Voces desde el campo

Voces del campo 1 

La vida de los pastores en India durante el bloqueo del COVID19 

Anu Verma, South Asia Pastoralist Alliance & MARAG, India, WAMIP South Asia  

India tiene 34 millones de pastores que gestionan una cabaña ganadera de más de 50 millones de cabezas. La cría de ganado es la segunda ocupación más importante de la India después de la agricultura. Representa una  contribución importante de entre el 8,5% y el 9% al PIB del país. Su contribución es aún más vital ya que el pastoreo es el medio de subsistencia más importante para los pastores sin tierra, así como para los pequeños agricultores marginales y en particular los que viven en zonas montañosas y sujetas a la sequía, donde la producción agrícola no está garantizada. Contribuye significativamente al sustento y la riqueza de las comunidades en cuanto a leche, lana y carne sin necesidad de insumos procedentes del mercado.

En la actualidad, las instituciones pastoriles tradicionales se ven cada vez más amenazadas por los desplazamientos masivos debidos a la intensa competencia de la agricultura, el crecimiento demográfico, el despojo de rebaños y la sequía. Aunque el confinamiento debido al COVID19 ha afectado a todo tipo de gente, el impacto sobre esta población ha sido diferencial. Los pastores del país tienen que enfrentarse a un sistema de control policial muy hostil, incluso de los guardas forestales. En pleno brote, la regulación y el control de sus movimientos se han intensificado durante el momento más crucial, es decir, durante su desplazamiento hacia los pastos de verano. Mientras que algunos gobiernos estatales han permitido sus desplazamientos, como el transporte de productos básicos, los pastores que se fueron a sus granjas quedaron atrapados y sin posibilidad de regresar a sus  rebaños. “No podemos movernos libremente para pastorear con nuestros rebaños ya que la gente teme que seamos portadores del coronavirus.” dice Sumer SIngh Bhatti, propietario de cerca de 200 camellos que pastorean en zonas áridas y desérticas del Rajasthan. 

“A veces nos impiden ir a comprar víveres en las tiendas del pueblo”. Este miedo al coronavirus ha sido fatal para los pastores de camellos, ya que con el calor del verano los pastores perderán la oportunidad de conseguir hierba verde para forraje», dijo Mool Singh, un pastor de la aldea de Nakrasar, en el distrito de Bikaner, en Rajastán. En marzo de cada año, él  emigra al Punjab para pastorear  la paja del trigo.

Voces del campo 2

El futuro de la trashumancia pacífica en África Occidental

Hindou Oumarou Ibrahim, coordinadora de Peul Indigenous Women y People’s Association of Chad, y miembro del comité ejecutivo de Indigenous Peoples of Africa (IPACC), WAMIP África Central

A los gobiernos no les convienen los pueblos nómadas debido a la gran dificultad de controlarlos. Muchos Estados han decidido valorar más la agricultura en detrimento del pastoreo nómada. Sin embargo, en el Sahel la ganadería representa más de un 40% del PIB de todos los países sahelianos y en el Tchad más de un 20%.

En primer lugar, los pueblos como los peuls, los árabes o los tuaregs no han sido considerados pueblos de pleno derecho tras la colonización, puesto que su estilo de vida distaba del imaginario de desarrollo que el Estado había pensado en establecer. Por este motivo, la mayoría de los pueblos nómadas todavía no tienen acceso a la educación, a la sanidad ni al agua potable…

No obstante, la incertidumbre en torno a los recursos forrajeros de los ecosistemas del Sahel impone a los pastores la utilización de técnicas de ganadería especiales para salvaguardar su capital de producción, es decir, el ganado y los ecosistemas. De hecho, el pastoralismo se basa en la gran aptitud de los ganaderos a la hora de dar valor a los recursos forrajeros espontáneos que se encuentran dispersos en medios heterogéneos.

Los Estados deben modificar la manera de ver a los pueblos nómadas y apreciar su valor medioambiental. La mayoría de las especies de ganado ofrecen múltiples servicios como por ejemplo el suministro de alimentos ricos en proteínas, de abono y de energía. Sin la ganadería sería imposible mitigar la inseguridad alimentaria. En todos nuestros hogares se consume carne y la leche es u complemento alimentario. El pastor intercambia el ganado por el mijo de los agricultores. Finalmente, todos estos elementos hacen girar la economía circular en las comunidades.

Los pastores no representan un problema, sino una solución. Son el pasado, el presente y el futuro.

Voces desde el campo 3

Hacia una red de pastores en Norteamérica , una visión desde la Sierra Tarahumara 

Proyecto “ De la Oveja a la Cobija” y Red del Desierto, Campo Adentro, F. Marso

La vida en las comunidades  Raramuri (Tarahumara), Sierra Madre Occidental, Chihuahua, México, está basada en la agricultura y ganadería de autoconsumo. El pueblo Rarámuri, unas 50.000 personas, sobrevivió al colonialismo en parte por situarse en zonas remotas de la Sierra.   La actividad  está estrechamente ligada a ceremonias y festividades y se desarrolla bajo un esquema organizativo del trabajo basado en ciclos naturales llamados Mawechi. Debido a la orografía irregular, con grandes barrancas y suelos muy pobres, predomina en la zona la ganadería de caprino y ovino. Los procesos de descomposición social que los proyectos extractivistas y de explotación turística, así como la inseguridad generalizada debida a la presencia de mafias de narcotráfico, han hecho que esta actividad disminuya en la zona.

Recientemente ha habido una renovada atención y entusiasmo de jóvenes rarámuri, mayoritariamente mujeres, por continuar con el cuidado de cabras y ovejas, a partir de un manejo extensivo que hace uso de los pastos escasos y dispersos, allí donde el vacuno no puede sostenerse, y en rotación con la milpa aprovechando sus rastrojos y el estiércol como abono. A cambio obtienen carne, leche, cuero y lana, además de ser los animales adultos una especie de “hucha” capitalizable para emergencias.

Se ha conformado en esta zona una asociación de pastoras y tejedoras, que agrupa a 30 mujeres rarámuri, lideradas por la pastora Agripina Viniegra, organizadas para el cuidado de ovejas vinculado a su explotación productiva, fundamentalmente para la creación de textiles de lana. Igualmente la joven Asociación de Criadoras de Ovino Raramuri está aproximándose a pastores de comunidades de los estados de Nuevo León, Coahuila y San Luis Potosí, proponiendo la idea de Red del Desierto. Igualmente se está llevando a cabo una toma de contacto con el pueblo Navajo del Suroeste de EEUU, para reactivar la Región de Norteamérica de WAMIP.

Voces del campo 4

El cambio climático y la industria minera amenazan de extinción a los pastores nómadas de Mongolia

Maamankhuu Sodnom, Asociación de Pastores de Mongolia 

Mongolia tiene una superficie de 1.564.116 km2 y una población de 3,4 millones de personas, de las cuales el 30% practica el pastoralismo. Los pastores mongoles crían sobre todo ovejas, camellos, cabras, ganado vacuno (incluidos los yaks) y caballos.  El 70% de la superficie de Mogolia se destina al pastoreo, la mayor parte de este territorio son estepas y desiertos áridos y semiáridos. En la actualidad, muchos de estos nómadas se están trasladando a las ciudades como resultado de una combinación de factores, entre ellos el cambio climático.

El clima de Mongolia puede ser extremadamente duro incluso en condiciones normales. Hay cuatro estaciones; el invierno es extremadamente frío y la temperatura suele bajar a -45oC y el verano puede llegar a los 45oC. Aquí la primavera es siempre ventosa y las tormentas de polvo son la norma. En los últimos treinta años, el desierto de Gobi, en el sur de Mongolia no ha registrado muchas precipitaciones en verano, lo que ha agravado considerablemente la aridez y ha afectado negativamente a la actividad ganadera.

Los niveles de nieve en invierno y las tormentas de arena en primavera, nunca antes vistos, contribuyeron a agravar la situación preexistente, lo que provocó la aceleración de la desertificación en toda la región. Los mongoles están orgullosos de su cultura pastoril y de su capacidad para subsistir con su ganado incluso en condiciones ambientales extremadamente difíciles, sin embargo, hoy en día los pastores nómadas están amenazados de extinción.

El segundo factor importante que amenaza la supervivencia de su estilo de vida es la industria minera, que ha crecido considerablemente en los últimos 20 años. Sólo en mi provincia hay catorce empresas mineras autorizadas, y Tavan Tolgoi y Oyu Tolgoi son las más grandes. Oyu Tolgoi es una empresa minera de cobre y oro, que ha estado utilizando enormes cantidades de agua de las ya agotadas fuentes subterráneas. En el desierto de Gobi no hay ríos ni lagos, lo que obliga a los pastores a cavar pozos para extraer agua subterránea. Muchos de estos pozos ya se han secado por completo, principalmente porque Oyu Tolgoi utiliza 950l. de agua por segundo. La región era semiárida, pero se está convirtiendo en un desierto a un ritmo alarmante. La empresa minera Tavan Tolgoi explota y exporta carbón a China por pistas de tierra sin asfaltar, destruyendo de modo indiscriminado las tierras de los pastores. Los pastores mongoles han comenzado a protestar, pero carecen de recursos, organización y poder para efectuar cambios significativos, ya que la mayor parte de la economía mongola depende de la exportación de cobre y carbón a China. En la actualidad, estamos librando una ardua batalla para salvar nuestros pastos.

Cuadros

Cuadro 1

Pastores por el clima: ¿ la ganadería siempre es nociva para el planeta

El informe anual publicado por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático-IPCC, destaca la importancia de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. La ganadería, perforaciones petrolíferas y de gas, el fracking, los vertederos, etc. son fuentes principales de emisiones de metano según el IPCC. Pero en el debate público/mediático/político, debemos diferenciar las distintas fuentes para alcanzar un debate más informado y justo sobre la necesaria acción climática. Por ello WAMIP ha llevado a cabo un estudio científico junto con el equipo internacional de investigadores de PASTRES y ha publicado el informe “¿Es la ganadería siempre nociva para el planeta?”[1]

No todos los gases de efecto invernadero son iguales. Mientras que el metano tiene un efecto sobre el calentamiento de corta duración, el CO2 permanece para siempre. Además, las emisiones de los sistemas ganaderos son muy variadas y debemos diferenciar entre sistemas intensivos y extensivos. Los sistemas pastoriles móviles y de ganadería extensiva pueden estar en equilibrio de emisiones de CO2, y sus emisiones de metano no son adicionales pues tienen niveles similares a los de los sistemas de vida silvestre que sustituyen. Sin embargo, la ganadería intensiva es contaminante de CO2 y de metano y por ello desde el movimiento pastoralista estamos a favor de su desmantelamiento y penalización.

Es esencial reducir los gases de efecto invernadero, pero no todas las fuentes son iguales, no es igual el pastoreo, la ganadería industrial o el fracking. Los sistemas de ganadería extensiva dan soporte a un gran número de personas, proporcionando productos animales de alta calidad, y pueden ser beneficiosos para el clima (mejorando la fertilidad de los suelos o previniendo incendios) .

Por tanto, apoyamos la reducción de emisiones al tiempo que atendemos las cuestiones de Justicia Climática y reconocemos al pastoreo y la ganadería extensiva no como parte del problema del cambio climático, sino como parte de la solución[2].

Cuadro 2

Reinventando un modo de vida ancestral: Escuelas de pastores

Frente a la amenaza de desaparición del pastoreo en las zonas de montaña de España, la entidad sin ánimo de lucro Campo Adentro-INLAND inicia en 2004 un sistema de formación teórica y práctica dirigida tanto a personas jóvenes interesadas en el pastoreo como a pastores en activo, posibilitando la integración de nuevos pastores/as y garantizando el relevo generacional. Se ha formado a cientos de personas con unos 70 solicitantes cada año .

