas de organización.

Nuestros sistemas de cultivo, como la agricultura itinerante, mal llamada de “roza, tumba y quema”, son formas de hacer agricultura que se construyeron en el pasado y que es importante reivindiquemos desde la agroecología. El sostenimiento de la vida en el suelo, el reciclamiento de nutrientes, la conservación de energía desde lo local hasta lo global son principios que se han practicado en la agricultura tradicional y que seguiremos impulsando.

Somos herederos, herederas, de una gran biodiversidad, así como de múltiples saberes asociados a ella. Sin embargo, la ciencia elaborada por nuestros pueblos es descalificada por los centros de investigación; a pesar de eso es urgente establecer un diálogo desde nuestros rincones con la ciencia occidental que nos permita sumar para bien de la humanidad los saberes que resguardamos y así generar nuevos conocimientos que se pongan al servicio de las campesinas y campesinos de México y del mundo.


[1] Mas info obre los “nuevos”  OGM aquí.

[2] Las casas de las semillas de África Occidental son lugares donde se recogen y seleccionan semillas, se elaboran fichas de identificación, se almacenan y se mejoran las técnicas de conservación, se intercambian prácticas y se da formación.

[3] Muir 2014: 5

[4] FAO 2019

[5] Wallace, et al. 2021: 195

[6] Más información aquí.

Cuadros

Cuadro 1

Manejo comunitario de bosques: práctica histórica para transformar y resistir [1]

El Manejo Comunitario de Bosques (MCB) es una forma de vida y una práctica cultural y espiritual –por lo tanto, histórica–, desarrollada por Pueblos Indígenas y comunidades locales para controlar políticamente y gestionar de forma organizada y planificada el territorio y sus bienes y recursos naturales. Es un proceso político que, a través de mecanismos horizontales en la toma de decisiones, que incluyen la transparencia y la rendición de cuentas al resto de la comunidad, logra la conservación y el uso sustentable de la Naturaleza así como beneficios sociales, medioambientales, culturales y económicos.

El MCB también incluye aspectos de tecnología apropiada, conocimiento ancestral y prácticas comunitarias de planificación y uso ordenado de recursos, pero va más allá́ de un simple manejo técnico, como es el denominado manejo sustentable de bosques (defendido por la ciencia forestal) que muchas veces destruye los bosques y la biodiversidad, favoreciendo a las corporaciones.

El MCB está estrechamente ligado a la Agroecología. Son enfoques amplios, integrales, dinámicos y diversos que responden y se adaptan a las condiciones geográficas, ecológicas y culturales de cada territorio, sus bienes comunes y los conocimientos tradicionales asociados. Mientras la agroecología se enfoca en los elementos centrales de la alimentación, como suelos, semillas, bienes de los que dependen los pueblos recolectores o pescadores artesanales, aguas y zonas pesqueras o de pastoreo, entre otros, el MCB dirige sus acciones hacia los demás bienes naturales y culturales manejados, usados y protegidos en los bosques, como árboles, semillas forestales, madera, fibras, fauna o incluso la salud del ecosistema.

Es necesario dimensionar la ingente cantidad de personas y familias que ponen en práctica la Agroecología en el marco del MCB para reafirmar la importancia de los bosques para el derecho a la alimentación.

Cuadro 2

Digitalización de la agricultura y alimentación

Escuchamos por doquier que la digitalización de todos los aspectos de la vida es un futuro ineludible que debemos aceptar de buen grado. En el caso de la agricultura y la alimentación, se habla de la Cadena Alimentaria Digital como la nueva opción para resolver problemas de hambre y clima. “Lo digital”, dicen, potenciará la agroecología, fortalecerá las comunidades, promoverá la independencia. En realidad, la digitalización de la agricultura abre la puerta a una mercantilización extrema de la naturaleza por parte de las agro-empresas tóxicas de siempre, ahora aliadas en diversas configuraciones con las gigantes de Big Data. El diseño de nuevos transgénicos, la especulación con el carbono de suelos agrícolas y la llamada intensificación sustentable, necesitan herramientas digitales para llevarse a cabo.

La digitalización de los sistemas agroalimentarios se define como “aplicación de herramientas, estrategias y modelos de negocio digitales a la alimentación y la agricultura.” Esta definición no explica que la dependencia con las herramientas digitales de las gigantes tecnológicas exacerba el extractivismo corporativo y desplaza la labor humana, que las estrategias digitales se construyen con saqueo de información, espionaje a las comunidades y manipulación del consumo, y que los modelos de negocio digitales se refieren a lograr más control de la biodiversidad, los sistemas productivos y la  deshabilitación humana mediante tecnologías de automatización, acaparamiento y procesamiento de datos (desde robots a inteligencia artificial), de tal forma que solo  las empresas puedan decidir qué se cultiva, qué se extingue, cómo se procesa lo cosechado, y quién se lo come.