Por un lado la escuela forma a personas para que inicien su propio proyecto ganadero con orientación agroecológica, y que desarrollen su actividad con nuevos enfoques de viabilidad económica y de valor añadido al producto.

Igualmente las personas que hayan seguido esta formación se dotan de los conocimientos necesarios para trabajar de forma asalariada en aquellas explotaciones ganaderas que demanden trabajadores, o para la ejecución de servicios ambientales tales como mantenimiento de cortafuegos.

Por otro lado se han ofrecido cursos a pastores en activo, de perfeccionamiento en la elaboración quesera u otras cosas que se demanden así como viajes formativos y de intercambio.

Al módulo teórico le sigue una parte práctica de trabajo con el rebaño-escuela de Campo Adentro INLAND, con una sede en las montañas de Madrid y una en el norte de la península.  Recientemente se han llevado a cabo Escuela de Pastores Junior, para niños/as. Y también un sistema de becas de formación gratuita para migrantes sin papeles interesados en este modo de vida.

 Una vez los alumnos finalizan la teoría y la práctica, han de entregar un proyecto de explotación, que ha sido tutorizado a lo largo del curso.

En este momento, la Escuela pasa a aportar al alumno graduado un acompañamiento y orientación en los trámites y en el posible acceso a la tierra. Es importante tomar un papel activo en la incorporación del estudiante,  promoviendo esquemas de Custodia del Territorio entre los diferentes productores con los que ha ido tomando contacto, fórmulas de transmisión de propiedad bajo arrendamientos etc. en los casos de jubilación anticipada, cesión, formulas de economía social, cooperativismo etc.

Cuadro 3

Género y pastoreo

En 2010, la alianza WAMIP convocó un Encuentro Mundial de Mujeres Pastoras en  Mera (Gujarat), India que reunió a más de 100 mujeres de comunidades pastoriles repartidas por 32 países diferentes para hablar de los miles de problemas que afrontan las pastoras nómadas y semi-nómadas de todo el mundo, y de cómo luchar unidas para solventarlos. 

Las participantes en el Encuentro identificaron cuestiones clave, como los mercados, las normas y los derechos, el medio ambiente; el movimiento social, la educación y la salud, así como una serie de prioridades de actuación, como la representación, la comunicación y la creación de redes, la educación y el desarrollo de capacidades, y la promoción. También seleccionaron representantes para redactar la Declaración de Mera con el fin de informar y apoyar el desarrollo de las políticas de pastoreo, pero también para demostrar el compromiso con la sostenibilidad medioambiental y la protección de la biodiversidad y los recursos comunes para las generaciones futuras.

Desde entonces se ha avanzado en relacionar las luchas de las mujeres pastoras en el seno del marco de las reivindicaciones del movimiento feminista. Las mujeres ganaderas y pastoras en extensivo reivindicamos nuestro valor  dentro del sector y de la sociedad, luchando por ejercer nuestra forma de vida sin desigualdades y constituyen una red de apoyo mutuo como espacio de resistencia y sensibilización. La crisis sanitaria y social producida por la pandemia trajo interminables reflexiones sobre cuidados y trabajos esenciales. Ahora se hace más necesario si cabe reconocer la actividad de las pastoras y ganaderas que desde sus territorios mantienen la vida y ponen en valor el gran potencial y la enorme capacidad de las redes de mujeres para afrontar adversidades. Necesitamos mostrar la labor de estas mujeres de cuidado y reproducción de las bases de la vida, desde el campo y para la sociedad.

Las mujeres ganaderas y pastoras en extensivo defienden, la sororidad exigiendo la abolición de todas las desigualdades sufridas por aquellas que se sienten mujeres en un contexto patriarcal y capitalista. Defienden el derecho a no ser violentadas, agredidas, violadas, asesinadas; a la igualdad salarial, en la toma de decisiones, en el acceso a la tierra, en la distribución de los cuidados; a decidir sobre su forma de vida, sexualidad y reproducción, sea cual sea su edad, origen o ciudadanía; y a ejercer y ser consideradas válidas como agricultoras y ganaderas, y no meras “acompañantes” o “ayudantes” de los hombres con los que trabajan.

Exigimos un medio rural habitable, con servicios básicos garantizados para todxs: salud, educación, transporte público, cultura, atención a personas con dependencia, acceso a la tierra, vivienda digna y servicios de prevención de la violencia de género accesibles.

Como mujeres pastoras reclamamos un ecologismo que nos considere como elementos activos en el territorio, aliadas de la biodiversidad y garantes de los entornos naturales. La ganadería extensiva es esencial para el mantenimiento de los ecosistemas, mantenimiento forestal, prevención de incendios y mejora de pastos, así como para la lucha por la soberanía alimentaria. Todo ello desde una forma feminista de trabajar, poniendo el bienestar de nuestros rebaños y el territorio que habitamos por delante de los resultados económicos, centrando la forma de tratarlos desde el cuidado y el respeto a sus necesidades, una relación de cuidados que se extiende hasta las personas que alimentamos con la carne, la leche o los productos lácteos que producimos.

En un marco capitalista y ultraliberal nos hacen creer que ya no es necesario reclamar derechos, que el mundo rural es un bien de consumo, y que el trabajo en el medio rural y cómo se afronta desde la ganadería y el pastoreo en extensivo no es productivo y no tiene futuro. Las mujeres rurales son el presente, y serán el futuro. Serán cada vez más y más fuertes. Las mujeres estamos y estaremos en primera línea.

Cuadro 4

WAMIP sobre el Año Internacional de los pastos y el pastoreo – (IYRP por sus siglas en inglés)

Hace unos años, algunas entidades que trabajan en la ecología de los pastizales (como la Universidad de Arizona, el ILRI, etc.) lanzaron la idea de hacer una campaña para declarar el Año 2026 como Año de las Naciones Unidas de los Pastos. Más organizaciones se adhirieron y se propuso que el año incluyera también el reconocimiento de los pastores como custodios de los pastos.  Este año, 38 países y 300 organizaciones apoyan el IYRP. El Gobierno de Mongolia presentó la candidatura de declaración del IYRP en una sesión abierta de la reunión del Comité de Agricultura  de la FAO, en octubre de 2018 en Roma y la propuesta fue aprobada sin reservas. Desde entonces, la propuesta también ha sido aprobada por el Consejo y la Conferencia de la FAO.  La votación final se llevará a cabo en la Asamblea General de la ONU en otoño de 2021.

Como organizaciones de base que componen la alianza global de WAMIP, expresamos nuestro apoyo a la iniciativa que reclama un Año Internacional de los Pastos y el Pastoreo como se indica en la carta dirigida al Gobierno de Mongolia.

Desde su lanzamiento en el seno de varias redes, compuestas principalmente por investigadores en praderas y pastizales y entidades medioambientales, hemos acogido con satisfacción la incorporación del elemento crucial de los pueblos pastores como los más afectados por las políticas que rigen los pastos y cuidadores efectivos de los mismos desde hace milenios.

Hemos sido testigos de cómo este llamamiento ha recabado un enorme apoyo por parte de un amplio abanico de organizaciones, como podemos ver en el creciente número de miembros que se han unido a las RISG a nivel mundial y en las regiones definidas.  Para una buena consecución de este esfuerzo sería importante asegurarse de que en todos los materiales y declaraciones se incluya una definición abierta de lo que se considera pastos: no sólo praderas, sino también bosques y tierras de cultivo después de la cosecha.  Tan importante como la definición de los pastos es la conectividad entre ellos: las vías pecuarias y la trashumancia del ganado y los derechos de movilidad efectivos son cruciales para garantizar el uso sostenible de los pastos.

En cuanto a la gobernanza del proceso del IYRP, nos gustaría abrir un proceso y un grupo de trabajo específico para examinar cómo se están constituyendo y funcionan las RISG en cada región, teniendo en cuenta las redes de pastores existentes y su reconocimiento y centralidad en el proceso. Es importante asegurar que los pastores se sitúen en la presidencia y copresidencia de cada RISG regional, pendiente de determinar de acuerdo con WAMIP.

Por ejemplo, que cualquier decisión o medida relacionada con el IYRP se lleve a cabo con un proceso de consultas y acuerdo previo de los representantes de los pastores.

Cuando se apruebe el IYRP, será necesario poner en marcha acciones sobre el mismo desde ahora hasta 2026, acciones que deberían acordarse y estar basadas en las preocupaciones y prioridades de los movimientos pastoriles, puesto que en este momento es crucial el empoderamiento de las capacidades de gestión de la coordinación pastoril a escala regional.


[1]  El informe está disponible en : https://wamipglobal.com/2021/09/26/pastoralist-movements-takes-part-in-the-report-are-livestock-bad-for-the-planet/

[2] WAMIP trasladó una delegación internacional de nómadas a Glasgow para participar en las negociaciones oficiales COP26 así como en las movilizaciones, incluyendo una acción con ovejas, y lanzó un comunicado.

Destacados

Destacados 1

La digitalización, la agroindustria y el movimiento pastoralista

Uno de los principales efectos de la globalización es la pérdida de control local, regional y nacional sobre la toma de decisiones económicas y políticas, un poder que se ha trasladado a manos de actores globalizados. Al mismo tiempo vemos cómo el capital financiero global está cada vez más escondido y clandestino. Dentro de esta misma dinámica de globalización, los factores que afectan a los sistemas alimentarios, tales como la gestión del territorio, la regulación de precios o las normativas fitosanitarias, están siendo determinados cada vez más por actores internacionales. Este proceso de dislocación del poder soberano tiene muchos efectos sobre la ganadería extensiva y el pastoreo.

Los proyectos extractivistas, la privatización de la tierra o la demarcación de áreas naturales excluyendo a comunidades locales, son algunos de los principales problemas para los pequeños productores de alimentos ya que los despojan de sus territorios.

Paralelamente, existe un impulso por parte del mercado de generar economías de escala:  macrogranjas con miles de cabezas de animales, y una gran concentración en la cadena alimentaria en ganadería porcina y avícola. Este modelo de ganadería explota a personas, animales y entorno, transformando la labor de cuidado de la ganadería a pequeña escala, bajo la lógica industrial. La robotización avanza a pasos agigantados: máquinas de ordeño, de alimentación, de limpieza de establos…, todo ello para aumentar el volumen de producción, mientras los precios de productos como la leche o los corderos son cada vez menores e insumos como el pienso, suben. Esta imposición del capitalismo de “crece o muere” acaba con el sector lácteo y la ganadería familiar, y sólo unos pocos pueden sobrevivir.

Organizaciones como el Foro Económico Mundial (FEM) o el Consejo Mundial de Negocios para el Desarrollo Sostenible, que representan intereses corporativos, tienen cada vez más fuerza en la ONU. Esto quiere decir que nos enfrentamos a un escenario donde la gobernanza pública mundial está siendo privatizada. Prueba de ello es como el FEM ha influido en la ONU en tanto que sponsor oficial del Foro de Sistemas Alimentarios de la ONU o UNFFS lo cual ha suscitado el rechazo y boicot por parte de los movimientos de productores del alimento.

Adicionalmente, este poder excesivo que el capital financiero ejerce sobre la economía real se está profundizando con la digitalización. En el ámbito de la alimentación, la digitalización repercute en la gestión del territorio y el manejo de recursos naturales. Las aplicaciones geo-satelitales cada vez tienen un rol más importante en la toma de decisiones. Los nuevos Eco-Esquemas de la PAC obligarán a que cada rebaño tenga GPS en un 30% de los animales. Anteriormente la UE también quiso imponer chips identificativos para cada animal. Estos procesos tienen toda una serie de consecuencias negativas para las organizaciones vinculadas a la soberanía, ya que las excluyen de la toma de decisiones. Cuestiones de manejo territorial pasan a ser digitalizadas mientras, en las zonas rurales, la conectividad es muy precaria. Las implicaciones que tiene este cambio de la matriz tecnológica se unen además a la brecha digital y problemas de financiación.

La gobernanza misma de la digitalización es privada, no existe un organismo dedicado a regular este nuevo campo de disputa. El movimiento de soberanía alimentaria está creando alianzas con movimientos que trabajan sobre el tema tecnológico, ya que en el presente y futuro próximo, este es uno de los terrenos donde tenemos que hacer valer nuestros derechos y nuestra soberanía. Sin duda faltan todavía muchos mecanismos y estructuras de democratización. Luchamos por una estructura tecnológica pública internacional.

No basta con ejercer la soberanía a nivel local o nacional, sino que hay que organizarse para actuar también globalmente, con una estrategia política que busca la participación en Instituciones públicas internacionales para democratizar estos espacios y poder influir en ellas. Este proceso permitiría hacer frente a los desafíos de la globalización y la acumulación desaforada de riqueza.

Destacados 2

Ambientalismo y pastoreo, una aparente contraposición

En septiembre de este año se celebró en Marsella el congreso de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), una poderosa organización que reúne a las principales ONGs de conservación del medio ambiente.  Ese mismo mes, indígenas y productores de diferentes lugares del mundo se reunían bajo el lema “Nuestra tierra, nuestra naturaleza, por la descolonización de la conservación de la naturaleza”, representando una reinterpretación alternativa de cómo y por quién se lleva a cabo la custodia del entorno. La UICN no ha estado libre de cuestionamiento. Al igual que organizaciones centrales a la misma, como WWF o Sierra Club, que han sido acusadas de prácticas abusivas sobre pueblos indígenas, y de racismo.

 Hace unos años WAMIP denunciaba como en  un informe de la propia UICN sobre medidas para “ proteger la naturaleza “en la región de Ngorongoro ( Tanzania) , se aconsejaba “ retirar las comunidades pastoriles del lugar”. En pocos días el ejercito desalojaba de forma violenta a miles de personas del entorno que pastorearon durante milenios,  para dejar paso a nuevos hoteles y safaris turísticos.

El modelo de conservación con más poder económico y predominante en el imaginario colectivo es la conservación fortaleza. Este modelo se basa en la creencia errónea y racista de que la mejor manera de proteger la biodiversidad es a través de la creación de áreas protegidas donde se suprima la influencia humana. Su filosofía es que las poblaciones indígenas empeoran la pérdida de biodiversidad y la degradación ambiental, a pesar de la falta de evidencia científica e histórica y las amplias pruebas en contra.

Este modelo es defendido por algunas ONG internacionales y transnacionales como WWF, WCS o African Parks, se está extendiendo a nivel mundial, y apuntala el argumentario para la creación de parques naturales sin tener en cuenta el conocimiento y experiencia de pastoras/es y ciudadanía rural.

Los orígenes del modelo de conservación fortaleza son coloniales y racistas. Desde 1970 se han creado más de 1900 parques o áreas protegidas, la mayoría de los cuales se encuentran en el Sur Global. Actualmente, se está impulsando desde cumbres como el Congreso de la UICN el llamado 30×30, un plan para convertir el 30% del planeta en Áreas Protegidas.

Desde un posicionamiento crítico dentro del ambientalismo se denuncia y lucha activamente contra estas falsas medidas que lejos de presentar soluciones ante la situación actual de urgencia climática y social, reproducen los intereses del sistema económico imperante, basado en la explotación de recursos finitos de un planeta ya hace tiempo colapsado que, como demuestran la evidencia científica y experiencia humana, no solo es insostenible sino que es culpable directo del caos climático y la injusticia social derivada.

Las únicas soluciones sostenibles, justas y reales no responden a intereses capitalistas, coloniales y racistas. Las soluciones reales ante el caos climático dependen de la humanidad, de nuestra característica diversidad y particularmente de los pueblos indígenas y otras comunidades locales y su derecho a la tierra; dado que son diversos pueblos indígenas quienes protegen en sus territorios el 80% de las zonas más biodiversas del planeta.

Necesitamos un modelo de conservación de la naturaleza que coloque los cuidados, la diversidad y los derechos humanos en el centro, y confronte las verdaderas causas del caos climático: el sobreconsumo y la explotación de recursos liderados por el norte global y su industria mayoritariamente.

Boletín núm. 46 – Editorial

Presentando el mensaje de las comunidades de pastores, una voz del campo

Ilustración de Fernando Garcia Dory, European Shepard Network / WAMIP

Más de la mitad de la superficie de la Tierra son praderas y pastizales. Durante miles de años las comunidades pastoriles han domesticado animales y gestionado el ecosistema de forma sostenible, produciendo diversas culturas y sistemas alimentarios, adaptados y resilientes. Siempre ha habido una coexistencia del pastoralismo y la biodiversidad asociada.

El pastoralismo se basa en un uso extensivo del territorio, a veces de praderas, pero también bosques y tierras de cultivo después de las cosechas, tierras marginales y otros espacios que muchas veces son inadecuados para la agricultura. 

Entre 200 y 500 millones de personas practican el pastoralismo a nivel mundial, en entornos muy variables, en todos los países del mundo, desde las tierras áridas del África subsahariana hasta el Círculo Polar Ártico. 

Nuestro modo de vida ha existido desde tiempos inmemoriales, evolucionando junto con el paisaje. Pero hoy en día, el pastoralismo está más amenazado que nunca por la industrialización forzada de la ganadería. Tenemos que detener la pérdida de tierras de pastoreo, el “acaparamiento de tierras” y las restricciones a la movilidad que impiden mantener un sistema de pastoreo viable. Actualmente estamos definiendo una posible campaña sobre los Derechos de los Pastores. 

Nuestra identidad y nuestra cultura están siendo erosionadas por políticas que no integran, ni entienden, ni siquiera reconocen suficientemente la existencia del pastoralismo. El escaso rendimiento económico y la falta de reconocimiento hacen que en algunas zonas los pastores jóvenes se vean forzados a dejar nuestro modo de vida o cambiar a formas de agricultura más intensivas.  Estamos promoviendo una sección “Jóvenes” del WAMIP (Alianza Mundial de Pueblos Indígenas en movimiento, por sus siglas en inglés), ya que a menudo los jóvenes tienen dificultades para acceder a la tierra.

La adopción de las decisiones políticas se produce tras consultar poco o nada a las comunidades locales. Somos los usuarios tradicionales de la tierra pero se nos excluye sistemáticamente de las decisiones sobre la gestión de las tierras, incluso sobre la reintroducción o la gestión de predadores salvajes o la definición de zonas de conservación de la naturaleza. Las exigencias burocráticas, sesgadas hacia la producción ganadera intensiva, imponen a los pastores un papeleo enorme y poco realista. 

Pero estamos organizándonos en federaciones en Europa y en todo el mundo, desarrollando redes regionales y obteniendo reconocimiento internacional de instituciones importantes.  Nos esforzamos por defender los intereses de los productores locales e incrementar nuestra representación política. Estamos creando centros de investigación en colaboración con instituciones científicas, formando a los jóvenes y reforzando nuestras competencias.  

WAMIP es una alianza de comunidades de pastores y de pueblos indígenas móviles en todo el mundo, y nuestro espacio común para preservar nuestras formas de vida, obtener nuestros medios de subsistencia y nuestra identidad cultural, para gestionar de forma sostenible los recursos de propiedad común y obtener el pleno respeto de nuestros derechos. Como movimiento de base independiente, trabajamos junto con otras organizaciones de la sociedad civil para influir en los responsables políticos a nivel nacional, regional e internacional, y en organismos supranacionales como la ONU y organizaciones subsidiarias como la FAO, el CDB, etc.

Luchamos contra esas tendencias y mantenemos nuestro modo de vida innovando y mejorando continuamente. Usamos razas locales para adaptarnos a un medio ambiente cambiante. Tratamos de aumentar la toma de conciencia de los consumidores y de venderles directamente. Utilizamos los nuevos medios para promover las tradiciones culturales locales y organizamos eventos festivos. Algunos de nosotros han negociado contratos para prevenir incendios, mantener los paisajes patrimoniales, y prestar otros servicios medioambientales. Somos embajadores del patrimonio cultural local, de la producción sostenible y la soberanía alimentaria.

European Shepherds Network

Voces desde el campo

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La reforma agraria, una respuesta a la pandemia actual

Jaime Amorim – Miembro de la Coordinación Nacional del Movimiento Sin Tierra de Brasil y de la Comisión Coordinadora Internacional de La Vía Campesina

Hoy las banderas de las luchas históricas como la de la Reforma Agraria se vuelven actuales, urgentes y necesarias. Una Reforma Agraria amplia, popular y profunda que resuelve definitivamente el problema de la concentración de la tierra, dejando a la historia la maldad del latifundio y toda su estructura de poder como remanente feudalista que permanece al servicio del agronegocio. Que resuelve el modelo de desarrollo en el campo basado en el monocultivo de agroexportación.

La pandemia ha demostrado la fragilidad del modelo capitalista de desarrollo, especialmente el modelo actual, conservador neoliberal, que destruye las economías locales, la soberanía nacional, ataca la democracia y los estados de derecho democráticos, promueve guerras contra las naciones, desguaza los servicios públicos, avanza rápidamente sobre los recursos naturales y minerales, la legislación laboral precaria, todo en nombre del desarrollo del capital, todo se convierte en una mercancía en nombre de la globalización de la economía. Como resultado, en tiempos de pandemia, el desempleo, el hambre, la miseria y la violencia aumentan. Según João Pedro Stédile, líder del Movimiento de los Sin Tierra (MST) de Brasil, en una entrevista al periódico Brasil de Fato «La pandemia del coronavirus es la expresión más trágica de la etapa actual del capitalismo y de la crisis de civilización que estamos viviendo.

La amplia y radical Reforma Agraria puede convertirse en una respuesta actual y moderna a las actuales crisis mundiales: crisis política, crisis ambiental, crisis ideológica, crisis social y crisis económica, que es estructural y ya no es capaz de resolver los problemas creados por la propia forma de explotación y acumulación capitalista, pero tampoco es capaz de responder a los desafíos de la sociedad para salvar la supervivencia de los seres humanos, la existencia humana puede estar amenazada y la vida del propio planeta. Reforma agraria con agroecología para la soberanía alimentaria y para salir de la dependencia del mercado y de los grandes distribuidores de alimentos.

Voces desde el campo 2

La apropiación de tierras, la justicia agraria y las comunidades pastoriles

Lorenzo Cotula y Ced Hesse, IIED (Instituto Internacional del Medio Ambiente y el Desarrollo, UK)

En los últimos 15 años, el cambio en los precios de los productos básicos y las políticas públicas sesgadas han fomentado un aumento de las inversiones comerciales por parte de los sectores que utilizan recursos naturales, incluyendo la agricultura, la minería y el petróleo. Los gobiernos de diferentes vertientes políticas vieron esta onda de inversiones como una oportunidad económica para promover el desarrollo económico, crear empleo y generar ingresos públicos. Sin embargo, estos negocios también han incitado la preocupación pública con respecto a la trayectoria de desarrollo y a los tipos de inversión que se pretenden, y también a cómo los gastos y beneficios están siendo distribuidos en la práctica.

Muchos trabajos de investigación han documentado que los conflictos de tierras y la desposesión van de la mano de los proyectos de plantación de la agroindustria y las operaciones de las industrias extractivas. Recientemente, los acuerdos de estos negocios se han desacelerado, parcialmente como respuesta a un cambio en los precios de los productos básicos. Pero a nivel local las presiones aún son latentes, particularmente en puntos estratégicos donde se concentran los minerales, el petróleo, los suelos fértiles, el agua dulce y la infraestructura. Muchos de los proyectos abandonados dejaron tras de sí un legado de disputas, y muchos gobiernos siguen considerando hoy en día los sectores de los recursos naturales como la base para el desarrollo nacional.