[1] Artículo elaborado a partir de la publicación de Amigos de la Tierra Internacional, Manejo Comunitario de Bosques y Agroecología. Vínculos e Implicaciones.

Destacados

Destacados 1

Biodiversidad agrícola y agroecología: diálogo campesino, familiar, artesanal e indígena con la naturaleza

Campesinas, campesinos, los que cultivan, pastorean, habitan los bosques, pescan artesanalmente, pueblos originarios y más proveedores de alimentos rurales y urbanos a pequeña escala, se consideran parte de la biodiversidad. Según muchas cosmovisiones ancestrales, existe una conexión mutua entre la naturaleza, la Madre Tierra y los seres humanos como familia, no estamos fuera de ella. Esta relación ancestral de interacción mutua configura la existencia de cada cual en una “co-evolución”. Las prácticas campesinas que cuidan la biodiversidad no sólo vienen determinadas por las necesidades alimentarias, materiales; también por la espiritualidad, la cultura, la salud y las emociones.

Pese a las presiones asociadas con la modernización, allá donde las cosmovisiones y prácticas tradicionales siguen vigentes, la biodiversidad sigue respondiendo a esta conexión mutua. En lugares donde estas prácticas se habían perdido y hoy se recuperan, la biodiversidad se regenera en nuevas formas. Estas prácticas y cuidados de comunidades y familias campesinas (sistemas de saberes de quienes proveen alimentos a pequeña escala) son el núcleo de lo que la comunidad internacional denomina “biodiversidad”.

Esta biodiversidad agrícola sustenta las estrategias campesinas ancestrales para la subsistencia, la salud y la autonomía —y es fruto de ellas. Manifiesta la creatividad y los saberes campesinos y su relación con el entorno natural. Siendo un tejido de relaciones dinámicas, la biodiversidad agrícola encarna un mosaico en constante cambio entre personas, plantas, animales, y otros organismos, el agua, el bosque, el “medio ambiente”. La biodiversidad agrícola puede considerarse el resultado de la interacción —en todos los ecosistemas y a lo largo de miles de años—, de la diversidad cultural y la diversidad biológica.

Algunos sistemas de producción muestran una extraordinaria diversidad de cultivos, animales y especies asociadas. Quienes proveen alimentos a pequeña escala no sólo desarrollan y sostienen la mayor parte de la biodiversidad del planeta: también proporcionan la mayoría de sus alimentos.

Pese a los retos que plantea la fuerte tendencia a la homogenización de modos de vida y hábitos alimentarios, y las presiones sobre los territorios, existen importantes acciones locales de resistencia. Hay un amplio abanico de iniciativas,  como la mejora de la diversidad de los huertos domésticos en zonas rurales y urbanas, la promoción de cultivos agroecológicos, la restauración de manglares, el desarrollo de protocolos de pesca sustentable y la gestión del agua. Estas y otras prácticas contribuyen a promover la soberanía alimentaria y nutricional, a conservar y proteger las funciones de los ecosistemas.

La agricultura agroecológica, de base campesina, practicada por quienes producen alimentos a pequeña escala, es una herramienta esencial para construir soberanía alimentaria y defender la      Madre Tierra. Las comunidades comprometidas con producir alimentos para sí mismas y para otros, de un modo independiente, ajeno a las corporaciones, saben que cuidar la biodiversidad y practicar la agroecología es una forma de vida y el lenguaje de la naturaleza. No es un mero conjunto de tecnologías o prácticas de producción y tampoco es aplicable del mismo modo en todos los territorios.

Porque la agroecología se basa en principios semejantes en todas partes pero que requieren particularidades y cuidados respetuosos propios del entorno y la cultura local. Así, la biodiversidad agrícola es fundamental para la autonomía y la agroecología. La autonomía alimentaria que permite una agroecología campesina desplaza el control de los mercados globales y promueve autogobiernos comunitarios.

Así, pueblos originarios y comunidades campesinas disminuyen el uso de insumos comprados, que vienen de fuera. Siendo quienes alimentan al mundo, controlar sus semillas nativas es fundamental para la soberanía alimentaria. Las conversaciones milenarias entre personas y cultivos perpetúan la innovación, la investigación, la selección y cría de cultivos y ganado propios. Esas comunidades no producen materias primas o mercancías para la exportación, sino que son quienes producen la mayoría de alimentos, cuidan la biodiversidad y los territorios.

Para lograrlo es fundamental:

● Respetar los derechos colectivos de lxs que mantienen y mejoran la biodiversidad agrícola y alimentaria campesina, y defienden sus saberes y la integridad de sus cultivos a través de la utilización de los principios agroecológicos y  el intercambio, crianza, y sobre todo la reproducción propia de sus semillas, razas de ganado y peces.