Las tierras pastoriles que incorrectamente son percibidas como «vacías» o «inactivas», han sido un objetivo importante para los gobiernos y las empresas. En la región Karamoja en Uganda, por ejemplo, las operaciones mineras han venido afectando a las tierras pastoriles (Leer en inglés). A pesar de que los proyectos prometidos de escolarización, hospitales, empleos y agua nunca se materializaron, las comunidades pastoriles están perdiendo acceso a pastizales y a depósitos mineros, y padeciendo la contaminación del agua. La minería también limita la movilidad de los rebaños y emplea los recursos esenciales durante la temporada seca. Estos eventos no sólo socavan la funcionalidad del pastoreo, sino también su capacidad de mantener los medios de vida locales.

En tales contextos, las leyes sesgadas muchas veces acaban por comprometer los derechos de las comunidades pastoriles y facilitar su desposesión. A pesar de que hay evidencias que muestran que las prácticas de uso de las tierras pastoriles son resilientes y sofisticadas, los derechos a los recursos que disfrutan estas comunidades gozan de una protección legal variable pero a menudo limitada en la práctica, incluso en países donde la legislación o la Constitución formalmente afirma los derechos locales. Por ejemplo, gran parte de las leyes del Suelo condicionan su protección reala la prueba de su «uso productivo», llevando a que los derechos de los pueblos pastoriles a sus recursos sean socavados debido a las nociones distorsionadas que se tienen sobre la productividad. La falta de prueba legal de propiedad de la tierra de los pastores suele agravar el riesgo de desposesión.

Necesitamos políticas que apoyen y no comprometan los sistemas pastoriles, promoviendo la justicia agraria y afrontando la apropiación de tierras. Aunque los rasgos específicos dependerán inevitablemente del contexto, este suele requerir el reconocimiento del pastoreo como una forma de uso de recursos económica y ecológicamente viable; la protección de los derechos colectivos de los pueblos pastoriles a la tierra, el agua y el pastoreo; y facilitar la movilidad de los rebaños cuando esta proporcione la base del sustento a estas comunidades.

Voces desde el campo 3

Mujeres rurales, feminismo de base y derechos agrarios

María Luisa Mendonça, Red Social de Justicia y Derechos Humanos, Brasil

La defensa de los derechos básicos a la tierra y a la alimentación es una lucha constante desde la perspectiva de los movimientos de base de mujeres. En todo el mundo, la expansión de la producción agrícola para la exportación, controlada por grandes terratenientes y empresas, desplaza de modo continuado a las comunidades rurales, que se ven obligadas a dejar sus tierras y medios de subsistencia y convertirse en vulnerables a la explotación laboral en grandes plantaciones o en centros urbanos, afrontando una situación de pobreza y hambre. El monopolio sobre la tierra y la especulación del mercado aumenta el precio de los alimentos y afecta desproporcionadamente a las mujeres de bajos ingresos. El caso de Brasil ilustra esta situación, ya que es uno de los países con más alto nivel de concentración de tierras en el mundo. Actualmente existe una creciente re-concentración debido a la especulación financiera internacional en los mercados de tierras rurales. Esto incrementa el monopolio sobre la tierra y expande el monocultivo de materias primas para la exportación, causando la destrucción del medio ambiente y el desplazamiento de las comunidades rurales que producen la mayoría de alimentos para los mercados internos.

En este contexto, la resistencia de las mujeres rurales es vital para lidiar con las crisis económicas, ambientales y alimentarias, que ocurren simultáneamente. Las mujeres afrontan desafíos específicos en tiempos de crisis, ya que usualmente son ellas quienes asumen la mayor responsabilidad de las tareas sociales en sus hogares, como la provisión de alimentos y cuidados de salud. Por tanto, las políticas neoliberales que hacen recortes al apoyo gubernamental para los programas sociales y que a la vez incrementan los precios de los alimentos, significan una carga adicional para las mujeres trabajadoras. Adicionalmente, el desplazamiento de las comunidades rurales obliga a las mujeres a tomar los peores empleos en las plantaciones y en zonas urbanas.

Los movimientos rurales de mujeres que defienden la reforma agraria y el uso común de los recursos naturales, incluyendo los derechos colectivos de tierra, jugarán un papel importante. Estos movimientos de base comunitaria están promoviendo un nuevo sistema agrario basado en las cooperativas locales y la producción ecológica de los alimentos. A pesar de que existen mecanismos internacionales de derechos humanos, estos también requieren solidaridad.

Especialmente en Europa y en los Estados Unidos existe una creciente conciencia en la opinión pública sobre la necesidad de apoyar la agricultura de pequeña escala, local y ecológica. Para que este movimiento se expanda internacionalmente, es necesario incrementar la solidaridad entre las organizaciones de mujeres en el Norte y el Sur globales, como también en las áreas urbanas y rurales, en apoyo de la producción asequible de alimentos saludables que beneficien a las mujeres de bajos ingresos en las zonas rurales y urbanas. Necesitamos alianzas fuertes para transformar nuestro sistema alimentario.

Abreviado del artículo «Mujeres Rurales y Feminismo de Base» (en inglés).

Voces desde el campo 4

Los y las trabajadoras agrícolas y la tierra

Rosalinda Guillén, Desarrollo de Comunidad a Comunidad, Estados Unidos

Siendo trabajadores agrícolas, el valor de lo que aportamos a una comunidad se desdeña abiertamente. Nuestras aportaciones son invisibles. Esto forma parte de la cultura capitalista en este país. Somos como la escoria de la esclavitud en este país. Aquí se aferran a la mentalidad esclavista para tratar de conseguir valor del trabajo lo más barato que puedan. Si nos mantienen sin tierra, si no tenemos la oportunidad de asentar raíces dentro de las comunidades de la manera que queremos, entonces les es más fácil extraer más valor de nosotros con menos inversión en nosotros. Es así de claro. Necesitamos mirar a los trabajadores agrícolas de este país que son propietarios de tierra donde podamos producir. Este es el cambio dinámico que necesitamos en el sistema alimentario. Todos sabemos que Cesar Chávez habló sobre la posesión de los medios de producción. Pienso que muchos de los trabajadores agrícolas hablan sobre eso.

Ser un pueblo sin tierra en Estados Unidos deja a los trabajadores agrícolas en una posición mucho más vulnerable, y esto es algo que a menudo se ignora en este país. Ni siquiera se discute a nivel político o social. Y podemos remontarnos al tiempo en que cuando nuestras tierras nos fueron arrebatadas en Texas, en Arizona, en Nuevo México y en California. Es un legado de esa conquista, y lo hemos aceptado. No hablamos de cómo dejar de ser un pueblo sin tierra. ¿Cómo sería eso? Fui al Foro Social Mundial en Brasil y conocí a los líderes del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra (MST). Hemos tenido conversaciones continuas desde ese entonces, y ellos han venido a visitarnos.

Lo que hemos aprendido de una visita reciente y de los diálogos con el liderazgo femenino del MST en São Paulo nos hace confiar en que estamos en el camino adecuado. La construcción de una base fuerte y sólida en la comunidad de trabajadores y trabajadoras agrícolas es fundamental para la transformación de la agricultura y el acceso a la tierra en Estados Unidos. Estamos constantemente aprendiendo de los liderazgos indígenas de las Familias Unidas por la Justicia. Los diálogos continuos y el pensamiento estratégico junto con ellos nos ayudarán a crear nuevas vías de relación con los y las consumidores, los mercados y los grupos potentes de presión agrícola.

Otras estrategias como ganar suficiente dinero para comprar tierra no son suficientes. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) tiene unos programas para que los trabajadores agrícolas latinos puedan poseer tierra. Pero el resultado son unos pocos agricultores latinos cultivando de manera convencional. Así, los trabajadores agrícolas latinos se convierten en agricultores latinos que contratan trabajadores agrícolas latinos y los explotan. Eso no está bien. No es lo que queremos. Queremos cambiar todo el sistema. ¿Qué se necesita para ello?

Editado y abreviado de una entrevista con David Bacon en Justicia Agraria: Re-imaginando la Tierra, los Alimentos y el Común en los Estados Unidos.

Voces desde el campo 5

Las alternativas y las oportunidades para la justicia agraria en Detroit

Malik Yakini, Red de Seguridad Alimentaria de la Comunidad Afroestaunidense de Detroit, Estados Unidos

Las comunidades se construyen sobre la tierra, y nosotros –como seres humanos- obtenemos la mayor parte de nuestros alimentos, fibras y materiales de ella. En nuestra sociedad actual, no poseer propiedad de tierras significa estar sin poder. Si anhelamos construir una sociedad con alguna posibilidad de justicia, entonces la cuestión de la distribución de poder y el acceso a la tierra es primordial. La continua acumulación de tierras en manos de los mismos individuos es la antítesis de la libertad y en contra de la cual debemos luchar. La lógica capitalista tradicional desearía la venta de tierras al mejor postor y esperaría a que los impactos «viertan hacia abajo» como única manera para que Detroit salga adelante de sus actuales dificultades económicas. Sin embargo, hay múltiples alternativas y mejores maneras para construir la resiliencia económica y la equidad.

Es difícil imaginarnos cómo puede alcanzarse la justicia agraria en Estados Unidos, considerando su historia de robo de tierras y la desposesión de las mismas. ¿Cómo podemos tener una verdadera justicia sin retornar la tierra a los pueblos indígenas a quienes los colonos europeos la arrebataron? ¿Cómo podríamos encontrar una solución que trajera verdadera justicia a los pueblos afro-descendientes cuyos ancestros fueron esclavizados y traídos a esta tierra en contra de su voluntad? Encontrar una «justicia» verdadera – los pasos que reparan esos actos históricos- es esencialmente imposible en la realidad actual en la que vivimos. Sin embargo, hay pasos que nos pueden servir para avanzar.

Allá donde los tribunales pueden probar que Estados Unidos incumplió los tratados o actuó de manera engañosa, yo creo que el gobierno estadounidense debería devolver la tierra a los Nativos americanos, los pueblos originarios. También estoy a favor de la reparación para los afro-americanos descendientes de aquellos africanos que fueron esclavizados en esta tierra y realizaron gran parte del trabajo que creó la riqueza de esta nación. Adicionalmente, debemos suspender el decomiso de las tierras cuyos propietarios sean productores afro-americanos. En el momento de escribir esto, en 2016, la tierra aún está siendo incautada injustamente a los propietarios de tierra locales y los agentes del gobierno son cómplices en el proceso. Esta situación debe ser investigada y debe acabar.

Además, creo que pueden establecerse fideicomisos de tierras comunitarias para permitir que las comunidades ejerzan su voz colectiva para que ocurra lo que ellos quieren con las tierras en sus comunidades y para que jueguen un papel en las decisiones con respecto a las zonas verdes, los proyectos industriales, vivienda, o cualquier visión que ellos mismos tengan para el bienestar de sus comunidades. Es importante crear políticas que den acceso a la tierra al mayor número de personas, a diferencia de las políticas que concentran la propiedad de tierras en manos de unos pocos, y que apoyen que los fideicomisos de tierras comunitarias puedan jugar un papel significativo en esto.

Para terminar, creo que, para realizar unos buenos análisis sobre las cuestiones territoriales, debemos entender la historia. Una narrativa real de la historia verdadera es importante para que así los gobiernos, las organizaciones no gubernamentales y las organizaciones comunitarias puedan tener un entendimiento de cómo hemos llegado hasta este punto. Para ello, debemos continuar realzando las historias de desposesión, de privación de poderes, de resistencia y de construcción de poder.

Editado y abreviado de Justicia Agraria: Re-imaginando la Tierra, los Alimentos y el Común en los Estados Unidos.

Cuadros

Cuadro 1

Múltiples facetas de los acaparamientos de tierras

El acaparamiento de tierras no es nada nuevo. Lo que sí es nuevo es la escala masiva a la que se ha producido recientemente desde la crisis financiera y alimentaria de 2008.  

“El acaparamiento de tierras adopta formas distintas. Puede tratarse de la expulsión de la mujer de sus tierras después del fallecimiento de su marido, la expulsión de campesinos y campesinas por parte de las empresas mineras, así como de plantaciones, bases militares, y proyectos de ecoturismo. Los inversores no solo son empresas multinacionales o instituciones financieras, sino que pueden ser también locales y domésticos.”[1]

El acaparamiento de tierras ocurre tanto en el Sur y Norte Global, impulsado por las élites locales, nacionales, y transnacionales, así como por inversores financieros y gobiernos. En su busca de beneficios nuevos y crecientes, grandes extensiones de terreno se usurpan por la fuerza o se compran a bajo precio con la ayuda de los gobiernos y élites locales y nacionales.

Lo que está en juego es un cambio fundamental en cuanto a quién tiene “el poder de decidir cómo puede utilizarse la tierra y el agua, ahora y en el futuro.”[2] El deseo de remodelar las tierras para obtener beneficios está conduciendo a una expansión mundial de la agricultura industrial, de plantaciones de diversos tipos, minería, proyectos de infraestructuras, y muchos otros tipos de usos. La agricultura campesina y la soberanía alimentaria están siendo continuamente amenazadas por riesgos a medida que se pierde la tierra y los campesinos y campesinas quedan inmersos en las cadenas mundiales de suministro.

Con todo, los agricultores a pequeña escala, los pueblos indígenas y sus comunidades siguen organizándose y movilizándose para defender sus derechos a la tierra y defender una agricultura que antepone los alimentos, las personas y el medio ambiente, sobre los precios.

Cuadro 2

Garantizar los derechos a la tierra de las comunidades de África

En un continente donde el 70% de la población depende de la agricultura, garantizar el acceso a la tierra y a los recursos naturales debería ser un derecho inalienable para todos y todas. Pero esto no es así en absoluto.

La gobernanza tradicional de las tierras agrícolas, bosques y pastos por parte de los líderes comunitarios, ha sido revestida de leyes del suelo coloniales y postcoloniales, creando incertidumbre entre las comunidades rurales con respecto a sus derechos a la tierra de la que dependen para su alimentación, medios de vida e integridad cultural.

Las tendencias recientes de urbanización, crecimiento económico y políticas neoliberales han mercantilizado los recursos naturales, creando mercados para la tierra como activo comercializable. La crisis financiera de 2007/08 y el repentino aumento de precios de los alimentos y del petróleo, produjeron un flujo masivo de capital hacia las tierras. Entre 2000 y 2016, los gobiernos africanos firmaron 422 transacciones a gran escala con inversores que abarcaban diez millones de hectáreas.   Los acaparamientos de tierra se han asociado con múltiples abusos de los derechos humanos e injusticias sociales, con miles de comunidades desalojadas por la fuerza y desposeídas. Los mayores impactos han recaído a menudo sobre mujeres y jóvenes, ya en desventaja en materia de acceso a la tierra y control de esta.

En respuesta a esta crisis se han redactado directrices globales y continentales para establecer principios de buen gobierno de la tierra y se han definido políticas para proteger los derechos tradicionales y comunitarios a la tierra, especialmente el Marco y Directrices sobre Política del Suelo la Unión Africana y las Directrices Voluntarias sobre Gobernanza Responsable de la tenencia de la Tierra, de Naciones Unidas.  Pero estos marcos normativos progresivos han sido ignorados ampliamente a escala nacional y local – donde realmente se toman las decisiones. Así, los derechos de tenencia de los habitantes rurales por toda África, especialmente las mujeres, siguen siendo débiles y plagados de incertidumbres.

Es fundamental que se ejerza una mayor presión política para acelerar la   institucionalización de políticas progresivas que fomenten los derechos comunitarios a la tierra. La promoción por parte de la Sociedad civil debe centrarse en la Unión Africana y las comunidades económicas regionales para presionar a sus Estados miembros para que instauren directrices políticas progresivas. De modo decisivo, dado que las políticas sobre derecho a la tierra solo tienen verdadero empuje a escala nacional y local, es importante que la sociedad civil impulse una legislación nacional más fuerte en materia de derecho a la tierra, y haga que los gobiernos rindan cuentas ante el Tribunal africano de Justicia y Derechos Humanos. 

Debemos promover sistemas comunitarios de gestión del uso de la tierra, recalcando las evidencias crecientes de la capacidad de estos sistemas de mejorar los medios de vida de modo equitativo y sostenible al tiempo que protegen y restauran los  ecosistemas.

Entre los trabajos recientes de AFSA (Alianza para la Soberanía Alimentaria en África) sobre derecho a la tierra se incluyen: un estudio de la política de tenencia en el continente, Policy Trends and Emerging Opportunities for Strengthening Community Land Rights in Africa; talleres de creación de capacidad dirigidos a la sociedad civil y a organizaciones confesionales, una serie de estudios de caso sobre la tierra en África,  y la movilización política a escala continental para promover sistemas comunitarios de  uso y gestión de la tierra.

Debemos aprender de los principios adecuados de gobernanza de nuestros ancestros que nos legaron la tierra. Debemos desarrollar y adoptar sistemas sostenibles de uso y gestión de la tierra que satisfagan las necesidades de todos los usuarios de la tierra: agricultores, pastores, cazadores, pescadores, recolectores de frutos silvestres, y de la fauna salvaje. Para más información visiten: www.afsafrica.org

Cuadro 3

Clima y acaparamiento de tierras

Desde una perspectiva de base, siempre ha existido un vínculo estrecho entre el clima y las crisis ambientales y la apropiación de tierras. Por ejemplo, las causas de las crisis climáticas y las violaciones de los derechos a la tierra son las mismas: un sistema económico basado en la extracción ilimitada de los recursos naturales, donde las industrias extractivas – como la agricultura industrial y las plantaciones –forman parte de las principales causas de ambas crisis. Al mismo tiempo, esta conexión es aún más inmediata debido a que los proyectos empresariales que causan las crisis ambientales – por ejemplo, la minería y la agroindustria – son también los responsables de gran parte de las muertes más documentadas de los defensores del derecho humano a la tierra y al medio ambiente.

Últimamente ha aumentado mucho el interés en las acciones de mitigación y adaptación climáticas basadas en la tierra y la naturaleza.  Sin embargo, desafortunadamente muchas de estas medidas han representado serios peligros a los derechos colectivos de los pueblos sobre sus tierras y territorios, debido a la nueva ola de apropiación de tierras para proyectos de conservación, pero también a la mercantilización e integración de los recursos naturales en los mercados financieros, lo que llamamos la “financialización de la naturaleza”.

Un aspecto fundamental son las llamadas “tecnologías de emisiones negativas” o NET (por sus siglas en inglés), que persiguen retirar el carbono de la atmósfera. Los países industriales y los emisores empresariales actualmente confían en los NET al haber fracasado históricamente en lograr la rápida reducción de emisiones necesaria para alinearse con las exigencias de la justicia climática.

Uno de los sistemas NET empresariales prominente consiste en el cultivo y quema de grandes superficies de árboles y cultivos para bioenergía, y el almacenamiento posterior del carbono emitido en búnkeres bajo tierra. Esto se conoce como bioenergía con captura y almacenamiento de carbono, o BECCS (por sus siglas en inglés), y según las estimaciones, los BECCS pueden exigir hasta 3000 millones de hectáreas de tierra globalmente. Otras opciones de NET son las llamadas “soluciones climáticas naturales” o “soluciones basadas en la naturaleza” que pueden incluir la restauración forestal, la repoblación forestal y la forestación. Cada una de estas puede tener diferentes impactos sobre el medio ambiente, la tierra y los derechos de los pueblos, dependiendo de quién las controle y cómo se implementen.

Las empresas ya están viendo las soluciones basadas en la naturaleza como una oportunidad para compensar sus emisiones. Estas compensaciones han permitido históricamente que grandes contaminantes, como las empresas petroleras, continúen emitiendo y transfieran su responsabilidad de reducir las emisiones de carbono a proyectos de conservación en comunidades del Sur Global. La compensación de las emisiones de carbono no reduce las emisiones generales y por ello exacerbará los impactos climáticos sobre la tierra. Asimismo la compensación es injusta, puesto que retiene y extiende el control sobre territorios por parte de los que son más responsables del cambio climático.  Por ende, la compensación de carbono se convierte en una doble apropiación de la tierra, porque las empresas terminan controlando el uso de la tierra en dos lugares – el sitio que están destruyendo, y el sitio que demandan para realizar la compensación.

Por otra parte, las soluciones descentralizadas a las crisis ambientales y de apropiación de tierras que se basan en el control y gobernanza ambiental ecológico y autónomo por parte de los pueblos indígenas, pueblos de los bosques, y pequeños productores sobre su propia tierra y territorios, como son la agroecología para la soberanía alimentaria y la gestión colectiva de los bosques, son posibles y están ganando relevancia como soluciones para la justicia ambiental. La gestión colectiva y territorial del bosque es la mejor manera de conservar los ecosistemas como bosques, manglares, humedales y cursos de agua. La agroecología enfría el clima al suprimir la necesidad de combustibles fósiles, reciclando nutrientes en las explotaciones agrícolas, relocalizando los sistemas alimentarios y deteniendo la destrucción del medio ambiente por causa de la producción de bienes agrícolas con fines de lucro. Ahora más que nunca es esencial que los movimientos de justicia agraria y ambiental trabajen conjuntamente para sacar a relucir las soluciones falsas y demostrar nuestra visión colectiva de un futuro justo.




[1] Conferencia Campesina Internacional: ¡Detengamos a los Acaparamientos de Tierras!, LVC 2012

[2] El acaparamiento global de tierras, Guía básica. TNI 2013

Destacados

Los nuevos acaparadores mundiales de tierras: Wall Street

Desde la crisis financiera de 2007-2008 las tierras agrícolas se han convertido progresivamente en un activo financiero importante para los inversores empresariales, desatando no sólo protestas masivas de las organizaciones de agricultores sino una atención significativa de las instituciones internacionales. Pero, mientras que los esfuerzos de mercantilización de las tierras agrícolas no son nuevos, el último capítulo de la historia del acaparamiento de tierras plantea algunas diferencias notables, que suscitan nuevos desafíos, repercuten sobre geografías diferentes, y ofrecen oportunidades a la solidaridad internacional intersectorial.

Nuevas geografías, diferentes tácticas, las mismas empresas

El acaparamiento de tierras, tanto en el Norte como en el Sur Global, está acelerándose y extendiéndose, a menudo con vínculos financieros con inversores institucionales procedentes del Norte Global. Los fondos de pensiones norteamericanos y europeos y los fondos de dotación universitarios están invirtiendo sumas ingentes en proyectos agrícolas a gran escala, en regiones como el Cerrado brasileño, con desplazamientos de comunidades, asesinatos de defensores del derecho a la tierra, y quemas de bosques para la agricultura industrial [«El acaparamiento de tierras agrícolas de Harvard y TIAA en Brasil se hace humo«]. Mientras tanto, los y las agricultores a pequeña escala siguen luchando en Europa y Norteamérica con precios bajísimos y recortes en las redes sociales de seguridad, que les vuelven vulnerables frente al acaparamiento de tierras por parte de muchos de esos mismos inversores institucionales.