● Reforzar nuestros sistemas y redes alimentarias rurales-urbanas interconectadas y colectivas y los mercados locales, promoviendo la biodiversidad agrícola y la agroecología.

● Promover una reforma agraria integral.

● Lo más importante es fomentar y garantizar la libre determinación de pueblos, comunidades y colectivos rurales y urbanos que cuidan la biodiversidad y la integridad de sus territorios, y a fin de cuentas una vida con justicia y dignidad.

De todo esto dependen la soberanía alimentaria, un medio ambiente sano, pero sobre todo,  nuestro futuro.

Destacados 2 

El despojo planificado de la biodiversidad

La Revolución Verde impulsó a las corporaciones en su control del cultivo de alimentos.

Instó a los campesinos y las campesinas de distintas partes del mundo a buscar “la productividad agrícola en lo que hoy es el Sur global”. Los promotores decían estar preocupados por «llenar los estómagos hambrientos», e insistían en que la agricultura tradicional era redundante.

Los ejecutivos de las empresas y los diseñadores de políticas públicas gubernamentales ignoraron la enorme labor y la continuidad de siglos que supone la cuidadosa relación que los pueblos mantienen con la Naturaleza, con sus tierras, bosques y aguas, con las semillas y su infinita transformación. Esta relación es la responsable de “la increíble biodiversidad y las proezas culturales que nos trajeron cultivos como el trigo, el maíz, el arroz y las papas”.[1]

La Revolución Verde sustituyó lo anterior por “tipos radicalmente estandarizados, supuestamente de alto rendimiento». Las nuevas semillas, como vieron los agricultores, requerían un paquete de fertilizantes químicos, pesticidas y riego para crecer bien”.[2]

Esto “encontró una profunda resistencia por parte del campesinado, las comunidades locales y la sociedad civil en general”.[3]

Pese a la resistencia, el daño estaba hecho. Llegó la era en que los institutos de investigación asumían el papel de desarrolladores internacionales de cultivos y semillas agrícolas, sustituyendo los saberes y estrategias milenarios de las comunidades agrícolas reales del mundo e impulsando una narrativa corporativa que sigue vigente: que los campesinos no saben lo que hacen, que sus estrategias de cultivo son erróneas, que sus rendimientos son realmente pobres. Esto abrió espacio para los híbridos e incluso los OGM. Los efectos fueron devastadores para el campesinado y los pequeños agricultores. Para quienes dependían de semillas nativas y métodos tradicionales de cultivo o cuidado de sus animales.

La agricultura industrial pasó a imponer soluciones tecnológicas para aumentar los rendimientos con gran cantidad de agrotóxicos. Disminuyó variedades y las especies implicadas en el cultivo de alimentos, o las razas de ganado que antes eran normales.

Según la FAO, desde 1900, se ha perdido un 75 % de la diversidad fitogenética “a medida que los agricultores del mundo abandonan sus múltiples variedades locales y razas nativas por variedades genéticamente uniformes de alto rendimiento… Hoy, un 75 % de los alimentos mundiales se genera a partir de sólo 12 plantas y cinco especies animales”.[4]

La Revolución Verde no es la única culpable, aunque hubo enormes pérdidas repentinas durante su aplicación. Los acuerdos de libre comercio, los derechos de propiedad intelectual, la actitud incisiva de la agricultura por contrato, y las modas de los lujosos cultivos para la exportación (bayas o moras o frutas del bosque, aguacates, agaves, tomates y otras variedades de invernadero) son también responsables. Ahora la biología sintética pretende sustituir todo el proceso agrícola.

Resistir a la agricultura industrial y sus monocultivos implica enormes esfuerzos si las comunidades quieren seguir independientes. Pero frenar estos esquemas es crucial para la biodiversidad y la soberanía alimentaria.

Destacados 3

Soluciones Basadas en la Naturaleza: una cortina de humo  de las empresas, que no detendrá la pérdida de  biodiversidad

El concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN) surgió de grandes organizaciones de conservación como un modo de promover la financiación de su propia visión de las áreas protegidas. Aunque utiliza la palabra naturaleza, la visión de las SBN promueve la idea de “capital natural ” es decir, un enfoque capitalista de pago por los servicios prestados por los ecosistemas. Esto suele ir de la mano con la mercantilización y financiarización de la  naturaleza.

Más recientemente, la fuerza motriz de las SBN procede de la necesidad de hacer que la naturaleza sea una solución climática. Esto está motivado por la escalada de los objetivos climáticos llamados “net-zero” (cero emisiones de carbono netas) donde el “neto” es el carbono emitido, menos el carbono retirado de la atmósfera. Es decir, se necesitan árboles, suelos y tierra que proporcionen compensaciones de carbono y remociones de carbono para permitir a las corporaciones la expansión de sus ingentes planes de emisiones y remoción. Esto conlleva varios peligros: acaparamiento de tierras, mayor mercantilización del carbono y de la naturaleza, cercados de tierras, imposibilidad de detener el caos climático y la destrucción de la naturaleza.  También permite a las corporaciones beneficiarse de los nuevos sistemas de mercado basados en la naturaleza.