Mientras que en lugares como el Cerrado brasileño los factores clave del acaparamiento violento de tierras son la explotación de la debilidad de las instituciones y la corrupción, el acaparamiento de tierras en el Norte Global utiliza el buen funcionamiento de las instituciones para cubrir tácticas de inversión depredadoras. Grupos financieros como el fondo de pensiones americano TIAA y el Fondo de Dotación de la Universidad de Harvard, han gastado decenas de miles de millones de dólares, en su mayoría procedentes de fondos de pensiones de empleados del sector público, como maestros, para adquirir millones de hectáreas de tierras agrícolas en lugares como Illinois y Mississippi en Estados Unidos. Aunque el Fondo TIAA se ha convertido en el mayor propietario institucional de tierras agrícolas del mundo, su negocio no se centra en la producción de alimentos, sino más bien en especular con las tierras y otros insumos agrícolas esenciales. Aunque probablemente no sea explícitamente ilegal, la focalización de las empresas en agricultores con problemas financieros es una táctica predatoria que conduce a la venta por parte de los y las agricultores de su único medio de vida: sus tierras.

Es posible que el acaparamiento de tierras en Norteamérica aumente drásticamente en los próximos años. Tras décadas de discriminación institucional continuada, muchos agricultores negros han quedado con títulos de propiedad oficiosos y condiciones inseguras de propiedad de la tierra, que los hacen especialmente vulnerables frente a los que especulan con la tierra y los inversores [En inglés, Atlantic]. Las tierras indígenas siguen estando bajo amenaza constante. En general, los campesinos y las campesinas están en apuros en Norteamérica, conforme las empresas del agronegocio crecen y se hacen más poderosas, y se espera que la mitad de todas las tierras agrícolas de Estados Unidos y Canadá va a cambiar de manos en los 15 próximos años, tras la jubilación de los agricultores. Si no se actúa, la mayoría de estas tierras puede terminar en manos de inversores y grandes empresas.

Líneas de trabajo futuras

Durante décadas, las organizaciones de agricultores y los aliados han abogado por reformas políticas clave para afrontar el acaparamiento de tierras en el Norte y Sur Global, entre ellas: promoción del derecho a la tierra de las comunidades marginalizadas (como la propiedad de herederos en Estados Unidos, junto con el derecho a la tierra de las comunidades indígenas y los y las trabajadores rurales sin tierra); restricción de la propiedad empresarial de tierras; e implantación de políticas para garantizar que los pequeños agricultores reciban precios justos para que se mantengan en sus tierras. Los trabajadores que tengan fondos de pensiones, particularmente en Norteamérica y Europa, pueden actuar solidariamente con los agricultores y campesinos y campesinas a escala mundial asegurándose de que su dinero no está alimentando el acaparamiento de tierras y la especulación de riesgo. Esos esfuerzos reunidos reforzarán las comunidades rurales y protegerán la estabilidad financiera de los trabajadores.

Más información sobre el acaparamiento de tierras por parte de los inversores institucionales (en inglés).

Voces desde el campo

Voces desde el campo 1

Los campesinos y campesinas de Sri Lanka contra los plaguicidas

Chintaka Rajapakse, MONLAR (Movement for Land and Agricultural Reform), Sri Lanka

En las últimas décadas, el uso de productos agroquímicos ha tenido consecuencias desastrosas. El uso generalizado de estos productos químicos ha contaminado el suelo y el agua, lo que ha conducido directamente al aumento de cánceres y enfermedades renales. Esto no sólo ha afectado negativamente a la salud pública, sino que el uso excesivo de agroquímicos también ha socavado la soberanía alimentaria, ha desbaratado el equilibrio ecológico y ha provocado la extinción de muchas especies animales y vegetales. El hecho de que casi todos los insumos agrícolas utilizados por los agricultores de Sri Lanka sean importados ha permitido a ciertas empresas crear oligopolios.

En este contexto, nosotros, como Movimiento por la Reforma Agraria y de la Tierra (MONLAR) hemos apoyado la decisión del gobierno de prohibir, con efecto inmediato, la importación de todos los productos agroquímicos. El Ministerio de Agricultura declaró que iba a convertir la empresa estatal Ceylon Fertiliser Company Ltd. en una institución para la producción, suministro y distribución de fertilizantes ecológicos en asociación con las autoridades gubernamentales locales. Se trata de un paso adelante que vemos con buenos ojos. Ahora debemos asegurarnos de que también se aplique en la práctica.

El gobierno anterior también había decidido promover la agricultura ecológica en 2016. Por desgracia esa iniciativa fracasó por completo en 2018, y la Agencia de Gestión Estratégica de Empresas (SEMA), encargada de implantar el programa, también cerró. Debemos aprender de la experiencia internacional y asegurarnos de que la nueva iniciativa se aplique con éxito. Hay agricultores que también están preocupados por las implicaciones a corto plazo de esta decisión. El gobierno debe reconocer sus inquietudes y asegurarse de que sus preocupaciones se abordan inmediatamente, y establecer una hoja de ruta clara para la aplicación de esta política.

Voces desde el campo 2

Movilización para el acceso a alimentos sanos

Miriam Nobre, Sempreviva Organização Feminista, Marcha Mundial de las Mujeres, Brasil

En Brasil, la pandemia de la Covid-19 ha hecho más evidentes no sólo las desigualdades sociales, sino también las actividades económicas esenciales para el mantenimiento de la vida, tales como la alimentación. La agricultura familiar se ha visto muy perjudicada por la suspensión de los mercados y las contrataciones públicas ya afectadas por el mal gobierno de Bolsonaro. Las redes de comercialización directa, especialmente con grupos de consumo responsable, se han impuesto como alternativa. Gracias a esta alianza, las agricultoras y quilombolas de Vale do Ribeira, en el estado de São Paulo, tienen más integrantes y más áreas de cultivo, y han afirmado la defensa de sus territorios y formas de vida frente a las amenazas de las empresas mineras, las presas y los monocultivos con uso intensivo de pesticidas. Al mismo tiempo, los grupos y colectivos aliados de la región metropolitana de São Paulo también han crecido y aumentado su presencia en las periferias, y han garantizado a los indígenas guaraníes, a los estudiantes privados de la alimentación escolar, a los trabajadores y a las madres solteras el acceso a comida de calidad.

Estas iniciativas se oponen a la financiarización de la alimentación escolar. El ayuntamiento de São Paulo, por ejemplo, al no haber clases presenciales, interrumpió la alimentación escolar y las compras a los agricultores, y facilitó una tarjeta de alimentación por un valor de 10 a 20 euros mensuales por niño. Junto con el aumento del precio de los alimentos y del gas para cocinar, esta solución es buena para la administración de la tarjeta Alelo y para los supermercados.

Los colectivos que se organizan en torno a formas múltiples y descentralizadas de donación, venta y producción en huertos agroecológicos de la periferia (re)crean una cultura alimentaria en el marco de relaciones respetuosas entre las personas, y entre estas y la naturaleza. Cada vez somos más y más diversas. El movimiento negro lleva mucho tiempo protestando contra las humillaciones y los asesinatos del pueblo negro y de la periferia por parte de cadenas de supermercados como Carrefour. Ahora se unen a este movimiento para que tengamos acceso a una comida de calidad por nosotras mismas. Recuperamos nuestra salud y los sabores perdidos, y liberamos los territorios, en la ciudad también, de las empresas alimentarias transnacionales.

Voces desde el campo 3

Los hombres y mujeres de África se hacen oír frente a la hegemonía corporativa sobre las semillas y los sistemas alimentarios: ¡derechos para los agricultores ya!

Sabrina Masinjila, African Centre of Biodiversity (ACB)

Como parte del movimiento global que se opone a la Cumbre de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, el evento en línea Semilla es poder: Reivindicando la Soberanía Africana sobre las Semillas, reunió a la sociedad civil junto a los movimientos campesinos para expresar su rechazo a las leyes actuales de la protección de la propiedad intelectual. Estas leyes sirven como instrumentos que continúan afianzando la agricultura industrial mientras se expanden los intereses corporativos a costa de los derechos de los campesinos y campesinas, como por ejemplo a través de los sistemas de semillas gestionados por los campesinos, que se encuentran cada vez más marginalizados e incluso son criminalizados. Esto está vinculado con sistemas que refuerzan el endeudamiento, la desigualdad, la exclusión social y las crisis ecológicas.

En lugar de adoptar leyes de protección de las semillas y variedades vegetales basados en la Unión Internacional para la Protección de las Obtenciones Vegetales (UPOV) de 1991, los gobiernos deberían establecer medidas jurídicamente vinculantes y discretas que reconozcan y apoyen los derechos de los campesinos y campesinas de guardar, intercambiar y vender semillas, sin restricción alguna por los imperativos comerciales de las empresas transnacionales. La clave para esto es la autonomía – un prerrequisito y componente esencial del ejercicio de los derechos por parte de las familias y comunidades de los productores de alimentos.

Para ello, es imperativo instalar protecciones que sean jurídicamente vinculantes y ejecutables en contra de las patentes, de las leyes de protección de las variedades vegetales, de las leyes de semillas comerciales y de la información secuencial digital, ya que todas estas erosionan el ejercicio de los derechos de los campesinos. Pero sobre todo, la concepción de estas leyes debe estar anclada en una visión más amplia de la soberanía alimentaria que incluya los derechos de los residentes de las zonas urbanas y rurales a adquirir alimentos nutritivos y culturalmente apropiados, especialmente para los grupos más desfavorecidos, y en especial para las mujeres, que son las mayores guardianas de las semillas y de la vida, pero que muchas veces viven en circunstancias precarias bajo el yugo del patriarcado y de la subordinación económica. Estos contextos dejan claro que la semilla es mucho más que el simple hecho de plantar, es una relación social de cuidado y solidaridad, que también son ingredientes esenciales para una acción progresista de mayor envergadura. Por ello, los sistemas draconianos de semillas son también un ataque directo a la comunidad y a nuestra capacidad de trabajar juntos en solidaridad en aras de un futuro mejor.

Para afrontar el reto de nuestras crisis ecológica y social, no sólo deben defenderse los derechos de los campesinos, sino que también deben ser profundizados y ampliados activamente, como un principio organizador central de nuestros sistemas alimentarios.

Más información aquí.

Voces desde el campo 4

Los campesinos y campesinas en India protestan en contra de las leyes agrarias

Chukki Nanjudaswamy, Karnataka Rajya Raitha Sangha (KRRS), India

Estamos siendo testigos de los avances de las colaboraciones público-privadas en los espacios políticos en todo el mundo. Un ejemplo reciente es la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas sobre los Sistemas Alimentarios, que surge de una alianza estratégica entre el Foro Económico Mundial y las Naciones Unidas. La Cumbre representa la captura hostil de la gobernanza mundial por parte de los intereses corporativos. Sin embargo, estas tendencias también ocurren a nivel nacional. En medio de la pandemia del 2020, el gobierno de India adoptó precipitadamente tres leyes relacionadas con la agricultura, imponiendo su mayoría en el parlamento y con escasa consulta a los campesinos y campesinas, para apaciguar a las empresas. Aparentando que se trataba de una reforma, estas leyes se traducirán en un sistema agrario basado en el mercado libre y orientado a la exportación en India, similar a los de Europa y los Estados Unidos.

Estas leyes agrarias marginalizarán a los pequeños productores y destruirán su autonomía en decidir qué alimentos cultivan, cuándo y cómo. Los sistemas de contratación pública en India necesitan una reforma, pero no una que los deje bajo el control del sistema de libre mercado. Los alimentos son esenciales para todas las personas.

La privatización de la agricultura ha arruinado la autonomía de los productores y consumidores en el mundo entero, convirtiendo el alimento en objeto de especulación y llevando a la pérdida de la biodiversidad y de la nutrición. También ha tenido impactos graves sobre la naturaleza, debido al uso modificado de la tierra, a los sistemas industriales de almacenamiento y transformación, y al transporte industrial que despacha alimentos a cada esquina del planeta.

Los campesinos en India son ahora más conscientes de los peligros que antes, ya que han visto cómo han desaparecido los pequeños productores de Estados Unidos, Europa y Canadá para ser sustituidos por grandes explotaciones industriales. En India, millones dependen de la agricultura, los bosques y la pesca. Por eso ha habido protestas enfurecidas durante más de un año en todo el país. Nuestras exigencias son claras: deroguen las leyes agrícolas, realicen consultas públicas e incorporen las reformas que los pequeños productores requieren urgentemente.

Cuadros

Cuadro 1

Multiparticipación: la nueva arma corporativa

El modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas es un modelo evolutivo de gobernanza que reúne a diversos actores que tienen un «interés» potencial en un asunto, con el fin de que lleguen a un acuerdo o solución formulada en colaboración. Por ejemplo, las partes interesadas en un proyecto de mina de carbón podrían incluir a las comunidades afectadas por el proyecto, los funcionarios del gobierno responsables de las autorizaciones, las empresas inversoras, los financiadores del proyecto, las ONG medioambientales, etc. Una premisa totalmente errónea en este caso es que todas las partes interesadas son iguales en cuanto a derechos, obligaciones, responsabilidades, poder y capacidades. Pero a pesar de que los derechos que los pueblos afectados tienen a sus tierras superan con creces los derechos de los inversores externos a adquirirlas, su capacidad para evitar el acaparamiento de tierras se ve a menudo socavada por el poder financiero/político de los inversores. A nivel mundial, la multiparticipación se contradice con el multilateralismo, en el que los gobiernos (titulares de obligaciones) toman decisiones sobre cuestiones globales en nombre de sus ciudadanos (titulares de derechos) que se traducen en obligaciones y compromisos que los Estados y las organizaciones internacionales deben cumplir. Esto incluye la regulación de las actividades empresariales y la exigencia de responsabilidades a las corporaciones cuando causan daños.

El auge de la multiparticipación coincide con la generalización del neoliberalismo a partir de los años 80, el aumento de la implicación de las corporaciones en diversos sectores a través de asociaciones público-privadas, la erosión de la legitimidad del sistema multilateral, la reducción de la financiación del desarrollo a nivel nacional e internacional y el auge de la filantropía de empresa, en la que los inversores empresariales financian objetivos sociales-ambientales. En los últimos 20 años, el modelo de gobernanza de múltiples partes interesadas se ha extendido a los enfoques para tratar la industria extractiva, la agricultura industrial, el cambio climático, la gobernanza de la tierra y el medio ambiente, la alimentación y la nutrición, Internet y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, y se ha impulsado a través de la Iniciativa Mundial de Reforma (Global Redesign Initiative) y otras plataformas del Foro Económico Mundial (FEM).

La multiparticipación desdibuja las diferencias entre el interés público y el beneficio privado, y entre los derechos humanos y los intereses de las corporaciones. Permite a las corporaciones dominar la toma de decisiones sobre cuestiones críticas de desarrollo y evadir la responsabilidad jurídico-material de sus operaciones. Representa una amenaza directa para la democracia participativa y la gobernanza justa basada en los derechos humanos.

Cuadro 2

El fraude de lo natural

Impulsar los alimentos positivos para la naturaleza» es una de las vertientes de acción de la Cumbre UNFSS y el término positivo para la naturaleza se ha convertido casi en sinónimo de las «soluciones basadas en la naturaleza» para la producción de alimentos que promueve la FAO entre otros. Los análisis de las propuestas que se están haciendo en la Cumbre UNFSS, la FAO y otros espacios muestran que la expresión «nature positive» es el último concepto que se está utilizando para cooptar y socavar la agroecología. Promueve firmemente como solución la intensificación sostenible, en lugar de una transformación real, y da prioridad al rendimiento y la estabilidad, pero no aborda las dimensiones sociales, culturales y políticas de las transiciones hacia la sostenibilidad, incluyendo las dinámicas de poder y la gobernanza. Según esta métrica, los sistemas de producción más intensivos que producen menos emisiones de carbono en términos de rendimiento por unidad, se consideran mejores que los sistemas diversos y de bajos insumos. Nature positive reformula varias soluciones falsas, como la agricultura de conservación, la optimización de los nutrientes y la mejora de la gestión de las plantaciones, sin abordar los propulsores empresariales del modelo industrial ni sus impactos sociales y medioambientales.

Un aspecto aún más peligroso del enfoque nature positive en la Cumbre UNFSS es su vinculación con el impulso de las «soluciones basadas en la naturaleza» para el cambio climático, en las que la agricultura y las técnicas de intensificación sostenible pueden ser introducidas en los esquemas de compensación de carbono y de mercados de carbono por parte de sectores empresariales altamente contaminantes como el de los combustibles fósiles y el agronegocio. Las técnicas de intensificación sostenible se prestan bien a los sistemas de compensación de emisiones, ya que pueden centrarse en prácticas únicas diseñadas principalmente para generar créditos de carbono. El marco nature positive amenaza con cooptar y corromper soluciones genuinas como la agroecología y la gestión forestal comunitaria, al agruparlas con prácticas dudosas y destructivas y vincularlas a esquemas opacos basados en el mercado. «Las soluciones basadas en la naturaleza» para el cambio climático ya están siendo cooptadas por las corporaciones de combustibles fósiles y el agronegocio. Ellos afirman que están invirtiendo en la intensificación sostenible como una solución basada en la naturaleza, mientras que amplían su acaparamiento masivo de tierras y no reducen las emisiones reales de carbono.

Cuadro 3

Por otro modelo alimentario sin trucos ni chisteras

El diseño de los sistemas alimentarios se ha convertido en pocos años en un espacio en el que los atributos premiados son la gran escala, la globalidad, el emprendimiento, el monocultivo, la innovación, la tecnología… Atributos significados desde una perspectiva capitalista, que miran solamente hacia un modelo de producción y consumo que busca realizarse en una fantasía que no considera a las personas ni como seres interdependientes ni ecodependientes. Ese modelo premia a fórmulas extractivistas que destrozan territorios sin ni siquiera lograr el que debería ser su principal objetivo: alimentar y nutrir a todas las personas. Es claramente un modelo fallido, pero mantenido porque es capaz de sostener y alimentar múltiples intereses. Un modelo que ha transformado un derecho, la alimentación y nutrición adecuada, en una mercancía con la que especular y que cuenta con la complicidad en sus múltiples escalas de distintos agentes y políticas públicas. Es un modelo fallido, pero además es un modelo que se sostiene en un truco de ilusionismo que hace invisibles a quienes realmente sostienen y alimentan al mundo. Esas políticas y narrativas que pretenden definir un modelo alimentario desde los intereses de unos pocos y desde desigualdades de poder, son las chisteras y los trucos de ilusionistas que mueven una mano mostrando un modelo de desarrollo totalmente desigual como única posibilidad, mientras con la otra mano esconden las múltiples desigualdades que generan en los territorios, las realidades precarias de muchas trabajadoras y trabajadores agrícolas sin las que ese modelo no podría funcionar, así como las realidades que hoy sí son capaces de alimentar al mundo de una manera sostenible y justa.

En esa realidad invisible está la producción a pequeña escala, la mirada comunitaria, las iniciativas agroecológicas, los trabajos de cuidados desigualmente repartidos, que recaen sobre las mujeres y que sostienen al mundo, así como las manos de las trabajadoras y trabajadores agrícolas. Este año la pandemia ha cambiado la iluminación de este escenario, lo ha hecho temblar y ha enseñado algunos de los entresijos de los trucos, ha demostrado que esa parte que se pretende hacer invisible cuenta con fuerza y capacidad para adaptarse y que no hay trucos que sean capaces de predecir ni esquivar las respuestas de la naturaleza. Por eso quienes más cerca están de la madre tierra, quienes la conocen, la cuidan, la respetan y dialogan con ella, son quienes tienen capacidad de entender sus reacciones y de poder adaptarse, aunque no sin pagar costes muy altos, ya que a pesar de ser quienes enfrían el planeta, son las personas más afectadas cuando este se rebela.

La transformación necesaria en el sistema alimentario pasa por ser conscientes de los juegos de ilusión, mirar hacia las realidades que se pretenden invisibilizar, cuidar el escenario para que no tiemble y no nos haga perder el equilibrio. La lucha para esto pasa por la siembra de semillas y de articulaciones, por permanecer en los territorios, por mantener las comunidades y sus saberes, por cada cosecha, por sabernos seres interdependientes y ecodependientes, por cada mercado campesino que permanece, por cada grupo de mujeres campesinas que se visibiliza y por cada espacio donde incidimos para que las políticas públicas dejen de sostener juegos de ilusión y sostengan realidades campesinas y con futuro.

Cuadro 4

La Cumbre de Naciones Unidas sobre Sistemas Alimentarios: ¿nos encaminamos hacia un sistema alimentario corporativo-medioambiental?

Ya hemos oído todos esos cuentos de cómo podemos convertir la naturaleza en un activo financiero para salvar el planeta de una mayor destrucción medioambiental. Pero no se trata de ofrecer los incentivos financieros adecuados. Necesitamos enfoques radicales que sanen los ecosistemas y no compensar a las corporaciones por seguir con sus prácticas sucias mientras participan en el «lavado verde».

Secuestrados por los intereses de las grandes empresas, los organizadores de la Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU (UNFSS) asumieron alegremente estas trilladas historias de los mercados de carbono y REDD+, a pesar de haberse demostrado su fracaso. Ahora, los sistemas alimentarios deberían financiarizarse y convertirse en objetivos de inversiones especulativas, porque parece ser la única manera de financiar la «costosa» transformación hacia sistemas alimentarios sostenibles. Con el término genérico de «producción positiva para la naturaleza», se ha añadido una etiqueta más a las numerosas propuestas de solución de la Cumbre promovidas por las corporaciones, basadas en la innovación digital, las soluciones tecnológicas y los enfoques bioeconómicos y orientados al mercado, como la agricultura climáticamente inteligente y la intensificación sostenible. Ya existen soluciones centradas en las personas, rentables y social y ecológicamente justas, como la agroecología. Pero estas ideas se ahogan en el gran bote de soluciones corporativas sin tener en cuenta las diferencias reales.

El Pacto Verde europeo ya está lleno de esta narrativa «climáticamente inteligente». Con la «iniciativa de agricultura de carbono», por ejemplo, se creó un nuevo modelo de negocio para recompensar a los agricultores que secuestran y almacenan carbono. La Cumbre UNFSS se subió a este carro del «capitalismo verde» de la UE, promoviendo enfoques de captura de carbono para crear sistemas alimentarios «sostenibles» mediante la mejora de la salud del suelo. Esta vía, que se expresa en la naturaleza del capitalismo neoliberal, probablemente permita una transición hacia un «sistema alimentario corporativo-ambiental» (Friedmann, 2005). Este nuevo tercer sistema alimentario se refleja en el marco de las múltiples partes interesadas de la Cumbre UNFSS, que proporciona a las corporaciones legitimidad para dar forma a la gobernanza alimentaria mundial. Friedmann (2005: 259) sostiene que este régimen induce una lucha por el «peso de las instituciones privadas, públicas y autoorganizadas». En este proceso, los alimentos ya no son una preocupación pública sino una inversión privada.