Simplemente la superficie necesaria para que las SBN sean una solución para el clima constituye un peligro para la biodiversidad. El informe más influyente sobre ‘Natural climate solutions’[5] alegaba que las «soluciones basadas en la naturaleza»[6] podrían ayudar a mitigar hasta un 37% de las emisiones de gases de efecto invernadero para 2030. Una inspección más detallada de los cálculos de ese documento desvela que son técnicamente problemáticos, nada plausibles, y políticamente irrealistas.[7] Por ejemplo, sugiere que habría una superficie de  678 millones de hectáreas   potencialmente disponibles para reforestación. ¡Esto es el doble de la extensión de  India, o más de dos tercios de la de Estados Unidos! El estudio sugiere también que harían falta hasta 10 millones de hectáreas de nuevas plantaciones de árboles para hacer que las SBN fueran rentables y por consiguiente, merecedoras de que las empresas las promovieran.  

Aunque solo se lograra una pequeña parte de los compromisos de emisiones netas cero de las corporaciones por medio de “soluciones basadas en la naturaleza”, eso implicaría una expansión y profundización significativa del control corporativo de la tierra.  Esto se debe a que las emisiones de las corporaciones son tan ingentes que necesitan imperiosamente encontrar bosques y tierras para alegar que están compensando sus emisiones.

La definición del concepto de SBN  es ambigua, con muy poco análisis político detrás. Por consiguiente, cualquier cosa puede definirse como soluciones basadas en la naturaleza, desde plantaciones en monocultivo hasta agroecología. La empresa brasileña Suzano, el primer productor de pulpa de madera, es por ejemplo una de las que están beneficiándose de la imprecisión en la definición de las SBN, para promover que sus plantaciones genéticamente modificadas son soluciones basadas en la naturaleza que combaten el cambio climático.

Las organizaciones conservacionistas y las corporaciones también están renovando la desacreditada imagen de marca del régimen REDD+ que desdeña el papel de las comunidades locales y los pueblos indígenas  en el manejo de los bosques y ha provocado enormes divisiones y el desplazamiento de las comunidades forestales, llamándolo SBN.


[1] GRAIN, Financiar la agricultura industrial o financiar la agroecología? Una disyuntiva nada simple

[2] and [3] Ibidem

[4] FAO, Qué está pasando con la agrobiodiversidad en inglés.

[5]  Griscom et al, Soluciones climáticas naturales, PNAS, Octubre  2017. vol. 114. no. 44. 11645–11650, en inglés.

[6]  La organización Nature Conservancy los llama Soluciones climáticas naturales.

[7] REDD-Monitor. Compensar las emisiones de combustibles fósiles con la plantación de árboles y las “soluciones climáticas naturales”: ciencia, pensamiento mágico o simplemente publicidad? 2019, en inglés.

Boletín núm. 49 – Editorial

Soberanía alimentaria y agrobiodiversidad

Ilustración: Dibujo a color en papel amate del artista Abraham Mauricio Salazar. Tomado con ánimo de difusión del libro El ciclo mágico de los días de Abraham Mauricio Salazar y Antonio Saldívar. CONAFE, México, 1979.

En un momento en que los medios hacen correr la alarma acerca de la carestía de precios y la escasez provocada por la guerra en Europa, aunque no siempre haya una correlación exacta, volvemos a cuestionar las informaciones que sitúan a las grandes corporaciones como proveedoras de la mayor parte de nuestros alimentos. Anclado a esta imagen fabricada, el sistema agroalimentario industrial impulsa un renovado asalto a la agricultura con la digitalización de sus procesos. Promueve la “captura de carbono” a partir de las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”. Continúa su empuje por controlar y someter a normas a las cadenas de suministro para privilegiar sus intereses, e incluso busca suplantar los esfuerzos de campesinas y campesinos en muchas partes del mundo, abanderando una “agroecología” que ahora promueven las mismas empresas y fondos de inversión que durante siglos han despojado al campesinado de las posibilidades de ejercer una agricultura independiente.

Así pues, es crucial defender nuestra soberanía alimentaria: la posibilidad de poder reproducir nuestras semillas en nuestros términos y espacios, es decir, con plena libertad, y mantener nuestra independencia total para producir nuestros propios alimentos. Para esto sigue siendo crucial impugnar el acaparamiento de tierras e insistir en la autonomía y en la defensa de los territorios campesinos, indígenas e incluso de los espacios urbanos de autogestión popular en los barrios.

CIP para la Soberanía Alimentaria, Amigos de la Tierra Internacional y GRAIN