La trayectoria actual de la Cumbre UNFSS permite a las corporaciones de inversión financiera comprar acciones de las grandes empresas agroalimentarias que controlan los modelos de «solución positiva para la naturaleza» propuestos. Pero no podemos permitir que el sector financiero juegue con el sustento de las personas. En nombre de la sostenibilidad medioambiental se modifica todo el significado de los alimentos, pasando de ser un bien comestible a un producto financiero. Recordando las devastadoras consecuencias de la crisis alimentaria de 2008, que hizo pasar hambre a millones de personas, debería quedar claro que los alimentos deben quedar excluidos de la especulación financiera. Ciertamente, si este sistema alimentario corporativo-ambiental se consolida, «profundizará los procesos de larga tradición de desposesión y marginación de los campesinos y las comunidades agrarias» (Friedmann, 2005: 257). Al final, los pequeños productores podrían quedar incluso excluidos de todo el proceso de producción agrícola de alimentos, mientras en el mundo se empieza a «cultivar sin agricultores».

Referencia:
Friedmann, H. (2005): From Colonialism to Green Capitalism: Social Movements and Emergence of Food Regimes. (Del colonialismo al capitaismo verde: movimientos sociales y emergencia de sistemas alimentarios) En: Buttel, F.H. y McMichael, P. (eds.): New directions in the sociology of global development. Research in rural sociology and development, Vol. 11. Oxford: Elsvier, 229-67.

Cuadro 5

La digitalización de la agricultura en India

La agricultura en India está plagada de precariedad, dejando a las poblaciones vulnerables y marginadas, como lo son las mujeres y los trabajadores sin tierra, históricamente excluidos de la posesión de tierras. La digitalización a larga escala en las cadenas de valor agrícolas igualmente profundizará el endeudamiento y las asimetrías de poder [1].

En términos generales, la digitalización en la agricultura incluye tres categorías: la robótica, la supervisión de los cultivos y del suelo, y el análisis predictivo, los cuales dependen de un ingrediente clave: datos.

El valor económico de los datos radica en su capacidad de mostrar patrones en grandes datos agregados y en suministrar publicidad individualizada y dirigida, la cual es utilizada por las grandes empresas como fuente de rentabilidad.

Los usos de los datos en la agricultura son de gran alcance. Por ejemplo, la información sobre las ventas y los precios de las materias primas pueden ayudar en el mercado agrícola. Las condiciones también son adecuadas para la automatización y la Inteligencia Artificial (IA) en las operaciones de almacén. Más peligroso aún es que los datos de los campesinos pueden ser usados en algoritmos de puntuación de crédito que definen su acceso a los servicios financieros y excluyen a los grupos históricamente vulnerables.

La digitalización antecede al COVID-19 con la participación del sector privado arraigado en enfoques políticos como lo son el “Duplicar la Renta de los Campesinos en 2022” y “La Estrategia Nacional de IA de NITI Aayog”. Sin embargo, la reducción de las cadenas de suministro agrícola durante los primeros meses de la pandemia aceleró el ritmo y alcance de la digitalización. Las plataformas de comercio electrónico, por ejemplo, se aprovecharon del momento: la demanda de Ninjacart’s B2B alcanzó hasta un 300% durante los primeros meses de la pandemia.

La pandemia también estimuló avances políticos y legislativos. Las leyes de reforma agraria fueron aprobadas en medio de la pandemia con poco debate parlamentario y promoviendo la digitalización en un modelo financiarizado y liderado por el sector privado a costa de productores y pequeños campesinos [5]. Esto ya se visualiza en las colaboraciones firmadas entre el gobierno y las compañías de alta tecnología, como lo es el protocolo de acuerdo para la construcción de la plataforma “Agristack”, que fue firmada por el Ministerio de Agricultura y Microsoft en abril de 2021.

Estas tendencias pueden llevar a la consolidación completa de las cadenas de valor agrícolas por plataforma y por empresas agrícolas. Si se impulsa la digitalización en ausencia de datos adecuados, IA, y la gobernanza de las plataformas, se dejará este sector preparado para la cosecha corporativa, lo que desembocará en la consolidación del mercado en las manos de unos pocos grandes actores.

Al contrario, el papel del sector privado debe negociarse cuidadosamente para asegurar que las fuentes de datos se orienten hacia las necesidades básicas de los productores y su empoderamiento autónomo. La digitalización en la agricultura también requiere de arquitecturas descentralizadas y federadas que conserven la autoridad constitucional de los gobiernos de los Estados para que regulen este sector con el fin de garantizar el interés público.

Por último, el compromiso con los problemas heredados en la agricultura india, como lo son las asimetrías en materia de prácticas prestamistas deshonestas y de poder, dando prioridad a los intereses de los productores y de las poblaciones marginadas es un pilar central de la digitalización responsable y orientada al desarrollo.


[1] Carta de ASHA (Asociación por el Desarrollo Social y de Salud) al Ministerio de Agricultura, en archivo.

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Destacado 1

¡Resistencia frente a la apropiación corporativa de la alimentación!

La apropiación de la alimentación por parte de las corporaciones se basa en la creencia de que las empresas transnacionales son esenciales para el suministro de alimentos y de que sus intereses están alineados con el interés público. Sus defensores consideran que las corporaciones están mejor equipadas que los gobiernos y la sociedad civil para elaborar normas y políticas que den forma a nuestros sistemas alimentarios. Se trata de una peligrosa visión del mundo que permite a las empresas controlar una parte cada vez mayor de la tierra, el agua y la pesca, y casi monopolizar las semillas comerciales y el uso intensivo de plaguicidas y fertilizantes químicos. No reconoce ni aborda los daños que están provocando las empresas transnacionales. Si esta apropiación corporativa llega a dominar espacios como la Cumbre sobre Sistemas Alimentarios (FSS), el Comité de Seguridad Alimentaria Mundial (CFS) de la ONU o la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura (FAO), socavará aún más la democracia, la autodeterminación y la soberanía de los pueblos.

La organización de la FSS persigue asegurar el control corporativo de los sistemas alimentarios en un contexto de creciente presión para tratar los fallos de los sistemas alimentarios industrializados. La FSS puede propiciar que la ONU ayude a consolidar un nuevo ecosistema de actores poderosos cuyo fin es privatizar la gobernanza en aras de un régimen alimentario corporativo-medioambiental. Estos actores son los gobiernos del Norte, en particular la Unión Europea, plataformas empresariales como el Foro Económico Mundial (FEM) y el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD); organizaciones filantrópicas como las fundaciones Gates, Rockefeller, Stordalen y EAT y la Alianza Global para el Futuro de la Alimentación; iniciativas de múltiples partes interesadas como la Alianza Global para la Mejora de la Nutrición (GAIN) y la Scaling Up Nutrition (SUN); ONG internacionales como el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Care, así como científicos favorables a las empresas.

Nuestro boicot puso en tela de juicio la legitimidad de la FSS e impidió, por el momento, la creación de nuevas estructuras institucionales alineadas con las corporaciones. Nuestra preocupación en el futuro inmediato será resistir la apropiación del CSA -incluido el Grupo de Alto Nivel de Expertos en Seguridad Alimentaria y Nutrición- y de las agencias de la ONU con sede en Roma, especialmente la FAO. Como movimiento de soberanía alimentaria, hemos presionado para que estas instituciones se democraticen de modo que sean más sensibles a las reivindicaciones de los pequeños productores de alimentos. En los últimos 25 años, hemos conseguido victorias parciales. Sin embargo, todo esto está en peligro ahora. La coalición de múltiples partes interesadas mencionada anteriormente está presionando para que el CSA y la FAO den curso a los resultados de la Cumbre. Quieren importar del FSS los métodos de trabajo de la gobernanza de las múltiples partes interesadas, es decir, ignorar las reglas de procedimiento existentes; favorecer las coaliciones de acción ad hoc sin reglas conocidas. Estas coaliciones seguramente carecerán de transparencia, inclusión multilateral, mecanismos claros de toma de decisiones y de rendición de cuentas, y desviarán recursos de los programas públicos de las agencias de la ONU a estas iniciativas ad hoc, semiprivatizadas. Debemos rechazar este intento y seguir luchando por el fortalecimiento de nuestras instituciones comunales y públicas, desde lo local hasta lo global, para que la soberanía alimentaria pueda florecer.

Destacado 2

Corporaciones y sistemas alimentarios

En las últimas décadas, la presencia corporativa en los sistemas alimentarios ha crecido considerablemente en todo el mundo, gracias a la promoción y adopción agresiva de políticas económicas y financieras neoliberales por parte de las instituciones financieras internacionales (IFI) y de la mayoría de los gobiernos. Las corporaciones se han convertido en figuras sobresalientes en casi todos los campos relacionados con los sistemas alimentarios: producción, almacenamiento, procesamiento, envasado y etiquetado, distribución y venta al por menor, normas de seguridad y calidad, financiación, preferencias de los consumidores, investigación, marcos normativos, etc.

A través de fusiones y adquisiciones, unas pocas empresas transnacionales agroquímicas y agroalimentarias han formado mega-empresas y han aumentado enormemente su poder económico para determinar qué cultivan/crían los ganaderos; qué equipos, semillas y razas utilizan los agricultores; las tecnologías de producción, las instalaciones y las condiciones de trabajo; los precios de aprovisionamiento y precios al por menor; y dominan diversos aspectos de la cadena de suministro y los mercados nacionales e internacionales de alimentos. Gracias a su facilidad de acceso al capital financiero, las corporaciones pueden invertir en las tecnologías digitales más modernas y utilizarlas para obtener información sobre los precios, el comportamiento de los consumidores, la disponibilidad de tierras y agua, las propiedades genéticas, etc., y ejercer el control sobre los distintos componentes de los sistemas alimentarios.

Resulta especialmente preocupante la expansión del poder de las corporaciones en el marco de las políticas, la normativa y la gobernanza nacionales, regionales e internacionales. Las corporaciones utilizan su influencia financiera y su gran presencia en el mercado para diseñar políticas, leyes, normas, programas socioambientales, incentivos económicos y subsidios para asegurar sus operaciones, sus beneficios económicos y su poder de mercado. Los grupos de presión y los expertos de las empresas trabajan directamente con los funcionarios de los gobiernos y de los organismos multilaterales para formular acuerdos de comercio e inversión, normas de protección de la propiedad intelectual y fiscalidad, normas de seguridad alimentaria y medioambiental, y mecanismos de inmunidad frente a la responsabilidad social, medioambiental y financiera. Las corporaciones financian la investigación y la divulgación para apoyar sus intereses en los debates políticos e impulsar la aceptación popular de sus operaciones.

A través de una compleja y extensa red de consejos empresariales y plataformas y procesos de múltiples partes interesadas, las corporaciones se presentan como una fuerza necesaria y positiva para abordar el cambio climático, el hambre, la destrucción del medio ambiente, las pandemias y otras crisis, ocultando su propio papel en la creación y profundización de estas crisis. La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU está dominada por una red de este tipo dentro del Foro Económico Mundial, y legitima las asociaciones entre agencias multilaterales, empresas y ONG y grupos de reflexión internacionales, menoscabando por completo a los cientos de millones de pequeños productores de alimentos y trabajadores que alimentan a gran parte del mundo a través de sistemas alimentarios diversos y arraigados en el territorio.

La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios ofrece supuestas soluciones a los problemas urgentes a los que se enfrenta el mundo que son básicamente sistemas caros controlados por las corporaciones, y tecnologías y productos protegidos por patentes que ampliarán aún más el poder de las empresas sobre nuestros sistemas alimentarios. Desviarán los recursos financieros que tanta falta hacen para los bienes, servicios y programas públicos, y perpetuarán un sistema económico injusto y desigual en el que los derechos de las personas y las comunidades serán secundarios frente a los beneficios corporativos. Para desmantelar el poder de las corporaciones, debemos impugnar y transformar las estructuras de gobernanza que les hacen ganar terreno.